1. INTRODUCCIÓN
2. CONCEPTO DE NARRACIÓN
3. EL TEXTO NARRATIVO: LA NARRATOLOGÍA
4. CARACTERÍSTICAS DE LOS TEXTOS NARRATIVOS
5. ELEMENTOS FUNDAMENTALES DE LA NARRACIÓN
6. PROCEDIMIENTOS LINGÜÍSTICOS FRECUENTES
7. CONCLUSIÓN
8. BIBLIOGRAFÍA
BAJTÍN, M. Teoría y estética de la novela. 1989.
DIJK, T.A. Estructuras y funciones del discurso. 1980.
SPANG, K. Los géneros literarios.1993.
1.- INTRODUCCIÓN
El objetivo de este tema es contribuir a lograr una correcta expresión escrita en los
estudiantes que se inician en el aprendizaje de la lengua escrita. Es un aprendizaje no
exento de dificultades, tal como señala Pedro Salinas en “Aprecio y defensa del
lenguaje”: “Casi todo el mundo pierde la confianza en el lenguaje, su familiaridad con
él, apenas coge una pluma. El idioma se le aparece como una realidad imponente,
como el conjunto de todas las posibles formas de decir una cosa, con las que el que
escribe tendrá que luchar hasta que halle su modo”.
Habrá que tener en cuenta el fenómeno de la comunicación (emisor, mensaje,
código, contexto), así como la ausencia de receptor, que sin embargo ha de estar
presente como un individuo supuesto, ideal, que descodificará el lenguaje una vez
transmitido.
5.2. EL PERSONAJE
El personaje es una construcción verbal a partir de datos e informaciones que nos da
el narrador y que produce la ilusión de persona, siendo una pieza más en el
mecanismo de la ficción. Muchos lectores viven otras vidas posibles, deseadas o
inesperadas, a través de los personajes, dado que aparentemente son individuos
como nosotros, inmersos en un tiempo y espacio; a medida que el relato avanza, se va
ampliando el conocimiento que el lector posee de él, y que va recreando a través de
su imaginación.
La información que proporciona el narrador va delimitando sus características, a través
de los referentes (datos históricos, alegóricos), los modos de informar la identidad (a
través del nombre o del pronombre, produciendo distintos efectos), las descripciones
(tanto físicas como de la personalidad), así como las funciones que ejecuta en una
serie de acontecimientos y las acciones que realiza en unas situaciones específicas,
que determinan el relato.
Aunque los personajes también se enmarcan en el cuadro de la ficción, uno de los
objetivos del escritor es hacerlos creíbles, como ocurre con Alonso Quijano, “El
Quijote”, en el que seguimos creyendo después de los siglos.
Pero, ¿cómo es posible que ese conjunto de palabras, esa figura de papel y tinta,
represente a una persona? Muchas son las vías para llegar a los personajes, así que
vamos a ver cómo se caracterizan y finalmente son conocidos.
Se puede caracterizar de dos formas: directa e indirecta.
- De modo directo:
El personaje principal es generalmente el protagonista de acciones exclusivas,
aparece con más frecuencia en la historia y posee el mayor número de relaciones con
el resto de personajes.
Por otro lado, los secundarios aparecen en un segundo plano con respecto al principal,
aunque pueden tener la misma fuerza y singularidad que éste, e incluso un
contrapunto (resolver situaciones de modo diferente). En el transcurso del relato, el
personaje principal puede pasar a ser secundario y éste puede pasar a ocupar un
primer plano.
- De modo indirecto:
- Por el emblema: Se trata de un procedimiento mediante el cual se caracteriza a
un personaje por un detalle (un objeto, una vestimenta), y ser un elemento
indisociable y representativo del mismo.
- Por las relaciones establecidas con los demás personajes: Cada conducta
depende de, e influye sobre, las restantes. Sampedro habla de “compatibilidad
entre los respectivos comportamientos”, y señala que las afinidades y
contrastes, las tensiones y amistades de los personajes son decisivas para la
evolución del relato, como en su obra “El río”.
- Por las relaciones con otros aspectos del relato: principalmente el narrador (el
enfoque que éste quiera darle), el espacio, tiempo y situación. Julio Cortázar,
a propósito de “Rayuela”, escribe que “la novela puede ir colocando los
personajes en la situación, el tiempo y el espacio, o son éstos elementos los
que se instalan en los personajes”. Es decir, que se eligen estos elementos
para caracterizar a un personaje o determinarlo en cierta ocasión.
Los personajes se conocen por las acciones que realizan, pues son agentes de la
acción, y en un mismo relato una secuencia puede englobar diferentes personajes.
Puede definirse la acción de una narración como “el juego de fuerzas opuestas o
convergentes presentes en un texto”. Cada momento de la acción constituye una
situación conflictiva en la que los personajes se persiguen, se alían o se enfrentan
(Bourneuf). Siguiendo a Greimas, se distinguen seis fuerzas o funciones que se
pueden combinar en una situación: el protagonista (que da el primer impulso a la
acción en conflicto y conduce el juego), el antagonista (que es la fuerza oponente
necesaria para que se desarrolle el conflicto), el objeto (deseado o temido,
generalmente, por el protagonista, es el objetivo propuesto o la causa del temor), el
destinador (cualquier personaje que ejerza una influencia sobre el destino del objeto),
el destinatario (beneficiario de la acción) y el ayudante (que es el espejo, el ayudante
de cualquiera de los personajes anteriores).
También podemos conocer a los personajes por lo que piensan (su reflexión, su
análisis, razonamiento o creencia), por su nombre (“Alonso Quijano”, es una manera
de dar a conocer a un personaje, mientras que no nombrarlo en todo el relato también
es dar una información al lector), por los atributos, rasgos y cualidades que se le
atribuyen, así como por lo que sabe (en este sentido, el narrador es un tipo de
personaje) y por lo que dice (un ejemplo lo podemos extraer de la autobiografía).
5.3. LA ACCIÓN Y EL TIEMPO
En toda narración es fundamental que pase algo, lo que denominamos acción. En ella,
se dan una serie de acontecimientos que van sucediéndose, por lo que el tiempo es un
componente imprescindible.
La acción puede estar ordenada de forma progresiva, es decir, siguiendo los hechos
cronológicamente a medida que van apareciendo, o causalmente, siguiendo una
disposición clásica de presentación de la acción, de los personajes y del ambiente;
nudo o desarrollo de la historia y desenlace o solución de la situación planteada.
Pero este orden puede romperse y presentar al comienzo los hechos que deberían ir
más adelante en la narración, para relatar después los sucesos que han conducido
hasta esa situación (“anacronía”). Este procedimiento, denominado “in media res”, va
encaminado a captar la atención del receptor, intrigarlo, y excitar su curiosidad, siendo
uno de los recursos tradicionales de la narración literaria.
En lo que atañe a la duración cronológica, es muy variable: desde un día (Ulises, de
Joyce) a periodos más extensos (Cien años de Soledad). Asimismo, la narración
puede resumir o elidir ciertos sucesos sintetizándolos en breves líneas, o dilatar
acontecimientos de breve duración mediante la inclusión de descripciones,
amplificaciones y comentarios.
5.4. EL AMBIENTE: LUGAR Y ESPACIO
Otro de los elementos constitutivos de la narración es el lugar donde se desenvuelve
la acción y la actuación de los personajes, decisivo para obtener la verosimilitud pues
crea un fondo de autenticidad. Los personajes pueden verse condicionados incluso por
el ambiente en el que se encuentran, como en “Robinson Crusoe”, de Daniel Defoe.
Los espacios pueden tener un significado propio, establecen un “marco narrativo”,
como ocurre en los espacios exteriores (espacios de inseguridad y peligro),
confrontados con los interiores, en un contexto determinado; o los espacios estáticos,
donde se inmoviliza la acción, frente a los dinámicos, donde puede extenderse
mediante el desplazamiento de los personajes. Pueden, incluso, poseer un valor
simbólico, por ejemplo, en la verticalidad de las torres, cercas y lugares elevados en
La Celestina. La relación entre un espacio y la acción que se desarrolla puede estar
estereotipada, constituyendo una convención literaria: así, la naturaleza está asociada
con un contexto genérico de recogimiento, retiro (el tópico clásico “beatus ille”),
asociado a las relaciones amorosas y también al peligro.
8. CONCLUSIÓN
El texto narrativo no conoce límites ni en su producción ni en su estructura. En él se
encuentran todos los temas, todos los puntos de vista –desde la celebración épica o
poética hasta la sátira, desde el aparente realismo hasta la fantasmagoría, desde el
lirismo sentimental a la reflexión filosófica.
La novela es pues un género muy libre, muy abierto, polifónico, según la definición de
Mijail Bajtin, según el cual, “Aparece como un sistema dialógico de imágenes, de
lenguas, de estilos, de conciencias concretas e inseparables del lenguaje”.
La novela cuestiona los procedimientos, los ostenta, trabaja sus estructuras, tiende
hacia la poética. En fin, la novela siempre habla de la novela.