Anda di halaman 1dari 16

Dedicatoria:

Este trabajo dedicamos a nuestros padres por el gran esfuerzo que


hacen cada día para poder sacarnos profesionales .
Introducción

La Teoría de la Dependencia emergió en los años sesenta gracias a la contribución de varios


analistas vinculados con la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), uno de
los órganos dependientes de las Naciones Unidas. Desde el punto de vista de muchos, la Teoría
de la Dependencia ofrece el argumento más convincente contra los exponentes de la Teoría de
Modernización. No es coincidencia tampoco que mientras que los proponentes de la Teoría de
Modernización tienden a ser de países industrializados, la Teoría de Dependencia es el producto
de las propuestas hechas por pensadores latinoamericanos. Con el tiempo, sin embargo, la Teoría
de Dependencia encontró adeptos de todo tipo, entre ellos, pensadores Marxistas de todo el
mundo.
Uno de los argumentos centrales de los economistas clásicos es que las ganancias de un actor
dentro del sistema económico eventualmente se traduce en ganancias para todos. La lógica de
este argumento es que cuando algún actor se beneficia económicamente, ese capital es invertido
en el mercado local, a manera de compras, inversiones, generación de empleos, etc. Sin embargo,
en el mercado global, históricamente ha sido probado que este argumento es falso: mientras las
riquezas se han ido concentrando cada vez más en los países del norte, los países del sur se han
ido empobreciendo o simplemente se han estancado en su crecimiento económico.
El nivel de crecimiento entre estos dos polos es consecuentemente asimétrico. Frente a esta
discrepancia en la teoría económica clásica, se ha ofrecido como explicación el hecho que los
países del sur entraron en el mercado global mucho más tarde, y consecuentemente, no han
desarrollado aún las herramientas necesarias para acoplarse. En esencia, este es el argumento
ofrecido por la teoría de modernización: una vez estos países en vía de desarrollo adopten las
prácticas comerciales necesarias, su nivel de crecimiento debería incrementar significativamente.
Insatisfechos con esta explicación, varios analistas plantearon un modelo distinto para tratar de
entender las causas de la pobreza en los países del sur. Es así como emergió la Teoría de la
Dependencia. Aunque existen variaciones de este modelo, esencialmente, la Teoría de la
Dependencia argumenta que la pobreza de los países del sur se debe a condiciones históricas
que han estructurado el mercado global de tal manera que favorece a los países del norte y
mantiene a los países del sur en un estado constante de pobreza. Desde sus inicios, los países
del sur han servido como proveedores de materia prima para los países del norte, y a cambio, han
sido receptores de aquellos productos terminados que ya han saturado los mercados del norte,
sirviendo así como una válvula de escape para las economías desarrolladas. De esta manera, las
ganancias de los países del norte se convierten en pérdidas relativas para los países del sur, y
crean un vínculo de dependencia en el que las economías del sur dependen de la voluntad de
compra de los países del norte. Esta relación es generalmente conocida como centro-periferia, en
la que los países del norte representan el centro y los países del sur la periferia.
Basado en estas observaciones, es claro que para los proponentes de esta teoría que seguir el
modelo de los países desarrollados no tiene sentido, pues su desarrollo ocurrió bajo ciertas
condiciones históricas que son imposibles de recrear en los países del sur. En adición, este modelo
revela que esta condición de pobreza favorece a los países desarrollados, y por ende, que no les
conviene a ellos cambiar la estructura económica global.
Teoría de la dependencia

La Teoría de la Dependencia surgió en América Latina en los años sesenta y setenta. La


dependencia económica es una situación en la que la producción y riqueza de algunos países está
condicionada por el desarrollo y condiciones coyunturales de otros países a los cuales quedan
sometidas. El modelo "centro-periferia" describe la relación entre la economía central,
autosuficiente y próspera, y las economías periféricas, aisladas entre sí, débiles y poco
competitivas. Frente a la idea clásica de que el comercio internacional beneficia a todos los
participantes, estos modelos propugnan que sólo las economías centrales son las que se
benefician. En el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial y en el marco de las teorías
dominantes de las Relaciones Internacionales expresadas, fundamentalmente, en el Realismo
Político, y otras como la Teoría General de Sistemas -y su enfoque
Conductista-y la Sociología histórica, surgió una diversidad de teorías y enfoques
económicos y políticos para explicar el "éxito" del desarrollo del capitalismo mundial, cuya
expresión más diáfana fue la llamada Teoría del Desarrollo y la Modernización. Su principal
ideólogo fue Walter W Rostov, con su obra Las etapas del crecimiento económico: un manifiesto
no comunista. Theotonio Dos Santos dice:

Él-Rostow- definió todas las sociedades precapitalistas como tradicionales. Este barbarismo
histórico, que provocó la protesta de los historiadores serios, era necesario para resaltar los varios
estadios del desarrollo que se iniciaron con el famoso take off, el "despegue" del desarrollo que
había ocurrido en la Inglaterra de 1760, en los Estados Unidos de la posguerra civil, en la Alemania
de Bismark, en el Japón de la restauración Meiji, etc. El problema del desarrollo pasó a ser así un
modelo ideal de
acciones económicas, sociales y políticas interligadas que sucedería en determinados países,
siempre que se dieran las condiciones ideales para su "despegue". Su libro se llamaba "un
manifiesto anticomunista" y no ocultaba su objetivo ideológico. Trataba de demostrar que el inicio
del desarrollo no dependía de un Estado revolucionario, como había sucedido en la URSS y sí, de
un conjunto de medidas económicas tomadas por cualquier Estado nacional que asumiese una
ideología desarrollista. En un libro posterior menos divulgado, Rostow defendía la necesidad de
que este Estado desarrollista fuese un Estado fuerte. Sus trabaos como consultor de la CIA, fueron
una de las principales referencias de las políticas de golpes de Estado modernizadores, llevados
a cabo en las décadas del 60 y 70 a partir del golpe brasileño de 1964. El modelo de Rostow no
sólo tenía un inicio común en la indiferenciada masa de las economías y sociedades tradicionales,
en que el transformó los 6 000 años de historia de la civilización, sino que terminaba en la
indiferenciada sociedad postindustrial, era de afluencia a la cual reducía el futuro de la humanidad,
tomando como ejemplo los años dorados del crecimiento económico norteamericano de
posguerra.

Sin embargo, hacia finales de los años cincuenta, surge un enfoque y una visión que se
diferenciaban y contraponían a las teorías dominantes de las Relaciones Internacionales y, de
manera particular, a la Teoría del Desarrollo y la Modernización. Esta perspectiva proviene de una
concepción marxista de la historia y de la Teoría del imperialismo de inspiración leninista.
Este enfoque marxista, observando los profundos cambios y transformaciones en la economía y
en la política del sistema internacional de los años cincuenta, tratará de exponer y demostrar que
la persistencia del fenómeno imperialista y su análisis como proceso económico-social y
concepción política capaz de explicar las agudas manifestaciones de desigualdad, dominación
hegemonía que se dan en las relaciones internacionales en general, y atraso económico y el
subdesarrollo en el llamado Tercer Mundo de modo específico en América Latina, en particular.

Así, mientras los enfoques y las teorías políticas, económicas y de las relaciones internacionales
dominantes situaban los grandes problemas y obstáculos para el desarrollo económico de las
sociedades -organización social, cultura, tradiciones e instituciones políticas, etc.- del llamado
Tercer Mundo, los enfoques marxistas van a concebir y explicar lúcidamente el atraso y el
subdesarrollo como una consecuencia directa del proceso de desarrollo del sistema capitalista
mundial de su reproducción tendencial e histórica. En otras palabras, el atraso el estancamiento y
la dependencia de los países de la periferia del sistema mundial resultado del proceso dialéctico
de explotación que han experimentado estos países por las potencias centrales del capitalismo
internacional.
Sostiene los siguientes postulados:
 El subdesarrollo está directamente ligado a la expansión de los países industrializados.
 Desarrollo y subdesarrollo son dos aspectos diferentes del mismo proceso.
 El subdesarrollo no es ni una etapa en un proceso gradual hacia el desarrollo ni una
precondición, sino una condición en sí misma.
 La dependencia no se limita a relaciones entre países, sino que también crea estructuras
internas en las sociedades (Blomström y Ente, 1990).
Immanuel Wallerstein (1979) analiza el capitalismo como un sistema basado en una relación
económica, social, política y cultural que surgió a finales de la Edad Media y que dio lugar a un
sistema mundial y a una economía mundial. Este enfoque, que distingue al centro de la periferia y
la semiperiferia, enfatiza el rol hegemónico de las economías centrales en la organización del
sistema capitalista. Existe una interconexión de la pobreza global con la polarización social y la
desigualdad entre y dentro de los países.
André Gunder Frank (1967; 1976) sostuvo que las relaciones de dependencia en el mercado
global se reflejaban en las relaciones de dependencia estructural dentro de los Estados y entre las
comunidades.
Aunque existen diferencias entre los enfoques de la dependencia, generalmente la pobreza
es explicada como un resultado de las circunstancias particulares de la estructura social, el
mercado laboral, la condición de explotación de la fuerza de trabajo y la concentración del ingreso.
Para esta teoría se pueden identificar distintas etapas en la historia de América Latina en
términos de las relaciones de producción dominantes en las sociedades (Sunkel y Paz, 1975) y la
producción de la pobreza. Por ejemplo, Cardoso y Faletto (1969) identifican las plantaciones y la
minería con la semiservidumbre o la esclavitud. Así, la estructura de tenencia de la tierra permite
explicar la extensa pobreza rural que caracterizó a algunos países dependientes en los siglos XIX
y XX. Al discutir procesos industriales en América Latina, otros análisis se han enfocado en la
pobreza como una consecuencia directa del proceso de exclusión del mercado de trabajo urbano.
Para otras miradas, la dependencia es definida por medio de la creciente importancia del capital
extranjero junto con la acumulación del capital en pocas manos, lo que conduce a un
empobrecimiento masivo de la población, debido a la concentración del ingreso. Ruy Mauro Marini
(1977) sostiene que la dependencia está caracterizada por la superexplotación del trabajo.
Se llama "teoría de la dependencia" a un conjunto de teorías y modelos que tratan de explicar las
dificultades que encuentran algunos países para el despegue y el desarrollo económico. Surgieron
en los años sesenta impulsadas por el economista argentino Raúl Prebish y la CEPAL.
Inicialmente se dirigieron al entorno latinoamericano aunque posteriormente fueron generalizadas
por economistas neo-marxistas entre los que destacó Samir Amin, asociándolo al concepto de
desarrollo desigual y combinado.
Como consecuencia de estas ideas, los países latinoamericanos aplicaron una estrategia de
desarrollo basada en el proteccionismo comercial y la substitución de las importaciones. A la vez,
los bancos centrales latinoamericanos se esforzaron sobrevalorar sus propias monedas para
abaratar sus importaciones de tecnología. La estrategia funcionó satisfactoriamente durante la
década de los setenta en la que se produjo un crecimiento generalizado del precio de las materias
primas en los mercados internacionales que influyó muy negativamente en las economías
"centrales". Pero finalmente, la contracción de la demanda internacional y el aumento de los tipos
de interés desembocó en la década de los ochenta en la crisis de la deuda externa lo que exigió
profundas modificaciones en la estrategia de desarrollo.
1. Titularidad
Este término se refiere, en la cultura anglosajona, a formas complejas en las cuales los
individuos u hogares disponen de sus recursos (Sen, 1981). En un sentido económico más estricto,
es utilizado para referirse a la distribución del poder adquisitivo. Sen sostiene que es el derecho a
utilizar los recursos, más que la existencia de los propios recursos, lo que caracteriza la pobreza
extrema. La gente no tiene hogar porque no puede utilizar las viviendas o tierras que existen.
Según este autor, la inanición padecida por millones, tanto durante la hambruna irlandesa de
mediados del siglo XIX como durante la hambruna de Bengala en los años cuarenta, fue causada
no por falta de alimentos disponibles, sino por el fracaso de ponerlos a disposición de aquellos que
no podían comprarlos ni transportarlos. Drèze y Sen (1989: 46) sostienen que la hambruna es
causada no por la escasez de alimentos, sino por las limitaciones de las titularidades para acceder
a los alimentos o para la producción de los mismos.
La hambruna es, por su propia naturaleza, un fenómeno social (que comprende la
incapacidad de grandes grupos de personas para consolidar el control sobre los alimentos en la
sociedad en que viven). Se debe considerar que, aun cuando la hambruna se desencadene por
un evento natural tal como una inundación o una sequía, el impacto que tendrá en la población
dependerá de cómo la sociedad esté organizada.

2. Trabajadores secundarios

En relación al mercado laboral, las mujeres han sido definidas como trabajadoras secundarias,
para algunos autores. Glendinning y Millar (1992) sostienen que esto es así por tres razones.
Primero, el trabajo remunerado de las mujeres es considerado secundario a su trabajo no
remunerado dentro del hogar. El empleo remunerado de las mujeres está ideado de acuerdo con
sus tareas domésticas como esposas, madres y personas que se ocupan de los familiares
ancianos, lo que da como resultado que las mujeres atraviesen períodos fuera del mercado laboral
y/o períodos de empleos de medio tiempo. En segundo término, en muchos hogares constituidos
por parejas, el pago de las mujeres es considerado como complemento al pago de sus
compañeros. Tercero, el trabajo de las mujeres es, a menudo, marginal en el mercado laboral.
En muchas ocasiones este trabajo es de medio tiempo, de corto plazo, en puestos eventuales
o de baja calificación, y, en varias oportunidades, en el sector de los servicios (Barron y Norris,
1992; Rodgers y Rodgers, 1989), incrementando de este modo el riesgo de la pobreza femenina.

3. Trampa de la pobreza

La “trampa de la pobreza” es un concepto que se refiere principalmente a un problema en el


diseño de beneficios de protección del ingreso, cuando los efectos combinados del sistema
tributario y el retiro de los beneficios conducen a la población a una peor situación, conforme
aumentan sus ingresos. Si se otorgan beneficios a población con bajos ingresos, se los debe retirar
a la población cuyos ingresos aumentan.
Salir de la pobreza, escribe Piachaud, es como querer salir de un pozo: si no puedes saltar lo
suficientemente alto, simplemente resbalas de nuevo hacia el fondo (Piachaud, 1973).
Existen, sin embargo, otras formas de usar el término. La obra pionera de Charles Booth utilizó
“trampa de la pobreza” para denotar un área geográfica en la cual esta se ha concentrado. Esta
definición no ganó aceptación general. El Informe Sachs (ONU Millennium Project, 2005) emplea
el término para referirse a factores que mantienen en la pobreza a los países en desarrollo. Se
trata de un círculo vicioso en el cual la pobreza conduce a niveles bajos de ahorros y de
inversiones, que implican un débil crecimiento económico que intensifica la pobreza. Este uso es
generalmente equivalente al enfoque estándar de la depresión económica identificada en el
pensamiento keynesiano. Sachs, en el mencionado informe, amplía la lista de problemas que se
autorrefuerzan, incluyendo bajos ingresos tributarios, bajo nivel de inversión externa, conflictos
violentos, “fuga de cerebros”, rápido crecimiento poblacional, degradación medioambiental y una
baja innovación tecnológica.

4. Transferencias Intradomésticas

Pahl (1989) sostiene que los estudios tradicionales de la pobreza ven al hogar como una caja
negra. Al centrarse en el hogar como una unidad homogénea única, los estudios de la pobreza
tienden a ignorar la transferencia de recursos dentro del hogar y el impacto que tiene esta división
en la experiencia de la pobreza. Detrás de la noción del hogar como una unidad económica única
se encuentra el supuesto de que hay un acceso equitativo a los recursos del hogar. Investigaciones
que se adentran en esa “caja negra” han demostrado que, como consecuencia de diferencias en
el poder, no puede suponerse que los recursos del hogar sean repartidos equitativamente (Nyman,
1996). Ignorar las transferencias intradomésticas puede resultar en una mala identificación de
aquellos que viven en la pobreza dentro de los hogares. Las académicas feministas han sostenido
que las mujeres pueden estar experimentando pobreza aun cuando vivan en hogares con ingresos
totales muy por arriba de la línea de pobreza (Payne, 1991). Es más, en situaciones de pobreza,
las mujeres pueden estar exponiéndose ellas mismas a un grado más alto de pobreza a fin de
proteger a sus familias de los peores efectos de la pobreza.

CONSECUENCIAS ECONOMICAS DE LA INDEPENDENCIA

En 1821, de la dependencia formal española el Perú habría pasado a la dependencia informal


británica (Bonilla-Spalding 1972). Esta perduró por todo un siglo, hasta que en las décadas
iniciales del siglo veinte se produjo su declinación y sustitución, al ocurrir “la emergencia del control
de norteamericano sobre la economía del Perú”. Cuando se reconocía que la ruptura con el
dominio colonial español, sí había acarreado algunas transformaciones internas en la economía
peruana, se consideraba que su signo no habría sido otro que facilitar la transición al dominio
neocolonial. Así habría ocurrido, por ejemplo, con la debilidad del aparato estatal.
El Estado virreinal había sido sustituido por un Estado republicano criollo que, al carecer del
respaldo militar, logístico e ideológico de una metrópoli formal, cayó en una profunda precariedad,
traducida en inestabilidad, incapacidad para imponer sus decisiones y aún la misma ley, y para
ser, en suma, la fuente del poder legítimo en el país. Dicha debilidad facilitó la “penetración” del
poder británico (y en menor medida de otras naciones adelantadas, como Francia y los Estados
Unidos), quien nos impuso una política de comercio exterior y financiera “abierta” (es decir, de
libertad para exportar e importar de todo y a cualquier parte), favorable a sus intereses.5 La
debilidad del Estado criollo provocó, o que no hubiese políticas económicas dignas de ese nombre,
sino que simplemente la economía se gobernase sola o al acaso, en una suerte de “liberalismo de
facto”, 6 o que la “penetración” extranjera no encontrase ninguna resistencia local, siendo entonces
ella quien realmente modelase la política económica peruana.7 Dicha debilidad también provocó
lo que entonces se llamó la “fragmentación” económica del Perú. Disminuido el control del Estado,
las sociedades regionales ganaron autonomía; lo que en muchas ocasiones significó simplemente
que creció su aislamiento.
El comercio interior languideció, los caudillos regionales se convirtieron en el auténtico poder
dentro de sus territorios de dominio y, así las cosas, el país se redujo a un conjunto de regiones
inconexas, donde el ritmo de una no influía en la suerte de las otras. Más que hablar de una historia
económica del Perú en el siglo XIX, lo que cabía era hacer entonces historias económicas
regionales. En esa línea se produjeron varios trabajos que aún permanecen vigentes. El artículo
de Heraclio Bonilla (1977) sobre Islay y la región del sur, resultó en tal sentido un ejercicio
emblemático de la época. Islay era un puerto ubicado en la costa del actual departamento de
Arequipa, por el que se exportaban a Inglaterra, productos pecuarios, como la lana de ovinos y
camélidos. Tuvo una vida económica activa a lo largo del siglo XIX, hasta que en 1870 la
conclusión del ferrocarril de Mollendo a Arequipa, lo hizo decaer irremisiblemente, hasta volver a
convertirse en lo que fue al inicio de su larga historia: una aislada caleta de pescadores.
Pero durante medio siglo Islay resultó un punto de conexión de la economía peruana con la
economía mundial. Desde ahí se irradiaba una profunda influencia hacia al interior, en una suerte
de delta invertido. La economía de los pastores de las comunidades indígenas de las alturas de
Arequipa, Puno y Cuzco se veía “articulada” (un término muy en boga veinticinco años atrás) al
capitalismo mundial, en virtud del comercio de exportación establecido desde el puerto. Este
esquema fue más ampliamente desarrollado por Alberto Flores-Galindo (1977) en su libro sobre
Arequipa. Esta vez era la “ciudad blanca”, la que cumplía el papel que Bonilla le adjudicó a Islay:
ser el puente que conectaba el interior rural con el capitalismo mundial.
En Arequipa funcionaban las casas comerciales, controladas muchas de ellas por extranjeros, que
acopiaban las lanas producidas en el altiplano del interior. La labor del acopio corría a cargo de
“rescatistas”, quienes solían ser comerciantes mestizos o hacendados locales con dominio del
quechua y una importante influencia sobre las comunidades de pastores. Rodrigo Montoya (1980)
desarrolló también el modelo para el caso del puerto de Lomas, en el norte del departamento de
Arequipa. En su libro postuló el funcionamiento de “ejes regionales” que partían desde un puerto
y se internaban hacia la sierra, “articulando” distintos territorios y tipos de economía.
El Perú quedaba así fragmentado transversalmente en ocho “ejes”, que normalmente solían tener
como cabecera un puerto o una ciudad de la costa. La historia económica del Perú del siglo XIX
resultaba la suma de historias regionales que tenían muy pocos nexos entre sí. Cada región
aparecía influida básicamente por la demanda mundial, ocurrida a miles de kilómetros de distancia,
y no por lo que pasaba en los espacios 7 vecinos. Incluso el diseño de las regiones resultaba una
consecuencia de dicha demanda mundial más que de la trama económica interna.8 El “oriente”
fue, así, “inventado” por el boom del caucho, como el “sur andino” fue creado por la exportación
de lanas, o la “costa norte” por el auge azucarero destinado a la exportación. Una fuente
privilegiada para esta lectura de la historia económica del Perú era la documentación de los
cónsules extranjeros avecindados en esos puertos o ciudades de cabecera, y la de las propias
casas comerciales, generalmente de origen y control foraneo.9 La existencia de consulados en
algún lugar ya era un serio indicio de que ahí se “cocinaba” algo importante para el capitalismo
mundial, porque éste no daba puntada sin nudo.
El propio Heraclio Bonilla (1975- 1977) se encargó de seleccionar y publicar un conjunto de cuatro
volúmenes de informes consulares británicos, que acompañó con un volumen más, conformado
por ensayos suyos preparados sobre la base de ese tipo de documentación. Puesto que estos
libros aparecieron tras la célebre polémica que este autor libró acerca del significado de la
independencia, con los compiladores de los casi cien volúmenes publicados con ocasión del
sesquicentenario del nacimiento de la patria, pareció que era la propuesta que hacía acerca de en
qué documentación podía estudiarse mejor la historia del Perú: no en las cartas constitucionales,
los panfletos ideológicos, los debates parlamentarios o la correspondencia de los figurones de la
política nativa, sino en esos “reportes” fríos, comerciales, llenos a veces de números, que
preparaban los funcionarios del Foreign Office para sus superiores. Esa imagen del pasado
económico peruano tras la independencia ha venido siendo discutida por varios trabajos
aparecidos más o menos recientemente.
En un artículo preparado para un volumen dedicado a examinar las consecuencias económicas
de la independencia en varios países hispanoamericanos y la propia España, Alfonso Quiroz
(1993-a) propuso que tales consecuencias no fueron solamente “neutrales” o meras facilitadoras
de una transición del dominio hispano hacia el británico, como en la versión dependentista, sino
que fueron manifiestamente negativas para el desarrollo económico del país. En su
argumentación, la economía peruana de las postrimerías del virreinato aparece en un franco
proceso de crecimiento económico, en virtud de las reformas institucionales que los Borbones
habían aplicado desde los mediados del siglo XVIII. La producción minera, el comercio exterior y
la recaudación fiscal (a falta de otros indicadores) mostraron, en efecto, importantes incrementos
a lo largo de la segunda mitad del siglo XVIII y aun 8 La dependencia de la delimitación regional
respecto del proceso económico, fue planteada en 1982 por Efraín Gonzales de Olarte (1982). 9
Un caso muy logrado del uso de este tipo de documentación, fue el de la Casa Ricketts: Manuel
Burga y Wilson Reátegui, 1981. 8 en los inicios del XIX.10 El “modelo económico colonial
borbónico” no estaba, pues, agotado en 1821; el proceso de la independencia vino en realidad a
interrumpir el desarrollo de una economía que, de la mano de un acertado plan de modernización,
daba francos pasos hacia el progreso.
La independencia, así, tuvo un severo costo económico para el país; puesto que las relaciones
de producto por habitante, exportaciones por habitante o recaudación fiscal por habitante, de la
década de 1800 a 1810, no volvieron a alcanzarse sino como medio siglo después, durante el
apogeo del guano, y sólo efímeramente. Sería recién hacia 1900, que la república pudo superar
de manera estable los logros alcanzados por la economía colonial en su última fase. En este
sentido podríamos decir que el siglo XIX fue para el Perú el del estancamiento económico; algo
así como “un siglo perdido”, y que ello tuvo en la independencia su factor decisivo.
Pero ¿por qué la liberación de un país de un imperio colonial podría acarrearle resultados
económicos tan negativos? ¿No era acaso cierto que el imperio trabajaba sólo en beneficio de la
metrópoli, sin contemplar como un objetivo en sí la prosperidad de las colonias? Por lo menos ésa
había sido la premisa y la conclusión de la historiografía dependentista: para que el centro se
desarrolle, la periferia debía ser sacrificada; el desarrollo del polo dominante, implicaba el
subdesarrollo del polo dominado. La ruptura del vínculo colonial o neocolonial debía ser en
consecuencia siempre positiva para el territorio dominado. Si no ocurría así, podía ser por dos
razones:
1. Que las estrategias de desarrollo económico elegidas por la antigua colonia, ya emancipada,
fueron suficientemente malas, como para que sus resultados se situasen por debajo del nivel
alcanzado en la era colonial.
2. Que el antiguo poder colonial fue pronto sustituido por uno “neocolonial”, que no dio lugar a la
auténtica independencia del país, ni le permitió la puesta en marcha de políticas apropiadas para
su desarrollo.

LA FORMACION ECONOMICA DEL PERU INDEPENDIENTE


Mientras los historiadores dependentistas habían apostado por esa segunda posibilidad, la nueva
generación se orientó hacia la primera. En su libro Between Silver and Guano, Paul Gootenberg
(1989-a) enfocó el proceso de formación económica del Perú, desde la independencia, hasta el
inicio del apogeo del guano. Su tesis fue que tras la separación del imperio español, el Perú no
“cayó” bajo el dominio inglés, frustrándose sus esperanzas de soberanía económica y política.
Retomando los planteamientos de D.C.M. Platt acerca de las relaciones de “libre cambio” entre
Gran Bretaña y América Latina, sostuvo que nuestro país cayó más bien en el aislamiento
comercial y financiero.
El caos y la inestabilidad en que la nueva república se sumergió en sus primeras décadas de vida,
funcionó como una coraza frente a las pretensiones del imperialismo (no sólo británico, sino
también francés y norteamericano), cuyos tentáculos no hallaban cómo asir una materia tan
escurridiza e imprevisible.
El trabajo de Gootenberg echó asimismo luces sobre la interacción entre grupos de poder y
políticas económicas. La guerra de la confederación Perú Boliviana (1836-1839) fue
reinterpretada, ya no como “la primera guerra con Chile” (que era la alusión hasta entonces más
común) sino como una “guerra de secesión en los Andes”, en la que se habrían enfrentado los
partidos del libre comercio y el proteccionismo. Mientras el primero sentó reales en el sur, el
segundo se hizo fuerte en el norte y la costa central, regiones dominadas por la agricultura
azucarera, que desde el siglo XVIII, intercambiaban su producto por el trigo chileno, en una suerte
de acuerdo comercial.
En cualquier caso, el tono general de la política de comercio exterior peruana tras la independencia
no fue la de una desaforada apertura hacia el mercado mundial, como había sostenido la teoría
de la dependencia, sino el proteccionismo; es decir: altos impuestos a la importación de
mercaderías, cuando no su prohibición absoluta.12 Incluso en los períodos en los que
sobrevinieron legislaciones arancelarias más librecambistas, el caos político y la poca seguridad
para los negocios, desalentaron la actividad comercial. Si no fue la imposición imperialista de una
política de comercio exterior de libre cambio, que nos habría encasillado en el papel de
exportadores de materias primas, y de importadores de manufacturas, ¿cuál fue la razón,
entonces, para la no industrialización del Perú durante la postindependencia? El trabajo de
Gootenberg sugiere que deberíamos hallar las respuestas, menos en el ámbito exterior, y más en
las condiciones internas que dificultaban la producción; como por ejemplo, la mantención de los
gremios de artesanos, la escasez de mano de obra con calificación para la industria y la
inestabilidad política y fiscal.

DEPENDENCIA TECNOLÓGICA

La teoría que nosotros como grupo hemos utilizado es la dependencia tecnológica que tenemos
los seres humanos a nivel mundial. Nuestra demostración va a estar centrada en los estudiantes
de Instituto Tecnológico de Costa Rica. Se ha observado que las personas en la universidad
utilizan en todo momento, a toda hora, un celular, una computadora, un reproductor, lo que sea, y
sería interesante saber qué nivel de dependencia tienen los estudiantes hacia la tecnología.
Basados en información buscada podríamos dar como hipótesis que vamos a demostrar que en
ITCR, más del 95% de los estudiantes son “tecnológico dependientes”, esto por medio de una
encuesta que se realizara a diferentes estudiantes de distintas carreras del ITCR.

Se entrevistara a estudiantes de diferentes carreras para así por observar no solo la dependencia
de los estudiantes de ingeniería en computación, sino también los de mantenimiento industrial,
administración de empresas, etc. La hipótesis, que será puesta a prueba por medio de nuestra
encuesta, fue analizada debido a que observando un día normal en el ITCR se puede distinguir a
la mayoría de los estudiantes con un celular o cualquier artefacto electrónico. La dependencia
tecnológica es un elemento de la sociedad que se observa con mucha facilidad pero que tal vez
nadie analiza de forma correcta, o nadie le presta la atención necesaria. Por ejemplo, en LAIMI se
pueden observar gran cantidad de estudiantes, en el comedor o en la soda se pueden ver muchos
estudiantes con celular, o una computadora, o simplemente viendo televisión. ¿Qué sería de los
estudiantes del ITCR sin tecnología? ¿Qué sería de nuestras vidas, profesiones, día a día?
Probablemente ningún estudiante podría sobrevivir a una falta de tecnología, ya que con una
computadora al estudiante se le facilita el trabajo a realizar de manera increíble. Se debe de
analizar bien los puntos a tomar. ¿Por qué los estudiantes son o no son dependientes de la
tecnología? ¿Por qué se puede o no hacer un trabajo o tarea, examen o resumen, o simplemente
estudiar, sin tecnología?

Pero demos un vistazo a datos que han sido obtenidos en otros estudios, estos estudios no son
precisamente realizados en Costa Rica, en el caso de los adolescentes por ejemplo ,se sabe que
la identidad social, las interacciones con el grupo de edad se hacen más importantes en la
adolescencia y esto se ve reflejado en el uso que los jóvenes hacen de la Red” (Magdalena Albero),
pero ¿es válido afirmar que en la población estudiantil del TEC esta es la principal razón para el
uso de internet y de computadoras, sabiendo que hay una gran parte de su población que ya no
entra en el rango de adolecente, si no en el de adulto joven? Esto sin mencionar que cuando se
estudia en esta universidad la carga académica sube y hay que restar tiempo a las interacciones
sociales para poder salir avante en todos los trabajos que son asignados a los estudiantes.

Pasemos la mirada ahora a otro dispositivo de los preferidos por todos y que más dependencia
puede generar, el teléfono celular. Según un estudio elaborado en España por la Universidad
Autónoma de Madrid el gasto promedio mensual de un adolecente español es de 15 euros,
unos 10 000 colones, y afirman que las mujeres hacen mayor uso del celular que los hombres y
la función más utilizada es la de los mensajes de texto. Ahora ¿se repetirán estos datos en la
población estudiantil del TEC? La verdad es que hoy en día cuesta mucho encontrar una persona
que no tenga un celular, y según lo visto durante las clases, aun estudiante no le importa mucho
perder un momento de concentración en una clase por contestar un mensaje, incluso no le molesta
salir de la clase para contestar una llamada. Ahora, una nueva y ventajosa funcionalidad que traen
los celulares es la posibilidad de usarlos también como reproductores de música. ¿Será posible
que esta nueva y atractiva función que ofrecen los celulares haya generado un aumento en la
dependencia a este dispositivo?

En el TEC de alguna forma se fomenta la dependencia de la computadora ya que poseer una


Laptop es un requisito casi indispensable para todo estudiante del TEC ya sea para enviar o recibir
documentos o archivos importantes e incluso para estudiar pero este fomento a la dependencia
tecnológica es justificado en cierto modo debido al enfoque educativo que tiene esta práctica, pero
en el caso de gran cantidad de estudiantes se evidencia el mal uso de todos estos adelantos
tecnológicos y es ahí cuando se crea la dependencia la cual nos puede provocar grandes
problemas como estudiantes ya que a menudo se abandonan las labores de estudio por
distracciones creadas por los aparatos tecnológicos con los que cada uno cuenta y que al ser
dependientes de estos no pueden evitar desperdiciar su tiempo en cosas que no son del todo
inútiles pero que si son indispensables y en ellas se invierte tiempo de estudio que luego nos hace
mucha falta.

Queremos por lo tanto demostrar la gran incidencia de este problema que se presenta en el
Tecnológico y así como se presentan una gran serie de problemas asociados a la dependencia
tecnológica existente ya hay muchas cosas que los estudiantes no sabrían hacer sin la ayuda de
una computadora, un celular o algún otro dispositivo electrónico lo cual nos está haciendo menos
capaces de afrontar las situaciones.

Como soporte a todas estas teorías tenemos las reseñas de la renombrada Cristina Bulacio
Doctora en filosofía, autora de libros y artículos en su especialidad. En un artículo donde describe
la estrecha relación entre la tecnología y la actitud que esta ha generado en la humanidad.
“Estamos dentro de un planeta que ya no es natural; ha sido reconstruido tecnológicamente por
nosotros mismos, paso a paso con ritmo creciente. La magia de nuestra inteligencia y de nuestras
habilidades nos hipnotizaron” (Bulacio). Aquí podemos apreciar el hecho que los seres humanos
vivimos a partir de la tecnología, hemos sido atrapados por nuestra astucia y propias invenciones
hasta llegar a un punto crítico de dependencia total. Esto es lo que buscamos exponer u evidenciar
en nuestro proyecto, este fenómeno de dependencia generado por nosotros mismos. Aunque el
punto de vista general de Bulacio no se concreta con el de nuestra investigación podemos tomar
importantes referencias en nuestro proceso de investigación sobre que implica la dependencia
tecnológica en la sociedad.

CONCLUSIONES

Entendiendo, entonces, estas complejidades de la “dependencia”, luego de varios años de


producción dependentista, para el año de 1978, Theotonio Dos Santos publicará un clásico estudio
en el que asociará estrechamente las nociones de dependencia e imperialismo. Describiendo a
este último, afirmará:

El imperialismo contemporáneo se define como una nueva etapa del capitalismo iniciada
después de la segunda guerra mundial que se caracteriza por una alta integración del
sistema capitalista mundial fundada en el amplio desarrollo de la concentración,
conglomeración, centralización e internacionalización del gran capital monopólico que se
cristaliza en las corporaciones multinacionales, célula de ese proceso, y en el aumento y
profundización del vínculo entre el monopolio y el Estado.

Reaparece, así, la clásica definición de Lenin del imperialismo como fase superior del capitalismo.
Sin embargo, ahora estará dotada de un direccionalidad adicional, dada por el sentido que la
“dependencia” impondrá al proceso de desarrollo de los capitales transnacionales monopólicos. El
imperialismo será ya no la “fase superior”, sino el punto de partida del capitalismo en América
Latina. Para Dos Santos, la expansión de estos conglomerados internacionales a nivel mundial no
auspiciará desarrollo económico alguno de las zonas periféricas y dependientes, en tanto éstas
continúan siendo, como antes, el lugar natural de colocación e inversión de los nuevos capitales
monopólicos para la obtención de materias primas y productos agrícolas a bajos precios, y
ganancias desmedidamente elevadas.
Antes bien, después de describir la categoría “dependencia” y sus conclusiones, surge la pregunta:
¿cuáles serán las diferentes formas de responder al fenómeno de la dependencia?
En este sentido, dentro del amplio rango de propuestas elaboradas, existen algunos puntos de
consenso entre varios autores. Por un lado, frente al condicionamiento impuesta desde los países
centrales se propone la industrialización. Recordemos que el clásico estudio de Cardoso y Faletto
comienza con un análisis de por qué para los años 60 los países económicamente más fuertes de
Sudamérica (Brasil, Chile, Colombia, Argentina) no logran cumplir con el promisorio destino de
industrialización plena y desarrollo económico que se preveía desde las dos décadas precedentes.
Desde lo económico, la industrialización significa una modificación en la forma en que está dada
la interacción mutua entre el centro y la periferia, porque intenta cancelar los perjuicios que se
derivan del deterioro de los términos de intercambio que sufren los países proveedores de materias
primas a manos de los industrializados. Así, sin tener demasiado en cuenta los aspectos internos,
para algunos autores la industrialización estará íntimamente relacionada con la idea de
“desarrollo”.

Sin embargo, por otra parte, en otros autores la ruptura de la “dependencia” toma forma en
medidas económico-políticas aún más radicales, que implican un “desprendimiento” de la matriz
capitalista. Mauro Ruy Marini afirmará:

La manera cómo se agudizan, en el capitalismo dependiente, las contradicciones inherentes


al ciclo del capital; la exasperación del carácter explotativo del sistema, que lo lleva a
configurar un régimen de superexplotación del trabajo; los obstáculos creados al paso de la
plusvalía extraordinaria a la plusvalía relativa, y sus efectos perturbadores en la formación
de la tasa media de ganancia; la extremación consiguiente de los procesos de
concentración y centralización del capital —esto es lo que constituye la esencia de la
dependencia, la cual no puede ser suprimida sin que se suprima el sistema económico
mismo que la engendra: el capitalismo.

De esta manera, la ruptura de la dependencia dependerá ya no de un descentramiento de la


estructura mundial, sino más bien del desplazamiento de las economías nacionales hacia fuera
del sistema-mundo capitalista, a través de la opción por el socialismo.

Como veremos al analizar el pensamiento descolonial, desde la crítica dependentista podrá


desprenderse también un intento de dislocación y descentramiento epistemológico, pues en
palabras de Jed Schloes berg,
el análisis de la dependencia constituyó la primera gran ofensiva de la teoría social
latinoamericana en contra de los prejuicios metropolitanos de lo que podría llamarse
“ideología de la modernización” en las teorías del desarrollo producidas especialmente en
Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial.

Existe así, desde la perspectiva del análisis de la dependencia, un cuestionamiento implícito


del concepto de modernidad como resultado de un proceso de modernización.
REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA

Bonilla, Heraclio
1972 “El impacto de los ferrocarriles en el Perú: algunas proposiciones”. En Historia y Cultura
6. Lima: Museo Nacional de Historia.
1974 Guano y burguesía en el Perú. Lima: IEP.
1977 Gran Bretaña y el Perú: los mecanismos de un control económico. Lima: IEP y Banco
Industrial del Perú.
1980 “El nuevo perfil de la historia peruana”. En La Revista # 3. Lima.
Bonilla, Heraclio, ed.
1975 Gran Bretaña y el Perú. Informes de los cónsules británicos: 1826-1900. Lima: IEP y
Presbich, Raúl; “El desarrollo económico de la América Latina y algunos de sus principales
problemas”; en: 50 años de Pensamiento en la CEPAL, FCE, Santiago de Chile, 1998, p. 65.

Anda mungkin juga menyukai