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JACQUES LACAN INTERVENCIONES ¥ TEXTOS 2 Manantial PRESENTACION DE LA TRADUCCION FRANCESA DE LAS MEMORIAS DEL PRESIDENTE SCHREBER Circunetancis: evando supe que Past Du- ‘quenne habia comenzadola acueren el te. ‘hortsda resdente Scheer obtine el derecho ‘de publeala por enireas, eal ovsta dl Cir- ‘ule epsiemologa dela Escuela mortal supe- or. Cahors pour Fanalyse: ped au presentaeion 4 Sacques Laan, y esta aparece W"8 ¥- ‘ie 1966 El texte corto reso por Neale ‘els apareio en 1075.en la cleenon le Chan ‘roi dea Boral Seu sea, sta traduceién era esperada, Bxaclamente desde ‘ucstro seminario de 1955-56, Recordamos haber visto, ante su anuneio, parar la oreja ala sefiora Ida Macalpi- ne, que sin duda apurs por esola traduccion al ingles que hizo entonces, ayudada por su hijo: por lo que se ve, hu bbiera podido tomarse todo su tiempo. ‘Quizé un retraso tan sin base merece una atencién ‘mas delenida o que se vuelva a examinar en alra oport- nidad, ‘Sea como fuere, este seminario, el quinto de nuestra, ‘ensenanzay el tercero dictado bajo el techo deSainte-An- nne, nos muestra, cosa que nos suele suceder cuando ‘actidimos a esos textos grabados. muchos temas no ne- ‘eenurios entonices para ensanchar las categonas acep- ladas por nuestros oyentes y, para algunos de estos temas, la fecha en que habrian de empezar su carrera 28 Jacques Lacan ‘que hace que ahora abunden en las revistas. entiénda se, las de gran wuelo 0, si se quiere. de gran cultura. ‘Stalguno de estos temas lega a aparecer en esias bre- ves palabras de introduecién con las que acompanamos las entregas que nos dari nuestro amigo el Doctor Du- ‘quenne, seri tan solo porque se aclaran a la luz del tex- to aqui producldo. No olvidemos en efecto que fuera de este texto Freud nada supo del “caso Schreber”. ¥ este texto est prefia- do de todo lo revelador que supo sacar de ese caso. Por ello ese serninario,ttulado segiin el cuarto de los cinco grandes psicoanalisis de Freud, no tenia mejor ‘manera de aumentar su solidez que la de afincarla en el propio texto que le strvi6 de objeto, Hasia donde s6, fil 1 primero en hacerlo con tanto abineo. Desde luego, ello no obvia a que la sefora Td Macal pine presentara de prologo, y de epilogo tambien, un pst- ‘oanalisis de este texto que pretende corregir el de Freud. Pero sblo sirvio para que en nuestros dos sltimos semi- narios del ano (27 de junio, 4 de jullo) devolviéramos a Freud lo suyo, para volver sobre el tema en el articulo en fel que apenas dos anos despues recogimos muy apre- tadamente, en una construcelon en sumo decisiva para lo que vendria después, mis 0 menos dos tercios de la materia vista ese alo, Se trata del articulo, ya él los re- ito, "De una cuestion preliminar a todo tratamiento po- sible de la psicosis" Digamos que el texto de Schreber es un gran texto freudiano, y no porque Freud lo aelare. sino porque de- Ja en clazo la pertinencia de las categorias que forjo Freud, para otros objetos sin duda ya partir de un pun- 1. leaden Payal, 8, Retomadoen mis Berto, pigs. 531-583, Presentacion de las Memorias de Sctveber 20) to para cuya definicion no basta invecar el genio, a me- znos que por genio se entlenda una sostenida helgura respecio del saber. Freud, ciertamente, no repudiaria et que se le adjud- cease este texto, cuando en el articulo en el que le da el rrango de caso, &l mismo declara que no le parece indig- zo nl aun riesgoso dejarse gular por un texto tan brillan- te, aunque ello lo expusiese al reprache de que esi ddelirando con el enfermo, cosa que no parece perturbar- Jo mucho, Lasoltura quese permite Freud en esteasuntoes sim- ple pero decisiva: introduce en él al sujeto en tanto tal, lo ‘cual significa no evalua® al loco en términos de deliit y de disociacion de functones. La simple lectura de! texio ‘muestra palpablemente que no hay nada parceid ene: te caso, ‘Aunque el genio aqui es esa soltura, con ella precisa ‘mente atin no basta, Porque construlr al sujeto como se debe partir del inconsciente, es asunto delogica, yaun- ‘que basta con abrir un libro de Freud para comprobar- to eo no quia que yo haya sido el primero en sehalar- Dar crédito al psicbtico no redunda en este easo mis que en cualquier otro tratando con la misma ltberalidad: abrir puertas abiertas* en absoluto implica saber a qué espacio dan. ‘Cuando leamos mas adelante en la pluma de Schre- ber que él mismo se ofrece como soporte para que Dios ‘91 Otro goce de su ser pasivizado, mientras se abando- nna al pensar-nada para que Dios, ese Otro hecho de wn discuzso infinio, se escabulla, y que de ese texto desa- + Expeesén francesa que ce relere al exfuerza destinadon demos lar alo eidenteoharto conceit. [NE] 30 acques sear. rrado en que él mismo se convierte se eleve cl alarido que calillea de milagraso, como para dar fe de que el de- ‘samparo que Waiclonaria ya no tlene nada que ver con ringan sujelo, ~ga quién no Je sugere esto ortentarse lunteamente conlds términos precisos que procura el dis- curso de Lacan sobre Freud? ‘La temdilca que callbramos por la paciencia que exi- eel terreno donde la tenemos que dar a entender, en Ia polaridad, la mas reciente a ser promovida en ella, entre ‘isujeto del goce y el sujeto que representa el significan- tepara un signiieante sierapre ols, gn es acaso esto lo ‘que nos permliird una definieion mas precisa de la pa- ranola como identiicando of goce en ese lugar del Otro como tal. 'Y ahora resulla que el texto de Schreber es de verdad ‘un texto que hay que insersbir en el discurso lacaniano, funque, debemos decirlo, después de un largo rodeo en, que ese discurso fue recogiendo sus términos de olza ‘arte, Sin embargo, su confirmacion es del mismo cuno ‘quela que de él reeibe el discurso de Freud, cosa que na- fda Lene de sorprendente, dado que se trata del mismo diseurso, “A decir verdad, esa raduccidn viene a aclarar ese dis curso mas reciente, fal como sucedio con el discurso pri ‘mero de Freud. a (Quiz nos permitir, en lo quea nosotros respecta, re~ tomar el hile que nos eondujo.a la aventura freudiana, © ‘ea, aaa trinchera eavada con nuestra tess, ese caso At- mée que no inscribimes en la recopllacion que aparece ‘ahora de nuestros Bscritos, En efecto, quiza se nolard, meneionada en algunos prunitin de cola recopllackin ean fane de nucatea reflenién que fue en su inielo la de un psiquiatra, y que se arma- ba con el (ema del conoctmiento paranoico. Alguien que Presentacion de las Mermorias de Selweber 1 ‘nos ayudé en este cotejo ya senalé que aclaramos muy poco esta nocton, de Ja que quedan escasas huellas, Que hermosa carrera de ensayista hubjesemos podi- do hacer con ese término tan favorable a todas las modu- laciones de la estéticat Basta con recordar lo que al res- pecto sabia desplegar nuestro amigo Dall ‘Ciertamente. el conocimiento paranoico es lo menos. obsceno, de toda lo que se atavia como conocimiento, pe- +0 esto no disminuye su caracter oblsso. ‘Segiin um ritmo al que ya nos acostumbramos, nues- la tests comenzé a ser leida diez anos despues en sitios ‘devanguardia como elasilo de Saint-Albansy, desde hue- 0. Ja Clinica de la Facultad de Paris (1932-42), Fue preciso que Ia insuficiencia de la ensefaniza ps coanalilica quedara ruldosamente al descubierto para ‘que nos dedicaramos a esa tarea. 1956-1966 marcan la ‘misma distancia. Pero todavia nos quedan dos anos pa- ra dara la “cuesliin preliminar” su consecuencia plena. Qué es esto si no decir que nunca nos hemos sntere- sado ms que en la formacién de sujetos capaces de en- (aren cleria experiencia que hemos aprendida a centrar donde esta? Donde esta. en tanto que eonstituida por la verdade- ra estructura det sujeto, la cual. como tal, no es entera, sino dividida, dejando eaer un residuo irreducible cuyo analisis logico ya se ha emprendido, ‘Ahora bien, es licil niroductt el pensamiento a esta estructura, tan facil como iniciar a un nifio de edad re- lativamente precoz (precoz en el desarrollo escolar, sino ‘tt las fases analiticas) al estudio delas matemiticas por Ja teoria de eanjuntos. La abra emiptea con las matemauieas que se estan haciendo. Ello puede dar una idea de la resistencia que openen, 2 ‘Jacques Lacan tos psicoanalisas a la teoria de la que depende su pro- pia formacion. Haclendo la salvedad de que en ela la funci6n psico- aanalizante leva al maximo el uso ansiégeno del resid irreducible de la constitucién del sujeto. ‘Un tipo de actos fallidos. ls tinicos quiza que mere- ‘cen su hombre, pues en Ia neurosis son actos logrados. tun tipo de actos “fallidos adrede” sobresale de manesa ‘muy evidente en medio della transmision tearica que en~ {rana la formacién del psicoanalista, ‘En estos predios, es obvto, presentar pruchas esasun- to delieadlo, pero gcbmo no ver una prueba en la invero- ‘simil indiferencia ante el texto de las Memorias det Pre- Sidente Schreber? — que hace que en inglés fuese publi- ado por alguien que no pertenecia aningin grupo la se- fora Macalpine como discipula de Edward Glover. defen- Sor demasiado intenso de ctertas exigencias clentificas, ho eslit inscrita, hasta nuevo aviso, ent la sociedad de Londresh y que en Francia ese texto, al que hemos dedi- ‘ado tantos culdadas, sale por fina la luz en una zona ‘muy sensible pero marginal can respecto a un grupo (el ‘que asegura nuestra enschanal}, zona que representa la revista Cahiers pour fAnalyse. ‘Ojald estos euidados hagan recordar a quienes pue~ den llegar a prestar oidoa lo que dijimos. la vispera de u~ hha Jornada sobrela eliniea, de a tmplicacion en el sinto- mma del sujeto supuestoal saber, asicomo el hecho de que la eoncepeién dela perturbacién psiquiatrica es cuestion del clinieo — ojala hagan recordar lo que impone el me- ro hecho de abordar este texio conmovedor. Porque el asi llamado clinico debe acomadarse a una cconcepotén del suelo, de la cual se desprenda que com Sujeto no es ajeno al vinculo que para Schreber, eon el hotnbre de Flechsig, 1o coloca en posicion de objeto de ‘Presentacton de las Memoria de Setweber 33 cietaeromania moricante y que gar que ce {infografia sensaconalcon ue scare clibro dela facapine, sea antela imagen mara ggantesca Ge un cerebro, tiene un sentido en el asunto. aiid Nost rata aut deaeeeso algun ain ageism mis- con ampoco de una aperture chstra la vena del tnlermo, pero se una positon ala cual slo intra cela lagen dela curs.

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