a. ¿De qué manera la teoría del valor trabajo que se desarrolla en el estudio de la mercancía
permite explicar la tendencia en el aumento de la composición orgánica del capital y la
tendencia descendente de la tasa de ganancia? Explique.
JUSTICIA:
http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/iusetveritas/article/viewFile/12452/13013
Crematística según Aristóteles
DIAPOSITIVAS 12 a la 19 6.ARISTOTELES
3. (15-l)
Existe un sujeto y un observador, estos dos actores se reconocen en las ciencias exactas,
como en los fenómenos geográficos. Para estudiar la historia se necesitan hechos históricos
y para estos se necesitan datos e información, también una interpretación. Para los datos
se necesitan ciencias auxiliares como crónicas, arqueológicas (herramientas), epigrafía
(estudio de escrituras), entre otros.
Concepción Liberal
Estudiar la historia con el propósito de elaborar, progresar, estar preparado para las
adversidades, valorar la riqueza, entre otros.
La sociedad está conformada por individuos, pero no es la suma de individuos, son seres
pensantes que crean riquezas para el mismo y su sociedad. Según Calingurg toda la
historia, son hechos que han sucedido pero no nos llegan en estado puro, así que el
pensamiento es el que une esos hechos y los concibe según sus ideales. Según Clark, no
existe verdad histórica objetiva, porque en el sentido de la historia y la objetividad se
prestan para muchos sentidos.
Materialismo Histórico
Según la Historia para Carl Marx, la historia no está determinada por la voluntad o la acción
de ninguna providencia, espíritu absoluto o ente metafísico sino por las condiciones
materiales y sociales de existencia de los hombres. Estas condiciones materiales del
desarrollo de las fuerzas productivas y de las relaciones sociales y de producción vigentes.
Para aristoteles
A Tomás le tocó el fin de la época feudal y el comienzo de la época burguesa. Provenía de una
familia noble, por eso veían mal que entrara a una orden mendicante como lo era la de los
dominicos (junto con la de los franciscanos). Su ideal ya no es el feudal. Pero tampoco está
Casado con la naciente burguesía, pues, al pertenecer a una orden mendicante, ponía en tela
de juicio el enriquecimiento por el dinero. Al igual que Aristóteles, pero por distintos motivos,
re chaza la crematística o pecuniaria, esto es, la acumulación de la riqueza; fue célebre por su
condena de la usura, que era el principio fundamental de los bancos y del capital. Tenía en
mente otra cosa; aun fuera de manera utópica, apuntaba a una sociedad basada en la justicia.
Por eso causa escándalo a los iusfilósofos positivistas de hoy, con su iusnaturalismo que dice
que no basta el estado de derecho, sino que tiene que llegar a ser un estado justo.
Como se ve, Tomás sigue a Aristóteles en su ideal de una sociedad lo más natural posible,
entendida la naturalidad como el cultivo de la tierra para satisfacer sus necesidades, y no tanto
mediante el comercio, que implica aquella crematística, pecuniaria, o enriquecimiento en
dinero, que parecía antinatural al Estagirita. Ha de procurarse el método más natural y
humano.
PAG 7 KEYNES
El objeto de acrecentar el poder del estado los llevó, sin embargo, a defender la
acumulación del tesoro de estado.
Esto se [340] facilita remitiéndose al gran trabajo del profesor Heckscher La época
mercantilista,* en el que se ponen por primera vez al alcance del lector de economía
las características esenciales del pensamiento económico, a través de .un periodo de
dos centurias. Las citas que siguen están tomadas principalmente de sus páginas.
Los primeros precursores del pensamiento económico pueden haber encontrado sus
máximas de sabiduría práctica sin haber tenido gran conocimiento de las bases
teóricas subyacentes. Esto se facilita remitiéndose al gran trabajo del profesor
Heckscher La época mercantilista,* en el que se ponen por primera vez al alcance del
lector de economía las características esenciales del pensamiento económico.
1) El pensamiento mercantilista nunca se imaginó que había una tendencia al ajuste
automático por medio del cual la tasa de interés se estableciera en el nivel adecuado.
Al contrario, recalcó que una tasa indebidamente alta era el mayor obstáculo para el
crecimiento de la riqueza; y los mercantilistas se daban cuenta incluso de que la tasa
de interés dependía de la preferencia por la liquidez y de la cantidad de dinero. Se
ocupaban, tanto de disminuir dicha preferencia, como de aumentar la cantidad de
dinero, y algunos de ellos aclararon que su preocupación por elevar esta última se
debía a su deseo de rebajar la tasa de interés. El profesor Heckscher resume este
aspecto de su teoría como sigue:
La posición de los mercantilistas más perspicaces era en este punto, como en
tantos otros, dentro de ciertos límites, perfectamente clara. El dinero era, para
ellos -empleando la terminología moderna-, un factor de producción, equi parado
al suelo y que a veces se calificaba de riqueza "artificial" para dis tinguirla de la
"natural", y el interés del capital se consideraba como la renta abonada por el
dinero, similar a la renta del suelo que se abonaba por la tierra. En la medida en que
se indagaban los fundamentos objetivos para ex plicar la cuantía del tipo de
interés -cosa que se hacía cada vez con mayor frecuencia, en la época del
mercantilismo-, encontramos esos fundamentos en la cuantía de la masa de
dinero. De este abundante material disponible, so lamente serán seleccionados
los más típicos ejemplos, de manera de demostrar ante todo cuán duradera fue
esta noción, cuán arraigada e independiente de consideraciones prácticas.
2) Los mercantilistas advirtieron la falacia de la baratura y el peligro de que una
competencia excesiva pudiera hacer que la relación de intercambio se volviera en
contra de un país. Así, Malynes escribió en su Lex-Mercatoria (1622): "Procurad no
competir con otros malbaratando para daño de la república, con el pretexto de
aumentar el comercio; porque el comercio no aumenta cuando los bienes son muy
baratos, porque la baratura procede de la corta demanda y la escasez de
dinero, que hace las cosas baratas; de tal manera que lo contrario aumenta el
comercio, cuando hay abundancia de dinero y los bienes se vuelven más caros
al ser demandados."14
Podemos criticarlos por la aparente indiferencia con que acep taban esta
consecuencia inevitable de un sistema monetario internacional. Pero
intelectualmente su realismo es con mucho prefe rible al confuso
pensamiento de los defensores contemporáneos de un patrón oro fijo
internacional y del laissez-faire en materia de crédito internacional, quienes
creen que son precisamente estas políticas las que mejor promueven la
paz.
Porque en una economía sujeta a contratos monetarios y cos tumbres más o
menos fijos en un periodo apreciable, en la que el volumen de circulación y la
tasa de interés internos están primordialmente determinados por la balanza de
pagos, como lo estaban en Gran Bretaña antes de la guerra, las autoridades
no disponen de medios ortodoxos para combatir la desocupación en casa,
excepto por un exceso de exportación y [438] una importa ción del metal
monetario a expensas de sus vecinos. La historia no registra otro método tan
eficaz como el patrón oro internacional (o, antiguamente, el de plata) para que
un país obtenga una ventaja sobre sus vecinos. Porque hizo que la prosperidad
los mercados y de un apetito competitivo por los metales pre ciosos. Cuando, por
venturoso accidente, las nuevas provisiones de oro y plata eran
comparativamente abundantes, la lucha podía aplacarse hasta cierto punto.
Pero con el crecimiento de la riqueza y la decreciente propensión marginal a
consumir, ha tendido cada vez más a ser una lucha sin cuartel. El papel
desempeñado por los economistas ortodoxos, cuyo sentido común ha sido
insuficiente para equilibrar su deficiente lógica, ha sido desastroso en todos sus
detalles; porque cuando, en su ciega lucha por en contrar una puerta de
escape, algunos países se han sacudido las obligaciones que previamente
hacían imposible una tasa de interés autónoma,- estos economistas han
enseñado que una restauración de los antiguos grilletes es un primer paso
necesario para la recuperación general. En realidad, lo cierto es lo contrario. Es la
política de una tasa de interés autónoma, no estorbada por las preocupaciones
internacionales, y de un programa de inversión nacional dirigido al nivel óptimo
de ocupación doméstica, lo que viene a ser una doble bendición en el sentido de
que nos ayuda a nosotros y a nuestros vecinos al mismo tiempo. Y es la
prosecución simultánea de estas políticas por todos los países juntos la que es
capaz de restaurar, internacionalmente, la salud y la fuerza económicas, ya sea que
la midamos por el nivel de ocupación nacional o por el volumen del comercio
internacional.