ACCIDENTES DE LA ALCACHOFA
2. Enfermedades ...................................................................... 23
3. Accidentes ........................................................................... 42
Bibliografía ............................................................................... 51
2
PLAGAS, ENFERMEDADES Y ACCIDENTES
DE LA ALCACHOFA
1. PARÁSITOS ANIMALES
^
Cuadro 1. Parte de la planta de alcachofa con daños y posibles
parásitos animales causantes de los mismos
' Cuando un parásito puede afectar a diversas zonas de la planta, se señala en negrita la más
frecuente.
1.1. LEPIDÓPTEi^OS
4
^c
Daños
Los daños más importantes son causados por las larvas qLie per-
foran galerías en los tallos (figura ]), nerviaciones foliares y capítu-
los. A1 dañar también las zuecas y sus yemas, afectan indirectamente
a la producción del año siguiente. La gravedad de los daños directos
es mayor cuando coincide la mayor ^ctividad larval con la produc-
ción comercial de los capítulos, lo que es bastante frecuente.
5
Medios de lucha
L^^s medios cle I^^ cha podríamos dividirlos en culturales, quími-
cos, mecániros y biológicos. Una labor cultural recomendada es
pasar el ^-otwator a las plantaciones ^^ fectadas inmediatamente des-
pués de la última ^-ecolección, con lo que se eliminarían las orugas
y pupas presentes en tall^^s y basc ctc la planta. La labor debe ser
superficial, p^u^a evitar dañar las yemas basales yue han de dar lugar
a la próxima cosecha. Etite tipo de p ^áctica tnmbién tiene sus incon-
venientes, com^^ rotura de raíces superficiales y contribución a la
difusi^>n de las virosis. Otra práctic^^ cultural interesante es realizar
un cultivo anual cie la alcachofa, que rompe el ciclo del parásito si
se eliminan las iuecas afectadas.
L^^ s intervenciones yuímicas podrían plantearse, bien en la fase
de adult^^s, bien en la fase la ^-val. La presencia masiva de adultos en
un periodo relativame ^^te restringido permite ent ^-ever una posibili-
dad de control en ese momcnto, para i ^npedi ^- yue las hembras sean
fecu ^^dadas. Ello se conseguiría no s61o por medios químicos, sino
también po ^- otro^ método^ como, por ejemplo, la lucha por confu-
sión, mediante la utilizaciGn de fe ^-omonas sexuales.
El c^>ntrol yuímico de las la ^-vas es el método más efiectivo.
Debe circuncribirse a las más jóvenes, y^ ^ que, al no habe ^- penetra-
do en ne ^-vios y tallos, son más accesibles a la acción del insectici-
da. En la may^^r parte de las regiones alcachoferas, las estaciones
fitopatológicas de avisos suelen vigilar la eclosión de los huevos,
recomendando a los a^^ricultores el momento más oport^^ no pa^-a
tratar.
EI insecticida que se utilice debe ^ene ^- una buena acción de con-
tacto. Si se sospechase que las larvas ya no están en la superficie
de la planta, el insecticicla debe tener, además, buena acción de
penetración. Lc^s insecticiclas recomendados son fosforados (acefa-
to, cl^>pi ^-ifos, di^^ ^inon (también tiene etiecto acaricida y anti trips),
fenih-otion, profenofos (también tiene efecto acaricida), quinal-
fos, etc.) y piretroides (alf^a cipermeU^ina, cipermetrina, deltan^etri-
na, flucitrinato, lambda-cihalotrin (también tiene efecto acaricida),
permetrina, ta^^ fluvalinat^^, etc.). Como los tratamientos pueden
coincidi ^- con épocas de cosecha, es muy importante tener en cuen-
ta los plazos de seguridad de los petticidas utilizados. Las caracte-
rísticas de aquellos que puedcn ser utilizados con plazos máximos
de se^uridad de siete días se resumen en el c^ ^ adro 2.
6
Cuadro 2. Características de los insecticidas para el
tratamiento del barrenador o taladro con plazos máximos de
seguridad de siete días (Esparza, 1996)
Alfacipermetrín (10) 2 Xn AC a a a
Bifentrín (10) 3 Xn AC m-a a m
Cipermetrín (10) 4 Xn AC m-a a a
Deltametrín (2,5) 3 Xn AB m-a a m-a
Esfenvalerato (2,5) 3 Xn BC a a a
Flucitrinato (10) 3 Xn AC a a b-a
Fosalone (30) 7 Xn BC m m b-m
Lambda cihalotrín (2,5) 3 Xn AB m-a a m-a
Metilclorpirifós (50) 5 Xn BC a-m a m
Permetrín (25) 7 Xn AC m-a a a
Taufluvalinato (24) 7 Xn AC b-a a b-m
7
y aparecen en grupos de 15 a 30 unidades Su incubación dura alre-
dedor de un mes. Las or^igas, de un tamaño máximo de 2 cm de ]on-
gitud, son de color verdoso, con la cabeza y el protórax más o menos
negruzco, son visibles desde últimos de septiembre hasta noviembre,
o más tarde si el otoño es benigno. Es el momento en el que penetra
en capítulos o, en su ausencia, en nerviaciones de hojas. El insecto
entra en letargo invernal y no se le vuelve a ver hasta el final del
invierno o principios de la primavera. La oruga abandona el capítulo
y se dirige al suelo, donde se envuelve en una especie de capullo
construido con seda y partículas térreas. Crisalida en 20-30 días. Las
mariposas aparecen en junio y suelen vivir ocultas en el suelo, en dia-
pasusia reproductiva, hasta su apareamiento, que se produce entre
septiembre y octubre.
Daños
Las larvas suelen atacar directamente a los capítulos o, si éstos no
están presentes, abren una galeria de longitud variable en el inte-
rior del nervio principal de la hoja. En los capitulos se nutre de las
brácteas más tiernas y del receptáculo.
Medios de lucha
Para el control de esta plaga es muy importante actuar antes de
que las oi-ugas penetren en las nerviaciones de las hojas o en los capí-
tulos, lo que permite utilizar insecticidas de baja toxicidad y con cor-
tos plazos de seguridad. La utilización de insecticidas de fuerte pene-
tración, generalmente los mismos fosforados y piretroides ya citados
para el barrenador, sólo debe considerarse cuando no se han podido
realizar los tratamientos en el momento oportuno, cuando no existe
producción otoñal y, en todo caso, respetando los plazos de seguridad
de los plaguicidas. De todas formas, los tratamientos químicos con-
tra el taladro suelen tener también acción sobre las larvas invernantes
de la polilla, que de esta forma puede ver frenado su desarrollo sin
que lleguemos a percibirlo.
Una forma mecánica de luchar contra esta plaga consiste en aler-
tar a las personas que cosechan los capítulos para que separen aque-
llos atacados, fácilmente reconocibles, que deberán ser destruidos
inmediatamente.
8
1.1.3. Orugas del suelo
Rosquillas grises
Dent^-o de las rosquillas grises, también conocidas como gusanos
grises, t^-ozadores o dormidores, pueden incluirse dive ^-sas especies
de noctuidos como son: Agrotis segetuN^ D. & S., Agrotis ipsilor^
Hfn., Trigono^^hora nieticulosa L., Peridromcr saucia, Mvthinrnn urri-
pirr^cta Hw., Mythimr^a vite/linn Hb, Agrochola lychnidis D. & S., etc.
En Esp^^ña, la especie más importante es, probablemente, A. sc^gerurn
(= Scotia segetum). Este insecto está p ^-esente en el campo la mayor
parte del año.
En el estado de larva reciben el nombre de rosqL ^ illas grises a
causa de s^^ aspecto enroscado y coloración gris. Su forma es cilín-
drica, pudiendo alcanzar una longitud de hasta 5 cm. Las crisálidas
Cienen ^^ n color rojo osc^^ro o amarillento y ^in tamaño aproximado de
2 cm. Suelen estar en el suelo, envueltas en una especie de celda de
tie ^-ra. Los adultos tienen 3 a 6 cm de envergadura alar y tienen un
aspecto g ^^is blanquecino. Éstos colocan los huevos recubiertos de
una sustancia viscosa en el envés de las hojas o en el suelo, al pie de
las plantas. En climas templados esta especie suele tener una sola
generación anual.
Como todos los noctuidos, las larvas son lucífugas, por lo que
durante el día sólo son activas en el interior del suelo, donde atacan
al cuello cie las plantitas de numerosas especies de huerta.
En el caso de la alcachofa, cuando atacan al nivel del suelo, lo
hacen a los brotes jóvenes, por lo que puede resultar extraordina ^-ia-
mente dañina en la brotación de verano. Sin embargo, los daños
principales son sobre los capítulos y, cuando éstos no están presen-
tes, sobre las hojas. Entre los capítulos, prefieren los más jóvenes,
que pueden devorarlos completamente. Sobre los grandes, pe ^^etran
I^ter^^ 1 o apicalmente para buscac los tejidos más tiernos.
9
lla verde, también puede producir daños importantes sob ^-e los ct^lti-
vos de alcachota.
S. littora[is está presente en el campo la mayor parte del año, aun-
q^^e más abund^ntemente a lo largo del vera ^^o. Como su nombre
indica, sus larvas tienen la costumbre de em-oscarse, pero a diferen-
cia de las rosq^^ illas g^-ises o verdes, tienen una coloración negruzca.
Pueden Ilegar a alcanzar longit^^des de hasta 45 mm. Sus daños se
producen a nivel del cuello en los brotes jóveues, o bien en e] folla-
je de brotes adultos.
Medios de lucha
Para controlar las orugas del sLielo se recomienda que la pulveri-
aación del insecticida alcance el envés de las hojas de forma homo-
génea. Se pueden utilizar piretroides (cipermetrina, deltaineh^ina, f7u-
citrinato, lambda-cihalotrin, taufluvalinaCO, etc.), fosforados (acefato,
clopirifos, diazinon, fenitroiion, profenofos, quinalfos, etc.) e insec-
ticidas biológicos. También es recomendable el uso de cebos envene-
nados, particularmente cuando las orugas son ya grandes. Estos cebos
s^^ elen esta ^- constiCuidos po ^^ el insecticida, salvado y azuca ^-. Se reco-
mienda inclL^ir por cada 0,5 kg de insecticida, otro tanto de aaúcar y
unos 10-12 kg de salvado, mezclándolo todo bien con 5-8 litros de
agua. Esta meacla debe repartirse a voleo a razón de 25-50 kg/ha,
preferentemente al atardecEr, para evitar que el sol la reseque.
10
Fie. 2.-Oruea de vanesa.
Daños
Se observan los daños fiundamentalmente en las hojas, donde las
larvas roen hasta dejar solamente los nervios (figura 2). Sucede
toclo tan rápido clue a veees da la imp ^-esión de que se hubie ^-a produ-
cido una imprevista e intensa defoliación.
Medios de lucha
Como insecticidas se pueden utilizar los mismos fosforados y
piretroides que los ya citados para el barrenador. Sin embargo, en el
caso de la vanesa no es exigible el poder de penetraci^ín del insecti-
cida.
11
1.1.5. Otros lepidópteros
Ocasionalmente se han citado sobre alcachofa ataques de otros
lepidópteros, como Peridroma saucia (Hiibner) (gusano trozador jas-
peado), Chrvsodeixis chalcites Esp. (medidor o bicho camello),
Autograp/^a gamm^a L. (Plusia), Cossus cossus L., Heliothis (gusano
verde) y Phlogophora. Las larvas del pirálida Ostrinia nubilalis Hb,
insecto que en España ataca frecuentemente al maíz, también pueden
producir ataques foliares (nervios centrales) sobre alcachofa.
1.2. ÁFIDOS
Los pulgones que atacan a la alcachofa presentan un desarrollo
óptimo a temperaturas relativamente bajas. Son Brachycaudus car-
clcci (L.) y Aphis fabae ( Scop.), que parasitan la parte aérea, y
Protrarnn spp. y Tram^a spp., que atacan a las raíces. Otras especies
yue también pueden afectar a la alcachofa son el pulgón verde del
melocotonero (Mti^zus persicae ^Sulz.]), el pulbón verde de la alca-
chofa ( Capitophorus elaeagni ^del Guercio]) y Dysa^^his cvnarae
(Theo.).
En lo que concierne a los pulgones de los géneros Protramci y
Trama, según Sala y Carpintero (1967) pueden atacar a las raíces de
la alcachofa, dificultando su desarrollo. La repetición del cultivo
puede agravar el problema. El control de los pulgones de raíz requie-
re la aplicación de insecticidas sistémicos de acción descendente si se
apliean al follaje, o bien, si su acción es ascendente, cabría la posibi-
lidad de aplicarlos en el agua de riego.
12
1.2.2. Pulgón negro de las habas
(Aphis fabae [Scop.])
13
1.2.3. Daños de los pulgones
Los daños directos causan debilitamiento de la planta y retrasos
de desarrollo. Como transmisores de virus (ver apartado 2.3), los
pulgones juegan también un papel indirecto en la sanidad de las
plantaciorres. Ahora bien, desde el mo ^^^ento que la principal vía dc
multiplicación de la alcahofa es la vegetativa, la transmisión de las
virosis está más asegurad^l por esta vía que por la de los áfidos. En
el caso de variedades de multiplicación po ^- semilla, al partir de
material de plantación natw^almente libre de virl^ s, el papel de los
áfidos en la sanidad de los cultivos de alcachofa pod ^-ía ser mtís
importante.
Otro daño indirecto de los p^il^ones es la denominada «ne^rilla»
o«fumagina». Ésta se produce por el desarrollo de hongos sobre la
melaza que segreg^^n las larvas.
Etiofencarb 7 C (S)
Deltametrina 2 P
Ometoato 14 OF (S)
Heptenofos 3 OF (S)
Acefato 14 OF (S)
Pirimicarb 7 C
Endosulfán 15 OF
Metilparatión 15 OF
14
1.3. COLEÓPTEROS
Enh-e loti coleópteros que atacan a la alcachofa debemos citar
como más importantes las especies Sphue ^ ^odc i-mrr r^^hichnn Gr^ells,
A^^iun c•urduoi^ ^.^m Kirb. y Cnssidn clc^ff'l^^rutu Suffr., que estudiaremos
en detalle m^is aclelante. También han sido citados con^o plagas de la
alcachof^a cl cris^>mélido Timarchu ^^ii^ ^ c^luiclc^s H. Sch^iff., los curcu-
IiGnid<^s O/io^-r-f^ti^r ^ cus cribi^icol/is Gyll. y C/c^nnr^.c piger Scop., el
cscurabcido Pe^^ todon ^^ ^ rnct^rtus L., el elatérido A,^^r^iotcs y los melón-
tidos Ann.rru, Melo/nr7thu yArnphir^^allon.
Daños
Suelen se ^- mí^s importantes los daños causados po ^- las la ^-vas que
por I<^s adultos. Éstos suelen roer la superficie^ de la hoja sin lleg^u- a
pert^orarla. Las larvas escavan galerías sinuosas y de dimensiones
cada vez mayores entre las dos epidermis de la ho,ja. En caso de
f^^ erte infestación, el ataque puede interesar toda la superficie foliar,
yue tc ^•mina secándose. En casos g ^•avcs puede provocar el marchita-
miento de la planta.
15
1.3.2. Apión de la alcachofa (Apion carduorum Kirb.)
EI escarabajo, de un tamaño que varía entre 2 y 4 mm, es de color
azul oscuro, más negruzco en el dorso, pero siempre brillante. Su
cabeza se prolonga formando un pico largo arqueado hacia abajo.
Inverna en estado adulto. Durante 1a primavera la hembra efectúa la
puesta en pequeños orificios excavados al efecto, generalmente en el
peciolo y el nervio principal de la hoja. Las larvas, cilíndricas, cur-
vadas, de color blanco amarillento y desprovistas de patas, de hasta
5 mm, labran galerías en los peciolos y nerviaciones de las hojas,
donde se transforman en ninfa. Los primeros adultos suelen salir de
la celda ninfal al final de la primavera. Posee una sola generación
anual.
Daños
Las larvas labran galerías en los peciolos y nerviaciones principa-
les de las hojas y en las de los pedúnculos florales. Éstos también
pueden llegar a ser roídos superficialmente. Así, se puede observai°
tanto el amarilleamiento y marchitamiento de las hojas afectadas,
síntoma más característico, como la alteración del desarrollo de los
capítulos, que no pueden ser comercializados. Los adultos causan
daños menos evidentes, consistentes en el erosionamiento o agujerea-
miento de las hojas al alimentarse de las mismas.
16
Fig. 4.-Adultos y larvas de cásida alimentándose sobre hoja.
Daños
La cásida es un crisomélido cuyos ataques suelen ser más corrien-
tes en las zonas de cultivo del interior peninsular que en las de la
costa mediterránea. Los daños son producidos sobre las hojas, tanto
por los adultos como por las larvas (figura 4), yue se alimentan de
ellas. Los adultos producen peyueñas pero numerosas mordeduras
de contornos angulosos yue Ilegan a atravesar el limbo, mientras yue
las larvas se alimentan fundamentalmente de la epidermis, es decir,
sin atravesar el limbo.
17
1.4. DÍPTEROS
1.4.1. Submarino o minador de la alcachofa (Agromyza)
El submarino de la alcachofa tiene unas tres ge^neraciones anuales.
Los primeros adultos, unas mosquitas de 3-4 mm, de color ne^ro, con
el cuello fino y de color gris, aparecen en primavera y hacen las pues-
tas en peq^^ eñas hendiduras que practican en la epidermis, junto a las
nerviaciones, en el envés de las hojas. Las larvas, de hasta 7 inm de
longitud, de color blanco, cilíndricas, finas y ^nuy curvadas, practican
galerías entre las dos epider ^ nis, donde viven. Para pasar a ninfas se
dejan caer al suelo y se entierran, volviendo a salir unos meses más
tarde.
Los daños son causados por las larvas, denominadas submarinos
por la propiedad que tienen de abrir galerías cortas y rectilíneas en
las nerviaciones o el parénquima foliar.
Se deben r^ tiliz^r insecticidas sistémicos o de acción penetrante
para Ilegar hasta las larvas en el interior de las hojas. Uno de los más
recomendables podría ser el fosforado acefato.
18
Las est ^ategias de control de trips están íntimamente ligadas al
hecho de yue son vectores de virus. Por ello recomendamos t^tmbién
tener en cuenta el apart^^do 2.3. I. EI principal método de control son
los tratamientos químicos. Al ser los trips insectos picadores chupa-
dores, utilizaremos productos que tengan buena acción por contacto
o sistzmica. Como se sitúan en lu;^ares muy protegidos de la planta,
es convenientc mojar bien ésta. También es recomendable utilirar
alternativ^^ mente insecticidas con diferente modo de acción p^ ^ ra evi-
tar la aparición de resistencias. Entre las materias activas más
corrientemente utilizadas destacan algunos piretroides, como ciper-
meh^ín, cit'ulh-ín, bifentrín, deltamentrín, etc.: organosfosforados,
comu malati<ín, fenitrotión, naled, clorpirifós, etc.; carbama^os, como
formetan^^ to, metioc^irb, etc., o de otras familias, como avermectina o
acrinatrín. Otras mate ^°ias activas polivalentes, aunc^ue con menor efi-
cacia específica, cc^mo el fosforado diazinon y el carbamato propo-
xur, pueden ser también introducidas ^n las rotaciones de tratamien-
tos. En cualq^^ ier caso, la elección se restringirá a aquellos productos
au[^^riz^^dos sohrc alcachofia.
1.5.2. Arácnidos
Los ataques de arácnidos no son corrientes en alcachofa, siendo
muchas veces controlados i ^^directamente con ot^os tratamientos pesti-
cidas. Así, los insecticidas fosforados diazinon y profenofos y los pire-
troides tlucitrinato y tau Fluvalinato, todos ellos co^rientemente utiliza-
dos en alcachofa, tienen acción acaricida. Las especies más corrientes
en alcahofa s^n Tc^t^^cmrrln^.c tc^luriu.l y Br_^^ohia pruc:tiosu Koch. Estas
especies prefieren colonizar las zonas próximas a las venas.
1.5.3. Nemátodos
Los problenu^ s i^emate^lógicos en alcachofa se pueden clasificar
en tres: nemátode^^ trans ^l^isores de virus, ne ^nátodos formadores cle
nGdul ^^s y nemátodos endoparásitos. Los dos primeros gr^ ^ poti n<^
parecen importantes en España.
Entre los nemát<^dos endoparásitos se encuentran clive ^sas es^e-
cies del género Pruwlenc•h ^^s. Se dcscriben como síntom^^ s la presen-
cia en la parccla de rodales de plantas con la vegetación reducida
y retrasada. A nivel de r^^ íz puede obse ^-varse necrosis. Como métc^-
dos de control se señalan los siguientes:
19
• Procurar para las plantas buenas condicones de vegetación, es
decir, suelos sanos, fértiles y de pH neutro.
• Desinfectar el suelo antes del transplante.
• Cultivar durante al menos tres meses Tagetes patula (clavel de
la India), planta de acción nematicida menos eostosa y más eco-
lógica que la geodesinfección química.
Se debe controlar la importación de material vegetal afectado por
virosis transmisibles par nemátodos o infestado con nemátodos pató-
genos c^omo Meloidogyne chitwoodi o M. hapla. Estas especies no
están presentes en España y, por sus bajas exigencias térmicas, po-
drían desarrollarse durante la época de cultivo invernal de la alca-
chofa.
20
Fig. 5.-Perforaciones
producidas por caracoles.
21
1.5.5. Roedores
Los daños procl^^ cidos por los roedo ^-es consisten en perforaciones
en las raíces más carnosas, de donde pasan internamente al c^iello,
causancio el desprendimiento de la yema apicaL Las plantas inicial-
^nente afectadas se suelen encontrar en los lí ^nites de la parcela de
cultivo (figura 6), junto a ribazos donde viven los roedores. Las plan-
tas afectadas pierden vigor frente a las sanas y muestran falta de
agua mediante un cambio de coloración en el follaje. Posterior-
mente se observa el desprendimiento de la yema apical y el mar-
chitamiento definitivo.
^^
Se reco ^niendan tratamientos con endosulfan a dosis altas. Así
mismo, se puede recurrir a la introducción de fosfito de aluminio en
las madriguecas, o a la colocación de tt-ampas con anticoagula ^^tes,
como brodifacoum, bromadiolona, clorofacinona, difenacoum o
flocoumafen. Pero no hay que descartar ot^-os tnedios de lucha,
como la realización de cultivos anuales o la colocación en las par-
celas de soportes, p^^ ra que durante la noche sirvan de apoyo a las
aves rapaces nocturnas para que mantenban controlada la població ^^
de roedores. También se recomienda el uso de perros ratoneros al
efectuar los riegos.
2. ENFERMEDADES
^3
sobre las brácteas, que se inician a partir de la parte más aguda, dese-
cándola (figura 7). C^iando esas manchas son viejas, sobre ellas, en
círculos concéntricos, es fácil observar con una l^ipa unos puntos
pequeños, esféricos oscuros y brillantes, que son los picnidios, que a
su vez contienen las esporas incoloras del hongo. Normalmente, las
lesiones son más frecuentes en los ápices de las brácteas basales.
A partir de ese punto, con tiempo húmedo y en plantas en crecimien-
to rápido, se puede extender a la vez hacia el interior y la base, de tal
forma que la enfermedad puede afectar a todo el capítulo. Otras veces
los ataques de Ascochytu son la vía de entrada para otros agentes cau-
santes de podredumbres blandas.
Fig. 7.-Ascochitosis
sobre capítulos.
24
Métodos de control
&
Es difícil inCervenir contra A.1^c^^ch^^tc^ ^ma vez presente, debido a
largo período de cosecha de los capítulos. Nuestra recomendacicín es
realirar pulverizaciones con mar^eb, ^ineb, etc., hasta el momento de
inicio de la cosecha en que se podría utilizar cimoxanilo, producto
sistémico con un período de seguridad corto.
Métodos de contro/
Como técnica cultural preventiva se recomiendan los marcos de
plantacibn amplios para facili^ar la aireación. Se aconsejan trat^u»icn-
toti prcventivos con productos derivados del cobre, ditiocarbamatos
(mancoceb, maneb, zineb, metiram, ziram, etc.) o ftalimidas. Cuando
la enfennedad se haga presente es conveniente utilizar fungicidas sis-
témicos de los grupos de fenilamidas (metalaxil, benalaxil, oxadixil,
ofurace, etc.), fosfonados (fosetil-AI) y etilureas (cimoxamil). Se reco-
mienda no abusar de estos productos sistémicos y, en todo caso, alter-
nar en I^^s tratamientos los productos de grupos diferentes, para evit^u^
la aparición de cepas del hongo resistcntes a los mismos.
25
2.1.4. Oidiopsis (Leveillula taurica [Lev] Arn.)
La oidiopsis, ceniza, sendra o blanqueta, es ^ina de las enfermeda-
des más extendidas en alcachofia, pudiendo destruii- gran parte de la
masa foliar, reduciendo la producción. La infección comienza en
algunas hojas aisladas, extendiéndose con rapidez, si las condiciones
son favorables, al resto de la planta, con la excepción de las hojas
más jóvenes. Como quiera que es en el envés donde se observan los
primeros síntomas (figura 8) y esa zona de la planta pasa mas inad-
vertida, hay que estar atento si se quiere conU^olar la enfermedad en
^ii^a fase temprana. En el envés de las hojas se forma un micelio
externo, gris blanquecino, muy abundante, que queda mezclado
con la pilosidad propia de la planta. Es en el haz donde se obser-
va^^ los síntomas más evidentes, es decir, manchas amarillas difu-
sas que se necrosan por el centro. Todo ello produce senescencia
prematura y caída de hojas. Con menos frecuencia también ataca a
los capítulos.
? ^i
Epidemiología
Métodos de control
El azufre resulta tóxico para la alcachofa, por ello, deben utilizar-
^e oh^os productos preventivos de la enfiermedad, entre ellos el qui-
nometionato y dinocap, añadiéndoles un mojante y procurando
impregnar el envé^ dc las hoj^^ s. Una vez instalada I^ ^ enfermedad y
dado el carácter e ^^doparásito del agente causal, no yucda más reme-
dio que rec^urir a productos sistémicos de los grupos de triazoles
(pe ^lconazol, triadimenol, tetr^^ conazol, miclobutanil, hexaclonaze^l,
ciproconazol), hidroxipirimidinas (fenarimol, nuarimol), piperacinas
(triforina), piridinas (pirifenox), pirimidinas (bupirimato), etc. En el
caso de los p ^^oductos sisté ^nicos, es reco ^nendable alternar aquellos
c^uc pertenezcan a distinto grup^^ químico en los lrala ^nientos sucesi-
vos, para evitar cl desarrollo de ccpas del hon^o resistent^s a los mis-
m^^s. De los pre^ductos a ^-riba citados el que tiene el plazo de seQuri-
dt^d más corto es el pirifenox.
^^
capítulos se recubren de un polvillo blanco grisáceo. Entonces la
enfermedad se propaga a la^ brácteas interiores y es fácil hallar entre
las mismas los esclerocios negros y, a veces, frucCificacioncs conídi-
cas características de ]a especie.
En campo, en condiciones propicias, la en1'ermedad puede propa-
garse desde la herida producida al cortar los capítulos, hacia abajo
hasta alcanrar las ramas late^ales.
En poscosecha la enfei-medad se evidencia eomo zonas deprimi-
das sobre las brácteas externas y sobre el pedúnculo. En condi-
ciones de humedad alta las dept^esiones son de color pardo o pardo
rojizo, húmedas e inodoras. Los bordes aparecen bien definidos y
aparentan esta^^ hinchados dc agua. En condiciones secas las lesiones
tienen un color pardo oscuro, se muestran secas y consistentes y los
bordes no aparecen embebidos en agua. Las lesiones por Bot^ytis se
diferencian de las causadas por roces porque en las primeras la lesión
penetra más profundamente. También se ha señalado que la comer-
cialización de los capítulo^ con hojas adheridas al tallo hacen a las
inflorescencias más susceptibles a los ataques deBotrytis^.
Epidemiología
Métodos de control
Dada la imposibilidad de intewenir en el campo sobre los facto-
^-es climáticos yue favorecen los ataques de Bon.^^tis, los métodos de
control eficaces contra esta enfermedad son los químicos. Los h-ata-
mientos con fungicidas específicos serán a base de dicarboximidas o
antiesclerociales (vinclozolina, iprodiona, procimidona, clozolinato),
sulfamidas (diclot7uanida) y benzimidazoles (benomilo, carbenda-
ziin, metil-tiofanato). La aparición de cepas de B. cirzer^ec^ resistentes
^^
a los fungicidas sistémicos obliga a la rotación de los fungicidas en
el programa de tratamientos.
En la fase de poscosecha es importante minimizar los daños sobre
los capítulos, reducir los tiempos de transporte y mantener la hume-
dad y temperatura bajas, preferiblemente entre 0° y 4° C.
Rhizoctonia solani
R. salnni inicia su infección en ]as raicillas más jóvenes sobre las
c^ue el micelio presenta, en su fase más adulta, los llamados rizomo ^•-
fos, gruesas hifas de color marrón q^^e con la ayuda de una lupa se
hacen visibles sobre los tejidos infectados. Las consecuencias de sus
ataques son mayores en b ^-otes jóvenes que en plantas bien esCableci-
das, sobre las que la enfermedad produce una reducción del vigor que
^y
muchas veces puede pasar inadvertida. Las infecciones con este
hon^^o son favocecidas por temperaturas entre 20 y 30° C.
Sclerotinia sclerofiorum
Los síntomas de S. scle^otior^^m suelen consistir en enmoheci-
mientos blancos que aparecen sobre el tallo y el cuello, fo^°^^ándose
esclerocioti en el interior de los tallos, pudiendo Ilegar a producir la
muerte de las pl^inCas. Tanibién han sido señalados at^iques aéreos de
este hongo. Es decir, que el hongo, que se de^arrolla a nivel del suelo,
puede afectar a c^ialquier parte de la planta en contacto con el mismo
(figura 9). EI daño más coi^-iente es la podredumbre del tallo y de la
^^)
raír. Tambi^n puede afectar a una sola rama de la planta y orasi^^nal-
mente a los capítulos en poscosecha. Los esclerocios, compactos y
^^randes (2-15 mm), son inicialmente blancos, pero se tornan negros
y duros (figura 9). Suelen ser más alargados y aplastados quc esféri-
cos. Éstos, capaces de pervivir en el suelo durante tres años, consti-
tuyen el o ^^igcn de la enfermedad. Ésta se ve favorecid^^ por humed<^ -
des altas y temperaturns entre 21 y 25° C. Pero una vez se ha inicia-
do, puede desarrollarse a temperaturas de hasta 0° C.
Sclerotium rolfsii
La enfermeclad producida por S. rolfsii se inicia e^n la base del
tallo. Éste se recubre de un micelio albodonoso que, a veces, también
se extiende al s^^ elo alrede^ior de la base de la planta. Sob ^-e el mice-
lio se diferencian los esclerocios, redondos, blanquecinos, más tar^ie
de color marrón oscuro, y del tamaño de un grano de mostara. Etit^;
proceso se ve aco ^^^pañado de una m^lrchiCez de] brote afectado, lo
yue generalmente es el primer síntoma observado por el agricultor.
La enfermeclad producida por Scleroti^mi es típica de climas cáli-
doti (su temperatur^ óptima de desarrollo es de 30 a 35° C) y h^^ me-
cios, aunyue la expresión de los síntomas puede se ^^ mas severa duran-
te los períodos ^ecos subsi^ruientes. Los suelos ácidos o fertilizado^
en exceso crn^ nitrógeno han sido señalados como favorecedores dc
su clesarrollo. S^^Ic^^^otium posee una lar^a capacidad de supervivencia
en los suelo^. Ello es ciebido, por un lado, a que es una esperic con
un alto n^^ mero dc hospedantes; por otro, a su alta c^ ^pacidad saprofí-
tica y, además, por la capacidad de supervivencia de los cscler^^ci^^s
en condiciones poco favorables.
Métodos de control
La lucha c^^nU-a las podredurnbres cle cuello y raíz es bastante
problemátict^ , debido al carácter polífago de los patógenoti resp ^^n-
sables y a s^^ elevada capacidad de superviviencia en el suel^^. Por
cllo es más fácil c^^ntrolarl^^5 actua ^^do antes de q^ ^ e los ^^ taques se
^rodurctin.
Dacla su exigcncia en elevadas hu ^uedades en el suelo, es impor-
tante la realiiaci<ín de riegc^^ racionales, particularmente en los mcscs
estivaleti. En este sentido, el riego localizado puede disminuir de
f^^rnu^ clara los rie^gos. También es importante la realización de una
31
buena alternativa que impida que en la misma parcela se cultiven
demasiado frecuentemente alcachofas o especies próximas. Así
mismo, es importante emplear material de plantación sano. Por ello
es absolutamente necesario proceder a la desinfección del mismo
mediante la inmersión durante 10 minutos en un caldo fungicida. En
este sentido también puede ser efectivo un tratamiento posplantación,
dirigiendo el pulverizador al cuello de la estaca o vía agua de riego.
En suelos con abundante materia orgánica se previenen mejor los ata-
ques de Rhizoctonia.
Para Rhi^octonia los fungicidas recomendados son: PCNB (quin-
toceno), iprodiona, clortalonil, carboxin, flutalonil, pencicuron, tria-
dimefon y metiltiofanato. Para Sclerotium podemos utilizar carben-
dazim, procimidona, dicloran, etc. El reparto de PCNB en forma de
^ránulos por toda la parcela también es una práctica recomendable.
Para Sclerotinia disponemos de los fungicidas: captan, tiram, carben-
dazim, vinclozolin, benomilo, procimidona, iprodiona, diclofluanida,
clortalonil, etc.
Sintomatología y daños
La verticiliosis pasa muchas veces inadvertida por causar frecuen-
ternente una leve reducción del vigor de la planta acompañada de
una pérdida de turgencia. La enfermedad se extiende en manchas
más o menos amplias, de acuerdo con la porción de suelo infectado por
el hongo, que suele estar irregularmente dispuesto en la parcela. Las
primeras manifestaciones se presentan en las hojas basales, sobre las
que se observa marchitamiento, seguido de amarilleamiento y final-
mente desecación. La desecación suele iniciarse en el borde del limbo
(figura l0), pudiendo afectar a la lámina completa o a una mitad del
mismo, a partir del nervio central. En hojas jóvenes puede observarse
pérdida de turgencia y abarquillamiento que le hace mostrar el envés.
^2
Fig. 10.-Desecación del borde del limbo por Verticillium.
Epidemiología
Los microesclerocios de V. dahliae pueden sobrevivir en el suelo
hasta 15 años. Pero la infección también puede iniciarse a partir del
micelio presente en los residuos del cultivo precedente o en el mate-
^-ial de plantación. La infección se inicia en la raíz, directamente o a
través de heridas, y puede permanecer inerte hasta que se dan las con-
diciones adecuadas de temperatura para i ^^fectar, más o menos inte ^^-
samente, a los vasos de las hojas y del tallo. Por ello, una parcela
infectada puede mostrarse como sana dura^7te períodos calurosos y
empezar a most^-ar síntomas con una bajada de temperaturas.
33
Métodos de control
El control de la enfe ^-medad se reduce a evitar material de planta-
ción y parcelas contaminadas, ya que el contro] químico no es efec-
tivo. Se ha señalado como una solución la rotación con cultivos no
susceptibles, pero nuest ^^a experiencia nos indica lo contrario. La uti-
lización de densidades de plantación altas puede reducir ligeramente
la incidencia de la enfermedad. Niveles altos de mate ^-ia orgánica en
el suelo (2GIo) también reducen los efectos del hongo.
En regiones con altas temperaturas de verano y alta insolación,
una técnica interesante para el co ^^trol de Verticilliurn es la inactiva-
ción térmica del hongo vía solarizacibn del suelo. También es posible
la desinfección qufir^ ica del suelo, aunc^ue su alto coste lo hace prohi-
bitivo en el c^iltivo de la alcachofa.
34
Cuando afectan a la base del capítulo, el tallo puede necrosarse par-
cialmente, con lo q^^ e al creeer el capítulo se curva dandc^ el aspecto
de un cayado. Más raramente afecta a las hojas, generalmente en el
envés a la altura de las nerviaciones, con síntomas parecidos a los de
las brácteas.
Epidemiología
Métodos de control
Las mejores medidas de control son las culturales. Entre ellas
podemos citar la elección de esquejes sanos, evitar las humedades
altas en la parcela, procw-ando su aireaci^^n mediante marcos de plan-
tación amplios y desarrollos moderac^os de la vegetación. En el
mismo sentido, habría que evitar el riego por aspersión y las fiertili-
zaciones excesivas con nitrógeno.
La lucha química resulta muy difícil, ya que dado lo imprevisto de
los ataques de ^rasa, cogen al a^ricultor por so ^-presa y durante la
cosecha hay que mantener los plazos de seguridad. Durante las pri-
meras fases del cultivo es recomendable el tratamiento semanal con
productos a base de cobre. Si tie sospechase que los esquejes pudie-
ran venir infectados, se pu^de recurrir ^ ^ la desinfecci6n con antibib-
ticos como la kasu^amicina.
^S
Fig. I I.-Marchitamiento general por ataque de ErH^irric^.
Epidemiología
La bacteria se mantiene en restos vegetales en el campo. Es trans-
rnitida por ii^sectos, útiles de trabajo, manos y agua de riego. Pero su
principal vía de entrada son las heridas. Por ello, en ocasiones ha sido
señal^ida su estrecha correlación con heridas producidas por atayues
de insectos. Una vez dentro de los tejidos, se multiplica con profusión
en los espacios intercelulares, terminando por disolver las paredes de
las células, invadiéndolas.
Esta bacteria puede crecer en un rango muy amplio de temperatu-
ras, entre 5 y 37° C, estando su óptimo en 22-27° C. No soporta tem-
peraturas s^iperiores a 50° C.
Como quiera que es el agua el principal vehículo de la bacteria,
la enfermedad se manifiesta más intensamente durante períodos Ilu-
36
viosos o tras riegos estivales abundantes. Se observa con frecuencia
en terenos arcillosos, mal aireados, en el período de agosto a sep-
tiembre, atenuándose gradualmente a medida que la temperatura
desciende, parándose totalmente con los fríos invernal^s. Se obser-
va más frecuentemente en plantaciones plurianuales, debido a que
la poda de la pa ^•te vieja de las plantas provoca heridas en las mis-
mas que favorecen el desarrollo de la enfermedad con los primeros
riegos estivales.
Métodos de control
El control de la pod ^-edumbre bacteriana se basa casi exclusiva-
mente en prácticas culturales y sanitarias de tipo preventivo, siendo
muy parecidas a las utilizadas para las podredumbres fúngicas de
cuello. En concreto se recomienda:
• Utilizar rotaciones de cultivo con especies no sensibles a la
enfermedad, en particular los cereales.
• Utilizar esquejes provenientes de alcachofa ^^es no infectados.
En Codo caso, desinfectarlos con productos a base de cobre.
• Evitar humedades altas en las plantaciones, favoreciendo el dre-
naje de los suelos y utilizando marcos de plantación que favorezcan
la ventilación del cultivo.
• Combatir los insectos responsables de lesiones mecánicas en las
raíces.
• También es recomendable cualquier tratamiento que favarezca
el endurecimiento de los tejidos, ya sea mediante la reducción de los
aportes de nitrógeno y materia orgánica, ya mediant^ el aporte de
cobre. A este metal se le at ^-ib^^ ye, además de una acción específica
sobre la enfermedad, de endurecimiento de los tejidos.
37
oU-os patógenos o de las plagas, casos en los q^^ e se pueden emplear
productos q^^ ímicos con mayor o menor éxito.
A continuaci6n reseñamos los virus que conside ^-amos más impor-
tantes en España.
Sintomatología
Los síntomas cle este virus consisten en la aparición de tonalida-
des gris plata en las hojas que, a veces, muestran asimetría del
limbo. Los brotes }^ueden aparecer retorcidos y los capítulos asimé-
3H
tricos. También es frecuente la apariciGn de necrosis, marchitamien-
tos e incluso muerte de plantas.
Transmisión
En condiciones naturales su princip^^ I vía de tr^^ nsmisión son
diversas especies de tisanópteros, entre las que^ destaca Frunklinic^ll^^
occiclen^cilrs Per^ande (ver apartado 1.5.1 ). La transmi^i ^ín e^ de tipe^
persistente circulativo, con multiplicaci^ín del virus cn cl insecto.
Debe^n ser la^ la ^vas las que se alimenten sobre plantati infectadas
para que la generación de adultos sea infectiva, ya que éslos no p^ ^ e-
dcn infectarse directamente. Tampoco U^antimiten la enfermedad a la
t^eneración si^^uiente.
Con trol
Como para todas las enfennedades producidas por virus, los
métodos dc conh-ol son esencialmente preventivos. Se reducen a evi-
tar la introduccibn de plantas contaminadas o de material de propa-
gacicín procedente de ést^ ^ s y a la realizaci6n de determinadas prácti-
cas culturales yue se detallan más adelante. EI control del vector no
h^^ dacio resultados satisftic^orios.
Las prácticas cult^^ rales recomendadas para evitar las infecciones
por TSWV se pueden resumir así:
• Evitar otros cultivos sensibles e ^^ las proximidadeti y eliminar
las malas hicrbas de los ribazos. Esto debe de hacerse cuando éstas
son jóvenes, ya que cuando son adultas se obli^a a la emigración de
los trips a los cultivos y^ ^demás se eliminnn sus depredadores, lo
cual, en definitiva, es pe ^judicial.
• Eliminar las primera^ plantas con síntomas.
• Como yuiera que los adultos vuelan en busca de las f7ores, ali-
mentándosc prefe:rentemente del polen, cuando se acabe la cosecha
no se debe dejar florecer a las plantas de ^^ Icachofa para evitar que los
trips se sitúen sobre ella^.
3^)
hay yue tener en cuenta que bajo el nombre de degeneración se des-
criben diversos problemas en la alcaehofa distintos del causado por
los virus (ver apartado 3.8).
Sintomatología
Como su propio nombre indica, lo más frecuente es que las plan-
tas no muestren síntomas de virus. Cuando éstos aparecen, se hacen
más evidentes sobre las hojas, que se presentan más hendidas de lo
normal sin llegar a ser del tipo cardero, mostrando ocasionalmente un
mosaico amarillo (figura l3). Las brácteas se decoloran y los capítu-
los pierden tamaño, particularmente anchura, y se abren precozmen-
te. Las reducciones de precocidad y producción pueden ser notables.
Hay que señalar un error, según el cual las plantas carderas o
cuaresmeras deberían sus peculiaridades, esencialmente falta de
precocidad y presencia de hojas altamente hendidas, a infecciones
por ALV y ADV. Sin embargo, las plantas carderas, denominadas
así porque son de hoja hendida tipo cardo, o también llamadas mar-
ceras y cuaresmeras, porque son de producción tardía, son real-
mente una mutaei6n espontánea que se produce en todas las varie-
dades precoces de alcachofa, entre ellas la variedad Blanca de
Tudela. Es cierto que a mayor cantidad de virus presente en una
planta, más se reduce la precocidad y producción respecto a plantas
del mismo clon, ya sea éste del tipo normal de alcachofa como del
tipo cardero. Quizá este efecto de reducción de la precocidad y del
40
Fig. 13.-Mosaico amarillo producido por ALU.
Control
Aparte de su transmisión mediante el material vegetal infectado,
el ALV se transmite de for ^ na no persisCente mediante varias especies
de áfidos, por ello el tratamicnto químico de los ^ífidos no puede reco-
mendarse como método de control. En el caso de un virus como éste,
yue prácticamente infecta el 100% del material vegeta] de alcachofa
de multiplic^^ciGn vegetativa, la selección sanitaria ^nediante el culti-
41
vo in vitro de ápices meristemáticos puede ser una solución. Sin
embargo, aunq^^e mediante esta técnica se pueden obtener plantas
libres de virus, los resultados no han sido los deseados en variedades
precoces de alcahofa. En cualquier caso, se ha comprobado que las
plantas libres de virus se reinfectan en el plazo de uno o dos años tras
su plantación al aire libre.
3. ACCIDENTES
42
Fig. 14.-AU'ofia cle
ca^ílul^^.
43
te la fase de alargamiento del t^illo, no han dado resultados satisfac-
torios. Se ha señalado que los tratamientos con ácido ^iberélico favo-
rece ^1 la ^itrofia.
44
tra muy sensible en las zonas de corte de los tallos. Asímismo, si la
temperatura sube mucho al día siguiente, los daños son mayores
yue si la oscilaciGn térmica ent^-e el día y la noche no es fuerte.
Igualmente un suelo h^^ medo y sin exceso de nitrógeno reduce los
daños por helada. También se señalan I^s déficits de potasio y fós-
i^oro como facto ^-es sensibilizantes f^-ente a heladas. Otros aspectos
promotores son los marcos claros de plantación frente a los estre-
chos y el uso de giberelinas.
A menos de -4° C puede helv^se la parte subterr^ínea de la plan-
ta, con lo cual se pierde la posibilidad de su recuperación. En caso
contrario, es capaz de rebrota ^°, pero, evidentemente, se produce un
gran retraso en el desarrollo del cultivo. Los daños sobre las hojas,
aunque suele^n ser menos graves que cn los capítulos, resultan evi-
45
dcntes. Adcm^ís de en el limbo, en cuyo marben se observan áreas
cloróticas que sucesivamente se necrosan, en el nervio central se
puede obsevar necrosis de la epidermis, que se despega del resto del
tejido. Con helt^das más fuertes se pueden producir agrietamientos
longitudinales en la zona basal del ne ^^vio principal (figw^a 16) que
pueden ]legxr a producir su roCura. Sobre los capítulos pueden pro-
ducirse daños ^uaves consistentes e ^^ el ahuecamiento y desprendi-
miento de la epidermis externa de las brácteas exterioces. Esto los
hace inservibles para una comercialización de calidad, ya que
muestran un tono ligeramente pardo. Si los daños son mayores se
producen Enncgrecimientos en las brácteas que hace a los capítul ^^s
completame ^^te desechables. Se suele obse^-va^- mayor sensibilidad
en los capítulos de menos de 50 g, con an^plias necrosis en las brác-
teas y el receptác^ ^ lo.
En relaci6n con la sensibildad varietal, hay una relación directa
entre precocidad y sensibilidad 1^rente a la helada. La protecciGn de
las plantaciones de alcachofa con las mantas textiles no está claro que
sea una solucibn para la luch^ co ^^tra las helada^.
46
3.5. DANOS POR PESTICIDAS
Los clañc^s cie pesticidas pueden ser ocasi<^naclos por derivas pro-
d^^ cid^^ s por el viento al utilizar herbicidas en parcelas vecinas, por
la utilización de pesticidas no autorizados o por la utilización de
pesticida^ autorizados a dosis superiores a la recomendada. La rea-
liraci^ín de h-atamientos correctos, pe ^-o en m^>mentos en los que se
produrcan fue ^-tes insolaciones y/o temper^^ twas, también pueden
ocatiionar yuem^ ^^luras. La contaminació ^^ del suelo con un herbici-
da residual procedenCe del cultivo ^ ^ nCerior y In contaminacibn de
los eyuipos de tratamiento o de las aguas de rie^^^^ tambi^n pueden
ocnsi^^nar alteraciones sobre el cultivo. Se ha señalado a la alca-
ch^^fa como especial ^nente sensible a los daños por herbicidas no
id^^ne^^s yue provocan deformaciones en las hojas, que pierden su
tur^^encia.
47
Cuadro 4. Porcentaje de reducción de cosecha de capítulos
de alcachofa en función de la conductividad eléctrica
del suelo
4,8 0
5,7 10
7,1 25
9,5 50
14,2 100
2,7 0
3,4 10
4,4 25
6,2 50
9,7 100
3.8. DEGENERACIÓN
EI término « de^eneración» en el cultivo de la aleachofa dcbería
considerarse un término maldito, es decir, a evitar en la medida de lo
4^i
posible. En efiecto, con la expresibn « degener^ción de la alcachofi^t»
se describen una serie de fenómenos, en nuestra opinió ^^ hasta h-es, de
diferente casuística. El hecho de que e^tos fenómenos tengan al^^unos
aspe^cCOS en com^^ n, el más importante la pérdida de precocidad, y de
y^^ e puedan aparecer conjuntamente en las plantaciones, puede lle-
va ^-nos a confusiones yue nos impid^in realizar el diagnóstico co ^-rec-
tci. Para evitarlo vamot a describirlos a continuación con det'alle.
Falta de vernalización
El primero de los fenómenos de degEneración, falta de ve ^-naliza-
ci^ín, es exclusivo, en Espa^^a, de las ronas costeras del Levante y del
Sur. En ellas la alcachofa Blanc^^ de Tudela presenta un problema de
pérclida progresiva de precocidad a lo la ^-^o de multiplicaciones vege-
tativas sucesivas. Se atribuye este fenómeno a que cuando e^n verano
se reinician loti riegos en la plantación, un cierto núme ^-o de las yemas
axilares que entran en vegetación, por no haber sufrido el efecto
ind^^ ctor del frío, no puecíen dar capítulos en otoño y retrasan la pro-
ducción hasta la p ^-imavera siQuiente. Para paliar este fenb ^neno, los
alcachoferos de Levante y sur de España acuden a zonas del interior
peninsular a proveerse de nuevo material de plantación. Lo hacen en
la scguriciad de yue las zuecas, por haber sufrido el efecto vernali-
zante del frío, van a desarrolla^- brotes precozinente productivos.
Virosis
El seQundo de los fenómenos está provocado por la^ infecciones
por los virus ADV y ALV, uno de cuyos principales síntomas es la
p^rdida de precocidad. La presencia de estos virus no altera sustan-
ci^^ Imente la morfología de las hojas típicas de cada variedad, aunque
sí podrían most ^-arse li^*eramente más hendidas de lo normal y, así
mismo, causar def^^rmaciones en loti capítulos, qi ^ e se mostra ^ían fal-
tos de consistenria y con las brácte^^ s curvadas hacia ^ifuera.
Ocasionalmente poelrían aparecer mosaicos (figura 13).
Mutaciones
El tercero de los fen6menos es la aparición de plantas mutadas,
particularmente I^^ s denominadas «c^u-deras» o«cuaresmeras». Una
de las principales caracte ^^ísticas de estas plantas mutaclas es que su
49
hoja de brotación es hendida en lugar de la típica h^ja entera de
«Blanca de Tudela». Otra es que se produce una not^tble pérdida de
precocidad. Este hecho es el que podría Ilevar a conl'undir las plantas
«carderas» con plantas altamente virosadas o faltas de vernalización.
Los clones carderos también pueden resultar infectados por virus,
produciéndose una reducción adicional en la precocidad y el rendi-
miento. En ningún caso, ya consideremos clones normales, o ya sean
carderos, hemos observado que la infección por virus produjera cam-
bios morfolóQicos importantes en el aspecto de la planta.
50
BIBLIOGRAFÍA
51
PUBLICACIONES DEL
MINISTERIO DEAGRICULTURA PESCAYALIMENTACIÓN
SECRETARIA GENERALTECNICA
CENTRO DE PUBLICACIONES
Paseo de la Infanta Isabel, I- 28014 Madrid