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LA RELIGION NATURAL
MI TESTAMENTO
ENSAYO SOBRE LA HISTORIA NATURAL

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LA
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RELIGION NATURAL
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MI

TESTAMENTO
POR

JEAN MESLIER
Cura de Etrepig ny
~==:----

ENSAYO SOBRE LA HISTORIA NATURAL


por JUAN de ANTiMOINE

,
NOVISIMA EDICION
.
~~

CASAS EDITORIALES
MAUCCI HERM. 'é HIJOS'\? MAUCCI HERMANOS
0

BUENOS-AIRES ¿\_ MÉ X l C O
(.•lle Rlv•d•vl•. /4J5 Primer• del Reloz. 1

JOSE LOPEZ RODRIGUEZ


HA AA NA



PREFACIO

La humanidad es desgraciada porque desconoce la N'atu-


raleza. Nuestro espiritu está de tal modo infectado de pretJcu-
paciones, que se le creería perpetuamente condenado al error;
tiene tan fuertemente sujeta la venda de la opinión con la que
se le cubre desde la infancia, que con mucha dificultad sP- la
puede quitar. Una levadura peliqrosa se mezcla en todos sus
conocimientos y necesar-iamente los hace vacilantes, osr:uro3 y
fal sos. Por mayor desgracia, el h ombre quiso trapasar los li-
mites de su es fera, intentó lanzarse más allá 'del mundo visible,
y continuas, crueles y repetidas caídas le han advertido inútil-
mente la locura de su intento. Quiso ser metafisico antes de ser
fisico ; despreció las realidades para soñar con las quimeras ;
despreció la experiencia para llenarse de sistemas y conjeturas;
no se atrevió á cultivar su razón, contra la cual creyeron nece-
sario prevenirle oportunamente, pero pretendió investigar su
destino en las regiones imaqinarias de otra vida antes de pen-
sar en ser feliz en la sociedad en que vivfa. En una palabra, el
hombre desdeftó estudiar la Naturaleza para correr en pos de
fant asmas que, semejantes d los fu egos fatuo s que el viajero en
ocasiones observa durante la noche, le asustaron, le deslum-
braron y le hicieron abandonar el sencillo camino Id e la verdad,
que es el único por el cual se puede lleoar d la felicidacl.
Es útil, pues, ver el modo de destruir los prestiqios que no
sirven sino para extraviarnos. Tiempo es ya de sacar 'de la N a-
tu raleza remedios para combatir lo s males que el fanatismo
nos ha causado. La razón, guiada por la experiencia, dt>be ata-
car en su ori{)en las preocupaciones de que el género humano
ha sido dctima durante larqo tiempo . lla tocado la hora de
LA RELIGIÓN NATURAL
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6 JEAN MESLIEI

que la razón, injustamente degradada, deje ese tono pusiláni- bra, que sea justo sensato y virtuoso, p~ra ser fe~iz ,a~uí ab~jo,
me que, wntinuando , la harla cómplice de la mentira y del no se preocupe más en fanta sías p~l~grosas ó mutües. s~ no
11
delirio. ~ 1 uede prescindir de quimeras, perm~ta al menos á los demás
La ver.dad es una , es n ecesaria al hombre y no se la puede de forjár selas diferentes de las suyas_; que se persur.tda, en fin,
contradecir nunca. Su poder invencible se hará sentir tarde ó que es muy necesario para los habttantes de este rr~:ur;do ser
temprano. Es preciso manifestársela á los mortales; hace falta justos, benéficos, pacíficos, y que no haly nada_ más 1~b~tü ¿ue
demostrar sus bellezas, con objeto de emanciparlos del vergon- su manera. de pensar acerca de lo s prob emas macess~ es su
zoso culto que rinden al error, que con demasiada fr ecuencia razón. . l h b á l
usurpa homenajes bajo las apariencias de la verdad; su brillo Así es que el objeto de esta obra es conduc~r a . om r e . . a
no puede herir más que á los enemigos del género humano, Naturaleza hacer que estime la razón, adore la vtrtud, d~s~pe
cuyo poder no subsiste sino por mérito de la noche oscura que las sombra~ que le ocultan el camino que ~ondu~e seguramente
esparcen sobre los espíritus. á la fc:liódad que desea. Tales son las m~ras s~nceras del que
No es á estos hombres malvados á quienes la verdad debe ha- escri be estas pá()?·nas. Con buena fe p~r_a sí ~~smo, no ofrece
blar: su voz no puede ser oída más que por los corazones hon- al lector sino las ideas que una re(lexzon sen~ _Y una larga ?1
rados, acostumbrados á pensar, bastante sensibles para abru- muy dolorosa experiencia le han demostrado uttles al reposo 11
marse de las calamidades sin número que la tiranía r eligiosa al bienestar de los ho m bres, y favorabl es al prog~es~ ~e la ~u­
y política hace sufrir á toda la Tierra, y suficientemente ilus- mana inteligencia. Invita, pues , á discutir sus pnnczpws; leJOS
trados para advertir la inmensa y pesada cadena de males que de querer romper para si los nudos sagrado s de la moral, se
el error hizo sufrir en todo tiempo á los consternados humanos. propone estrecharlos y colocar la virtud s~bre los all~res que
Sólo al error se deben las opresoras cadenas que los tiranos hasta aqui ocuparon la impostura, el fanatzsmo y el m~edo con
y los sacerdotes forjan por do quiera á las naciones; al error, la sus peligrosos fantasmas.
esclavitud en que han caído los pueblos que la Naturaleza desti- C'erca del sepulcro, que los años le están socavando, el autor
naba á trabajar libremente en pro de su feli cidad; sólo al error, protesta de la manera más solemne no haberse propuesto en su
tenemos que atribuir esos terrores religiosos que hacen que los trabajo más que el bien de sus semejantes. Su exclusiva am_-
hombres se aniquilen en el temor ó se destruyan rnutualmente bición es merecer la aprobación del reducido número de par.tz-
por fantá sticas quimeras; al error, estos odios inveterados, es- darios de la verdad y de las almas honradas que la buscan sm-
tas persecuciones bárbaras, estas matanzas continuas, "Stas re- ceramente. No escribe para los ensordecidos á la voz de la ra-
pugnantes tragBdias en las cuales, con pretexto de los intereses rón, que no juzgan sino con arreglo á sus viles i'!-tereses 6 fu-.
del Cielo se convierte la Tierra en teatro de enormes monstruo- nestas preocupaciones. Sus cenizas no temerán m clamores m
sidades. A los errores consagrados por la religión se deben la resentimientos, tan terribles para todos los que se at1cven á amm-
ignorancia y la incertidumbre en que el hombre está respecto ciar la verdad.
á sus deberes más evidentes, á sus más claros derechos y á las
verdades más demostradas; el hombre, ya no es, por lo'das par-
tes, sino un cautivo degradado, desprovisto de grandeza de al-
ma, de razón y de virtud, á quien inhumanos carceleros no per-
miten nunca ver el dia.
Intentemos pues, apartar las nubes que impiden al hombre r ~ · -~
de marchar con paso seguro por el sendero de la vida ; inspiré-
moste valor ?/ respeto á su razón; hagamos que aprenda á co-
nocer su esencia y sus derechos legítimos; que consulte á la
experiencia y no á una imaginación extraviada por la autori-
dad; que renuncie á los prejuicios de su infancia; que base su
moral sobre su naturaleza, sus necesidades y sobre las ventajas
positivas que la sociedad le proporciona. Procuremos que se
atreva á estimarse á sí mismo; que t1·abaje en pro d e su fel iCI-
dad haciendo al mismo tiempo la de los demás; en una pala-
LA RELIGIÓN NATURAL

CAPITULO PRIMERO.

DE LA NATURALEZA.

Siempre se equivocaron Jos hombres cuando abandonaron la


experiencia por sistemas engendrados por la imaginación. El
hombre es obra de la Naturaleza, existe en ella y por ella, está
sometido á sus leyes, de las cuales no puede, m aún con el pensa-
miento, apartarse. Es vano que su espíritu quiera lanzarse más
allá de los límites del mundo visible: siempre se ve reducido á
volver á entrar en él. Para un sér formado y circunscripto por
la Naturaleza, no existe nada más allá del gran todo de que
form a parte y cuyas influencias experimenta. Los séres que se
suponen sobre la Naturaleza ó distintos de ella, serán siempre
quimeras de las cuales nunca nos será posible concebir ideas
exactas, ni tampoco precisar el lugar que ocupan ni su manera
de obrar. No h ay, ni puede haber nada, fuera del límite que
encierra á todos los seres.
Cese, pues, e l hombre de buscar fuera del mundo en que vive
seres que le procuren una fe licida d que la Naturaleza le niega;
estudie esta Naturaleza, aprenda sus leyes, contemple su ener-
gí~ y la manera inmutable con que obra; aplique sus descubri-
mientos á su propia felicidad, y sométase en silencio á las le-
yes de que nada puede emanciparle, resígnese á ignorar las
causas cubiertas para él de un velo impenetrable; acate sin mur-
murar los decretos de una fuerza universal que no puede vol-
ve~ sobre sus pasos, ni apartarse de las reglas que su esencia
le tmpone.
Se ha abusado visiblemente de la distinción que con tanta
frecuencia se ha establecido entre hombre físico y hombre mo-
ral. El hombre es un sér puramente físico ; el hombre moral
10 JEAN MESLIER LA RELlGIÓN NATURAL 11

no es más que este ser físico considerado bajo cierto punto de luciones que ha señalado á los séres de su especie. Iguales cám-
vista, es decir, respecto á algunas de sus maneras de obrar, bios y progreso~ análogo~ ve~os en to?.os los vegetales. P 9r un.a
debidas á su organización particular. Pero esta organización continuación de la combmacwn de teJ 1dos y de la energ1a Pri-
¿no es obra de la Naturaleza? Los movimientos ó maneras de mitiva dadas al áloe por la Naturaleza, esta planta, anecen-
obrar de que es susceptible, ¿no son físicas? Sus acciones visi- tada y modificada, produce al cabo de un gran número de años
bles, así como los movimientos invisibles excitados en su in- las flores que anuncian su muerte.
terior, que provienen de su voluntad ó de su pensamiento, son El hombre mismo, en todos sus progresos .. en todas la.s, va:
igualmente efectos naturales, consecuencias necesarias de su riacion es que experimenta, t:O o?ra nunca smo ~n relaCJon a
mecanismo propio y de los impulsos que recibe de los seres sus propias leyes, á su orgamzactón y á las _n:taterlas de que la
que le rodean. El oonjunto de todo lo que el espíritu humano Naturaleza le ha compuesto. El hombre hs1 co es. el hombre
ha inventado sucesivamente para cambiar ó perfeccionar su obrando á impulso de las causas que nuestros sentidos nos ha-
manera de ser y para hacerle más dichoso, nunca fué má~ que cen conocer· el hombre moral es el hombre obrando por cau-
una ronsecuencia necesaria de la esencia propia del hombre y sas físicas q~e nuestros prejuicios nos impide~ co~oc~r. El hom-
de la de los seres que obran sobre él. Nuestras instituciones, bre salvaje es un nifi.o desp ~ovisto de expenencta, mcapaz de
nuestras reflexiones y nuestros conocimientos no tienen otro trabajar por su propta fehctdad. ~1 hombre culto es a.q':lel á
objeto que procurarnos una felicidad hacia la cual nuestra na- quien la experiencia y la vida soCJal han puesto ~n co!"l~lclone..::;
turaleza nos hace tender constantemente. Todo cuanto hace- de sacar partido de la Naturaleza para su prop1a fellc1dad: El
mos ó pensamos, cuanto somos y seremos, no es sino una hombre muy ilustrado es el hombre en su madure.z ó perfccr1ón.
consecuencia de como la Naturaleza nos ha formado. Todas El hombre feliz es el que sabe gozar de los beneficws de la Natu-
nuestras ideas. nuestras voluntades, nuestros actos, son efectos raleza. El hombre desgraciado es el que no conoce como apro-
indispenc;ables de la esencia y de las cualidades que la Na- vechar tales beneficios.
turaleza ha puesto en nosotros, y de las circunstancias por las A la Física, pues, y á la experien~ia e.s á las que el hombre
cuales nos oblig-a á pasar y modificarnos. En una palabra, el tiene que recurrir en todas sus inveshgacwnes; á ell~s de~)e con-
Arte no es más que la Naturaleza obrando por medio de los sultar con arreglo á su religión, su moral, su leg1slac1ón, su
instrumentos que ha hecho. gobierno político, las ciencias, las arte::;, sus plac~res y su~ pt>-
La Naturaleza envía al hombre desnudo y desvalido á estr nas. La Naturaleza obra según leyes simples .. u!11form es, mva-
mundo que debe ser su morada; pero en breve el hombre llega riables que la experi encia nos pone en cond1c1ón de conocer.
á vestirse de pieles; y poco á poco aprenderá á hilar el oro y la Por ef~cto de nuestros sentidos ec:;tamos li15ados á la Na turale~a
seda. Para un ser elevado sobre nuestro mundo que desde lo universal y podemos hacer experimentos so):lre .ella y dcscubnr
alto de la atmósfera contemplase la especie humana con todos sus secretos. P ero s~ abandonamos la expenenc1a, caemos en el
~us progresos y modificaciones, los hombres no aparecerían vacío v nuestra imaginación nos extravía. , .
menos sumisos á las leyes de la Naturaleza, sea cuando vagan Todos los errores de los hombres son e rr9res hs1cos: nunca
dE>snudos por las selvas, bu~cando penosamente ~u alimento, se equivocan sino cuanño olvidan d~ ~cu,dir á la ~atu_ralezn;
que cuando, viviendo en sociedades civilizadas, esto es, enri- consultar sus reglas y llamar en aux11J O a la exp~nenc1.a. Ast
quecidas por un mayor número de experiencias y acabando por es cómo por falta de experienciB:- se han form~do ~deas Imper-
~umirse en el lujo, inven tan de día en día mil necesidades fectas de la materia, de sus proptedades, combmacwnes Y fuer-
nuevas y descubren mil medios de satisfacerlas. zas, de Sll manera de obra r y de la ererg-ía que rcsuJt~ de cm
Cuantos pasos demos para modificar nuestro sér, no hay que esencia. De aquí que todo el Universo se haya convertido pam
considerarlo sino como una larga série de causas y efectos que ellos en un cáos de ilusiones. Han ignorado la Naturaleza, des-
no son otra cosa que el desarrollo de los primeros impulsos que conocido sus leyes; no han visto las vías q~e traz~ á. tono
la Naturaleza
. ., nos ha dado.. El mismo animal ' en virtud de su cuanto encierra. ¿Qué digo? Se han desconocido ft s1 m1smos.
orgamzacwn, pasa sucesiVamente de necesidades simples á Todos c:;us s1c:;femas, sus conjeturas, sus razona~mentos, de los
otras !J1áS complicadas, que sin embargo no son menos conse- cuales fué proscripta la ('Xperiencia, no fue ron smo un largo te-
cuenCia d~ su naturale.za. Así sucede de la mariposa, cuya be- jido de errores v a bc:;u rdos. .
lleza admiramos; com1enza por ser un huevo inanimado del Todo error es' perjudirial. El género humano se ha hecho m-
cual el calor hace salir un gusano que se convierte en crisálida feliz por haberse equivocado. Ignor.ando 1~ Naturaleza. se for-
Y después se transforma en el insecto alado que vemos ador- mó Dioses qul) llega ron á ser los úmcos ob~etos de sus estC'ran-
nado de los más vivos colores: llegado á esta forma se repro- zas y temores. Los hombres no han adverl1do. ~ue esta Natnr~­
duce ~ se propaga, y finalmente, despojado de sus adornos, se leza, tan desprovista de bondad como .de m~ll cia. no hace m:\s
ve obligado á desaparecer después de haber cumplido la tarea que seguir unas cuantas leyes nece.sar1as é ~~mutablec:;, produ-
que la Naturaleza le impuso, ó descrito el círculo de las evo- ciendo y destruyendo los seres, haetendo sufrir á los que form ó
12 JEAN MESLIER
LA RELIGIÓN NATURAL 13
sensibles, como distribuyéndo bienes y males y alt-erándolos
continuamente. No vieron que en la misma Naturaleza y en diar sus males. Por esta misma inercia y por falta de experien-
sus propias fuerzas es donde el hombre debe buscar satisfac- cia la Medicina, la Física, la Agricultura y Ladas las ciencias
ción á sus necesidades, remedio contra sus penas y medios de útiies hacen progresos tan poco sensibles y viven sujetas por
ser feliz, en vez de esperar esto de seres im~ginari os, supuestos las trabas de la autoridad. Los que profesan estas ~iencias pre-
autores de sus goces y de sus infortunios. Al desconocimiento fieren seguir las sendas que les han trazado, á abnr otras nue-
de la Naturaleza se deben estos poderes desconocidos bajo los vas· anteponen los delirios de la imaginación y sus gratmtas
cuales el género h cmano ha temblado tanto tiP.mpo y los cul- conjeturas á las experiencias laboriosas, que serían las únicas
tos supersticiosos que fueron las fuentes de todos ~us males. capaces de arrancar á la Naturaleza sus secretos.
Así como por no conocer su propia Naturaleza , su tenrl encia En resumidas cuentas, los hombres, sea por pereza, sea por
proT?ia, sus necesidarle~ y derechos , ~1 hombre social cayó dec;de temor habiendo renunciado al testimonio de sus sentidos, se
la libertad á la esclavitud, de la m1sma manera desconoció ó han d~jado guiar en todos sus actos y sus empresas únicamente
se c~yó obligado á ahogar los deseos de su corazón y sacrificar por la imaginación, el fanat1smo, la costumb re, la preocupa-
su b1enestar á los deseos de sus jefes. ignoró el objeto de la ción, y sobre todo por la autoridad que.sup~ aprovechar su igno-
asociación y del ~obierno, se gometió sin reserva á. hombres co- rancia para engañarlos. Sistemas tmagmarws ocuparon el lugar
mo él, que sus prejuicios le hiciero11 mirar como <:.<>rr:; de u11 de la experiencia, de la reflexión y de la razón. Las almas, con-
orden superior, como Dioses sobre la Tie rra. y éstos se apro- movidas por el terror, emb.riagadas por lo m<1;ravilloso, entor-
vecharon. ~e su e:ror para esclavizarlo, corromperlo y pecidas por la pereza y gutadas po.r ~a cred~l~dad que produ-
hacerlo vtc1oso y m1serable: así es como por hah er iano- ce la mex periencia, se creél:ron opmwnes ndic~l~ ó a~opta­
r~do su propia naturaleza. el género huma~o cayó en la e~cla­ ron sin examen todas las qutmeras que se les quiso tmbmr.
VItud y fué mal gobernado. Así es cómo por haber desconocido la Naturaleza y sus ca-
Así es que , por haberse desconocicto á sí mi<:.mo é hmorado minos, desdeñado la t:xperiencia, despreciado la razón, deseado
las relacion~s indic;penc;ables ou~ <n.lh~isten entre él y los seres lo maravilloso y lo sobrenatural ; por haber temblado, en fin,
de su espeCie. el hombre prescmd1ó de sus deberes hacia los el género humano se halla estancado en una larga infa~ci_a
d~mÁs v no_ advirtió que eran neresarios nara su propia feli- que tanto trabajo le cuesta abandonar. No tuvo más que hipo-
ctdad. No VI~ m~s. oue lo que se debía á sí mismo. los excesos tesis puenles, cuyos fundamentos y pru e~as nunca se atre-
que era prec1so ev1t~r ?ara hacerse sólidamente feliz. las pasio- vió á examinar· se había acostumbrado á mtrarlas como sagra-
nes á que debía re::nstJr ó entreg-arse nara c;u felicidarl : en una das y como ve;dades inconcusas de las cuales. n9 le era l~cito
palabra, no conoc1ó sus verdaderos intereses. De aauí proce- dudar. Su ignorancia le hizo crédulo, su cunostdad le dió á
den c;us desó_r~enPs, sn intemperancia. sus J.toces vergonzosos, beber á grandes tragos lo maravilloso; el tiempo le CO!Jfirmó
y t~~os los VICto~ á rme ~ ent regó á. rosta ele su pronia ronser- en sus opiniones y transmitió de razas á razas sus con1etu~as
varl()n Y rle su hteryec;t~r _verdarlero . Así la ig-noranria de la na- como realidades. La fuerza lirániea le mantuvo en estas nociO-
turaleza humana unptrlló al hom hre ilustrarse sobre la mo- nes, que llegaron á ser necesarias para esclavizar la sociedad,
ral_: no_r ?tra pa_rl.e. los Gohi~rnos denravactns ~ eme se sometió y fir.almente, la ciencia de l<?s hombres no .fu~ más que una
le lf!'Pldteron s1empre prachcarla, aún cuando !:l.. hubiPra co- amalgama de mentiras, oscundades, contradiCCiones en~r~mez­
norldo. cladas con algunos débiles resplandores de verdad summJstra-
De ese mod?. por no ec;tudiar la N:üuraleza v sus leves. hus- dos por la Naturaleza, de la cual no. se pudo nunca. separar
car Y descubr~r ~ns recursos v pr<'niechtrles. el hombre c;e ence- completamente, siendo que la necesidad le arrastro á ella
~ac:ra en la ocJostriad. ó da pac;os inc~ertos runndo procura me- siempre. .
J~rar su suPrt.e. Su !'ereza 1uzc:ra mewr {>l deiarc;e g-uiar por el Elevémonos pues sobre estas preocupaciOnes y salgamos
etemn.lo "?Or la ruhna. por la autoridad. en vez que por la de la atmósfe~a e~p~a que nos rodea, para considerar las opi-
(>Jmer!encJa que r<'clama actividad . y oor la razón aue exiR"e niones de los hombres y sus diversos sistemas; ~es~nfiemos ?e
refl~x1ón . De aouí la avorsión que los homhres demuestran una imaginación desordenada· tomemos la expenenCJa por gma;
har1a todo el que les parecP r¡uP se sPp;¡ra de lRs rec:rlaR r¡ue consultemos la Naturaleza y' procuremos sacar de ella ideas
ec;t~n nrostumhradn~ ~. SP!!nir : ñP Rnnf sn resneto {>sbín.ido y j~stas de los objetos que encierra; recurramos á nu~stros sen-
{>SCrnnolooo á la anh~?ued~d y á la<; inc:;tituri0nec; mñs ;n~PTl~tJ·­ tidos, á los que bipócritamente se nos ha h.echo mirar como
tas de sus padres· nP. aoUJ loe; temorpc; nnP ]oc; asrtlt;m cunnrlo sospechosos· preguntemos ñ la razón, á qmen se ha calum-
se lP~ nun:)(men camhtos ventaio~0s ó tentativas prohrthlpc; F.sfn n~a.do vergo~zo~ame-nte; contemplemos con aten~ión el mundo
es el mohvo nor qu~ vPmos á las n:~cione~ 1ang-nicler€'r en un vtsJble· veamos si esto no basta nara hacernos Juzgar las re-
ver$l'~nzoso letarg-o, g-emir haio los 'lhnc;oc; transmitirlos de sig-Jo giones 'de~conocidas del mundo intelectual: quizas enco_ntremos
en Siglo Y estremecerse ante la idea de que se pudieran reme- que no ha habido motivos para diferenciarlas y que sm razón
se han separado dos imperios que pertenecen igualmente al do-
minio de la Naturaleza.
14 JEAN MESLIER
LA RELIGI ÓN NATURAL 15
El Universo, vasto conjunto de tod_o cuanto_existe, no nos
ofrece en todas partes mas que. materia y movimiento; no nos
presenta mas que una cadena mmensa y no interrumpida de
causas f efectos. Algunas de aquellas nos son conocidas porque
h ieren I~ediatamente nuestros sentidos; otras nos son desco- CAPITULO II.
nocidas sien~o que no obran sobre nosotros, sino por efectos
con frec?enCla m~y distmtos de sus primeras causas. DEL MOVIMIENTO Y SU ORIGEN.
Mat-enas muy diver~ y combi_nadas de infinidad de modos,
reCI.ben y comumcan sm cesar disti_ntos movimientos. Las di- Llámase movimiento todo esfuerzo por el cual un cuerpo
ferentes propiedades de estas materias, sus variadas combina- cambia ó tiende á cambiar de sitio, es decir, A corresponder su-
Cion~~. sus maneras de obrar tan desiguales, que son sus ne- cesivamente á diferentes partes del espacio, ó bien á cambiar
cesarias consecuencias, constituyen para nosotros las esencias de distancia relativamente á otros cuerpos. El movimiento es
de los seres, y de estas esencias diversificadas resultan los di- lo único que establece rela~iones entre nuestros órganos y los
ferentes ordenes, rangos ó sistemas que estos seres ocupan cuya seres que están dentro ó fuera d~ no~tros; solamente por l?s
suma total forma lo que llamamos la Naturaleza. ' movimientos que estos ser43s nos Imprimen conocemos su exis-
Asi, la Naturaleza en su s1gmficación mas lata y completa tencia juzgamos sus propiedades, distinguimos los unos de
es el gran todo que resulta del conJunto de las diferentes ma~ Jos ot~os y los distribuímos en diferente clases.
tenas, de sus d1ferentes combmaciones y de los variados movi- Los seres las sustancias ó los diversos cuerpos de que la
mientos que vemos en el -qniverso. La Naturaleza en un sen- Naturaleza ~s el conjunto, efectos ellos mismos de ciertas com-
tido menos extens~. 6 cons1~erada en cada ser, es el todo que binaciones ó causas, se convierten en causas á su vez. Una
resulta d~ 1~ esencia, es decir, de las propiedades, combinaciO- causa es un ser que pone en movimiento á otro, ó que produce
nes, mov~mientos ó maneras de obrar que la distinguen de otros algún cambio en el: el efecto es el cambio que un cuerpo pro-
seres. Asi e_s que el ho~bre es un todo que resulta de combina- duce en ctro graoias al movmiento. .
Ciones de c_tertas m a tenas dotadas de . propiedades particulares, Cada ser, por razón de su esencia ó nat~ral eza P?-rt_Icular, ~s
cuya combmac1ón se llama organzzaclón, y cuya esencia es sen- susceptible de producir recibir y comunicar movimientos di-
1~r, pensar1 obrar, en una palabra, moverse de un modo que versos· por esto algunos seres son á propósito para herir nues-
diferencia d~ los otros seres con que se le compara. Segun tros ó;gancs, y éstos son capaces de re~ibir impresiones ó su-
esta c<?mparación, el _hombrE: se coloca en un orden, ó sis- frir cambios á su presencia. Los que no tienen facultad de obrar
tema, o clase aparte, diferente de los animales en los cuales sobre ninguno de nuestros órganos,. sea inm ~ diatamente ó por
no encu_entra las mismas propiedades que él tiene. Los dife- sí mismos sea mediatamente ó por mtervenc1ón de otros cuer-
rentes Sistemas de ~re~. ó, si se quiere, sus naturalezas parti- pos, no e~isten para nosotros; puesto que no p~eden ni m?di-
culares, de~nden del Sistema general del gran todo, de la Na- ficarnos ni, por consiguiente, darnos ideas, n~ ser COJ?-OCidos
tu_:aleza ~mversal d e que forman parte y á que Lodo lo que ni juzgados. Conocer un objeto, es haberle sentid?; sentirlo, es
existe esta necesariamente ligado. haber sido imprt-sionado por él. Ver1 es ser modificado po; el
m~~~a~-c~~b~~t~rd~d~a~~~ fijt~o .ti sedtido que se debe _dar á la palabra 11fltu-
órgano de la vista; oir, es ser conmovido por el órgano del 01do,
etc. En fin de cualquier modo que un cuerpo ?bre _sobre noso-
c1 cur•o de esta obr e _Ir a ec or, e una vez para Siempre, que, cuanrlo en
e 'T 1 N a digo que la. Naturaleza produce un efecto no pretendo tros, no lo conccemos sino por alguna modificación que en
~f:~~n\j~ar uea habJuralcza, que es un ~er abstracto; pero onÚendo que el
0 nosotros ha producido.
d 108 q es el resultado obhgado de las propiedades de algunos
~ seres q~e componen el gran conjunto que vemos. Asi, cu~tndo di o: la La Naturaleza según lo que ya hemos expresado, es el con-
~:i~~r~c~~p~ti~~~~~~~ !to7_br~
el tradbaje para 3U felicidad, espa~a e\· itar cifcunlo- junto de todos l~s seres y todos los movimientos que conoce-
. t . .• Y en len_ o ecl.I' con e~o, que es esencull en un sér que mos como también de muchos ctros que no podemos conocer,
r~e~:¿ ~len~af y QUiere,¡ trabaJa~ para lllJ felicidad. Finalmente, llamo 11atural P<>rque son inaccesibles á nuestros sentidos. La acción. y la
. s con orme con a e~enc1a de las cosas, ó á la s leyes que Jo. N<~.turaleza
~~scnbe á todos _los sere~ que en~ierra en los órdenes diferentes r¡ue estos relación continua de lodos los seres que la Naturaleza enCierra,
Asi;al: Ysa1~dla!s d~:et~::~l CI~CuhtanCJas por. las cuales vense obligados 8. pasar. produce una serie de causas y efectos, ó movimientos, guiados
estado nat ral o o~bre en c~erto estado; la enferm!'dad es un por las leyes comtantes ó invariables propí~ de cada ser, ne-
del u 1. para 61 en otras C1rcunstano1as; la muerte es un estado natural
mal,cu:t1á~~~:. vado de algunas cosas necesarias para la. existencia de la vide. am· cesarios ó inherentes a su naturaleza particular, que hacen
Por cuncia entiendo Jo que t't •
si_empre que obre ó se modifique de un modo d:e~rminado. Los
propiedades ó cualidnde~ C dcons 1d~ye un aer, lo que es la suma de sus diferentes principios de cada uno de estos moy1mientos nos son
rat:r, equivale á decir uan o. se ICe que es de la e8r~ria dt lu pirdrrz desconocidos, porque ignoramos lo que constituye en su fondo
densidad, la ligación d~u~ su calda es un efecto nece~arlo de "" pe~o. su las esencias de ·estos seres. Los elementos de los cuerpos, esca-
En una palabra 1 us partes Y los elementos de que esta. compuesta.
• a runna de un s6r es su naturaleza individual y particular. pando á nuestros órganos, hacen que no los conozcamos sino en
LA RELTGIÓN NATURAL 17
16 1EAN MESLIER
Llamamos simples á los movimientos que en un cuerpo pro-
conjunto; ignoramos, pues, sus combinaciones íntimas y las pro- duce una causa ó fuerza única; y compuestos, á los movimien-
porciones de estas mismas combinaciones, d~ que deben nece- tos producidos por Yarias causas ó fuerzas distintas, ya sean
sariamente resultar maneras de obrar, mov1m1entos y efectos iguales ó desig~ales,, ~onfundidas ú opuestas, si multáneas ó
muy diferentes. sucesivas, conocidas o Ignoradas.
Nuestros sentidos nos demuestran en general dos clases de De cualquier naturaleza sean los movimientos de los seres,
movimientos en los seres que nos rodean: el uno es un movi- siempre son consecuencias necesarias de sus esencias ó de las
miento de la masa, por el cual un cuerpo entero se traslada propiedades que los constituyen y de las causas cuya acción
de un lugar á otro, y este género de movimiento es sensible para sufren. Cada sér no puede obrar ni moverse sino de un modo
nosotros ; tanto es verdad que vemos caer una piedra, rodar particular, es decir, en armonía con las leyes que dependen de
una bola, moverse un brazo ó cambiar de posición. El otro es su propia esencia, su combinación y naturaleza propia; en
un movimiento interno y oculto que depende de la energía una palabra, de su propia energía y de la de los cuerpos cuyo
propia de un cuerpo; es decir, de la esencia, de la combinación impulso recibe. Esto es lo que constituye las leyes invariables
de la acción y de la reacción de las moléculas insensibles de la del movimiento; y digo invariables, porque no podrían cambiar
materia de que este cuerpo se compone. Este movimiento no sin que se produjese un trask)rno en la esencia misma de los
se nos presenta, no lo conocemos más que por las alteraciones seres. Así como un cuerpo pesado debe necesariamente caer si
ó cambios que notamos al cabo de algún tiempo en los cuerpos no encuentra un obstáculo capaz de detenerle en su caída, un
6 en las mezclas. A esta clase apartienen los movimientos ocul- sér sensible debe necesariamente buscar el placer y huir del
tos que la fermentación hace sufrir á las moléculas de harina, dolor; así la materia del fuego debe necesariamente quemar,
que, por esparcidas ó separadas que estén, se ligan y forman esparcir claridad, etc. Cada sér tiene, pues, leyes de movimien-
una masa total que llamamos pan. Tales son aun los movi- to que le son propias, y obra constantemente según estas leyes,
mientos imperceptibles por los cuales vemos una planta ó un á menos que ur.a causa más fu erte interrumpa su acción. Así
animal crecer, fortificarse, alterarse, adquirir nuevas cualida- es que el fuego cesa de quemar las materias combustibles cuan-
des sin que nuestros ojos hayan sido capaces de seguir los mo- do se emplea el agua para detener sus nrog-re~os ; así es que
vimientos progresivos de las causas que han producido estos el c::ér sensible deja de buscar el placer desde el momento que
efectos. Finalmente, á este género apartienen los movimientos teme que de ello resulte un mal para él.
mt.ernos que se verifican en el hombre, á los cuales hemos lla- La comunicación del movimiento ó el tránsito de la acción
mado facultades intelectuales, pensamientos, pasiones, volun- ~e un cuerpo á otro, se verifica también con arreglo á leyes
tades, de las que no alcanzamos á juzgar más que por sus ac- Ciertas y necesarias. Cada sér no puede comunicar movimiento
tos; es decir, por los efectos sensibles que los acompañan ó los sino en razón á las relaciones de semejanza, con formidad ana-
siguen. Cuando vemos á un hombre huir, juzgamos que inte- logía ó puntos de contact.o que tiene con los demás. El 'f uego
riormente está conmovido por la pasión del miedo, etc. no. se. ~ropaga sino ~uancto encu.entra materias que contienen
Los movimientos, sean visibles ú ocultos, se llaman movi- prJlJClplos análogos a él, y se extingue cuando encuentra cuer-
mientos adquiridos cuando se imprimen á un cuerpo por una pos que no puede abrasar; es decir, que no tienen relación
causa ext.raña ó por una fuerza que existe fuera de él que nues- con él.
tros sentidos nos hacen percibir; así es que llamamos adquirido Todo se mueve en e l Unh·erso. La esencia de la Naturaleza
el movimiento con que el viento impulsa las velas de un barco; es obrar; y si consirleramcs atentamente sus partes veremos
llamamos espontáneos los movimientos producidos en un cuer- que no existe en ella una sola que goce de un r eposo' absoluto.
po que encierra en sí mismo la causa de las alteraciones que Las 'lUe nos parecen privadas de movimiento, en realidad no
vemos operarse en él : decimos pues que este cuerpo obra y se está~ q.ue en un. r eposo relativo ó aparente; experimentan un
mueve por su propia ene rgía. De esta especie son los movimien- movumento tan tmrerceptible y tan poco marcado, que no po-
tos del ~oll_lbre que anda, que habla, que piensa; y sin em- demos advertir sus cambios. Todo lo que nos parece en reposo
bargo, s1 m1ramos la cosa desde más cerca, nos convenceremos no permanece un instante en el mismo estado. Todos los sere~
de que , estrictamente hablando, no hay movimientos espontá- no hacen sino cor:tinuamcnte nacer, crecer , decrecer y disiparse
neos en los diferentes cuerpos de la Naturaleza supuesto que con más ó menos lentitud ó rapi dez. El insecto etimero nace
obra!l continuamente unos sobre otros, y que u;das sus modi- Y ":JUere en el mismo día; por consiguente, experimenta muy
ficacwnes se deben á causas visibles ú ocultas que los remue- r~PJdamente cambios considerables en su sér. Las C<'mbina-
ven. La voluntad del hombre se mueve ó determina secreta- CJones fo~mada s por los cuerpos más sólidos y que parecen dis-
ment-e por causas exteriores que producen un cambio en él, rru~ar mas perfecto !eposo, se disuelven y descomponen á la
Y noso~ros creemos que se m~eve por sí mismo, porque no ve- are-a· las p1e~ras mas duras se destruyen poco á poco por el
mos m la causa que tal mov1miento determina ni su manera contacto del aire: una masa de hierro que vemos mohosa y roída
cie obrar, ni el órgano que pone en acción. ' LA FELIGIÓN NATURAL- 2.
18 JEAN' MESLIER LA RELIGIÓN NATUR_'\L 19
por el tiempo, ha debido estar en movimiento desde su forma- movimiento, la manera con que hier~n nuestro olfato las em~­
cwn en el seno de la tierra hasta el momento en que la vemos naciones que salen de los cuerpos m?-s compactos c.uyas parti-
en ese estado de dtsolución. La mayona de los fisicos no pa- culas nos parecen en reposo? ¿ Venan nuestros .OJOS con. un
rece haber meditado bastante sobre lo que han llamado el telescopio los astros más ·distantes de nosotros, si no hubiera
Nisus, es decir, sobre los esfuerzos continuos que hacen unos un movimiento progresivo desde estos astros hasta nuestra re-
sobre otros los cuerpos que, por otra parte, parecen en estado
de reposo. Nos parece que una piedra de quinientas libras re- tina?
En una palabra, la observaci.ón re fiexiva.
~o~
d ebe co~ven -
posa sobre la tierra, y, sin embargo, no cesa un momento de cer de que todo en la Naturaleza está en movimiento contmuo;
pesar c.on fuerza sobre esa ti.erra que la ~esiste ó la rechaza á que no hay ninguna de sus partes _que esté en un verda~erp re-
su vez. ¿Diremos que esa piedra y esa tierra no se mueven? poso; que la Naturaleza es un COnJunto q~e obra! Y. deJana de
Para convencerse de lo contrario bastaría interponer la mano ser Naturaleza si no übrara, que, en ella, sm movimiento, na~a
entre la piedra y la tierra, y se reconocena que esta piedra tiene podría producirse, nada podna conservarse, nada P<?dna
fuerza suficiente para romper nuestra mano á pesar del reposo obrar. De este modo, la id€?- .de la Naturaleza encier;a
que parece disfrutar. No puede hab ~r en lo.s cuerpos acció!l. si~ necesariamente la idea del mo~Jn:-Iento . Pero se nos observara:
reacción . Un cuerpo que sufre una Impulswn, una atraccwn o ¿de dónde ha recibido su movimiento esa Naturaleza? Respon-
una presión cualquiera á las cuales resiste, demuestra que se deremos que de ella mis ma, puesto que es el gran todo fuera
rehace por esta resistencia misma ; se sigue que hay allí una del cual no puede, por consiguente, existir nada. Diremos que
fuerza oculta (vis inertire) que se desarrolla contra otra fuerza, el movimiento es una manera de ser que se desprend e necesa-
y eso prueba claramente que tal fu erza de inercia es capaz de riamente de la eser_cia de la materia; que se mueve por su pro-
obrar y reaccionar -efectivamente. Por último, se observará pia energía; que sus movimie.ntos se deben á l~s .fuerzas que
que las fuer~as que llamamos muertas,. y las que. llamamos le son inherentes· que la variedad de sus movimientos y los
vwas ó mombles, son fuerzas de una m1sma especie, aunque fenómenos que de' ella r esulta? vi~nen de la diversidad de pr~­
se desplieguen de distinto modo. piedades, cualidades Y. combmac10ne~ que .se .e.ncuentran on-
¿No se podría ir más lejos todavía y decir que en los cuer- ginariamente en las diferentes matenas prJmJtivas de que la
pos y en las masas .cuyo conjunto .~os par.ece en reposo, hay, Naturaleza es conjunto .
no obstante, una acción y una reacCion contmua, esfuerzos cons- En general los físicos han considerado como inanimados, ó
tantes, resistencias é impulsiones no interrumpidas: en una como privados de la facultad de moverse aquellos cu~rpos que
palabra, Niy¡.s, por los cuales las partes de estos cuerpos se no se movían á impulsos de algún agente ó causa exterwr; cr eye-
oprimen unas á otras, se resisten recíprocamente •. obran ~ reac- ron poder dedu ci r que la materia de que estos cuerpos estan for-
cionan el movimiento sin cesar, lo cual las retiene umdas y mados era completamente inerte por naturaleza propia ; no se
es causa que estas partes formen una m~sa, un cuerp~, una desengañaron de su error aunque vi ero~ _gue un _cuerpo aban-
combinación qu6 nos parece en reposo, mientras que mnguna donado á sí mismo ó desembarazado de- Tos obstáculos que se
de sus partes cesa de estar realmente en acción ? Los cuerpos oponían á su acción, tendía á caer ó á aproximarse al centro
parecen en reposo únicamente porque las fuerzas que obran de la tierra con un movimiento unifornreTnente acelerado; pre-
en ellos tienen igualdad de acción. firieron suponer una rausa oexterior imac.inaria, de que no
Así, los mismos cuerpos que parecen gozar del más completo tenían idea alguna en vez de admitir que $ s cuerpos leníart
reposo, r~ciben realmente, bien sea en su superficie ó en su movimiento por su propia naturaleza.
interior, impulsiones no interrumpidas de los cuerpos que los Por la misma razón , aunque estos fil ósofos vieron sobre sus
rodean ó los penetran, dilatan, rarifican ó condensan, y hasta cabezas un número infinito de globos inmensos que se movían
de los mismos que los componen. Por eso las partes de esos rapidísimamente alrededor de un centro común, no dejaron
cuerpos están realmente en una acción y reacción, ó en un de atribuir causas quiméricas á estos movimi entos, hasta que
movimiento continuo, cuyos efectos se demuestran al fin por el inmortal New ton demostró que eran efecto de la gravitación
alteraciones muy significantes. El calor dilata y rarifica los de esos cuerpos celest-es, los unos hacia los otros (i ).
me!.:ales ; y est.o prueba que una barra de hierro, por las sol8:s Sin embargo, una observación muy sencilla hubiera sido su-
variaciones de la atntósfera, debe estar en movimiento conti-
nuo, y que no hay en ella partícula que disfrute de un instan-
te de verdadero reposo. En efecto, ¿cómo concebir que en los (1) Los físicos, y Newton mismo, han considerado como ine:xpliro.ble la rau•a
de la. gravitación; pero parece que podría deducirse del movimiento de la
cuerpos duros, cuyas partes están inmediatas y contiguas, el matena por la que los cuerpos se determinan de diversos modos.
aire, el frío y el calor puedan obrar sobre una sola de sus par- La gravitación no es ~ino uno. especie de movimiento, o tendencia hacia un
tes, aún exteriores, sin que el movimiento se comunique ~e centro. Hablando estrictamente, todo movimiento es una gro.vitacion relativa:
una en otra hasta las partes más íntimas? ¿Cómo imaginar, sm lo Q?e .Por nosotros cae. se e leva con relación á otros cuerpos: así es qu" tod?
mov1m1ento en el Universo es efecto de una gravitación, puesto que en el Um-
20 J'EAN MESLIER LA RELIGI ÓN NATURAL 21

ficient~ par8: dar á conocer á los fisicos anteriores á Newton curso de ningún agente exterior; y nos v.emos obligados á de-
cuán msufi Ciente~ debian ser las causas que admitían r.)a"a ductr que e;sle movlmient? es una s_eri e indtspensable. de inmu-
obrar tan grandes efectos. Teman ocasión de convencerse por tables leyes en armoma a la esencia y proptedades mh erentes
el choque de los c'l:lerpos que podian observar y por las ieyes a Jos dtversos elem€'n tos ." á sus vanadas combmaciones. ¿No
con~muas del movimiento, que éste se com um ca siempre en es 1usto deduci r de estos ejemplos, que puede haber una infi-
razon de la der.sidad d~ los cuerpo.::,; d~ donde hubieran de- mdad de combmaciones capaces de produci r distintos movi-
bid? mf~m r que la densidad de la mate r1a sutil ó etérea , sien- m1ent.os en la materia, sin que sea preciso para explicar los re-
d<? Infimlamente menor que la de los planetas, no podía comu- curnr a agentes más difí ciles de conocer que los efectos que se
mcarles más que un debilísimo movimiento. les atnbuye ?
~i se hubiera observado la !laluraleza sin preocupación, es- S1 Jos hombres hubiesen r eflexionado sobre lo que ante sus
tartamos d e~de hace mucho t1empo convencidos de que obra ojos pasa, no hubi eran ido á buscar fu era de la Naturaleza una
por sus proptas fuerzas y no necesita ninguna impulsión extra- fuerza distinta de ella, que la pone en acción, y sin la cual cre-
ña para ponerse en movimi ento. Se hubiera notado que, cuan- yeron que no podía moverse. Si por Naturaleza queremos en-
tas veces los compuestos se ponen en disposi ción de obrar unos tender una amalgama de matenas muertas, desprovistas de
sobre otros, el movimient.o se engendra inmediatam ente, y toda prop iedad , puramente pasivas, nos veremos s m duda obli-
que estas mezclas obran con una fuerza capaz de producir los gados a buscar tu~ ra de esa Naturaleza el p rincipio de sus m o-
más sorprendentes efectos. Mezclando limaduras de hi erro a- VImientos. Pero st por Naturaleza entendemos lo que realmen-
zufre Y agua, estas materias, puestas en dispos ición de ob'rar te es; un conJunto cuyas diversas partes tienen propiedades d i-
u.n as so.bre otras, se calientan poco á poco y acaban por produ- versas, que, no obstante, ob ran seg un s us leyes, según estas
Cir un mcend10. Humedeciendo ha r ina con ao-ua y encerrando mtsmas propiedades, que está n en una accion y reacción conti-
esta mezcla, al ca~o de algún tiempo, usando ~1 microscopio, ~e nuas unas sobre otras, que pesan, que gravll.a.n hacia un centro
ve que ha producido seres orgamzados que gozan un11 vida de comun , m1entras otras se apartan y tien den á la circunferencia,
que se cr eía incapaces á la harina y el ao-ua (1) que se atraen y se repelen , se une n y se separan, y que, po r sus
Así es ~óm~ la materia inanimada p;ede pasar á. la vida, la colisiones y aproximaciones continuas, producen y dE>scompon~n
cual en s1 misma no es más que un conjunto de movimientos. lodos los cuerpos que vemos, enton ces nada nos obliga á recu rrir
Puédese, sobre todo, notar la generación del movimiento ó su á fuerzas sobrenaturales para darnos cuenta de la formación
d ~sar~llo, así corno la energía de la materia, en todas las com- de las cosas y de los fen ómenos que presenciamos.
bmacwnes en que el fuego, el aire y el agua se encuentran jun- Los que admiten una causa extraña á. la materia se ven obli-
to~. Estos ~ lernentos .. 9 más bien estos compuestos, que son los gados á suponer que esta causa ha producido todo .el movi-
m~s yolát1les y fugitivos de los seres, son, no obstante, los miento en ella dán dole existencia. Esa suposición se funda en
prmc1pales agentes de que la Naturaleza se si rve para operar otra: que la materia pudo principiar á existir, h ipótesis que
sus más asombrosos fenómenos. A ellos se deben los efectos hasta aquí no ha sido nunca demostrada con pruebas válidas.
~e la tempestad, las e rupciones de volcan es, los temblores de ~a creación no es más que una palabra que no puede darnos
tierra. El arte nos ofrece un agente de una fu erza asombrosa 1dea de la formación del Umverso. No presenta ningún sentido
en la pólvo~a cuand~ se la prende fuego. Concluimos con deci r ante el cual el espíritu pueda detene rse (1).
que se real1zan terribles efectos combinando materias que se Es~ noción se ~ace aún más oscura cuando se atribuye la
creen muertas ó inertes. creactón ó formación de la materia á un ser espiritual; es de-
Todos estos hechos prueban invenciblemente que el mov imien-
to se produce, se aumenta. y acelera en la materia sin el con-
(1) Casi todos los filósofos antiguos estuvieron de acuerdo en considero.r el
ver>o no t>x i t e ni alto, ni bajo,. ni ce.ntro po5ihvo. Parece que la pesadE-z do ~undo. c~mo et<'rno. Ocellus Lucano dice formalmente hablando el el Universo:
los cuerpos .depende d.e .su conf1gurac1ó n, tanto exterior como interior y les .? t.(;IIIJdo Y txi1tido &icmpre. Todo~ los que renunciaron ul preJ·uicio cono·
d.a la. esp~c!e de mov1m1ento que se llama gravitación. Una bala. de plomo, 01eron
t . la fuerza d e1 prmc1p1o
· · · que de nada no IC hact nada· verdad ' indo .
Siendo, e~fenca, ca.e prontamente y en linea. vertical : esto. ba la., convertida en tru~~~~le. La Creaí'1Ón. en el sentido que los modernos le dan,' es una sutileza
una lamma '?uy dt>lga.da, se sostendrá. en el aire más tiempo. Lo. acc1ón del ~ OgiCfl. v.oto.ble y Crotius aseguran que paro. traducir la frn'le hebraica. del
f~ego obhgo.ra est~ plomo á t>levarse en la atmósfera. TTó aquí el mismo plomo ~nmer vers1culo del Gtne1Í1 hace falto. decir: <<Cuando Dio1 hi:o el c-ielo 31 la
diversamente modiÍ1cado, y obrando de difer ente manera. ~~rr~, la. mat~ria ntaba informe». (Véu.~o El 111 undo, 1t1 orioen ll anti!lüec!ad,
(1) Véanse las O~·~~t•arione1 miao~c!Jpica1 del M. Needho.m, que confirman · ' pag:. 59). De esto so ve que lo. palo bra hebrea que se ha traducido por
plenamen.te esla op1n10n. Para. el que r eflexione, la formación de un homLre,
~ndept>nd1entemPnto de las vías ordinarias ¿ será má 'l m aravillosa que la do un
erear
1¡!f j¡ d fm
no 81 TI CO. smo
· f ormar, arrcolar, ordrnar. Crear y hacer, siempre hao

msecto por .~t>d10 del o.g u!l- y de lA. harina ? La fermentución y la putrefacción fund\rcaedifio mismo. SE>~un San J er onimo, trrart e.s lo mismo que co11dt re ,·
pro~uren •1 1bl em~nte ammales vivientes. Lu. generación que se ha llamado
mu d0· h car. La litblla en nmguno pA.rte dice de una mo.nc.>ra. clara que el
tt¡un•oca, lo es un1campnte r·aro. los que no se han tomado la molestia de ob· die~ •e ayo hecho rle In nada. T er tuho.no <'omiene en t>llo, y el P. P etau
servar atentamente la Naturaleza. dad {~e esa verdad se estableció más por el razonamiento que por lo. o.utori-
ea~e Beausobre, Hi1t. del Maniqu ci1mo, t. I ., pags. 178, 206, 218). San
22 JEAN MESLIER LA RELIGIÓN NATURAL 23
ci r, á un sér que no tiene ninguna analogía, ningún punto de ropiedades; sus diferentes modos de obrar ~o n consecl:lencias
con~cto ~..on ella, y que , ~mo pronto haremos ver, careciendo ~ su.s diferen tes modos de ser. Una materia desprovista de
d~ extens10n. y parles, es mcapaz de movimiento no siendo · te ~o 1edades, es la pura nada. Así, desde el. punto que la ma-
smo el cambio ?-e un cuerpo con relación á los deinás, en cu:~to fen~ existe, debe obrar ; puesto ql:le es diversa, d~b~ obr~r
el. cue rpo movido presenta sucesivamente diferentes partes á diversamente; puesto que no ha podido empez~ r ~.existir, exi~
difer.entes puntos del espacio. Por otra parte todo el mu <i 1.e desde la eternidad, y no c~sa~a nunca de ex1sll r y obrar por
conv1~n~ en que la ma teria no puede anularse tOtalmente ó d~· a~ su propia er~e r&'ía, y el movimiento es una neces·idad d€ su
de. existir. ¿Como, p~es, comprenderá que Jo que no pu~de propia existencia. . . .
deJa~ de ser, haya podido nunca tener princi pio? La existencia de la m~terlU es un hecho ; la existencia del
t J-\si, P~les, c~ando se nos p~egun~ de dónde ha venido lama- movimiento es otro. Nuestros ojos ~os presentan ma.te~ias de
er1a, d1remo:s. que ha eJ_CIS~Ido siempre. Si se nos pregunta esencias diferentes dotadas de propiedades que las distmguen
de dónde pro":Iene el movimiento en la materia, responderemos entre s1 formand~ combinaciones diversas. En efecto, es un
que, por la misma. ra~ón, ha. debido moverse toda la eternidad error creer que la materia sea un cuerpo homogén.eo en el cual
pu.esto que el movimie!lto es una consecuencia necesaria de s~ las partes no difieren ~nt~e. sí más que po~ sus difer~ntes mo-
existencia, de ~~ esencia y de s~s propiedades primitivas, tales dificaciones. Entre los Individuos de una misma especie, no hay
c~mo su extens10n, s~ pesantez, Impene~rabilidad, figura, etc. En ninguno que se parezca exacta~en te á otro ; y es~ debe ser
ri~~d de es~s prOJ?Iedades esenCiales Constitutivas inherentes así: la diferencia de lugar po r s1 sola debe .necesanamente en-
.a materia.• y sm las c~ales es imposible form~rse de ella trañar una diversidad más ó ~~nos sens ible,. no solamente
una Ide<l; las diversas materias de que el Universo se compone en las modificaciones, sino tamb1en en la esencia, en las pro-
han debido eternamente pesar unas sobre otras, gravitar haci~ piedades y en el sis~e~a. entero de los s~res .( i ). .
un ce.ntro, rechazarse, reencontrarse, ser atraídas y repelidas Si se pesa este prmciplO, que la expen enc1a parece ~Iempre
C<?m.bmarse Y separarse, en una palabra obrar y moverse d~ demostrar. nos convenceremos de que los elementos. o mate-
distmtas maner<~;s, según la €sencia y la energía propias á cada rias primitivas de los cuerpos son compuestos de la mis111:a na-
gén~ro de m a ten as ~ á cada una de sus combinaciones. La exis- turaleza, y por consigui ente no pueden tener ni las mismas
tencia supon~ propied~des en la cosa que existe; desde el mo- propiedades ni las mismas man ~ras de moverse Y. ob~ar. Sus
ment? que tiene propiedades, sus modos de obrar deben ne- actividades ó movimientos son diferentes hasta lo mfimto ; au-
cesariam.ente provemr de su manera de ser. Desde que un mentan ó disminuyen, se aceleran ~ se retardan, con ar!eglo
cuerpo tiene su peso, debe caer ; desde que cae, debe chocar á las combinaciones, á las proporciOnes del peso, densidad,
co~ los cuerpos que, halle en su ~aída; desde que es denso y volúmen y materias que entran en su composición. El elemento
sólido, debe, en razon de su densidad, comunicar movimiento fuego es visiblemente más activo y más móvil que el eleme~to
á los cuerpos con que, choca; desde que tiene analogía y afini- tierra ; éste es más sólido y más pesado que el fuego, el a1re
dad con ellos, debe umrseles; desde que no tiene analoO'ía debe y el agua. Según la cantidad de estos elemen to~ que entra en
ser rechazado, etc. o •·
la combinación de los cu erpos, éstos obran diversamente, y
. De eso se ve que, suponiendo, tomo PS necesario, la .existen- sus movimientos deben ser en alguna manera compuestos de
Cia de la matena ~ se le de~en. s uponer algunas cualidades de los elementos de que están fc.rmados. El fuego elemental pa-
q~e deben prove~Ir los mov1m1entos ó m::tn eras de obrar deter- rece ser en la Naturaleza el principio de activi dad ; es, por
mmados ne~sariamen te por esas mismas cualidades. Para decirlo así, una levadura fe~unda que pone en fermentaci ón
formar el Um~erso, _Descartes pedía sólo materia y movimien- la !Tlasa y le da vida. La tierra parece ser el principio de la
to. Una materia . vanada le bastaba; los movimi entos diversos solidez de los cuerpos por su impenetrabilidad. 6 por la fuerte
eran consecuencias de su existencia, de s u esencia y de sus adhesión de que sus partes son susceptibles. El agua es un
vehículo propio para favorecer la combinación de los cuerpos
fu~1ino parece haya ~onsiderado . la materia como eterna, supuesto q ue elogia
en que entra como parte constituyente. Finalmente, el aire ~s
, a ton por. haber d,1cho que J?1os en la creación del mundo no h11 bía hecho un fluido que proporciona á los demás elementos el espacio
m~s qu; dar 1mpulso a la matena y ordeuarla. Finalmente Burnet dice en tér- n~cesario para ejercer sus movimien tos, y que además se halla
mmos or.ma 1es: CREATIO ET ANNIHILACIO HODIERNO BENSU ;ttnt vocet {ictitioc · dispuesto á combinarse con ellos. Estos elem(lntos, que nues-
neque tntm occurrit apud H ebroc1 Groccu8 aut LATINOS vox ULJ,A S I NG ULAR;S
Q~~ ~~ Ig~A.M ~IM liABUERIT. (~éase Arcl!e,o~og. ph~/o,oph., lib. I , cap. VII,
P gd . • e Jt. ms~.. 1699). e Es muy difJcd, escnbe un anónimo no per-
sua •rRe dd e la etbrntdad de la materia, siendo imposible al espírit~ humano
-- (1) Los que han estudiado de cerca la Naturaleza, saben que dos granos de
compr~n er qu~ ay~ sido en un tiempo y no en oho · en que haya habido a:ena M son estrictamente igua les. De~de que las circunstancia'! ó las mcdifica-
~dno aya 3abJdo D1 hab;á; ni. espacio, ni extensión, ni Juga r, ni abismo, y <.'tones no son las mi•mas para los seres de la mi m., e~pecie, no puede habor
o sea na a. (Voyez, Dttcrtattonet miUe& variru, t . n, p. 74). Parerido exacto entre ellos. (V. el cap. \el). E sta verdad ha sido compr endida
por Leibnitz.
25
LA RELIGIÓN NATURAL
24 JEAN' MESLIER
. nsión de la movilidad, de la divisibilidad,
tros sentidos no nos presentan nunca puros, eslan puestos con- secuencia de la ~~te raved'ad y de la fuerza d€: inerc1~.
tmuamenle en acción unos por otros, siempre obrando y reo- de la soll~ez, deied~des generales Y primitivas provienen ?tras,
brando, combmándose y separandose, atr(lyendose y recha- De esta":S pro¿ dad la figura, el c,')lor, el peso, etc. Ast, r es:
zándose, bastando para explicarnos la formac10n de lodos los tales como lal enslta m~t.eria en general es todo lo que af.ecta a
séres que vemos. Sus movmuentos, naciendo sm mterrupcion pecto a noso ros, una manera cualqmera ; Y las cualidades
los unos de los otros, son alternaiivamnete causas y efectos ; nuestro~ 5enttdos. ~e s diferentes materias se fundan sobre las
de este modo forman un vasto circulo de generac10n y destruc- que atribmmos a _ a s o cambios que producen en no~otros.
ción, de combinaciones y decomposiciones, que no ha podido dtferentes lmpres10~~finirión satisfactoria de la malena no. ha
nunca tener principio ni tendrá nunca fin . En una palabra, . Hasta aqm, ~na L hombres engañados por sus preJUICI OS,
la Naturaleza no es más que una cadena inmensa de causas y sidO nunca .~a ~~ efl~ mas qu~ nociones imperfectas, , vaga:> Y
efectos que brotan sin cesar unos de otros. Los movimientos de no han lem oH .derado la materia como un _ser unico,
los séres particulares dependen del movimien t..o general, que superficiales: ar: consl de moverse comi.Jinarse m producir
a su vez es sostenido por los movimientos de los séres parti- grosero, P~SIV?, mc~?-:ntras hubier~n debido considerarla ce-
culares. Estos se fortifican ó debilitan, ~e aceleran ó retardan, nada por Sl m~~iére~ cuyos diversos individuos, aun cuando
se simplifican 6 complican, se engendran ó destruyen por las mo un genero . d munes tales como la cxten-
diferentes combinaciones ó Circunstancias que cambian á cada tuyiesen a~gun~l' gr~p~~~g~raco~tc., n~ deb 1an, sin embargo,
momento las direcciones, tendencias, leyes, maneras de ser y sion, la dlVISll lmii_sam'a clase ni 'comprenderse bajo una misma
ohrar de los diferentes cuerpos que se mueven (1) . colocarse en a
Querer remontarse más alla para encontrar el origen de la denomi.naci6ln. . irá para explicar lo que acabamos de dec!r,
acción en la materia y el origen de las cosas, no es sino retro- Un e3emp o S-el v . Tt plicación Las prople-
ceder ante la dificultad y sustraerla absolutamente al examen hacer sentir su exacdtllud Yt facl ~o~ ~: eaxtensión, ·la dlVJSibili-
de nuestros sentidos, que no pueden hacernos conocer y juzgar da.des comunes a te a ma eria · · d · ro iedad de ser
más que las causas en disposición de obrar sobre ellos ó im- dad, impenetrabili~ad.• figural, mo_vlllra L~ rRatrria d.el fuego,
primirles movimiento. Así , contentémonos con decir que la victo por un movimiento de con] un o. ta
materia ha existido siempre ; que se mueve ,e n virtud de su ~~más de estas propiedades generales "t comunes, tH~7~ie~~
6
0
esencia ; que todos los fenómenos de la Naturaleza se deben á bién la ~ropie~~~ep~~~~~~~r ~~~~~~~v~~~s~~ró~nd~_ cvalor, así
¿~~g~de ~rl:o 5lmuzov~ri~~t~roqu:l p;~~~C:eeran~~~~~?~ ~hosg~~::~~
los diversos movimientos de las diferentes materias que con-
tiene y que hacen que, semejante al Fénix, renazca continua-
mente de sus cenizas. sac10n e a · • · nto · pero cuan-
es extenso divisible, figurable, móvi 1_ en con)U ' na cierta
do la mate'ria del fuego viene á ccmbmarse con é~ en u · dades
proporción 6 canl~dad, el hiertro aldqmerea~i~~~~d~foia\~r Y dé
á saber: la de excllar en noso ros as sents Todas estas pro-
CAPITULO Ill. la luz, propiedades estas, que. a!ltes no ema. los fenómenos
piedades distintivas son aqu1 mseparables, Y al>
LA MATERIA, SUS DIFERENTES COMBJNACIONES, que resultan, resulta!' en todo el rJ~or dJ lta I~~lu~~Íeza Y se
SUS MOVIMIENTOS DIVERSOS, MARCHA DE LA NATURALEZA. Por poco que constderen los cammos e ra-
siga á los séres ~n los d1ferent.es ~slados por lo~ ~~a~~~~~~cerá
No conocemos los elementos de los cuerpos; pero conoce- zón de sus prop1edades están obligados á pasai • . m
que unicamente al mov1mien '· · to se d e b en los cambios ' 1as co t -
mos algunas de sus propiedades 6 cualidades y distinguimos
las diferentes materi<l..S por los efectos 6 cambios que producen binaciones, las formas de t;dos los agrupan:ientos dde 1~~~e;
sobre nuestros sentidos, es decir, por los diferentes moyimien- na. Por el movimi ento se produce, s~ altei a,b~e 1e~~~clo de
tos que su presencia produce en nosotros. Los hallamos á con- se destruye todo lo que existe: _él es qu~en cam la e ue des-
los séres, quien les añade 6 qmta propiedades Y hace ~·ea' obli-
pués de haber ocupado un orden cada uno de ellos, se
(1) Si fuese cif'rto que todo tiende ú. formar una masa sola y unica, Y
Pi en esa masa llegara un m ~tante en que todo estuTie~o in n13u, todo p or- gado por una consecuencia de su naturaleza _á salir de de~¿:~~
mar:ecería eternamente en tal estado y no habría en torla 1.1 eternidad ml•_s ocupar otro y cooperar al nacimiento, so~te_mmiento { c·a
que una. materia. y un esfuerzo, un .YI8u-t, que sería una muerte eterna y um- posición de otros sé res diametralmente d1stmtos por a esen 1 •
versa.l. Los fís1cos llaman ~·uuJ el esfuerzo de un cuerpo contra otro sin tr,¡s-
lación local: luego. en esta suposición. no podría haber allí causa de disolu- el orden y la especie. . · s de la
ción, puesto que siguiendo el ax10ma de los químicos, lod cuerpos oLrnn sólo En lo que los hsiccs han denommad~ l~s tres remoransmi-
cuando se disuelven. Naturaleza, se opera, mediante el mov1m1ento, una t
26 JEAN MESLIER LA RELIGIÓN NATUnAL

gración, un cambio, una circulación continua de las moléculas . de una manera distinta; todas sus facultades se ejer-
plensaon más comodida . d (i) . . .
de la materia. La Naturaleza necesita en un lugar las mismas
moléculas que hab1a colocado temporalmente en otro · éstas ce~s~ vale á probar que lo que se llama e.lemento ó parte. J?f1ml-
después de haber, por combinaciones particulares, con~tituid~ . de la materia, diversame!lte combma~o, con auxillo del
seres dotados de esencias, propiedades y modos de obrar deter- hva. ·ento uniéndose y ~simllándose contmuamente á la sus-
movnmde los
tancia , anima·
- ·
les, ~od.Ifica · 'bl eme~ te. su s é r, m
VISl · fl uy~
minados, se disuelven ó se separan con mayor ó minor facili-
dad, y, reuni én dose ::;egún nuevas combinaciones, forman nue- sobre sus acciones, es dec1r, sobre los movimientos, ya sensi-
vos séres. El atento observador ve, de un modo más ó menos bles ya ocultos, que en ellos se operan. . .
sensible, ejecutarse e~ta ley en todos los séres que le rodean · !As mismos elemen~s que sirven par?- nutr1~, fortifica~ y
ve la Naturaleza llena de gérmenes errantes, de los cuales uno~ imal v1enen á ser, en c1erf.as c1rcunstanc1as,
conser Var el an '
se desarrollan, al tiempo que otros esperan que el movimiento los principios é instrumentos de su d'1so1.uc1'ó n, d e su d e b'l'ta
.1 1 -
los cGloquE' en las esferas, en las matrices en las circunstan- ción y de su muerte. Obran su ~estrucCión cuando n~ vienen
cias necesarias para extenderse, desarrollar~e, hacerse más sen- em leados con esa justa proporc1ón que los hace pr?p10s para
sibles por la adición de sustancias ó materias análogas á su el ~antenimiento del ser .. Así es que el agua. demas1ado ab~n­
sér primitivo. En todo esto no vemos sino efectos del movimien- dante en el cuerpo del.ammal lo enerva, relaJa sus fi~ras é Im-
to necesariamen te dirigido, modificado, acelerado ó contenido pide la acción necesaria de los de~ás elemento~. ~s1 el fuego,
fortificado ó debilltado en razón á las diferentes propiedade~ admitido en excesiva cantidad, exc1~a en él, mov~m1entos d esor-
que los séres adquieren ó pierdt>.n, lo que produce á cada ins- denados y destructores de su máquma ; as1 el a1re, cargado .de
tante alteraciones más ó menos marcadas en todos los cuerpoQ: principios poco conformes á su n:e~amsmo, le. lleva contag~os
estos efectos no pueden ser rigurosamente los mismos en dos y enfermedades peligrosas. Por ultJmo, los alimentos modifi-
instantes sucesivos de su duración ; á cada momento están obli- cados de cierto modo, en vez de alimentar~e lo destruyen Y con-
gados ~ a~quirir ó á. perder ; en una palabra, tienen que sopor- ducen á su pérdida. Todas estas sustanc1as no cooper~n á la
tar vanac10nes conhnuas en sus esencias, e n sus propiedades, conservación del animal sino en cuan t.? son an~l?ga_s a él: lo
en su fuerzas, en sus masas, en sus modos de ser en sus cua- arruinan cuando dejan de guardar el JUSto equ1llbno que las
lidades. ' hacía propias para su existencia. . .
Los animales, después de haberse desarrollado en la matriz Las plantas, que sir~en para alimento y .reparación ~e los
<'1>mo conviez:e á los elementos. de su máquina, crecen, se for- animales, buscan el alimento de que necesitan ellas ~rusmas
tifican, adqm.eren z:uevas prop1edades, nueva energía, nuevas en la tierra, se desarrollan en su seno, crecen. y se fortifican ~
facultades, b1en alimentándose de plantas convenientes á su sus expensas, reciben continuamente en su tep d?, por las ral-
sér, bien devorando á otros animales cuya sustancia es propia ees y por los poros, el agua, el aire y la !!latena 1gnea. El.agua
para conservarlos, es decir, para reparar las pérdidas continua- las reanima visiblemente cuando langu1dece su vegetac1ón ó
das de aquella parte de su propia sustancia que se desprenden su género de vida, pues les lleva los. principios propios para
perfeccionarlas: el aire les es necesar10 para exten~erse, Y les
á cada instante. Estos mismos animales se nutren se conser-
van, crecen y se fortifican con el auxilio del aire' del agua,
de la tierra y del _fuego. Privados del aire, de ese flu'ido que los
suministra el agua, la tierra y el fuego 9ue, se combman en él.
Por último reciben más ó menos matenas 1gneas y las propor- ,
rodea, los ~~pr1me, los pene~ra y les da elasticidad, dejarían ciones distintas de estos principios constiluy~n. las diferentes
pronto de v1v1r. El agua combmada con este aire entra en todo familias ó clases en que los botánicos han d1v1dido las pla~tas
su mecanismo, cuyo juego facilita. La tierra les sirve de base, según sus formas y combinaciones, de donde resulta una mfi-
dando solidez á su tejido, acarreada por el aire y el agua que nidad de propiedades muy variadas. Así crecen el cedro Y el
la lleva!l á las partes del cuerpo con que puede combinarse. hisopo, de los que el uno se eleva hasta las nubes y el otro se
Por últJmo, el fuego mismo, bajo una infinidad de formas y arrastra humildemente sobre la tierra. Así es que de una bello-
envolturas, es continuamente recibido por el animal al cual
p_rocura calor y vida haciéndcle propio para ejercer 'sus fun-
(1) Es útil advertir aquí, de antemano, que todas l~s st~stnncias esp~ri~uo~as,
Ciones. es decir, que contienen grande abundancia de m a tenas mflamubles e ¡gnoa.s,
Lso alimenLos, cargados de todos estos variados principios, tales como el vino, el aguardiente, los licores, etc., son las que ac~leran mas
al entrar en el estómago, restablecen el movimiento en el sis- l~s movimientos orgánicos de los animales, comunicándoles c.ll..,r, A:!l es .quo el
teT?a . n~rvioso y, por s.u propia actividad, así como por los Vl~o da calor y ha~ta ingenio, por más que el ;vino sea una cosa matenal .La
prmcq:nos qu.e los constituyen, reponen la máquina que empe- prunave~a y el verano producen inst:cto<, ) ammales, favorecen \~ ve~~;~tac!ÓD
Y dan v1da á la n11 turaleza, porque en dichas estac1o.nes la maten~ del fu<>go
zaba .a deb1lltarse por las p érdidas que había sufrido. Todo Be hall& má<~ abundante que en el invi erno. La materm Íf!nea es evulen~emente
camb1a ~ntonces en el ?Jlimal; tiene más actividad y energía, la causa de la fermentación de la generación de la v1da : e» el JUplter de
cobra vigor y se mamfiesta más alegre ; obra, se mueve Y loa antiguos. ' '
LA RELI GI ÓN NAT U RAL
29
28 1E.\N MESLIER
- de la tierra por la combinación íntima
ta sale poco á poco la encina que nos cobija con sus ramas· así mada en las ent~añ;ss similares que se han atraído, h asta •
un grano de tngo, después de haberse nutndo con las sa~Ias de moléculas an~~oÓ~it¿' de partículas inflamadas que alumbr~
de la herra, Sirve de ahmento al hombre llevándole los ele- el Sol, ese vast~ d pde la ostra casi inerte hasta el hom.bre ach-
mentos ó prmcipios que ha adqmndo, modificados o combina- el firmamento '. ~smos una progresión no interr~mptda, una
dos del modo que hace á este yegetal más propio para asimi- vo Y pensad~[· '~e combinaciones y de movimtentos de la
larse y combinar::;e con la maquma humana, es decir, con los cadena perp ua ue no difieren entre si más que por la va-
fiutdo::, y los soltdos de que se compone . que resultan sue\ q .as elementales por las combinaciones Y
Lo::; mtsmos elementos o principios hallamos en la formación riedad ~e sus ma en mismos eleme;,tos, de donde nacen mo-
de los romerales, as1 como en su descomposiCión, sea esta na- proporciO~et~ de ~~o~brar infinitamente diferentes. En la gene-
tural, o artificial. Vemos que tierras divcr::;amente labradas, dos. de exts Ir Y t .e· ón en la conservación no veremos nunc_a
modificadas y combmadas, sirven para darle~ crecimiento y ración, en ~a nll: ri 1 a~ente combmadas cada una con movl-
mas o menos peso y densidad: vemos que el aire y el agua si~o rratena~e d~~~~ropios, determinados por leyes fijas Y que
contribuyen á umr sus partes: la materia 1gnea ó el princtpto mienlos que f . mbios necesarios. No hallaremos en la fo r-
mftamable les da sus calores, y algunas veces se mamfiesta en les ~acen su .n~ e~ Y vida instantánea de los animales, vege-
las bnllantes chispas que el movimiento hace brotar de ellas. ~fc16nm~~eec;~~~n sino materias que se agregan, que ~e tcum~-
E::,os cue1 pos tan &oltdos, esas ptcdras, esos metales se de~truyen es Y t" d n' y forman poco á poco seres que s1en en, vt-
y disuelven con auxtlio del aire, del agua y del fuego, como lan, se ext ¡en óeestán desprovistos de estas facultades ; Y qu~.
lo prueban el análisis mas ordinario y una porción de expe- ven, v.egd a~aber ~xistido algún tiempo bajo una f_orma parh-
nenctas de que nuestros OJOS son testigos todos los días. despues be t "buir con su ruina á la producctón de otra.
Los anim~les, las plan las y los mm erales, al cabo de cierto cular, de en con n
tiempo devuelven á la naturaleza, es deetr, á la masa general
de las cosas, al almacén universal, los elementos ó prmctpws
que les tomaron. La. tierra recobra entonces la parte del cuerpo
cuya base y solidez constituía; el aire se carga de las partes CAPITULO IV.
que le son analogas y de las que son más sutiles y ligeras; el
agua arrastra las que puede d1solver; el fuego, romptendo sus LAS LEYES DEL MOVIMIENTO
lazos, se desprGnde para ir á combinarse con otros cuerpos. Así, COMUNES A TODOS LOS SERES DE LA NATUR.\LEZA:
desumdas, disueltas, elaboradas, d1spersas, las partes elemen- ATRACCIÓN y REPULSIÓN ; FUERZA DE INERCIA.
tales del animal van á formar nuevas combmaciones ; s1rven
para nutrir, conservar ó destruir nuevos seres, y, entre otros,
las plantas que, llegadas á madurez, alimentan y conservan Los efectos, cuyac; causas son conocidas, no so~r~nden ~!~
nuevos antmales : éstos sufren á su vez la misma suer te que á los hombres ; estos creen ~nocer ¿a~n~~Jf:ta ~s c~a~~~ los
los primeros. ven obrar de una manera um orme L caída de una piedra
Tal es la marcha constante de la Natura leza, el círculo eterno movimientos que prod~cen son stmplek ~ de meditación sino
que todo cuanto existe esta obligado á describir. Así el movi que obedece á su propto peso no es 0 Je 1 causas más in-
miento hace nacer, conserva algún tiempo y destruye sucesi- para un filósofo; p~e~ el modo de. obrar de as r él misterios
vamente las partes del Universo, mientras que la suma de la mediatas y los monm1entos más stmples, son ra a ás
existencia continúa siendo la misma. La Naturaleza, por sus menos impenetrables que el modo de obra: de las Ecla~~ 0mno
combinaciones, engendra soles que sirven de centro á otros tan- remolas y de los movimientos más comphcados.f 1T g ni
tos sistemas ; produce planetas que por su propia esencia gra-
vitan y describen revoluciones en torno de estos soles ; poco á
intenta nunca profu!ldizar los. ef~c~os qEue
remontarse á sus pnmeros prmc1p10s. n a ca~
le 50
!ldaa:e 1 ~~ei~'dra
. . .
poco, el movimiento altera á unos y otros: tal vez un dta dis- no observa nada que ~orprenda ó merezca s~s mvestlgacwnes ·
persará las partes eon que ha compuesto esas maravillosas masas necesita un Newtón para sentir que la ca~~a _de los. cuf:~~~
que el hombre, en el corto espacio de su existencia, no hace grave~ es un fenómeno di~no de toda atencwn. • neceslla r
sino entrever de paso. gacidad de un físico profundo para ~escu~nr las leyes ~s
~s. pues, el movimiento continuo, inherente á la materia, cuyo mérito caen los cuerpos y comumcan é_t ot:os sus prop
qmen a ltera y destruye todos los seres; quien les quita á cada movimientos· por último, el espíritu !f1ás eJerc~tad~ se apen:n
momento algunas de sus propiedades para sustitui rlas por á veces, al ve~ que los efectos más ~enctll~s Y ordmanos escap
otra~; él es quien, así cambiando sus esencias actuales modi- á todas investigaciones y quedan mexphcables.
fica también sus órdenes, sus direcciones, sus tendencias, las No intentamos soñar y meditar sobre los efectos que vemos
leyes que regulan su modo de ser y obrar. Desde la pied ra for-
LA RELIGIÓN NATURAL 31
30 JEAN MESLIER
, mos nuestra ianorancia nos detendríamos en nues-
sino cuando son extraordinarios é inusitados, es decir, cuando
nuestros ojos no están acostumbrados á ellos ó cuando ignora-
· 1
eonfirmana t·gaciones y noso obstmanamos
. !
en e 1 err{)r.
tras I~:r de la 1gnorancia en que estamos de l~ vías de la
mos la energía de la causa que vernos obrar. No hay europeo AP 6 de la esencia de los ~eres, de sus propie~ades, ele-
que no haya visto alguno de los efectos de la pólvora: el obre- natura1ezaro rciones y combinaciones, con{)cemos, sm embar-
ro que trabaja en hacerla nada le encuentra de maravilloso men1tos,l P eisencillas y generales por que se mueven los cuer-
porque maneja todos los días las materias que entran en
composición : el americano miraba en otro tiempo su modo
su go, as v~~os que algunas de ·estas leyes, com~nes á todo.s los
pos, Yno se desmienten nunca. Si parece en Ciertas o.ca;;10nes
de obrar como el efecto de un poder divino, y su fuerza como séres, desmienten, es porque hay causas que .. comphcan~ose
sobrenatural. El rayo, cuya verdadera causa el vulgo ignora que ~as no dan el efecto que esperábamos sm la compllca-
es mirado por él corno instrumento de venganza ce-leste ; el fí~ <'ffn °d~sc~nocida.. Sabemos que el f?-ego, aplicado á la pólv{)ra,
sico lo mira corno efecto natural de la materia eléctrica, por ~be necesariamente encenderla ; s1 este efecto n<? se produce,
más que aun esté bien lejos de conocer perfectamente esta e ue los sentidos no 1{) revelen, debemos deduci r que la I?ól-
causa. a~~i está mojada ó que se halla unida á otra sustancia que I~­
De cualquier modo que S€a, en cuanto vemos obrar una cau-
sa, consideramos sus efectos corno naturales: porque nos he- vide su explosión. Sabe~os que el. hombre en toda~ sus acciO-
mos acostumbrado á verla y nos familiarizarnos con ella. Pero ~es tiende á hacerse fehz: ~ues. s1 le vemos trabaJa~ en des-
si advertimos un efecto inusitado sin descubrir su causa, nues- truirse 6 en perjudicarse á s1 mismo, deb~mos deducir que le
tro espíritu se inquieta y trabaja en razón á la extensión de mueve alguna causa opuesta á s.u tendenc1a natural, que ~stá
este efecto ; se conmueve sobre todo cuando cr ee interesada engaí'\ado por alguna preocupación, ó q?-e, falto de experien-
en aquello nu{stra conservación, y su perplejidad aumenta á cia no comprende dónde le llevan sus accwnes. . ,
medida que se persuade de que es esencial para nosotros cono- Si todos los movimientos de los seras fuesen .sencillos, senan
cer aquella causa que nos afecta vivamente. A falta de nuestros muy fáciles de conocer, y tendr.íam?s la seguridad de los efec-
sentidos, que frecuentemente no pueden enseñarnos nada so- tos que las causas deben producir, s1 sus acciOnes no se c~:mfun­
bre las causas y efectos que investigarnos con más ardor, re- den. Yo sé que una piedra que .cae, deb.e c.1.er perJ?endic_ular-
currimos á nuP..stra imaginación, que, turbada por el temor, se menle; sé que tendrá que segmr _una d1recc1ón obhcua ,s i tr~­
convierte en sospechoso guía y crea quimeras ó causas fic.ticias pieza con otro cuerpo que la desvie ; pero n{) sé cuál sera la .li-
á que concede el honor de los fenómenos que nos alarman. De- nea que describirá sí, en su caída, muchas fuerzas contrar1as
bemos á estas disposiciones del espíritu humano todos los erro- obran alternativamente sobr e ella. Puede suce~~r que. estas fuer-
res religiosos de los hombres, que, en la desesperación de no zas la obliguen á describir una línea parabohca, Circular, es-
poder remontarse á ·las causas naturales de los inquietantes fe- piral, elíptica, etc. . .
nómenos de que eran testigos, y á menudo víctimas, crearon en Los movimientos más compleJOS no son smo resultados de
sus cerebros causas imaginarias, convertidas para ellos en fuen- mcvimientos simples que se han combinado: así es que. si co-
tes de locuras. nocemos las leyes generales de los séres y sus movimiento~,
En la Naturaleza no puede haber más que causas y efectcs no tendremos más que descomponer y analizar para descubnr
naturales. Todos los movimientos que en ella se verifican, si- la combinación, y la experiencia nos enseñará los efe~to~ que
guen leyes constantes y necesarias . Las de los fenómenos natu- podemos esperar de ella. Entonces veremos. que mov~mientos
rales que estamos en el caso de juzgar, bastan para darnos á muy simples son causa del encuentro necesano de las dlfere~tes
conocer las que S€ ocultan á nuestra vista: al menos podemos materias que constituyen todos los cuerpos ; que estas mater1as,
juzgar por analogía; y, si .estudiamos la Naturaleza con aten- variadas por la esencia y por las propiedades, tienen c~da. una
ción. los modos de obrar que nos manifiesta nos enseñarán á modos de obrar ó movimientos propios, y que su mov1m1ento
no desconcertarnos ante aquellos que nos oculte. Las causas total es la suma de los movimientos particulares que se han
más r emotas de sus efectos obran indudablemente por causas combinado.
intermedias, con ayuda de las cuales podemos algunas veces Entre las materias que vemos, hay algunas que son. constan-
descubrir las primeras. Si en la cadena de estas causas existen temenLe dispuestas á unirse, mientras que otras son mc~pa~es
obstáculos que se opongan á nuestras investigaciones, debemos de unión: las que son propias para unirse forman combmacw-
tratar de vencerlos, y si no lo podemos conseguir, no tendremos nes más ó men{)s íntimas y durables ; es decir, más ó menos
por eso el derecho de deducir que la cadena está rota ó que la capaces de perseverar en su estado y de resistir á la diwlución .
cosa que obra es sobrenatural. Contentémonos entonces con Los cuerpos que llamamos ~6lidos están compuestos de un ma-
confesar que la naturaleza tiene recursos que no conocemos; Yor número de partes homogéneas, similares. anñ.logas, d~s­
pero no coloquemos nunca fantasmas, ficciones ó palabras va- puestas á unirse y cuyas fuerzas conspiran ó tienden á un m~s­
cías de sentido en el .Jugar de las causas desconocidas, con esto mo fin. Las materias primitivas ó elementos de l{)S cuerpos he-
LA RELIGIÓN NATURAL 33
32 JEAN' MESLIER
ectiva por la atracción continua de materias análogas ó Sif!li-
nen necesidad de diluirse, por decirlo así, unos en otros á fin farb propias á su ser , se co!lservan y fortalecen. _E so exphca
de cc..nservarse y adquiri r consistencia y solidez ; verdad 'igual- mo ciertos alimentos convienen al hombre, mientras que
mente constante en lo que se llama flsica y en lo que se llama erras le matan, algunos le agradan y fortal ecen, otros le repug-
moral. ~an y le debilitan. En fin , para no separar nunca las leye~ de
En e::.la disposición de las materias y de los cuerpos, con re- la física de las de la moral, así es cómo los h~mbres, atra1dos
lación recíproca, están fundadas las maneras de obrar que los unos por otros por sus n ecesida~es, forman. umones que .se .Ha-
físicos designat; con el n<?mbre de atra~ción y repulsión, de sim- roan matrimonios, familias, soctedades , am_tstades, cononmwn_-
patia y antzpatw, de afirudades y relacwnes (1) . los uniones que la virtud conserva y fort1fica, pero que el VI-
Los moralistas desig-nan esta disposición y los efectos con- cio' relaja ó disuelve. . .
siguientes con el nombre de amor ó de ódio, d e amistad ó de Cualesquiera qu~ s.ean la ?atural:eza y las co~bma_c_10nes de
aversión. Los hombres, como todos los séres d e la Naturaleza, los séres sus movimi entos tienen s1 emp~ una direCCI<?n .ó ten-
experimentan movimientos de atracción y de repulsión ; los dencia : ~in dirección no pode mos tener 1~ea del mov1mHmto ;
que pasan en .ellos no difieren d e los otros sino en que están esta dirección está arreglada por las propiedades de ~da ~ér;
más ocultos y en que, con frecuencia, no conocemos las causas dadas las propiedades, obra neces ariamen~ ; es decir, ~1gue
que los excitan, ni su modo de obrar. la ley invariable de terminada por sus particulares propie da-
Nos baste !'aber que, por una ley constante, ciertos cuerpos des, que consti tuyen el sér , y su manera de ~br_ar , lo que es
están dispuestos á unirse con más ó m enos faci lidad, mientras siempre una consecuencia d e su m anera d_e existi r . P ero . ¿cuál
que otros no pueden combinarse. El agua se combina con las es la dirección ó tendencia genera.l y c~rr:tun que se J?amfiesta
sales pero no con los aceites. Algunas com binaciones son muy en lodos los séres? ¿Cuál es el obJeto VISibl e y ~noc1~o de to-
resisten tes, como en los metales ; otras son más débiles y muy dos sus movimi entos? Es conservar su actual existenCia, perse-
fáciles de descomponer. Hay cuerpos que bien que sean inca- verar en ella, fortalecerla, atraer á sí mi smo to.do lo que puede
paces por sí mi smos de uni rse, se h acen susceptibles de ello serle favorabl e, r esistir á Jos impulsos contrarios á su manera
con ayuda de otros cuerpos que les sirven de intermediarios 6 de ser y su tendencia natural. . . .
vínculos comunes. Así se compr~mde como el aceite y el agua se Existir es experimentar los mov1m1entos. P!OPIOS ? e .una es~~­
comb inan por medio. de u na sal alcalin a para constituir el ja- cia determinada. Conservarse es dar y r ecibir mov1m1entos uti-
bón. De todos estos sér es, diversamente combinados en propor- les para el sostenimiento de la existencia ; es atraer las mate-
ciones muy variadas, resultan cuerpos, flsi cos ó morales, c.u- rias más propias para corroborar su sér , es apartar aquel·l as
yas propiedades é igualda des son esencialmente distintas y que puedan debititarle ó dañarle. Por eso, todos los séres q~e
cuyos modos de obrar son más ó menos compli cados ó difíciles conocemos procuran conservarse cada uno á su man era. La pie-
de conocer, en proporción de los elementos ó materias que han dra, por la fuerte adhesión de sus partes, se r esiste .á su d es-
entrado en s u composición ó de las modificaciones diversas trucción. Los séres organizados se conservan por m edio de m ás
de estas mismas materias. complicados expedientes, pero que son propio~ para mantener
Así es cómo , recíprocamente atraídas, las moléculas primi- su existencia contra lo que la pudiera pefJUdicar. El hombre,
tivas é insensibles de que todos los cuerpos están form ados, se sea moral como físico, sé r vivo que siente, piensa y obra, no
hacen sensibles, forman mixtos, masas de agregación por la busca en cada instante de su duración sino de procurarse lo
unión de materias análogas y si milares que su esencia hace que le agrada ó lo que m ás está conforme con su sér , y se es-
propias para formar un todo. Estos cuerpos se d isuelven ó su fuerza en alejar de s í lo que le puede dañar.
unión se rompe cuando experimentan la acción d e alguna sus- La conservación es, pu~s. el objeto común h acia el cua l ~­
tancia enemiga á la unión. Así se forman poco á poco una plan- das las energías, fuerzas y facultad es de los sér es están con~I­
ta, un metal, un animal , un hombre que , cada uno en el sistema nuamente dirigidas. Los fís icos han llamado á esta tendencia
6 rango que ocupa, cr ecen, se sostienen en s u existencia res- 6 dirección grfiiVilación sobre sí: Newton la llama fuerza de
inercia; los moralistas la h an dado el nombre de amor de si;
y otra cosa no es sino la tendencia á conserva r se, el deseo de la
(1) Empédocles decía, según Diógenes Laercio, fJTtC habla una especie de amia·
tad por la cual se unf11n lo3 cl1 mlntos, y una especie de discordia por la dicha, el amor al bienestar y al place r , la prontitud en apode-
cual 8C alejaban. Por e~o se ve claramente que el sistema d e la atracc16n es rarse de todo lo que se consi dera favorable á su sér, y la mar-
muy antiguo ; sin embargo hacía falta un Newton para d~sa rrollarlo. E l amor, cada aversión contra todo lo que perturba, 6 le amenaza ;
á quien los antittuos atribuían el a rrej!lo del caos, parece ""r la a tracción per- sentimientos primitivos y comunes á todos los séres de la espe-
sonificada. Todas las a legoría!! y fábulas de los anti guos sobre el ca08 ind1co.n
vi~ibl emente el acuerdo y unión que hallan en tre las ~u~tanci as análogas ú ho- cie humana, que todas s us facultades se esfuerzan en satisfacer,
mogéneas, d e donde r esulta la existencia del Universo, mientras q ue la re- que todas sus pasiones, voluntades, acciones, tienen continLJa-
pulsión 6 la discord ia era la causa de la Jio;olución, de la confu,.,ión, d el des· mente por objeto y por fin. Esta gravitación sobre sí es, pues,
orden. H e aquí sin duda el origen del dogma do los do8 principio&.
LA RELIGIÓN NATURAL- 3.
34 JEAN MESLIER LA RELIGIÓN NATURAL 35

una disposición necesaria en el hombre y en todos los séres que ambos casos y las propiedades de las moléculas movidas .. demos-
por diferentes medioo ti-enden á conservar la existencia qu~ han trana que dadas estas causas, cada molécula obró precisamen-
recibido, en tanto que nada desarregle el orden de su maquina te como d~b1a ob rar, y no 1~ habría sido posible. hacer ot_ra cosa.
ó su tendencia primitiva. En las terribles convuls10nes que_, en OC?SJOnes agitan l~s
Toda causa produce un efecto ; y no puede haber efecto sin sociedades políticas y suelen producir la ca1da d~ un ImperiO
causa. Todo impulso es seguido de algún movimiento, más 6 ó de un dado orden de cosas, no hay u na sola acción, una sola
menos sensible, de algún cambio, más ó menos notable, en el palabra, un solo pensamientp, una ~ola voluntad ó una sola pa-
cuerpo que lo recibe. Pero todos los movimientos, todas las ma- sión en los agentes que á la revolución con~urren como destruc-
neras de obrar, están, como ya hemos dicho, determinados por tores 6 como víctimas, que no sea nece~ana, que no obre como
sus naturalezas, sus esencias, sus propiedades, sus combinacio· debe obrar, que no produzca infaliblemente los efectos que
nes. Hay, pues, que deducir que siendo todos los movimientos debe operar, según el lugar qye e~tos agentes ocupan. en .aqu~­
ó modos de obrar de los séres debidos á algunas c9-usas, y no lla sublevación. Esto parecena evidente pa~a cualqm~r mteh-
pudiendo estas cau~as obrar y moverse en manera diversa de gencia que estuvies~ en condición d~ .Percibir y apreciar todas
su modo de ser ó de sus propiedaries esenciales, hay que dedu- las acciones y reaccwnes de los esp1rllus y de los cuerpos que
cir, repito, que todos los fenómeno~ son necesarios, y que cada oontribuyen a aquel torbellino moral. .
sér de la Naturaleza, dadas sus circunstancias y propiedades, Más aún, si todo está. enlazado en la Naturaleza, SI todos
no puede obrar sino como lo hace. los movimientos nacen en ella unos de otros, aunque sus comu-
La necesidad es el vínculo infalible y constante que une las nicaciones secretas suelan esconderse á nuestra vista, debe-
causas con sus efectos. Necesariamente el fu ego quema las ma- mos estar seguros de que no hay causa, por pequeña ó remota
terias combustibles que estñn colocadas en su esfera de acción. que sea, que no pueda, en ocasiones, producir los efectos !f!áS
Necesariamente el hombre busca lo que es ó parece útil á su grandes y más inmediatos sobre nosotros. Tal vez en las ándas
bienestar. La Naturaleza, en todos su fenómenos, obra necesa- llanuras de la Libia es donde se reunen los primeros elemen-
riamente según la esencia que le es propia ; todos los séres del tos de una tempestad, que en alas del vient<> llega hasta nos-
Universo obran necesariamente según sus esencias particula- otros, hace pesada nuestra atmosfera, influye sob re las pasio-
res : el movimi ento es la causa por la cual el todo tiene relaciones nes 6 el temperamento de un hombre que, por esta circunstan-
con sus partes y éstas con él; así es que todo es tá en lazado en el cia, llega. á influir sobre otros muchos y decide, según su volun-
Universo: él mismo no es sino una cadena inmensa de causas Y tad. de la suerte de varias naciones.
efectos que , sin interrupción se desprenden unos de otros. Por El hombre, en efecto, se encuentra en la Naturaleza y forma
poco que reflexionemos, .estamos ?bligados á re~onocer .que todo parle de ella ; obra según las leyes que le son propias y recibe,
lo que vemos es necesarw, es decir que no podr1a ser smo como de un modo más ó menos enérgico, la acción ó impulso de los
es ; que todos los séres que percibimos, así como los que s~ ocul- séres que obran sobre él con arreglo á la leyes propias de su
tan á nuestra vista, obran por leyes seguras. En armoma con e..o;encia. Por eso se modifica de tantos modos ; pero sus accio-
estas leyes, los cuerpos graves caen y los ligeros .se elevan, la<; nes resultan siempre de su propia energía y del impulso de
sustancias análogas se atraen, todos los séres tienden á con- los ser~s que obran sobre él modificándole. Hé aquí lo que
servarse, el hombre se quiere á sí mismo, ama lo que le es .Pr~­ dete~ma tan div~rsa, y aún tan contradictoriamente, sus pen-
vechoso en cuanto lo conoce, detesta lo que le puede penudi· samientos, sus opmiones, sus voluntades, sus acciones· en una
car. Por último, estamos obligados á confesar que no puede ve- palabra, los movimientos visibles, como Ios ocultos que 'se veri-
rificarse energía independiente, causa aislada, acción suelta.en fkan en él. Tendremos má adelante ocasión de demostrar más
una Naturaleza en que todos los séres obran sin inLcr_rupción claramente esta verdad, hoy tan discutida: aquí nos basta pro-
unos sobre otros, y que, ella misma, no es otra cosa smo u:Ia bar, en general, que todo en la Naturaleza es necesario y que
eterna cadena de movimi entos dados y recibidos según leyes nada de lo que se encuentra en ella puede obrar más qu~ como
necesarias. . . . obrn..
Dos ejemplos servirán para hacernos más claro el prinCIPIO El .movimiento e<>municado y recibido es lo que establee~
planteado: escogeremos uno del orden físic.o y o~ ro del orden relaciones entre loe; diversos sistemas de séres ; la atracción los
moral. En un t.orbellino de polvo que un v1ento Impetu~so le- acerca cuando están e n la esfera de su acción recíproca · la r e-
vanta en la más espantosa tempestad excitada por los v1entos lJUtStún los di s~~lve y separa: el uno los conserva y fo~tifica ·
opuest<>s que levantan las olas, no hay una sola molécula de el otro los deb1hta y destruye. Una vez combinados tienden á.
polvo ó de agua que ~té colocada al alza: .. que no tenga su ~g.severar en su modo de existir en virtud de la /'lter'za de inrr-
causa necesaria y sufic1ente para ocupar el sitio en que se halla, i fl per<? no P~eden ronsP~uir tal objeto porque están bajo la
y que no obre rigurosament-e como debe obrar. Un geómetra. sfv uenc¡a contmua de todos los demás séres que obran suce-
que conociese exactamente las distintas fuerzas que obraran en a Y perpetuamente sobre ellos. Sus cambios de forma. sus
JEAN MESLIER ' LA RELIGIÓN NATURAL 37
disoluciones , son neC€sarias á la conservación de la Natura.leza,
único objeto que podemos asignarle, haoia el cual la vemos ten-
der sin cesar, sigméndcle sin interrupción por la destrucción y
reproducción de todos los séres subordinados, obligados á su- CAPITULO V.
frir sus leyes y á concurrir según su método, al sostén de la
existencia activa, esencial al gran todo. DEL ORDEN Y DEL DESORDEN: DE LA INTELIGENCIA: DE LA CASUALIDAD .
Cada sér ti~me que ser considerado como un inrlividuo que
en la gran famil ia desempeña su tarea necesaria en el trabajo La sucesión de los movimientos necesarios, periódicos y re-
general. Todos los cuerpos obran según leyes oportunas á su gulares que pasan en el Universo, es la que ha causado en el
propia esencia, sin poder apartarsf' un solo instante de las que espíritu de los hombres la idea del orden. Esta pal~b ra, en s~
rigen á la misma Naturaleza: fuerza cerutra l, á la que todas significación prim itiva, rep resenta un a manera fá~Il de consi-
1 las fuerzas, todas las esencias, todas las energías están some- derar y percibi r el conjun to y las diferentes relaciones de un
tida~ ; ella regula el mov imiento de todos los séres; por la n~­ todo en el que encontramos, por su manera de ser y de ~b rar,
oesidad de su propia esencia los hace concurrir según sus parll- cierta conveniencia ó conformidad con la nuestra. Ampliando
culares cualidades á su plan gener al , y este plan no puede ser esta idea, el hombre ha. tran8por tado al Universo los modos
sino la vida, la acci ón , el mantenimiento del todo por los cam- de considerar las cosas que le son particulares; ha imaginado
bios continuos de sus partes. Logra este objeto renovándolos que existían realmente en la Naturaleza relaciones y convenien-
unos por otros, lo que establece y destruye las relaci<?nes. sub- cias como las que ha bía designado con el nombre de or den,
sistentes entre ellos ; les da y les quita formas, combm acwnes y por consiguiente aplicó el nombre de desorden á todas las
y cualidades con que obran por algún tiempo, y que pronto les relaciones que no le parecían seguir la manera de ser y de
arrebata para hacerles obrar de otra manera diferente. Así, explicarse de las primeras.
pues, la Naturaleza los acrece y los altera, los aumenta Y l?s Fáci l es deducir de esta idea del orden y del desorden, que
disminuye, los acerca y los aleja, los forma y destruye, segun no existen realmente en una Naturaleza donde todo es necesa-
necesita para el mantenimiento de su conjunto al que la Natu- rio, que sigue leyes constantes y que o bliga á todos los séres á
raleza tiende necesariamente. seguir en cada momento de su duración las reglas que emanan
Esta irresistible fu erza, esta necesidad universal , esta ener- dE> su propia existencia. Es, pues, solameote en nuestro espí-
gía general no es, por lo tanto , si no una consecuencia de )a ri tu que encontraremos el modelo de lo que llamamos or.dcn
naturaleza. de las cosas en virtud de la cual todo obra sm y dPsorden; esto, como todas las ideas abstractas y metafísicas,
descanso , con arreglo á 'leyes establecidas é in!Tiutables ; esta: no supone nada fuera de nosotros. En una palabra, el orrlen
leyes no varían ni para la Naturaleza total , m para los s~re., no es ni podría ser nun ca sino la facultad de coord inarnos con
que constituyen su conjunto . La Naturaleza es un tod? vtvo, los séres que nos rodean, ó con el todo de que somos par te.
cuyas partes, aún las más reducida~. concur~en ne_cesa n a~rn­ No obstante, si se quiere aplicar la idEa de orden á la Na·
te v sin vcluntad á mantener la acción la extst,enCla y la vtda.
1 luraleza, este orden se rá una secuela de acciones ó de movimien-
La·Naturaleza existe y obra necesariamente .. v todo lo que con- tos que suponemos ti enden á un ftn común. De modo que, en
tiene necesariamente conspira á la perpetu1dad de un sér ac- un cuerpo que se mueve, t l orden lo representa la série, la ca-
tivo (1). . · ·6 dena de acciones ó movimientos adecuados para constitui r lo
Más adelante v-eremos cual fué el trabajo de la 1magmaCI n que es, y mantenerlo en su existencia actual. El orden, r especto
de los hombres para formarse una idaa de la energía de 1~ Na- á la _Naturaleza enter a, ec; la cadena de las causas y efectos con-
turaleza que han personifi cado y diferenciado de ell~ ~~~ma. comttantes á su existencia activa y al mantenimiento de su e-
Examinaremos aún las invenciones ridículas y per]Udtctales terno conj unto. Pero, se~ún lo que acabamos de probar en el
que por nc• conocer la Naturaleza, se han ideado para contenfr capítulo anterior , lodos los seres particul ares. en el r ango que
su ~urso, para suspender sus eternas leyes, y obstacular á a ocupan, tienen qu<> concurrir á este obieto; de donde hay qn<'
necesid&d de las cosas. deducir que lo que llamamos orden de la Naturaleza, no pnedc
ser nunca sino un modo de considerar la necesidad de las cosas
á la que está someti do todo lo que conocemos. Lo que llamamos
(1) Plat6n dice que la materia y la ncce1idad 10n la mi1ma. co1a, Y qur u!a desorden no puede, pues, ser sino un término relativo con
necuidnd c1 la rnatlre d el mundo. EfectiYamente, la materia obro. porque CJ:IS;
t~ y ex ist e para obrar· no podemos ir m as a.lla. Si se noR pr.:gun ta cómo ~ de
"• qué existe la matena.
por '· ·
<l1remos ·
que ex1ste · t to es porqu"
nece~anamen el es . 1 da
BU •
prop1a • •
ex1stencta. Sustituyendo la matt>ria 6 la Naturai€Za con e~te ~ér.
contiene la razón suficiente de su e:s:istenC'ia Suponiéndola prod~ctda o crE'Ade· no se hace más que sustituir un a"'ento conocido 6 de po<~ible conocimiento al-
por un sér di~tinto d e ella y más desconocido 9ue ella., _habra stempre ~r~ nte me
.
0 08 b · 1 "
.b ajo o ~unos puntos de vista, '
por otro agente de~cm.ocido, totalmente
cir que este sér, cualquiera que sea, es necesano 6 contiene la caus11. su 1c1e lmpost le de conocer y cuya existencia no se puede demostrar.
LA RELIGIÓN NATURAL 39
38 JEAN' MESLIER ' -------
Por otra parLe, este orden que admir~os com~ un efecto
que desigr"amos las acciones ó movimientos necesarios por los sobrenatm·dl, se perturba algunas veces o se. camb1a en desor- )
que séres particulares se alteran ó perturban instantanea- den· verdad e::, que (;5te mismo desorden es Siempre una conse-
mente en su manera de existir y cambtan su modo de obrar; cue~c1a dl~ leyes naturales, siendo necesario . en. la Naturaleza
pero ninguna de estas acciones , ninguno de estos movimientos que algunas de sus parles, _Par~ el mantenimiento del todo,
pueden ocntradecir ó desarreglar un solo instante el orden se aparten de su marcha ordmana. . .
general de la Naturaleza, de la cual t.odos los sére~ r.eciben su As 1 se explica cómo los cometas se ofrecen ~nopi!ladamente
existencia, sus propiedades, sus parhculares movtmtenlos. El á nuestros sorpren didos ojos; su ~urso excéntnco. v1ene á ~ur­
desorden para un sér no es otra cosa sino su paso á un orden bar la tranquilidad de nuestro sistema plaJ?-etarw, Y .exc1tan
nuevo á una nueva manera de existi r , que arrastra inevitable- el terror del vulgo, para quien todo es maravtlla. El hsiCO mls-
mente' una nueva 1lación d e acciones ó movimientos distintos mo supone que antes. estos cometas han trastornado ~a super-
de los que antes era susceptible este sér. fi cie de nuestro globo y causado las mayores revolucwnes so-
Lo que llamamos orden en la Na_turale:.a es un modo ~e ser bre la Tierra. Independientem ente de estos desórdenes extraor-
ó una disposición de sus partes. ngur_osamente n_ecesana. E_n dmarios, los hay más comunes, á los cuales estamos expuestos.
cualquier otro sistema de matertas, s1 fuese pos1ble, llegar~a Ya las estaciones parecen d esplazadas, Y.a los ~l~mentos en
á establecerse n ecesariamente un arreglo. Suponed los J!laS discordia; el mar sale de sus límites, la t1er~a soh.da se que-
heterogéneos y discordantes elementos; por un encadenamten- branta los montes despi den fuego, el contagio ~estruye hom-
to de fenómenos necesarios se formará entre ellos un <?rden bres y 'ammales, la esteri lidad devas~ las campiñas ; entonces
total cualquiera; hé aquí la verdad~ra noción de un.a J?rop1ed~d los mortales, espantados, piden á grllos el orden y levantan
cuya definición podría ser: la aplltud para constttmr un ser sus trémulas manos hacia el Sér que suponen autor de aq_uello
tal cual es en sí mismo, y tal cual es en el todo de que forma mientras estos desórdenes aflictivos son efectos necesanos , é
parte. . . inevitables producidos por causas nat.u rales q':le obran segun
Repito, pues, el orden es la neces1 dad constderada con rela- leyes fijas. del€rminadas por sus prop1as esenctas y por la po-
ción á la série de acciones, ó la cadena enlazada de las causas tencia universal de una Naturaleza en la que todo debe alte-
y de los efectos que en el Universo produce. Efectivamente el rarse moverse disolverse· y donde lo que llamamos orden
orden en nuestro sistema planetario, único del que .ten;emos debe 'perturbarse algunas v~ces y cambiarse en un nuevo modo
alguna idea, es la série de fenómenos que se operan s1guJenrlo de ser que para nosotros es un desorden.
leyes necesarias y constantes según las cuales vemos obrar á El o~den y el descrden en la Naturaleza no existen. Somos
los cuerpos que lo componen. A consec~encia de estas leye~, nosotros los que calificamos orden todo lo que está conforme
el Sol ocupa el centro, los planetas gravJt~n sobre é ~ Y descn- con nuestro sé r, y desorden todo lo opuesto. No obstante tal
ben á su alrededor, por determinados periOdos .de tiempo, re- cl:tSificación todo PS orden en una Naturaleza cuyas partes no
voluciones continuas. Los satélites de estos m1smos planetas pueden nunca apartarse de reglas seguras y necesartas que e-
' o

gravitan á su vez sobre los que están en el centro de st~ e~fera manan de la esencia que han recibido: no hay des.orden en ~n
de acción, y describen en torno á ellos s~s vueltas. pertódtc~. todo para cu yo mantenimiento el deso rden es necestdad de exiS-
Uno de estos planetas, la Tierra que habitamos, gtra tamb~~n tencia, cuya marcha general no puede nunca alterarse, donde
sobre sí mismo, y por los variados aspectos que su. reyoluct n todos los efectos son consecu encia de causas naturales que o-
anual le obliga á presentar al Sol. experimenta vartac10nes re- bran según sus infalibles prescripciones.
gulares, á que damos el nombre de estaciones. P<?r una con se· De t>so viene que no puede haber ni monstruos, ni prodi-
cuencia necesaria de la acción del Sol sobre las dtfe~e~t~c:; par; gios, ni maravillas, ni milagros en la Naturaleza. Lo que llama-
tes de nuestro globo, todas sus producciones sufren yJcJ.sttudes · mos monstruoc:; n<' son sino combinaciones con que nuestros
las plantas, los animales, los hombres, están en mv1erno en ojos no están familia rizados , y que no por eso dejan de ser
una especie de letargo, y en la primavera t<:>dos los séres pa- efectos necesarios. Lo que acostumbramos llamar prodigios,
recen reanimarse y salir de largo sueño. En unn. ~alabra, la rnnravillas, efectos sobrenaturales, son fenómenos de la Natu-
manera con que la Tierra recibe los rayos del Sol mfluv~ so- raleza cuyos principios y manera de obrar nos están desco-
bre todos sus productos ; los rayos del Sol recibidos .obllc~~· nocidos, y que, por ignorar sus verdaderas causas, atribuímos
mente, no obran como si cayesen á plomo; su ausencta per~ - locamente á causas imaginarias que, lo mismo que la idea de
dica causada por la revolución de nuestro globo sobre st mts- orden, no existen sino en nosotros mismos , que las colocamos
mo, 'da por efecto el día y la noche. En todo esto no. veremos fuera de una Naturaleza, mientras no puede haber nada sin
nunca sino efectos necesarios fundados en la esencia dd .~ ella.
cosa~ y que, mientras permanezcan co~o son, no po ! n R~specto á los llamados milagros, es decir, á los efectos con-
nunca desmentirse. Estos efectos son deb1dos á la gravttactón, trarios á las leyes inmutables de la Naturaleza, siéntese que
á la atracción, á la fuerza centrífuga, etc.
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LA RELIGIÓN NATURAL
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tales obras son imposib~es y que nada podría suspender un ins- son tan naturales al hombre reducid? ~ tal esta~o •. como la
tante la rna~cha necesaria de los sé res, sin que la Naturaleza en. sensibilidad, el pensamiento, el movimien~o pen6di~ de la
te_ra s~ detuviera y perturbara en su tendencia. No hay maravilla la sangre, etc., lo eran al hombre vivo. Hab1_endo cambiado su
m milagros ~n la Nat~raleza más que para aquellos que no tsencia, necesariamente no puede ser el m~smo su modo. de
la han estudiado suficient-emente, 6 que no comprenden que obrar; á los movimientos regulares y neceS<l;fi<?S que concur~Ian
sus ley~ no pueden nunca desmentirse en la menor de sus á producir el estado de vida, suceden movimientos determi!Ja-
P~rtes sm q~e el todo se quede aniqui lado, 6 al menos no cam- dos cuyos productos son la disolución del ca~áve~, la dispersión
ba~ de esencia y modo de existir. de sus partes la fcrmación de nue:vas combmac10nes de donde
, E_l orden y ~1 desorden no son más que palabras con que resultan nue~os séres; lo que, como antes hemos yisto, está en
aestgnamo~ los estados en que se encuentran séres particula- el orden inmutable de una Naturaleza siempre acllva (1).
res. Un s~r está en el orden cuando todos sus movimientos tienen No es inútil repetición: Respecto al gran conjunto, tod<?s los
corno obJeto el ~antenirniento de su exisltencia actual y favo- movimientos de los séres, todas las maneras de obrar tienen
recen su tendencia á conservarse en ella; está en el desorden que estar en el orden y siempre conformes con la Naturaleza ;
cuan,do _las cau~a~ q_ue lo mueven perturban 6 destruyen la ar- en todos los estados por que estos sé res tengan que pasar, obran
moma o el eqmllbno que son necesarios á la conservación de constantemente de un modo necesariamente subordinado a l
su estad? actual. ~in embargo, como se ha visto, el desórden conjunto universal. Más aun, cada sér par~icular obra ~iempr~
en ~n ser no es, smo su pasaje á un orden nuevo. Tant<> más en el orden; todas las acciones, todo el stslema de sus rnovi-
rápido es este paso, tanto más grande es el desorden para el mient<>s son siempre una consecuencia necesaria de su modo
sér que lo experimenta. Lo que conduce al hombre á la muer- de existir durable ó momentáneo. El orden en una sociedad po-
te es para él el mayor de los desórdenes; sin embargo, la muer- lítica es el efecto de una sucesión necesaria de ideas, de volun-
te sólo es para él un paso á una nueva manera de existir y tades, de acciones en los que la componen, y cuyos movimien-
está p_revisto en el orden de la Naturaleza. ' tos están regulados de modo que concurran al mantenimiento
. Decimos que el cuerpo humano está en el orden cuando las de su conjunto 6 á su disolución. El hombre, constituido ó mo-
diferentes partes 9?e lo componen obran de manera que re- dificado de modo que represente lo que llamarnos un hombre
sulte la consen~acwn del todo; eso es efectivamente el objeto virtuoso, obra necesariamente de una manera que produce bie-
de su actual existencia. Decimos que está en salud cuando los nestar en sus asociados; el que llamamos malvado, obra ne-
sólidos Y los flu~~cs de su cuerpo concurren á este fin y se pres- cesariamente de un modo que produce desgracias. Siendo di-
tan mutuos aux1llos para conseguirlo ; decimos al contrario que ferentes sus naturalezas y sus consiguentes modificaciones, tie-
este cuerpo está en desorden cuando se perturba su tendencia y nen que obrar de distinto modo. El sistema de sus acciones, 6
algunU;S de sus part~ dejan de trabajar á su conservación y de su orden relatwo, es, desde luego, esencialmente diverso.
curnphr con las funciones que le son propias. Esto es lo que El orden y el desorden en los séres particulares son, pues,
su_cede en el estado de enfermedad; y sin embargo, los movi- modos de considerar los €fectos naturales y necesarios que
mien.tos qu~ entonces se excitan en la máquina humana son producen con relación á nosotros. Tememos a l malvado
tan necesarios, están regulados por leyes tan tijas, naturales Y decimos que lleva el desorden á la sociedad, porque turba
Y r<>nstantes, como aquellos cuyo concurso produce la salud: su tendencia y obstacula su dicha. Evitamos una piedra que
lo que hac~ la enfermedad es producir en el cuerpo una nueva cae, porque desarreglaría en nosotros el orden de los movi-
consecuencia, ur. nuevo orden de movimientos y de cosas. Mue- mientos necesarios á nuestra conservación. Sin embargo, el
re el hombre, lo que juzgarnos como el mayor de los desórdenes o~de~ y el desorden son siempre, como hemos visto, consecuen-
para él;_su cue~po no es ya el mismo; sus partes no conspiran Cias Igualmente necesarias del estado durable 6 pasajero de los
ya al rn1smo ObJeto; su sangre no circula ya; no siente, no pie_n- séres. Está en el orden natural que el fuego queme, porque f.S
sa, ryo desea. La muerte es la época de la cesación de su exls- su esencia quemar; está en el orden que el malvado haga daño,
tencta humana ; su máquina se eonvierte en una masa inani- porque dañar es de su esencia: pero, por otro lado, está en el
mada por falta de los priTJcipios que la hacían obrar de un orden que un sér inteligente se aparte de lo que pueda perjudi-
n:o~o determinado; h_a mudado su tendencia, y todos los mo-
VImientos que se exmtan en sus restos conspiran á un nuevo
(I) • E stam.os acostumbrados, dicfl un autor anónimo, á p<>nsar que h vida
~n ;. á aquellos cuyo orden y armonía producían la vida, el sen- es lo contrar1o de la muerte. Presentándonos ésta bajo la idea de destruC'C ión
timiento, el pensamiento, las pasion es la salud subentran otros O.rsoluta, se han bu~cado algunas razones para eXCC'ptiH\r el alma ('Offir) ~i <'1
de diferente género que se verifican ~gún ley~ tan necesarias a m~. fuese pPrfecta y esencialmente otra co~a que la vida; pero la simplt> per-
como las primeras. Todas las partes del hombre muerto tien- rpcJon nos enst>ña que los términos opue•tos ~on la animado y lo inanimr¡rln
a muerte es tanpoco opuesta á la vida, <'Omo que es el principio de ella: d<'l
den á producir los efectos que llamamos di.,olución, fermen- cuerpo de un solo animal que ha dejado de vivir . e forman otros mil seres vi-
tación, podredumbre; y estos nuevos modos de ser y de obrar vos: tan evidente es que la vida está en la potencia de la Naturaleza 11.
42 JEAN MESLIER 43
LA RELIGIÓN NATUR-\L
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ca~le. Y se esfuerce en alejar cuanto pueda turbar su m d d esa razón el hombre, no viendo fuera de su especie sino séres
ex1stJr. Un. sér, por su organizacion sensible, debe, se~u~ s~ obrando de distinto modo que él, y creyendo notar, e~o n? obs-
esencia, hu~r de todo. lo que pueda atacar a sus oro-anos y pon tante en la Na1u raleza, un orden análogo á sus propias 1deas,
su existencia en peligro. o er mira~ conformes á las suyas, imaginó que ~sta Naturaleza e~~­
Llamamos inteligentes á los séres que, organizados á nues- ba gobernada por una inteligencia par,ecida á la suya, hac~en­
tra manera, ofr€cen facultades propias para. conservarse para dole el honor de este ordf'n que creyo reconocer, y d~ m1ras
matenerse en el orden que les conviene, y para escoger los que él mismo tenía. Verdad es que el hom~re, reconoci~ndose
m~dJOs cond~centes a este fin con la conciencia de sus movi- mcapaz de producir los efectos vastos y var1~dos que ve1a ope-
mientos propws. De e.~ to se deduce que la facultad que llama- rarse en el Universo, se encontró en la necesidad de poner una
me::. lntellgencza consiste en el poder de obrar conforme a un diferencia entre él y la causa invisible que producía tan gran-
obJeto que conocemos en el sér á qui en lo atribuímos. l\lira- des efectos; pero creyó vencida la dificultad exagerando en ella
mos .como privados .~e inteligencia á los séres que no tienen todas las dificultades que él poseía. Así es que, poco á poco,
la . misma conformacwn nues tra, ni los mismos órganos ni las lleaó á formarse una idea de la causa inteligente que puso por
m1smas faculta~es; en una palabra, .á aquellos de qui en~s igno- en~ima de la Naturaleza, para presidi r a todos los movimien-
ramos la esencia, l.a energia, el obJeto y, por consiguiente, el tos de que la creyó incapaz por sí misma, obstinándose en
orden que, le5 conviene. El todo no puede tener objeto, porque considerarla siempre como un monton mforme de mater1as
fuera d~ el n~ hay nada ~ que .Pueda tender; pero las partes muertas é inertes que no podia producir ninguno de los grandes
qu~ encierra tienen un .obJeto. SI tomamos en nosotros mismo5 efectos, de los fenómenos regulares cuyo resultado es lo que l:-e
~a 1d~ de~ orden, también en nosotros mi smos temamos la de la llama el orden del Universo (1).
mtellgencia. No la reconocemos en todos los séres que no obran á De aquí se deduce que, por no conocer las fuerzas de l.a
nuestra manera, y la concedemos á cuan tos suponemos que Naturaleza ó las propiedades de la materi~, se han mulh. ·
o_bran como n~sotros. Llamamos á estos úl~imos agentes inte- la Naturaleza ó las propiedades de la matena, se han ~ulti­
~t{)_entc~, Y decimos que los demás son causas ciegas, agentes plicado sin necesidad las causas y se ha supuesto al Umverso
mmtehgent~ que obran á la casualidad; palabra, esla, que ca- bajo el imperio de una inteligencia cuyo modelo fué y ~erá
r~ce d.e senh~o, y que oponemos siempre á la de inteligencia, siempre el hombre; pero éste llegará ár hacerla inconce~Ibl.e
sm asi~narle Idea segura. cuando quiera extender demasiado sus facultades ; la amqlll-
~s Cierto que atribuímos al azar todos los efectos cuyas re- lará ó la hará completamente imposible cuando en esta inteli-
laciOnes .con las causas no alcanzamos conocer. De modo que gencia quiera suponer cualidades incompatibles, lo que se verá
!l-OS serv~mos de la palabra casualidad para ocultar nuestra invenciblemente obligado á hacer para darse razón de los efec-
Ignorancia sobre la causa natural qu e produce los efectos que tos contradictorios y desordenados que se ven en e 1 mundo.
vemos Y de que no tenemos idea, ó que obra de un modo en el Efectivamente en este mundo , donde se nos dice que todo está
que no vemos orden ó sistema seguido de acciones semejantes perfectamente ordenado, esperimentamos, y con bastante fre-
a 1?-c; ~uestras. Pero cuando vemos ó creemos ver el orde!'l, Jo cuencia, desórdenes que nos obligan á reconocer la obra de
atribUimos .á una inteligencia, cualidad igualm ente tomada de una inteligencia soberana. Sin embargo, estos desórdenes des-
nosotros mismos y de nuestro modo propio de obrar ó de ser mienten el plan , el poder, la sabiduría, la bondad que se le
afectados. supone, y el ()rden maravilloso con que se hon ra á la sobrehu-
Es inieligPnte el sér que piensa que quiere que obra para mana inteligencia que reconocernos como causa.
lleg!lr á su fin. Ahora bien , para pe~sar, para q~errr, para'obrar Se nos dirá, sin duda, que la Naturaleza, conteniendo y pro-
~egun nuestra manera, hay que tener órganos y objetivo seme- duciendo sbres inteli gentes, ó debe ser inteligente ella mis ma,
Jantes á los nu.estr~s. Decir, pues. que la Naturaleza está gober- 6 debe estar gobernada por una causa inteligente. Contestare-
nada por un_a mtelur_encia, es preten de r que está gobernada por mos diciendo que la inteligencia es una facultad propia de los
un sér prov1st? de or~a!los ; puesto que sin órganos no puede séres organizados, es decir, constituidos y combinados de una
h~ber percepciones, m Ideas, ni mtuiciones, ni pensamientos, manera determinada, de donde resultan ciertos modos de obrar
m yoluntades, ni plan, ni acciones. que designamos con nombres particulares, según los varios
S1empr~ se hace el hombre centro del Universo y relaciona efectos que estos séres producen. El vino no tiene las cualida-
con él .mismo todo lo que ve ; cuando .iuz15a que un modo de
obrar tiene alguno~ puntos de conformidad con el suyo ó algu- (1) Anax!\!_!oras fuó, ~"I:"Ún dicl'n. l'l primero r¡uo supii!<O el TTniverq'l rreaclo
Y gobernado por una. infrligen,.;n o un cnlrnrlimirnto. Ari~tótele~ le Pchaha NI
nos fenómenos le mleresan, los atribuye á una causa que se <'~ra el empleo de aquella inteli ~t'ncia. para la producción de In~ cosas, como
le par.ece, q~e obra como él, que tiene las mismas facultades, St fuera un Dio1 Mríquiwz , cuando todiLS hs hnl'nns raZC\ne~ lo faltaban Fun-
los miSJ!lOS mtereses suyos, sus mismos proyectos, su misma da~e en esto sin dudo o! mis mo ro.nro quo so diri ge á cuantos so sirven de la
tendencia; en una palabra, \Se hace el modelo de ella. Por palabra inteligencia para. zanjar dificultades.
L A RELIGIÓN NATURAL
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44 J EAN MESLIER - --- -
des á que damos el nombre de ingenio 6 valor; no obstante
vemos que las comunica algunas veces á hombres que supo:
mamas totalmente desprovistos de ellas. No podemos deetr CAPITULO VI.
que ~ea la Naturaleza mleligenle á la manera de algunos de
DEL JI0!\1BRE: SU DISTINCIÓN EN H OMBRE FÍSICO Y EN HOMBRE
los seres que contiene ; mas es indudable que puede producir
séres inteligentes reuniendo mate rias prop1as para formar MORAL.-SU ORIGEN.
cuerpos organi2Jados de tal modo que de su conjunto resul-
te la facultad que llamanos in teligencia y los modos de obrar Ahora. aplicando á los ser es de la Naturaleza qu~ m~s nos
que son consecuencia necesaria de esta propiedad. Repito: para interesan las leyes generales que acabamos de exammar, estt
tener mteligencia, des•gnios y miras, hay que tener Ideas; para diamos en qué puede diferenciarse. el h~mbre de los dem s
tener ideas se necesita tener organoo y sentidos, lo que no se dirá seres que le rodean. Examinemos s1 no tiene con ellos pun.tos
de la Naturaleza, ni de la causa que se supone presidir á sus enerales de conformidad por los qu~, no obstante las ~Ife­
movimientos. Por último, la experiencia nos prueba que las ~encias subsistentes entre ellos y él ba~io ciertos puntos de v1stf~
materias que consideramos como inertes ó muertas toman ac- no deja de obrar según las re9las u~nversales á que todo es<
ción, intehgencia y vida, combinándose en algunas maneras sometido . Veamos, en fin , s1 la.s 1.d~as que se ha formado
particulares. respecto de su propio ser son qmmer1cas <? fundadas.
Lo que acabamos de decir conduce á la deducción que el orden El hombre tiene su puesto entre esa ~ultltud d.e seres de ~ue
no es nunca más que la relación uniforme y necesaria de las la Naturaleza es el conjunto : s u esencia, e~ decir, su particu-
causas y de los efectos, 6 la consecuencia de las acciones que lar manera de ser, lo hace susceptible de d1f~rentes mo~o.s de
emanan de las propiedades de los séres mientras permanecen obrar ó de movimientos, de los cuales son. simples Y VJSibles
en un determinado estado; que el d esorden es el cambio de tal algunos, complicados y ocultos otros. Su :r1da no es mas que
estado, que todo está necesariamente en orden en el Universo, una larga cadena de movimientos necesariOS .Y enlazados qu.e
donde todo obra y se mueve según las propiedades de los séres; tienen por principio, á. veces las causas contemdas dentro de el
que no puede haber desorden ni mal absoluto en una Natura- mismo, como su sangre, sus nervi~s, sus fibr~s. sus carne~,
leza donde todo sigue las leyes de su propia existencia. Que sus huesos; en una palabra, la materias tanto sóhdas como flUI-
no hay nada d3 casual ni fortuito en esta Naturaleza donde no das de qve su conjunto 6 su cuerpo está comp1;1eslo; Y. á veces
puede haber efectos sin causas suficientes y donde todas las causas exlHiores que, obrando sobr e él, lo modlfl.ca~ diferente-
causas obra.n en armonía con leyes fijas , seguras, dependi ~ntes mente; tales son el aire de que está rodeado.. los alimento~ de
de sus propiedades esenciales, así como de las combinaciOnes que se nutre y tvdos los objetos que impre~wn.an sus sentidos
y modificaciones que constituyen su estado permanente ó pas~­ y que, como consecuencia, obran en él camb1os mcesantes. .
jero. Que la inteligencia es un modo de ser y de obrar propio Como todos los ser es, el hombre procura. conservar la exis-
de algunos seres particulares, y que , queri en do atribuirla á la tencia que ha recibido. resiste ~ su destruc~tón, suf re la fue~za
Naturaleza, no podríamos comprenderla sino como la facu~tad de inercia, gravita sobr e si mismo, expenmenLa la atracción
de conservarse por medios necesarios en su existencia actn~a. de los objetos que lE! son análogos, es rechazado I:Or los que le
Al negar á la Naturaleza la inteligencia de que nosotros dis- son contrarios, busca los unos y se propone de evitar .los otros.
frutamos ; al rechazar la causa inteligente que se la quiere dar Estos son los diferentes modos de obrar y de ser modificado de
por motor 6 principio del crden que vemos, no damos nada á que el hombre es susceptible, y que se han designado con nom-
la cas1:alidad m á una fuerza ciega, sino que atribuímos tod? bres diversos. Los examinaremos pronto en detalle.
lo que vemos á causas reales y conocidas, ó de fácil conoci- Por maravillosas por ocultas y complicadas que parezcan 6
miento. Esto es sólo admitir que todo lo que existe es una sean las maneras de obrar, tanto visibles como interiores,. d.e
consecuencia de las propiedades inherentes á la materia eterna, la máquina humana, si las examinamos. de. cerca nos aperc~bi­
que por sus combinaciones y cambios de forma provor~ Pl or- mos que todas sus operaciones, s us movimientos, sus cambws,
den, el desorden y las variedades que vemos. Nosotros somos sus diferentes estados, sus r evoluciones. se regulan cons~ante­
ciegos cuando imaginamos causas ciegas; ignoramos las fuer¿ mente por las mismas le~ es que la Naturaleza pr'eScribe á
zas y leyes de la Naturaleza cuando atribuímos sus efectos cuantos seres crea, desarrolla, enriquece de facultades.. acrece,
la casualidad; no estamos más instruídos cuando hacemos c~r­ conserva durant e cierto tiempo y concluye por destrmr ó des-
go de ellos á una. inteligencia que tomamos de nosotros .mi~­ componer med\ante cambios de forma. . .
mos y nunca está de acuerdo con los efectos que le atnbut- El hombre en su origen no es sino un punto 1mpercepbble,
mos. Inventamos palabras para suplir cosas y creemos enten- cuyas parles s<>n informes, cuya movilidad y vida escapan á
dernos á fuerza de envolver ideas que no nos atrevemos nunca
á definir ni analizar .
LA RELIGIÓN NATURAL _ 47
46 JEAN MESLIER
b' reconocido que ninguno de sus va~iados movimie~to~ tie-
nuestras miradas, y en el que no advertimos ningún signo de n~er~ 0 de espontáneo: hubiera advertido que su nacim.Iento
las prendas que llamamos sentimiento, inteligencia, pensamien. d efde de causas enteramente fuera de su poder; que sm su
to, tuerza, mzón, eLe. Colocado en la matriz que le conviene a e~iescencia entra en el sistema donde ocupa un lugar ; que,.
este punto se desarrolla, se extiende, crece por la adición con: ~sde el momento en que nace hasta el e!l que muere •. esla
tinua de materias apropiadas á sus sér, que atrae, combina y asi- ~ontinuamenle modificado por causas qu~, a pesar suyo, I~fiu-
mila con él. Salido de ese lugar conveniente para conservar ·en en su maquina, modificap s~ ser y ~1sponen de su con uc-
desarrollar y fortalecer durante algún tiempo los débiles mo: la La menor refl exión habna s tdo suficiente p_a ra proba:le q~e
vimientos de su máquina, llega á ser adulto; su cuerpo ha to- 1 ~ sólidos y los fluidos de que su c.uerpo esta compue.':>to, ~U
mado entonces una extensión considerable, es sensible en todas ~ecanismo interior, que él cree indepen die~Le de ~as cau~as
sus partes, sus movimientos son marcados; se ha convertido exteriores, se halla invenciblemente .bajo la mfiuencia d~ ~;;tas
en una masa viva y activa, es decir, que siente, piensa y llena causas y sin ellas serían totalmente mcapaces de obrar. ¿ Con~t
las funciones prcpias de los seres de la especie humana. Ha no ver que su temperamento no depende en manera alg~na e
logrado estas facultades porque ha crecido poco á poco y se ha sí mismo, que sus pasiones son consecuencias. necesarias de
nutrido y reparado con ayuda de la atracción y de la combina- este temperam ento, que su voluntad y sus acc10ne.s .eslan de-
ción continua de materias análogas á sus propio ser Esas ma- terminadas por aquellas mismas pasiones y por opl~Ion~s que
terias que juzgamos inertes, insensibles, inanimadas, han lle- no se ha dado? Su sangre. más_ó menos U;bundante o cn.l~ente ;.
gado sin embargo á formar un todo vivo que obra, siente, juz· sus nervios y sus fibras, más o m~nos vibrant~s ó relaJados ,
ga, raciocina, quiue, delibera, escoge, trabaja más 6 menos sus disposiciones, durables ó pa~aJ~ras, ¿no d~sponen á ·Cada
eficazmente en su propia conservación, es decir, en no des· instante de sus ideas, de sus mov1m 1entos, ya VISibles, ya ocul-
arreglar la armonía de su propia existencia. tos? y el e lado en que se encuentra ¿no depend~ neces.u.rJa-
Todos los movimientos ó cambios que el hombre padece en mente del aire diversamente modificado, de los ahment?s que
el curso de su vida, bien procedan de los objetos exteriores, le nutren, de las combinaciones misteriosas que se efectua~ e~
ó bien de las sustancias contenidas en él mismo, pueden dis· él y que conservan el orden ó l1evan el desorden á su máquu:a ·
tinguirse en dos clases ; los que son favorables, y los dañosos Todo hubi era debid0 convencer al hombre de que en ca~a ms-
á su ser, los que le mantienen en el orden ó le arrojan en .el tante de su duración, él •no es sino un instrumento pasivo en
desorden, ya conformes ya contrarios á la tendencia esencial manos de la necesidad.
de este modo de existir. En una palabra, son agradables 6 des· En un mundo en que todo se eslabona, en que todas las ca';l-
agradables: y por su naturaleza el hombre se ve obligado á sas están encadenadas unas tras otras, no puede h~be r cnerg1!1
aprobar los unos y desaprcbar los otros : aquéllos le hacen fe· ó fuerza independiente y aislada. La Naturaleza, Siempre acll-
liz, éstos desgraciado ; aqué1los son objeto de sus deseos, éstos va es, pues, quien marca al hombre cada uno de los pu~tos de
de sus temores. la línea que debe <:.egui r: ella es la que elabora y combma los
En todos los fenómenos que el hombre nos p~sent.a desde elemenl.os de que debe estar compuesto. ; ella es quien le da su
su r.ac1miento hasl.a su fin, no vemos más que una série de ser, fija su tendencia. su man era parbc~lar de obrar ; ella es
cau~as y ef.ect<>S necesarios y conformes con }as leyes comune~ quien le desarrolla, lo consen·a por un llempo durante el cual
á todos los seres de la Naturaleza. Todos sus modos de obrar, está obligado á cumplir su tarea ; e1la es la que po!1e en su
sus sensaciones, sus ideas, sus pasiones, sus voluntades, sus camino los objetos y los acontecimientos que le modifican. de
actos, son consecuencias necesariaqde sus propiedades Y de un modo, ya agradable, ya perJudicial para él. ~l.la es qmen,
las que se hallan en los seres que lo excitan é impulsan. Todo proporcionándole el sentimiento, le pone en rondtc1ones de ele-
lo que hace y todo lo que pa<;a en él son efectos de la fuerza de gir las cosas y de tom?.r los medios mas propios J:ara conser-
inercia, de la gravit&ción sobre sí, de la virtud atractiva Y re· varse; ella es quien, después de enseñarle el cammo, le con-
pulsiva, de la cura que pone en conservarse ; en una palabra, duce á su pérdida y le hace <:.vfri r una ley general y ronstante
de la energía que le es común con todos los seres que vemos; de que nada está exceptuado. El movimi en to, por tanto, es cau-
sólo que se manifiesta en el hombre de una manera muy ~sJ?e· sa del nacer del hombre, le gostiene durante algún tiempo, Y
cial, debida á su particular naturaleza, que es la que le distm- por último le destruye y le obliga á volver al. seno de un.a N~­
gue de los c;eres de un sistema ú orden distinto. turaleza que no tarll.a en reproduci rlo, esparcido en una mfim-
La fuente de los errores en que el hombre ha caído cuando clad de nuevas formas , que r ecorre rán igualmente l?S diver-
se ha considerado á si mismo, procede, como pronto demostra- sos períodos tan necesariamente como el todo recorr1ó los de
remos , de que siempre ha creído moverse y obrar por su pro· su anterior existencia.
pia energía, ser independiente de las leyes comunes de la Na- Los ~eres de la esp('cie humana son, como los demás, suscep-
turaleza y de las causas que, á su pesar, suele esta Naturaleza tibles de dos clases de movimientos: unos son movimientos de
hacer obrar solne él. Si se hubies.e examinado atentamente, hu-
48 lEAN MESLIER
LA RELIGIÓN NATUR \L 49
masa, por cuya virtud el cuerpo entero ó algunas de sus parte' ----------------------
se trasladan visiblemente de un lugar á otro los demás ':i''ñ se ideó que, diferente de todos los demás seres y del cuerp? que
movimientos internos .Y ocultos, de los que aigunos son sen:1• le serv1a de envoltura,. no ~~bta, cor:no ell?s, padecer disolu-
bles para nost:'tros, mtentras que otros se ver1fican sm volun- ción · que su perfecta s1mphc1dad le 1mped1a poder descompo-
tad, no adivinándose sino por los efectos que producen al ex- ne~ ó cambiar de formas ; e!l una palabra, q~le es_taba por su
ter ior. En una máquina bien arreglada, formada por la com- esencia exenta de las revoluc10nes á que se veta SUJeto el cuer-
binación de gran número de materias, Yariada por las prop~c:­ po, ast' como todos los demás seres compuestos de la Natura-
dades, las proporciones y el modo de obrar, los movimientos
tienen que ser necesariamente muy complicados; su lentitud leza. 'd ó
De este modo el hombre se hizo doble; rons1 e r se con:o
así como su rapidez, los suelen ocultar á las investigacione~ todo resultado de la unión inconcebible de dos naturalezas _dis-
del mismo en quien se verifican. tintas y sin analog1a en~re sí. Di~tmguió _en él dos sustanc1as;
No nos sor¡Jrendamos, pues, si el hombre encontró un sin- una yisiblemente somehda á las mfiu€~c1as de los seres grose~
número de obstáculos cuando quiso darse cuenta de su ser y ros y formada de materias groseras é mertes, _á la que llamo
de su modo de obrar é inventó tan extrañas hipóte::,is para ex- cut>rpo, otra que: supuso sim~le Y. de una esenc1a m~s flUra, la
plicar los ocultos juegos de su maquina, cuyo modo de obrar le consideró como acl1va por s1 m1sma y dando mov1m1ento al
pareció tan distinto del de los derlli'\s seres de la Naturaleza. cuerpo con el que se hallaba mil<~;g~osamente UJ!ida: á ésta s.e
Vió perfectamente que su cuerpo y sus diferentes partes obra- le dió el nombre de alma ó de espzntu. Las func10nes de 18: pn-
ban, pero con frecuencia no pudo explicarse lo que les tmpul- mera sustanc1a se den<'minaron físicas, corporales, matena_les;
saba á la acción, y creyó, por lo tanto, que llevaba interior- las de la otra, espirituales é intelectuales; el hombre, cons1de·
mente un principio motor distmto de su maquina; el mal daba rado con arreglo á las funciones corporales se llamó h ombre
secretamente impulso á los resortes de ésta, moviéndose por su físico; con relación á las intelectuales, hombre moral.
propia energía y obrando según leyes totalmente diversas de Estas distinciones adoptadas hoy por la mayor parte de los
las que regulan los movimientos de todos los demás seres. Te- filósofos no Pslán ft~ndadas smo en suposiciones gratuitas. Los
nía la conciencia de ciertos movimientos internos que se hacían hombres han creído siempre esconder la ignorancia de las co-
sentir en él ; pero ¿cómo concebir que €S tos movimientos _ocul- sas inventando palabras á las que nunca pudieron dar verda-
tos pudiesen producir con frecuencia efectos tan exprestvos_? dero sentido. Se creyó conocer la materia, todas sus propieda-
¿Cómo admitir que una idea fugitiva, que un acto impcrceplt- des, todas sus facultades, sus recursos y sus diferentes combi-
bile del pensamiento pudiesen llevar el orden y el desorden naciones, porque se: hab1an entrevisto algunas cualidades s~­
á todo su ser? Por eso creyó adverti r en su interior mismo perficiales. En realidad no se hizo más que oscurecer las débi-
una sustancia disti nta. dotada de una fuerza secreta, en la que les ideas que se habían podido formar sobre ella asociándole
supuso caracteres completamente diferentes de los de las cau~ una sustancia mucho menos inteligible. Sucedió que, creando
visibles que obraban sobre sus órganos ó de los de estos ~ts· así palabras y multiplicando los séres, se han multiplicado las
mos. No hizo atención en que la causa primitiva que determtna dificultades en vez de evitarlas, y se han puesto obstáculos al
la caída de una piedra ó el movimiento de su brazo que la lan· progreso de los conocimientos. Cuando los hechos faltaron, los
za, es tal vez tan difícil de concebir ó de explicar como lo del hombres recurrieron á conjeturas que pronto cambiaron en in-
movimiento interno cuyos efectos son el pensamiento y la _vo- dudables realidades; y su imaginación, sin la experiencia por
luntad. Por no meditar sobre la Naturaleza, por no conside- guía, se internó en el laberinto de un mundo ideal é intelectual
rarla bajo sus verdaderos puntos rle vista ni advertir la con- que ella sola había engendrado: entonces fué casi imposible
formidad y simultaneidad de los movimientos de este supuest~ sacarla de él para reponerla en el buen camino donde no hay
motor con los de su cuerpo ó de sus órganos materiales, juzgo guía mejor que la experiencia. Ella nos enseñará que en nos-
que era, no sólo un ser excepcionaL sino también de una natu-
raleza distinta de la de todos los demás seres del Universo ;
una esencia más simple y que no tenia nada de común con o-
te otros mismos, así como en todos los objetos que obran sob re
n?sotros, no hay sino materia dotada de propiedades distintas,
diversamente combinada y modificada, que obra e n virtud de
do lo que veía y le rodeaba. . . sus propiedades. El hombre es un todo organizado, un conjun-
De aquí han brotado sucesivamente las nociones de espmtua· t~ de diferentes materias; lo mismo que las demás produc-
lidad, de inmaterialidad, de inmortalidad, y todas las pal_a~ras ctones de la Naturaleza, y por lo tanto sigue leyes generales y
vagas que se han inventado poco á poco, á fuerza de sullhzar. C?nocidas, así como leyes, ó modos de obrar, que le son par-
para consignar los atributos de la sustancia desconocida que ~1
hombre creía contener y que juzgaba ser e l principio inexp t·1 tlculares y desconocidos.
De modo que cuando se nos pregunte: ¿qué es el hombre?,
cable, oculto de sus acciones visibles. Para coronar las arn~­ cont~staremos que es un sér material organizado y dispuesto á
gadas conjeturas que se habían h echo sobre esta fuerza motnz sentir: pe~sar, ser mcdificado de cierta manera particular á su
orgamzaClón por las combinaciones especiales de las materias
LA RELIGIÓN NATURAL- 4.
50 JEAN MESLIER LA RELIGIÓN NATURAL 51

que se hallan reunidas en él. Si se nos pregunta: ¿qué origen reunión. total de las materias diferentes que lo comP<?nen,
reconocemos á los seres de la especie humana? contestaremos pero las combinaciones y las . formas no le son esenCJa~es.
que, lo mismo que todos los demas, el hombre es una produc- Esto sentado, aunque l.as matenas que componen ~uest~a tier-
ción de la Natural_eza, pareci~a á todas bajo cierto asp_ecw y ra hayan ex1stido siempre, esta tierra no ha te~1do Siempre
que se halla sometida á las mismas leyes, pero diferenciándose su forma y sus propiedades actuales. Acaso la tlerra es una
bajo otros puntos de vista y sigmendo leyes particulares deter- masa desprendida en el tiempo de algún otro cuerpo <?eles te:
minadas por la diversidad de su conformación. ¿De dónde vie- tal vez es el resullado de esas manchas ó protuberancias que
ne el hombre? La experiencia no nos pone en la posibilidad 1,
05 astronómos advierten en e l disco del Sol: tal vez nuestro
de resolver esta cuestión que no puede interesarnos verdadera- globo no es sino un cometa apagado y desplazado que antes
mente ; bástanos saber que el hombre existe y que eslá. confor- ocupaba otro lugar en las regiones del espacio, y q~e, por
mado de un modo apropiado para producir los efect-os de que consiguiente, se hallaba entonces en estado de producir seres
le vemos susceptible. muy distintos de los que ahora encontramos, puesto que su
Pero se dirá: ¿ha existido siempre el hombre? La especie posición y su naturaleza debían hacer c::ntonces sus produc-
humana¿ ha sido producida eternamente ó es sólo una produc- ciones diferentes de las que hoy nos ofrece.
Ción instantánea de la Naturaleza? Sea cualquiera la suposición que se adopte, las plantas, los
¿Ha habido en todo tiempo hombres semejantes á nosotros animales, los hombres pueden ser considerados como produc-
y los habrá siempre? ¿Ha habido siempre machos y hembras ·1 ciones inherentes, especiales y propias de nuestro g lobo en la
¿ Ha habido un primer hombre del cual provienen t.odos los posición ó en las circunstancias en que actualmente se encuen-
demás? El animal ¿ha sido anterior al huevo ó el huevo pre- tra. Estas producciones tendrían que cambiar si este globo,
cedió al animal? Las especies sm principio ¿serán también por alguna revolución, cambiase de lugar. Lo que parece
sin fin? ¿Son estas especies indestructibles, ó pesan como los fortalecer esta hipótesis es que, en nuestro mismo globo, las
individuos? ¿Ha sid'l siempre el hombre lo que es, ó tal vez, producciones cambian según los diversos climas. Los hom-
antes de llegar al estado en que le vemos, ha tenido que pa- bres, los animales, los vegetales y los minerales no son en
sar por una infinidad de desenvolvimientos sucesivos? ¿ Pue- todas partes los mismos, y á veces varían de una manern. muy
de, en fin, el hombre lisonjearse de haber llegado a un esta- sensible aún en cortas distancias. El elefante es indígena de
do fijo, ó bien cambiará todavía la especie humana? Puesto la zona tórrida; el reno es propio de l(k) helados clímas del
que el hombre es producto de la Naturaleza, se nos pregunta- Norte; el Indostán es la patria del diamante, que no se en-
rá si creemos que esta Naturaleza puede producir seres nue- cuentra en nuestras comarcas ; las anana crece en Am érica
YOS haciendo desaparecer las especies antiguas. Est.o supuesto: al aire libre; por ultimo, los hombres son muy distintos se-
en fin , se querrá saber por qué la Naturaleza no produce a gún los diferentes climas por el color, pot· h estatura, por
nuestra vista seres ó especies nueYas. 1a conformación, la fuerza, la industria, por el valor, por las
Parece que sobre t.odas estas preguntas, indiferent~s al fo~­ facultades del espíritu ; pero ¿qué es lo que constituye el cli-
do de la cosa, se puede tomar el partido que se quiera. F~­ ma? La diferente posición de las partes del mismo globo con
tando la experiencia, toca á la hipótesis satisfacer una. curiOA a~reglo al Sol ; posición que es suficiente para poner una va-
sida.d que va siempre más allá de los límites prescnptos nedact sensible entre sus producciones.
nuestra ~nteligencia. Esto establecido, e l con templador de la De eso se puede, pues, conjecturar con bastante fundamen-
Naturaleza dirá que no ve nin guna contradicción en suponer to que, si por casualidad nuestro globo lle~ase á desplazarse,
que la especie humana haya sido producida tal como es hoy, l?das sus producciones tendrían que cambiar , porque no exis-
bien en el tiempo, bien en la eternidad ; ni la ve tampoco tiendo ya las mismas causas, ó no obrando ya de la misma
en supo:Rer que esta especie haya llegado por diferentes _6 manera, los efectos tendrían necesariamente que cambiar. To-
graduales desarrollos al estado en que la vemos. La matena das l~s pr~ducciones, para poderse conservar ó mantener en
es eterna y necesaria ; pero sus combinaciones y sus formas \a existenci~, necesitan coordinarse con e l todo de que h an
son pasajeras y contingentes: ¿Acaso es el hombre. otra co~a ~l!lanado ; sm esto no pueden subsisti r . Esta facultad de coor-
que materia combinada cuya forma varia á cada ms tante · dmarse_, esta coordinación relativa, es lo que llamamos orden
Sin embargo, algunas reflexiones parecen favorecer ó h~cer del f.! m verso; s~ f~lta _es lo que llamamos desorden. Las pro-
más probable la hipótesis de que el hombre es una J?ro uc- ucciones que distmgUimos con el calificativo de monstruosas
ción hecha en el tiempo, particular al globo que habü_amod, son _las que no pueden coordinarse con las leyes generales ó
que, por consiguiente, no puede datar sino de la formél;Ci óf ~ ~~~\1~Ulares de los séres que las rodean ; en su formación han
este globo, y que es un resultado de las leyes parbcu ~re adel 0 somete-rse á estas leyes ; pero estas mismas leyes, en
que lo dirigen. La existencia es esencial al Universo ó a la ante, se han opuesto á su perfección, lo que hace que no
LA RELIGIÓN NATURAL
53
52 JEAN MESLIER
ás que el cuadrúpedo difiere del insect-o. Así es que ~1
puedan subsistir. De eso viene q~e ci~rta analogía de co~for­ vez m lo mismo que todo lo que existe en nuestro pl.a~e a
mación entre animales de especies diferentes produce htbn· hombre, ás uede ser considerado como en una VIClsitud
dos, pero estos no pueden propagarse. El hombre sólo puede Y ef. los ~~~~ m'oao que el último término de la existencia d~l
vivir en el aire, el pez en el agua; poned al hombre en ~~r:of:r~a ~os es lan desconocido y tan i.nd!f~rente como el pri-
el agua y al pez en el aire, y los dos perecerán pronto por no No hay pues, ninguna contradiCCión en ~reer gue las
poder coordmarse con los fluidos que los rodean. Transportad mero¿ies se mo'difican Y varían sin cesar, Y nos es Imposible. sa-
mentalmente un hombre de nuestro planeta á Saturno; su :~elo que será de ellas, lo mismo como saber lo que han s1do.
pecho no tardará en desgarrarse con aquel aire de~asiado ra· A lo . que observaran por qué la Naturaleza no produce sé-
rificado sus miembros se helarán con el frío ; mortrá por no res nu:vos, les preguntaremos, á nuestra ve'!', sobre qué fun-
poder hallar los elementos convenient~ á su a~tual exi~ten· damento suponen este hecho. ¿Qué les autoriza á cre~r et: esa
cía: transportad otro hombre á M ercuno y sufr1rá la mtsma esterilidact de la Naturaleza? ¿Saben si en 1as combmacwnes
suerte por exceso de calor. que se producen á cada instante, la Naturaleza no está ocupa-
Así es, pues, que todo parece autorizarnos ~í conjeturar da en crear nuevos seres, á despecho dE' sus ob~ervadorcs?
que la especie humana es una producción pro;na de nu~s.tro Quién le ha dicho que esa Naturaleza no reune actu.al-
globo en la posición en. que se halla, y que •. SI esta J?OS~CIOD ~ent.e en su inmenso laboratorio los elementos propios
llegase á cambiar, la especie humana también cambtana. 6 para hacer brotar generaciones completamente J!Uevas, que
se vería obligada á desaparecer, puesto que únicamente pue· no tengan nada de común ~on las que. aho:a exislen1? ¿ Qu~
de subsistir lo que se coordina con el todo 6 con él ~e enea· absurdo ó qué inconsecuencia hay en Imagmar. q.ue el hom
dena. Esta aptitud del hombre á poderse arreglar C?n el todo bre, el caballo, el pez y el ave deja.rán ~e ~xistir? ¿Acaso,
es lo que, no sólo le da idea del orden, sino también 1? que esos animales representan una .necesid.ad md1spensable de la
le hace decir que todo es perfecto cuando todo no es stno lo Naturaleza, que no podría contmuar sm ellos su eterna ~ar­
que puede ser ; cuan do ese todo es necesariamente lo que es; cha? ¿No cambia todo alrededor .nuestro? ¿No n~s modifica-
cuando no es positivamente ni b't... .::no ni malo. No hay más mos nosotros mismos? ¿No es ev1dente que. el Umv~rso ente-
que desplazar á un hombre para hacerle acusar de desorden ro no ha sido, en su eterna duración anter10r, e_l m1smo que
al Universo. es, y que es imposible que en. su et~rna dura:ción postenor
Estas reflexiones parecen combatir las ideas de los que ~an sea perfecta y rigurosamente Igu~l J!l. por un .mstante? ¿ Có-
querido conjeturar que los demás planetas estaban habtta: mo pretender adivinar lo que la mfm.Ita suces1~n de. destruc-
dos, como el nuestro, por séres que se nos parecen. Pero SI ciones y reproducciones, de combinac10nes y d1solucwn.es, de
el Lapón difiere de una manera tan marcada del Hotentote, metamórfosis de cambios, de transposiciones podrá traer? Se
¿qué diferenoia no habremos de suponer entre un habitante de apagan soles,' perecen planetas y se dispersan en las llanuras
nuestro planeta y uno de Saturno ó de Venus? de los aires· otros soles se encienden, nuevos planetas se for-
De cualquier modo que sea, si se nos obliga á remontarnos man para h~ccr sus revoluciones ó describir nuevos rumbos,
con la imaginación al origen de las c--osas y á la cuna del fé; y el hombre, parte infinitamente pequeí'\a de un planeta que
nero humano, diremos que probablemente el hombre ue á su vez no es más que un punto imperceptible en la in-
una consecuencia necesaria de la modificación de nuestro glo· mensidad, cree que el Universo se ha hecho sólo nara él, se
bo, ó uno de los resultados de las cualidades, propi0dades ~ imagina que debe ser la obra magistral de toda la Naturaleza,
energías de que ha sido susceptible en su posición pre~~te • se lisonjea de ser eterno, se llama Rey del Universo 1
que nació macho y hembra; que su existencia está coor 1.n~ ¡Oh hombre 1 ¿No concebirás nunca que eres efímero?
da con la del globo que habitamos; que, mientras substs Todo perece ó se modifica en el Universo ; la Naturaleza no
esta relación, la especie humana se conservará, se propagará encierra ninguna forma constante ¡y tú pretenderías que tu
según el impulso de las leyes primitivas que le hicieron a¡a: e'"pecie no pueda desaparecer y deba ser exceptuada de la ley
recer ; que si esta coordinación cesase, ó si la T~erra, ~ss que quiere que todo se altere 1 ¡ Ay 1 En tu ser actual ¿,no estás
plazada, dejase de recibir los mismos impulsos ó mftuencWa sometido á alteraciones continuas? Tú, que en tu locura arro-
por parte de las causas que obran actualmente sobre e gantemente te apropias el titulo de Rry de la NaturaJ~>za ; tú.
y que le dan su energía, la especie humana tendría que IT_l 0: Q!Je mides la Tierra y los Cielos; tú, que imaginas haber
dificarse ó desaparecer para dar lugar á séres nuevos, proP10; Sido hecho todo para tu vanidad, porque ePes inteligente, ¿no
para coordinarse con el estado que sucediese al que ahOr v~s que nn ligero accidente, un átomo desplazado son sufi-
subsiste. Cien~es ~ra hacerte perecer, para degradarle, para arreba,tartc
Suponiendo. pues, variaciones en la posidón de nuestro esa mtehgencia de que pareces tan orgulloso?
globo, el hombre primitivo diferiría del hombre actual tal Cuando se negasen t-odas las conjeturas precedentes; si se
54 JEAN MESLIER LA RELIGIÓN NATURAL 55

preten_diese que la Naturaleza obra por una cierta suma d~


- mera con el nombre de espíritu ó de alma. Pero si pregunta-
leyes mmutables y gener~les ; si se creyese que el homb~­ mos lo que es un espíritu, los mode rnos nos contestan. q~e el
el cuadrupedo, el pez, el msecto, la planta, etc., son de toda fruto de todas sus mvestigaciones metafísiCas se ha limitado
e Lermdad y permanecer~n eLernamente como son ; si se qui- 11 enseñarles que lo que 1mpulsa á ?brar al hombre ~s una
stese que lo~ astro~ hubteran brtllado eternamente en el fir- su::.tancia de una naturaleza de~~ono?I d~, . de tal J?Odo ~Imple,
mamento ; Sl se diJese que no hay qué preguntar, porque €1 Indtvisll>le pnvada de extenswn, lDVISlble é tmpostble de
hombre es cual lo v~mos porque la Naturaleza es cual es, 0 percd..>lr p~r los sentidos, que s us partes no P_u eden ser s~pa­
porque ~1 mundo exis te, no nos opondremos. Cualquiera que radas ni aún por abslraccwn o P_or el pen~~miento. P ero, ¿ có-
:s~a e~ Sistem~ que se adopte, r esponderá acaso igualmente mo concebir semejante sustancia, _negacwn de todo 1? que
bien a las ~tficultades que nos apuran, y, considerado de conocemos? ¿Como formarnos una Idea de una s ustancia que
cerca, se vera que e n nada perjudica á las verdades que he· care~e de exteniSión y que obra, sin em bargo, sobre nuestros
mos expuesto con arreglo á la experiencia. No puede el hom· sentidos es decir, sobre órganos materiales que tienen exten-
bre saberlo . todo ; no le es dado conocer su origen, ni penetrar ::.ion 'l ¡.Cómo un ser sin extensión puede ser movible y poner
e!l _la esenc1a de las cosas, ni remontarse á los primeros prin a la materia en movimiento? ¿Cómo una s ustancia despro-
CIPIOS; pero le es dado tener razón y buena fe convenir inge· vbta de partes puede r esponder sucesivamente á diversas par-
!"luamente en q~e _ignora _lo qu_e no puede sabe r, y no debe tes del espacio?
I~t~ ntar de sust_lt~Ir sus mcerhdumbres con pala bras ininte- Cierto es como Lodo el mundo sabe, que el movimiento
ligibles y sup0SICiones absurdas, Así, diremos á los que pre- es el cambio sucesivo de las r elacion.oes de un cuerpo con di-
tenden, P<!:ra esqUivar las dificultades, que la especie hu- ferentes punt..os de un lugar o espacio, ó con otros cuerpos:
mana desciende de un pnmer hombre y una primera mujer si lo que se llama espíritu es suscepti ble de recibir ó de co-
creados por l~ Divinidad, que tenemos algunas ideas de la municar movimiento, si obra, si pone en acción los órganos
Natur~l E> za, mientra_s que no tenemos ninguna ni de la Divini- del cuerpo, es necesario para producir efectos tales que este
dad m de la Creación ; y que servirse de estas palabras sólo sér cambie sucesivamente sus r elaciones, su ten dencüt, su
es demostrar, en otros términos, que se ignora la energía de correspondencia, la posición de sus partes respecto á los dive r-
la Naturaleza, y que no se sabe cómo ha podido producir los ::.o.s punto del espacio, ó respecto á los dif€rentes órganos del
hombres que existen. cuerpo que pone en acción. Mas, para modificar sus relacio-
Concluyendo, diremos que el hombre no tien~ razón para nes con el espac1o y los órganos que mueve, es preciso que
creerse un sér privilegiado en la Naturaleza estando sometido este cspiritu tenga extensión, solidez y, por consiguiente, par-
á las mismas vicisitudes que todas las de~ás producciones; tes di stintas. Una substancia que tiene estas cualidades, es lo
sus supuestas prerrogativas sólo están fundadas en un error. que llamamos materia, y no puede ser considerada como un
Que. se eleve con el pensami>ento por encima del globo qut> ser simple en el senL1do de los modernos .
habita. Y considerara s u especie como á los de más séres : vera Así se ve que los que han imagmado en el hombre una sus-
que, ~o m1 smo que cada árbol produce fru tos en razón de su tancia inmatuial distinta de su cuerpo, no han llegado á en-
espE>cie, cada hombre obra confol'me á s u energía particular ~nderse; ni han hecho más que sup·oner una cualidad nega-
Y pro_d';Ice frutos, acciones, obras ig ualme nte necesarias. Se tiva de que no han tenido verdadera idea. Sólo la materia
apercibirá que la ilusión que le previe ne en favor de sí mi~­ Jmede obrar sobre nuestros sentidos, excluyendo los cuales
mo procede de que es á la vez espectador y parte del Um· !:'S impcsible que adquiramos conocimie nto de nada Se ha
vers?. Reconocerá que la idea de supremacía que da á su _sér. supuesto al hombr e el alma sin pensar e n que un ser 'privado
n?. tie ne o~ro ~undamento que su interés propio y su predilec· de extensión no podría moverse, ni menos comunicar al cuer-
CIOn por Sl miSmO. po movimi entos, porque, no teniendo partes ni materias se en-
cuen_tra en la imposibilidad de cambiar sus relaciones 'de dis-
tancia respecto á otros cuerpos, ó de exci tar el movimiento
CAPITULO VII. en el cuerpo humano, que es m aterial. Lo que lla mamos nues-
tra a_lma se mueve con nosotros; pero el movimiento es una
EL ALMA Y EL SISTEMA DE LA ESPIRITUALIDAD. propiedad de la materia. Esta alma hace mover nuestro bra-
zo, el cua~ . movido por ella, produce una impresión, un cho-
Como hemos visto, despu és de haber gratuitamente su· que, que s1gue la ley gen~ral d ~l movimiento; de modo qm•,
P';lesto dos distintas sustancias e n el hombre, se pretendJO SI la masa fuese doble, s1_e ndo Igual la fu erza, el choque sería
aun , que la que obraba dentro de él ocultamente fuese esencial- doble ..Esta a~ma se mamfiesta material tambi én en los obstá-
mente distinta de la que ob-raba fuera, y se designó la pri· S~lo~ mvenctble~ que encuentra por parte de los cuerpos.
I llene la propiedad de mover mi brazo cuando nada se o-
56 lEAN MESLJER LA RELIGIÓN NATURAL 57

pone á ello, no puede ya ~overlo si se le carga con u!! peso puesto que se traslada en conjunto con él. De modo que, aun
demasiado grande. Hé aqm, pues, una masa de matena que admitido que el alma fuese inmaterial, ¿ qné podría deducirse?
an1qulla el tmpulso dado por u n~ causa espi ritual , y como Suje:lada ente ramen~e á los movimientos del cuerpo , quedaría
esta no tiene, segun lo supue~to, mnguna .analogta con la ma- muerta ir.erte, sin él. Esta alma no sería smo una doble máqui-
terta no debena hallar más dificultad en remove r el mundo na n ec~sar1amenLe arrastrada por el encadenamiento del todo ;
ente;o que en remover un átomo , y un átomo que el mundo se parecerla á un pájaro .que u~ niño condu jera á su capricho
entero. Se deduce pues, que semejante sér es una quimera. por el hi lo c.on que le tuviera SUJeto .
Y, sin embargo, á semejante sér simple, á tal espíritu se le ha Por no consuHa r á la e'{periencia, ni escuchar á la razón,
hecho moto r de la Naturaleza en tera (1) . los hombres han oscurecido sus ideas sobre el principio ocul-
Stempre que advierta ó s ufra movimiento, estoy obli- to de sus movimientos. Si, libres de preocupaciones, quere-
gado á reconocer extensión , solidez, densidad, impenetrabi- mos considerar nuestra alma ó la facultad que ob ra en no-
lidad en la sustancia que veo moverse ó de la cual recibo mo- sotros quedaremos convencidos de que forma parte de nues-
vimiento ; de modo que, en cuan to se atribuye acción á una tro c~erpo, de que no puede di stinguirse de él sino por la
causa cualquiera, me veo obligado á considerarla como ma- abstraCClOn ; que es el CU~rpo ~ismo considerado von rela-
teria. Puedo ignorar su naturaleza especial y s u m<> do de o- CIOD á algunas de las fu nciOnes o facultades de que su Natu-
brar : pero no puedo engañarme respecto á las propiedades raleza y su organización particular lo hacen susceptible. Ve-
generales y comunes á toda materia. Por <>tr a parte, esta ig- remos que esta alma está obligada á padecer los m ismos cam-
norancia se duplicaría cua ndo la supusie ra de una naturale- biOs y modificaciones á que es tá sujeto el cuerpo ; que nace
za de que n<> pudtera formarme la menor idea, y que, ade- y se desarrolla con él ; que pasa, como él, por un estado de
más, la privara en modo absoluto de la facultad de moverse infancia, de debilidad, de inexperiencia, que crece y se forti-
y obrar. Una sustancia espiritual que mueve y obra implica fi ca en la misma p rogresión que él ; que entonces es cuando
contradicción ; de donde concluyo que es totalmente imposi- se hace capaz de desempeñar ciertas fun ciones, raciocina, re-
ble. vela más ó menos ingenio, d iscreción y actividad. Está como
Los espiritualistas creen resolver las dificultades con que se el cuerpo, sometida á las vicisitudes que le hacen s ufrir las
les abruma, diciendo que el alma está toda entera en coda causas exteriores que influyen sob re él ; participa de sus pla-
punto de ~u extensión; pero fácil es conocer que no se resuel- ceres y de sus penas ; está sana cuan do su cuerpo está sano ·
ve un problema por medio de una respuesta absurda. Por- está e~ferma cuando alguna en fermedad abruma al cue rpo ;
que, después de todo , es preciso que dicho punto, por insensi- como el, se ve contm uamente modificada por los diferentes
ble y pequei'l.o que se le quiera imaginar , sea, sin embargo, grados de pesadez del aire, por la variedad de las estaciones
algo (1). por los al imentos que, entran en el estómago ; en fin, tene~
Mas aun cuando hubiera en esta contestación tanta solidez mos que reconocer aun que en algunos períodos muestra los
como poca hay; de cualquier ma nera que mi espiritu 6 mi alma signos visibles del entorpecimiento, de la decrepitud y de la
se encuentr~ en su extensión, cuando mi cuerpo se mueve hacia muerte.
adelante, m~t alma no se queda de trás ; luego tiene una cual idad A pesar de esta analogía, ó m ás bien dicho de esta iden-
comple tam ente común con mi cuerpo y propia de la materia, tidad continua. entre. los e~t.ados del a lm a y 1'os del cuerpo,
se los ha querido diferenciar por la esenc.ia, y se ha hecho
{1) La imaginación ha formado el c&píritu univer~al con Drrenlo al alma
de esf:a alma un sér . incon cebib~e. Pero necesitó referirse, pa-
h~mana, la i~taligencia infin!ta según la inteligl'ncia. finita; Juogo so han ser·
0
ra founarse alguna Idea de él, a séres materiales y á sus mo-
V1do ?e. la pnmera para expl1car el vínculo del alma. humana con el cue rr,o. sin dos d~ obrar . En efecto, la palabra espíritu no nos presenta
aperc.1b1rse qu~ és~e es. un círcu lo vicioso. Tampoco so ha a dvertido (¡u~ el otra Idea que la del soplo, la respi ración el viento · así
e1p{~tu ó la tnteltgencta, ya. se los suponga. finitos ó infi n itos, no t ienl'n las
propiedades para mover la materia. cuando se nos dice que el alma es un espíritu, signific~ qu~
. ~1) Coo :ela~ión ~ l'Sta re~puesta, una infinidad de ine:dl'nsiones ó una. i nN~ten· su modo . d~ obrar se parece al del soplo, que, invisible, opera
s1on r epehda mfimdad de veces , acabaría por const ituir una. E:xten sión: la cual efectos VISibles ó que obra aun quedando o culta. Pero el so-
e~ uo ab~urdo. Por o!ra I?arte, ser ía . fácil probar según este prin<·ipio que el
alma h~~ana. ea tan m fi nlla como Dio~, puesto que Dios es un ser inc>sterno, plo ~s ul!a causa material ; es aire modifi cado ; no es una sus-
q.ue esta m.fin1dad de veces todo entero en cada. parte del U niver so o de ~u extE,n· tancia Simple tal como la que designan los modernos con
IIÓO. lo m1~mo que el f!'lma humana; tendríase pues que d educi r que Dioq Y el el nombre de espiritú.
a~ma del h.ombre son Igualmente infinitos; á menos que se supon~an inexten·
s10nes. de d1fe.rentes extensiones, ó. uo inl'xtl'n•o más exten!'o que el a lma humana. lo~A.. t esar de que la palabra espíritu sea muy antigua entre
SemeJ.antes d1slates ~on, en r esum1da.s cuenta~ lo que se quiere que adm itan seres de 0 ~.bres~ el sentido que se l.e da es nuevo,_ y la idea
que P•ensan. Con l.a .1dea ~e .hl!-cer .in_mortal al alma. hum ana los teólogos han he<'ho de ?SJ?lfl tu~hd~? que hoy se admite es un producto r eciente
d
d?bt11 u¡" ~tr ~ 8.1~ 1 ntual e mmtehgible. Por q11r n• h a<'l'rl a el último térm ino po·
&i e. e a IVlSIOn de la. .ma.te~ia ? Al menos hubiera sido entonces intelil{ ible, Y
tón a Imagi!!aciOn. No parece, en efecto, que Pitágoras ni Pla-
&un mmortal, porque buh¡er~ Sido un dtomo, es decir un elemento indisoluble. ' cualqUI~ra que haya sido por otra parte el calor de su
58 JEAN MESLIER LA RELIGIÓN NATURAL 59
ce rebro y su gusto por lo maravilloso, entendieran nunca por senta al espíritu una sustancia que no es nada de lo que pue-
espin tu una sustancia inmaterial o privada d e extensión, den conocer nues tros sentidos? ¿Es, pues, ve rdad que puede
tal como la que sirve á los modernos para componer e l alma uno figurarse un sér que, á pesar de no se r materia, obra,
ht:mana y el motor oculto del Universo. Los antiguos, con la no obstan te, sobre la materia, y sin tenter con ella puntos de
palabra espíritu , no querían sino d esignar una materia muy contacto ni analogía, recibe los impulsos de la materia por
sutil y más pura que la que ob ra groseramente sobre nues- lor órganos mate rial es que le advi erten la presencia de los
tros sentidos. Por consigu1ente, los un os han tenido el alma sénes? ¿ Es posible con cebir la unión del alma y del cuerpo,
en cuenta de una sustancia aérea ; los otros han h echo de y como se puede d~r razón de que ese cue ~po ma~erial t·~n.ga
ella una matena ígnea, y hay quien la ha comparado á la la propiedad de ligar, contener y determmar á un fugitivo
luz. Demócrllo la hacía consistir en el movimiento, y por ser que escapa á todos los sentidos? ¿Es de buena fe resolver
tanto hacía de ella un modo . Para el músico Aristoxenes era estas difi cultades diciendo que son misterios, efectos del po-
una armonía. Aristóteles consi deró el alma como una fuerza der suprem o de un Sér aún más inconcebible que el alma hu-
motriz, de la cual dependían los movimientos de los cuer- mana y su manera de obrar ? Resolver estos problemas con mi-
pos vivos. lagros llamando la intervención de la Divin idad , ¿, no -ss confe-
Es evidente que los primeros doctor es del cri stianismo han sar s u ignorancia ó e l propósito de e ngañarnos?
tenido igualmente del alma ideas matedales: Ter tuliano Ar- No nos sorpren den las hipótesis sutiles, ta n ingeniosas co-
nobio, Clemente de Alejandría, Orígenes, Justino, Ireneo, mo poco satisfactorias, á que las preocupaciones teológicas
ele., han hablado de ella como de una sustancia material. Es- han obligado á recurrir á los más profundos especuladores
taba reservado á sus su cesores el cualificar, mucho tiempo modernos, siempre que han intentado de concil1ar la ~><;pi ri­
después, el alma humana y la Divinidad, alma del mundo, de tu:.tlidad del alma. con la acción fís ica de los séres materiales
espiritus puros, es decir, hacerlas substancias inmateriales sobre esta sustancia incorpórea, su reacción sobr·e estos sé-
de que es imposible tener una idea verdadera. Poco á poco, res y su unión con el cuerpo . El espíritu humano ti ene que
el dogma incomprensible de la espi ritualidad, más conforme extraviarse cuando , r enun ciando al testimonio de sus senti-
sin duda con las intenciones de una teología cuyo objeto era dos. st. deja guiar por el entusiasmo y la autoridad.
aniquilar.!~ razón, se sobrepuso á los demás (1); se creyó este Si qu{:remos formarnos ideas claras de nuestra alma, so-
dogma d1vmo y sobrenatu ra l, porque era in concebible para metámosla. pues, á la experiencia, renun ciemos á nuestras
el h(lmbre; se miró como temerarios é insensatos á todos los preocupaciones, apartemos l&.s conj eturas teológicas, desga-
que se at~evieron á creer que el alma y la Divinidad podían rremos los velos que no tienen otro obj eto que cegar nues tros
ser ma tenales. Cuando los hombres han re nunciado una vez oj os y confundir nues tra razón. Que el fís ico, e l anatómico,
á la . experien~ia y a~jurado de l.a razón , no h acen más que el médico , reú nan sus experiencias y observaciones para ma-
sutlhzar de d1a <'TI d1a los extrav10s de su imao-ina ción com- nifestarnos lo que debemos pensar de una s ustancia que no
placiéndose en hundirse en el error cada vez ~ás: feli cítanse se nos permite conocer; que sus d escubrimientos enseñen al
de sus descubrimientos y pretendidas luces á medida que su moralista los verdaderos m óviles que pueden influir sobre las
inteligenci,a va envo lvi.én~o~e en nubes. A fu erza, pues, de ra- acciones de los hombres ; á los legisladores los me dios que
zonar segun falsos prmciplos, el alma ó fu er za motriz del pueden emplear para excitarlos á ocuparse d el bienestar d e la
ho~bre, así como el motor oculto de la Naturaleza es pura S?ciedad ; á los soberanos la man era de hacer verdadera y só-
qm~n e ra, puro espíritu , puro sér de razón (.2). ' lidamen te felices las nacion€5 sometidas á s u poder. Almas
Cierto es que el dogma espiritualista no nos ofrece sino f!s~cas y necesidades físicas exigen necesariamente una dicha
una idea vaga; mejor dicho, una ausencia de ideas. ¿ Qué pre- ftstca y obj.etos reales preferibles á las quimeras con que, ha-
re. tantos Siglos, se da alimiento á nuestra im aginación . Tra-
(1) El sistema <'qpirituali~ta. como hoy se admite. debe á De,rnrteq tod:t, baJ emos en lo físico del hombre, hagámoselo agradable, y
sus supue~t!Lq pru~ba~ =. nunqu.e antes dE~ aquél se hubiese considerado el alm:1
<"~mo. espmtual, el fu~ el pr1mero que estableció que lo que piensa del¡~ di1· pront0 ve rE> m os cómo s u moral se hace m ejor y más afortuna-
l ~nqut~&l' a~ la matcrta; de donde dedujo quo nuestra alma ó la faC'nlta cl da; cómo su alma encierra serenidad y paz ; cómo su volun-
ll~1 ~ plen~a. ~n no~otros., es un e~p íri tu ; . es decir. una sustanl'ia.' simple ó indi· tad se encamina á la virtud por los motivos naturales y palpa-
VIRI.ble. H!1b1era ~1do mnq natural deduCi r que, siendo el hombr11 materia v no
ten1 endo .1deas smo de la materia, pue~to que posee la facultad de pe"nsar,
1"- ~atena pued~ penMr 6 es susreptible de la modificaci6n particular que ~oq • Y claro se ve> que est e dogmn era mny útil á los ~1\C'<'rdotes para intimi-
11 nmam?s pensamiento. (V. el D1cc. de Bavle). ar, gobernar y despojar á los ignorantes, y hasta pRra de•conc~> rtar las ídeM
ded 1as personas maq' !lustrada~.
• ·
que •
son igualmente inrapnc-es de comprender
(2\ SI hay por:'- razon Y filo~ofío. en el ~i~tema espirituali.,ta. no s~ puede
ne~ardque este. "18 tC'm~ e~ AfPcto de una política muy prof•mrla v nntv intere· no a de lo que le di<'en sobre el alma y sobre le. Divinirlad. Sin embargo, los
1
e 1 os teo OllOq Iece 51·t0· · d 1 ~ar:;dote~ a~eguran que eeta alma inmaterial será. achicharrarla ó padecE'rÓ. la
~rt.ua
hombre á 1 d " · ·.• • . mven t ar ttn med1o · · ·
para sustraer una parte ~ a··~¡on del fu erco material en el Infi erno 6 en el Purgatorio: ·1 y se les cree
a l iSO1uc10n, a fm de hacerla susceptible de recompensas y cash· ba¡o su palabra 1
60 JEAN MESLIER LA RELIGIÓN NATURAL 61

bles que se le presenten. _Las atenciones que el legisla_d or pon- ue estuviese á la vez en él_y fue~a de él. ~ue~e compararse
ga a lo f1sico formarán ciudadanos robustos, sanos, b1en con8-
t1LUJdos, que, encontrándose felices, seguirán . los impulsos
igunta
un arpa sensible que despide somd?s. por st m1sma y se pre-
quién la hace sonar ; n? aperCibwndose que, en su cua-
utlles que se quiera dar á. su alma. Por contrano estas almas lidad de sér ser:sible, ella m1sma se pulsa y es pulsada por
seran siempre viciosas cuando los cuerpos sufran y sean las todo lo que la toca, haciéndola son?ra.. .
nacwne.;, desgraciadas. 1\-Jens sana in corpore sano. Hé aquí lo Mientras hagamos más expenenc1as, más ocas1ón tend~e­
que puede constituir un buen ciudadano. mos para convenc~rnos .de , que la palabra espintu. no sig-
Cuanto más reflexionemos, más no-; convenceremos de que mfica ningún sentido, m aun á aq_u~llos que la _h~n, mventa-
el alma, lejos de d1ferenciarse del cuerpo, es el cuerpo mismo do y no puede servir para nada, m a la. h~1ca m a .a moral.
cons1derado con relación á algunas de sus funciones ó á algu- Lo' que los metafísicos modernos creen des.1gnar con esta pa-
nos modos de ser y obrar de que es susceptible mientras le labra, es en el fondo una fue~za ó bien ul'l:a palabra o~ulta,
dura la vida. El alma es el hombre, considerado respecto á imaginada para explicar cualldades y a..cc10!les mi stenos?-s,
la facultad que le es propia de sentir, de pensar y de o- que, después de todo, no explica. _Las_, sociedades salvaJeS
brar de un modo coordinado á su especial naturaleza; es de- admiten espíritus para dar una expllcacwn á los e~ectos que
Cir, á sus propiedades, á su organización particular y á las no saben á qué atribuir ó que les parecen maravillosos. Al
modificaciones durables ó transitorias que su máquina sufre atr1buir á espíntus los fenómenos de la Naturaleza y los del
por parle de los séres que obran sobre ella (i). cuerpo humano, ¿hacemos acaso más que razonar como ?al-
Los que han distinguido el alma del cuerpo, sólo parecen vajes? Los hombres han llenado la Naturaleza de espintus
diferenciar el cerebro del resto del sér. En efecto, el cerebro porque han ignorado, casi siempre, las verdaderas causas de
es el centro común donde ooniVergen y se funden todos los los hechos. Por no conocer las fuerzas de la Naturaleza, se
nervios extendidos por las partes del cuerpo humano; con la ha creído animada de un gran espiritu; por no conocer la
ayuda de este organo interior, se verifican todas las operacio- energía de la máquina humana, se la ha supuesto igualmen-
nes que se atribuyen al alma, las impresiones, los cambios, te animada por un espiritu. Todo eso enseña muy claramente
los movimentos comunicados á los nervios son quienes modi- que la palabra espíritu sólo quiere indicar la causa ignorada
fie:an el cerebro. Por consiguiente, este reobra y da movi- de nn fenómeno que no se sabe explicar de un modo natural.
miento á los órganos del cuerpo, ó bien obra sobre sí mismo Por estos principios, los americanos creyeron que sus espí-
Y se hace capaz de producir dentro de su propio recinto una ritus ó d·¿vi.nidades eran quienes producmn los terribles e-
gran variedad de movimi entos que se han des ignado llamán- fectos de la pólvora de cañón. Por estos mismos principios
dolos: facultades intelectuales De esto, pues, se ve que es se cree hoy todavía en los Angeles y en los Demonios; y
d~l cer~~ro que los pe?sadores han querido hacer una sustan- nuestros antepasados creyeron por esto en los Dioses, en los
Cia _espmtual, Y. es ev1d~nte también que de la ignorancia ha Manes, en los Genios, y, marchando sobr e sus huellas, debe-
nacido y en la 1gnoranc1a se ha desarrollado este sistema tan mos atribuir á espirilus la gravitación, la electricidad, los
poco natural. Por no haber querido estudiar al hombre, se efectos del magnetismo, etc. (i).
ha supuesto en él un agente de una naturaleza distinta de
su cuerpo ; examinando este cuerpo, se verá que , para expli-
car ~dos los fenómenos que presenta, es inútil recurrir á hi-
póte~Is que no pueden sino apartarnos siempre de nuestro
CAPITULO VIII
cammo recto. Lo que hace, os~ura esta cuestión, es que el
hombre no puede verse á s1 m1smo : sería preciso, para esto, LAS FACULTADES INTELECTUALES. - SU PROVENIENCIA
(1) .Ctando se. P!t>gunta á los teólogo~. obstinados en admitir dos sustancias DE LA FACULTAD DE SE~TIR.
e~encla mente dlshnta~, por qué multiplir an los seres ~in necesidad, responden
{~edp~rque el pens~~;m 1 e!lto no puede ser una propiedad de la matE•ria. Pregun-
ant o :s entonceR s1 D1os no puede dar á la materia la facult~.<d de pE>nsar. . A fin de convencernos de que las facultades que se llaman
:~~ es an que no_, puE>sto q'!e Dios no puede hacer co~as imposibles. Pero en tnl~lectuales no son sino modos ó maneras de ser y obrar,
ate~s cai~ lot teologo~, segun ~us. 1;\firmaciones, SE' reconocen por verdaderos
· . e ecto, segun sus pr~clpJOs, es tan imposible que el e1[Aritu ó el de;1vados de _la organización de nuestro cuerpo, no tenemos
pent'~~~eÓto prod~zca la motena, come e~ imposible que la materia produzca mas que analizarlas, y veremos que todas las operaciones que
~sp n u. pensamiento; de, d_onde. es fácil deducir contra ellos que el mundo
0
ha Sido hec~o J?Or un esp1ntu, DI un espíritu por el mundo· que lll mundo es
ete~no Y qube, Slde:uste un espíritu eterno. hay dos seres ett>rnoR ~egún ellos lo que (1) Es e' •idente t.tue la noción de los espíritus idenda por los salva]· es y
~en a un a sur o · aho
tl(·eptad
. a ¡;or 1os J!(norontes,
· '
es de nr.turalezo par!l retardar nuPstros conoci-
ésta es 1 d · ra b len,
· 81· no h ay mas
' que una sola · ' su~tancia ' eterna,
mientos
u . • .p orque nos 1mp1
· 'd e mvest1gar
· las vNdaderas causas do los ofecto¡; á
e mun o, pu~>sto que el mundo exi~to. y eeto es cierto é innegable.
q e aslstlmos Y m11ntiene en su pereza al espíritu humano. Esta pereza y 13
62 JEAN' MESLIER LA RELIGIÓN NATURAL 63

se atriuu~en á nuestra alma no son sino modifi caciones de que de ser bruta para hace~ sensible al a71:imalizar~e, es decir,
una bUstancia inextensa ó inmaterial no puede ser susceptible. combinándose é 1dentificandose ~on el ammal. A~1 es que la
La. primera facultad que se nos presenta en el hombre vi- leche, el pan y el vino ~e cambian en la. sustancia· del hom-
YO y de la que emanan todas las demás, es el sentimiento. bre, que €S un sér sensible : es.tas !llater1as brutas se h ~cen
Po'r inexplicable que parezca esta facultad al prime r golpe sensibles por medio de la combmac.ló!l. con un todo sens.I~l,e .
de Yista, examinándola veremos que es un resultado de la Algunos filósofos creen que la sensibihda? e.s ;tl_la oondiclOn
esencia y propiedades de los seres orgánicos, como la gra- universal de la materia: en tal caso sen a mutil buscar de
vedad, la electricidad, el magnetismo, etc., resultan de la dónde le viene esta propiedad que conoce1~0~ por sus e fectos.
esencia ó naturaleza especial de algunos (\tros ; y advertire- Si se admite esta hipótesis, as.í ~mo se d1 shngue~ en 18: Na-
mos que estos ulllmos fenomenos no son menos inexplicables turaleza dos especies de movimientos, uno conocido baJO el
que los del sentim iento . Sin embargo, para formar de éstos nombre de fuerza viva, otro bajo el n?~~re de fuerza 11'!-uer-
una idea precisa, diremos que sentir es la manera especial la , se dis tinguirán dos clases de sensib i~Ida~ : un a actlva ó
ele ser afectado, propia de ciertos órganos de los cuerpos a- viva, otra inerte ó mue rta. ~ntonces, <l;mmahzar un a. s~tan­
nimados, producida y ocasionada por la presencia de un cia no será más que destrUlr los ob~t~c.ulos que la Impide!l
objeto mate rial que obra sobre estos órganos, cuyos movi- ser activa y sensible. En fin, la serys i ~ll1dad es, ó un.a cuali-
mientos ó impresiones se transmiten al cerebro. Nosotros no dad que se comunica como. el rr:ovimiento y se adqUle~e por
nos apercibimos de las impresiones exteriores sino por me- la combinación, ó una c:u_ahdad mherente á toda m ateria; en
dio de los nervios que se extienden por nuestro cuerpo, el uno y otro caso, un sér mextenso, tal como se supone al alma
que súlo es, exprec;emonos así, un gran nervio ; á sem ejanza humana, no puede ser su agente ( ~ ~ · .
de un arbol, cuyas ramas sufren la acción de las raíces comu- La conformac ión el a rreglo, el teJido, la delicadeza y coor-
ni cada por el tronco. En el hombre, los nervios van á reuni r- dinación de los órganos, tanto exteriores como in~e_riores, que
se en el cerebro ; esta víscera es el verdadero asiento del sen- componen al hombre y á los animales, dan mov1h dad extre-
tim1ento; éste, corno la araña que vemos suspendida en el ma á sus partes y hacen que su máquina sea susceptible de
centro de su t.ela, advierte inmediatamente todos los cambios impresionarse con gran rapidez. En un cuerpo que solo
marcados que sobrevienen al cuerpo, h asta cuyas extremida- es un conjunto de fibras y nervios. reunidos ~n un centro
des envía sus hilos. La experiencia nos demuestra que el común siempre dispuestos á func10nar, contiguos unos á
hombre deja de sentir en las partes de su cuerpo cuya comu- otros ; 'en un todo formado de sólidos y flu idos, cuyas partes
nicación con el cerebro se halla interceptada y siente imper- están , diremos, equilibradas, cuyas mol écul a~ más pequeñas
fectamente ó no siente del todo cuando este Órgano se pertur- se tocan , son activas y r ápi das en sus movimientos, se oom u-
ba ó está afectado con demasiada viveza (i ).
De cualquier modo que sea, la sensibilidad del cerebro y imbécil, enrontró que el cer ebro era. m ás pequeño quC' (In lo común, y dice que
ele todas sus partes es un hecho indiscutible. Si nos pregunta- la mayor diferencia ad\•ertida. entre las panes <.lel cuerpo de ,~te imbécil y las
ran de dónde procede esta propiedad, contestaríamos que es de un hombre inteligente, fué que el plexus d el nervio intetco~tal (c¡ue, en su
opinión, es el mediator entre el corazón y el cer ebro del hombre) er a. muy
el .resultado dfl un arreglo, de una combinación propia del pequeño y además estaba acompañado dd un número de nervios mucho .menor
ammal ; de modo que una materia bruta é insensible deja que de ordinario. Se¡.:un e l mismo Willi'l, el mono es, entre todos los ammalf's,
con relación Íl su talle, el que tiene el cerebro mayor; lo que le haco, des-
pués del hombre, el más intel igente. Se ha nott\do también (1Uf' en las perso-
nas acostumbradas á hacer uso de sus facu ltades intelectuales el cerebro es
ignor~~:nC'ia pueden ser muy útiles á los teólogos, pero son muy fatales para más exten~o que en las demás, así como los remeros tienen los brazos m ás robus-
la ~c1edad. Lo~ sacerdotes han perseguido siempre á los primeros que han dado to! que otros hombres.
oxphcac10 ~es. naturale~. de los fenómenos de la Natura leza: testigos Anaxá- (1) Nin~nna do las partes de la Naturaleza estó. e"tcluida de la propieda•l
~oras .. An~totc-les, Galileo, Descartes, etc. La verdadera física puede producir d~; poder llegar á. la animación; la oposición es sol~mf\ntf' de estado y no <.le
la ruma de la teología. naturaleza. Si se me pregunta quó es n0ces11 rio para animar un cue rpo, !'!'S-
(1) Las M rmorias d~ la A cademia R eal de Ciwcias de P arfa nos suministr an pondo que no hace falta nada extraño. y que sólo es sufiC'iente e l po.:lf'r do
pruebas ?e lo •tue dA¡amos ~entad?. Un hom~re, cuyo cr áneo quedó d estruido, In Naturaleza. uniilo ú la organ izaC'ión. La vida es la perFecC'ió·1 do la. Naturn-
tuvo cub1erto el cerebro ~on la p1cl: á !'led1da quo se oprimía con la mano bll: no hay partos de ésta. que no t iPndan á aquéll a y •]Uf' n.> lu alca.nl'en
el c~re:bro, el hombre ca1a. Pn una ospec1e d e letargo que le privaba d e todo por el mismo cam ino .... El acto do la vida es equívoco. V ivir, en un in ..<>do,
BentlmJc-nto..Est~~: experiencia la debemos ó. 1\1. Peyronie. Borelli. en su tr at ado en un perro, 6 en un hombre, es igual ; pero e~to acto es más perfecto (re!IÜIYII.-
De motu nmmaltum, llama al cerebro Regia animac T odo induce á cree r quo mente á no~otros) en proporción ú la conformación do lo~ óra:anos, y e~ta es-
en el cerebro. es donde ~e encuentra principalmente la dife-rencia entre el hom- t•:urtura eet!Í caracte-rizada en la'l sf'milh~ que contienen los principios de la
bre Y lo5 am!'lales, Y a~n entre un hombre de talento y un tonto. entre un Vtda más próximamente <¡Uf' cua lquif'ra otra parte do la matNia. Es. pues.
hombre que piensA. Y un Ignorante, entre un cuer do y un loco. Bartolin asegura. yerdadero que el sentimiento, las pasiones, la. percepción d~ los objeto~. las
que el cereb~o del hombre es doble que el del buey : ob~c-n•ación 11 uo A rist6- Ideas, su formación, su comparación, l a aquiescencia ó la voluntad. son facnl.
tele5 ya hab1a hecho antes que él. Will is, habiendo d isecado el cadáver de un tades orgánicas depend ientes d e una dillposición m s 6 menos excelente de las
partes del an imal ». (Di1 ertacione 1 sobre t•arib8 a,unto11 importantc1. Amstc-r-
dam, 1740).
LA RELIGIÓN NATURAL 65
64 1 E \N MESLIER
El sentimiento es, pues, un modo de ser ó una variación
nican rec1procamente y de unas en otras las impresiones las marcada producida en nuestro cerebro por los impulsos q~e
oscilacwnes, los sacudimientos que se le dan ; en tal ~om­ nuestros organos reciben, bien por parte de las causas exteno-
puesto, dtgo, no puede dar maravilla que el menor mov 1- res bien por las interiores, que lo modifican de un modo du-
mumto se propague con celendad y que las exciLaciones de rable ó momentáneo. Efectivamente, s in que ningú n objeto
las parles mas leJanas se hagan sentir pronto en e l cerebro exterior venga á conmover los órganos del hombre, tiene éste
susceptible por su ~eJ tdo dellcado de sufnr las modificacio~ la conciencia de los cambios que se operan en él, su ce ~ebro
ne~ eventuales con facilidad. El aire, el fuego y el agua, esos se modifica entonces, ó bien se renueva con las modificaciOnes
elementos tan movibles, circulan continuamente en las fibras anteriores. En una máquina tan complicada como el cuerpo
y nervios que penetran, y contribuyen sin duda á la pronti- humano cuyas parLes están todas tan contiguas al cerebro,
tud incre1ble con que el cerebro advierte lo que pasa en las éste deb'e necesariamente advertir los choques, las dificulta-
extremidades del cuerpo. des los cambios que sobrevienen en un conjunto formado de
No obstante la gran movilidad de que el hombre es sus- par'tes que, sensibles por naturaleza, están en una acción y
cephble á causa de su misma organización, aunque causas, reacción continuas y van todas á concentrarse en él.
tanto int.er1ores como exteriores, obren continuamente sobre él, Un hcmbre que sufre el dolor de la gota, tiene la concien-
no advierte siempre de una manera distinta ó marcada las im- cia, es decir, advierte interiormente que se producen en él
presiones que se efectúan sobre sus órganos ; no las percibe cambios muy marcados, sin que ninguna causa exterior obre
smo cuando han producido un cambio ó alguna sacudida en inmediatamente sobre él.
su cerebro. Así es que, á pesar de que el aire nos rodea por Pero si nos trasportamos á la verdadera fuente de estos cam-
todas parles, no sentimos su acción hasta cuando se modifica bios, vemos que los producen causas exteriores, como la orga-
de modo que, golpear.do con fuerza nuestros órganos y nues- nización y temperamento heredados de los padres, ciertos ali-
tra piel, advierte el cerebro su presencia. En un sueño pro- mentos y mil causas inapreciables y li geras que, reuniendose
fundo y tranquilo, no turbado con ningún ensueño el hom- poco á poco, producen el humor de la gota, cuyo efecto es ha-
bre deja de sentir ; por último, el hombre no parece advertir cerse sentir muy vivamente. El dolor de la gota produce en el
nada cuando todos los movimientos se verifican en un orden cerebro una idea ó una modificación que tiene e l poder de re-
conveniente, á pesar de los movimientos continuos de la má- presentarse ó repetirse aun cuando ya no se tenga gota ; el ce-
quina humana. No se apercibe del estado de salud, pero se rebro, por una serie de movimientos, vuelve á ponerse enton-
apercibe del es lado de dolor ó de enfermedad, porque en el uno ces en un estado análogo al en que se hallaba cuando sufría
su cerebro no está conmovido con demasia.da viveza, mien- realmente aquel dolor: no tendría de él ninguna idea si nunca
tras que en el segundo caso sus nervios sufren contracciones, lo hubiera experimentado.
~cudidas, movimientos violentos y desordenados que le ad- Damos el nombre de sentidos á los órganos visibles de nues-
VIerten de una causa que obra fuertemente sobre ellos y de un tro cuerpo por cuya mediación es modificado el cerebro. Se
mod~ poco análogo á su naturaleza habitual ; h é aquí lo que dan diferentes nombres ñ. las modificaciones que e l cer ebro
constituye el esta~o especial que llamamos dolor. rect_be. Los nombres de spnsaciones, percepciones, ideas, sólo
. Ocurre algun~ veces que causas exteriores producen cam- des1gnan cambios producidos en el órgano interior con moti-
bws muy considerables en nuestro cuerpo sin que por de vo de l'l.s impresiones CTUe h acen sobre los órganos exteriores
pronto los advirtamos. En el calor del combate suele suceder los cuerpos que sobre ellos obran. Estos cambios considerados
que un soldado no se aperciba de una herida pelig-rosa, pcr- en sf mi smos, se ll aman sensaciones; toman ~1 nombre de
q~e entonc~s los ~ovimientos impetuosos, multiplicados y rá- percepciones en cuanto el órg"ano interior los pereibe y advier-
Pidos. que 1mpres10nan su cerebro le impiden distinguir los te ; Y. se llaman ideas cuando e l órgano interior refiere estos
cambws espec1ales que se verifican en una parte de su cuerpo. camb1os a l objeto que los ha producido.
En fin, cuando un gran número de causas dife rentes obran Toda srnsaci6n, es pues, un movimiento impuesto á nues-
á la vez y con demasiada viveza sobre el hombre éste sucum- tros órganos; toda pt>rcepción, el mismo sacudimiento {lropa-
be, cae desfallecido, pie_rde el conoci miento y deia d e sentir. gado hasta _el cerebro ; tona idea es la imagen del objeto á
En general, el sentim1ento no se produce s ino cuando el ce- que ~on deb1das la sen~ción ó la percepción. De eso se ve que,
rebro puede d_istingui r las impresiones hechas sobre los órg-a- fuando nue~tros sentidos no son impresionados, no podemos
nos: el sacudu:niento distinto ó la modificación marcada que ~ner sensaCIO'les, ni percepciones. ni ideas; como lo probare-
entonces experimenta es lo que constituye la conciencia (i). ~ á. todos lo~ _que duden todavía de una verdad tan clara.
cut gran ~ovt_l~dad de que el hombre, por efecto de c:;u p~:li­
(V Según el doctor Clarcke, <<la. conciencia es el acto reflejo por medio del /r orgamzar10n es capaz, es lo que lo diferen cia de los de-
euta 1lago lo que pienso, Y mis pensamientos 6 mis acciones son mías y no de
o ro.» m s séres que llamamos insensibles 6 inanimados : los di fe-
LA RELIGIÓN NATURAL- 5.
66 JEAN MESLIER
LA RELIGI ÓN NATURAL 67
rentes 15rados de movilidad de qu~ la organización particular
cte los individuos de nuestra especie les hace susceptlbles, son ~exiones, memor_za, zmaginación, iU:i,cios, voluntmdes, accio-
los qur ponen entre ellos diferencias infinitas y variedades nes; cuya base Siempre e? la sen~c10n. .
increíbles. bien rec:;pecto á las facultades corporales, como á Para adquirir una noc1ón prec1sa del pensamzento, tengo
las llamadas menta/e<:: ó intrlrrtunles De ec::ta movilidad, más que examina~ detallada~ente lo que pasa en mí á la presen-
ó menos ¡:rrande, resultan el ingenio, la sensibi l iclad, la ima!!i- cia de un obJeLo cualquie ra.
nación, el gusto, etc .... Pero sigamos po_r ahora las operacio- Hagamos por un momento la suposición que é~te ::;ea un
nes de nuestros sent.idos y veamos en cun l manera los objet{)s melocotón: dicha fruta produce desde luégo en mis OJOS dos
exteriores {¡bran sobre ellos y los modifican ; luégo exami na- impresiones distintas, es deci r, dos m?dificaciones, que se
remos la reacción del órgano interior. transmiten hasta el cer ebro: éste experim enta entonces dos
Loe; oios son órganos muv movibles y muy d<'licC~dos, por nuevos modos de ser ó percepciones, que distinguo con los
medio de los cuales experimentamos la sensación de la luz ó nombres de color y redondez ; por consiguif'nte, tongo la idea
del color, que da al ccrehro una rercepción distlnta; viene de de un cuerpo redondo y encarnado. Cogiendo con la m ano esta
conc:;ecuPncia que el cuerpo luminoso ó coloreado ha ce nacer fruta, le aplico el órgano del tacto y desde luego experimen ta
en nosotros una idea. En cuanto abro el párpacio, mi reti'1a mi mano tres nuevas impresiones, que designo con los nom-
c;e afecta de un modo especial: en el líquido de las fibras y bres de blandura, frescura y pesa·dez; donde resultan tres nue-
ñe los nervios de que están compuestos mis ojos se excitan im- ras ideas. Si ncer co la fruta al órgano del olfato, éste recibe
pre<;iones que se comunican al cerehro y pintan en él la ima- una nu eva modificación, que transmite a l cer ebro una nueva
gen del cuerpo cuya impresión nuestros ojos sufren ; así nos percepción y una nueva idea que tiene el nombre de olor. P or
formamos la iciea ciPl color de este cuerpo, de sn tamaf'lo, de último, si la llevo á mi boca, el órgano del gusto se afecta de
su fi~ura, de su distancia, y así es cómo ~e explica el meca- una manera nueva, seguida de una percepción que hace na-
nic:;mo de la vista. cer en mí la idea del sabor. Reuniendo todas estas impresio-
La movilidad y elasticidad de que las fibras y nervios que nes ó modificaciones diferentes de m is órganos, transmitidas
componen el teiido de la piel la hacen susceptible, dan lugar á mi cerebro, es decir, combinando todas las sensaciones, per- •
á que ec;ta envoltura del cuerpo humnno, anlicada á otro cuer- cepciones é ideas que h e recibido, tengo la idea comnleta de
po. se sienta afectada por él rápidamente. Así es crne l o~ra arl- un todo que deSiigno con e l nombre de melocotón, ·del que
vPrtir al cerebro su presencia, su extensión, su aspereza ó su puede ocuparse mi pensamiento ó del que tengo una no-
i!lnaldad, su pesantez, etcétera; cualidadec; que le. dan perceP- ción (i ).
ciones distintas y oue hacen nacer en él diversas ideas. Todo Lo dicho ya es suficiente para manifestarnos la Reneración
~>c;o es lo oue constituye Bl tarto. de las sensaci0nes, percepciones é ideas y su asocición ó liga-
La delicadeza de la membrana oue cubre el interior de la ~ento en el cerebro. Se advierte que estas variadas modifica-
nariz la hHre suc:;reptihle cie ser irritacia hasta por los cornüsru- Clones sólo son consecuencias de los impulsos sucesivos que
loc:: invic::ihles é impalpabl~>f> que emanan de loe:; cuerpos olo- n_uestros órganos exteri ores transmiten á nuestro órgano inte-
rosos v que llevan sen~l'!ciones, perrPncionPs é ideas al cere- rJO~, que g-oza de lo que llamamos la facultad de pensar; es
bro: Psto es lo que constituve t>l ~enlido del olfato. deCI~, de advertir en sí mismo ó di? sufrir Jas rlifcrentes modi-
La hnrR e<;tn provic:;tlt devesrículas nervi0sRs. muy sfnsih1es ficacJ~nes ó Ideas que ha r ecibido , combinarlas, arreglarlas,
~ irribthl~>s, crue conlienen los iua-os propios para disolver coordmarlas, separarlas, extenderlas y r estringi rlas , compa-
lae:; c;nc:;lnnria~ c:;alinac::; .c;iencio a ft>rtañn con mucha rarine:;r, mr r~rlas, renovarl~s, etc. Se ve, pues, que el pensamiento no es
loe:; alimPntoc:; n ~u p¡:¡c;o, trnn c::mite a l rerrhro la s imnresiones smo 1 ~ J?ercepc1ón de las modificaciones que nuestro cerebro
qnP ha r~>ribino: de (ste merRnismo resulta el gusto. h~ r~c1b1do por parte de los objetos exteriores ó que se da á.
Por l'1ltimo Pl an:mlto auditivo, propio por su conforma- SI ffilSmO.
ción para r~>ribir las diversas impresiones de l aire dive~a­ __En ef~cto, nuestro órgano interior no se limita á percibir
mf'nte modifirRcio llPva al rf'rPhro c:;pnc:;.1rionP~ rrnf hnr Pn na-
C'(lr la nPrrPnrión de loe; sonidos y la idea de los cuernos so- f (l) Cuant? ~<.t_á expuesto en las prPccd!'nte~ líneas pro1cba. que el pPnsamiento
• 11'CSIOO V U
noroc; Así está conc;tituido lo que señalamns con el nombre' ! ~A06 . 1!n pnnr1p1o, una durarión, un fin; ó con más preci.,ión una ""Cnern~ión una
~n 0
d. ) ·6 " ' '
de nido. 1 · na . tso otc'J n. como todo<~ los demás modos de la. m a h>rin : rr.mo (\11
lo :~ ¡.~nqdmtento •~> ha I''{Cit!uio. dett>rmin'ldo, aumentado diviñido. "orrmlll''~­
1'al~>c:; son lns 1ínirac:; vías por clonde recibimos sensaciones, d1~.is·bt 1 • ca o, etc. Esto no ob~tante si el alma, 6 principio que pienqa, es in-
nrrrpnrinnps f. ineRs. Est;¡s morlifirariones suresivas de m1PS· der:u e:l como puede pen~n r ~ucesivamcnte, dividir, ah~tra~.>r, com bin>\r, P'tten-
tro rPrPhrn son efect-os ñe loe; obietos que impresionan á nues· PPMars?
la, por b
si\
1
:etenerlao; y pcrde.rla; ..t~ner momoria y ~lvi.iar ? ¿Cómo deja do
a .. !or~a~ part>C'Cn mdn•1•11bles en la matena. es ~oJo !'onsirleritndo-
troc:; <;(ntinos. v se convit>rten á su vez en causas qne nroducen forma, ~ s1ra~clOn, a la manera de los ~eómotras; pero la diviqibil ida e{ de las
en el alma nuevas modificaciones llamadas pensamientos, re· ~e~rulares~ E;tst~e:n la Nat_urnleza, .donde no hay átomo ni form_n perfectamente
1ndivisibl P ·' necesa~ 1 0 deduc1r que las formas d e la. materta no son menoR
es quo e1 pen,a.mtento.
JEAN MESLIER LA RELIGIÓN NATUR.\L 69
68
las modificac10nes de fuera, si~o que tiene e l p~der de modifi- álogo á su sér ó para alejar _lo que le ?-afia. Querc_r, es ~star
car::,c por sí mismo y de C0!1Slderar los camb10~ ó los movi- ~spuesto á la acción .· Los ob~etos . e_~tenores ó las 1deas m te- ,
mientos que en el ocurren, o sus ~ropias oper~cw~~; esto le rieres que hacen nacer esta dtspcsJCion en nuestro c~reb~o,_ se
da nuevas percepc10ne::, y nueYas Ideas .. El_ eJerCICIO de este llaman motwos ó causas, porque so~ los resor!es o_ movJles
poder, que consiste €n replegarse sobre s1 mismo, es lo que se que lo ddermman á la acc10~, es decir, á :poner en JUep.o l<?s
llama refiexión. . . organos del cuerpo . Las accwnes volunlana_s son, pues, movi-
Con esto :se comprende que pensa~ y reflexwnar es sen~1r mientos del cuerpo determina?os po~ los Impulsos del cere-
ó percibir en nosotros mismos las Impresiones, las sensaClo- uro La vista de un fruto mod1fica mt cerebro de manera que
nes, las 1deas que nos dan los O~Jetos que obran sobre ~ues­ le dispone á hacer mover mi brazo para coger el fruto que he
tros sentidos y los diVersos camb1os que nuestro cerebro u ór- visto y llevarlo á_mi ~oca. . . . .
gano interior produce en SJ. . Todas las modtficaciOnes que recibe el organo mtenor ó ce-
La memoria es la facultad que el cerebro_ t_Iene de renovar rebro todas las sensaciones, percepciones é td eas que los
en sí mismo las modificaciones que ha r~c1b1do ; de ponez:se obJe¡,¿s que conmuHen los sentidos J,e dan, ó que Denueva en
en un estado semejante al en que le pus~eron las p~rcepclO­ el mismo, son agradables ó desagra~ables, favorables ó . per-
nes, sensaciones é ideas que obJetos exteriOres l?roduJeron en judiciales á nueslro modo de ser habitual 6 pasaJe~o, y dispo-
él y por el orden que las re~Ib ió , sin que necesll~ una n~eva nen el órgano interior á obrar ; _lo cual hace en v1rtud de su
acción por parte de estos obJ etos y a~n cuando d1chos ObJetos propia energía, que no es la misma <en todos los séres d e la
est(!n ausentes. Nuestro cerebro advierte que estas modlf1~­ especie humana, y que depende de sus temperamentos. De
ciones son las mismas que experimentó antes por la I?resenCla aquí provienen las pasiones, más ó meno~ fuertes, que no_son
de los obJetos á que las refiere ó atrib~ye. La m~mona es fiel sino movimien tos de la voluntad, determmada por los obJetos
cuando estas renovaciones son las m1sm~s. Es mfiel c_uando que la conmueven en razón compuesta de la analogí~ ó de la
no reproducen exactamente las modificac10nes que el organo dtscordancia que se hallen entre ellos y nuestra propia mane-
experimentó anteriormente . . ra de ser, y de la fuerza de nuestro temperament~L Po_r lo tan-
Le imaoinación no es sino la facult~d que i1\me el_ce~ebro to, las pasiones se reducen á modos de ser ó m?dificacwnes del
de modificarse ó de formarse percepcwnes nuevas siguJendo organo interior, aLraido ó rechazado por los obJetos, y que,. por
el modelo de las que ha recibido en virtud de la acción sobr~ consiguiente, está sometido, á s u manera, á las leyes hs1cas
sus sentidos de los objetos exteriores. Lo que hace entonces de la atracción y de la repulsión.
nuestro cerebro es combinar ideas que recibió y recuerda, pa- La facultad que goza nuestro cerebro de percibir ó de s_er
ra formar con e llas un conjunto de modificacione~ que en ,ver- modificado, tanto por los objetos exteriores como por él mis-
dad no recibe por más que conozca las ideas part1culare~ o las mo, se designa algunas veces con el nombre de entendimiento_.
partes de que' se compone el conjunto ideal que sólo ex1ste en Se ha dado el nombre de inteligencia al conjunto de las di-
su interior. Así es cómo ha nacido la idea de. los Centauros,ct¡ ferentes facultades de que este órgano es susceptible. Se lla-
los Hipogrifos, de los Dioses, de los Demomo_s, etc. Merced_ ma razón una man era determinada de ejercer semejantes fa-
la memoria nuestro cerebro renueva sensacwnes, percepciO- cultades. Se llama ingenio, prudencia, bondad, virtud, etc.,
nes é ideas 'que ha recibido, y se representa obje~os q~e ~an á las disposiciones ó modificaciones constantes ó momentaneas
conmovido verdaderam ente sus órganos: por la Imagmll:c16n del órgano interior que h ace obrar á los séres de la especie
arregla esas modificaciones para hacer con ellas obJetos humana.
que no han conmovido sus órganos, aunque conozca los En una palabra, como luego probaremos, todas las faculta-
elementos ó las ideas con que los compone. De esa manera los de~ intelectuales, es decir, todos los modos de obrar que atri-
hombres, combinando un gran número de ideas formadas por bmmos al alma, se reducen á modificaciones, á cualidades, á
ellos mismos, tales como la de jus ticia, prudencia, . bon~ad, modos de ser, á cambios producidos por el movimiento en el
inteligencia, etc., han conseguido con ayuda de la ImagiD~· ce~ebro, que es visiblemente en nosotros el centro del senti-
ción, formar un todo ideal al que pusieron el nombre de l- Tl!Jento Y principio de todas nues tras acciones. Estas modifica-
vinidad. CJon~s tienen su causa en los objetos que impresionan nuestros
Se ha dado el nombre de juicio á la propiedad que tie?e el ~nh~os, cuyos impulsos se trans miten al cerebro, ó más bien
cerebro de comparar las modificaciones ó ideas que reCJbe 6 ' las 1deas que estos objetos han despertado en él y que este tie-
que tiene el poder de despertar en sí mismo, á fin de descu- ~ebel P9de~ de reproducir. El cerebro á su vez. se mueve. r eobra
brir sus relaciones y efectos. to re Si m1 c:.mo y pone en juego los organos que van á conctn-
La voluntad es una facultad de nuestro cerebro por la cual rarse ~n él ó que, más bien, son una extensión de su propia
se dispone á la acción, es decir , á mover los órganos del cue{ t-nstanct_a. Así se explica como los movimientos ocultos del
po con el objeto de procurarse lo que le modifica de un rno 0 órgano Interior se hacen sens ibles al exterior por seflales visi-
70 IEAN MESLIER
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bles. El cerebro, impresionado, por un sentimiento que llama-
mos temor, exc1ta el temblor en los miembros y esparce la pa- lacione.s, las proporciones, las modificaciones, los séres que de
hdez en el rostro. Este cerebro, afectado por un sentimiento ellas r~ultan no pueden tener entre st una semejanza perfecta,
de .dolor, hace salir lagri~as de nuestros OJOS, aunque ningún y sus modos de obrar deben dlv~r::.Jticar en algo, aun cuando
obJeto le conmueva; una 1dea que se afirme con fuertes ra::.gos creamo~ ver entre ellos la mayor 1gualdad.
basta para qu~ el ~~ebro expenmente modificaciones muy vi- Como consecuencia de este pnnciplo, que todo conspira á
vas que mfiuyen v1s1blemente sobre toda la máquina. probarnos, no hay dos ind1v1duos de la especie humana que
En todo. esto solo reconoce_mos una misma sustancia que tengan las mismas facciones, que sientan precisamente de la
obra con dn ers~dad ea sus _diferentes parles. Si alguien dice mrsrna manera, que piensen según un modo conforme, que
qu~ este mecams!Il~ no expl1ca con bastante claridad el prin- vean las cosas con los mismos ojos, que tengan las mismas
CIPIO de los mov1m1entos o de las propiedades de nuestra al- ideas m, por Lanto, el mismo sistema de conducta. Los órga-
ma, le contestaremos que está en el mismo caso que todos los nos vis1bles de los hombres, asi corno los ocultos, tienen ana-
cue rpos de la Naturaleza, en los cuales los movimientos más logías 6 punLos generales de semeJanza y conformidad que los
senc1llos, los fenómenos más ordinarios, los modos de obrar hacen parecer afectados del mismo modo por c.ausas .: málogas ;
mas comunes son misterios inexpicables de que no conocere- pero sus diferencia::> son infimtas en los detalles. Las almas
mos _acaso nunca los primeros principios. En efecto, ¿cómo humanas pueden ser comparadas á instrumentos cuyas cuer-
nos l!son]ear~mos de conocer el verdadero principio de la gra- das, ya disii11tas en sí, ó diferentes por las materias de qu€ se
vedad por v1rtud del cual cae un..a piedra? ¿Conocemos el componen, están además montadas sobre diferentes tonos: un
mecamsmo . 9ue produce la atracción en algunas sustancias nusmo impulso, Lrae de cada cuerda el sonido que le es pro-
Y la rep_ul~wn en otras? ¿Podemos explicar la comunicación pro_: es decir, que depende de su tejido, de su te nsión, d e su
del mov1m1ento de un cuerpo á otro? Por otra parte, las di- grueso, del estado momentáneo en que la pone el aire que la
ficultades que tropezamos á propósito de la manera de obrar rodea, etc. Esto es lo que produce e l espectáculo tan variado
del alma, ¿se v€ncen convirtiéndola en un sér espiritual de q_ue no~ of~ce el mundo moral, y de donde resulta la grandí-
que no tenemos _la menor idea y que, por consiguiente, destru- Sima diversidad que encontramos entre 1os espíritus las fa-
ye todas las nocwnes que de ella pudiéramos formarnos? Bás- cu ltades,_ las pasiones! l_as energías, los gustos, las im~ginacio­
~cnos sab~ r que el alma se mueve y se modifica según las cau- nes, las Ideas y las opmJones de los hombres. Tal diversidad es
:)as _malenales que obran sob re ella ; lo que nos autoriza á de- tan grande como la de los temperamentos, tan variada como
duci r _que loda.s sus operaciones y facultades prueba n CJUe es l ~s fisono!Ilías: de esla diversidad resultan la acción y la reac-
material. Ción continuas que hacen la vida del mundo moral · de esta
discordancia resulta la armonía que mantiene y co~serva la
raza humana.
La diferencia que se halla enlre los individuos de la espe-
Cie humar, a pone. entre ellos desigualdad, y es esta desigual-
dad la que constituye el sostén de la sociedad. Si todos los
CAPITULO IX. hombres se equivaliesen por las fuerzas del cuerpo v por los
talentos del_ espí_ritú, no tendrían ninguna necesidad unos de
~tros:. la diversidad de sus facultades y la desigualdad que
DIFERENCIA ENTRE LAS FACULTADES INTELECTUALES: SU DEPEN- · ~ veflfica entre ellos son las causas que hacen necesarios re-
DENCIA DE CAUSAS FiSICAS, Y DE SUS CUALJD.\.DES MORALES. - ~Jprocamente á los. mortales: sin esto vivirían aislados. Así
~mos 9ue esta desigualdad, de que á menudo nos quejamos
PRJNCIP.OS LATURAL ES DE LA SOCIABILIDAD, DE LA MORAL Y DE
~1 n. razon, Y la imposibi lidad en que cada uno se halla de tra-
LA P J LÍTICA.
a)lr eficazmente solo para consE-rvarse y procurarse el bie-
ne<:tar, nos ponen en la feliz necesidad de asociarnos de dr-
La ~aturaleza está obligada á diversificar todas sus obras: ¡.ender de nuestros semejantes, de merecer y solicitar su auxi-
mater1as eleme_ntales, independientes por la esencia, deben e1~i'tad e hacerlos_ favorables á nuestras miras, de atraerlos para
formar seres diferentes por sus combinaciones y sus propie- r por med1o de esfuerzos comunes lo que pudiera turbar
~~~~s,Npor su modo de ser y de obrar. No hay ni puede haber ~1 rde~ en nuestra máquin~. A consNuenrin de la divcrsidarl.
t . atura_leza, dos séres y dos combinaciones aue sean ma- nfenos omb_res Y de su desigualdad, el débil se garantiza po-
emábca Y r1guros_amente iguales, puesto que, no· siendo nun- las dose ba¡o la protección del más fuerte ; y éste recurre á
1
juzg~c~~-'¡ al talento, á la industria del mác::. drbil cuando los
ca perfectamente Iguales, el lugar, las circunstancias, las re-
nadioneu I ~s .para ~í. EstB: desigualdad natural hace que las
s di stingan a los cmdadanos que les prestan servicios
i2 JEAN MESLIER LA RELIGIÓN NATURAL 73

y en razón de ::;us necesidad~ honran y reco:npen.san á las la textura y disposición de sus fibras, llega á ser mucho más
ver::;onas cuyas luces, beneficios, socorros y virtudes les pro- diferente si toma alimentos nutritivos, si bebe vino y hace ejer-
curan ventaJas reales ó ImaginarNlS, placeres, sensaciones cicio· mientras que .el otro, que no bebe mas que agua ni toma
agradable~ de todo genero ; por ella toma el genio ascendiente alim~ntación suculenta, l-anguidece en la inercia y la ocio-
sobre 1os hombres, y pueblo~ enl~ros recon~cen su poder. Hay sidad.
pue~, que reconocer que la diversidad y desigualdad de las fa- Es indudable que todas estas causas influyen necesaria·
l.'ullade.;;, sean corp_orales como mentales ó intelectuales, hacen mente sobre el e!::.píritu, sobre las paswnes, sobre las volun·
al hombre necesario al hombre ; le hacen sociable y le prue- tades· en fin, sobre lo que se distingue con el nombre de fa-
ban con evidencia la necesidad de la moral. cultades intelectuales. Así vemos que un hombre sanguíneo
Seg:ún la _di_versidad ~e sus facultades, los sére.s de nuestra es comunmente espiritual, arrebatado, voluptuoso, empren-
especie se dtviden. en ~Iferentes clases, ya por los efectos que dedor· mientras que un hombre flemático es de concepción
producen, ya por 1as diferentes cualidades que en e llos se no- lenta 'difícil de conmover, de imagina!Ción poco viva, pusi-
tan Y que emanan de las prcpiedades individuales de sus al- láni~e, incapaz de una voluntad decidida.
mas 6 de las modificaciones especiales de su cerebro. Así es Si se consultara la experiencia y no la preocupación, la me-
que el espíri!ú, la ~nsibilidad, la imaginación, los talentos, dicina suministraría á la moral la llave del corazón humano,
etc., crean diferencias entre los hombres. Así es cómo unos y, al curar el cuerpo, tendría algunas veces la posibilidad
s~n l!a~ados buenos y otros malos; virtuosos y viciosos, sa- de curar el espíritu. Haciendo de nuestra alma una sustan-
IJios e zr¡n~rantes. ra=onables é irra:.onablrs, etc. Cia espiritual, se satisfacen con administrarle remedios espi -
81 exammamos todas las diferentes cualidades atribuída.<5 al rituales que no influyen sobre el temperamento y que á ve-
nl~a, veremos que, como las del cuerpo, son debidas á causas ces sólo le dañan. El dogma de la espiritualidad del alma ha
fisicas. Las facultad~s del alma son las mismas que las del hecho de la moral una ciencia hipotética que no nos da á co-
cuerpo 6 d~penden siempre de su organización, de sus propie- nocer en modo alguno los verdaderos móviles que se deben
dades parllculare.s y de las modificaciones constantes ó eYen- emplear para c.brar sobre los hombres. Ayudados por la ex-
tuales quc> experimenta; en una palabra, del temperamento. periencia, _si conociésemos los e lementos que constituyen el
El temprramento, en cada hombre es el estado nonnal en fondo del temperamento de un hombre ó del mayor número
que se hallan los fluidos y los sólid¿s de que su cuerpo está posible de individuos de que un pueblo está compuesto, sa-
compuesto. Los _temperamentos difieren en razón de los ele- bríamos lo que l,es concierne, las leyes que les son necesarias,
~ent.os ó maLeri_as que dominan en cada individuo y de las las instituciones que les son útiles. Concluyendo, la moral y
d_Iferen~es combmac~one~ y modificaciones que estas mate- la pohtica podrían sacar del Materialismo ventajas que el
rias, diversas por SI mismas, padecen en su máquina. Por dogma de la espiritualidad no les suministrará nunca y .en
eso _en unos abunda la sangre en otros la bilis en algunos las cuales ni aun podrá siquiera pensar. El h ombre será siem-
la hnfa, etc. ' ' pre un misterio para los que se obstinen en estudiarle con los
dr~l temperamento n?s lo da la Naturaleza, nue.-;;tros pa- predispuestos ojos de la teología, ó que atribuyan sus acciones
s, las cau50:s qu~ sm cesar, y desde el primer momonfo á un principio ó causa del que nunca pueden tener idea. Si
de nuestra existencia, nos han modificado. En el seno de la verdaderamente deseamos conocer al hombre, tratemos
mad~e es_ donde cada cual ha tomado las primeras materias de d~scubrir las materias que entran en su combinación y
~se fmflUirán ~urante toda la vida sobre sus pasiones, sobre constituyen su temperamento. Tales descubrimient-Os servi-
nes acultades mtelectualPs, sobre s_n enerQ.:ía, sohre ~us pasi~ rán_para hacernos adivinar la naturaleza y las cualidades de sus
dad crePr~ su con.duc~.a. Nuestra misma ahmenlarión, la cal 1- ~s1ones é inclinaciones, v para presentir su conducta en oca-
u a re que Jespiram?s . .el chma eme habitamo8. bs ideas SIOnes dadas: ellos nos indicarán los remedios que podremos
qt e nos presenlan, las opmiones que nos dan modifican este emplear ~n ~xito para modificar ó corregir los defectos de
emperamento . ·· .v Ptles to que esv.ts
i~ • • •
CJrcunstancias '
no nueden ser una org~mzac1ón viciosa ó de un temperamento perjudicial
~unca rJgurosa~ente las mismas en todo para dos hombres, á la sociedad como al que lo posee.
g~a~~ede,0 mara~Illar que haya entre ellos una diversidad tan En efec to , es indudable que el temperament-O del h ombre
d .. de, que aya t_antos temperamentos distintos como in- puede ser corregido, alterado, modificado por causas tan físi-
IVI uos de la especie humana. cas ~omo las que lo consbituyen. Cada uno de nosotros puede.
sem Por· eso · y á pe<:.ar
· d_e que 1os rorohres tcng·an entre SI, nn1 fn Cierto modo, formarse un temperamento : un hombre de
·ido eJa~~a g~n~ral , difieren esencia1lmente, tant-O por el te- emparamento sanguíneo, por medio de una alimentación me-
~alezr 1~i~f/ción de las fibra~ Y nervios, como por la natu- tos suculenta ó más escasa, a.bsteniéndose de licores fuer-
imprirri'en mo~f~ _de t las mU aterias que hacen obrar estas y les c~~t"edtc., puede l~eg~r á corregí~ la natural~za, la calidad y
Ien os. n hombre , ya distinto de otro por I ad del mov1m1ento d el flmdo que domma en él. Un bi-

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