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II
Como les decía, en la granja cada uno y cada cosa cumplía con su función. Las inútiles no existían y si
algo fallaba, si el tractor se descomponía o el molino dejaba de elevar agua o se enfermaba algún animal o los
plantíos se estropeaban, los habitantes de la granja lo sentían profundamente, porque afectaban a todos. La
granja era como un gran cuerpo donde cada parte era preciada y a su vez muy necesaria.
Sin embargo, ese día llegó una noticia tan grave que hasta los árboles más altos y fuertes agacharon sus
ramas en acto de dolor y de tristeza.
- ¡Es increíble! - dijo Wanda.
- ¡No es posible! - agregó Giannella.
Luis y Leandro leían atentos las páginas centrales de un periódico. Las niñas, presintiendo la desgracia,
dejaron de jugar y miraban con sus grandes ojos las caras serias de sus padres.
- Mañana mismo vamos al pueblo a hablar con alguna autoridad - sugirió Luis.
- Sí - opinó Leandro. – Tenemos que averiguar qué es lo que pasa y por qué van a tomar semejante medida.
Esa mañana no hubo alegría en la granja. En el almuerzo nadie habló. Hasta los pájaros se habían callado
y no se oía el mugido de las vacas ni el cacareo de las gallinas, y el gallo Crestón estaba triste de veras.
El periódico anunciaba que a partir de la próxima semana el tren ya no pararía en la Parada 76 ni en
ninguna parada de su trayecto. Solamente saldría de alguna gran estación lejana y no se detendría sino hasta
llegar a su destino final, que de ida sería la capital y de regreso alguna ciudad grande del interior. (…)
“La fantástica historia de una granja rebelde y el secreto de un río” Ignacio Martínez Fragmento del Capítulo II
A) Comprensión de texto.
B) Estudia, según su acentuación, las palabras destacadas en negrita, explicando la presencia o ausencia del
tilde.
C) Elige del texto tres verbos conjugados. Cópialos en el siguiente cuadro y complétalo.