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Incidencia de la Eficiencia Energética en la Economía Colombiana

Algunos de los compromisos que Colombia adquirió en el COP21 fueron reducir las emisiones de
gases de efecto invernadero (GEI) del país en un 20% con relación a las emisiones proyectadas a
2030, y fomentar el intercambio de conocimiento, tecnología y financiamiento para acelerar las
contribuciones planteadas en materia de adaptación y mitigación de gases de efecto invernadero
[1]. Sin embargo, Colombia es una sociedad energéticamente ineficiente, ya que según la UPME,
por cada terajoule (TJ) de energía final que entra a la economía, se utilizan 0.48 TJ, lo que permite
estimar los costos anuales de las pérdidas de energía en 4700 millones de dólares [2].

Teniendo en cuenta lo anterior, para que Colombia pueda cumplir con los compromisos
adquiridos, es necesario revisar detalladamente el modelo energético actual con el fin de usar la
energía de manera adecuada. Si esto se logra, es posible disminuir los consumos de energía y por
ende disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero que son las causantes de los cambios
climáticos, pero para lograrlo es de suma importancia tener equipos eficientes, ya que éstos
tienen la característica de lograr su fin con menor cantidad de energía requerida, es decir, se
disminuye el consumo energético, pero se logra realizar el trabajo requerido.

Asimismo, el uso de equipos eficientes al requerir menor cantidad de energía, disminuyen las
emisiones de gases de efecto invernadero y por lo tanto el uso de estos equipos no sólo tiene
beneficios operaciones, sino también ambientales. Para afirmar lo anterior, basta con analizar un
proceso en el que se usen dos equipos, uno no eficiente y otro que si lo sea; para el primer caso se
requerirá de un tiempo determinado, sin embargo al utilizar el segundo, al ser más eficiente se
demorará menor tiempo para la misma tarea, lo que quiere decir que se disminuye el tiempo en
que se pudieron haber generado emisiones de gases de efecto invernadero. Lo anterior aplica
tanto a procesos de consumo de energía eléctrica como térmica y ambos generan emisiones de
gases, el uso de energías de origen no renovable tales como el carbón, el gas natural y el petróleo,
generan mayor cantidad de estos gases, mientras que en la energía eléctrica la emisión de GEI está
asociada en la cadena de generación de ésta.

Por lo anterior, también se ha comenzado a promover programas de uso de energías renovables,


entendiéndose como “energías cuyas fuentes se presentan en la naturaleza de modo continuo y
prácticamente inagotable, p. ej., la hidráulica, la solar o la eólica” (Diccionario de la RAE). No
obstante, el uso de energías de tipo renovable tiene una desventaja y es que no tiene la misma
densidad energética (kWh/m3) que los combustibles de origen fósil y por ello requiere de áreas
enormes para obtener la misma cantidad de energía. Sin embargo, si estas energías no se utilizan
en equipos eficientes, se estarían aprovechando al máximo y el modelo energético seguiría sin
funcionar.

El modelo energético actual debe tener cambios importantes, comenzando por la formación en
temas relacionados con la eficiencia energética desde los escuelas y universidades, con el fin de
que las nuevas generaciones adquieran una cultura responsable con el medio ambiente, mediante
el aprovechamiento y uso racional de la energía. También, deben generarse normas ambientales
más exigentes que obliguen a la industria a adquirir equipos más eficientes, ya que las tecnologías
que se usan hoy en día son obsoletas y en muchos casos con malas prácticas en la operación. Lo
anterior, permitirá que se incentiven las investigaciones en ciencia y tecnología como solución a
las problemáticas en el contexto nacional.

Para terminar, la estrategia del programa de Etiquetado de Eficiencia Energética, es un buen


comienzo en el cambio de modelo energético dado que permite darle bases al consumidor para la
compra de equipos más eficientes y de alguna manera generando una cultura y conciencia de los
impactos que genera el uso de mejores tecnologías. Aún falta mucho por hacer, pero es una buena
señal que desde el gobierno se comiencen a ver acciones de choque en pro de la eficiencia
energética

Referencias

[1] C. García Arbeláez, X. Barrera, Gómez, R. Castaño, and R. Suárez, “El ABC de los
compromisos de Colombia para la COP21.” p. 32, 2015.

[2] Unidad de Planeación Minero Energética (UPME) Colombia, “Plan de acción indicativo de
eficiencia energética 2017 – 2022: Una realidad y oportunidad para Colombia.” p. 157,
2016.

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