A partir de ahí nos planteamos abordar, desde la esfera de constitución del sujeto,
la construcción de los repertorios argumentativos de consumo de drogas a la luz de los
discursos normativos que mantienen las condiciones actuales del fenómeno.
Para alcanzar este objetivo, en primer lugar delimitamos el campo semántico del
referente droga, el cual nos plantea las primeras inquietudes en relación a su consumo.
Apartado I. Consideraciones generales.
15
de saber-poder a través del cual se interviene la realidad de los usuarios de sustancias
embriagantes.
16
esbozando las vinculaciones entre éstas y nuestro marco conceptual. Para establecer,
por último, las conclusiones y recomendaciones sobre la base de nuestros objetivos.
17
I. CONSIDERACIONES GENERALES
1
Paracelso escribió en el siglo XVI: “todas las cosas tienen veneno, y no hay nada que no lo tenga.
Solamente depende de la dosis, que el veneno sea veneno o no” (Hofmann y Schultes, 1982).
18
la frontera entre el beneficio y el perjuicio no existe en la sustancia (droga) sino en su
uso por parte del sujeto (Escohotado, 1998; Hofmann y Schultes, 1982).
Desde esta perspectiva, y a razón de las funciones ideológicas que constituyen las
definiciones disponibles, preferimos, para esta investigación, delimitar campo semántico
de la droga. Resulta de mayor interés aproximar al lector a los usos y referencias
cotidianas del término, que ceder ante la tentación de generar una caracterización
“externa” al evento de la droga, tal como se acostumbra en las esferas teóricas, que
explican cuestiones como ¿por qué la gente consume drogas?, ¿para qué la gente se
droga? A partir de posturas artificiales en torno al ser y el quehacer humanos.
Conclusiones, tantas como teóricos que se planteen la cuestión; desde posturas
farmacológicas fundamentadas en el “potencial adictivo de las sustancias”, donde la
droga es mala y el sujeto es una víctima que debe protegerse; hasta algunas de tipo
antropológico que hacen referencia a “predisposiciones” hacia el fenómeno como
resultado de condiciones socioculturales.
19
Para una “idea interna” de la droga es necesario entender desde la droga misma
qué clase de actividad es, y su campo semántico, es decir, una referencia de la vivencia
con la droga que permita formular criterios para establecer sus límites, sin pretender en
absoluto que sean fijos o exactos. La aproximación a la vivencia con la droga posibilita,
no sólo conocer la realidad cercana a su uso, sino visibilizar y reflexionar sobre cómo
aparece en la composición del encuentro entre el sujeto y la droga, el orden político y
sus dispositivos generadores de realidad simbólico-colectiva.
Al hablar de drogas se hace referencia a una categoría que agrupa cierta clase de
bienes de consumo asociados históricamente a la transformación objetiva y subjetiva de
las condiciones actuales de la persona. Las transformaciones objetivas corresponden a
los síntomas fisiológicos evidentes y los cambios conductuales asociados a cada tipo de
droga. Las transformaciones subjetivas consisten en los cambios de tipo perceptual,
sensorial y mental asociados a cada tipo de droga. Estas transformaciones asociadas a
cada droga varían de acuerdo a quien se refiera a ellas, al enunciante: la medicina y la
farmacología denominan “efectos” a estas transformaciones, usualmente distintas a las
transformaciones o “nota” que refieren los consumidores de drogas. La “nota” asociada
a cada tipo de droga no es estable, halla variaciones de acuerdo al contexto –grupo de
consumo y entorno- en el que se consume, al estado subjetivo y objetivo del
consumidor; así como, a la historia particular de consumo de sustancias, entre otros
factores. Es decir, estos efectos no pertenecen a la droga en sí, sino a la relación con
ella.
21
II. EL PROBLEMA: LA PROHIBICIÓN
2
Se escribe en cursiva a fin de resaltar el lugar de enunciación del discurso: así diferenciamos un discurso
sobre las drogas enunciado desde las instituciones y dispositivos científicos, y el discurso de las drogas
que refiere a un discurso que se enuncia desde la experiencia vivida de consumo de drogas, discurso
cotidiano al cual deseamos acceder.
22
de la práctica de consumo de sustancias y de las sustancias mismas, reservando sólo a
los Estados enunciantes de la modernidad el derecho de pautar la administración de los
Otros. Así mismo, permite separar a los embriagantes de sus usuarios, y resituar el lugar
de enunciación del discurso de drogas fuera del alcance de la cotidianidad, en algún
lugar sobre el fenómeno de las drogas donde se encuentran los intereses de ciertas élites
burguesas. El único argumento que pretende tal fuerza hegemónica es La Prohibición.
Situémonos históricamente.
Rosa Del Olmo (1990) relaciona la creación de esta Comisión en China con el
interés del gobierno norteamericano y otros dominios poderosos de Oriente y Occidente 3
por ahogar la resistencia china a las inversiones financieras de los países capitalistas.
Esta maniobra de ocupación de la escena política y económica pretendía garantizar el
alcance hegemónico de las potencias capitalistas y sus discursos en territorios fértiles,
ricos en recursos y mano de obra; al tiempo que se autoproclamaban señores feudales de
la moral; enunciantes universales de las formas que el poder y el orden debían asumir.
3
Los países que asistieron a la Conferencia de Shangai además de Estados Unidos, Alemania, China, Gran
Bretaña, Italia, Japón, Holanda, Persia, Portugal, Rusia y Sian.
24
La restricción fue sólo un revés inicial para los comerciantes occidentales, que
se convirtió en ventaja cuando vieron sus ganancias multiplicarse. Los primeros en
advertir la rentabilidad de esta prohibición fueron los portugueses, luego se sumaron los
holandeses e ingleses, que contrabandeaban tabaco y opio desde la cuenca del
Mediterráneo (ob. cit., 2005). Las Universidades Fudan y la Normal Superior de Shangai
en la obra La Guerra del Opio (Beeching, 1980) indican que antes de 1797 las
importaciones de opio a china no superaban 200 cajas por año: para el año 1800 el opio
introducido a China había alcanzado las 2000 cajas (p. 9). He aquí la primera referencia
histórica que revela el beneficio político y económico extraíble del control y sucesiva
mercantilización de las sustancias que administran la conciencia y el ánimo.
En el siglo XIX, alrededor del 1825, cuando Inglaterra sufre la primera crisis de
superproducción de la historia del capitalismo, se produjo una segunda gran avanzada de
Occidente para conquistar el mercado chino. La burguesía inglesa buscaba ampliar el
mercado para los productos de su industria mecanizada y gracias a sus dominios en
India, logró monopolizar el comercio de opio y abarrotar las redes comerciales internas
con sus productos: “la importación anual que en 1821 era de 5.000 cajas, había llegado
a sobrepasar las 10.000 en 1831, según datos de 1835 más de 2 millones de personas
eran opióman@s en China (Beeching, 1980, p.13-14).
Con las Guerras del Opio el capitalismo, por su carácter expansionista, logró
“abrirse nuevos mercados”, lo que implicó vulnerar, debilitar, violar, explotar,
desmoralizar, corromper, desmembrar, invadir y expoliar la realidad política, económica
y social de toda una cultura. Los chinos entraron, como botín de guerra, en la
modernidad, condenados en largas filas de desempleados, forzados emigrantes a
occidente, mano de obra barata, pseudoesclavos de los grandes capitalistas, extraños del
mundo occidental y chivos expiatorios del culto capitalista4.
4
Benjamin (c.p. Agamben, 2005) elabora la idea del capitalismo como un fenómeno esencialmente
religioso que se desarrolla de modo parasitario a partir del cristianismo.
26
“mano de obra barata” y a partir de ahí, ilegítima; se les prohibía fumar y comerciar opio
(Escohotado, 1994).
27
las legislaciones en esta materia. Sugerencias que tendrán luego notables resultas
(Escohotado, 2005).
Nace aqui la fractura, la escisión entre los vivientes y las sustancias que alteran la
conciencia. A continuación revisaremos la función del recién inaugurado artefacto –la
prohibición- a estos efectos de separación, separación de reproducción necesaria en
todas las relaciones para la mecánica de la doctrina capitalista occidental.
28
controlar, interceptar, modelar y orientar en un sentido “productivo” incluso “rentable”
los discursos, los comportamientos, los gestos y los pensamientos de los vivientes en
cierta esfera de la vida. Foucault se ocupó, en este sentido, acerca de “los modos
concretos en que los dispositivos actúan en las relaciones, en los mecanismos y en los
„juegos‟ del poder” (c.p. Agamben, 2005 p.2) a partir de la relación entre los vivientes y
el elemento histórico que se concibe, desde este punto de vista, como la concreción de
estas relaciones de poder.
El gran éxito del Partido es haber logrado un sistema de pensamiento en que tanto
la conciencia como la inconsciencia pueden existir simultáneamente. Y ninguna
otra base intelectual podría servirle al Partido para asegurar su permanencia. Si
uno ha de gobernar, y de seguir gobernando siempre, es imprescindible que
desquicie el sentido de la realidad (p. 85).
El ser, despojado del hacer por acción del dispositivo, ya no se pregunta acerca
de su realidad en cuanto tal, sino a través de éste (el dispositivo). Se produce, de esta
manera, un abismo que separa al viviente de sí mismo y de la relación inmediata con su
entorno (Agamben, 2005). Bajo esta perspectiva, el consumidor de sustancias que
modulan la conciencia y el ánimo hablará, pensará, se vinculará con la droga a partir de
la prohibición como premisa; de la misma manera que la ciencia explicará, abordará y
comprobará el fenómeno desde la restricción como postulado axiomático.
5
Para una revisión a profundidad de la relación entre la herencia teológica y la función del dispositivo
véase el ensayo de Giorgio Agamben (2005) ¿Que es un dispositivo?.
29
comunicaciones y sus tv shows, hasta llegar al lenguaje mismo, que es quizás el más
antiguo de los dispositivos (Agamben, 2005).
Hasta aquí impresiona que toda cosa pudiese ser un dispositivo, lo que haría de la
categoría algo poco funcional en términos de economía del lenguaje, no obstante, el
concepto no alude a una categoría de cosas sino a un proceso, a una dinámica que
dispone el funcionamiento de cierto conjunto de elementos dada su intervención de la
realidad. De igual manera, pareciera ser una noción aparejada con la aparición del
capitalismo, no es así, los dispositivos existen con los grupos humanos; sin embargo, el
capitalismo y principalmente en su fase neoliberal, se caracteriza por la proliferación
masiva de dispositivos cada vez más complejos y tecnificados, aparejados con una
multiplicación de procesos de subjetivación, que como señala Agamben (2005) “puede
dar la impresión de que la categoría de subjetividad, en nuestro tiempo, vacila y pierde
consistencia, pero se trata, para ser precisos, no de una cancelación o de una superación,
sino de una diseminación que acrecienta el aspecto de mascarada que siempre acompañó
a toda identidad personal” (p.48). La emergencia de este concepto sirve, bajo esta
aclaratoria, para denunciar y reflexionar acerca de la mecánica de la intervención de
todos los ámbitos de la vida humana, todos estamos sujetos a una red administrada por
determinadas funciones del poder. Foucault (1979) dice al respecto:
Ahora bien, Foucault distingue al menos tres tecnologías de poder con diferentes
mecánicas de regulación sobre la vida social, que pueden ser explicadas a partir de los
30
planteamientos de este autor en el curso del Collège de France Seguridad, territorio y
población (Foucault, 2006) y en su obra Historia de la Sexualidad (2003): la voluntad
de saber (Foucault, 1979). Estas ideas resultan útiles para comprender el
funcionamiento de la prohibición en tanto que dispositivo.
Así sucedió con el campo de las drogas, que con una orden legal de silencio fue
escindido; aquellas que quedaron del lado de “lo permitido” siguieron su rumbo dentro
de lo debido con nombres prestados de la ciencia; las drogas del otro lado del muro
infranqueable del estamento quedarían a media voz, sus saberes no se pueden enunciar.
31
se adecuen a ese modelo, luego lo normal será lo capaz de adaptarse a esa norma y lo
anormal será lo incapaz (Foucault, 2006).
32
nueva administración de las prácticas desviadas, orientada hacia la gestión de grandes
grupos de personas que se clasifican de acuerdo a ciertas características comunes.
33
poder, una técnica política que permite gestionar lo prohibido, regularlo y
rentabililizarlo, así como ordenarlo en una distribución jerárquica y funcional de los
elementos del mundo que propone a los fines de cierta configuración espacial planteada
(Foucault, 2006).
34
de producción de discursos funcionales a los fines del dispositivo mismo. Foucault
(2003) dice:
No por ello se trata de una pura y simple llamada al silencio. Se trata más
bien de un nuevo régimen de los discursos. No se dice menos: al contrario.
Se dice de otro modo; son otras personas quienes lo dicen, a partir de otros
puntos de vista y para obtener otros efectos. (…) No cabe hacer una división
binaria entre lo que se dice y lo que se calla; habría que intentar determinar
las diferentes maneras de callar, cómo se distribuyen los que pueden y los
que no pueden hablar, qué tipo de discurso está autorizado o cuál forma de
discreción es requerida para los unos y los otros. No hay un silencio sino
silencios varios y son parte integrante de estrategias que subtienden y
atraviesan los discursos (p. 103).
El discurso científico del fenómeno se inserta entre los actores y sus propios
mecanismos de producción discursiva, deformándolos, como parte de un efecto-
instrumento de gestión interna del régimen de la seguridad. El “anormal” empieza a
usar palabras prestadas, nociones prestadas para dotar de sentido su acción,
simultáneamente su hacer es también transformado: la acción ilegal se trata de convertir
en una conducta política y económicamente concertada.
35
presentada como condición natural y por ende ineludible del ser social; así mismo,
advierte sobre los peligros de un artilugio hasta entonces inexistente: la “adicción”,
enfermedad incurable de consumo compulsivo, irracional e involuntario, impuesto en el
cuerpo y la mente de los vivientes por la sustancia, y éstos, fuera de sí, deben ser
tutelados por las instituciones designadas.
Esta aparente superación de las dicotomías, que permite incardinar el poder entre
cada punto del cuerpo social y producir un efecto de regulación interior y autonómica
del movimiento de la vida, halla sus condiciones de posibilidad en una noción que
lubrica la pesada y filosa maquinaria de los dispositivos de seguridad, al momento de su
implantación en cada espacio, en cada discurso y en cada cuerpo; se trata de la noción de
libertad, una idea que remite a series contingentes de “elecciones” relativas a la
naturaleza de cada fragmento social, como movimientos escindidos e independientes de
las tecnologías del poder, cuyos dispositivos dejan caer sobre las personas -con todo el
peso de la culpa- las contradicciones, las desigualdades y las injusticias de forma tal, que
aligere para sí los desbalances y desvíe la miradas de este ordenamiento del poder
(Foucault, 2006).
6
Término que emplea Foucault parafraseando a Nietzsche.
36
Sin derecho a réplica, somos naturalmente así, pobres, enfermos, delincuentes,
drogadictos, ricos, intelectuales, famosos, poderosos; pero siempre culpables o
responsables, según sea el caso, del espacio que ocupamos en esta disposición jerárquica
de la sociedad, dependiendo del uso de la libertad concedida y del aprovechamiento de
los placeres dispensados en una espiral interminable entre el poder y el placer, entre la
seguridad y la libertad.
7
Término que retomaremos en el apartado quinto V. El paradigma del consumo.
37
III. LOS DISCURSOS
En este sentido, Foucault (1994), en su texto El Orden del Discurso, define tres
artefactos de exclusión que operan desde el discurso; el más esencial es la prohibición,
cuyo funcionamiento dispone otras maquinarias más sofisticadas de exclusión, a saber,
la separación del loco, la Voluntad de Verdad y la Voluntad de Saber, estos tres
elementos funcionan como un sistema único.
38
discursiva de las instituciones que confieren a los bienpensantes el poder extraodinario
para establecer los saberes y enunciar la “verdad oculta” de la desviación da continuidad
a la escisión fundamental que marca la separación entre el loco/desviado y el resto de
normales.
En este sentido, los discursos sobre las drogas definen a los sujetos a modo de
estereotipos o modelos ideales “naturalmente” desviados, estrategia que justifica toda
una serie de acciones sociales y políticas sobre éstos. Al volver sobre la historia, es
posible identificar diversas nociones de sujeto usuario de drogas, así como, distintas
explicaciones causales del fenómeno relacionadas con ciertos intereses económicos y
funciones políticas correspondientes a cada época. Del mismo modo, el problema de las
drogas es una síntesis discursiva que resulta de la normalización de estos discursos que
construyen la visión oficial del fenómeno (Del Olmo, 1990, p.75).
39
El Usuario de Drogas en tanto Criminal
En esta década, hereda Venezuela las políticas restrictivas sobre la droga, gracias
a la alineación -durante el gobierno de Gómez- con las políticas internacionales fijadas
durante la Convención de Ginebra de 1931; así nació la Ley de Estupefactivos de 1934,
que pretendía limitar y reglamentar la fabricación y distribución de drogas a una
cantidad restringida a los usos investigativos y medicinales, sin embargo, la distribución
ilegal y el uso no medicinal acarreaba una sanción de tipo administrativo, no penal
(Sánchez, 1998).
41
El consumo de drogas como disidencia
A nivel global, se evidencia una polarización política aguda, representada por dos
de las principales potencias del mundo, las cuales emergieron en confrontación a partir
de la segunda guerra mundial: EE.UU y la URSS; surgimiento que trae como
consecuencia directa la Guerra Fría; ésta enfrentaba dos ideologías y modelos
económicos aparentemente antagónicos, cuya expresión se reflejaba con suma evidencia
en la guerra de Vietnam (Lander, 2000).
42
género, la libertad sexual y la expansión de la conciencia a través de experiencias
psicodélicas estimuladas por el consumo del LSD y marihuana principalmente, estas
últimas pasan a convertirse en sustancias íconos de los movimientos contraculturales de
la época en los Estados Unidos. Estos sectores se identificaban con nuevas propuestas
estéticas, innovaciones de propuestas antecesoras como el surrealismo, la música, la
literatura de la generación Beat. Producto de la experiencia con estas sustancias
visionarias en combinación con estas propuestas políticas y estéticas, emerge el discurso
sobre drogas de estos grupos cuya noción se centró en la idea de psicodelia (que
manifiesta el alma) (Britto, 1990; Goffman, 2005).
43
la sustancia, misma que se haría efectiva en el año 1966. Hoffman (Ob.cit., 1980)
entonces diría:
Si fuera posible detener su uso inapropiado, su mal uso, entonces pienso que
sería posible dispensarlas para su uso médico. Pero mientras siga siendo mal
utilizada, y mientras la gente siga sin entender realmente los psicodélicos
utilizándolos como drogas placenteras errando a la hora de apreciar las muy
profundas experiencias psíquicas que pueden inducir, su uso médico seguirá
parado (p.120).
44
se expresaba, cada vez, con mayor fuerza para cuestionar el orden capitalista de la
sociedad.
Los cambios significativos que se suceden en los años 60 a nivel político y social
repercutieron en la configuración del fenómeno de las drogas que condujo a una
reformulación de los discursos oficiales y las políticas que perseguían la regulación de
éste. Ya se han mencionado una serie de acontecimientos que marcaban un contexto
regional de oposición al status quo y las políticas internacionales de los Estados Unidos:
los movimientos guerrilleros en América Latina, la Revolución Cubana, la organización
de los grupos minoritarios al interior de EUA en movimientos de lucha política, y la
subsecuente incorporación de los jóvenes estadounidenses de clase media y alta a éstos,
conformándose en grupos contraculturales, anti-imperilistas y anti-bélicos. Este marco
coyuntural cuestionaba la inmunidad del capitalismo; el socialismo iba ganado cada vez
más espacios, se presentaba como alternativa a los conflictos sociales que el modelo
liberal de EUA ya venía evidenciando a lo largo del continente.
45
drogas. Se hacía necesaria una reconfiguración del discurso oficial en respuesta al
creciente número de usuarios, que no responsabilizase a la sociedad sino al individuo.
De modo estratégico, la agencia científica construye el concepto de “enfermo” que le es
propio al individuo y no establece una relación directa con la sociedad. De ahí se
alegaba un viraje jurídico que se castigase al traficante pero no al consumidor.
Así pues, durante la década de los 60‟s es cuando la institución médica asume la
administración de los consumidores/enfermos a partir de tres eventos fundamentales: La
Convención Única de Estupefacientes en 1961 en la que se cedió la posesión y
administración legítima de las drogas a la institución médica y científica; la declaración
de la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos en 1962 donde se decretó el re-
posicionamiento del consumidor, éste no sería ya definido como delincuente sino como
enfermo urgido de tratamiento y rehabilitación por parte del Estado, postura que se
consolidaría con la aprobación de la Narcotic Addict Rehabilitation Act (1966), donde se
estableció que el consumidor debe elegir entre la rehabilitación o la prisión, “el discurso
jurídico refuerza a su vez el discurso médico” (Del Olmo, 1990; De Rementería, 1994).
46
Revisemos a continuación, los conceptos y nociones asociadas al fenómeno
desde este discurso, que sería el producto más sofisticado de la modernidad a los fines
administrar el uso de embriagantes por su potencial hegemónico de sujeción.
Esta definición supone una afectación fisiológica directa como principal efecto a
partir de la ingesta de alguna de estas sustancias, que se hace evidente a los sentidos del
especialista a partir de sus consecuencias conductuales y “mentales”8. Lo mental acá se
refiere al compartimiento dentro de la cabeza –la mente– donde se almacenan y
producen los pensamientos gracias a ciertas funciones cerebrales Las consecuencias
mentales de las drogas se hacen visibles -se hacen síntomas- a criterio del médico a
partir de las transformaciones del lenguaje y del discurso, conductas en general, que
pudiesen sucederse en asociación inmediata al consumo. Otro elemento que puede
apuntarse de esta definición es la asunción de las drogas como enfermedad en sí misma
(“afectan la salud”), como un ente de materialidad propia que se apodera del organismo
con independencia de la voluntad del sujeto. Desde este punto de vista, la droga
pareciera ser dañina en la forma que lo es cualquier enfermedad.
8
Recordando los planteamientos de Foucault (2003) en el texto: El Nacimiento de la Clínica, donde
plantea que la construcción de la noción de enfermedad en la institución médica parte de la asunción de
una alteración al interior del organismo que se puede percibir superficialmente a través de marcas visibles
que se manifiestan a los sentidos como síntomas.
47
conciencia, pero que residen en él, en su interior como un implante en su organismo. Si
se concibe al organismo9 como condición de existencia de Todo cuanto sucede y hace el
individuo, entonces, desde la perspectiva médica, el determinante de la vida social será
la fisiología interna de las personas, invisibilizando toda racionalidad o capacidad
interpretativa del sujeto y des-responsabilizando a la sociedad.
9
Organismo entendido como sistema biológico.
10
Este informe fue preparado por Franco Vaccarino y Susan Rotzinger, miembros del Centre for
Addiction and Mental Health (Toronto, Canadá), en el marco del Programa de Acción Mundial en Salud
Mental del Departamento de Salud Mental y Abuso de Sustancias de la Organización Mundial de la Salud
(OMS, 2004).
48
El consumo de drogas legales se excluye de la noción de enfermedad, no es
sospechoso a los ojos del especialista, sí en cambio, el de drogas ilegales; lo cual permite
dar legitimidad y validez científica a un asunto legislativo que se relaciona más con
intereses políticos, económicos y de dominación.
En este sentido, para ser etiquetado como adicto o toxicómano es necesario que
se cumplan varias condiciones: 1) que la sustancia de preferencia sea ilegal 2) que la
49
droga haya sido clasificada por la toxicología como adictiva y finalmente, 3) tener un
consumo de ésta considerado “compulsivo” desde la perspectiva médica. Así pues, la
diferencia entre alguien que consume una sustancia y el adicto a ella, no es una cuestión
de hecho, si en cambio una acción discursiva, por cuanto es la medicina, como
dispositivo de poder, el ente que determina quién es o no drogadicto.
Este abordaje de las drogas tiene una función social y un significado simbólico
idéntico al que tenían por ejemplo, las leyes dietéticas de los antiguos judíos. “La
finalidad sigue siendo ser santo, que actualmente significa ser saludable; y ser saludable
significa tomar aquellas drogas que los médicos prescriben y abstenerse de aquellas que
el Estado prohíbe” (Szasz, 1990, p. 64). El dispositivo médico y el jurídico entran en una
dialéctica de justificación y determinación mutua, donde lo que prohíbe la ley es
enfermedad para la medicina, y lo que avala la medicina es la “excepción” de la ley, de
modo que se oculta la función política de ambos dispositivos.
50
Geopolítica de la Delincuencia: “La Guerra contra las Drogas”
51
Sánchez (1998) afirma que este instrumento “no correspondió a una política
específica ante las drogas ni a una respuesta específica frente al problema, sino a una
política más global de represión ante el auge del delito” (p.78). La autora apunta que el
contexto en el cual se profundiza la represión de la “delincuencia” responde menos al
problema de las drogas y más a una intención política de pacificación de los
movimientos guerrilleros e insurgentes que cada vez cobraban más fuerzas en esta
época. Así, la adopción del problema de las drogas en nuestro país sirvió para asociar
las distintas formas de violencia con las drogas, y de este modo, justificar el
recrudecimiento de la represión de las luchas armadas de izquierda (Ob. Cit., 1998).
Diversos autores plantean que la prohibición legal, en el caso de la marihuana en
nuestro país convirtió a esta sustancia en un mito al compararla con las drogas de mayor
poder, lo cual devino en un aumento del consumo, así como de los precios y dividendos
derivados de la venta (Inaudi y otros, c.p. Sánchez 1998).
No resulta casual que los países del centro se definan como víctimas de los
productores “criminales” de la periferia, pues ante esta amenaza supuesta que significan
las naciones productoras se justifica el despliegue de todo un arsenal de estrategias
políticas de seguridad global para la gestión de las poblaciones a nivel mundial. En este
sentido se abre todo un campo del saber, el de las ciencias sociales.
53
“incuestionable” necesidad de intervenir militar, política y económicamente la realidad
de este país Latinoamericano.
En 1981 Reagan firma la enmienda Posse Commitatus Act para la ayuda militar
en la aplicación de la ley, con ella se autorizaría a los militares norteamericanos para
recoger información al respecto en otros países. El argumento se basaba en que la
disminución del uso indebido de las drogas en Estados Unidos debía combatirse en el
extranjero, con los productores. Carlton Turner, asesor especial del Presidente dice en
1983 “es un año significativo en la lucha de drogas: los países están comenzando a
reconocer que tienen un problema y que no se trata solo de un problema de los Estados
Unidos” (p.79). Ese mismo año se aprobó, con graves consecuencias humanas, la
Enmienda Gilman Hawkins que suspendía el apoyo económico a los países que no
cooperasen con el programa antidroga de los Estados Unidos, basado en la erradicación
de los cultivos, en el control del tráfico de drogas y la destrucción de los negocios de
“blanqueo de dinero”.
54
El Maquillaje del Prohibicionismo en la Era de la Seguridad
55
estar subordinadas a una total abstinencia de drogas. La ayuda no debe
estar únicamente encaminada a una total ruptura con las dependencias,
sino también a permitir una vida digna con drogas (García, 2007 p.1)
Esta modificación en el énfasis del abordaje pone en vigencia ese viejo corpus
disciplinar reajustándolo al devenir del fenómeno: la constitución de las drogas como el
negocio más próspero de los últimos tiempos. Una situación así definida durante la
época postindustrial, demandó una política que considerase al usuario de drogas como
otro agente consumidor válido y lo asegurara en términos de salud, esta estrategia se
planteó como paliativo de los efectos excluyentes de las agendas prohibicionistas, en
aras de una integración de esta población como mercado cautivo.
56
el ámbito social, sanitario y terapéutico encaminadas a minimizar los efectos negativos
relacionados con el consumo de drogas” (Ob. Cit. 2008, p.305).
57
particular asumida por el prevencionismo se ha denominado “Enfoque de Reducción de
Daños y Riesgos” (RDR).
59
engaños y falsas promesas de un mundo libre de drogas inexistente, a
cambio de una mejor posición en el mercado de los bienes materiales y
simbólicos. Prohibicionismo y reducción de daños son caras de la misma
moneda; gestión económica y política de lo social mediante procedimientos
que diferencian lo legal de lo ilegal, y donde los ilegalismos no son
accidentes o imperfecciones del funcionamiento legal, sino elementos
absolutamente positivos de funcionamiento social cuyo papel está previsto
en la estrategia general de la sociedad (p. 1).
Para esta investigación nos proponemos indagar acerca de los discursos en torno
al consumo de drogas desde la perspectiva de los usuarios, preguntándonos sobre las
vinculaciones entre estas formaciones discursivas y la multiplicidad discursiva de los
dispositivos del poder y la ciencia a partir de la prohibición; guiándonos por las
siguientes interrogantes ¿Cómo los usuarios de drogas hallan lugar y funcionamiento
60
bajo este régimen de los discursos?, ¿cómo se elaboran los consumidores a sí mismos?,
¿cómo significan las drogas ante la contradicción entre la prohibición y la idea de
libertad?
Para explorar el problema general nos propusimos hacerlo a partir de estas tres
líneas discursivas identificadas con los siguientes objetivos específicos:
61
IV. LA CONFORMACIÓN DE LOS SUJETOS
62
ámbitos de la vida social, otras esferas de producción simbólica. En el proceso de
desplazamiento de la figura del Estado a manos del poderío del mercado y la
exponencial acumulación de capitales de la sociedad, se fundan las condiciones de un
mundo precario marcado por la desigualdad social. La certeza sobre la seguridad social
prometida por el Estado benefactor se pierde, al tiempo que se produce una
fragmentación de las instituciones tradicionales (familia-escuela-trabajo).
63
distribución poblacional resulta en una recategorización que permite diseñar dispositivos
de subjetivación cada vez más específicos para cada grupo. El mercado domina estos
espacios de constitución de la experiencia y dispone gran parte de su producción hacia
éstos.
64
categoría; entre los más comunes tenemos la deserción escolar, el embarazo adolescente,
la delincuencia, el suicidio, la violencia, el abuso de drogas, los accidentes de tránsito;
del mismo modo que se dictan las correspondientes medidas de seguridad, cada vez más
especializadas para cada ámbito de la vida social.
65
De los Mecanismos del Discurso a los Discursos como Mecanismos de Exclusión
Por otro lado, todos los sujetos nos constituimos en términos de identidad, de
discursos y prácticas, a partir de ciertas relaciones de poder en las que emerge lo real.
En otras palabras, a partir de los procedimientos de exclusión que ejecuta la prohibición,
como dispositivo de producción discursiva, y la instrumentalización de estos discursos
en ciertas estrategias de aproximación al “fenómeno”, han conformado cierto sentido
común ante las drogas. Foucault (2005) dice:
66
anónimas víctimas de la violencia estructural, dotación del sistema carcelario, criminales
efectivos o imaginarios, desplazados de los mercados laborales y de vivienda,
estereotipos despreciados étnica y racialmente, bajo la consigna de “un mundo libre de
drogas” (Pavarini, 2003). Desde esta perspectiva, los discursos que inventan la
desviación constituyen el verdadero “problema de las drogas”.
11
Así denomina Becker (2009) al proceso de desviarse en la persona.
67
Los repertorios específicos del dispositivo no se configuran a través de
estrategias ideológicas arduamente estructuradas, y mucho menos cautelosas; sin
embargo, la forma enunciada de la realidad la exime del deseo y la libera del poder, se
desincorpora la voluntad que las mueve; esta despolitización, a su vez, justifica la
prohibición; por ejemplo, en Venezuela podemos citar un discurso del presidente Carlos
Andrés Pérez en 1991, que ilustra esta cuestión:
68
En este sentido, la noción de “desviación” se define como un proceso mediante el
que las personas se vinculan a ciertas actividades y discursos culpables, y del cual
resultan desviados. La amenaza constante de desviación acciona en los bienpensantes,
concreta o imaginariamente, la agudeza de su mirada vigilante guiada por el repertorio
de argumentos moralizantes. Por ende, tanto la exclusión como la desviación resultan
casi inevitables para quienes exploren alternativas distintas a la norma.
Así pues, aún cuando la culpa que pesa sobre su hacer no impresione de modo
automático en el consumidor de drogas, éste debe configurar su consumo en torno a
ciertas estrategias de evitación de las consecuencias sociales. Siendo esto lo más
definitivo en el proceso de desviación. Los actores, ante la persecución de la autoridad y
la mirada de los más conservadores, acaban conduciéndose como si su afiliación
inocente a una actividad “culpable” fuese algo insostenible. Aunque no encuentren nada
culpable en su actividad los sujetos experimentan subjetivamente las contradicciones y
el rechazo al que se exponen ante los otros (Matza, 1981).
Ahora bien, ¿cómo una persona previamente ajustada a la norma se afilia con
actividades desviadas? La respuesta se halla ahí, en el curso mismo de la cotidianidad,
donde todo sujeto de la cultura occidental ha de ser partícipe del proceso cimentador de
la dicotomía prohibido-permitido y aprende a hablar en los términos de ésta. Las
experiencias sociales con lo que se puede hacer y lo que no se puede hacer forman parte
del proceso ineludible de regulación disciplinar de la vida social. Paralelamente, toda
aproximación con la conducta prohibida conlleva un entendimiento de la situación, a
69
partir de ciertos rituales discursivos con los que entra en contacto el sujeto y desde los
cuales, emerge el arsenal de sentidos y significados vinculados a la práctica. Se genera
así cierta disposición hacia ésta; sin embargo, un sentido de apertura o clausura
derivado de este encuentro con la desviación, no nos permite predecir con certeza la
comisión de una acto desviado (Becker, 2009).
70
inseparable del carácter interpretativo del ser social y de la intención que guía cada
acción; sin embargo, tal como afirma Becker (2009) “es meramente una conciencia y
una intencionalidad que no se cuidan de anunciarse o de hacerse explícitas porque están
demasiado absortas en lo que hacen” (p. 60).
71
la desviación. Este compromiso ulterior con la desviación no es inevitable, “las
profecías no siempre se confirman a sí mismas; los mecanismos no siempre funcionan”
(Becker, 2009 p.87); no obstante, endemoniando al sujeto se “prepara para la
aprehensión significativa, el elemento más poderoso de la significación” (Matza, 1981
p.191), es decir, se somete a una posición tal que si mantiene la actividad culpable se
aproximará cada vez más a nuevas actividades criminales y será cada vez más
identificable a través de los estereotipos de la desviación.
72
La maniobra que por excelencia desarrolla el neófito y mantiene durante toda la
carrera desviada es el secreto; acalla la práctica y limita su consumo a los ámbitos
permisivos o aislados, en una medida proporcional a la experiencia subjetiva de temor a
ser descubierto por los otros. Se mantendrá silente, discreto en los espacios
convencionales, aunque no esté bajo los efectos de la sustancia; del mismo modo,
vigilará su comportamiento, sus gestos, asegurándose parecer natural y confundirse entre
los bienpensantes, “se encuentra metido en un curioso proyecto de imitación: ser tal y
como piensa que ordinariamente es” (Matza, 1981 p.190). Dicha estrategia se
complejiza o se atiende menos de acuerdo al tipo de droga, la discrecionalidad posible
bajo sus efectos, la tolerancia social hacia la sustancia de preferencia y el nivel de
experticia en el dominio de sus efectos. Algunos descubren excesivos sus temores,
generalmente el secreto resulta fácil de guardar (Ob.cit. 1981).
Existe otra maniobra que se relaciona con una forma de racionalización del
consumo. Esto es, la puesta en práctica de estrategias retóricas acerca del propio
comportamiento que persiguen la normalización de éste y la neutralización de las culpas
que pesan sobre éste, es decir, el desviado resuelve, en un sentido favorable, el conflicto
entre su actividad, las normas que acepta al menos parcialmente y sus motivaciones
propias. Elabora una defensa de su desviación frente a las reprobaciones imaginarias y
reales de los bienpensantes, así como “una neutralización de la eficacia del control
social sobre las motivaciones mismas del comportamiento” (Becker, 2009 p. 78).
Hasta que el sujeto se encuentra de cara al Estado y éste lo sanciona con todo
rigor, la relación con el aparato legal se mantenía abstracta y en un nivel simbólico; aun
cuando, la justificación para su castigo concreto se encuentra ahí, unida a la actividad
desviada. Este cuerpo a cuerpo con el Estado es el costo más alto de su afiliación, la
aprehensión directa es la confirmación de su desviación, que ahora aparece en plenitud
ante el público; vivencia la actividad culpable en su máximo significado; experimenta su
propia desviación como centro de su existencia; el etiquetamiento, la estigmatización y
la exclusión finalmente se han concretado. El individuo ahora es un número más de la
cifra de criminalidad que legitima la existencia del Estado y todo su aparataje de
seguridad.
74
más, permear breves períodos, al menos de su existencia convencional (…) La
designificación refleja la perspectiva intencionalmente limitada del agente
significador. (Matza, 1981 p.185, 196).
Este discreto discurso que cimienta el mundo de los “endemoniados” busca las
formas de resistirse al etiquetamiento, al tiempo que halla su lugar y funcionamiento en
el lugar de la desviación dentro de la narrativa hegemónica de estos tiempos, que erige el
estandarte del consumo como valor fundamental, y la seguridad, como garantía de todo
orden posible.
75
V. EL PARADIGMA DEL CONSUMO
La Sociedad de Consumo
Este contexto, cuya expresión más clara ronda los inicios del siglo XX, se ha
explicado por autores como Harvey (1989) a través del concepto de “fordismo”, en
alusión a la reforma del modelo de producción que inaugura Henry Ford en su empresa,
éste combinó un trabajo altamente especializado y reglamentado, maquinaria
especializada, producción en serie, orientada hacia el consumo uniformado y el
establecimiento de salarios suficientes. El nuevo modelo se extendió como la fórmula
económica que permitiría extender el precepto del consumo entre la clase trabajadora.
El mismo autor (Harvey, 1989) señala que partir de la década de los 70‟s, luego
de la gran crisis energética de 1973, es posible identificar una fase sucesiva en la
modificación del paradigma productivo, se habla de una transición de fordismo a
posfordismo, de modernidad a posmodernidad. En este contexto, la clase industrial
emprendió una cruzada por la facultad de administrar el mercado, que hasta entonces
correspondía a los Estados. Invirtió toda su fuerza económica y poder político en lo que
se planteaba como el único camino posible a estos fines: la infiltración del liberalismo
político y su modelo económico en cada una de las instituciones y mecanismos
políticos, que se proponían penetrar y recomponer estratégicamente en torno a dos ideas
esenciales, 1) el mercado libre y 2) un Estado mínimo:
77
No obstante, esta receta liberal sólo alcanzará plenitud gracias al desarrollo
tecnológico de la comunicación instantánea que permitió iniciar el proceso de
globalización (Passet, 2001). El término “globalización” expresa “(…) el carácter
indeterminado, ingobernable y autopropulsado de los asuntos mundiales” (Bauman,
1999 p.80) no sólo económicos, sino simbólicos y discursivos. Se presenta el discurso
liberal moderno en su forma más recrudecida –el neoliberalismo- por cuanto, le concede
un carácter hegemónico a sus supuestos y valores básicos en torno al ser humano, la
riqueza, la naturaleza, la historia, el progreso, el conocimiento y la buena vida (Lander,
2000). Entre sus resultados estratégicos más tangibles, tenemos la consolidación del
poder de las clases capitalistas del mundo a partir de su unificación.
78
Este nuevo auge de preocupación por el cuidado de sí se vinculó, a diferencia de
lo que analiza Foucault en Historia de la Sexualidad. La Inquietud de Sí12, con la
reconfiguración del poder en una estrategia general de la seguridad, que se irá
consolidando en una estética “individualista” donde la intensidad de las relaciones con
uno mismo se encuentra vinculada a una valorización de los aspectos “privados” de la
existencia y a la exaltación de la singularidad individual.
El “cultivo de sí” devendrá en una estética individualista así definida, a partir del
conjunto de estrategias que el mercado desplegaba en respuesta a la necesidad del
sistema económico –con ya algunas crisis de superproducción a sus espaldas- de erigir
el consumo como actividad privilegiada entre la clase trabajadora (Harvey, 1989), a la
cual promovía bajo el supuesto de un volcamiento “necesario” del individuo hacia sí
mismo.
12
Donde se refiere al “cultivo de sí” como una formulación ética.
79
control y participación, modificando con esto la totalidad de las relaciones sociales y de
los objetos del mundo social de la vida. Proporcionalmente, las fuerzas del mercado
alcanzan un nivel de tecnificación que le permite globalizar sus productos y manifestar
su potencial hegemónico.
Desde este punto de vista, las instituciones disciplinares del capitalismo inicial
han sido desplazadas, dando paso a estos dispositivos biopolíticos cada vez más
sofisticados. La formación de nuevos consumidores no puede realizarse únicamente
mediante aquellas instituciones que modelaban un comportamiento rutinario y
monótono, limitando o eliminando por completo la posibilidad de elección; pues, la
ausencia de rutina y un estado de elección permanente constituyen los requisitos
indispensables para la sujeción de un consumidor. Este estado de elección, que
estratégicamente se entiende como “libertad” y constituye una virtud esencial del
“individualismo”, será, paradójicamente, el fundamento de esta forma de regulación que
parte de las fuerzas del mercado. Toda restricción moral o legal resultaría disfuncional a
los fines de su propio crecimiento (Bauman, 1998; Castro-Gómez, 2000; Romaní, 2005).
La clase más baja resultó también redefinida desde este nuevo paradigma del
consumo; la dificultad para acceder a bienes patrimoniales situará al grueso de sus
miembros como marginales en relación con un nuevo criterio de desviación, que no
responde tanto a la comisión de infracciones legales sino a la incapacidad de participar
en la dinámica de producción-consumo; esto no implica la suplantación de la categoría
tradicional de desviación, referida a la disciplina, sino su ampliación en estos nuevos
términos. Este giro actualizará el paradigma prohibicionista fuera del régimen de las
restricciones legales y le dará una nueva forma: no consumir será la máxima de las
81
prohibiciones no enunciadas que encontrará su asidero en cada uno de los espacios de la
vida “privada” y de la experiencia individual.
“Hay cosas que el dinero no puede comprar. Para lo demás, existe MasterCard”.
83
Únicamente en una trama como ésta podría emerger el fenómeno de las drogas
tal como lo conocemos en cada una de sus aristas. El tejido social afiliado a la droga se
configura como una manifestación clara de estos tiempos postmodernos: en este sentido,
el Narcotráfico, que ha rebasado en tamaño y solidez a la mayoría de empresas
trasnacionales y cuyos beneficios no declarados entran en la corriente del mercado legal
con buena fluidez, responde a la misma lógica empresarial de su contraparte formal. En
consecuencia, el fenómeno de las drogas se debe abordar como un fenómeno
multifactorial, multidimensional, una manifestación estructural de nuestra sociedad, un
estilo de vida que se ha instituido al interior de nuestras comunidades, una expresión de
la normalidad referida a los valores capitalistas globalizados de estos tiempos
postmodernos, que únicamente, podría deconstruirse en la medida en que se pongan en
evidencia los intereses de clase y las funciones de poder que los repertorios en torno al
consumidor reproducen.
A partir del supuesto fundamental del liberalismo, que aclama por un mercado
libre orientado por los intereses de la burguesía (Romaní, 2005); las grandes empresas,
que compiten en los mercados legales masificando sus productos, pagando impuestos a
los Estados y multiplicando capitales, encubren la contraparte ilegal de la economía,
donde se producen sumas inimaginables de divisas desreguladas, que no benefician con
impuestos a los Estados pero sí enriquecen a los gobiernos –a los gobernantes- y cuyo
blanqueo, en alianza con entes gubernamentales nacionales e internacionales y en
ocasiones, con estas mismas corporaciones, permite la inversión en la economía legal,
favoreciendo la movilización económica de sectores inactivos o poco productivos, así
como el fortalecimiento del sector privado.
Las drogas –seguido de las armas- se han convertido en la mayor de las empresas
ilegales a nivel mundial, sostienen y movilizan las economías de muchas naciones -
desarrolladas o no- alrededor del mundo. Este es el caso de “Perú, Bolivia y Colombia
84
países que exportan clandestinamente cocaína y marihuana por una cifra superior a los
3,200 millones de dólares anuales, que equivalen al 25% de las exportaciones legales de
cada uno de estos países” (Fottorino, 1995 p.217).
Santino (2005) define al narcotráfico como una red de organizaciones que parte
de un sistema de violencia y de ilegalidad, teniendo como finalidad la acumulación de
capital y la adquisición y gestión de puestos de poder. Estas organizaciones se
13
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
85
organizan como una red que incorpora desde los políticos relacionados con los mafiosos
hasta los expertos financieros que vigilan las operaciones de blanqueo y de inversión del
dinero sucio, pasando por los abogados al servicio permanente de la mafia, y llegando a
los vendedores de droga. El clientelismo es su forma de operación, tanto interna como en
relación con otras organizaciones.
86
1. Crea un monopolio artificial entre el vendedor y el comprador; el consumidor no
puede dirigirse más que a un solo vendedor, se encuentra irremediablemente
sometido a esta situación de monopolio ocasional y se ve forzado a pagar el
precio máximo.
4. Así mismo, para que aparezcan nuevos clientes, es necesario y suficiente bajar
razonablemente la calidad del producto. Esto obligará inevitablemente a cierto
número de consumidores, decepcionados por esta baja de la calidad, a buscar una
droga más fuerte, cuya llegada al mercado será de esta manera programada y
preparada.
87
estratégicas entre redes comerciales internacionales, siguiendo una lógica empresarial.
La gran distancia entre la economía productiva y la financiera admite todo el amplio
espectro de la corrupción; en la primera, el narcotráfico es reprimido, sin embargo, es
ampliamente protegido en la economía financiera por el secreto bancario, el secreto
fiscal, el secreto administrativo, el anonimato para la titularidad de los valores
(Fottorino, 1995). La estrategia general no parece ser cuestionada “cuando los
instrumentos de su aplicación -instituciones financieras, gobernantes y técnicos- surgen
como socios del delito” (Ob.cit., 1995 p.215).
De los 400.000 millones de dólares que generó el tráfico de drogas durante los
noventa, se ha estimado que 180.000 fueron destinados a la remuneración de los
traficantes y de los propietarios de la sociedades legales que colaboran con las
organizaciones mafiosas; 220.000 revirtieron en dichas organizaciones, para luego ser
blanqueados en la economía legal (Maillard, c.p. Passet, 2001). El blanqueo de este
capital no pudo haberse efectuado sin la complicidad de estructuras legales: falsas
empresas bajo control del narcotráfico, empresas legales, entes y agentes
gubernamentales, los abogados y la banca, entre otras instituciones respetadas (Passet
2001).
88
el bolsillo” y que se modifica de acuerdo a las circunstancias, sin que
intervengan cuestiones de tipo moral: negocios son negocios (Castells, 1999
p.89).
89
definitiva el instrumento de presión que facilita la aceptación de las transformaciones”
(Chossudowsky, 1995 p.214). Actualmente la deuda externa de América Latina
asciende a unos 450 mil millones de dólares, cuyo pago está sujeto a un mecanismo
evolutivo, una receta de ajustes y medidas represivas que orientan las economías
nacionales a priorizar el servicio de la deuda. Esta estrategia asegura la transferencia de
recursos desde América latina hacia los “centros financieros mundiales” (Fottorino,
1995).
90
proletaria históricamente, ha desarrollado, así como, por la legitimidad del Orden que
tambalea cuando se recrudece la deshumanización del modelo y se generaliza el
descontento social.
91
VI. PERSPECTIVA EPISTEMOLÓGICA: POSTURA CRÍTICA EN PSICOLOGÍA
SOCIAL
En este sentido, un enfoque crítico implica una ruptura con la “fe positivista” que
ha caracterizado a las disciplinas científicas, por cuanto se asume el conocimiento
científico como otro producto social, históricamente situado, relativo a una determinada
sociedad e inserto en una red de poder de acuerdo a ciertas estrategias políticas.
92
Sujeto, objeto y conocimiento ya no existen de hecho, en relación con una verdad
última, sino que adquieren sentido y cobran realidad de acuerdo a una dimensión
histórica y social propia al fenómeno.
Una perspectiva crítica en psicología social significa, por tanto, dar una mirada
crítica sobre la historia, no sólo para manifestar un desacuerdo público con las
disposiciones sociales actuales, sino para cuestionar los relatos de poder que han
configurado una historia escindida de la cotidianidad, desde la que se interviene la
realidad y se conforman los saberes.
93
Carácter Interpretativo del Ser Humano
Desde la postura ontológica que asumimos, los seres humanos, siguiendo las
corrientes hermenéuticas, nos definimos a razón del carácter interpretativo de nuestro
ser y hacer en el mundo social, la relación que establecemos con la realidad parte
necesariamente del entendimiento y la producción de sentido, dicho proceso se halla
inseparable de sus condiciones socio-históricas de producción (Garay, Iñiguez y cols.,
2002). Tal como nos indica Gadamer (1960 c.p. Ob.cit) toda interpretación significa en
relación a cierto repertorio interpretativo que se estructura a partir de los anclajes
culturales y lingüísticos del sistema de significados que la articulan.
Esto implica dejar de lado posturas deterministas, que emplazan a los seres
humanos como sujetos pasivos, despojados de voluntad, estructurados de antemano por
condiciones tanto internas como externas de las que no hay escapatoria. Por el contrario,
desde la perspectiva que adscribimos, los sujetos son agentes activos que interactúan con
la realidad al tiempo que ésta los transforma.
94
todo contingente a su presentación; es precisamente esta idea en la que nos enclavamos
de manera imprescindible para la construcción de una perspectiva crítica que ha
abandonado las pretensiones de la filosofía trascendental, que hace uso del saber
preteórico en la experiencia comunicativa que comporta la investigación, del mismo
modo que asume el carácter indexical de su interpretación (Gadamer, 1959 c.p.
Mardones, 1991).
95
El Papel del Discurso en la Construcción del Conocimiento
Impresiona a este respecto que se reduce la historia a discurso, lo que sería una
simplificación excesiva de los hechos, de las luchas y los muertos, de sus complejas
96
expresiones cotidianas. Por el contrario, se asume el discurso como acontecimiento y el
conocimiento como una aproximación al hecho que es el discurso mismo; “solo desde
ahí es posible plantear, con un mínimo de rigor histórico, el proceso de dominación que
viene del monopolio de la palabra” (Martín-Barbero, 1997).
Una perspectiva crítica así planteada es consistente con la noción de poder que
desarrolla Foucault y de la que hemos nutrido nuestro marco de referencia. Según el
autor, el poder no es un elemento apropiable por personas específicas, por lo tanto, no se
limita a un ejercicio soberano a través del aparato legislativo; en un nivel más profundo,
es una estrategia accionada por complejos dispositivos –concepto que ya hemos
discutido en el II apartado- que le permiten funcionar. En este sentido, no es la mera
represión que unos pocos son capaces de ejercer hacia otros, ésta es sólo una de sus
expresiones.
97
2007). Este proceso de conformación de sujetos y objetos se corresponde con el
concepto de normalización, aludido en el aparatado II.
98
VII. METODOLOGÍA
Perspectiva Cualitativa
Los objetivos de esta metodología, están en línea con los fines en los que se
realizó esta investigación (Bogdan y col. 1996): a) obtener una mejor comprensión del
fenómeno y analizar ciertas experiencias del ámbito de lo político, que no es más que el
ámbito de lo público, entendiendo público como aquel lugar fuera del ámbito de lo
privado donde se construyen sentidos y significados sobre los objetos del mundo social;
b) hacer especial énfasis en el carácter histórico del proceso a estudiar, así como en
todos los elementos que intervienen en la dinámica de construcción del fenómeno de
interés; c) realizar el estudio desde la interpretación, enfocado en las particularidades del
caso. Es así, que este tipo de investigación no pretende la neutralidad del investigador,
en tanto que no busca una última verdad como fin. Se constituye como una
aproximación, un intento comprensivo del fenómeno, orientado por la capacidad de
acción y lenguaje de los sujetos en el mundo social.
99
hecho, que las ciencias positivas como enfoque dominante de fenómenos sociales ha
perdido vigencia y validez, reconocido para una amplia gama de autores (Lanz 1987;
Hernández 1998; Sonntag 1988; Martínez 1993), entrando en una profunda crisis.
Obteniendo fuertes críticas por su falta de credibilidad en la aproximación de este tipo
de fenómenos, los límites de estudio de ésta perspectiva se hallan en los fenómenos
naturales, lo que permite el acercamiento de otras perspectivas de mayor riqueza
comprensiva de los hechos y fenómenos sociales, como son las de corte cualitativo que
desarrollamos en esta investigación.
100
el procedimiento de la investigación, teniendo esta posibilidad gracias a que estamos al
tanto de los principios que orientan esta perspectiva de la que hicimos uso.
101
abordar la experiencia humana, la comprensión del hecho social y la interacción
persona-contexto y persona-persona, logramos adentrarnos con la observación, y la
empatía en la situación de consumo de sustancias, estableciendo un marco de
entendimiento sobre el entorno de la constitución de la experiencia de los participantes.
Esta experiencia la utilizamos para formular y generar conocimiento desde la
perspectiva de los participantes, con una vinculación ética y un actuar moral.
Para obtener el corpus de los datos se utilizó una técnica muy conocida dentro de
las ciencias sociales y las investigaciones cualitativas: los grupos focales de discusión
que se distinguen por su naturaleza de interacción entre los participantes del estudio
(Morgan, 1992 p. 12 cp. Flick 2007). Es así que permiten utilizarse como simulacros de
los discursos y conversaciones cotidianas de los miembros, es decir, como un “método
casi naturalista para estudiar la generación del conocimiento social en general” (Lunt y
Livingstone, 1996 cp. Flick 2007). Estas particularidades nos permitieron como
investigadoras acceder al discurso de los consumidores de sustancias ilícitas y sus
vinculaciones desde la cotidianidad.
Esta forma de investigación contiene las dos principales técnicas para recolectar
información distintiva en la perspectiva cualitativa que son: la observación participativa
y la entrevista a profundidad, a pesar de ello mantiene su unidad y singularidad como
técnica de investigación, algunos autores la definen como una entrevista grupal. Para
Morgan (1998b p.9 cp Miguélez, 2007) son como “un modo de oír a la gente y aprender
de ella”. Una definición más detallada de esta técnica la hace Miguélez (2007 p.105)
102
cuando plantea que es focal porque centra el interés en un tema específico de
investigación que le es propio, haciéndose cercano al pensar y sentir de los individuos;
resulta de discusión porque hace fundamentalmente el trabajo de exploración por medio
de la interacción discursiva y el contraste de opiniones de sus participantes. Es un
método de investigación colectivo, más que individual, centrado en la pluralidad, en la
variedad de actitudes, experiencias y creencias de los participantes, en un tiempo breve.
Existen algunos elementos sobre los que se basa el grupo focal (Miguélez, 2007)
que son importantes señalar para entender los sentidos y significados a los que
accesamos por medio de éstos: a) el principio de complementaridad y la riqueza de
diferentes puntos de vista, acepta que la información que cada participante ofrece es
válida y se complementa con la del otro, b) es un enfoque o perspectiva de la realidad,
pasa sobre la objetividad y subjetividad, esto es sólo una apreciación, concibiendo estos
conceptos como construcciones teóricas; c) se basa en el diálogo, las discursividades, la
interacción y el intercambio de los actores, desde diversas perspectivas para lograr
enriquecer y complementar los significados, d) posee como basamento que los sentidos
y significados sobre un fenómeno se encuentran distribuidos entre los sujetos, por tanto
se hallan sólo fragmentos del discurso en cada intervención, es decir, que cada individuo
descubre en el objeto que aborda una “porción” del fenómeno, por tanto logramos con
esta metodología acceder al discurso de la experiencia del consumo de sustancias a partir
de un conjunto de consumidores.
Entrevistas a Profundidad
Una forma específica de interacción social que tiene por objeto recolectar datos
para una investigación. El investigador formula preguntas a las personas
capaces de aportarle datos de interés, estableciendo un diálogo peculiar,
asimétrico, donde una de las parte busca recoger informaciones y la otra es la
104
fuente de esas informaciones. La ventaja esencial de la entrevista reside en que
son los mismos actores sociales quienes proporcionan los datos relativos a sus
conductas, opiniones, deseos, actitudes y expectativas (p.145).
Este autor señala como lo relevante de la técnica es el hecho que logra una
interacción directa entre entrevistado y entrevistador, donde el punto de vista del
participante sobre su experiencia con el fenómeno resulta ser el foco. Sabino (2002)
haciendo referencia a las experiencias relatadas por los individuos, señala: “Nadie mejor
que la misma persona involucrada para hablarnos acerca de aquello que piensa y siente,
de lo que ha experimentado o proyecta hacer, cosa que por su naturaleza es casi
imposible de observar desde fuera” (p.106). Apoyando esta idea, Rusque (1999) dice
que la regla de oro en la entrevista es la aceptación incondicional de lo que el
entrevistado dice. Es por esta razón, que es tan importante dejar al participante que
exponga los sentidos, significados que resultan ser de interés, porque en esa medida
serán de interés para el investigador en la constitución de la compresión del individuo de
su vida cotidiana, poniendo en evidencia su posición particular y la relación que
establece entre los nuevos elementos.
105
pueden observar directamente, como sus ideas intenciones y sentimientos, se debe tener
siempre una guía que estructure la entrevista. Esta forma de entrevista presentada como
poco formalizada, posee la ventaja de permitir un diálogo más prolongado y rico,
presentando los hechos en toda su complejidad, captando no sólo las respuestas a los
temas elegidos sino también las actitudes, valores y formas de pensar de los
entrevistados, a veces inaccesibles por otras vías (Sabino 2002).
106
Los participantes fueron jóvenes entre 23 y 30 años, con algunas excepciones (un
participante de 45 años). La mayoría del género masculino, con una proporción
aproximada de diez a uno; consumidores habituales de sustancias ilícitas principalmente
marihuana y cocaína por ser las de mayor uso y distribución, sin excluir a los
participantes consumieran otras sustancias licitas, y que no hubieran asistido a centros e
instituciones de rehabilitación.
107
Tabla 1. Identificación y clasificación de los participantes del primer grupo focal
(Gf1) por género, edad y ocupación
Tabla N.1 Descripción del número, edad, género y ocupación de los participantes
108
Tabla 2. Identificación y clasificación de los participantes del segundo grupo
focal (Gf2) por género, edad y ocupación.
Tabla N.1 Descripción del número, edad, género y ocupación de los participantes
109
En general fueron 21 los participantes de los grupos focales. Los grupos variaron
en su cantidad de sujetos, el primero fue de 9 participantes y el segundo con 11
respectivamente. El nivel socioeconómico de los participantes correspondió a los
estratos II, III y IV estando la clase media y sus extremos mejor representados allí. La
ausencia de participantes pertenecientes al estrato V, fue producto de dificultades
logísticas, particulariza los hallazgos de la investigación, es decir, limita nuestras
conclusiones al tipo de personas que formaron parte de la investigación.
Trascripción
110
semántica, donde nos interesaba los contenidos y estrategias por medio de las cuales los
hablantes de los grupos focales y de las entrevistas realizaban sus construcciones; así
como para simplificar y realizar de forma más sencilla el tipo de análisis que
posteriormente que utilizamos.
Técnicas de Análisis
Análisis de Contenido
111
Los diversos modos de expresividad humana se organizan como lenguajes,
entendiendo este concepto en su sentido amplio. Así, un sistema de formas expresivas
incluiría no sólo el lenguaje verbal, sino desde otras formas de interacción humana
entendiendo el lenguaje como aquél que permite crear subjetividad e individualidad
sobre los fenómenos de la vida social, entre ellos la referencia que hacen los
consumidores de sustancias ilícitas sobre su experiencia. Son estas formas expresivas las
que nos permiten establecer relaciones intersubjetivas y hacen posible la interacción
social desde los actores.
El Corpus de Análisis.
112
interacciones que son considerados como similares en su significado se agrupan bajo
conceptos más abstractos denominados por estos autores como “categorías” (Strauss y
Corbin, 2002 p.111). Para pasar a la codificación axial el investigador requiere tener
algunas categorías, debido a que selecciona los datos y los reagrupa por medio de
oraciones que expresan la naturaleza de las relaciones entre las diversas categorías y
subcategorias. Esto resulta en explicaciones más detalladas y precisas de la forma en que
se muestra el fenómeno a partir de los datos (Strauss y Corbin, 2002).
113
VIII. ANÁLISIS DE RESULTADOS
Los resultados obtenidos a partir del corpus textual, analizado por categorías de
contenido, se ha organizado en función a siete dimensiones identificadas que ilustran la
organización lógica de los hallazgos que seguidamente se desarrollaremos. En primer
lugar desarrollamos el campo semántico de la droga que definen los hablantes, una
dimensión de su discurso que denominamos Referencias en torno a la noción de drogas
en la que se define la relativización como argumento que les permite explicar la
diversidad de significados que ésta adquiere de acuerdo con cada contexto; cuando se
pone en uso la categoría de droga se plantea una asociación entre drogas y adicción.
114
La quinta dimensión, Los efectos subjetivos de las drogas, constituye una
caracterización de las atribuciones subjetivas que se construyen en relación al consumo
de drogas, estos repertorios en torno a los efectos se plantean como el aspecto
“individual” y “psicológico” de las sustancias, constituyendo su mayor ganancia en
términos de “experiencia personal”. No obstante, se identifican ciertos factores de
naturaleza ajena a las drogas; sociales, psicológicos y biológicos, que gozan de la
facultad de modificar los efectos de éstas sobre la persona.
En una sexta dimensión hemos agrupado los repertorios del discurso a través de
los cuales los sujetos sitúan la actividad de consumo como una actividad de riesgo, así
como, las estrategias que definen para la gestión de éste.
115
1. Referencias en torno a la noción de drogas
- Sujeto 11: pero no son tan distintas esas visiones no son infinitas (G.f.2,
p.14)
116
Yo definitivamente, opino como este pana, es demasiado subjetivo y , es
como que varía demasiado el contexto, de acuerdo a cada droga e incluso
con la misma droga, pues, por lo menos yo que fumo monte no es igual
cuando fumas con los panas, cuando fumas pa‟ tripear escuchar música, pa‟
trabajar en la computadora, siempre es diferente pues, y definitivamente
tampoco las notas son iguales que la de la primera vez, pero tampoco no
quiere decir que no llegue todavía a eso, también puede ser la calidad del
monte, pues cualquier cosa, y también es demasiado variado (sujeto 2,
G.f.2, p.16)
Aunque todas las drogas tienen como un punto en común que alteran o
deprimen el sistema nervioso central, depende mucho de tu cuerpo, de la
propensión biológica que tienes a que te afecte una más que otra. Y la
manera también en cómo has llegado a ellas, si fue por curiosidad, si fue a
los 17 o si fue a los 20, si fue con un novio, si fue con unos panas, con la
mama de tu amigo. Sabes, es también la relación con ella es importante
destacarla. Porque no es el consumo por el consumo, no es que la droga es
mala, porque te hace daño, porque no, es también como tú has conocido la
sustancia, cualquiera de ellas (Sujeto 6, G.f.1, p.14)
117
Más allá de los elementos comunes entre drogas, como la acción sobre el
sistema nervioso; la experiencia con drogas es relativa a factores individuales como
características biológicas individuales y contextos e historia personal de consumo. La
droga será dañina o beneficiosa de acuerdo a la vivencia de la persona con la droga y las
condiciones en las que emergió la vinculación con éstas.
Bueno yo creo que las drogas es eso que cambia algo en ti en ese momento
mentalmente así sea el alcohol, así sea marihuana, ácido, éxtasis lo que sea
para mí eso es las drogas en general que unas te causen cierto tipo de
afinidad (…) tomarme una birra eso es una droga, eso causa un cambio en
mi, que ya hay una relajación en ti o lo que sea, pero eso son para mí las
drogas, todas todas son los fármacos para mi una droga, hacer un deporte
demasiado que activa todas esas endorfinas y tal, mi droga es jugar futbol
todos los días, conozco amigos así y esa es su droga, droga es todo aquello
que te hace sentir bien a lo mejor por un ratico y luego quien sabe si sigues
tripeando (Sujeto 9, G.f. 2, p.14).
118
Todos, porque he conocido, tengo un amigo que casi estuvo internado,
recibió ayuda porque estaba adicto al chocolate, tenía ya problema de
procesamiento, el páncreas se le estaba escoñetando, tenía diabetes, la
gordura, la cara se le estaba deformando, al final si mezclo la parte
romántica de la droga y la parte fea, al final todo el mundo se mete azúcar
en el café , todo el mundo tiene salsa de tomate en su casa, café, tienes
chocolate, tienen cigarros, entonces al final, o también el zapato de marca
que también puede ser hasta una adictivo, una cuestión adictiva, entonces
al final, si es por eso también vivimos en una sociedad de consumo,
entonces no nos escapamos tampoco (Sujeto 1, G.f.2, p.27).
Eso también puede ser disparar, yo he disparado y es una vaina para liberar
tensión increíble pero eso puede ser un vicio, puede convertirse en un vicio
al punto de que puedas causar un daño, pero esa es como una droga, las
drogas no necesariamente tienen que ser una sustancia, puede ser cualquier
cosa a la que tú te vuelvas adicto, porque si tú te vuelves adicto a cortarte
las uñas de los pies coño vas a tener las uñas chiquitas y vas a sangrar pero
vas a sentir el placer de que te estas cortando la uña, no necesariamente
tiene que ser el sexo, no tiene que ser el alcohol puede ser oler pega, pintar
una pared, a lo mejor pintas la pared y coño eres adicto a pintar esa pared
un millón de veces al día y ahí está esa es tu manera de liberarte tu manera
de ... como decía el pana pues, es tu manera de soltar las tensiones y liberar
estrés (Sujeto 8, G.f. 1, p.13).
119
Esta asociación se enuncia con reiteración en el texto (“ahí está esa es tu manera de
liberarte”, “es tu manera de soltar las tensiones y liberar estrés”). Vicio y adicción se
emplean como términos equivalentes para referirse a un estado dañino. Para los
hablantes, el vicio o adicción es el riesgo ineludible de todo vínculo con algún evento de
la vida, motorizado por el placer “fisiológico”. Esta relación da cuenta de un proceso de
apropiación simbólica que constituye a la sustancia como un ente “metafísico” que goza
de cierta autonomía. De este modo, la condición que transforma en droga a un elemento
cualquiera, es su capacidad de volver adicto al consumidor; el potencial dañino que ésta
–la droga- signifique será proporcional a la fuerza sensual atribuida por el consumidor;
la frase que mejor explica esta convergencia de elementos dice así: “si tú te vuelves
adicto a cortarte las uñas de los pies coño vas a tener las uñas chiquitas y vas a sangrar
pero vas a sentir el placer de que te estas cortando la uña”. En este caso, también se
entendería la categoría drogas como toda fuente de placer potencialmente adictiva.
Analicemos el siguiente fragmento de diálogo:
- Sujeto 8: Si bueno una que otra sustancia tendrá un efecto más adictivo
que otras, es más difícil hacerse adicto a correr, a la adrenalina que
tienes que producirla, a un cigarro algo que te viene de afuera, que te
puedes fumar uno y se te acaba y prendes el otro, y prendes el otro…
El elemento interesante que introduce este ejemplo, tiene que ver con la
enunciación de la condición fáctica que pauta la diferencia entre la actividad de correr y
la de fumar marihuana: la accesibilidad y el practicismo. Ambos criterios, se refieren al
grado de dificultad y el costo en esfuerzos individuales, que implica alcanzar el efecto
placentero de una situación X del mundo social: relación costo-efecto (“no es más fácil
correr todos los días el Ávila que prenderte un porro por ahí”), la actividad de correr
implica un mayor costo personal: entrenamiento, disciplina, esfuerzo, a diferencia de la
practicidad e inmediatez de de los efectos del consumo de sustancias: “prenderte un
porro por ahí, es cuestión también de comodidad”.
120
2. Los actores del consumo
Interrogar a las referencias en torno a los actores del consumo devino en dos
repertorios básicos: el primero se estructura a modo de cuestionamiento acerca de los
estereotipos de usuario de drogas relacionados a la categoría normativa de adicto o
drogadicto a partir de la idea de toda persona como consumidora; el segundo, se elabora
a partir de las tipologías de consumidor que ellos asumen ciertas en relación a cada droga
de consumo.
121
Yo creo que bueno, si, o sea, al final están los típicos estereotipos y pueden
variar según la droga, así, pero claro eso no lo hace definitorio, pues, tú
hablas de que crees que todos los marihuaneros están en la gente de
sociología, pero tu vas a comprarle a un dealer y te das cuenta del montón de
gente, que es increíble que pasa por ahí, que no todos son peluos; van desde
el tipo que esta encorbatado (risas) igual te paras en una licorería así y están
desde las secretarias hasta los metaleros que están por ahí en la calle, que
están full metido así, entonces como que es difícil pues (Sujeto 2, G.f.2,
p.27).
122
Se plantea como un hecho de orden societal aquello por lo que todos y todas
somos potenciales consumidores de droga, sin embargo, cada consumidor, dadas ciertas
tendencias subjetivas referidas como “personalidad” decidirá si hacer ostensiva su
vinculación con la droga, no solamente, a través de la asimilación de elementos
simbólicos del estereotipo, sino de un cierto modo más directo: el rompimiento de lo que
hemos denominado el secreto a partir de los lineamientos de Matza (1981) y Becker
(2009), quienes desarrollan la idea del secreto como estrategias conductuales y
discursivas dirigidas al ocultamiento, en los contextos normativos, de los vínculos con
actividades prohibidas, estableciéndose como una pauta de resguardo de la identidad
desviada.
Desde esta perspectiva nos permitimos a afirmar que el rompimiento del secreto
está vinculado a la dilatación de los contextos normativos permeados, gracias a la acción
del mercado, por los símbolos y significados de las subculturas juveniles de consumo.
De este modo, las dinámicas de pertenencia e inclusión en los grupos sociales, que
123
brindan forma a sus identidades desviadas, son también productos mercantilizados. En
otras palabras, esta asimilación individual de rasgos estereotipados responde a las
relaciones sociales y los contextos de significación en los que emerge la práctica.
124
discurso: el de la legalidad, la ilegalidad, lo bueno, lo malo (...) (Sujeto 5,
G.f.1, p.19)
Resulta interesante cómo los dispositivos de poder aún se soportan del bastión de
la prohibición, como estrategia moralizante, a pesar de la utilidad que reportan sustancias
como la cocaína para los actores mejor integrados a actividades económicas, los actores,
que como reportan los usuarios de drogas, son el antagonismo de la desviación.
Sujeto 5: (...) pero, “que eso es malo no lo hagas”, pero, yo voy atrás me
echo cuatro pases y nada que ver
Sujeto 6: por el alto target. Si por eso la asocian, a las personas que toman
buenas decisiones, supuestamente (G.f.1, p.19).
125
practicidad de su consumo garantiza al usuario mayor posibilidad de mantener el secreto.
El consumo de cocaína configura a un actor “exitoso”, estos es, efectivamente
productivo, que cumple con diversas exigencias sociales de la clase aburguesada y posee
cierta capacidad económica y política.
(...)y la droga entra allí, y yo te digo: yo creo que la droga si es mala, esa es
mi conclusión ¿por qué?, porque la droga daña al yuppie, el yuppie, el
muchacho triunfador, millonario que no se entiende sin la droga, pero la
droga le causa su propia destrucción, es la paradoja, es lo trágico de nuestra
vida, la vida no se entiende sin el goce, pero el goce me causa mi propia
destrucción, es una vaina paradójica (Sujeto 3, G.f.1, p.20).
Entonces, coño, sobre todo la ganja tiene esa posibilidad de que bueno uno
se despeja de muchas cosas, cómo te digo yo no me la paso con
regueatoneros, pero te digo voy a una rumbita de regueaton una noche con
estos panas que les gusta bailar regueaton y perreo ahí como un loco, y eso
no me gusta, pero que creo que toda la experiencia con la ganja te abre un
poco a esas posibilidades de conocer gente de todo tipo, gente que consume
o no consume, gente que le gusta una u otra vaina y coño, o sea como que
la personalidad de la persona se desarrolla como que en un ambiente así y
uno se vuelve un poco quizás más tolerante, si yo creo que más tolerante, el
peo es convivir e intercambiar con varias personas sin tanto peo, no?
(Entrevista 2, p.8).
127
Se asocia cierto sentido de apertura a la diversidad con el estereotipo de usuario
de marihuana, en relación a los marcos experienciales que la marihuana abre a sus
usuarios en un sentido empírico. Esta a apertura tiene que ver, con los efectos sociales del
consumo de cocaína. El actor se involucra en unas redes sociales que desde su
perspectiva resultan más amplias, arropando una diversidad de actores que entran en
interacción a través del consumo; se constituye así, un contexto que los actores definen
“tolerante”, esto es, más permisivo respecto a los actores de lo mundo de la desviación.
Los actores construyen el relato sobre la primera experiencia con drogas a través
de ciertos recursos anecdóticos, que al tiempo que dan cuenta de la configuración
acostumbrada del evento iniciático: espacios, actores, temporalidades, prácticas;
constituyen todo un contexto para la justificación de la vinculación inicial al consumo.
Asumiendo dos composiciones básicas: una primera que se estructura desde la esfera
escolar remitida a la adolescencia temprana y otra que se configura desde la esfera
familiar enlazada a la etapa infantil.
128
El emplazamiento del actor, en ambas situaciones, se produce en relación a la
cuota de intencionalidad atribuida a su consumo inicial. En el contexto de justificación
referido a la etapa escolar el sujeto se define como agente activo, cuya práctica de
consumo de drogas ilegales parte de un poder subjetivo de elección. Contrariamente al
contexto familiar, asociado a un ejercicio involuntario y automático del consumo de
drogas legales.
129
después de la educación física otra vez”). Los actores que posibilitan la aproximación a
las drogas son las amistades “panas” compañeros de colegio.
Este recuento, un tanto simplista, del primer consumo define un contexto que lo
justifica a través de la alusión a prácticas acostumbradas, repetidas y ritualizadas –en un
sentido sociológico-. Las referencias al consumo como un evento rutinario, cuya
configuración temporal y espacial esta signada por la inserción en un grupo social,
justifica la institucionalización del evento de consumo como una práctica acostumbrada.
130
el contexto de la accesibilidad que me dio por el jarabe”) el argumento excusa la
vinculación del actor al consumo dado cierto registro temporal que signa la pertenencia
del sujeto a una categoría de juventud, en la que el actor es situado en un momento –
tiempo- de disminución subjetiva –“chiquito”, inmaduro- respecto al momento actual.
Así mismo, se le atribuye una búsqueda hedonista y una necesidad de experiencias como
características inmanentes a dicha etapa.
Al principio tal vez las razones son diferentes a las que puedas tener ahora;
por lo menos para mí, yo cuando salí de 5to año, yo no tomaba y no fumaba
cigarrillos, no salía de rumba, no hacía nada porque nunca me interesó
pues…era un gallito pues…y después cuando sales, bueno, yo entre de un
colegio católico a la central así de una…, yo no quería otra universidad,
todos mis compañeros se fueron pa‟ la católica, pero yo quería estar aquí en
la central y yo creo que forma parte de mi proceso de identificación, de
descubrir quién era yo, no es que yo sea eso, sino que éso formó parte de
eso, en la medida de convertirme en un joven universitario, que es lo que
soy ahora, y aprendí más de lo que era eso, y ahorita me coloco
aquí…(Sujeto 5, G.f.2, p.26)
131
La idea de la etapa escolar como período normal de iniciación se confirma a
partir de su contraparte: el emplazamiento del adolescente no iniciado como anormal.
Éste se caracteriza, bajo la figura del “gallito”, como un sujeto desvinculado de las
prácticas rituales normales de la adolescencia: beber, fumar cigarro, rumbear. Esta
anormalidad se plantea como parte de un ejercicio de elección del sujeto (“nunca me
interesó pues”).
- Sujeto 2 (...) y el inicio fue algo burda de normal, burda de gafo,(risas), con
dos panitas, en mi casa después de una clase en la Cristóbal, coño vamos
pa‟ la casa, coño que el pana uno de ellos, ya fumaba hierba, entonces…yo
tengo un chicharrón, verga…bueno nada, dale préndelo, lo prendimos y
listo, fumé allí, Bueno nada y fue por joder, por buena vibra, bueno por ahí,
fue el inicio normal de todo..
132
- Sujeto 8: … pero es eso, el que quiere
La primera droga que yo me metí fue tabaco, un cigarro, y por qué, porque
quería hacer circulitos de humo (risas) la segunda que probé fue un ron
espiritual de esos Santa Barbaraa (risas) una cosa espirituosa que la tenían al
lado de los santos, ¿Por qué? Porque asociamos que la cuestión era
espirituosa y estábamos jugando que si la ouija y nos caímos allí..aaa (risas),
estoy hablando de 13 y 16 años, vine a probar la ganya a los 19-20 años,
¿por qué? Por la música porque mis panas estaban tocando y así los bichos y
yo empecé a tocar, y me pasaron un porro y yo ¿y Qué, qué es esto? Y seguí
tocando, ¿entiendes? Entonces al final fue tan subjetivo, porque yo fui de
libre albedrío porque me pasaron la cuestión, yo la agarre, y no fue que me la
metieron en la boca, no me apuntaron con nada, no me amenazaron con
nada, yo decidí, porque por la música que es social, entonces en dado caso
es una cuestión… (Sujeto 1, G.f. 2, p.25)
(…) pasé dos años de mi vida, saliendo con él y todos sus amigos fumaban
y yo nada, ni ellos me ofrecieron, ni yo quería, hasta que llego un día, en
tres años dije bueno nada dame un poquito pa‟ probar, umm que tripa!!,
(risas de todos)…..¿qué me indujo hacerlo? Que si la publicidad, en
realidad no sé, él. Una vez lo hablamos, y ay que linda la pipa, y yo y que
umm, si la pipa, y todavía no me había dicho nada; incluso cuando me lo
dijo, incluso en la universidad me lo decían, que si estaba saliendo con un
marihuanero, y me preguntaban si yo también, nada más porque me veían
con los panas de él, y nada más por eso, lo sacaban así.. eso es cuestión de
que lo hagas, no de que te digan, que lo hagas o que no está en ti, es una
decisión, yo lo tuve de todas las formas, y miles de oportunidades y sabes,
no lo hice, no fue porque mis papas me lo dijeron, a lo mejor me lo dijeron:
mira cuidado con las drogas, pero nunca me hablaron de la marihuana es así
verdecita, sabía que era matica que me ponía en el zarcillito, pero más nada
hasta ahí vine a saber de la marihuana ahorita, y para mi es así como el
cigarro, estas fumando y ya, y a mí como no me gusta fumar, no me gustaba
134
fumar, pero ahora fumar marihuana si me parece divertido y lo hago (Sujeto
9, G.f.2, p.16).
Este argumento parece rebatir el repertorio que versa sobre la determinación social
y situacional de la aproximación primaria del sujeto a las drogas ilegalizadas. Se expresa,
como único determinante de la vinculación de la persona con la droga, la intencionalidad
particular y subjetiva del actor. Las situaciones de no consumación de la iniciación en
contextos adecuados se explica a razón de la condición de desinformación de la persona;
se rebate, en este sentido, la idea de una evitación del consumo en relación a las
advertencias familiares. Del mismo modo que se concluye falaz la operación de
clasificación de las personas como usuarias de drogas, a partir de la apariencia o las
relaciones sociales que mantenga.
135
A partir de ahí, se establece una diferencia fundamental con los rituales
iniciáticos que se definen en el mundo juvenil, contexto, asociado a las drogas ilegales,
que justifica el consumo a través de la participación automotivada y definida por los
propios actores; y el mundo adulto y familiar, que impone sus prácticas a su miembros,
mismos que tampoco han decido su pertenencia al grupo, esta se atribuye a
contingencias fuera de su dominio vinculadas al orden de lo natural. Veamos los
siguientes fragmentos:
Yo creo que la cerveza fue la que me desvirgo, (risas) si esa fue la más niño,
porque es la más cotidiana, porque uno tú esta acostumbrado a nacer y a
celebrar, tú no has nacido todavía, aún estas en la barriga y la gente ya esta
bebiendo caña contigo y por ti… Eso que si de tomarse los miaos, de
celebrar el “baby shower”, todo es antes de nacer y desde que naces, allí
empieza todo, cumpleaños, cumpleaños de familiares, reuniones, a medida
que vas agarrando tú más confianza, y vas agarrando más conciencia,
rumbeas con los amigos, después reuniones con los familiares de los amigos,
y todo se vuelve un circulo vicioso, y vuelve… tu te conviertes en uno de
esos que brinda cuando un niño está en la barriga, cuando comienza tu
circulo vicioso (Entrevista 2, p.1).
Beber cerveza se plantea como droga de iniciación; es descrita por los hablantes
cómo la droga más cotidiana y por tanto, más normalizada; se le asigna cierto carácter
cultural, sobre el que se llama la atención a través de la exageración de este aspecto (“tú
estás acostumbrado a nacer y a celebrar, tú no has nacido todavía, aún estas en la barriga
y la gente ya esta bebiendo caña contigo y por ti…”) y la apelación a ejemplos de
prácticas culturales cuya pauta sea la celebración y el consumo de alcohol (“eso que si
de tomarse los miaos, de celebrar el “baby shower”, todo es antes de nacer y desde que
naces, allí empieza todo, cumpleaños, cumpleaños de familiares, reuniones, a medida
que vas agarrando tú más confianza, y vas agarrando más conciencia, rumbeas con los
amigos, después reuniones con los familiares de los amigos”).
Estos ejemplos se plantean como una progresión que parte del momento del
nacimiento, pasando por la niñez, hasta llegar a la juventud; estableciendo asociaciones
entre las etapas de la vida y rituales familiares que inician y mantienen el consumo de
drogas legalizadas. Esta progresión se expresa a modo de ciclo, de “círculo vicioso” del
que no hay escapatoria, un ritual te lleva ineludiblemente al que sigue en la próxima
etapa de la vida.
136
Con la familia, porque sabes que uno desde chamito, crianza venezolana,
desde chamito si no te dan un tetero te dan una cerveza y así uno va, uno ve,
tú ves todo la vida a tus familiares viendo los que fuman, los que no fuman,
los que beben, los que no beben, los que beben mucho los que no beben
nadaaa…y los que fuman demasiado, o sea, tú ves los que lo llevan al
extremo y los que lo llevan como una cosa cotidiana, (Entrevista 2, p.2).
(…) el cigarro, el alcohol o las cervezas, que por ser lícitas se te meten en la
cabeza a tal punto, que te vuelves un consumidor activos, de cualquier otra
droga, te aseguro que se meta cualquier vaina, te aseguro que ha
incursionado con el cigarro la cerveza desde que era un niño, y no se fuma
un porro cuando tenía seis años, ¿entiendes?, pero cuando tú ves a un niño
pequeño, que lo están cargando, yo le doy siempre, yo lo hago, lo hago
porque me lo hicieron, un niño pequeño quieres tomarte un trago, si te gusta
bien, y no también, es muy pequeño para saber si le gusta o no le gusta, si le
hace bien o no le hace bien, ya cuando tú tienes cierto nivel consiente, tú
ves voy a probar esto, en cambió no, la cerveza, el tabaco o inclusive el sexo,
es imputado, eso es así, bebe cerveza, bebe cerveza, bebe caña, fuma cigarro,
acuéstate con putas..ves en las calles ese comportamiento, todo te incita a
eso…y es totalmente lícito.. (Sujeto 8, G.f.1, p.26).
Bajo esta noción, las drogas legales se plantean como inaugurales del consumo
de drogas en la infancia temprana, en oposición a las drogas ilegales cuyo consumo en
137
esta etapa se concibe como situación imposible (“te aseguro que ha incursionado con el
cigarro la cerveza desde que era un niño, y no se fuma un porro cuando tenía seis años,
¿entiendes?”).
138
- Sujeto 9: entonces ¿por qué lo hacen?
Para mí las drogas es eso pues, bueno no les digo droga más bien es como un
ritual para mí, son una experiencia que hago con amigos, para ir al cine, para
disfrutar, para entender, para llorar, para hacer cosas que en un momento
quiero hacer y que simplemente en compañía de otros que están en la misma
139
que yo esteee y que de alguna manera son mi familia, porque para mí las
personas con las que yo he tenido esa experiencia han sido mi familia, este…
me ha permitido entender muchas cosas (Sujeto 11, G.f. 2, p.13).
Con tono opinático, se enuncia la sustitución del término droga por el término
Ritual, como categoría más adecuada para nombrar a esos objetos del mundo (“no les
digo droga más bien es como un ritual”). Esta idea se apareja con las finalidades
prácticas asociadas al consumo de drogas (“con amigos para ir al cine para disfrutar,
para entender, para llorar, para hacer cosas que en un momento quiero hacer”); del
mismo modo, se asocia con la posibilidad de un mayor entendimiento de la realidad.
140
Los hablantes establecen una jerarquización de las intencionalidades y los
propósitos; en el estadio inferior de esa jerarquía se halla el ludismo, asociado a la
infancia -como ya dijimos-, a medida que aumenta la edad y por tanto, la madurez del
consumidor, el propósito de consumo se transforma en relajación, hasta llegar al estadio
superior: la intención ritual, que implica una mayor madurez del consumidor.
Me parece que lo que vimos ahorita el alcohol es mucho más peligroso que
fumarse un join, estar totalmente alcoholizado aunque sea con 14°
alcohólicos dos palos de algo, oye y hay una justificación de la sociedad por
ciertas cosas que le produce en el mercado y que son supuestamente legales
no sé por qué razón, y otra satanización de algunas sustancias que muchos
las han utilizado hace milenios en rituales antes de ser lúdico y antes de
volverse una cultura lúdica, yo entiendo lo que tú quieres decir claro, si se
ve esa cuestión pero también entiendo a Jo. también hay personas que han
empezado tarde o personas que se han transformado a lo largo de su
trayectoria como consumidor de sustancias, por ejemplo el primer porro que
yo me fumé no me lo fumé y tripeo lo mismo que tripeo ahorita cuando me
fumo un porro si hubo como una maduración en cierto sentido, entonces no
sé es como qué nada… (Sujeto 8, G.f.2, p.12)
141
4. Situación de consumo de drogas ilegalizadas
(…) porque bebemos, es como llegar a una licorería, y te puedes tomar una
birra con un poco gente que está allí juntos pero no revueltos, todos beben
birras, pero tampoco…si hay oportunidad de socializar, socializamos (…)
con la ganja igualito pueden haber aquí cuatro personas fumando, cayendo a
pases, y yo tengo mi ganja y me fumo mi ganja, y si es pa‟ sacarle dos:
bueno toma pana, o sea, no se niega hay un dicho que dice que la ganja no
se niega, es como el agua…la gente nunca te la va a negar, a menos que
coño este de pana muy frito (Entrevista1, p.7 y 8)
En este fragmento se plantea una forma de interacción que tiene como punto de
partida el consumo compartido de marihuana, una práctica que en su forma se plantea en
situación de equivalencia respecto a las prácticas ritualizadas de consumo de drogas
legales (“porque bebemos”, “todos beben birras”, “con la ganja igualito”). .
142
la práctica social, se transforma en una pauta de comportamiento. Este elemento
ritualizado se puede entender como parte de ese sentido de apertura vinculado al actor
del consumo.
Ejemplo 1
Sujeto 2, p.11: así como uno sólo, como que depende del momento, es como 50%
paz interior, círculos cerraitos con uno mismo para tripear, para pensar, para que
se yo, para pintar, sabes, es muy arrecho (…)
Sujeto 2, p.1: (…) Y también está el otro que es como que fumar con los panas,
fumar con los brothers, con la verga, tripear, la montaña, irse pa‟ la playita, el
diario, esa de vamos a dar una vuelta, es de pinga también si eso yo creo que es
relativo, de cada quien (G.f.1).
Ejemplo 2
Yo lo veo como una ocasión para conocerse entre varias personas, o sea,
para relacionarse, conocerse más, hablar, compartir ideas x (…) darte más
soltura pues, o al tomarte una cerveza, coño y ya te relajas (…). Entonces
tomarte una cerveza, a mi el tabaco nada que ver, el monte si de pinga me
provoca hablar con la gente, esa es mi experiencia personal, hay gente que a
lo mejor se cae a curda él sólo y sea feliz, a cierta persona.. (Entrevista 1,
p.4).
143
En el primer ejemplo, los hablantes dicotomizan la experiencia de consumo en
dos formas rituales posibles definidas a partir del elemento relacional: consumo grupal o
individual. Las ideas de libertad individual intervienen para dar cuenta del origen de
esta apertura social a través de una tendencia personal.
144
4.2 Consumo individual de marihuana
Ejemplo 1:
Ejemplo 2:
145
Estos términos de productividad y creatividad se ajustan, incluso rebasan, los
cánones establecidos de conducta, acomodados al Orden social. En este sentido
impresiona la conformación de una técnica de neutralización, según dice Becker (2009).
La mayoría de la gente es susceptible a los códigos de conducta convencionales, los
sujetos inventan estrategias conductuales y discursivas novedosas para la neutralización
de las implicaciones desviadas de su actividad. De este modo no se asumen marginales,
se enuncian un espacio en el espectro de la legitimidad, vinculado a un criterio
normativo de productividad social, que además de neutralizar surte un efecto de
normalización.
Ejemplo 1:
Ejemplo 2:
Creo que eso cuando se dice que las drogas para los momentos que estas
tranquilos en la casa, fumas y te relajas un pelo más, igualito estas
alternando con toda tu familia te sientes de pinga, te sientes bien, haces
todas las cosas que tienes que hacer, pendiente de la familia más que todo,
de tu trabajo ¿sabes?, normal…claro, es un momento de placer, y a la final
no sabes si vives un momento diferente, x, te pones a leer un libro,
cualquier vaina de esas (…) (Sujeto 4, G.f.1, p.21).
146
4.3 Rituales de consumo de cocaína
El consumo de cocaína adquiere dos formas básicas; una forma grupal asociada
al espacio de rumba, en la que el actor se caracteriza por una marcada tendencia hacia la
interacción con otros, y una forma individual. El consumo de cocaína se estructura de
una forma vinculada a los propósitos de interacción y aproximación sexual asociados al
espacio de rumba. El efecto subjetivo de activación de la sustancia es un elemento de
utilidad respecto al desarrollo de los propósitos sociales vinculados a la situación. En
este orden de ideas, se plantea funcional la combinación del consumo de cocaína con
drogas legales como alcohol y cigarrillo, insumos característicos de esta situación. La
segunda forma bajo la cual se construye la situación de consumo de cocaína adquiere
propósitos individuales y se asocia a contextos productivos, como el trabajo o la
academia.
147
insomnio, propios de la cocaína, como elementos que instigan a la búsqueda de
comunicación, a modo de “descarga” de estos estados.
- Entrevistado: el perico lo probé con los del colegio, entonces coño fue la
vaina que yo probé el perico, me acoplo con estos otros panas de la rumba,
claro… el peo era que yo era periquero y jarabero a la vez, entonces me caía
a jarabes y me caía a porros, pero entonces me iba pa‟ la rumba el viernes y
el viernes no tomaba jarabe, me acuerdo que una vez me lancé un jarabe pa‟
la rumba y no pude pues porque era una nota demasiado pesada, coño, pa‟
estar en una rumba bailando, la música, la gente, la vaina.
- Entrevistado: coño porque el perico sí era como más activo pues, unos
pases y coño más animado, la fuerza, la vaina, entonces, coño, vamos a
rumbear, recuerdo que me la pasaba rumbeando toda la noche así en aquel
entonces con una o dos bolsitas (Entrevista 2, p.3).
148
la música, la gente, la vaina”; a diferencia de la cocaína, cuyo efecto, descrito como
activación, ánimo, fuerza permite largas jornadas de rumba (“toda la noche”).
(…) yo soy el tipo de persona que yo necesito estar activo, interactuar con
gente, entonces, coño, me encuentro jalao‟, no tengo con quién hablar y me
doy la vuelta y saludo al que tengo atrás, coño disculpa pana me llamo tal,
mucho gusto pana, coño disculpa pana, coño, y tú qué haces, coño y yo qué
hago, entonces es este mismo, no sé, si ventaja, pero la manera en como yo
lo asimilo si me lleva digamos mas sociable, interactuar más, esteee..coño,
no sé, necesito descargarme la traba, entonces no sé si no tengo unos pases
bailo un ratico, me siento un ratico a tomarme una curdita y hablar porque no
fumo. Si me estoy cayendo a pases, me siento hablo un ratico, coño, me pica
el pie y tengo que pararme a bailar otra vez y en el proceso vemos que hay
una interacción más fuerte o puede ser lo mismo, coño porque con la ganja te
fumaste un porro y llegamos al lugar y no te provoca pararte a bailar, pero se
te sienta alguien a lado y descargas la nota hablando la nota con la persona y
de pinga. Por el otro lado, la cocaína si te puede dar el mismo efecto, pero
también creo que ese nivel de exaltación de coño… hiperactividad, tengo
que moverme y la vaina y bueno tu estas bailando y te pegaste al de lado y
terminas hablando paja o qué sé yo y ya estas de salida y están hablando dos
personas y te metes en la conversación así de loco, y es como te digo no creo
que son vainas, que creo que la cocaína sea el ingrediente necesario pero
creo que si, en la manera mía de aceptarlo a mi me obliga como a exaltar eso
entonces sí creo que hay una interacción más fuerte (…) (Entrevista 1, p.6).
149
4.3.2 Cocaína: compañera de las drogas legales
(…) si bien tú puedes hacer una sin la otra que no es necesaria, que no es
necesaria la vinculación alcohol con drogas o cocaína con cerveza, una vez
que consumes cocaína y tomas curda es como que una relación difícil de
dejar, o sea como que tú te metes unos pases y te provoca una curda, o te
metes burda de curda y te provocan unos pases, es comoo, pero no es
necesariamente así, no es una relación AB, pero puede pasar, es como lo más
general y esto me parece que es una incitación porque es un trampolín,
además me parece que es el alcohol (Sujeto 6, G.f.1, p.5).
150
lo que yo pasé, para mí tiene mucho que ver el peo de la interacción social
entre individuos (…)Y en ese aspecto yo diría que yo soy más… bueno para
mí la cocaína está relacionada con la rumba y si es una rumba fuerte, que
están un poco de panas cayéndonos a curda y a pases y para mi es una vaina
burda de fuerte, coño meterme cocaína si no tengo algo con qué pasarla y el
agua no me sirve y el juguito tampoco (Entrevista 2, p.5)
151
sujetos es potenciado por una forma de desinhibición social que posibilita una
interacción dada de una manera tal, que los hablantes describen como “locura”, es decir,
trasgresión de las pautas y normatividades sociales supuestas en la acción de
aproximarse entre personas.
152
interacción así descrita, es vinculada a un acercamiento de tipo sexual, que se manifiesta
como aspecto inevitable, en tanto inconsciente, del contacto con el/la otr@. Este
contacto sexual se refiere a una seducción asumida como “natural” entre personas que se
perciben estéticamente atractivas.
Yo creo que tiene mucho que ver con la persona y el entorno, pues yo
conozco panas que tienen que hacer un trabajo y se tienen que comprar una
bolsa para hacer el trabajo y pasar toda la noche trabajando, otros
simplemente es para ir a rumbear para aguantar la curda (…) (Sujeto 3,
G.f.2, p.16).
154
ilegalizadas y cita como ejemplo, el interés que despiertan las referencias de otros, en
relación a la potenciación de la experiencia de productividad asociada a las actividades
académicas, bajo los efectos de la cocaína.
155
intencionalidad siempre supuesta al empleo de drogas: el consumo se entiende como una
búsqueda de placer.
Por razones analíticas y para evitar confusiones, hemos construído esta categoría
únicamente, con referencias a los efectos subjetivos primarios, éstos que han sido ámbito
exclusivo de la farmacología y la medicina. Los efectos secundarios o remanentes se
presentarán a lo largo del análisis como meras consecuencias, propósitos que guían el
consumo o como elementos definitorios del sujeto en tanto consumidor, esto dependerá
de la categoría temática a la que haga referencia.
5.1 La Cocaína
5.1.1 Activación
- Sujeto 6: por eso es que le dicen perico, te pone a hablar (G.f.1, p.11).
156
La cocaína se caracteriza como una sustancia asociada a un uso “netamente
social”, se hace referencia a sus efectos desde lo qué se dice, que ha sido corroborado
en la propia experiencia. La cocaína produce un efecto de activación general del
sujeto, que conlleva cierta disposición a buscar un contexto positivo (“de pinga”) para
socializar. Los efectos de la estimulación sobre la capacidad e inclinación hacia la
comunicación con otros se expresan en la alusión al nombre común de la cocaína:
“perico”, que en un sentido metafórico refiere a sus efectos comunicativos sobre los
usuarios.
Ejemplo 1:
Con el perico así, si me dio burda de curiosidad porque estos otros panas que
yo tenía eran burda de periqueros y siempre hablaban del tema y la vaina…
Y qué te decían?
Coño que la vaina es burda de activa y tal, o sea te das unos pases y estas
como más activo más pendiente de la vaina y en aquel tiempo la curdita y la
vaina te das unos pases y se te quita la borrachera, claro pero estos pana nunca
me ofrecieron, yo con los otros panas del colegio, cuando yo veo a este pana
cayéndose a pases me dio curiosidad y la vaina y tal, y empecé a caerme a
pases también (Entrevista 2, p.5).
Ejemplo 2:
(…) yo conozco panas que tienen que hacer un trabajo y se tienen que
comprar una bolsa para hacer el trabajo y pasar toda la noche trabajando,
otros simplemente es para ir a rumbear para aguantar la curda o por lo que sea
(…) (Sujeto 3, G.f.2, p.16).
Lo que se dice gira en torno a los efectos de activación, definidos en este caso
como una estimulación atencional del sujeto (“te das unos pases y estas como más activo
más pendiente de la vaina”).
157
Este efecto, en ambos ejemplos, se plantea favorable en combinación con el
alcohol, pues neutraliza los efectos de la “borrachera”, entendida ésta como un estado de
saturación y descontrol de los efectos del alcohol.
5.2 Marihuana
158
Creo que eso cuando se dice que las drogas para los momentos que estas
tranquilos en la casa, fumas y te relajas un pelo más, igualito estas
alternando con toda tu familia te sientes de pinga, te sientes bien, haces
todas las cosas que tienes que hacer, pendiente de la familia más que todo,
de tu trabajo ¿sabes?, normal…claro, es un momento de placer, y a la final
no sabes si vives un momento diferente, x, te pones a leer un libro,
cualquier vaina de esas, y eso a la final… tu lo absorbes, como para bien,
porque ese conocimiento… que absorbiste de ese libro lo aplicas a tu vida
personal, si tiene características que puedas extraer de ese texto, y bueno no
sé, es de pinga (Sujeto 4, G.f.1, p.21).
Aparece con tono de aclaratoria, que impresiona que el hablante a pesar de los
efectos cumple con sus roles y deberes asumidos en los contextos normativos familiar y
laboral.
159
Se reitera el condicionamiento de los efectos en relación a cierta particularidad de
la experiencia individual. Los efectos se asocian a una relajación, en cuanto cambio de
actitud; se aclara que el sujeto no cambia en sustancia, en sí mismo, es una
transformación de primer orden que facilita la realización de actividades individuales,
vinculadas a la realización creativa “escribir, dibujar” y al hedonismo.
Este tipo experiencial refiere, por un lado, a un cambio en la esfera perceptual, las
sensaciones corporales se vuelven inusuales, se agudiza una sensibilidad por estímulos
cotidianos, normalmente desapercibidos; por otro lado, esta suspensión de las
coordenadas cotidianas posibilita, en otro nivel, el afloramiento de pensamientos críticos
y reflexiones profundas sobre temas inusitados que potencian el lado jovial de las cosas.
Generalmente, el componente de tipo perceptual se presenta asociado a los relatos de los
primeros encuentros con la sustancia. Veamos algunos fragmentos:
160
- Entrevistado 2: me acuerdo que era burda de pegao, no sé, de pronto
cualquier cosa, fumando el porro me ponía a ver la matas así arriba y coño
el peo del cinetismo de los árboles con la brisa, esteee, o sea como apreciar
las vainas de otra manera, en otro estado de pronto, ay si las matas se
mueven que de pinga va a llover hay burda de brisa, entonces coño con los
porros era así como que verga la vaina se mueve muy de pinga y tal las
figuras, la vaina, me acuerdo una con las sensaciones de tacto, o sea el peo
de tocar la tierra húmeda así después de fumar un porro, era muy de pinga
y tripeabas la vaina de otra manera (…) (p3).
Los efectos se asocian al bienestar. Los efectos concretos entre los que se
menciona el enlentecimiento entre otros que con un tono de obviedad se resumen en un
etcétera, éstos significan en un nivel trascendental, un gran efecto o resultado: “empiezas
a tripear otras vainas”, “como a tripearte la vaina de otra manera pues”, que entendemos
como disfrute de objetos, personas y situaciones Otras, desde una perspectiva Otra.
Claro porque para mí siempre la ganya también vino relacionada como a una
manera de no ver la vaina como en blanco y negro, sino que también la vaina
te abre como otras perspectivas también de grises donde tu puedes entrar a
análisis de distintos puntos de vista y coño fue muy de pinga, de hecho yo
me acuerdo que cuando yo empecé a fumar que fue 4to y 5to año fueron los
mejores 2 años, de pronto no en notas, pero si de tripearme la clase y
entender las vainas de otra manera (…) E1p3
Igualito le pondrían poner un coffe shop, y yo creo que no irían, porque ese
tipo de drogas no creo. Porque te hacen ver más alla y analizar…más las
161
cosas y eso también es lo que les conviene, pues con la birra te vuelves
loco..y ahhh estoy borracho, y con el porro también pero empiezas a hablar a
filosofar sobre las cosas y yo la primera vez que fume, era yo pero eran mis
ojos que estaban viendo fuera y era como una estatua, y rara y cuantas cosas
me he tripeado…entonces por eso es lo que les conviene, no trasciendas más
alla, de lo normal y de lo que yo te ofrezco, yo te ofrezco, con la birras se te
olvidan algunas pero de ahí no piensas más, en cambio con un acido o con
peyote al día siguiente ves el mundo distinto, ves distinto el día siguiente,
eres tu pero hay algo en ti, en tu mente que guaoo…que va un poco más
alla…(Sujeto 9, G.f.2, p.24).
Se planteó con reiteración por los hablantes la incompatibilidad entre los efectos
de la marihuana y la productividad, el repertorio que explica este planteamiento se
vincula a una inconveniencia entre los efectos de reflexividad de la marihuana y el
trabajo, que sí es compatible con el olvido y un estado de locura que brinda la cerveza,
requerido para garantizar la intrascendencia del sujeto. El efecto de la marihuana
produce una ganancia secundaria asociada a una transformación de la perspectiva del
sujeto sobre el mundo, que le permite afirmarse “soy diferente a otros” (“eres tu pero
hay algo en ti, en tu mente que guaoo…que va un poco más allá”)
Los efectos se plantean variables, como regla general, ningún evento de consumo
es igual a otro, aún para el mismo individuo. Transcurren cambios contextuales,
temporales, internos al sujeto, biológicos, mentales, anímicos, etc. que determinan la
forma y los matices que con que se manifestarán los efectos. Estos factores que malean
los efectos han sido agrupados en dos categorías de acuerdo con su índole social o
subjetiva.
5.3.1 Sociales
Aunque todas las drogas tienen como un punto en común que alteran o
deprimen el sistema nervioso central, depende mucho de tu cuerpo, de la
propensión biológica que tienes a que te afecte una más que otra. Y la
manera también en cómo has llegado a ellas, si fue por curiosidad, si fue a
los 17 o si fue a los 20, si fue con un novio, si fue con unos panas, con la
162
mama de mama de tu amigo. Sabes.. es también la relación con ella es
importante destacarla. Porque no es el consumo por el consumo, no es que la
droga es mala, porque te hace daño, porque no, es también como tú has
conocido la sustancia, cualquiera de ellas (Sujeto 6, G.f.1, p.14).
Yo creo que eso también tiene que ver con el momento en que la consumas,
hay momento que consumo cocaína y me quedo sentado viendo pal suelo, y
otras en las que me da una lora, y la gente que si cállate (Sujeto, 2, G.f.2,
p.31).
Pero también depende del sitio donde esté, de repente eso que dije ahorita de
la marihuana es estando ahí, en la playa no pienso lo mismo, cuando lo estoy
haciendo por diversión, en otro lado, pienso en que tripa, en otra situación
pienso que bueno que me fumé un porro para no escuchar a este huevón,
todo depende de lo que vaya hacer, donde esté yo, y por qué lo hago, y qué
pienso acerca de las drogas (Sujeto 9, G.f.2, p.30).
163
En este fragmento, el efecto se expresa como pensamiento determinado por la
situación de consumo. Así, lo que se piensa durante el consumo, se ve modificado en
relación al contexto y a los propósitos vinculados.
En cuanto al propósito del consumo, que ha sido referido por los actores como
un factor individualmente determinado -una potestad exclusiva del actor- en el ejemplo
anterior, muestra su carácter ambiguo, pues revela sus ataduras contextuales (“en la
playa no pienso lo mismo, cuando lo estoy haciendo por diversión” “en otra situación
pienso que bueno que me fume un porro para no escuchar a este huevón”).
5.3.2 Subjetivas
(…) creo que también depende de cada persona, claro cada droga tiene un
efecto distinto, pero depende de lo interno, por eso que si el que fuma
marihuana todo el mundo se va poner a atracar, verga…te pones cocaína te
pones agresivo, verga nunca en mi vida, me he puesto hablador, me he
puesto retraído, no mi personalidad, debe haber gente que se fuma un cigarro
y se pone loco, pues…o se pone agresivo , o sin necesidad de meterse
ningún tipo de droga lo es, creo que lo que hace es un cierto catalizador de tu
vida interna más nada.. (Sujeto 8, G.f.2, p.31).
La personalidad ha sido referida como factor interno al individuo, que define los
efectos de las drogas. Siendo el efecto de las drogas en este caso, la consecuencia de
catalizar la “vida interna” de los actores. A través de ejemplos, se menciona la
delictivización de la conducta como un efecto estereotípicamente asociados a la
marihuana, así como, la agresividad comúnmente referida al consumo de cocaína. Estas
relaciones sustancia-efectos se invalidan a partir de la mención de casos en que la
violencia de la conducta no puede explicarse a partir del consumo drogas ilegalizadas
(“debe haber gente que se fuma un cigarro y se pone loco, pues…o se pone agresivo, o
sin necesidad de meterse ningún tipo de droga”) y a partir de la experiencia personal del
actor, quien comprende esta varianza a partir de la noción de personalidad;
posicionándose a sí como evidencia que falsea estas asociaciones estereotipadas. El
hablante no refiere experiencias subjetivas de agresividad vinculados al consumo de
cocaína, que explica de acuerdo al estilo de su personalidad.
164
Depende del estado de animo de cada quien porque a lo mejor ella se mete
cierta droga feliz y le cae buenísimo, pero si estas depre y te metes cualquier
droga, todo el mundo esta bien y a ti te mete al fondo del hueco en el que
estabas porque tu estas centrada en eso, entonces se te refuerza más eso que
estas sintiendo, que yo voy a fumar, pero si a lo mejor andas con la paranoia
que nos van a agarrar, que es lo que vas a estar tripeándote el porro, que
nada, así mismo..así de simple, entonces todo depende de tu estado de
ánimo, de cómo quieras verlo, hacia donde quieras enfocarlo, eso que vayas
a consumir, sea lo que sea.. (Sujeto 9, G.f.2, p.32).
165
minimización de éste; la gestión depende del individuo que “inevitablemente” se
relaciona con la droga. .
(...)pero yo creo que hay una incompatibilidad entre la vida y eso, o sea, yo
le decia a los muchachos ahorita, a (X) y a (Y), que vaina más peligrosa que
la electricidad, y desde que conocimos la electricidad no podemos vivir sin
la electricidad, desde que conocimos la droga tenemos que asumirla pana,
desde que conocimos el sexo ilícito de acostarse con la mujer de otro
tenemos que vivir con eso, que es paracticamente normal un duo de a tres, es
normal, el que diga otra vaina es hipócrita, entonces, el que hable mal contra
la droga es un hipócrita (Sujeto 3, G.f.1, p.2).
166
para neutralizar las consecuencias morales de su desviación (“...desde que conocimos la
droga tenemos que asumirla pana, desde que conocimos el sexo ilícito, de acostarse con
la mujer de otro tenemos que vivir con eso...”)
(...)que si, bueno uno dice que no es malo, pero si hay un momento en si te
quedas pegado con lo que sea, con los ácidos, con la coca, con el “H”, con lo
que sea, hay un momento de tu vida que crees que la dominas, pero si hay un
momento en que te quedas pegado, que después sales finísimo, que ojala
siempre sea así, pero hay un momento en que estas pegado (Sujeto 6, G.f.1,
p.23).
Entre los hablantes, las medidas de gestión del riesgo que dispone el sujeto para
resguardo de sí, se refieren al ejercicio voluntario de dominación sobre la acción de las
drogas en el propio cuerpo; entendido como un ejercicio de autorregulación del consumo,
en el que el sujeto debe, además, dominar la acción independiente de las drogas sobre sí.
Sin embargo, estas medidas son falibles, el evento de fracaso está asegurado para
estas estrategias subjetivas de seguridad, no solo por fallos del actor -transgresión de los
límites propios de consumo- sino a causa del carácter ilusorio que adquiere la capacidad
propia de dominio sobre la droga (“hay un momento de tu vida que crees que la dominas,
pero si hay un momento en que te quedas pegado”).
167
6.2 La gestión del riesgo
... yo creo que cada quien sabe los límites y sabe hasta cuándo quiere tripear,
yo por lo menos con las birras, ya hasta aquí, hasta aquí porque ya tripee, y
si me tomos unas más, me empiezo a sentirme mal, a sentirme mareada, que
tengo sueño, pero que en verdad me quedo dormida, así echada y pegada
pues (Sujeto 9, G.f. 2, p.25).
168
resultados a la final como cualquier otra persona sana (Sujeto 1, G.f. 1,
p.12).
Por otro lado, ambos ejemplos relacionan el descontrol y desmadre del consumo
con un fracaso en la práctica de auto-regulación, que implica ceder a la droga misma el
control sobre la experiencia, a modo de un ente que doblega al individuo y lo somete a
sus leyes, situación que revierte en displacer y desagrado la situación de consumo.
Si está bien, pero esta nota de que esto te lleva a esto y después a un piedrero
que vas a vivir debajo de un puente, creo que no es así me parece que, por lo
menos en mi experiencia personal, creo que las drogas, las drogas no, bueno
no sé cómo decirle... ellas (risass) estas sustancias tienen un límite, ellas te
dicen algo y tu te apropias de lo que te pueden decir. Depende, porque ellas
tienen un límite porque ellas no te van acompañar eternamente, porque esa es
una experiencia que tu tuviste una primera vez en tu vida, arrecha de pinga
disfrútala, pero eso no va a durar todo la vida, eso disfrútala porque no la
puedes perpetuar eternamente, eso es lo que yo entendí, porque ya yo no voy a
seguir buscando eso, porque ya yo entendí algo en ese momento y eso, eso me
quedó y lo agradezco, parte de que sea un ritual, es precisamente eso lo que
agradezco, pero entendí que se agotan, y entender eso hace que tu no te
conviertas en un adicto, porque ya yo no voy a meterme brugesic (risas)con
ganja y vaina para poder sentir lo mismo que sentí esa primera vez, es una
experiencia en la que comulgas y sigues (Sujeto 11,G.f.2, p.18)
En este caso, las drogas se presentan con cualidades de sujeto, se les atribuye la
capacidad de actuar en referencia a los consumidores: ellas dicen, acompañan y
prescriben a los actores ciertas pautas de uso (“ellas (risass) estas sustancias tienen un
límite, ellas te dicen algo y tu te apropias de lo que te pueden decir, depende, porque
ellas tienen un límite, porque ellas no te van acompañar eternamente”)
Los límites de la experiencia con drogas que ellas nos plantean tienen un carácter
definitivo en la relación de la persona con la droga. Los límites se asocian a la acción
169
de interrumpir el consumo, que en este caso no se ciñe a la situación de drogarse, en
cambio se relaciona con un ejercicio racional en el que el actor decide poner fin a la
práctica de consumo de droga como medida para evitar la adicción. El consumo
prolongado de drogas pareciera indicar una mayor riesgo.
Además de las estrategias para la gestión del riesgo los hablantes hicieron
mención de una serie de indicadores de consumo peligroso, esto es, condiciones en la
vida del actor que le señalan un estado de saturación y descontrol respecto al propio
consumo, que significa un posible estado de adicción o una proximidad peligrosamente
cercana a éste. Estos indicadores se expresan de dos maneras distintas, como una
preocupación referida a la salud física o como una preocupación de tipo social,
vinculada al fracaso del sujeto en las relaciones y contextos normativos, y a su
consecuente resignificación moral.
Este darse cuenta de las señales de peligro, aunque hace referencia a un proceso
progresivo, se expresa como un instante de lucidez en el actor que de algún modo
“inconsciente”, ya ha rebasado los propios límites de consumo; es decir, darse cuenta de
los indicadores de peligro expresa el momento en el que el sujeto hace conciencia sobre
ciertas transformaciones de su consumo que podrían estarle hablando de un patrón de
consumo prolongado y/o excesivo que los actores refieren como “quedarse pegao”. A
continuación expondremos este proceso de alarma del usuario:
Que no piensas, que no haces, que te fumas una vara y te quedas todo el día
así, no sé pensando en las estrellas, con cualquiera de ellas, hay una con la
que te quedas pegado, con cualquiera en un momento específico de tu vida.
Entonces, no, no le deseo eso a mi hijo para nada (...) (Sujeto 6, G.f.1, p. 23).
170
pensamiento, no acción e irrealidad, que ocupa la jornada completa del sujeto (“que no
piensas, que no haces, que te fumas una vara y te quedas todo el día así, no sé pensando en las
estrellas”). El mencionado estado resulta negativo y principalmente improductivo, por
tanto, indeseable.
Coño, porque fue demasiado fuerte en tan poco tiempo tanto tipo de drogas y
además, coño, digamos que yo estaba empezando y los panas con los que yo
empecé eran unos duros, coño y llevarles el ritmo, ese fue un tiempo de
prueba muy loco porque también probé las pepas, los micro puntos, los
ácidos, pero aun así nunca probé la heroína en ese momento, pero todo este
peo de mis tres grupos de panas llegó el momento del consumo de drogas en
todos lados, y coño, eran unas vainas demasiado fuertes, yo me acuerdo que
académicamente yo me fui pa'l piso, también yo perdí 5to año, la vaina,
estuve en para-sistema dos veces, entonces llegó un momento que yo dije
„coño no puedo seguir así‟ (Entrevista 2, p.6).
171
jevas, y nos jalamos toda la noche, estábamos en casa de un pana y habían
controlado un poco e‟ bolsas, cada quien tenía lo suyo, además es que había
curda pareja, y de ahí pa‟ otra rumba, y ahí la pegamos de rumba en rumba,
después de esa farra cuando me desperté boté un moco con sangre, pero una
bola de sangre que me impresionó demasiado y dije „no que va‟, además que
ya me estaba gustando la vaina (Entrevista 3, p. 3).
172
vinculados con otros grupos “marginales”. De este modo, los usuarios de sustancias
ilegalizadas se garantizan un espacio más invisible en el cual el consumo sea más seguro.
Veamos los siguientes ejemplos:
(...) ok de pinga, te para un policía, tu andas con drep, tu eres rasta, tienes la
ganja por todos lados dibujada, osea, ¿fumas ganja? Si, es lo primero que te van
a preguntar, es que: ¿fumas? Si, ¿fumas ganja? Si, ¿tienes ganja? No, si tienes
sí, ya tú estas afrontando ya la a ley, tu sabes que si portas algo ilegal tienes que
afrontar la ley, porque eso está penado por la ley, si no tienes nada, de pinga no
te van a meter preso porque consumas, a menos que…¿Dónde la consigues y
tal? Tu veras si lo dices o no lo dices que ser un poco más eso, ya conlleva a las
función de los policías y de las autoridades. (Entrevista 1, p.9)
(…) estamos en una fiesta, estamos en una reunión de todos tus panas, tampoco
la idea es arruinarle el momento a algunas personas que o sea, no ni pendiente,
pueden ser familiares, entonces coño, no es no, y uno no lo hace, si lo
reconocen lo reconocen, hay gente que está clara, hay gente que lo reconoce,
para mi hay mucha familia mía que no lo sabe, en realidad casi nadie, casi
nadie...(risas) en realidad nadie…y a los que saben no se lo hago en la cara
(Entrevista 1, p.7).
En este ejemplo, los hablantes expresan una restricción voluntaria del consumo
de drogas ilegalizadas en el contexto o las cercanías familiares, limitándose a un lugar
oculto, apartado y fuera de la mirada familiar; no sólo por el temor a ser descubierto,
esto es, ser identificado como inmoral; sino porque se concibe esta posible situación
como una degradación de la situación familiar. Los únicos miembros de la familia
capaces de reconocer al actor en cuanto consumidor serán aquellos que también se
encuentran vinculados a la droga y por ende, no resulten un peligro significativo para el
173
actor. Es por esta razón que se realiza el consumo en ciertos lugares, situaciones, y con
personas cuya apertura les permita entender el consumo de drogas.
Ejemplo 1:
Ejemplo 2:
174
A mí me parece una bazofia, es un descaro como ella decía (en referencia a S6),
es un peo político mundial total, porque en Ámsterdam por decir, hay zonas
que tu puedes andar por ahí, y te puedes prender un porro, y es algo normal,
igual tú puedes pararte darte un toque y seguir caminando, y es algo normal, y si
estuviera tan en la mente como el alcohol y el tabaco, ahí la gente te viera verga
este tipo se está metiendo un pase, te sabe a culo, allá tú ves si lo haces o no lo
haces (...) (Sujeto 8, G.f.1, p.17)
Vemos que en el primer ejemplo los hablantes argumentan como desde la postura
del sentido común los consumidores de drogas legales no son considerados como
adictos, etiqueta reservada para los usuarios de sustancias ilegalizadas (“Y ningún adicto
al whisky se considera drogadicto”). Plantean desde su perspectiva, que las sustancias
legales son equivalentes a las otras sustancias (“¡Es lo mismo! una cosa es más
permitida que otra”, “Es la misma droga”) sólo que estás últimas están penadas por la
ley y las otras no lo están, es esa la diferencia fundamental que señalan; la ley constituye
una arbitrariedad (“depende de la ley con la que estemos regulados”, “¿porque el alcohol
si y la cocaína no?”). Es así que para los consumidores de sustancias prohibidas, resulta
contradictorio que se les aplique la etiqueta de drogadicto cuando la propia droga se
asocia a un menor riesgo que el alcohol, Becker (2009) explica u fórmula argumentativa
como un mecanismo de legitimación del sujeto, a través del cual neutralizan las
connotaciones morales de su actividad igualándola con una legal. Se aplica la etiqueta
y se les margina con este término, que deviene en connotaciones sociales altamente
discriminatorias. La necesidad de romper este orden prohibicionista se expresa como
un imperativo; la restricción legal es inválida para los usuarios de drogas ilegalizadas.
En el siguiente ejemplo se exponen más claramente estas ideas:
175
Los consumidores de sustancias ilícitas refieren una y otra vez que la prohibición
de estas sustancias constituye una medida que se tomó para separar, ya sean mercados,
personas u otro tipo de objetos del mundo social (“esa categoría de drogas lo que es una
clasificación y categoría para separar”). Se plantea que los efectos producidos al
individuo y al entorno por las sustancias permitidas pueden resultar más dañino que las
sustancias que no lo están, esto lo afirman al comentar: “el alcohol es mucho más
peligroso que fumarse un join (tabaco de marihuana)”. La prohibición se plantea
injustificable (“hay una justificación de la sociedad”, “no sé por qué razón”), reiterando
los planteamientos de Becker (2009) expuestos para el ejemplo anterior.
Ejemplo 1:
Bueno yo creo que si hay un problema con la droga, a pesar de que ella ha
existido durante todo la historia de la humanidad siempre ha estado presente,
bueno ya desde el punto de vista de la ilegalidad es lo que hace que los
criminaliza a los consumidores de droga, de la droga y luego una minoría te
empuja cierto circulo social (Sujeto 2, G.f.2, p. 20).
Ejemplo 2:
176
Que ahora no me pasa igual con mucha gente que me conoce y se enteran
“coño X se cae a pases” “vale que bolas, no este pana es un drogadicto,
mándalo pá allá” creo que yo, que tiene que ver con la interacción social, uno
se acostumbra a redes donde hay temas comunes, entonces coño sobre todo la
ganya tiene esa posibilidad de que bueno uno se despeja de muchas cosas,
(Entrevista 2, p. 6).
Esta acción de retirada no se plantea como una elección que parta del sujeto sino
de los actores de la normalidad, que ejercen sobre sí una fuerza de expulsión. Es así que
los usuarios justifican su separación de ciertos espacios convencionales, aunque en otros
se hallen totalmente integrados; la diferencia legales e ilegales se muestra relevante en
tanto esta ambigüedad. Para los hablantes, la prohibición hace indistingible al
consumidor del adicto: “mucha gente que me conoce y se enteran “coño X se cae a
pases” “no este pana es un drogadicto, mándalo pá allá”.
177
que esconderse”, “ya tú te escondes por la misma cuestión moral”, “¿por qué este tipo se
está escondiendo? seguro está robando”).
(…) la marihuana sigue siendo ilícita, y por ser ilícita y por ser ilícita coño
tú tampoco vas a boletearte, o vas a estar fumar en la quincalla así,
fumándole a la gente y tal. Tampoco vas a estar por la calle cayéndote a
pases, ni con una inyectadora ahí pegada…este bicho esta…no es lo normal
por ser ilícita, esta condición de ser ilícita de no permitida, coño ya es algo
que está penado por la ley y tal…ya conlleva a muchas otras cosas coño,
nada yo sé que es ilícito, tampoco voy a ir preso si vas a fumar, tampoco es
que vas a fumar en todos lados…eso también depende mucho de la
situación(...)porque si estas en un lugar donde puedes fumar, gente sabe y
gente no sabe, gente fuma y gente no fuma, pero tú puedes fumar , tú
puedes fumar tu tabaco, osea, discúlpame si te molesta el humo, yo me
puede poner en otro lado, pero no me lo voy a dejar de fumar porque tu
vengas a menos que yo de verdad no quiera que la persona se entere que yo
fumo por algún motivo, porque, entonces sigue la conexión de lo licito y lo
ilícito. Es ese peo de la licitud hasta donde se permite, que ese peo de no ser
lícita conlleva a coño...que uno tenga que tener cierto….hay que ser un
poco más recatado, uno tiene que llevarlo, como es algo ilícito algo que es
penado (...) (Entrevista 1, p.8).
Yo creo que las drogas si son un problema social, porque de repente en mí,
personal, yo puedo consumir droga y la paso chévere pero detrás de ese
producto hay una red hay un tráfico, hay mafia, pero no es que eso sea malo en
sí mismo, es que eso es malo, por la situación social que ha catalogado la droga
que es ilegal, si no fuera ilegal, yo podría ir a tomar como si fuera así una
cerveza y no habría problema, entonces que es lo que lo convierte en un
problema el hecho de que este al margen de la ley, de que hay todo un
submundo que lo convierte en un problema, entonces hay capos de la droga en
los barrios, matan a la gente…(Sujeto 10, G.f.2, p.19)
179
modo de hipótesis, que podría revertir la condición marginal y oculta de estos grupos
sociales es la legalización de las drogas, la anulación de la prohibición y su restitución a
la vida pública “si no fuera ilegal, yo podría ir a tomar como si fuera así una cerveza y
no habría problema”, “lo convierte en un problema el hecho de que este al margen de la
ley”). Dado que la única distinción planteada entre legales e ilegales es dicha situación
legal, argumento que aunque parezca un tanto obvio implica un rompimiento con los
subterfugios de esas discursividades científicas y morales que mantienen la vigencia de
la restricción; en esta medida, la legalización implica la desaparición de las diferencias
concretas entre drogas legales e ilegalizadas.
180
El ejemplo permite visibilizar las consecuencias de la prohibición en términos
del acceso a la sustancia. La drogas ilegalizadas confrontan al sujeto con unas
condiciones de acceso cuyo riesgo está marcado por el tratamiento institucional de
éstas. La desviación del sujeto es una resultante de estas dinámicas de acceso a las que
necesariamente se va articulando.
181
IX. DISCUSIÓN DE RESULTADOS
El análisis nos permitió perfilar con cierto detalle, las temáticas relevantes y
discusiones planteadas por los usuarios de drogas en relación a su experiencia con
sustancias ilegalizadas. Surgieron complejas y múltiples conexiones de significados y
redes de sentido que posibilitaron algunas conclusiones; no obstante, vemos necesario
bosquejar ciertas relaciones internas e intertexto que delinean marcos interpretativos de
interés para la comprensión del problema que nos hemos planteado.
182
La Droga como Categoría Extensiva a Todo
Pruébame y veras
que todos somos adictos
a estos juegos de artificio
voy a hacerte
un macro porno intenso
lo que seduce
nunca suele estar
donde se piensa…
La droga como categoría de cosa del mundo se define a partir del carácter
ambiguo de su naturaleza; es fuente de placer, al tiempo, que en sí misma representa
riesgo inevitable de destrucción. El binomio placer-dolor/destrucción, como dicotomía
inherente a la vida, nos hace pendular a través de los estadios que se encuentran entre el
placer y el dolor. Generalmente, se asocia a mayor placer mayor riesgo de
dolor/destrucción. La relación entre ambos elementos expresa: en la medida en que una
sustancia, actividad u objeto de la vida se asocie efectivamente con la obtención de
placer, en esa misma proporción, significará un riesgo de adicción para los actores; es
decir, un elemento resultará potencialmente adictivo y por tanto droga, en cuanto, los
sujetos encuentren placentera la vinculación con éste.
183
ver, una maniobra retórica de auto legitimación social y de legitimación de estas
sustancias a través de la naturalización del riesgo y de los “objetos de placer”.
Otro elemento que tanto en la puesta en uso como en las referencias manifiestas
de los actores, se expresa como distintivo de aquello que llamamos “drogas”, lo
constituye su estatus de ilegalidad y los repertorios moralizantes consecuentes.
En los inicios del consumo de sustancias ilegales los individuos refieren una
intencionalidad y una racionalidad. El sujeto activo manifiesta poseer poder de decisión
respecto al consumo; debido a que su apertura generalmente ocurre en la etapa de
adolescencia temprana durante la escolaridad o en los comienzos de la adultez en la fase
universitaria, periodos que se asocian a una madurez superior; marcando una diferencia
con la drogas legales cuyo ritual de iniciación sucede en etapas mucho más tempranas y
usualmente dentro del núcleo familiar, caracterizado como una práctica involuntaria y
automática. Esto parece indicar que el actor relaciona el consumo de droga con un estar
diferente en el mundo social sin perder la conciencia sobre sí mismo y su consumo.
Es percibido por los actores que el consumo de sustancias ilegales es una práctica
normalizada durante la etapa escolar, se asume que la vinculación con estas sustancias,
ya sea de manera directa o indirecta, ocurre a través de los grupos de pares; en este
sentido se debate la idea de la presión grupal como responsable sobre el consumo,
retornando la intención de consumo al individuo, determinado por la voluntad y su
disposición a la dependencia; dejando en evidencia que el grupo induce a los primeros
184
acercamientos de la sustancia con carácter de primer proveedor, del mismo modo que
pauta la configuración del consumo posterior.
Es así que las primeras experiencias hacen referencia a una búsqueda de placer, a
una cultura lúdica. El consumo sostenido de sustancias se aleja del ludismo para dar
paso a una forma de autodescubrimiento del sí mismo, donde parece que el transgredir
las normas establecidas reconfigura la identidad del consumidor en el mundo social, y
refiere nuevas pautas de relación para los nuevos sujetos que le rodean y para las
antiguas relaciones.
Para comprender las implicaciones del riesgo de adicción debemos recordar los
imperativos básicos del sujeto moderno, que exigen al individuo ser responsable de su
propio bienestar y capaz de controlar su comportamiento de manera racional. El
consumidor confronta esta idea, citando a Becker (2009) “el estereotipo del drogadicto
es el retrato de alguien que viola estos estereotipos. A esto debemos sumarle la noción
de que el consumidor se convierte en un esclavo de la droga, que se entrega
185
voluntariamente a un hábito del que no hay escapatoria” (p.96). Los actores neutralizan
lo supra a través de las prácticas de auto-regulación.
186
de las coordenadas de sí mismo –“sigo siendo yo”-, que vincula únicamente a los
estados de adicción; por otra parte, desmiente la adicción como consecuencia inevitable
del consumo de drogas, se plantea la adicción como un fallo en la administración del
consumo por parte del sujeto, dados ciertos estados circunstanciales del individuo
remitidos a condiciones psicológicas (estados de ánimo, conflictos psicológicos) y
corporales (estados internos al cuerpo que permiten menos tolerancia a la droga). En
este contexto argumentativo, se plantea como requisito imperioso para un consumo
“saludable”, conocer y consecuentemente, manejar los efectos tantos psicológicos como
físicos de las drogas, así como su adecuación a los determinados contextos y usos. El
grupo de consumo o las referencias de consumidores experimentados se ubican como
única fuente válida de saberes relacionados al consumo.
Se asocia una mayor eficiencia del sujeto en la aplicación de estas medidas a una
mayor experiencia con la droga y sus contextos; sin embargo, un mayor éxito en el
ocultamiento del consumo no significa un empeño superior por parte del sujeto en la
aplicación de estas medidas, sino por el contrario, una cierta pericia en la práctica
permite al consumidor experto aplicar sólo las medidas necesarias para mantener el
secreto, experimentando menor temor a ser descubierto y aplicando la menor cantidad
de restricciones posibles.
188
experiencia con la drogas. Este argumento forma parte de una retórica de
autolegitimación, a la que hemos hecho referencia en apartados anteriores. En este
mismo orden de ideas, la legalización se presenta como alternativa única para circular
información verdadera al respecto, lo que beneficiaría la toma de decisiones al momento
de la iniciación en el consumo de sustancias y de definir su droga de preferencia,
además de tornar menos significativo el riesgo de ser descubierto.
Desde esta perspectiva, los actores no se identifican como marginales sino como
alternativa social que defiende otra manera de entender las drogas. El conocimiento y
los saberes propios de los grupos de consumidores se asocian a mayores niveles de
verdad; en contraposición, refieren a los no consumidores como manipulables, acríticos
e ignorantes; incapacitados para la comprensión del fenómeno por cuenta propia. Se
plantea la transgresión como condición necesaria de aproximación a la “verdad última”
sobre las drogas.
189
mismo modo, genera curiosidad a los no consumidores próximos al grupo. La
restricción de las drogas evoca un sentido de desafío o simple curiosidad que seduce a
las personas y motiva la iniciación de aquellos que entran en contacto con el grupo de
consumo.
190
X. CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
192
ilegales, en cambio, se afilia de manera “libre” y voluntaria a esta actividad, tal y como
el neoliberalismo exige a ser a los sujetos: consumidores libres pero responsables.
Estos estilos de consumo se estructuran como fórmulas que permiten a los sujetos
declarar su inserción social, desde este punto de vista, el consumo ilegalizado se
convierte en una alternativa para cumplir con los estándares sociales.
194
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Baratta, A. (2004). Criminología crítica y crítica del derecho penal. México: Siglo
veintiuno.
195
Bell (2004) Attitudes of Adolescent Spanish Roma Toward Noninjection Drug Use and
Risky Sexual Behavior. En Jiménez (2007) Qualitative Health Research, Vol. 19,
No. 5, pp. 605-620.
Billig, M., Condor, S., Edwards, D. (1988). Ideological dilemmas: A social psychology
of everyday thinking. Londres: Sage.
Cebrián, J. (2005). Drogas y el afán prohibidor: Un ensayo sobre las drogas, las
prohibiciones y los delirios colectivos. Disponible en web:
http://prohibicion.blogspot.com/
196
Del Olmo, R. (1990). Los Discursos de la Droga. La Paz: Hisbol.
Del Olmo, R. (1997). Los medios de comunicación y las drogas. Comunicar. Colectivo
andaluz para la educación en medios de comunicación. N° 9. pp. 119-124. España.
Disponible en web: redalyc.uaemex.mx/pdf/158/15800917.pdf
197
Flick, U. (2004). Observación, etnografía y datos visuales. En Introducción a la
investigación cualitativa. Madrid: Morata.
Gadamer, H.G. (1960). Verdad y método. En Garay, A., Iñiguez. L. y Martínez, L.M
(s.f). Perspectivas críticas en psicología social: Herramientas para la
construcción de nuevas psicologías sociales. Departamento de Psicología de la
salud y Psicología social. Universidad Autónoma de Barcelona. Barcelona.
Disponible en web: antalya.uab.es/liniguez/Materiales/ana-lupi.pdf.
198
Garay, A. Iñiguez, L. y Martínez, L.M. (2002). Perspectivas críticas en la Psicología
social: herramientas para la construcción de nuevas psicologías sociales.
Disponible en web: antalya.uab.es/liniguez/Materiales/publicaciones.asp
Hoffman, A. y Schultes, R.E. (1982). Las Plantas de los Dioses. México: Fondo de
Cultura Económica. pp.22
199
Ibáñez, T. (1988). Ideologías de la vida cotidiana. Barcelona: Sendai.
200
Lafargue, P. (1970). El derecho a la pereza. Barcelona: Grijalbo.
Laurie, P. (1970). Las drogas aspectos médicos, psicológicos y sociales. (2da. Ed.).
Madrid: Alianza.
Louria, D. (1972). Las drogas qué son y cómo combatirlas. Mexico: Diana.
201
Moral, M. (2007). Cambios en las representaciones sociales sobre las drogas y sus
usuarios en la sociedad española. Revista electrónica de salud mental alcohol y
drogas. Riberiao, Brasil: N° 2 (3). Disponible en web:
redalyc.uaemex.mx/redalyc/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?
Munné, F. (1988). Psicosociología del tiempo libre: Un enfoque crítico. México: Trillas
202
Reguillo, R. (2003). Las culturas juveniles: un campo de estudio; breve agenda para la
discusión. Revista brasilera de educación. N° 23. Mayo/Agosto. Rio de Janeiro.
Disponible en web: http://www.scielo.br/scielo.php?pid=S1413-
24782003000200008&script=sci_arttext&tlng=es.
Rivera B., I. (2005). Política Criminal y Sistema Penal: Viejas y Nuevas Racionalidades
Punitivas. Barcelona: Anthropos
203
Sandoval, C. (2002). Investigación cualitativa. Bogotá: ARFO.
.Van Dick, T. (2002) El Análisis crítico del discurso y el pensamiento social. Athenea
digital. N° 1. Primavera 2000. pp. 18-24.
204