Ante todo, el objetivo de esta carta no es otro que expresar
un sentimiento. No pretendo obtener nada a cambio. Creo que
escribo mejor que hablo, espero que me entiendas.
Sé que estas muerta, por lo menos para mi; pero yo creo en
la resurrección y en el perdón de los pecados. Todavía no tengo claro lo que haré, puesto que desde hace un tiempo no soy yo mismo. Espero reencontrarme otra vez e intentar enamorarte de nuevo. Desde luego, que soy consciente que haga lo que haga, la solución no la voy a obtener en un día ni en una semana ni en un mes... Te puedo asegurar, porque es lo que siento ahora, que tengo algo dentro de mí que me angustia y que me quema y que no me deja vivir tranquilo. También sé que tengo que estar preparado para la batalla que tengo que librar conmigo mismo para obtener el objetivo, que no es otro más que tú, porque a pesar de todo lo que puedas pensar nunca te he dejado de querer y jamás podre dejarlo de hacer, en eso me conozco.
Nunca ha habido ni habrá otra persona como aquella que
conocí hace veinte años y que hoy es la madre de mis hijos. Gracias por todo lo que das y lo que has dado. Espero poder disfrutarlo el resto de mi vida. Si no es así viviré, pero viviré triste.
Felicidades Raquel, por ser como eres. Felicidades Mamá.