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FACULTAD DE PSICOLOGÍA (UNLP)

CÁTEDRA DE PSICOLOGÍA FORENSE

ANÁLISIS DE LA LEY NACIONAL Nº 26657


DE PROTECCIÓN DE LA SALUD MENTAL.

Autores:

Emilia PALADINO,
Romina URIOS,
Silvio ANGELINI

ANTECEDENTES Y PROCESO DE SANCIÓN Y REGLAMENTACIÓN

El proyecto de ley ingresó en la Cámara de Diputados en marzo de 2009 con la


firma de los diputados y diputadas nacionales Leonardo Gorbacz, Cecilia Merchán,
Mónica Torfe, Juan Héctor Sylvestre Begnis, Luis Cigogna, Adela Segarra, Vilma
Ibarra, Mónica Fein, Roy Cortina y Silvia Storni. En octubre del mismo año, obtuvo la
media sanción sin disidencias ni observaciones (174 votos afirmativos, 9 abstenciones
y 72 ausentes)

En 25 de noviembre de 2010, el Senado dio sanción a la norma con 47 votos


afirmativos y una abstención: la del senador radical Eugenio “Nito” Artaza. Los 24
senadores restantes estuvieron ausentes. (Bernazza, C., 158:2013)

Fue promulgada el 2 de diciembre del año 2010 y publicada en el boletín oficial


el 3 de diciembre de ese mismo año.

Luego de un extenso proceso de debate solicitado por la Presindeta de la Nación


y en el acto de promulgación de la norma, la reglamentación fue aprobada el 29 de
mayo del año 2013. Dicho proceso de debate consistió en la implementación de foros
regionales, consultas con especialistas de trayectoria internacional, organizaciones
científicas y profesionales, organizaciones de derechos humanos y aportes
individuales. Dicho proceso finalizó en octubre de 2011. Luego de ello sufrío un parate
debido al lobby ejercido por las corporaciones médicas que se oponían tanto a la
sanción de la ley como de su implementación, entre las que se destacan la Asociación
de Psiquiatras Argentinos (ApsA), la Facultad de Medicina de la UBA y la Asociación
de Médicos Municipales de la C.A.B.A..

Antecedentes.

Son antecedentes de esta ley:

- La Ley de Desmanicomialización de Italia, iniciada en Trieste por Franco


Basaglia, que llevó a la ley 180/1978.

- Los Principios de Naciones Unidas para la Protección de los Enfermos


Mentales y para el Mejoramiento de la Atención de Salud Mental, adoptada por la
Asamblea General en su resolución 46/119 del 17 de diciembre de 1991.

- La Declaración de Caracas de la Organización Panamericana de la Salud y de


la Organización Mundial de la Salud, para la Reestructuración de la Atención
Psiquiátrica dentro de los Sistemas Locales de Salud, del 14 de noviembre de 1990.

- Los Principios de Brasilia Rectores para el Desarrollo de la Atención en Salud


Mental en las Américas, del año 2005.

Estos últimos tres documentos tiene estatuto constitucional dada la reforma de


nuestra carta magma del año 1994.

El decreto-ley Nacional 22.914 dictado en 1983 por la última dictadura cívico-


militar, “Personas con deficiencias mentales, toxicómanos y alcohólicos crónicos”.

Ley provincial 2440 de la Provincia de Río Negro. Año 1991.

Ley de Salud Mental de la Ciudad de Buenos Aires 448, del año 1998 .

Ley provincial 10772 de la Provincia de Santa Fé, del año 1991

La ley Nacional de Salud Mental de Brasil 10.216 del 2001.

Ley 1053 de la Provincia de San Luis. “Ley de Salud Mental de la Provincia de


San Luis”. Año 2006.

Ley nacional 26378 de aprobación de la Convención Internacional de los


Derechos de las Personas con Discapacidad (ONU, 2006) y su protocolo facultativo,
del año 2008.
En el anexo se puede consultar el marco de normas (nacionales e
internacionales), estándares, recomendaciones, fallos y casos (nacionales e
internacionales) sobre salud mental y derechos humanos.

Breve historización.

Si bien la Ley Nacional de Salud Mental es de reciente promulgación y


reglamentación, ha sido producto de luchas y ha conllevado un fuerte trabajo por parte
de profesionales de la salud mental para llegar hasta la instancia de aprobación.

Las primeras discusiones comenzaron por la década del 50 y que llevaron a la


creación del Instituto Nacional de Salud Mental, las cuales fueron interrumpidas por los
gobiernos de facto que se sucedieron en nuestro país hasta el retorno definitivo de la
democracia en el „83. A partir de ese momento, se retoman los ideales de la
desmanicomialización.

En 1985, comienza un proceso reformador en materia de Salud Mental en la


provincia de Río Negro, concretándose en el año 1988 el cierre del neuropsiquiátrico
de Allen. Más tarde, en el año 1991, sancionan la ley provincial de Salud Mental. Ese
mismo año, Santa Fé dicta una ley similar.

Con la inclusión de las normativas internacionales, entre ellas los Principios de


Naciones Unidas para la Protección de los Enfermos Mentales y para el Mejoramiento
de la Atención de Salud Mental, en la reforma constitucional de 1994, empieza a existir
un marco legal que favorece el impulso de movimientos de desmanicomialización.

En el año 2010 se crea la Dirección Nacional de Salud Mental y Adicciones, lo


que marca la presencia a nivel institucional de un nuevo paradigma, contando hasta el
momento dos gestiones, amabas dirigidas por psicólogos.

Con la aprobación del Plan Nacional de Salud Mental en octubre de 2013, se


incluye a las provincias en la necesidad de la adecuación de las normativas
provinciales a la Ley 26.657. La provincia de Buenos Aires sancionó, en noviembre de
2013, la ley provincial 14850 por la que adhiere a la norma nacional.
ESTRUCTURA DE LA LEY

La Ley Nacional de Salud Mental se encuentra dividida en 13 capítulos. Cada


uno de ellos agrupa artículos por temática abordada.

Capítulo I: Derechos y garantías;

Capítulo II: Definición;

Capítulo III: Ámbito de aplicación;

Capítulo IV: Derechos de las personas con padecimiento mental;

Capítulo V: Modalidad de abordaje;

Capítulo VI: Del equipo interdisciplinario;

Capítulo VII: Internaciones;

Capítulo VIII: Derivaciones;

Capítulo IX: Autoridad de aplicación;

Capítulo X: Órgano de Revisión;

Capítulo XI: Convenios de cooperación con las provincias;

Capítulo XII: Disposiciones complementarias.

Hay artículos que establecen definiciones conceptuales, ámbitos y autoridades


de aplicación, derechos protegidos, procedimientos y vinculados a la elaboración de
políticas públicas.

La ley junto al decreto reglamentario y el plan nacional de salud mental


conforman el trípode sobre el que se asienta la política pública nacional de salud
mental.

ALGUNOS PUNTOS CENTRALES.

Cambio en la concepción sobre la salud mental

La ley en el art. 3 presenta la definición de Salud Mental en la que define “como


un proceso determinado por componentes históricos, socio-económicos, culturales,
biológicos y psicológicos, cuya preservación y mejoramiento implica una dinámica de
construcción social vinculada a la concreción de los Derechos Humanos y sociales de
toda persona”. En esto podemos encontrar un punto de correlación con las
definiciones que postula el Código de Ética del Colegio de Psicólogos de la Provincia
de Buenos Aires, en tanto sostiene que “entendemos la salud mental como uno de los
derechos humanos fundamentales, contemplado también constitucionalmente, que
surge como una construcción histórica de los pueblos y apunta a un ideal social que
debe brindarse a todos por igual, en el mayor nivel de calidad posible, y con el sólo
límite que la ciencia establece” (Consideraciones generales del Código de Ética).

Es un cambio sustancial, ya que la define como proceso y no como estado,


tal como se sostiene en la clásica definición de la OMS, donde la salud es entendida
como el estado de perfecto bienestar físico, mental y social.

Otro cambio de suma importancia, es que se incorpora a las adicciones como


una problemática de salud mental, tomando a las personas con un uso
problemático de drogas como sujeto de derechos.

Protección de derechos y democratización en el ámbito de la salud mental

Se pone especial énfasis en la perspectiva de Derechos, sobre todo con relación


a la protección de los derechos de las personas usuarias de los servicios de salud
mental.

En el primer capítulo de la ley se exponen los derechos y garantías que asegura


la ley: “Asegurar el derecho a la protección de la salud mental de todas las personas, y
el pleno goce de los Derechos Humanos de aquellas con padecimiento mental que se
encuentran en el territorio nacional” (art. 1º), siendo este su objetivo principal. Como
vemos la protección de la salud mental, como integrante del derecho a la salud, es
para todas las personas. No debe entenderse que esta ley es solo para aquellas que
sufren un padecimiento mental crónico o grave, aunque hace un mayor hincapié sobre
ellas dado grado de vulnerabilidad psicosocial.

Se introduce la nominación de “persona con padecimiento mental”1, para hacer


hincapié sobre la persona y no sobre el padecimiento (enfermo mental, esquizofrénico,
psicótico, etc.) para favorecer la no discriminación y la desestigmatización.

1 En la reglamentación de la Ley, se utiliza la nomenclatura “sufrimiento psíquico”. En el Plan


Nacional de Salud Mental, recientemente presentado, se retoma en el prólogo, la nominación de “ persona
Esta norma implica una ampliación de derechos, que no estaba garantizado en
el ámbito del derecho interno. Entre esos derechos (art. 7) se destacan:

A recibir asistencia sanitaria y social, integral, humanizada y con acceso


gratuito, igualitario y equitativo.

No ser discriminado;

No ser sometido a tratos o penas crueles inhumanos o degradantes;

No ser sometido a experimentos médicos sin el debido consentimiento


informado;

A que su estado de salud no sea considerado inmodificable o permanente.

A la vida en comunidad y la protección de los vínculos afectivos, laborales y


sociales (inclusión social);

Que la palabra de la persona usuaria y sus vínculos afectivos sea tenida en


cuenta por los profesionales en la atención y el tratamiento (toma de
decisiones).

A recibir información de manera clara y comprensible sobre sus derechos, su


estado de salud y el tratamiento, utilizando para ello todos los medios
necesarios para poder lograr su comprensión.

El derecho al consentimiento informado (art. 7 inc. j y art. 10) y que la


persona participe en la toma de decisiones en su tratamiento (art. 7 inc. k) implican
una ruptura con un orden autoritario, en la que la palabra del profesional es la única
que se tiene en cuenta en el proceso de atención y tratamiento.

Al respecto Frías, López y Povilaitis (2011) expresan sobre el consentimiento


informado que

...se trata de efectivizar cotidianamente una concepción respecto de


la salud, los usuarios y los equipos, radicalmente distinta, repensar
cotidianamente el lugar asignado y asumido, desmitificando el automático

con padecimiento mental”, explicando que se utiliza para desterrar la noción de “enfermo mental”,
asimismo, en el documento mencionado, se tomará la acepción de “procesos de atención” en lugar de
“tratamiento” para separar a la enfermedad –en tanto se piensa como un objeto ficticio- de la integralidad
del sujeto
de que “sabemos lo que es mejor para el otro”. Se torna necesario resituar
la responsabilidad y competencia técnica pues no se trata de decidir por
el otro sino de brindar en forma rigurosa y adecuada todas las
alternativas posibles a fin de posibilitar la toma de decisiones sobre la
propia vida.

Reconocer el derecho a ejercer la capacidad de decidir de una


persona respecto de su persona, plantea el desafío de democ ratizar las
prácticas en salud. Contrariamente a lo que suele creerse ello no
dispensa de responsabilidad ni de rigurosidad o calidad en la atención.
Enfrenta a encrucijadas éticas y políticas donde la legislación y la
perspectiva de derechos humanos ofrecen una directriz válida para la
construcción diaria del derecho a la salud.

Convergentemente, Angelini, Carrillo, Irie y Pena (2011) sostienen ideas


similares cuando hablan de la participación en el tratamiento:

“La ley nacional de salud mental como otras normativas y


estándares internacionales sostienen la necesidad de un diagnóstico
interdisciplinario, entendido como un diálogo (democrático, de igual a
igual) y consenso entre disciplinas respecto de un problema común y no
como la sumatoria de saberes sin diálogo entre ellos, sin producción de
algo nuevo, esto último propio de los enfoques multidisciplinarios.

Pero este diálogo interdisciplinario no se agota solo en los saberes


profesionales. Sino que debe ampliarse a la participación de otros

actores: la persona misma, sus referentes afectivos, su comunidad .

Esto plantea un cambio paradigmático en la concepción de la


atención en salud mental

Otro aspecto de la democratización tiene que ver con las modificaciones


sustanciales en el rol y la práctica de los trabajadores de la salud en general y del
psicólogo en particular. Se equipara el saber de psicólogos, psiquiatras, trabajadores
sociales, licenciados en enfermería, entre otros, en lo que hace a la conducción de
instituciones, servicios o equipos de salud mental. La misma está determinada por la
idoneidad (art. 13). Anteriormente, diversas normas vedaban esta función a los
profesionales no médicos.
Desmanicomialización y desinstitucionalización

La ley prohíbe la creación de nuevos hospitales monovalentes, públicos o


privados (art. 27). Los existentes deben adecuar sus servicios a este nuevo
paradigma. Se establece así un proceso de desmanicomialización y
desinstitucionalización de la atención y tratamientos, que tiene como horizonte
temporal el año 2020, tal como lo estipula el Consenso de Panamá de la OPS/OMS
del año 2010 (esto está señalado en la reglamentación de este artículo).

De esta manera, se deben reestructurar los Servicios de Salud Mental para que
tengan como eje la comunidad y no el hospital (enfoque hospitalocéntrico), sin que ello
implique reducción de personal o de sus derechos.

Como forma de combatir la lógica manicomial de la atención de la salud mental,


las internaciones referidas a la salud mental atenderse en hospitales generales (art.
28), siendo un acto de discriminación no hacerlo y que es sancionado por la ley 23592
(antidiscriminatoria). Esto alcanza a las internaciones vinculadas a consumos
problemáticos de sustancias (Art.4)

El centro de la atención en salud mental está en la comunidad y no en el


hospital. Se debe tender al mantenimiento de los vínculos comunitarios, familiares o
referentes afectivos, laborales y no su restricción. Es decir se debe promover la
inclusión sociocomunitaria y no la exclusión que implica la internación. Debiendo para
esto adoptarse modalidades de abordaje interdisciplinarias e intersectoriales basadas
en los principios de la Atención Primaria de la Salud (art. 9). Esta idea se sostiene en
que el ser humano solo puede desarrollarse plenamente en la comunidad (art. 29 de la
Declaración Universal de Derechos). Es una forma de combatir psiquiatrización de la
pobreza que ha generado los denominados pacientes sociales: personas que por su
prolongada internación (hasta varias décadas) han perdido todo vínculo con sus
referentes afectivos y su comunidad. Para ello, la ley propone diferentes dispositivos
alternativos a la internación para el tratamiento de las personas en comunidad: casas
de convivencia, hospitales o centros de día, consultas ambulatorias y atención
domiciliaria, servicios de promoción y prevención, cooperativas de trabajo,
emprendimientos sociales, centros de capacitación socio-laboral, hogares, entre otros
dispositivos creados o a crearse. Todo ello, desde acciones de articulación
intergubernamental, intersectorial e interestatal (art. 11).
Abordaje interdisciplinario e internación

1. El trabajo interdisciplinario de todos los profesionales intervinientes. Esto


está en relación con la concepción de sujeto de abordaje integral que se presenta en
la ley. La interdisciplinariedad es uno de los puntos de mayor tensión en esta
normativa, dado que muchas veces no se comprende el concepto de interdisciplina y
se termina trabajando multidisciplinariamente.

La ley propone que la atención en Salud Mental debe ser llevada a cabo por
un equipo interdisciplinario. Las áreas que se mencionan son la psicología (en primer
lugar, lo que marca cierta postura por parte del redactor), psiquiatría, trabajo social,
enfermería, terapia ocupacional y otras disciplinas pertinentes. En la reglamentación
se sostiene que las disciplinas que se mencionan en la ley, no son taxativas y que los
equipos deberán confeccionarse de acuerdo a las necesidades de cada comunidad.
Ello, se enmarca en la idea de sujeto subyacente en la ley, un sujeto integral y
de derecho. Idea que está presente en los Principios Generales del Código de Ética
del Colegio de Psicólogos de la provincia de Buenos Aires, los que dicen “Concebimos
al hombre destinatario de nuestra práctica desde una perspectiva integral del
fenómeno humano, como una persona concreta que estructura singularmente su
experiencia, como un sujeto a la vez producido y productor de su medio social,
multideterminado por una trama de vínculos significativos internos y externos,
expresados y representados a través de dinamismos grupales; emergente en un
contexto histórico que lo enmarca y delimita; portador de una ideología, inscripto en
una cultura, inmerso en sus circunstancias socioeconómicas y políticas, y tendiendo a
organizarse como una totalidad y unidad en el nivel de integración”

2. La internación debe considerarse un recurso terapéutico de carácter


restrictivo, y debe ser empleada cuando se hayan agotado otras medidas terapéuticas
realizadas en el ámbito familiar, comunitario y social (art. 14). La misma debe ser lo
más cerca posible de su comunidad de origen y con la premisa de que sea lo más
breve posible, para evitar la ruptura de vínculos comunitarios y familiares.

Toda internación en salud mental debe cumplir con una serie de requisitos que
la habilitan legalmente (arts. 16 y 20, 21, 22, 24, 25 y 26).

Existen dos tipos de internación: la voluntaria (art. 18) y la involuntaria (art.


20). La primera es cuando la persona decide acudir a un servicio de salud mental para
solicitar internarse, la que debe ser informada al juzgado si se prolonga más de 60
días. El juez interviniente deberá decir en un plazo de 5 días si autoriza la continuidad
de la medida.

La segunda solo es procedente cuando a criterio del equipo de salud m ediare


situación de riesgo cierto e inminente para sí o para terceros que amenace o cause
perjuicio a la vida o integridad física de la persona y/o de otras. Ese riesgo debe ser
verdadero, seguro e indubitable. El riesgo no se debe reducirse a una clasific ación
diagnóstica o psicopatológica por ello es necesario… “estar atentos a estos falsos
enlaces que se establecen directamente entre diagnóstico y riesgo ya que conllevan
una toma de decisión, de determinada conducta terapéutica en la cual prevalece la
visión del especialista para la determinación del riesgo, siendo evaluado como si
pudiera cuantificarse con parámetros objetivos, y de modo verticalista, lo que puede
suceder si…..” (Angelini, Carril, Irie, Pena, op cit)

Por el ello, la determinación del riesgo debe ser hecha desde un criterio
interdisciplinario e intersectorial incluyendo a la persona y sus referentes
vinculares, donde se analicen las diversas dimensiones: sanitaria, social, educativa,
vincular-familiar, laboral, comunitaria.

No debe confundirse riesgo cierto e inminente para sí o terceros con


peligro para sí o terceros. Uno habla de una segura afectación concreta de la
seguridad física o a la vida. El otro hace hincapié en la supuesta peligrosidad de las
personas que tiene un padecimiento mental. Eso remite al paradigma peligrosista
contario al paradigma de derechos humanos. Se originó en los orígenes de la
psiquiatría en la que se asoció locura y crimen, locura y peligrosidad.

La internación es una decisión del equipo interdisciplinario, es decir se


desjudicializa esta decisión terapéutica, que antes era dispuesta por un juez, quien
determinaba tanto el comienzo como el fin de la misma. De este modo, se privilegia la
noción de procesos de atención, ya que es el equipo interdisciplinario quien determina
el inicio y fin del mismo. Por otro lado, el psicólogo junto a otro profesional de otra
disciplina puede determinar una internación o el alta de una persona, actos que antes
sólo correspondían al médico psiquiatra solicitarla y el juez determinarla.

La internación debe entenderse como una forma de privación de la libertad.


Al respecto la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en los
Principios y Buenas Prácticas sobre la Protección de las Personas Privadas de
Libertad en las Américas (res. 1/08 13/03/2008)
“Cualquier forma de detención, encarcelamiento, institucionalización, o
custodia de una persona, por razones de asistencia humanitaria,
tratamiento, tutela, protección, o por delitos e infracciones a la ley,
ordenada por o bajo el control de facto de una autoridad judicial o
administrativa o cualquier otra autoridad, ya sea en una institución pública o
privada, en la cual no pueda disponer de su libertad ambulatoria. Se entiende
entre esta categoría de personas, no sólo a las personas privadas de libertad
por delitos o por infracciones e incumplimientos a la ley, ya sean éstas
procesadas o condenadas, sino también a las personas que están bajo la
custodia y la responsabilidad de ciertas instituciones, tales como: hospitales
psiquiátricos y otros establecimientos para personas con discapacidades
físicas, mentales o sensoriales; instituciones para niños, niñas y adultos
mayores; centros para migrantes, refugiados, solicitantes de asilo o refugio,
apátridas e indocumentados; y cualquier otra institución similar destinada a la
privación de libertad de personas”. (Disposición General)

Por ello, toda internación, en especial la involuntaria, debe ser monitoreada para
que la misma no sea una privación ilegítima de la libertad. Para ello, la ley crea la
figura del abogado defensor, quien debe proteger los derechos de la persona
internada (art. 22). Puede oponerse a la internación o solicitar la externación. Por otra
parte, se crea el Órgano de Revisión de Internaciones (art. 38 al 40) el que evaluará
las internaciones involuntarias, recibirá y realizará denuncias sobre irregularidades,
posee facultades de apelación y supervisión de internaciones involuntarias luego de un
largo tiempo. Es interdisciplinario e intersectorial, es decir, esta compuesto por
organismos estatales y organizaciones civiles.

La provincia de Buenos Aires sancionó y promulgó la ley 14580 por la que


adhiere a la ley nacional. Ello obliga a la jurisdicción a crear un organismo con
funciones similares. Esto crea una problemática dado la extensión territorial y la
poblacional de la provincia.

Capacidad Jurídica e inhabilitación

En el art. 3 se expresa que prima la presunción de la capacidad jurídica. Esto


significa que la persona puede ejercer por sí misma sus derechos. Esto rompe con
el paradigma tutelar en el que por el simple hecho de tener un padecimiento mental y
que sea judicializado, los todos los derechos de la persona eran restringidos. Su
curador (figura judicial, no médica) era el encargado de ejercerlos por ella bajo el
supuesto de lo mejor para la misma. Así los derechos civiles, políticos y sociales eran
restringidos casi siempre de por vida solo por su padecimiento mental.

La ley en el art. 42 modifica el art. 152 ter. Del Código Civil actual y establece
que las declaraciones de inhabilitación o incapacidad deben fundamentarse en
evaluaciones interdisciplinarias. Las mismas no pueden durar más de tres (3) años y
debe especificar que funciones y actos (derechos) se restringen tratando de afectar lo
menos posible la autonomía personal.

Plan Nacional de Salud Mental

El Plan Nacional de Salud Mental está establecido en el art. 31. El 8 de octubre


de 2013 fue presentado por las autoridades del Ministerio de Salud de la Nación. El
mismo recibió los aportes de diversos organismos provinciales, nacionales,
universidades, asociaciones profesionales, personalidades destacadas y del Congreso
Internacional de Salud Mental y Derechos Humanos organizado por Madres de Plaza
de Mayo.

En dicho plan se establecen Propósitos, Objetivos y Metas para los próximos


años en materia de política pública nacional de Salud Mental. Entre sus objetivos
de destacan el cierre programa de los hospitales e instituciones monovalentes de
internación psiquiátrica; la apertura de camas de internación, de servicios de urgencia
en hospitales generales y de dispositivos de atención comunitaria desde la estrategia
de APS; fortalecimiento de la Red de Salud Mental, entre otros

Comentario final

Al igual que la Ley de ejercicio profesional, la Ley Nacional de Salud Mental, está
redactada por profesionales de la psicología y establece un cambio fundamental en la
práctica profesional al equiparar los saberes sobre salud mental con los psiquiatras.
Así como la Ley de Ejercicio Profesional, sacaba a los psicólogos de la supervisión y
del rol de auxiliares de la medicina que impuso el decreto-ley 17132 de la dictadura
cívico-militar presidida por el Gral. Onganía, la Ley de Salud Mental, viene a ganar otro
poco más de terreno para la democratización de las relaciones sanitarias,
profesionales y laborales.
ANEXO

MARCO SOBRE SALUD MENTAL Y DERECHOS HUMANOS

INSTRUMENTOS, LEYES Y PLANES LOCALES

Ley nacional 26657 de Protección de la Salud Mental (2010) y Decreto


reglamentario 603/13.
Ley nacional 26529 de los Derechos de los pacientes en su relación con los
profesionales e Instituciones de Salud (2009) y Decreto reglamentario 1089/12.
Ley provincial 14580 de adhesión a la ley nacional 26657
Consenso de la Provincia Buenos Aires (Ministerio de Salud, prov. de Buenos
Aires, 2012).
Plan Nacional de Salud Mental (Ministerio de Salud, Presidencia de la Nación,
2013).

INSTRUMENTOS INTERNACIONALES
Naciones Unidas
Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o
Degradantes (1984).
Principios de Naciones Unidas para la Protección de los Enfermos Mentales y
el Mejoramiento de la Atención en Salud Mental (1991).
Normas Uniformes sobre la Igualdad de Oportunidades para las Personas con
Discapacidad (1993).
Consenso de Panamá (OMS/OPS, 2010).
Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos (1957).
Reglas Mínimas sobre las medidas no privativas de la libertad (Reglas de
Tokio, 1990).
Convención Internacional de los Derechos de las Personas con Discapacidad
(2006).

OEA, Comisión Interamericana de Derechos Humanos


Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José de
Costa Rica,1969)
Principios y Buenas Prácticas sobre la Protección de las Personas privadas de
libertad en las Américas (CIDH, 2008).
Convención Interamericana para la Eliminación de todas la formas de
discriminación contra las Personas con Discapacidad (1999).

Organización Mundial de la Salud/Organización Panamericana de la Salud


Declaración de Caracas para la Reestructuración de la Atención Psiquiátrica
dentro de los Sistemas Locales de Salud (1990).
Declaración de Montreal sobre Discapacidad (1996).
Diez principios básicos de las normas para la atención de la salud mental
(1996)
Principios de Brasilia Rectores para el Desarrollo de la Atención en Salud
Mental en las Américas, (2005).
Consenso de Panamá (2010).
Plan de acción integral sobre salud mental 2013-2020 (2013).

CASOS Y FALLOS NACIONALES E INTERNACIONALES


Corte Interamericana de Derechos Humanos:
Fallo Ximénes Lopes contra el Brasil
Fallo Furlan contra la Argentina

Comisión Interamericana de Derechos Humanos:


Caso Congo contra el Ecuador

Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer


Caso Da Silva Pimentel contra el Brasil

Corte Suprema de Justicia de la Nación


Fallos Tufano (2005), Hermosa (2007), R.M.J. (2008) y S.de B., M. del C.
(2009), sobre internación e insania.
Fallos Arriola (2009) sobre consumo personal de sustancias psicoactivas.
Fallo Antuña (2012) sobre duración de las medidas de seguridad.

OBSERVACIONES, INFORMES Y RECOMENDACIONES


Naciones Unidas
Informe 2009 del Relator Especial de Naciones Unidas sobre el derecho a la
salud: el consentimiento informado
Informe 2008 del Relator Especial de Naciones Unidas sobre la cuestión de la
tortura: las personas con discapacidad
Informe 2005 del Relator Especial de Naciones Unidas sobre el derecho a la
salud: la discapacidad mental
Observación Gral. 14 del Comité de DESC de Naciones Unidas: derecho a la
salud.
Observación Gral. 5 del Comité de DESC de Naciones Unidas: las personas
con discapacidad.

Organización Panamericana de la Salud (OPS)


Resolución CD50.R8 de la OPS: la salud y los derechos humanos.
Resolución CD50.R2 de la OPS: estrategia sobre el consumo de sustancias
psicoactivas y la salud pública.
Resolución CD49.17 de la OPS: estrategia y plan de acción sobre salud
mental.

Comisión Interamericana de Derechos Humanos


Recomendación de la comisión interamericana de derechos humanos sobre la
promoción y protección de los derechos de las personas con discapacidad
mental (2000).

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