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Universidad de Guadalajara

Escuela Preparatoria No. 20


Departamento de Comunicación y Aprendizaje
Academia de Lengua y Literatura

Enseñar español no es enseñar a leer


Una propuesta ante las normativas de fomento a la lectura en las escuelas

MLH Ángel Galindo Núñez


Universidad de Guanajuato
galindonmiguel@gmail.com
Teléfono: (33) 1601-0513

1er Congreso Internacional de


Investigación Educativa y
Formación Docente

Línea temática:
2.c Formación de formadores: Perfiles deseables, cuerpos académicos y redes de colaboración
Enseñar español no es enseñar a leer. Una propuesta ante las normativas de
fomento a la lectura en las escuelas
MLH Ángel Galindo Núñez

Abstract:
El modelo educativo en curso pide que los alumnos sean competentes en el manejo de la
lengua; pero los profesores de Lengua y Literatura no tienen la obligación de capacitar al
alumno en la apreciación literaria. Si se incluyese la figura de un promotor de lectura o
gestor cultural en las escuelas, éste podría aligerar la carga horaria de los profesores de
asignatura y compensar el desfase educativo que tienen los alumnos en áreas humanísticas.

Palabras clave:
Promotor de lectura, Déficit lector, Comunicación, Sistema de Competencias, Didáctica de
la lectura.

INTRODUCCIÓN: Competencias lectora y modelos educativos

Desde José Vasconcelos hasta el actual secretario de Educación Pública, todos intentan
hacer notar que la lectura es el medio correcto para llevar a otro nivel a este país. A pesar
de todo, es imposible poder atribuir a la lectura tanto peso. En un universo escolar
completamente dedicado calificaciones —a pesar de que usamos un modelo por
competencias— los indicadores tienden a lo numérico en vez de a lo cualitativo. Esto causa
un problema con los profesores; pues tratar de contar palabras por minuto —u otro modo de
asignar una calificación en vez de una certificación— es un problema altamente reincidente
en toda la Academia.
Así que la labor de alfabetizar funcionalmente a los alumnos recae en los hombros de
los profesores del área de comunicación, o de lengua y literatura; sin embargo todo eso se
vuelve en contra cuando nos enfrentamos con alumnos que no tiene un desarrollo íntegro en
la lectura. “En la escuela […] la lectura es ante todo un objeto de enseñanza. Para que se
constituya también en un objeto de aprendizaje, es necesario que tenga sentido desde el
punto de vista del alumno, lo cual significa […] que debe cumplir una función para la
realización de un propósito que él ya conoce y valora” (Lerner, 2001, p.126). Una solución
en nuestro Bachillerato General donde tenemos materias como “Taller de Lectura y
Redacción I” y “Taller de Lectura y Redacción II” (Secretaría de Educación Pública [SEP],
2016, p.29). Pero no incluye la formación en el área estética hasta el área de “Literatura I” y
“Literatura II”. El problema es que no se competen del todo. Y al menos en la práctica las
asignaturas dichas se confrontan entre “funcionalidad” y “apreciación”. Para entender esta
situación cabría hacer una traición al mismo sistema de Competencias y enfocarnos en el
docente.
El profesor ha dejado de ser una entidad de sabiduría absoluta, y se ha convertido en un
mediador —por no decir una persona—que sólo está para verificar el proceso correcto de la
enseñanza.1 Es aquí cuando se entra en conflicto con lo esperado por varios sistemas de
enseñanza. Bien se sabe que un profesor debe estar ahí para guiar al estudiante. No debería
alfabetizar. Lo que se espera del estudiante al final de su preparatoria es que ante cualquier
situación pueda cumplir con la Competencia Genérica 4: “Escucha, interpreta y emite
mensajes pertinentes en distintos contextos mediante la utilización de medios, códigos y
herramientas apropiados” (SEP, 2008, p.3). La pregunta es, ¿por qué relegan la literatura a
los profesores de español y no a los de artes, cuando se supone que la Competencia
Genérica 2: “Es sensible al arte y participa en la apreciación e interpretación de sus
expresiones en distintos géneros” (Secretaría de Educación Pública, 2008, p.3) está
diseñada justamente para ello?
Desde este punto de vista es ilógico, pero hay una razón muy simple. La mayoría de los
profesores del área de Comunicación son egresados del área de Letras y sus modalidades
afines. Son pocos los comunicólogos, filósofos, gestores culturales y lingüistas quienes
están en el magisterio dictando la CG4 a los estudiantes de bachillerato.2

1
“El maestro debe promover en el aula un clima de motivación para conseguir que el alumno tenga
disponibilidad y compromiso para aprender y no centrar su interés solamente en la aprobación de la
asignatura” (SEP, 2016, p.17).
2
“Es importante que todos nosotros aumentemos nuestro conocimiento acerca de la variedad, el lugar y los
roles del arte en la vida social, si realmente deseamos mejorar la comprensión intercultural porque en la
diversidad del arte podemos ver algunas funciones comunes. […] Si tenemos verdadero interés por la
educación y la comprensión multiculturales, debemos estudiar las artes como instituciones sociales que
influyen en y son influidas por las culturas y subculturas de las que ellas mismas son una parte”
(Chalmers, 2003, p.70).
Enseñar correctamente el modo de leer, el apreciar y —sobre todo— algo tan subjetivo
como lo es la literatura. Las lecturas no pueden ser dejadas al estudiante en su totalidad, y
no se diga la escritura, pues “[…] empezamos a ser más consciente de los altos
requerimientos verbales y cognitivos que exige la composición, además de su importancia
sociocultural en un estado de derecho, científico, literario y burocratizado como el nuestro”
(Cassany, 1999, p.12).
Existen alumnos que no pueden leer de tal modo que comprendan la entonación
necesaria. Y para esto se requiere al profesor de antaño: el profesor que conocemos los
actuales profesores.3 Tenemos que volver al que regañaba ante cualquier revolución y quien
podía levantar la voz sin temor de una demanda; sin embargo, leer no debería ser enseñado
en Bachillerato, y quizá tampoco en Secundaria, y para eso es justamente esta propuesta: un
mediador de lectura, un promotor, o cualquiera sea el nombre que se le quiera dar a este
puesto simbólico.
En México, el Programa Nacional de Salas de Lectura, genera resultados muy
alentadores con sus casi 70 espacios de fomento lector en cada estado del país. 4 Y
funcionan desde la sala de una casa-habitación hasta escuelas, plazas, parques y otras
instituciones como hospitales y orfanatos. Pero para comprender por qué este programa
puede ser relevante bastaría aterrizarlo a la práctica docente.

DESARROLLO: El mediador de lectura en la escuela

Hace algunos años, cuando trabajaba en secundaria, viví una curiosa adaptación de los
planes de estudio: una hora de lectura por semana. Se trataba de una materia. Tal cual, no
era Español sino Lectura. Lo malo de este programa era que lo hacía la misma profesora. Y
cabe mencionar que se refiere a educadoras preocupadas por sus Planeaciones semanales y
calificaciones en la Plataforma escolar. La problemática era que no era una figura nueva
3
“[…] la misión de la escuela no consistía en formar «escritores», pero que su responsabilidad ineluctable
era contribuir a que todos los niños egresen de sus aulas convertidos en «personas que escriben». La
escritura no sólo sirve como un recurso mnemotécnico, para comunicar algo a distancia o para marcar la
propiedad de un objeto. Además tiene otra función que la inviste de una importancia trascendental en lo
relativo a la adquisición de conocimientos: la posibilidad de materializar el mensaje” (Kaufman y
Rodríguez, 2003, p.66).
4
“En este 2015, el Programa Nacional Salas de Lectura cumple sus primeros 20 años, con el
funcionamiento de más de 2 mil Salas de Lectura en todo el país, donde […] brindan una atención
considerable, a más de 20 mil personas por semana” (Secretaría de Cultura, 6 de mayo de 2015).
para los alumnos. Era la misma profesora con la que los alumnos tenían problemas, la
misma persona que les había dejado de tareas; algo imposible. La misma J.K. Rowling ya
lo dijo: su peor pesadilla, más que Voldemort, era Dolores Umbridge, ahora si para los
alumnos de primaria, ella es mala, no nos imaginamos a una profesora como ella motivando
a los niños a leer.
En dicha escuela, mi formación como mediador de lectura de CONACULTA sirvió de
sobremanera a la directora. En ese tiempo era el encargado de la Biblioteca Escolar, y
llevaba una caja de libros especialmente seleccionada para cada grado. Era un programa de
“Libros del Rincón” para escuela privada, a pesar de que se entrega solamente a escuelas
públicas. Independientemente de la burocracia inmiscuida en este asunto, se tenían los
indicadores que la SEP pedía.5 Y estos resultados sorprendieron a la Madre Directora, pues
las maestras disputaban tenerme con la tutela de sus grupos durante estos instantes. Ella ya
no tenía la responsabilidad de nada, ni siquiera de regañar. Y yo comprendía en dejarles ese
tiempo libre para tomar café o revisar la columna de casi medio libro de libros.
Es aquí cuando descubrí que los alumnos miran al profesor con un respeto —o con
miedo, o autoridad— porque era quien les daba sus calificaciones. La presencia del
bibliotecario que les llevaba actividades de lectura, que dejaba que se sentaran en el piso a
leer y que no limitaba a los pequeños a platicar o pararse de sus lugares para enseñar
ilustraciones a otro compañero, era la figura que necesitaba: algo alejado de su contexto
educativo; inmerso en su contexto educativo. 6 Esto entraría en los famosos cambios de
registro que piden los pedagogos, pues no sólo se puede pasar de un “Registro auditivo” a
un “Registro kinestésico”, sino de “Profesora de 8 horas” a “Bibliotecario en salón”.
Mi práctica docente en Primaria y Secundaria duró dos años, y aquí noté la importancia
de la figura del mediador. La materia de Arte no puede ser impartida por la misma persona
que maneja Matemáticas, Geografía o Historia; no por una cuestión de capacitación o

5
“Dirigir los procesos de innovación, edición, selección, distribución y seguimiento al uso pedagógico de
materiales educativos y otros auxiliares didácticos, curriculares y complementarios impresos,
audiovisuales, informáticos y multimedia, congruentes con el currículo, que coadyuven a la aplicación de
planes y programas de estudio en la educación inicial, especial y básica” (Secretaría de Educación Pública,
2007, p.2).
6
“La tradición escolar ha forjado a través de los años un perfil sólido de cómo deben ser un maestro y un
alumno dentro del aula. Este perfil o conjunto de atributos determina la actitud, los comportamientos y la
forma de trabajar de ambos sujetos: qué hace cada uno, de qué manera, cómo se hablan, dónde se sitúan…
Los maestros hemos aprendido nuestro papel de forma subconsciente desde pequeños, primero en nuestra
infancia como alumnos y después como profesionales de la enseñanza” (Cassany, 2014, p.15).
adecuación. Son los alumnos quienes, en edad escolar, no logran romper la idea de las
figuras distintas como lo empiezan a hacer en Secundaria.
Alguno de los profesores presentes es —o ha sido— Tutor de algún grupo. Y no me
desmentirá al decir que es muy difícil que un alumno separa el profesor de asignatura del
tutor. Y en Secundaria es más complicado que en otros momentos, pues en la práctica, se
usan tiempos de la clase para que el alumno pueda tener su tutoría, y en colegio privado a
veces es pedir los cinco pesos de la convivencia o dar los papelitos de avisos. Los
profesores también son humanos, aunque los veamos distintos al resto del mundo (Fullan y
Hargreaves, 2001, pp.60-68). Pero también es complejo en Modelo de tutorías del
Bachillerato General por Competencias, pues nos dice que el tutor debe estar al tanto del
proceso educativo del estudiante. Claro que no se considera que el alumno — a veces— no
quiere estar en ese proceso educativo y encuentra más beneficio en ver video-tutoriales que
en un salón de clases donde no le permiten estar en piyama, dando like en Facebook ni con
un plato de cereal remojado a su lado.
Modalidades híbridas de educación nacen cada tanto tiempo y nos han nuevas
soluciones a los viejos problema; pero las personas que de verdad buscan un desarrollo
personal y humano, necesitan estar cerca de las humanidades, puesto que son la base de lo
que nosotros consideramos útil. La Literatura y la Filosofía —y quizá también la Historia y
la Geografía—deben ser enseñadas y explicadas a todos los alumnos; pero quizá funcione
como con los alumnos de Primaria, donde una figura distinta aventajaba las cuestiones
artísticas y recreativas de la educación.
No todo en la educación es “pompa y platillo”. Si bien es cierto que debemos estar al
tanto de las actividades lúdicas y que involucren al alumno en su educación; el querer que
toda “estrategia” se haga divertida es un requerimiento ridículo. Es más bien tratar de
desvincular la idea de “profesor” con el “mediador”. Cosa que no llega a cumplirse en
programas como el de Salas de lectura, donde muchos quieren ver la promoción de lectura como
una clase de literatura.
El caso de la lectura —y la alfabetización— debe irse aprendiendo, sin legar a la
metacognición. El alumno debe darse cuenta de que le gusta leer. La metacognición servirá para
indicadores PISA; pero no para la recreación estética. Y es aquí donde las “Palabras por minuto” y
las respuestas correctas en pruebas de compresión lectora no sirven para nada. Si el alumno es listo,
puede desarrollar un criterio suficientemente avanzado para sacar bien preguntas en el área de
Comunicación, sin siquiera ser buen lector; y con “buen lector” decimos estudiantes que prefieren
una noche leyendo una novela de Agatha Christie —por dar un ejemplo— que viendo —por dar
otro—The Best Chef Jr: Mexico Edition. Esto lo sabemos, pues pisa evalúa Competencias, y
sabemos lo cerradas —aunque útiles— que pueden llegar a ser éstas.7
Un modo de motivar a la lectura —como acto estético— es por medio de alguien ajeno a
sus clases normales quien lleve a los alumnos una perspectiva distinta de la humanidad —
pues la Literatura entra en las Humanidades—. Los alumnos así podrán apreciar sin estar
sobresaturados de información. Y esto no debe ser registrado salvo como evidencia, pero
no como números ni estadísticas. El encargado de gestionar todo esto debe llevar su
bitácora subjetiva, como la literatura y el arte mismo.

Frente a la idea de que el gestor cultural actúa sin método, orden, ni concierto, es
importante reconocer que las intervenciones que realiza se insertan en un ciclo que es en sí
mismo expresiones de flujos y procesos en los cuales el gestor determina el sentido y los
modos de su actuación, no en la soledad de una oficina pública o privada, sino en contacto
y diálogo permanente con las comunidades (Jiménez, 2012, p.27).

Hasta este punto, las escuelas deben ver poco factible dedicarle un salario a una persona
que no le dará una calificación a un estudiante. Esto no sería educación, sino mero
entretenimiento de los alumnos. Si se trata de distraer a los chicos, existen muchas escuelas
que manejan talleres específicos donde se les obliga a los profesores a impartir fuera de sus
horarios de clase. Así, el profesor otorga trabajo gratuito a la escuela remunerado sólo con
una constancia. La parte negativa es que no siempre se busca el acercamiento a la literatura.
Y si se otorgan puntos extras en Español, el alumno no hace ese cambio en su cerebro y
vuelve a ser el profesor regañón. Deben darse los elementos para que el cerebro del alumno
entienda que ya no es la Materia, Clase o Unidad de Aprendizaje, sino una recreación. Se
deben reformular varios currículos escolares para que no se limite al alumno a un saber,
sino también a un hacer, de modo que se cree una educación integral (Bourdieu, 2011).Sin
embargo, en la práctica, los profesores nos damos cuenta de la gran falacia generada de
esto. Los alumnos de Secundaria y Preparatoria no atienden a las indicaciones. Y se
pregunta: ¿cuántas veces no nos enfrentamos a dar una indicación cinco veces consecutivas

7
PISA está diseñado para conocer las competencias de análisis y resolución de problemas, como el manejo
de información para la vida adulta. Al mismo tiempo se separa en Competencia lectora, Competencia
matemática y Competencia científica.
sin que los alumnos realmente sepan qué deben hacer? Y, a pesar de escribirlo en pintarrón,
tenerlo escrito en sus cuadernos y explicarlo de forma oral, sigue habiendo la clásica
pregunta: “Profe, ¿qué tenemos que hacer?”.
Si hasta el momento, la poca comprensión de órdenes en el salón este vidente; mucho
menos un cambio de registro lo será. Por eso, cuando se cambia de persona, puede llegar a
lo que se busca en los programas nacionales: que el alumno se dé cuenta que no es la
mismo profesor quien le está dando literatura o humanidades; “[…] esa voluntad y ese
esfuerzo de querer conocer los textos y las tradiciones, el historiador [y en este caso el
gestor cultural] conserva sus distancias: en otras palabras, actúa de tal suerte que el pasado
sigue siendo el pasado y el presente el presente” (Ouakinin, 2016, p.262). Así él llevará al
contexto adecuado los libros pertinentes, los que deben leer los alumnos para que tenga un
poco de sentido desperdiciar horas frente a sus páginas, los que el canon han marcado con
cierto valor estético y que, en verdad, hemos leído con gusto sabiendo que somos mejores
personas al cerrar en la última página.
En este punto, las instituciones se vuelven a preguntar la verdadera utilidad de un
profesor que no sirve para el desarrollo escolar. Es aquí cuando se debo admitir que tienen
razón. Las instituciones no tienen la obligación de pagar por el desarrollo intelectual de un
alumno, pues él debería llegar ya con esas competencias activas desde la primaria. Los
educadores básicos deberán echarle la culpa al mismo tiempo ala familia, que a su vez
atacará al gobierno, como si de un círculo vicioso se tratara.
Y de este modo nunca se motivó el gusto por los libros, entonces ¿qué ocurre con todos
los adolescentes que leen con gusto novelas tipo After, o 13 reasons why?. La respuesta está
en el verdadero gatillo: el libro llegó a sus manos en la edad de la adolescencia. El
estudiante está en contacto mayor con emociones, mismas emociones que se encuentran en
el arte. Las hormonas le convierte en un ser sensible y filosófico, momento específico para
detonar en ellos la humanidad. Tenemos alumnos que escriben reflexiones y críticas de
todas las cosas que les pasa en Facebook o en Instagram. En este punto, la Competencia
Genérica 4 está totalmente desarrolladas. “Consecuentemente, sabemos que pedir sin más
que los alumnos resuman, critiquen o piensen es insuficiente y que más bien lo que hay que
hacer es crear un contexto adecuado que facilite esas acciones y les dé sentido” (Sánchez
Miguel [coord.], 2012, p.21). Tenemos niveles óptimos en esta competencia, y hasta la 9.1
que solicitan en varias instituciones.
Pero no porque anoten o sean partícipes de esta Competencia, entienden la verdadera
importancia de ésta. No saben que, si no entienden las inflexiones del habla no podrán
entenderán las cuestiones políticas, familiares, sociales y amorosas. Se verán afectados si el
joven no comprende en absoluto lo que le están diciendo y mucho menos puede generar un
mensaje adecuado. Parecería incluso un chiste en el cual la novia le preguntan qué si la
ama, y él no responde nada.
Hace unos meses, un meme circulaba en las redes mostrando la frase; “Bien que te
quejas de Educación física, pero bien que pagas el gym”. Y podríamos decir que es porque
lo que no nos cuesta no lo apreciamos, que lo gratuito no genera una apreciación ni una
aprehensión real en los individuos. Pero esto descarta a otros modelos educativos donde la
educación gratuita lidera los estándares PISA. De nada nos serviría copiar modelos
educativos de otro país, los suizos podrán estar en la vanguardia, pero en México, los niños
aprenden y aprehenden de formas distintas.
No se intenta decir que debe cobrarse las clases de literatura, como se paga por una
musculación específica en el gimnasio. Que los alumnos tenga sus momentos de recreación
artística en literatura y en filosofía por una persona ajena que rompa todo los estándares
conocidos por las instituciones, modificará el pensamiento crítico del alumno y moverá en
la dirección correcta a su enseñanza. Esas personas deben ser especialistas en sus áreas y
saber todos los procesos educativos sin que los tengan que aplicar. Él sabrá si es
competente en un área sin necesidad de rellenar formularios. Manejará una forma más
simple de evaluar a los alumnos sin calificarlos.

CONCLUSIONES: Cuando se aplica el modelo

Esta propuesta ya se está poniendo llevando a cabo en diversos centros educativos


particulares quienes manejan como de tutoría sus talleres de Literatura y de Apreciación el
Arte, así como grupos especializados en fotografía y danza. Y es que el gestor cultural debe
estar inmerso con los alumnos y no dictando cursos muy interesantes a los docentes de
Español. Tiene que meterse de lleno en la cultura y en el contexto escolar.
[…] la interacción con la gente, la acción misma de la práctica en cada uno de los campos
de la vida cultural, general un conocimiento determinado por la experiencia misma, una
intuición documentada e incluso una trayectoria especializada que son insustituibles que
no se pueden aprender en ningún libro ni transmitir por ósmosis. No se puede ser un
gestor cultural si no se ha llenado de polvo los zapatos, si no se ha intentado organizar o
llevar a la práctica un proyecto […] (Jiménez, 2012, p.26).

La funcionalidad real trasciende más que un simple profesor encargado de un entretener a


los alumnos durante una hora por semana de la entretención artística de los alumnos. Se
invita a conocer el capítulo “Un marco general en el que situar a los alumnos, los
profesores y quienes quieren ayudar a los profesores”, donde dice: “Es problema es que
sabemos mucho sobre lo que necesitan los alumnos, pero muy poco o anda sobre las
necesidades de los profesores para asumir el texto que plantean «nuestras innovaciones»
sobre el aprendizaje de la lectura»” (Sánchez, 2012, p.21).
Si de todos modos la presencia del Gestor cultural es rechazada, podría ser también el
encargado de Cultura, de Difusión o Vinculación según el nombre que se le quiera dar en la
institución. La persona el tanto de la cultura y las humanidades en una escuela debería saber
todo lo que se hace y desarrolla en la institución. Así sería el principal promotor de esta
escuela en redes sociales y medios impresos; del mismo modo, debería estar al tanto de las
actividades desarrolladas en su ciudad y en su entorno, tener el contacto de la secretaría de
cultura del estado, la cartelera cultural de teatro, danza, música y diversos eventos gratuitos,
tanto de alta cultura como de cultura popular. Al conocer todo esto podría organizar viajes
y llevar a los alumnos un recorrido de primera mano para adquirir de una persona distinta a
un profesor. El promotor cultural tendría que enfrentar de uno a uno los casos especiales y
descubrir el modo de generar una cuestión en el grupo para que todos puedan desarrollar
sus competencias lectoras; no llevando la comprensión y la interpretación de todo aquello
que no sea literatura y que le servirá en su futuro laboral y personal. 8 Ya lo dice:
“Enfrentamos un gran desafío: construir una nueva versión ficticia de la lectura, una

8
Ideas similares pueden ser profundizadas en “Tres protagonistas para lograr que todos lo aprendan todo
de la lengua escrita: los alumnos, los profesores y los asesores”, encontrado en el libro de distribución
gratuita para profesores: La lectura en el aula. Aquí plantean la necesidad de asesorías extra a las unidades
de aprendizaje, pero concluye que “Esta definición de nuestro formador ideal podría ser tan insuficiente
como caracterizar a un alumno ideal o un profesor ideal sin advertir las necesidades de aprendizaje que
habrán de experimental unos y otros hasta conseguirlo” (Sánchez Miguel [coord.], 2012, p.33).
versión que se ajuste mucho más a la práctica social que intentamos comunicar y permita a
nuestros alumnos apropiarse efectivamente de ella” (Lerner, 2001, p.125).
Si vemos la gestión de estos promotores en toda la estructura escolar sería imposible
encontrar un punto donde quepan, pero sin duda, la reflexión de estas funciones en relación
con las competencias, y los modelos educativos venideros, podría apoyar bastante en los
estudiantes de nuevas generaciones, y por qué no, en bibliotecas escolares, públicas y otras
modalidades.9
Sin embargo en esa realidad es totalmente imposible. Es difícil cambiar la estructura de
las nóminas para darle un sueldo a una persona que no ofrece valores cuantificables. Por
eso delegarles a los profesores de Lengua Literatura la difícil tarea de contabilizar las
palabras que un alumno leyó, o el nivel de comprensión que puede llegar a tener desierta
lectura, son cosas innecesarias. El alumno ―entonces― tiene dos opciones: la primera es
ver en su profesora una figura humana desde el punto de vista las humanidades. La
segunda, y más complicada, es que se rompa por completo la figura del profesor
transformándolo en alguien que puede dar ese extra que nos cuesta a muchos profesores.

9
En nuestras sociedades la información multiplicada en sus fuentes y formas se encuentra a menudo
manipulada por los poderes económico, político y mediático; domar semejante multiplicación y resistir a
semejante manipulación supone que los ciudadanos puedan adquirir los instrumentos intelectuales que les
permitan evitar el sometimiento a los mensajes que reciben. La biblioteca, por supuesto no es el único
lugar donde puede hacerse el aprendizaje de este uso crítico de la razón por personas privadas, que es la
definición que Kant daba a la Ilustración, pero la biblioteca es uno de estos lugares (Chartier, 2009,
p.205).
Bibliografía:

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https://www.gob.mx/cultura/prensa/el-programa-nacional-salas-de-lectura-20-
anos-de-socializar-el-acto-magico-de-la-lectura.

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