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Introducción

El concepto de que sustancias derivadas de un microorganismo vivo pueden matar a otro


(antibiosis) es casi tan antiguo como la ciencia microbiológica siendo su aplicación, sin
saber que era la tal mucho más antigua. Los Chinos ya conocían hace más de 2500 años
las propiedades terapéuticas de la cáscara enmohecida de la soja aplicada a carbuncos,
forúnculos e infecciones similares. Durante siglos se han ofrecido descripciones de
efectos beneficiosos de la aplicación a las infecciones de tierra y diversos vegetales, en
su mayoría probablemente fuentes de mohos y bacterias formadoras de antibióticos (1).

Los antibióticos son sustancias químicas producidas por diferentes especies de


microorganismos (bacterias, hongos, actinomicetos) que suprimen el crecimiento de otros
microorganismos y pueden eventualmente destruirlos. La quimioterapia se define como la
administración de una sustancia con acción antimicrobiana sistémica que incluye los
fármacos de origen natural y sintético (2,3).

La era moderna de la quimioterapia de la infección comenzó en 1936 con el uso de la


sulfanilalamida y la "edad de oro" de la terapéutica antimicrobiana con la producción de la
penicilina en 1941 cuando este compuesto se produjo a gran escala y fue sometido a
ensayos clínicos limitados por primera vez.

Los agentes farmacéuticos figuran entre los peor usados de todos los que están a
disposición del médico práctico. Uno de los resultados del uso generalizado de los
agentes antimicrobianos es la aparición de gérmenes antibiótico resistentes, que a su vez
creó la necesidad cada vez mayor de nuevas drogas. Muchos de estos agentes también
han contribuido de manera significativa al aumento de los costos del cuidado médico (1).

El uso de antibióticos y quimioterápicos llega a suponer más de un 25% de los costos


farmacéuticos en muchos centros hospitalarios. En 1983, el mercado total mundial de
antibióticos facturó 9.000 millones de dólares y se estima que esa cantidad subirá a
40.500 millones de dólares en el año 2000. Estos costos incluyen los derivados de la
utilización inapropiada que se hace de agentes de elevado precio como son las nuevas
cefalosporinas, las quinolonas y los aminoglucósidos.

Se estima que un tercio de los pacientes hospitalizados reciben antibióticos. De ellos, el


70% los reciben como tratamiento y el 30% como profilaxis. El máximo uso generalmente
se da en las áreas de Medicina Intensiva (más del 50%), en Cirugía y Medicina Interna se
comporta cerca del 35%. En Ginecología- Obstetricia ronda alrededor del 25% y el

1
mínimo se da en "Otros Servicios", siendo los antibióticos más utilizados la gentamicina,
cefotaxima, amoxacilina y ampicilina. Este estudio, realizado en diferentes centros
hospitalarios de España ha llegado a la conclusión de que entre el 41%-50% de los
pacientes hospitalizados reciben antibióticos sin necesitarlos. Por otro lado, Dunagan en
su estudio multicéntrico (1989) refiere un 22% de los días de tratamiento antibiótico como
inapropiado (4).

Muchas veces se ha dicho, y no sin razón que la calidad de la atención médica pasa por
el camino de la eficiencia económica y cuando en un hospital se habla de óptima
utilización de los recursos, de inmediato vienen a l mente los medicamentos y dentro de
ellos los antimicrobianos que, de acuerdo a la experiencia son los que se emplean con
mayores deficiencias provocando a veces daños irremediables a los enfermos con su uso
indiscriminado.

Con este trabajo se pretende definir el comportamiento del uso de antibióticos en nuestro
hospital en el primer trimestre del año 2001 y año 2002, con el fin de contribuir al mejor
conocimiento de esta problemática.

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Objetivos

General:

1. Definir algunos aspectos farmacoepidemiológicos del uso de las cefalosporinas.


.

Específicos:

1.- Identificar las cefalosporinas de mayor uso según los sistemas afectados en los
pacientes.

2.-Relacionar la indicación de las diferentes cefalosporinas por salas

Material y método

Se realiza un estudio retrospectivo- descriptivo del uso y los costos de las


cefalosporinas en el trimestre Enero- Marzo del año 2001 y al año 2002 en el hospital
"Abel Santamaría" de la ciudad de Pinar del Río.
Parte de la información se obtuvo del libro registro y control diario de la indicación de
antibióticos del hospital donde se recogieron los datos siguientes:
- Indicación de cefalosporinas según enfermedad del paciente (que para facilitar el
trabajo del investigador se agruparon en sistemas).
- Prescripción de cefalosporinas por salas.

De acuerdo al diseño de nuestro estudio se aplicará para el procesamiento de la


información frecuencia absoluta, porcentaje, media y moda.

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Análisis y discusión de los resultados

En el cuadro 1 se muestra la indicación de cefalosporinas por sistemas en el trimestre


enero- marzo 2001 y se aprecia que del total de 226 pacientes tratados con cefazolina
14% correspondieron a patologías del sistema respiratorio(62,3%), siguiendo en orden
decreciente las enfermedades del sistema osteomioarticular (SOMA) con 35 pacientes
para un 15,4% y el sistema digestivo con 11 casos (4,8%). El resto de los sistemas utilizó
de forma menos significativa esta cefalosporina.

En segundo lugar le sigue la ceftraxona con 32 pacientes siendo el sistema respiratorio


el lugar indicado ( 21 casos para un 65,6%) seguido del sistema digestivo con 4 casos
(12,5%).

La mayoría de los autores, incluidos los nacionales reportan una mayor utilización de las
cefalosporinas y aminoglucósidos ya sea unidos o separados en padecimientos
respiratorios cuando los betalactámicos y macrólidos no son suficientes en los
tratamientos ambulatorios (5).

Al analizar el cuadro 2 donde se recoge la indicación de las cefalosporinas por sistemas


en el trimestre enero - marzo del año 2002 se encuentra que es la cefalosporina de
mayor indicación fue la cefazolina (221 casos) y el sistema donde más se utilizó fue el
respiratorio (118 pacientes para un 58.7%) seguido por el SOMA (30 enfermos con un
14,9%) y el sistema digestivo con 15 pacientes y un 7,4% del total.

Aquí se destaca el amplio uso de este antibiótico en entidades respiratorias lo cual puede
deberse a una elevación en la incidencia de neumonías extrahospitalarias y/o
nosocomiales , esta última constituye la segunda causa de infección intrahospitalaria
(aproximadamente el 15%) y la primera causa de mortalidad de las infecciones dentro del
hospital, llegando a suponer un 15% de la mortalidad total, específicamente en pacientes
de la tercera edad, encamados o con enfermedades subyacentes graves(5).

El SOMA es también un sistema donde se usan las cefalosporinas dado su amplio


espectro, fundamentalmente en las sepsis óseas (osteomielitis) donde solas o
combinadas son de gran utilidad (8,9).

4
En cuanto al sistema digestivo también son muy apreciadas cuando se prescriben debido
al gran poder de resolución que poseen lo que coincide con lo reportado por otros autores
(10,11).

Es necesario destacar que en las enfermedades respiratorias la etiología más frecuente


es el S. pneumoniae, M. pneumoniae, L. pneumophila y bacilos gram negativos que
responden muy bien al unir un aminoglucósido a una cefalosporina (5).

Su uso extensivo en el sistema digestivo es condicionado por la existencia de gérmenes


gram negativos (E. coli, Klebsiella, Enterobacter, etc) altamente sensibles a su uso como
monoterapia(7). Mientras que en cuanto al SOMA debemos señalar que su indicación es
aconsejable en los casos de osteomielitis.

En el cuadro 3: Indicación de cefalosporinas por salas en el trimestre enero- marzo 2001,


se aprecia que en orden decreciente las salas de mayor indicación de cefalosporinas
fueron las salas de medicina interna con 32 indicaciones (12%), seguida de la sala UCIM
con 37 casos (116%) y UCI con 23 pacientes (8.6%). No es de extrañar este
comportamiento pues el tratamiento de los pacientes en unidades cerradas es más
complejo, dado por las sepsis extra o intrahospitalarias de difícil manejo y el shock
séptico que constituyen entidades clínicas habituales y de no ser tratadas enérgicamente
condicionan una morbimortalidad no despreciable(15).

Por su parte, la cifra encontrada en la sala A específicamente (servicio clínico) denota un


incremento notable de ingresos por infecciones.

.Al analizar el cuadro 4 donde se recogen las indicaciones de las cefalosporinas por salas
en el trimestre estudiado del año 2002 podemos ver que ocupó también el primer lugar la
unidades de atención al enfermo cr;ítico (UCIM con 49 casos (17.4%) y 29 pacientes en
la sala D (10,3%) y por último la UCI con 27 pacientes (9.6%) lo que está dado por las
características de los microorganismos y sus patrones de sensibilidad, empleándose
antibióticos bactericidas a dosis altas y en regímenes combinados ya que las infecciones
polimicrobianas son frecuentes (sobre todo en focos abdomino- pélvicos). Además
determinadas combinaciones como betalactámicos y aminoglucósidos aumentan su
índice bactericida y previenen la aparición de resistencias lo que es aprovechado en estos
pacientes (14).

5
La mayor incidencia de sepsis en la sala D de Medicina Interna que demuestra lo
frecuente de este grupo de afecciones en nuestro medio y la necesidad de tratamiento
antibacteriano.

Estos índices dependen exclusivamente de la incidencia de sepsis de etiología


polimicrobiana, específicamente a gram negativos y por supuesto a las infecciones
nosocomiales que predisponen su mayor uso en nuestro medio (11).

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Conclusiones

1. Los cefaloporinas de mayor uso según los sistemas afectados del paciente
fue la cefazolina, la ceftriaxona y el claforan.

2. Las salas que mayor prescripción de antibióticos realizaron fueron las unidades de
atención al paciente grave (UCIM y UCI) y las salas de medicina interna.

7
Recomendaciones

1. Insistir en el cumplimiento de la política de antibióticos ya instaurada en el hospital


con el fin de lograr una mejor utilización de los antibacterianos y una optimización de
los recursos monetarios a disposición de la institución destinados a la adquisición de
los antibióticos.

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Referencias bibliográficas

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