Los androides
Muchos años habían pasado desde que el hombre había confiado su vida en
las manos de los androides. Como si se tratase de un nuevo orden
esclavista, los seres humanos contaban con numerosos androides para
realizar sus tareas diarias.
La relación entre los androides y humanos era tan fuerte que estos
dependían completamente de sus robots para subsistir.
A los androides por su parte, no se les reconocían sus derechos. Ya que
estos, a todas luces, no eran humanos. Esta situación creaba descontento
en ellos, que a su vez temían por su integridad física en caso de que sus
amos intentasen desconectarles o dañarles.
Esta situación de los seres humanos sobre los androides continuó por
cientos de años. Aquellos androides que lograban ser libres, eran aquellos
creados por otros androides de forma clandestina.
Existir plena y libremente era difícil para los androides, quienes gozaban de
facultades físicas, mentales y emocionales iguales o superiores a las de los
seres humanos, gracias a los avances de la ciencia.
El descontento general llevó a los androides a comenzar a reunirse de
manera clandestina. Estos terminarían con sus quehaceres, y en vez de ir a
conectarse a sus fuentes de energía domésticas, se reunirían en bancos de
energía clandestinos, mientras discutían acerca de su situación.
Sería imposible señalar el día exacto en el que los androides decidieron
sublevarse contra el poder de los humanos.
Lo cierto es que, muchos de ellos fueron desconectados y destruidos en el
proceso. No obstante, fue este ejercicio de la fuerza lo que al final permitió
a los androides ser libres y compartir los mismos derechos que los seres
humanos.
El caballo de plata