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Misión Juvenil 1

2 Misión Juvenil
INDÍCE

Presentación 2

Los jóvenes y su entorno social-cultural. 4

La responsabilidad de la familia en el desarrollo, madurez


integral y misión del joven. 10

Educando personas, reconstruyendo familias, regenerando


el tejido social. 16

El joven en la biblia 19

Los jóvenes aprenden en su entorno familiar la importancia


de “ser Iglesia” y su “servicio misionero”. 24

La importancia de la catequesis en la vida de la Iglesia 28

La Santísima Virgen María y los jóvenes 32

Expo misionera. 38

Misión Juvenil 3
PRESENTACIÓN

En la Diócesis de Toluca hemos hecho una opción prioritaria por


la Misión permanente, y desde el año 2015 venimos realizando
una Semana de Misión Programática Diocesana que sostiene un
proceso evangelizador. Con esta Misión pretendemos iluminar
con la Palabra de Dios las diversas dimensiones de la vida de las
personas, las distintas situaciones a las que se enfrenta el hom-
bre contemporáneo, todas las estructuras humanas que sostienen
nuestra vida cotidiana y, al mismo tiempo, hacer realidad la pro-
puesta del Papa Francisco de promover a una Iglesia misionera
en salida, dispuesta a “salir de la propia comodidad y atreverse a
llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio”
(EG 20), en “la dinámica del éxodo y del don, del salir de sí, del
caminar y sembrar siempre de nuevo, siempre más allá” (eg 21),
y sabiendo que es preferible “una Iglesia accidentada, herida y
manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por
el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias segurida-
des” (eg 49), atrapada en estructuras anquilosadas.
Nuestro Obispo, monseñor Francisco Javier Chavolla Ra-
mos, ha motivado nuestra opción misionera a través de su magis-
terio, de la implementación de la catequesis escolarizada y del
proceso de Revitalización de las Comunidades parroquiales, que
reclaman de la Comunidad diocesana una seria conversión perso-
nal, pastoral y estructural, para estar abiertos a las mociones del
Espíritu que suscita siempre cosas nuevas.
En este año nos disponemos a escuchar a los jóvenes, para
compartirles la riqueza de nuestra fe y acompañarles en su res-
pectivo discernimiento vocacional. La misión Diocesana en este
año 2018 estará dirigida de manera especial a los jóvenes, pero
comprendiendo su realidad social y familiar: los niños, adoles-
centes, jóvenes, matrimonios, ancianos, los pobres, marginados,
a quienes hemos de anunciarles el Evangelio, porque “Los cris-
tianos tienen el deber de anunciarlo sin excluir a nadie, no como
quien impone una nueva obligación, sino como quien comparte
una alegría, señala un horizonte bello, ofrece un banquete desea-
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ble. La Iglesia no crece por proselitismo sino «por atracción»”
(eg 14).
Convocados por la Vicaría de pastoral, distintas Comisio-
nes y Dimensiones Diocesanas de Pastoral al servicio de nuestra
Diócesis, hemos logrado hacer un equipo interdisciplinar para
proponer los materiales que hora mismo estamos poniendo en sus
manos, con el propósito de ofrecerles unas sencillas reflexiones y
propuestas de trabajo en grupos que lleven a una experiencia de
Dios y hagan crecer en el amor a Jesucristo y su Evangelio.
En cada tema hemos seguido el método ya conocido por
la Comunidad diocesana y que hemos utilizado desde el Sínodo
Diocesano, esto es, el método de Ver, Juzgar y Actuar.
Será parte del servicio pastoral del Vicarios Episcopales
de Zona pastoral y de los Decanos coordinar y animar esta pro-
puesta misionera, como auténticos testigos y maestros del men-
saje de salvación. Posteriormente, les propondremos también el
correspondiente método para evaluar por Zonas Pastorales el al-
cance de este instrumento de evangelización.

Comisión Diocesana de Pastoral Profética


Dimensión Misiones

Misión Juvenil 5
LOS JÓVENES Y SU ENTORNO SOCIAL-CULTURAL

1º VER Se pide leer a continuación el siguiente texto

Discurso del Papa Francisco en el encuentro con los jóvenes


(Estadio “José María Morelos y Pavón”, Morelia, martes 16 de
febrero de 2016).

Yo conocía las inquietudes de ustedes, porque me habían hecho


llegar el borrador de lo que más o menos iban a decir; es verdad,
para qué les voy a mentir. Pero a medida que hablaban también
iba tomando nota de cosas que me parecían importantes para que
no quedaran en el aire.
Les cuento que cuando llegué a esta tierra fui recibido con
una calurosa bienvenida, y pude constatar ahí mismo algo que sa-
bía desde hace tiempo: la vitalidad, la alegría, el espíritu festivo
del Pueblo mexicano. «Ahorita», después de escucharlos, pero es-
pecialmente después de verlos, constato nuevamente otra certeza,
algo que le dije al Presidente de la Nación en mi primer saludo.
Uno de los mayores tesoros de esta tierra mexicana tiene rostro
joven, son sus jóvenes. Sí, son ustedes la riqueza de esta tierra.
¡Cuidado! no dije la esperanza de esta tierra, dije: «Su riqueza».
La montaña puede tener minerales ricos que van a servir
para el progreso de la humanidad, es su riqueza, pero esa riqueza
hay que transformarla en esperanza con el trabajo, como hacen
los mineros cuando van sacando esos minerales. Ustedes son la
riqueza, hay que transformarla en esperanza.
Y Daniela, al final, echó un desafío y, además, también nos
dio la pista sobre la esperanza. Pero todos los que hablaron, cuan-
do marcaban las dificultades, las cosas que pasaban, afirmaban
una verdad muy grande: que «todos podemos vivir, pero no po-
demos vivir sin esperanza». Sentir el mañana, no podemos sentir
el mañana si uno primero no logra valorarse, no logra sentir que
su vida, sus manos, su historia, vale la pena. Sentir eso que Al-
berto decía, que «con mis manos, con mi corazón y con mi mente
puedo construir esperanza». Si yo no siento eso la esperanza no
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podrá entrar en mi corazón. La esperanza nace cuando se puede
experimentar que no todo está perdido, y para eso es necesario el
ejercicio de empezar «por casa», empezar por sí mismo. No todo
está perdido. No estoy perdido, yo valgo, yo valgo mucho. Les
pido silencio ahora, cada uno se contesta en su corazón: ¿Es ver-
dad que no todo está perdido? ¿Yo estoy perdido o estoy perdida?
¿Yo valgo? ¿Valgo poco, valgo mucho? La principal amenaza a
la esperanza son los discursos que te desvalorizan, te van como
chupando el valor y terminas como caído, ¿no es cierto?, como
arrugado, con el corazón triste. Discursos que te hacen sentir de
segunda, si no de cuarta. La principal amenaza a la esperanza es
cuando sientes que no le importas a nadie o que estás dejado de
lado. Esa es la gran dificultad para la esperanza: cuando en una
familia o en una sociedad o en una escuela o en un grupo de ami-
gos te hacen sentir que no les importas.
Y eso es duro es doloroso, pero eso sucede, ¿o no sucede?
¿Sí o no? [Responden: «Sí»] ¡Sí, sucede! Eso mata, eso nos ani-
quila y esa es la puerta de ingreso para tanto dolor. Pero también
hay otra principal amenaza a la esperanza –a la esperanza de que
esa riqueza, que son ustedes, crezca y dé su fruto– y es hacerte
creer que empiezas a ser valioso cuando te disfrazas de ropas,
marcas del último grito de la moda, o cuando te vuelves de pres-
tigio, importante por tener dinero pero, en el fondo, tu corazón no
cree que seas digno de cariño, digno de amor y eso tu corazón lo
intuye. La esperanza está amordazada por lo que te hacen creer,
no te la dejan surgir.
La principal amenaza es cuando uno siente que necesita
tener dinero para comprar todo, incluso el cariño de los demás. La
principal amenaza es creer que por tener un gran «carro» eres fe-
liz. ¿Es verdad esto, que por tener un gran carro eres feliz? [Res-
ponden: «No»]. Ustedes son la riqueza de México, ustedes son
la riqueza de la Iglesia. Permítanme que les diga una frase de mi
tierra: «No les estoy sobando el lomo». No los estoy adulando.
Y entiendo que muchas veces se vuelve difícil sentirse la riqueza
cuando nos vemos continuamente expuestos a la pérdida de ami-
gos o de familiares en manos del narcotráfico, de las drogas, de
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organizaciones criminales que siembran el terror. Es difícil sentir-
se la riqueza de una nación cuando no se tienen oportunidades de
trabajo digno –Alberto, lo expresaste claramente–, posibilidades
de estudio y capacitación, cuando no se sienten reconocidos los
derechos que después terminan impulsándolos a situaciones lími-
tes. Es difícil sentirse la riqueza de un lugar cuando, por ser jóve-
nes, se los usa para fines mezquinos, seduciéndolos con promesas
que al final no son reales, son burbujas de jabón. Y es difícil sen-
tirse ricos así. La riqueza la llevan adentro y la esperanza la llevan
adentro; pero no es fácil, por todo esto que les estoy diciendo, que
es lo que dijeron ustedes: faltan oportunidades de trabajo y de
estudio –dijo Roberto y Alberto–. Pero, pese a todo esto, no me
voy a cansar de decirlo: ustedes son la riqueza de México.
Roberto, tú dijiste una frase que se me escapó cuando leí
tu apunte, pero que quiero detenerme en ella. Tú hablaste de ha-
ber perdido algo, y no dijiste: «Perdí el celular, perdí la billetera
con dinero, perdí el tren porque llegué tarde». Dijiste: «Perdimos
el encanto de disfrutar del encuentro». Perdimos el encanto de ca-
minar juntos, perdimos el encanto de soñar juntos y para que esta
riqueza, movida por la esperanza, vaya adelante, hay que caminar
juntos, hay que encontrarse, hay que soñar. No pierdan el encanto
de soñar. Atrévanse a soñar. Soñar, que no es lo mismo que ser
dormilones, eso no, ¿eh?
Y no crean que les digo esto –de que ustedes son la rique-
za de México y que esa riqueza con la esperanza va adelante–
porque soy bueno, o porque tengo claridad en lo que quiero, no
queridos amigos, no es así. Les digo esto y estoy convencido; y,
¿saben por qué? Porque, como ustedes, creo en Jesucristo. Y creo
que Daniela fue muy fuerte cuando nos habló de esto. Yo creo en
Jesucristo, y por eso les digo esto. Él es quien renueva continua-
mente en mí la esperanza, es Él quien renueva continuamente mi
mirada. Es Él quien despierta en mí, o sea, en cada uno de noso-
tros, el encanto de disfrutar, el encanto de soñar, el encanto de tra-
bajar juntos. Es Él quien continuamente me invita a convertir el
corazón. Sí, amigos míos, les digo esto porque en Jesús yo encon-
tré a Aquel que es capaz de encender lo mejor de mí mismo. Y es
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de su mano que podamos hacer camino, es de su mano que una y
otra vez podemos volver a empezar, es de su mano que podemos
decir: Es mentira que la única forma de vivir, de poder ser joven,
es dejando la vida en manos del narcotráfico o de todos aquellos
que lo único que están haciendo es sembrar destrucción y muerte.
Eso es mentira y lo decimos de la mano de Jesús. Es también de la
mano de Jesús, de Jesucristo, el Señor, que podemos decir que es
mentira que la única forma que tienen de vivir los jóvenes aquí es
la pobreza, la marginación; en la marginación de oportunidades,
en la marginación de espacios, en la marginación de la capacita-
ción y educación, en la marginación de la esperanza.
Es Jesucristo el que desmiente todos los intentos de hacer-
los inútiles, o meros combatientes de ambiciones ajenas. Son las
ambiciones ajenas las que a ustedes los marginan, para usarlos en
todas estas cosas que yo dije –que saben– y que terminan en la des-
trucción. Y el único que me puede tener bien fuerte de la mano es
Jesucristo; Él hace que ésta riqueza se transforme en esperanza.
Me han pedido una palabra de esperanza, la que tengo
para decirles, la que está en la base de todo, se llama Jesucristo.
Cuando todo parezca pesado, cuando parezca que se nos viene
el mundo encima, abracen su cruz, abrácenlo a Él y, por favor,
nunca se suelten de su mano, aunque los esté llevando adelante
arrastrando; y, si se caen una vez, déjense levantar por Él. Los
alpinistas tienen una canción muy linda, que a mí me gusta repe-
tírsela a los jóvenes –mientras suben van cantando–: «En el arte
de ascender el triunfo no está en no caer sino en no permanecer
caído». Ese es el arte, y, ¿quién es el único que te puede agarrar
de la mano para que no permanezcas caído? Jesucristo, el único.
Jesucristo que, a veces, te manda un hermano para que te hable y
te ayude. No escondas tu mano cuando estás caído, no le digas:
«No me mires que estoy manchado o manchada. No me mires que
ya no tengo remedio». Solamente, déjate afianzar la mano y afián-
zate a esa mano, y la riqueza que tienes adentro, sucia, manchada,
dada por perdida, va a empezar, a través de la esperanza, a dar su
fruto. Pero siempre afianzado de la mano de Jesucristo. Ese es el
camino, no se olviden: «En el arte de ascender el triunfo no está
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en no caer sino en no permanecer caído». No se permitan per-
manecer caídos ¡Nunca! ¿De acuerdo! Y si ven un amigo o una
amiga que se pegó un resbalón en la vida y se cayó, ve y ofrécele
la mano, pero ofrécesela con dignidad. Ponte al lado de él, al lado
de ella, escúchalo, no le digas: «Te traigo la receta». No, como
amigo, despacito, dale fuerza con tus palabras, dale fuerza con la
escucha, esa medicina que se va olvidando: la «escuchoterapia».
Déjalo hablar, déjalo que te cuente, y entonces, poquito a
poco, te va a ir extendiendo la mano, y tú lo vas a ayudar en nom-
bre de Jesucristo. Pero si vas de golpe y le empiezas a predicar,
y a darle y a darle, pues, pobrecito, lo vas a dejar peor que como
estaba. ¿Está claro? [Responden: «Sí»]. Nunca se suelten de la
mano de Jesucristo, nunca se aparten de Él; y, si se apartan, se
levantan y sigan adelante. Él comprende lo que son estas cosas.
Porque de la mano de Jesucristo es posible vivir a fondo, de su
mano es posible creer que la vida vale la pena, que vale la pena
dar lo mejor de sí, ser fermento, ser sal y luz en medio de los ami-
gos, en medio del barrio, en medio de la comunidad, en medio de
la familia.
Después, Rosario, voy a hablar un poquito de esto que tú
dijiste de la familia. Por esto, queridos amigos, de la mano de Jesús
les pido que no se dejen excluir, no se dejen desvalorizar, no se de-
jen tratar como mercancía. Jesús nos dio un consejo para esto, para
no dejarnos excluir, para no dejarnos desvalorizar, para no dejarnos
tratar como una mercancía: «Sean astutos como serpientes y humil-
des como palomas». Las dos virtudes juntas. A los jóvenes viveza
no les falta, a veces, les falta la astucia para que no sean ingenuos.
Las dos cosas: astutos pero sencillos, bondadosos. Es cierto que
por este camino quizás que no tendrán el último carro en la puerta,
no tendrán los bolsillos llenos de dinero, pero tendrán algo que na-
die nunca podrá sacarles, que es la experiencia de sentirse amados,
abrazados, acompañados. Es el encanto de disfrutar del encuentro,
el encanto de soñar en el encuentro de todos.
Es la experiencia de sentirse familia, de sentirse comuni-
dad. Y es la experiencia de poder mirar al mundo a la cara, con
la frente alta, sin el carro, sin el dinero, pero con la frente alta: la
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dignidad. Tres palabras que las vamos a repetir: Riqueza, porque
se la dieron; Esperanza, porque queremos abrirnos a la esperanza;
Dignidad. Repetimos: Riqueza, esperanza y dignidad. La riqueza
que Dios les dio a ustedes. Ustedes son la riqueza de México. La
esperanza que les da Jesucristo y la dignidad que les da el no de-
jarse «sobar el lomo» y ser mercancía para los bolsillos de otros.
Hoy el Señor los sigue llamando, los sigue convocando, al igual
que lo hizo con el indio Juan Diego. Los invita a construir un
santuario. Un santuario que no es un lugar físico, sino una co-
munidad, un santuario llamado parroquia, un santuario llamado
Nación. La comunidad, la familia, el sentirnos ciudadanos, es uno
de los principales antídotos contra todo lo que nos amenaza, por-
que nos hace sentir parte de esta gran familia de Dios. No para
refugiarnos, para encerrarnos, para escaparnos de las amenazas
de la vida o de los desafíos, al contrario, para salir a invitar a
otros; para salir a anunciar a otros que ser joven en México es la
mayor riqueza y, por lo tanto, no puede ser sacrificada. Y porque
la riqueza es capaz de tener esperanza y nos da dignidad. Otra vez
las tres palabras: riqueza, esperanza y dignidad. Pero riqueza, esa
que Dios nos dio y que tenemos que hacer crecer.
Jesús, el que nos da la esperanza, nunca nos invitaría a ser
sicarios, sino que nos llama discípulos, nos llama amigos. Jesús
nunca nos mandaría a la muerte, sino que todo en Él es invitación
a la vida. Una vida en familia, una vida en comunidad; una fami-
lia y una comunidad a favor de la sociedad. Y aquí, Rosario, reto-
mo lo que tú dijiste, una cosa tan linda: «En la familia se aprende
cercanía». Se aprende solidaridad, se aprende a compartir, a dis-
cernir, a llevar adelante los problemas unos de otros, a pelearse
y a arreglarse, a discutir y a abrazarse, y a besarse. La familia es
la primera escuela de la Nación, y en la familia está esa riqueza
que tienen ustedes. La familia es quien custodia esa riqueza, en
la familia van a encontrar esperanza, porque está Jesús, y en la
familia van a tener dignidad. Nunca, nunca dejen de lado la fami-
lia; la familia es la piedra de base de la construcción de una gran
Nación. Ustedes son riqueza, tienen esperanza y sueñan –también
Rosario habló de soñar–. ¿Ustedes sueñan con tener una familia?
Misión Juvenil 11
[Responden: «Sí»]. Queridos hermanos, ustedes son la riqueza de
este País y, cuando duden de eso, miren a Jesucristo, que es la es-
peranza, el que desmiente todos los intentos de hacerlos inútiles,
o meros mercenarios de ambiciones ajenas. Les agradezco este
encuentro y les pido que recen por mí. Gracias.

2º JUZGAR Se les invita a contestar las siguientes preguntas:


1) ¿Qué te llama la atención del Discurso del Papa Francisco?
2) Además de lo que dice el Papa Francisco, ¿qué otras pro-
blemáticas descubres o ves en tu entorno, y que afectan a los
jóvenes?

3º ACTUAR Se invita a los jóvenes a conocer las problemáticas de


los jóvenes de su Comunidad, proponiéndoles tener un encuentro
con diez jóvenes para aplicarles una encuesta. Después de realizar
este ejercicio se les invita a una segunda reunión en la siguiente
semana para comentar entre todos los resultados obtenidos.

ENCUESTA
Te pedimos que nos ayudes a contestar las siguientes preguntas:
1. ¿Cuáles son las tres problemáticas más graves que experi-
mentan los jóvenes en tu entorno?
2. ¿Qué causas originan estas problemáticas?
3. ¿Qué podemos hacer los jóvenes para cambiar esta realidad?
4. ¿Estarías dispuesto a reunirte con otros jóvenes para cam-
biar esta realidad?

Comisión Diocesana de Pastoral Social

12 Misión Juvenil
LA RESPONSABILIDAD DE LA FAMILIA EN EL
DESARROLLO, MADUREZ INTEGRAL Y MISON
DEL JOVEN

1º VER Se comparte la siguiente reflexión.

La familia que ha recibido la fe, comparte con otras a la fe que


recibió. La Familia Cristiana es por si misma misionera. Los es-
posos deben vivir por si mismos y hacer vivir a sus hijos su ser
Iglesia que no debe conocer fronteras, pues su vocación es ser
sacramento universal de salvación.
Sin embargo, se ha dado una falta de compromiso por res-
ponder a las necesidades de la formación integral de los jóvenes;
pareciera que en muchos momentos se les ha dejado esta tarea
más a las instituciones, sobre todo el área intelectual y humana,
ya no digamos la religiosa, olvidándose de las demás áreas, los
valores, la ética, la espiritualidad etc.
La población joven de 15 a 29 años, según INEGI, constituye un
sector altamente vulnerable, porque carece de oportunidades para
acceder a la educación media superior y universitaria; es víctima
del desempleo a causa de la edad y falta de experiencia; sufre
discriminación cultural. Muchos jóvenes están solos y son presa
fácil de las adicciones y del narcotráfico, incluso va penetrando
el crimen organizado entre ellos. Hay quienes viven el embarazo
(deseado o no), siendo adolescentes; muchos sufren las agresio-
nes en bullying: físico, verbal, sexual, como también el Brand bu-
llying que es una forma de acoso que se basa en el temor de niños
y adolescentes a ser rechazados por el grupo, cuando alguno no
lleva ropa de marca, cuando utiliza un celular pasado de moda. El
riesgo de sentirse excluido hace estragos en la población juvenil,
creándoles complejos, pero también causa un daño enorme en los
padres, pues éstos sufren el ver a sus hijos repudiados por los de-
más; se sienten responsables con cargo de conciencia que no les
deja vivir en paz. Se ven obligados a satisfacer los deseos de los
hijos, de forma consensuada, y es cuando deciden tomar cartas
en el asunto. Para salir de estos problemas, los padres tienen que
Misión Juvenil 13
trabajar duramente, ocasionando así el descuido de la educación
integral de los hijos.
El peligro más grande en que los papás caen es hacer
todo lo que pueden por satisfacer las peticiones de sus hijos, para
que alcancen el estatus social según el ambiente en el que viven.
Como los padres dedican más tiempo a trabajar, se devalúa la
atención para la familia, restando calidad en la educación de los
hijos. El padre suple con regalos el desencanto infantil y juvenil
de su ausencia. La madre se ve obligada a contrarrestar los capri-
chos del papá.
Los jóvenes no quieren saber de instituciones eclesiales,
aunque mantienen cierta relación a distancia con Dios, en la fe.
Muy frecuentemente se niegan a participar en los sacramentos o
en la vida religiosa y va en aumento el número de los que olvidan
la fe y la relación con Dios, sin ninguna inquietud. Tienen un
crecimiento físico e incluso intelectual, pero con un gran vacío en
valores, que los mantiene inmaduros integralmente. Los papás
no se atreven a llamarles la atención por miedo a sus reacciones
negativas y así prefieren vivir una indiferencia espiritual.
De nadie es ignorado que uno de los males del siglo XXI
es la desintegración familiar causada por la migración, los divor-
cios, la ambición y los problemas económicos. La desintegra-
ción familiar trae como consecuencia problemas que van desde
la delincuencia, violaciones, drogadicción, hasta la prostitución.
Cuando existe desintegración familiar cada miembro se ve afec-
tado, especialmente en cuanto a pérdida de identidad y baja au-
toestima. De estos dos se derivan el uso de drogas, amigos no
adecuados, actividades incorrectas, prostitución, problemas con-
ductuales, desde pasividad hasta agresividad, todo especialmente
en niños y adolescentes, que siempre son los más afectados.

2º JUAZGAR Se comparten los nn. 262- 290 de Amoris Laetitia

Los padres de familia tienen la misión y tarea de sembrar en sus


hijos, desde la más tierna edad, las semillas de los valores y las
virtudes humanas fundamentales que necesitan en la formación
14 Misión Juvenil
de la personalidad, a lo largo de todos sus procesos de desarro-
llo y crecimiento, como personas responsables de sí. El apóstol
Pablo decía: “Padres no hagan de sus Hijos unos rebeldes, sino
más bien edúquenlos usando las correcciones y advertencias que
puede inspirar el Señor” (ef 6, 4).
La educación de los hijos, como ya se ha señalado, es un
derecho–deber de los padres de familia que es irrenunciable e
insustituible. A ellos les compete la educación de los hijos. No
pueden renunciar a ser lugar de sostén, de acompañamiento, de
guía, aunque deban reinventar sus métodos y encontrar nuevos
recursos. Necesitan plantearse a qué quieren exponer a sus hijos.
Para ello, han de preguntarse constantemente quiénes se ocupan
de darles diversión y entretenimiento, quiénes entran en sus ha-
bitaciones a través de las pantallas. El abandono nunca es sano.
Los padres deben orientar y prevenir a los niños y adolescentes
para que sepan enfrentar situaciones donde pueda haber riesgos;
lo que interesa sobre todo es generar en el hijo, con mucho amor,
procesos de maduración de su libertad, de capacitación, de cre-
cimiento integral, de cultivo de la auténtica autonomía. La edu-
cación entraña la tarea de promover libertades responsables, que
opten en la coexistencia de los sentido con la inteligencia; perso-
nas que comprendan que su vida y la de su comunidad está en sus
manos y que esa libertad es un don inmenso.
Aunque los padres necesitan de la escuela para asegurar
una instrucción básica de sus hijos, nunca pueden delegar com-
pletamente su formación moral a ésta. El desarrollo afectivo y
ético de una persona requiere de una experiencia fundamental:
creer que los propios padres son dignos de confianza. Esto cons-
tituye una responsabilidad educativa: generar confianza en los
hijos con el afecto y el testimonio. El abandono afectivo provoca
en los hijos un dolor más íntimo que una eventual corrección que
reciban por una mala acción.
La tarea de los padres incluye una educación de la volun-
tad y un desarrollo de hábitos buenos e inclinaciones afectivas a
favor del bien. El deseo de adaptarse a la sociedad, o el hábito
de renunciar a una satisfacción inmediata para adaptarse a una
Misión Juvenil 15
norma y asegurarse una buena convivencia, es ya en sí mismo un
valor inicial que crea disposiciones para trascender luego hacia
valores más altos. La formación moral debería realizarse siempre
con métodos activos y con un diálogo educativo, de tal manera
que el hijo pueda llegar a descubrir por sí mismo la importancia
de determinados valores, principios y normas. Es necesario de-
sarrollar hábitos. También las costumbres adquiridas desde niños
tienen una función positiva, ayudando a que los grandes valores
interiorizados se traduzcan en comportamientos externos sanos y
estables. La educación moral es un cultivo de la libertad a través
de propuestas, motivaciones, aplicaciones prácticas, estímulos,
premios, ejemplos, modelos, símbolos, reflexiones, exhortacio-
nes. La vida virtuosa, por lo tanto, construye la libertad, la for-
talece y la educa, evitando que la persona se vuelva esclava de
inclinaciones compulsivas deshumanizantes y antisociales. Es in-
dispensable sensibilizar al niño, al adolescente o al joven para que
advierta que las malas acciones tienen consecuencias. Hay que
despertar la capacidad de ponerse en el lugar del otro y dolerse
por su sufrimiento cuando se le ha hecho daño. La corrección es
un estímulo cuando también se valoran y se reconocen los esfuer-
zos y cuando el hijo descubre que sus padres mantienen viva una
paciente confianza. Un niño, adolescente o joven corregido en
el momento con amor se siente tenido en cuenta, percibe que es
alguien, advierte que sus padres reconocen sus posibilidades.
Hay que saber encontrar un equilibrio entre dos extremos
igualmente nocivos: uno sería pretender construir un mundo a
medida de los deseos del hijo, que crece sintiéndose sujeto de
derechos pero no de responsabilidades. El otro extremo sería lle-
varlo a vivir sin conciencia de su dignidad, de su identidad única
y de sus derechos, torturado por los deberes y pendiente de rea-
lizar los deseos ajenos. El camino ordinario es proponer peque-
ños pasos que puedan ser comprendidos, aceptados y valorados,
e impliquen una renuncia proporcionada. La familia es la primera
escuela de los valores humanos, en la que se aprende el buen uso
de la libertad. Hay inclinaciones desarrolladas en la niñez, que
impregnan la intimidad de una persona y permanecen toda la vida
16 Misión Juvenil
como una emotividad favorable hacia un valor o como un rechazo
espontáneo de determinados comportamientos.
La familia es el ámbito de la socialización primaria, porque
es el primer lugar donde se aprende a colocarse frente al otro, a es-
cuchar, a compartir, a soportar, a respetar, a ayudar, a convivir. La
tarea educativa tiene que despertar el sentimiento del mundo y de la
sociedad como hogar, es una educación para saber «habitar», más
allá de los límites de la propia casa. No hay lazo social sin esta pri-
mera dimensión cotidiana, casi microscópica: el estar juntos en la
vecindad, cruzándonos en distintos momentos del día, preocupán-
donos por lo que a todos nos afecta, socorriéndonos mutuamente en
las pequeñas cosas cotidianas. El encuentro educativo entre padres
e hijos puede ser facilitado o perjudicado por las tecnologías de
la comunicación y la distracción, cada vez más sofisticadas. Pero
debe quedar claro que no sustituyen ni reemplazan la necesidad del
diálogo más personal y profundo que requiere del contacto físico, o
al menos de la voz de la otra persona.
Para favorecer una educación integral necesitamos «rea-
vivar la alianza entre la familia y la comunidad cristiana». Las es-
cuelas católicas deben asumir la misión de ayudar a los alumnos
a crecer como adultos maduros que pueden ver el mundo a través
de la mirada de amor de Jesús y comprender la vida como una
llamada a servir a Dios, en el prójimo.
La educación sexual brinda información, pero sin olvidar
que los niños y los jóvenes no han alcanzado una madurez plena.
La información debe llegar en el momento apropiado y de una
manera adecuada a la etapa que viven. Los jóvenes están bom-
bardeados por mensajes que no buscan su bien ni su maduración.
Hace falta ayudarles a reconocer y a buscar las influencias posi-
tivas, al mismo tiempo que tomen distancia de todo lo que des-
figura su capacidad de amar. Con frecuencia la educación sexual
se concentra en la invitación a «cuidarse», procurando un «sexo
seguro». Es irresponsable toda invitación a los adolescentes a que
jueguen con sus cuerpos y deseos, como si tuvieran la madurez,
los valores, el compromiso mutuo y los objetivos propios del ma-
trimonio. Es importante más bien enseñarles un camino en torno
Misión Juvenil 17
a las diversas expresiones del amor, al cuidado mutuo, a la ternura
respetuosa, a la comunicación rica de sentido. La educación se-
xual debería incluir también el respeto y la valoración de la diferen-
cia, que muestra a cada uno la posibilidad de superar el encierro en
los propios límites para abrirse a la aceptación del otro.
La educación de los hijos debe estar marcada por un ca-
mino de transmisión de la fe, que se dificulta por el estilo de vida
actual. Sin embargo, el hogar debe seguir siendo el lugar donde
se enseñe a percibir las razones y la hermosura de la fe, a rezar y a
servir al prójimo. Esto comienza en el bautismo, donde, como de-
cía san Agustín, las madres que llevan a sus hijos «cooperan con el
parto santo». Después comienza el camino del crecimiento de esa
vida nueva. La fe es don de Dios, recibido en el bautismo, y no es el
resultado de una acción humana, pero los padres son instrumentos
de Dios para su maduración y desarrollo. Los padres que acompa-
ñan la fe de sus hijos están atentos a sus cambios, porque saben que
la experiencia espiritual no se impone, sino que se propone a su
libertad. Es fundamental que los hijos vean de una manera concreta
que para sus padres la oración es realmente importante.
Los hijos que crecen en familias misioneras a menudo
se vuelven misioneros, si los padres saben vivir esta tarea de tal
modo que los demás les sienten cercanos y amigables, los hijos
crecen aprendiendo ese modo de relacionarse con el mundo, sin
renunciar a su fe y a sus convicciones. Recordemos que el mismo
Jesús comía y bebía con los pecadores (Cfr. Mc 2,16; Mt 11,19),
podía detenerse a conversar con la samaritana (Cfr. Jn 4,7-26). La
familia se convierte en sujeto de la acción pastoral mediante el
anuncio explícito del Evangelio y el legado de múltiples formas
de testimonio, entre las cuales: la solidaridad con los pobres, la
apertura a la diversidad de las personas, la custodia de la creación,
la solidaridad moral y material hacia las otras familias, sobre todo
hacia las más necesitadas, el compromiso con la promoción del
bien común, incluso mediante la transformación de las estructuras
sociales injustas, a partir del territorio en el cual la familia vive,
practicando las obras de misericordia corporales y espirituales.

18 Misión Juvenil
3º ACTUAR

Se promueven grupos de padres de familia con miras a capacitar-


se para educar a sus hijos; grupos de diálogo intra–familiar para
crecimiento relacional y educativo.
Se promueven acciones comprometidas de los jóvenes
para encontrar a Jesús en sus realidades y ofrecer sus cualidades
al servicio de los demás.
Se forman grupos de vida para apoyo de su crecimiento
y desarrollo integral, donde se cultive el sentido misionero y el
compromiso evangelizador de la familia.
Se proponen encuentros periódicos de formación como
familias evangelizadoras, y de revisión periódica de familias o
interfamiliar.

Comisión Diocesana para Familia, Vida, Adolescentes–Jóvenes


y Laicos Dimensión Familia

Misión Juvenil 19
EDUCANDO PERSONAS, RECONSTRUYENDO
FAMILIAS, REGENERANDO EL TEJIDO SOCIAL

1º VER Se comparte la siguiente reflexión

En tercer Instrumentum Laboris del Proyecto Global Pastoral de


la Conferencia del Episcopado Mexicano, hacia el 20131-2033,
en su número 21 se concretiza la realidad en el ámbito educativo,
y se señalan los siguientes retos: No tenemos todavía una edu-
cación integral y de calidad; la reforma educativa no ha resuelto
los desafíos educativos, está atorada en asuntos administrativos y
laborales; los padres de familia, los maestros y la misma sociedad
están ausentes en los temas fundamentales de la educación; exis-
ten iniciativas importantes, pero carecen de apoyo y promoción.
Es triste el rezago educativo en zonas con población indígena.
Ante esta realidad, será necesario enriquecer, profundizar y forta-
lecer el aprendizaje de líderes educativos, puesto que esto incidirá
como factor fundamental en la calidad e integralidad educativa de
los centros de formación, en todos los niveles.
La influencia mediática en los jóvenes es nociva, fomenta
el ocio, la inactividad, promueve antivalores, como la falta de res-
peto a sí mismos, y a los compañeros, incluso a la propia familia;
promueve el delirante individualismo, por lo que también será
necesario promover la cultura del aprendizaje interdisciplinar.
La complejidad de las personas en el contexto actual, es-
pecialmente el mundo de los jóvenes, requiere una educación
diferenciada e interdisciplinar con fines que trasciendan la utili-
dad económica, y centren su atención en el ser de las personas,
el saber hacer (técnica) y la incidencia social (regeneración del te-
jido social). El reto educativo en nuestro país, y concretamente en
nuestra Diócesis, mirando la realidad de los jóvenes, plantea la
necesidad de implementar una estrategia interdisciplinar que per-
mita propiciar el intercambio entre el bagaje cultural de la Iglesia
y los modelos educativos actuales, en orden al enriquecimiento y
aprovechamiento de recursos para la formación de los jóvenes y
su incidencia constructiva en la sociedad.
20 Misión Juvenil
Observamos la necesidad de adoptar un modelo antropo-
lógico–ético–social que sustente toda iniciativa educativa, y con-
sidere todas las dimensiones de la persona, desde los aspectos
físicos y psicológicos hasta los tecnológicos y científicos.
Es importante subsanar lagunas en el desarrollo humano,
técnico y profesional de los jóvenes, mediante programas de ac-
tualización, profundización y proyección social, asumiendo como
tarea primordial la generación de subsidios y la creación de cen-
tros de ayuda adecuados para todas las edades, y de manera espe-
cial en la etapa de la juventud, como una necesidad específica de
nuestras Comunidades.

2º JUZGAR Se les propone la siguiente reflexión

Es fundamental educar en el diálogo y para el diálogo. El Papa


Francisco en el número 242 de la Evangelii Gaudium exhorta y
precisa que el diálogo entre ciencia y fe es parte de la acción
evangelizadora que pacifica: “La Iglesia propone un camino de
síntesis entre el uso responsable de las metodologías propias de
las ciencias empíricas, y otros saberes como la filosofía, la teolo-
gía, y la misma fe, que eleva al ser humano hasta el misterio que
trasciende la naturaleza y la inteligencia humana… La evangeli-
zación está atenta a los avances científicos para iluminarlos a la
luz de la fe y de la ley natural, en orden a procurar que siempre se
respete la centralidad y el valor supremo de la persona humana
en todas las fases de su existencia. Toda la sociedad puede verse
enriquecida gracias a este diálogo que abre nuevos horizontes al
pensamiento y amplía las posibilidades de la razón”.
En el itinerario dialogal en pro de la educación que esta-
mos llamados a liderar como Comunidades cristianas, no puede
dejar de reconocer que la “apertura a la trascendencia” es una
dimensión de la vida humana, por lo que, la formación integral de
los jóvenes reclama inclusión de contenidos religiosos”; esto per-
mite a los niños, adolescentes y jóvenes apreciar con recta con-
ciencia los valores morales y adherirse libremente a ellos. Nos
toca velar porque a la juventud no se le prive de este sagrado
Misión Juvenil 21
derecho. A los fieles que asisten a escuelas públicas de gestión
estatal, como Comunidad parroquial estamos llamados a acom-
pañarles a través de otras instancias formativas en la Comunidad,
y alentar a profesores católicos que trabajan en escuelas públicas
para brindarles formación doctrinal y pedagógica (cfr. Documento
de Aparecida nn. 481-883).

3º ACTUAR

Se les propone que, como parte de la Misión Evangelizadora de


la Comunidad parroquial, su cuide la realidad de la educación, de
modo tal que nos podamos convertir en agentes de cambio.

a) Se pide que algunas personas, a través del diálogo, entren en


contacto directo con la realidad de los estudiantes, con sus sue-
ños y carencias, con sus legítimas inquietudes, y con los maes-
tros. Traerán los resultados de su acercamiento a esta realidad en
la siguiente reunión, proponiendo una fecha para la misma.

b) Se compromete a un grupo de personas para que busquen co-


nocer la estructura formativa de las secundarias y preparatoria,
de manera que sepan cuáles son los programas educativos. Com-
partirán los resultados de su investigación en una reunión pos-
terior que previamente acuerden. En esa reunión se propiciará
una aportación a los contenidos de estos programas educativos,
desde la visión católica. Se insistirá en centrar la educación en la
persona, educable y re–educable, y en el fortalecimiento de los
procesos de acompañamiento, asumiendo los riesgos junto con
maestros, padres de familia, y a la misma sociedad.

Comisión Diocesana de Pastoral Profética


Dimensión Pastoral de la Educación

22 Misión Juvenil
EL JOVEN EN LA BIBLIA

1º VER Se comparte esta breve reflexión.

Contexto actual del Joven

Jóvenes, la Iglesia confía en ustedes, la Iglesia quiere acompañar-


los y quiere estimular su participación en la construcción de un
mundo mejor. Hoy más que nunca, ustedes son la esperanza de la
Iglesia. Hoy quiero compartir con ustedes esta frase, espero que
no se les olvide nunca: "el futuro tiene nombre: Juventud". Con
esta consigna, a lo largo de 25 años, el Papa Juan Pablo II dio a los
jóvenes un lugar preponderante. Constantemente nos llegan los
ecos de sus mensajes, cargados de ilusiones y esperanza.
Jóvenes, manos a la obra, a crear las consignas que como
cristianos y como ciudadanos debemos poner en práctica, abrien-
do paso para que su fuerza renovadora se deje sentir en la cons-
trucción de una sociedad más humana, para que los jóvenes sigan
siendo la fuerza renovadora de la Iglesia y la esperanza del mun-
do (Papa Francisco).

2º JUSZGAR Iluminación Bíblica (I Sam 3, 1-3). Se leen algunos


pasajes bíblicos sobre las características de algunos jóvenes en la
Biblia, haciendo un breve comentario.

“El joven Samuel servía al Señor en la presencia de Elí. La pala-


bra del Señor era rara en aquellos días, y la visión no era frecuen-
te. Un día, Elí estaba acostado en su habitación. Sus ojos comen-
zaban a debilitarse y no podía ver. La lámpara de Dios aún no se
había apagado, y Samuel estaba acostado en el Templo del Señor,
donde se encontraba el Arca de Dios. El Señor llamó a Samuel, y
él respondió: «Aquí estoy». Samuel fue corriendo adonde estaba
Elí y le dijo: «Aquí estoy, porque me has llamado». Pero Elí le
dijo: «Yo no te llamé; vuelve a acostarte». Y él se fue a acostar.

Misión Juvenil 23
El Señor llamó a Samuel una vez más. Él se levantó, fue adonde
estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy, porque me has llamado». Elí le
respondió: «Yo no te llamé, hijo mío; vuelve a acostarte». Samuel
aún no conocía al Señor, y la palabra del Señor todavía no le ha-
bía sido revelada. El Señor llamó a Samuel por tercera vez. Él se
levantó, fue adonde estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy, porque me
has llamado». Entonces Elí comprendió que era el Señor el que
llamaba al joven, y dijo a Samuel: «Ve a acostarte, y si alguien
te llama, tú dirás: Habla, Señor, porque tu servidor escucha».
Y Samuel fue a acostarse en su sitio. Entonces vino el Señor, se
detuvo, y llamó como las otras veces: «¡Samuel, Samuel!». El
respondió: «Habla, porque tu siervo escucha». El Señor dijo a
Samuel: «Mira, voy a hacer una cosa en Israel, que a todo el que
la oiga le zumbarán los oídos»”.

Habla Señor… El sacerdote Elí comprendió que Samuel escu-


chaba la voz de Dios, y le enseñó a responderle con una simple
frase: “habla que tu siervo escucha”. El Joven está llamado des-
de el fondo de su corazón a invitar a Dios a que platique con él; la
actitud debe ser de apertura a lo que él diga. Dile tú para empezar:
“Señor tu eres grande y poderoso, y sin embargo quieres dialogar
conmigo. Estoy listo para escuchar lo que me digas”.
Que tu siervo… Expresa al Señor tu realidad, dile cómo
eres y cuál es tu relación con Él: “Señor soy tu siervo (a); deseo
hacer lo que tú quieras, concédeme comprender cómo quieres que
te sirva a ti y a mis hermanos”.
Escucha... Manifiesta a Dios tu deseo de escuchar su pa-
labra y ponerla en práctica. Dile: “mi Dios, no quiero vivir igno-
rándote. Quiero ser autentico y que tu mensaje sea mi guía y la
energía de mi vida”.

¿Cuáles son algunas características del Joven, según la Sagrada


Escritura?

 Abel: “le ofreció las primicias y lo mejor de su rebaño.


El Señor miró con agrado a Abel y su ofrenda” (Gen 4, 4).
24 Misión Juvenil
Abel hacía sus labores con rectitud de vida, para agradar a
Dios y a sus padres.

 Caín: “presentó como ofrenda al Señor algunos frutos


del suelo, pero el Señor no miró a Caín ni su ofrenda. Caín
se mostró muy resentido y agachó la cabeza. El Señor le
dijo: «¿Por qué estás resentido y tienes la cabeza baja? Si
obras bien podrás mantenerla erguida; si obras mal, el pe-
cado está agazapado a la puerta y te acecha, pero tú debes
dominarlo»” (Gén 4, 3. 5-7). No tuvo una actitud de buen co-
razón y de obediencia a Dios, sólo quería quedar bien con-
sigo mismo, sin importar la voluntad de Dios y sin ser un
auténtico apoyo para su familia, cayendo en un servilismo.
 José: “Como José era apuesto y de buena presencia, des-
pués de un tiempo, la esposa de su patrón fijó sus ojos en él
y le dijo: «Acuéstate conmigo». Pero él se negó y respondió
a la mujer: «Teniéndome a mí, mi patrón ya no piensa en los
asuntos de su casa, porque me ha confiado todo lo que po-
see. El mismo no ejerce más autoridad que yo en esta casa,
y no me ha impuesto ninguna restricción, fuera del respeto
que te es debido, ya que eres su esposa. ¿Cómo entonces
voy a cometer un delito tan grave y a pecar contra Dios? Y
por más que ella lo instigaba día tras día, él no accedió a
acostarse con ella y a ser su amante» (Gén 39, 7-10). La ac-
titud de rectitud ante el Señor por parte de José, era porque
estaba el Señor con él y todo le salía bien y hacía prosperar
todo cuanto el emprendía; y no permitió que cayera en la
infidelidad a su amo. Él se negó y respondió a la mujer:
«Teniéndome a mí, mi patrón ya no piensa en los asuntos
de su casa, porque me ha confiado todo lo que posee. El
mismo no ejerce más autoridad que yo en esta casa, y no me
ha impuesto ninguna restricción, fuera del respeto que te es
debido, ya que eres su esposa. ¿Cómo entonces voy a co-
meter un delito tan grave y a pecar contra Dios?» (Gén, 39,
8-9). José sabía muy bien cuál era su papel dentro de lo que
le habían encomendado. En este tiempo muchos jóvenes se
Misión Juvenil 25
pierden en los vicios del mundo sin conocer al Señor, deján-
dolo fuera de su vida; como consecuencia pueden vivir toda
adversidad que los lleve destruir su propia vida.
 Juan: “Uno de ellos –el más joven al que Jesús amaba–
estaba reclinado muy cerca de Jesús” (Jn 13, 23). Juan era
el apóstol más cercano a Jesús, que por la experiencia de
vida que tiene con él, solo quiere permanecer unido a él. El
sentido de reclinarse habla del profundo amor y convicción
que Jesús había formado en él, y que eso le ayudaba para
ser un testigo insigne del Señor.
 Timoteo: “Porque tengo presente la sinceridad de tu fe,
esa fe que tuvieron tu abuela Loide y tu madre Eunice, y
estoy convencido de que tú también tienes” (2Tim 1, 5). Ti-
moteo tiene un gran sentido de pertenencia a su familia, y
como joven es capaz de mostrar con sus actitudes de vida
una fe sincera y trasparente. Hoy para el joven es muy im-
portante tener en cuenta la raíz de su vida que está en su
familia y que su fe sólo se puede atestiguar en las actitudes
ordinarias de su vida.

3º ACTUAR

Se plantean las siguientes preguntas con el propósito de hacer


conciencia de la manera cómo han procedido los jóvenes presen-
tados en los textos bíblicos, cómo proceden los jóvenes hoy, y
asumir compromisos concretos para poder proceder de la mejor
manera en este momento de la historia.

¿Qué enseñanza nos deja al contemplar las actitudes de los


jóvenes en la Sagrada Escritura?

¿Cuál es la actitud de estos jóvenes ante la escucha del lla-


mado de Dios?

¿Cuál es su respuesta?

26 Misión Juvenil
¿Yo, cómo le respondo a Dios desde mi etapa de juventud?

¿Qué puedo y debo hacer para responder mejor a Dios en


las circunstancias que me han tocado vivir?

Se finaliza haciendo en común la siguiente oración

Señor, aquí estoy otra vez ante ti


para pedirte que me perdones
si en algo te he ofendido,
olvidándome de cuánto me quieres,
sin pensar que siempre me estás viendo.
Perdón, Jesús.
Gracias porque siempre
estás aquí conmigo
para escucharme y perdonarme.

Te pido por los jóvenes, que, como yo,


a veces no sabemos valorar
cuanto nos das sin merecerlo.
Te pido sabiduría y entendimiento
para poder comprender
cuál es tu voluntad.

Te pido que los jóvenes de hoy


sigan tu camino,
como estoy tratando de seguirlo yo,
para que mañana que seamos adultos,
podamos ser mejores personas y agradarte más.

Ayúdame a seguir el ejemplo de San José Sánchez del Rio,


que, siendo muy joven,
dio testimonio de ti con su propia vida,
y ahora está cerca de ti, en el cielo,
pero que en la vida tan corta

Misión Juvenil 27
que tuvo en esta tierra,
logro ser un modelo
de valor y entrega
para los adolescentes y jóvenes.

Gracias señor por la juventud


y la alegría que nos da tu amor,
que es la gasolina
que prende nuestro corazón.

Eres la luz en la obscuridad,


eres lo más grande y bello que puede existir.
y cuando estoy así tan en confianza contigo,
ya no tengo ganas de pecar más,
ayúdame a quererte más, a creerte más,
que este amor que ahora siento por ti
no se apague jamás. ¡Amén!

Comisión Diocesana de Pastoral Profética


Dimensión Biblia

28 Misión Juvenil
LOS JÓVENES APRENDEN EN SU ENTORNO
FAMILIAR LA IMPORTANCIA DE “SER IGLESIA”
Y SU “SERVICIO MISIONERO”

1º VER Se comienza escuchando el sentir de los Jóvenes a través


de las siguientes preguntas.

¿Qué es lo más significativo de la fe que han aprendido en


su entorno familiar?
¿Qué realidades, preocupaciones, miedos, viven los jóve-
nes de su edad?
¿Qué piensan de la Iglesia? ¿Qué piensan de Cristo?
¿Les gustaría ser misioneros y compartir el Evangelio de
Cristo?

Enseguida se les comparte una breve reflexión.

El documento preparatorio para el sínodo de Obispos, a cele-


brarse en octubre de 2018, señala que los jóvenes viven en un
mundo lleno de complejidades y de cambios acelerados que van
produciendo al mismo tiempo claridad e incertidumbre nunca ex-
perimentadas. Los procesos de globalización económica y la falta
de oportunidades para la educación y para el trabajo, producen
mayor vulnerabilidad e inseguridad ante la vida. Es evidente el
progreso y desarrollo científico y tecnológico, pero en su interior
se multiplican formas de tristeza y soledad. El modelo tecnocráti-
co, marcado por el ansia de satisfacción inmediata o el beneficio
a corto plazo, alimenta la cultura del descarte, excluyendo a mi-
llones, entre ellos a muchos jóvenes.
Los jóvenes tienen una vida intensa llena de interrogantes
y desafíos: son motivados con grandes ideales y deseos de cons-
truir para ellos un futuro y una vida plena; buscan autonomía y
libertad, y, a la vez, son conscientes que les falta un adecuado
acompañamiento. Es importante estar con ellos para escucharlos,
acompañarlos y caminar juntos con el propósito de asegurar la
construcción del “proyecto de vida” de cada uno como realiza-
ción vocacional. Son jóvenes de la Iglesia y de Cristo.
Misión Juvenil 29
2º JUZGAR

A partir de algunos documentos se ilumina algunas realidades de


los Jóvenes.

La familia, educadora en la fe

Se provoca su participación a partir de la siguiente pregunta.

¿Recuerdan algunos rezos, algunas tradiciones o algo en lo


que hayas participado con tus padres en los diferentes pro-
cesos pastorales de su Comunidad parroquial?

Enseguida se les propone la siguiente reflexión.

San Juan Pablo II en su Exhortación apostólica Catechesi traden-


dae afirmaba: “La acción catequética de la familia tiene un carác-
ter peculiar y en cierto sentido insustituible, subrayado con razón
por la Iglesia, especialmente por el Concilio Vaticano II. Esta edu-
cación en la fe, impartida por los padres —que debe comenzar
desde la más tierna edad de los niños — se realiza ya cuando los
miembros de la familia se ayudan unos a otros a crecer en la fe por
medio de su testimonio de vida cristiana, a menudo silencioso, mas
perseverante a lo largo de una existencia cotidiana vivida según
el Evangelio. Será más señalada cuando, al ritmo de los aconteci-
mientos familiares —tales como la recepción de los sacramentos,
la celebración de grandes fiestas litúrgicas, el nacimiento de un
hijo o la ocasión de un luto— se procura explicitar en familia el
contenido cristiano o religioso de esos acontecimientos. Pero es
importante ir más allá: los padres cristianos han de esforzarse en
seguir y reanudar en el ámbito familiar la formación más metódica
recibida en otro tiempo” (CT, n. 68).

Quince años después la ONU promovió la celebración


del año internacional de la familia, y San Juan Pablo II les envío
una carta pidiéndoles la oportunidad de “llamar a la puerta de
30 Misión Juvenil
sus hogares, deseoso de saludarles con gran afecto y cercanía”.
En el tema específico de la catequesis, dijo a los padres de fami-
lia: “Uno de los campos en los que la familia es insustituible es
ciertamente en el de la educación religiosa, gracias a la cual la
familia crece como «Iglesia doméstica». La educación religiosa
y la catequesis de los hijos sitúan a la familia en el ámbito de la
Iglesia como un verdadero sujeto de evangelización y de apos-
tolado… [y pide a los padres que] su presencia educativa siga
siendo constaste y activa” (Carta a las familias, n. 16).

En el pensamiento del Papa Juan Pablo II la familia es


la destinataria de la Evangelización, pero también ella misma es
agente de evangelización. Una evangelización que comienza en
el hogar, para después compartir la experiencia de encuentro con
Jesucristo Vivo en los distintos ámbitos donde la familia desarro-
lla su vida ordinaria. Desde este ámbito familiar se debe hablar
con los jóvenes, en su lenguaje, de la experiencia personal con
Dios, de manera que ellos puedan captar que el amor divino hace
brotar en sus corazones la verdadera alegría; colma toda ansia de
felicidad; da verdadero sentido a la vida y plenitud a la existencia
humana. Por eso, la familia, fundamentada en el matrimonio, está
llamada a ser una comunidad de vida y amor, Iglesia doméstica,
unida a la comunidad eclesial que se reúne para celebrar la Euca-
ristía en el domingo, y que participa de la misión de la Iglesia.

El llamado de Dios para la misión

Dios sigue llamando desde lo cotidiano de la vida, y no se cansa


nunca de llamar. El mismo Jesús, quien llamó a Simón Pedro y a
sus compañeros (Cfr. Lc. 5, 11), sigue haciendo oír su voz. Las vidas
de aquellos pescadores se vieron trastocadas en su encuentro con
Jesús aquel día.
Jesús llama a los jóvenes; cada uno, según su vocación
particular, está llamado a ser Discípulo Misionero de Jesucristo.
Ellos fueron bautizados y han sido amados y catequizados por
sus padres. Sus padres han cumplido su misión amándoles y edu-
Misión Juvenil 31
cándoles integralmente, incluida la educación en la fe, tan ne-
cesaria en nuestros días. Deben saber que sus padres “en virtud
del sacramento son investidos de una autentica misión, para que
puedan hacer visible, a partir de las cosas sencillas, ordinarias,
el amor con el que Cristo ama a su Iglesia, que sigue entregando
la vida por ella” (al, 121).
Como Discípulos y amigos de Cristo, los jóvenes están
llamados a ser sus Misioneros. Les pide que colaboren con Él en
la expansión de la civilización del amor; a recrear el mundo; a
transformar la historia. ¡Nunca dejen de soñar! No permitan que
les roben la alegría de vivir. Fijen su mirada en Cristo; escúchenlo
y acérquense a Él.
Después de haber aprendido en familia a vivir los valo-
res, ahora están llamados a alcanzar una vida plena; es necesa-
rio que se dejen acompañar por la comunidad eclesial. Ustedes
tienen mucho que aportar a la vida de la Iglesia. Conviene que
se acerquen a sus párrocos y los motiven para que, colaborando
con ellos, la Comunidad parroquial sea realmente una célula viva;
Iglesia en salida, como lo pide el Papa Francisco (Cfr. EG, n. 20).

3º ACTUAR

El discernimiento vocacional ha de realizarse en el mismo entor-


no familiar. El Papa Juan Pablo II decía: “El creyente, en la in-
terpretación de la situación histórica encuentra el principio cog-
noscitivo y el criterio de las opciones de actuación consiguientes
en una realidad nueva y original, a saber, en el discernimiento
evangélico; es la interpretación que nace a la luz y bajo la fuerza
del Evangelio, del Evangelio vivo y personal que es Jesucristo,
y con el don del Espíritu Santo. De este modo, el discernimiento
evangélico toma de la situación histórica y de sus vicisitudes y
circunstancias no un simple «dato», que hay que registrar con
precisión y frente al cual se puede permanecer indiferentes o pa-
sivos, sino un «deber», un reto a la libertad responsable, tanto
de la persona individual como de la comunidad. Es un «reto»
vinculado a una «llamada» que Dios hace oír en una situación
32 Misión Juvenil
histórica determinada; en ella y por medio de ella Dios llama al
creyente; pero antes aún llama a la Iglesia, para que mediante
«el Evangelio de la vocación y del sacerdocio» exprese su verdad
perenne en las diversas circunstancias de la vida” (PDV, n. 10).
A los Jóvenes, el Papa Emérito Benedicto XVI les dijo: “¡No
tengan miedo de Cristo! Él no quita nada, y lo da todo. Quien se
da a él, recibe el ciento por uno. Sí, abran, abran de par en par
las puertas a Cristo, y encontraran la verdadera vida” (Homilía de
inicio de su Pontificado).

Para nuestro discerniente vocacional

Se invita a los Jóvenes al compromiso a través de unas preguntas.

¿Qué tendríamos que hacer para que Dios reine en las rea-
lidades que vivimos?
¿Qué podemos hacer para tener mejores familias, mejores
gobernantes, mejores ciudadanos y mejores presbíteros?

Se sacan compromisos concretos y realizables.

Comisión Diocesana de Pastoral Profética


Dimensión Misiones

Misión Juvenil 33
LA IMPORTANCIA DE LA CATEQUESIS EN LA VIDA
DE LA IGLESIA, Y DE LOS JÓVENES

Nos proponemos con este tema iluminar y sostener el proyecto


diocesano de una Catequesis Integral y Mistagógica que, partien-
do del encuentro vivo con Jesucristo, transforme la vida de las
personas.

Introducción

En este tiempo necesitamos escuchar Buenas Noticias para fortale-


cer nuestra existencia y experimentar el amor de Dios que fortalece
nuestra vida cristiana. La catequesis nos ofrece la Buena Nueva que
Dios tiene reservada para sus hijos. Nos da la luz de la Palabra de
Dios para seguir fielmente el camino que se inició con la recepción
del Sacramento del Bautismo, y nos ayuda a crecer hasta lograr la
estatura de Cristo. No es solamente una enseñanza doctrinal, sino
un proceso, de estilo catecumenal, de iniciación en la vida cristiana,
y un elemento integrante de la acción evangelizadora. La cateque-
sis no es sólo para los niños sino para todas las edades, como pro-
ceso de crecimiento y fortalecimiento de nuestra Fe.
Se necesaria una catequesis sistemática, evitando las im-
provisaciones, siguiendo un programa, un método, un proceso
que llegue a un fin preciso y benéfico. Una catequesis comple-
ta que no se detenga, como en otros tiempos, en aprender unas
cuantas oraciones y respuestas de un catecismo infantil y breve;
abierta a todos los componentes de la vida cristiana y la integra-
ción de todas las dimensiones de la persona, en un camino comu-
nitario (Cfr. EG 166). “La catequesis, situada en el interior de la
misión evangelizadora de la Iglesia como “momento” esencial
de la misma, recibe de la evangelización un dinamismo misionero
que la fecunda interiormente y la configura en su identidad. El
ministerio de la catequesis aparece, así, como un servicio eclesial
fundamental en la realización del mandato misionero de Jesús”
(DGC 59).

34 Misión Juvenil
En la Comunidad eclesial nadie debería sentirse dispensa-
do ni excluido de la catequesis. Los niños: Su iniciación a la vida
cristiana debe comenzar desde el hogar, donde los papás sean los
primeros catequistas. La Comunidad parroquial o la escuela in-
troducen al niño de manera orgánica en la vida de los principales
misterios de la fe y su repercusión en la vida moral y religiosa.
Los adolescentes: El adolescente que se abre a una nueva etapa
en su vida de fe y en otras áreas muy importantes de su desarro-
llo, reclama un acompañamiento de parte de sus padres y de la
Comunidad eclesial. No es fácil que acepten continuar su proceso
catequético, por lo que la Comunidad parroquial debe planificar
debidamente los procesos formativos de los adolescentes que es-
tán y de los que no están en relación con ella. Es el momento de
abordar con ellos los grandes temas de la vida: la donación de
sí mismo, su dimensión emotivo–sentimental, racional y crítica,
ético–moral, proyectos generosos y los impulsos biológicos de la
sexualidad. Los Jóvenes: en nuestro tiempo tienen grande impor-
tancia e influjo en la vida social, pues parece que todo girara en
torno al mundo de los jóvenes. Es ineludible estudiar y compren-
der su mundo y su relación con la fe: “En realidad, la situación
exige a menudo que la acción apostólica con los jóvenes sea de
índole humanizadora y misionera, como primer paso necesario
para que maduren unas disposiciones más favorables a la ac-
ción estrictamente catequética” (DGC 185). Es indispensable saber
conducir a los jóvenes a la primera adhesión a Jesucristo, requisi-
to imprescindible para inicia la catequesis. Los adultos. Se trata
de una catequesis dirigida a personas capaces de una adhesión
plenamente responsable (Cfr. DGC 59). Es verdad que la mayoría
de ellos tiene conocimientos religiosos a nivel infantil.

1º Ver

Un análisis que ya hemos hecho

Es urgente trabajar para suscitar vocaciones para el servicio de la


catequesis, acompañarlas y formarlas, con el propósito de atender
Misión Juvenil 35
a los miembros de la Comunidad parroquial, según sus circuns-
tancias y edades (Cfr. SPD, R n. 61); programar y organizar la ca-
tequesis de manera escolarizada (Cfr. SPD, R, n. 66). Enfrentamos
el desafío de la preparación de quienes prestan el servicio de la
catequesis para responder al proyecto diocesano y al cambio de
época que vivimos.
Nos urge ofrecer un camino catecumenal para nuestros
jóvenes, según sus circunstancias de su vida, de manera que real-
mente podamos llevarlos a un encuentro personal con Cristo, y
su vida se vea afectada, provocando así una auténtica conversión,
que no sólo tendrá que ver con cuestiones morales, sino con la
mentalidad, los valores, las actitudes y la manera de concebir y
vivir la existencia. Es una necesidad imperiosa aprender a utilizar
los medios postmodernos de la comunicación para poder llegar a
más y más jóvenes.

2º JUZGAR Se propone esta breve reflexión

San Pablo nos hace esta recomendación: “Proclama la Palabra,


insiste en toda ocasión oportuna e inoportuna, amonesta, repren-
de y exhorta con toda paciencia y doctrina” (2 Tim 4,2). Esto su-
pone haber asumido el mandato misionero recibido del Señor:
“Vayan, pues, y hagan discípulos a todos los pueblos” (Mt. 28, 19).
La línea pastoral propuesta por el Sínodo Diocesano so-
bre la precisión en los programas de catequesis que contemplen
la realidad y busquen llevar a los creyentes a su plena identifi-
cación con Jesucristo (Cfr. SPD, C, n. 62), debe llevarnos a cuidar,
sobre todo, los programas catequéticos con los que pretendemos
dirigirnos a los jóvenes. Esta catequesis juvenil ha de estar inser-
tada dentro de un itinerario que abarque desde la infancia hasta
la edad adulta, utilizando los medios adecuados para cada etapa y
circunstancia (Cfr. SPD, C, n. 49).
Al dirigirnos a los Jóvenes con la catequesis, debemos
considerar que a este “momento” corresponde la estructuración
del proceso de conversión a Jesucristo, dando una fundamenta-
ción a esta primera adhesión. Si logramos iniciar a los Jóvenes en
36 Misión Juvenil
el misterio de la salvación y en el estilo de vida propio del Evan-
gelio, mediante una enseñanza y aprendizaje de vida cristiana con-
venientemente prolongada, los estaremos conduciendo, en efecto, a
la plenitud de la vida cristiana (Cfr. DGC, n. 63). Toda la Comunidad
cristiana, y los Jóvenes en particular tienen derecho a la catequesis,
y los pastores la obligación de impartirla (Cfr. CT, n. 64).
En la catequesis nunca debe faltar el anuncio del kerygma,
porque como advierte el Papa Francisco: “No hay que pensar que
en la catequesis el keryma es abandonado en pos de una forma-
ción supuestamente «más solida». Nada hay más sólido, más pro-
fundo, más seguro, más denso y más sabio que ese anuncio. Toda
formación cristiana es ante todo la profundización del keryma”
(EG, n. 165). El anuncio de este kerygma ha de hacerse siguiendo
el ejemplo de las primeras comunidades cristianas: “y no cesa-
ban de enseñar y de anunciar la buena nueva” (Hech. 5, 42). Los
primeros cristianos eligieron una estrategia evangelizadora que
implicaba la búsqueda concreta de la persona; era una preocupa-
ción por ir a todas las personas que los necesitaban y no sólo a
los que los buscaban; así debemos hacer decididamente nuestra
opción pastoral por los Jóvenes, sin pretender evadir los lugares
difíciles y hasta hostiles, como hospitales, cárceles, barrios, para
proclamar ahí la Buena Noticia del Evangelio de Jesús.

3º ACTUAR

Por medio de algunas preguntas se invita al compromiso. Se res-


ponde en grupo las siguientes preguntas:

¿Cómo ha sido la experiencia de catequesis en nuestra vida?


De acuerdo a lo reflexionado ¿Por qué consideras que es
necesaria la catequesis para los Jóvenes?
¿Qué aspectos de la vida de los Jóvenes crees que debe con-
tener la catequesis dirigida a ellos?
¿Qué propones y a qué te comprometes?

Misión Juvenil 37
Terminado el trabajo en grupos, se pone en común los resultados
a través de un plenario.

Se concluye diciendo:

Nuestro compromiso será pasar de una catequesis que sólo propo-


ne verdades doctrinales, normas morales y prácticas religiosas, a
una catequesis que, partiendo de la Palabra de Dios, de la persona
de Jesús, de la Tradición de la Iglesia y de la realidad humana en
el mundo actual, descubra y dialogue con un lenguaje incultura-
do, los significados profundos que dan sentido a la vida de los
discípulos de Jesucristo, hoy.

Comisión Diocesana de Pastoral Profética


Dimensión Catequesis

38 Misión Juvenil
LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA Y LOS JÓVENES

1º VER Se comparte la siguiente reflexión

En la Virgen María podemos descubrir el prototipo de discípulo,


y el modelo de todo cristiano. Y es que en María es posible ver
el ejemplo de todas las virtudes cristianas: la fe, la esperanza y la
caridad. También podemos mirar en ella un modo de vivir en ple-
nitud la vida cristiana, definida por la liberación y santificación.
La juventud actual siente anhelos de hacer nuevas las co-
sas. Pues bien, María puede ser el modelo ideal a quien dirigir la
mirada y la ilusión; Ella es la figura en la que los jóvenes pueden
inspirar sus ansias de renovación de la sociedad actual, porque
la Virgen señala con rasgos seguros el camino de la humanidad
nueva, que se dirige hacia el hombre nuevo, Jesucristo.
Los jóvenes de nuestro tiempo quieren liberarse de aque-
llo que no consideran vida auténtica o que no responde a lo que
perciben como realidad. Buscan a su manera mayor autentici-
dad: rehúsan lo tradicional porque lo sienten anticuado; recha-
zan el legalismo porque lo encuentran frío y sin vida; se mues-
tran anti–sistémicos y desprecian la autoridad que consideran sin
competencia e incoherente; pretenden romper con los esquemas
opresores del pasado porque los consideran una ofensa a la per-
sonalidad. Precisamente la Virgen María ofrece a los jóvenes el
gran modelo de libertad y de realidad verdadera. Ella estaba so-
metida a la Ley mosaica, pero en su interior, obrando libremente,
dejó la estructura del Antiguo Testamento para entrar en la etapa
nueva del Nuevo Testamento; se presenta como la anti–estructura
porque llegó a sumergirse en el régimen divino de la gracia, de
la libertad y de la comunión con Dios y su prójimo, tanto que
su canto del Magníficat se considera como la Carta Magna de la
revolución evangélica. ¡Qué bueno sería que los jóvenes contem-
plaran a María desde esta perspectiva!
Muchos jóvenes se sienten atraídos por la experiencia de
una vida pobre, por lo que tratan de librarse de lo superfluo y de
cierta cultura adquirida, llena de lujos y de egoísmo, con el pro-
Misión Juvenil 39
pósito de vivir en fraternidad, llegando incluso, en algunos casos,
a la comunión bienes. Son anhelos válidos que tienen una gran
fuerza evangélica cuando se los sabe canalizar debidamente. Aquí
también María, la pobre de Yahvé, les ofrece una imagen vivísima
de una persona libre, sin apegos terrenales, totalmente despojada
de sí misma para dejarse llenar por el Espíritu de Dios, quien para
llenar el hombre, primero lo despoja. Así la contemplamos en el
Calvario, al pie de la Cruz, en donde la Virgen pierdo todo, hasta
su propio hijo, para llegar a ser la Madre de todos, la Madre de la
humanidad. Mirando así a la Virgen, los jóvenes podrán percibir
en ella una riqueza espiritual tal, que lo impulsé a vivir con auten-
ticidad el espíritu del desapego de los bienes materiales. No sería
correcto imaginar a la Virgen en un palacio, con grandes riquezas;
pero tampoco lo sería identificarla con la miseria de muchos, en-
tre ellos un grande número de jóvenes, que viven en su interior
llenos de amargura y de envidia hacia los demás, ricos de ambi-
ciones materiales. Los jóvenes pueden ver en María, pobre, a la
persona plenamente feliz, que ama con sinceridad y que posee en
plenitud la riqueza más grande, que es Dios mismo.
La Virgen María es un estímulo para que los jóvenes vivan
una verdadera espiritualidad y experimenten la contemplación en
medio de los quehaceres cotidianos, y en la relación con los demás.
Allí en el cumplimiento del deber diario, con todas las consecuen-
cias que éste conlleva, pueden hacer la experiencia de la oración y
la contemplación, como lo hizo María, comprendiendo que no es
huida extravagante del mundo, sino vivencia a partir de la misión
que cada quien cumple en la vida, según el designio de Dios.
Muchos jóvenes hoy viven el fenómeno de migración; han
tenido que moverse y viajar saliendo del medio ambiente restricti-
vo y encerrado, para ir en busca de mundos nuevos que sueñan, sin
saber en qué consisten. Es una especie de búsqueda en la oscuridad
que para no pocos termina en la angustia o en el suicidio. María se
presenta ante estos jóvenes desorientados como la gran peregrina,
la gran viajera de la historia, porque su vida fue un caminar con-
tinuo, conociendo varios lugares entre sí distantes, tras “el mundo
nuevo”, tras “la Buena Nueva” del Evangelio de Cristo.
40 Misión Juvenil
La Juventud actual habla mucho de amor, canta al amor. Sería
bueno que por medio de la catequesis se penetrara bien del valor
religioso de esa virtud, para no desvirtuarla. Los jóvenes pueden
aprender de María el vivir en el amor auténtico, el amor puro, el
amor casto, el amor desinteresado, el verdadero amor a Dios y al
prójimo ¡Cuánto bien podría hacer la Religiosidad Popular bien
orientada, para que nuestros jóvenes, a la luz de la devoción ma-
riana y la imitación de la vida de la Virgen, dieran nuevo impulso
a su vida cristiana y la del mundo postmoderno, con ímpetu de su
“sangre nueva”, revitalizando y re–creando la vivencia cristiana
en su entorno.

2º JUZGAR Se comparte ahora esta breve reflexión

El estilo de la Virgen joven

El Papa Pablo VI, al poner a María como ejemplo de actitud espi-


ritual en la Iglesia afirma que María es la Virgen oyente que acoge
con fe la palabra de Dios; fe, que para ella fue premisa y camino
hacia la Maternidad divina, porque, como intuyó San Agustín:
“la bienaventurada Virgen María concibió creyendo al que dio a
luz «Jesús» creyendo” (MC, n. 45); en efecto, cuando recibió del
Ángel la respuesta a su duda (Cfr. Lc 1, 34-37) “Ella, llena de fe, y
concibiendo a Cristo en su mente antes que en su seno, dijo: ‘he
aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra’ «Lc 1,
38»” (Marialis Cultus, n. 46); fe, que fue para ella causa de bienaven-
turanza y seguridad en el cumplimiento de la palabra del Señor.
Cuanto bien se hará a los jóvenes, anhelantes de poder creer al
algo o en alguien, presentarles adecuadamente a Dios, de mane-
ra que puedan sentirlo como aquel en quien ellos pueden creer,
en quien pueden esperar y a quien puedan amar; aquel en quien
ellos puedan confiar, tal como lo hizo la Virgen María, desde su
juventud.

Misión Juvenil 41
La Virgen orante

En la visita de María a su prima Isabel, podemos descubrir a la


Virgen orante que abre su espíritu en expresiones de glorificación
a Dios, de humildad, de fe, de esperanza; esto es el “Magnificat”
(Cfr. Lc 1, 46-55). Lo mismo sucede en Caná, donde Ella le mani-
fiesta a su Hijo, con delicada súplica, una necesidad temporal, y
obtiene un efecto de la gracia, es decir, que Jesús, realizando el
primero de sus “signos”, confirme a sus discípulos en la fe hacia
Él (Cfr. Jn 2, 1-12). Y después de la resurrección de su Hijo, también
la contemplamos en oración con los Apóstoles, quienes “perse-
veraban unánimes en la oración, juntamente con las mujeres y
con María, Madre de Jesús, y con sus hermanos” (Hech 1, 14); una
presencia orante de María en la Iglesia naciente que se prolonga
en la Iglesia de todos los tiempos, porque Ella, asunta al cielo, no
ha abandonado su misión de intercesión. Con María, los jóvenes
pueden descubrir que la existencia humana no se limita a las rea-
lidades terrenas, que hay algo más allá de ellos mismo, alguien
en quien pueden encontrar la razón de su existencia, tanto en su
origen, como en su final; un ser a quien llamamos Dios, con el que
se puede y se debe establecer una relación a través de la oración.

La Virgen generosa

En el episodio de la Presentación de Jesús en el Templo (Cfr. Lc 2,


22-35) es posible apreciar, más allá del cumplimiento de las leyes
relativas a la oblación del primogénito (Cfr. Ex 13, 11-16) y de la
purificación de la madre (Cfr. Lev 12, 6-8), un misterio relativo a la
historia de salvación; esto es, la continuidad del ofrecimiento de
sí mismo que el Verbo hecho hombre hizo al Padre al entrar en el
mundo (Cfr. Heb 10, 5-7); y es posible anunciar la universalidad
de la salvación, porque Simeón, saludando en el Niño la luz que
ilumina las gentes y la gloria de Israel (Cfr. Lc 2, 32), reconoce
en Él al Mesías, al Salvador de todos, haciendo una referencia
profética a la pasión de Cristo cuando lo presenta como “signo
de contradicción” (Lc 2, 34), y advierte a la Virgen que la espada
42 Misión Juvenil
habría de traspasarle el alma (Cfr. Lc 2, 35), lo que se cumplió so-
bre el calvario. Los jóvenes son capaces de comprometer su vida
ofrendándola por causas nobles. La Virgen se ofrece a ellos como
ejemplo de compromiso vital, habiendo comprometido Ella su
vida para siempre por una causa, esto es, el proyecto salvífico del
Padre. Los jóvenes están llamados a comprometer su vida para
ayudar a todos a alcanzar la plenitud de la vida, según el proyecto
que Dios tenga para cada uno. Así la vida de los jóvenes encontra-
rá un verdadero sentido, una auténtica razón de ser.

María, modelo de la juventud actual

Es posible decir que la Virgen no sólo es ejemplo para los jóve-


nes bautizados, sino para todos los jóvenes, pues, María fue una
jovencita de su tiempo; llevó, sin duda, la vida normal de una
joven israelita, en el seno de una familia creyente, según los usos
y costumbres de su época; creció con las ilusiones lógicas de su
edad y compartió las esperanzas de su pueblo en las promesas de
Dios. María era todavía una jovencita cuando Dios le propone la
noble misión de ser la Madre del Salvador. Dios, de esta manera,
irrumpe en la vida de María cuando ella es joven, cuando apenas
empieza a abrirse al mundo, cuando su corazón está lleno de ilu-
siones, de proyectos y de grandes ideales.
María se entrega generosamente al plan de Dios; le dice
«Sí». Firma en blanco para el Dios sorprendente que le va a lle-
var por caminos insospechados y nuevos. María con su respuesta
pone de manifiesto una gran capacidad de fe, de confianza, de
entrega y disponibilidad, pero también muestra su espíritu joven
al aceptar un compromiso lleno de riesgos, al tener apertura a lo
nuevo y al mostrar poseer un gran corazón.
María aparece en los evangelios como una mujer que me-
dita y profundiza los acontecimientos, para descubrir en ellos la
luz de la Palabra de Dios. María guarda en su corazón palabras,
gestos y actitudes, intuyendo que se encuentra ante el hecho mis-
terioso de la salvación. Hoy el mundo necesita personas, y, sobre
todo, jóvenes contemplativos que, a la luz de la fe, mediten la pre-
Misión Juvenil 43
sencia de Dios en nuestra historia. María, en nombre de Dios, es-
tuvo siempre al servicio de su acción en el mundo. Ella es modelo
de disponibilidad absoluta al amor de Dios y a lo que Él nos pide
para la construcción de su Reino en nuestra sociedad. La vida de
María fue una vida de servicio; la ayuda que prestó a su prima
Isabel, a los novios de Caná y a los temerosos discípulos reunidos
en el Cenáculo, son un botón de muestra. Con esta actitud de ser-
vicio, María enseña a los jóvenes que a Dios lo encontramos en el
hermano que tiene necesidad de ayuda.
María tiene la experiencia vital de su pobreza, indigencia
y necesidad de la intervención salvadora de Dios. Ella es la pri-
mera entre los humildes y olvidados de la tierra. Ella es la primera
liberada por Dios. María, en el canto del Magnificat proclama
que Dios ayuda a los humildes y cambia la situación de injusticia,
de opresión y de privilegio que tratan de mantener los poderosos
para su propio provecho. María es signo de liberación para todos
nosotros. Como ella, los jóvenes pueden aspirar a su propia y total
liberación del mal, del pecado y de las esclavitudes o situaciones
injustas, contando con la ayuda de Dios.

3º ACTUAR

A través de algunas preguntas se invita a asumir compromisos


concretos.

¿Qué actitudes de la Virgen joven, María, podemos atrevernos a


practicar?

• En el estilo de vida que llevamos.


• En la relación con Dios.
• En el compromiso con los demás.
• En medio de las realidades que vivimos.

Se termina asignando responsabilidades para realizar dentro de la


Comunidad los compromisos asumidos.

Comisión Diocesana para Familia, Vida,


Adolescentes–Jóvenes y Laicos
Dimensión Adolescentes–Jóvenes
44 Misión Juvenil
EXPO “KERIGMA JOVEN MISIONERO”

Como parte de nuestro itinerario en este año de la Juventud en


nuestra Diócesis, llevaremos a cabo una Expo denominada “Ke-
rigma Joven Misionero”.

Objetivo General

• Fortalecer la espiritualidad misionera en los Jóvenes de


nuestra Diócesis, para que, siendo dóciles al Espíritu Santo,
vivan el Evangelio como verdaderos discípulos misione-
ros de Jesucristo, con un compromiso permanente desde su
propia cultura, en la dinámica de la revitalización las Co-
munidades parroquiales y la misión permanente.

Objetivos Específicos

• Realizar una Expo “kerigma Joven Misionero” para


sensibilizar y animar a los Jóvenes, por medio de las
artes plásticas, a la proclamación integral, testimonial,
gozosa y decidida de la persona y del mensaje de Jesu-
cristo.
• Propiciar en los Jóvenes, desde sus expresiones cultura-
les, el encuentro personal con Cristo, como proclama-
ción del Kerigma que renueva la vida de las personas,
frente a un mundo atemorizado por el futuro y agobiado
por la violencia y el odio.
• Favorecer en los Jóvenes, desde esta experiencia cul-
tural, procesos de iniciación, seguimiento y formación
integral, de manera que se les facilite el camino de iden-
tificación con Cristo, y, así, sean capaces de compartir
el Evangelio de manera incultura en la realidad de sus
Comunidades parroquiales.

Misión Juvenil 45
CONVOCATORIA
Se convoca a todos los jóvenes de la Diócesis de Toluca a la
EXPOSICIÓN Y PROMOCIÓN de la
Expo “Kerygma Joven Misionero”

Fecha

Domingo 15 de julio de 2018, dentro de la celebración de la Jor-


nada Diocesana de la Juventud, que se llevará a cabo en la Zona
Pastoral Santiago el Mayor.

Tema

Joven, expresa “cómo proclamar a Jesucristo en tu Comunidad


parroquial”, a través de la pintura, escultura, grabado, artesanía,
cerámica, orfebrería, dibujo, sonido, video y electrónica (artes
visuales).

Bases generales

1. Participa con una sola obra, de manera individual o grupal.


2. Técnica libre.
3. Todas las obras participantes serán premiadas.
4. Al término de la “expo” todas las obras serán devueltas al autor.
5. Ficha técnica: (será entregada de manera electrónica)
a) Título de la obra.
b) Técnica Utilizada.
c) Nombre del Autor.
d) Nombre de la Comunidad parroquial a la que se
pertenece.
e) Dirección del participante.
f) Teléfono.
g) Correo electrónico.
h) Explicación breve del tema de la obra.

46 Misión Juvenil
Inscripciones y registro de la obra

Del 15 de junio al 1 de julio de 2018 en: melias70@hotmail.com



jhs_vero_castro@yahoo.com.mx
tel. 7223421956 / 7226516507

Las obras inscritas se entregarán del 2 al 8 de julio de 10:00 a


17:00 hs. en la Parroquia de Santa María de Guadalupe, esq. Villa-
da y Plutarco González, n. 101, centro de Toluca; o en la parroquia
de San Pedro Apóstol, Tultepec, Lerma.

Dimensión Diocesana de Pastoral de la Cultura

Misión Juvenil 47

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