La Biblia no define la adoración, sin
embargo, toda ella está saturada de
pasajes donde ángeles, hombres y la
misma naturaleza brindan adoración al
Eterno, al que vive por los siglos de los
siglos.
Según las palabras shajah (hebreo) y
proskuneo (griego), es más importante,
cuando adoramos a Dios, la actitud que
asumimos que las palabras que
expresamos. Podemos adorar sin decir
palabras y podemos decir muchas sin
adoración. La adoración puede
considerarse como el reconocimiento
directo de la grandeza y majestad de
Dios: Su naturaleza, sus atributos,
caminos y demandas.
. cualesquiera de sus atributos. Son muy
Shajah  Adorar, postrarse, bajarse,
Inclinarse.
Proskuneo  Hacer reverencia, dar
obediencia
El Señor Jesucristo declaró que
Dios es espíritu y que él busca verdaderos
adoradores que lo adoren en espíritu y en
verdad. Esto nos hace pensar en requisitos
indispensables para poder brindar una
verdadera adoración a nuestro bendito y
glorioso Dios.
La adoración demanda un
propósito expreso.
La adoración que los israelitas le
brindaban a Dios no estaba gobernada por
la casualidad. Dios estableció fiestas y
sacrificios expresos para ello. Cuando
ellos subían al templo, iban a adorar al
Señor. Los magos fueron a Jerusalén a
buscar al Señor Jesucristo para adorarlo.
No debemos ir al templo por simple
costumbrismo, ni sencillamente a buscar
diversión o entretenimiento. Abraham
dijo a sus siervos: “....Yo y el muchacho
iremos hasta allá, adoraremos y
volveremos a vosotros” (Gen.22:5). Si
alguien demanda el propósito de nuestra
presencia, en el templo u otro lugar donde
se rinde culto al Señor, respondamos con
sinceridad: Vine a adorar a Dios.
Debemos examinar las verdaderas
motivaciones que nos conducen a
celebrar o a asistir a tantos conciertos
en la actualidad.
La adoración exige identificación.
Los israelitas al acercarse al Señor Jehová
para hablarle o adorarle hacían
referencias a su señorío, majestad o a
comunes las expresiones: “Dios de
Abraham”, “Dios de Isaac”, “Dios de
Israel”, “Jehová Dios Eterno”, “Jehová
Dios omnipotente” y “Jehová Dios de los
ejércitos”. El Señor Jesucristo le dijo a
sus discípulos: “Cuando oréis, decid:
Padre nuestro que estás en los cielos...”
(Luc. 11:2).
Todo nuestro ser: Espíritu, alma y
cuerpo, deben estar bien enfocados
en la persona de nuestro Dios cuando
lo adoramos.
La adoración debe ser en espíritu
y en verdad.
Dios es espíritu omnisciente y
omnipresente, por lo tanto, conoce
nuestro ser interior, sabe nuestros
pensamientos e intenciones, y es
necesario que cuando se le adora, se haga
con sinceridad, con todo el corazón. No lo
podemos engañar. Él le reclamó a Israel,
en cierta oportunidad, diciéndole: “Este
pueblo de labios me honra, pero su
corazón está lejos de mí”. (Is. 29:13).
La adoración requiere un
corazón contrito y humillado.
El orgullo ni la soberbia pueden ofrecer
adoración a Dios. Las Sagradas Escrituras
declaran que Dios da gracia a los
humildes y resiste a los soberbios, a éstos
los mira de lejos.
Solo un corazón contrito, arrepentido de
sus pecados, puede presentarse ante Dios
con humildad, reconociendo su pequeñez
y su gran necesidad de los beneficios de
Dios. El salmista expresa esta gran verdad
en el salmo 42:2: “Mi alma tiene sed de
Dios, del Dios vivo”. Nuestras
limitaciones e insuficiencias contrastan
con la grandeza y la omnipotencia de
Dios, y en reconocimiento de ello nos
postramos sobre nuestros rostros y
exclamamos con asombro ¿Quién como
tu, oh Jehová, quién como tú?
El Cielo nos ofrece la garantía de
que a un corazón contrito y
humillado no lo despreciará Dios
(salmo 51:17)
La adoración demanda la entrega
de un don o presente.
El Señor estableció, en el Antiguo
Testamento, que nadie debía presentarse
ante él con las manos vacías (Ex. 23:15b).
Aún el más pobre de todos los israelitas
fue equipado con la ofrenda mínima para
presentar adoración al Señor. En el Nuevo
Testamento, Pablo dice que cuando nos
reunimos, unos deben tener salmos, otros
doctrina, otros lenguas, y otros
interpretación (1Cor. 14:26). Los magos
que fueron a Jerusalén a buscar al Rey
que había nacido, al encontrarlo se
postraron ante él y lo adoraron, y
abriendo sus tesoros, le ofrecieron
presentes: Oro, incienso y mirra. El
apóstol Juan reseña que en Betania, seis
días antes de la pascua, hicieron una cena
en honor a Jesús, y María llevó un vaso
de perfume de nardo puro, de mucho
precio y con él ungió al Señor Jesucristo.
Debemos tener bien claro que no basta
llevar ante el Señor un presente
cualquiera, este presente debe ser
perfecto, de gran valor para la persona
que lo ofrece. Caín le ofreció al Señor
“algo”; pero Abel ofreció lo mejor que
tenía, lo primogénito, lo más gordo.
David no aceptó en calidad de regalo lo
que Arauna jebuseo le entregaba para
ofrecer el holocausto a Dios; expresó con
gran autoridad: “No ofreceré a Jehová mi
Dios holocausto que no me cueste nada”
(2Sam. 24:21-24).
Debemos tener mucho cuidado con
lo que le ofrecemos a Dios en
Adoración.
La adoración exige exclusividad.
Josué les dijo a sus contemporáneos que
Dios es celoso y, por lo tanto, no
aceptaría que ellos sirvieran a otros
dioses. Les ordenó: “Quitad los dioses
extranjeros que están en medio de
vosotros, e inclinad vuestro corazón al
Señor, Dios de Israel” (Josué 24:15-23).
Cuando satanás le demandó adoración al
Señor Jesucristo, éste lo reprendió
diciendo: ¡Vete satanás! Porque escrito
está: Al Señor tu Dios adorará y solo a él
servirás” (Mateo 4:10).
La mujer que ungió al Señor Jesucristo,
rompió el vaso de alabastro y derramó
todo el perfume sobre él. No regó el
perfume sobre la concurrencia. ¡Solo
sobre Jesús! Algunos cristianos al cantar,
recitar o tocar algún instrumento musical,
en un servicio de adoración al Señor, han
expresado que lo hacen para complacer a
algún familiar o amigo, novia o esposa.
Recordemos que vamos al templo o al
sitio de reunión cristiana con el
propósito de adorar ¡solo a Dios!
La Biblia nos asegura que Dios
habita en medio de las alabanzas. Si
adoramos al Señor en la forma bíblica
correcta, gozaremos de su presencia y la
gente a nuestro alrededor podrá sentirla y Dediquémosle a Dios, y solo a Dios,
disfrutarla así como aquellas personas en nuestras alabanzas y nuestra
Betania disfrutaron el olor del perfume adoración y dejemos que la gloria de
de nardo puro que exhalaba el cuerpo de Dios bendiga a la gente que está a
nuestro Señor Jesucristo. Todas las pieles nuestro alrededor.
(Cuerpo humano) no presentan la misma
química al contacto de ciertos perfumes

Rev. EDGAR GÓMEZ YANCE.

El olor a Nardo era más fragante y

delicioso porque provenía del cuerpo de
nuestro Señor Jesucristo.
  CONCIENZAR A TODA NUESTRA
NOSOTROS CREEMOS QUE LA
MEMBRESÍA SOBRE LA
ADORACIÓN A NUESTRO DIOS ES
IMPORTANCIA Y NECESIDAD DE
FUNDAMENTAL:
BRINDAR A NUESTRO DIOS UNA
1. PARA NUESTRAS VIDAS
EXCELENTE ADORACIÓN (EN
COMO CREYENTES.
ESPÍRITU Y EN VERDAD), POR
2. PARA NUESTRAS VIDAS
MEDIO DE TALLERES Y
COMO MINISTROS DEL DIOS
CONFERENCIAS A TODOS LOS
ALTÍSIMO.
NIVELES (MINISTROS,
3. PARA TODA LA MEMBRESÍA
CREYENTES ADULTOS, JÓVENES
DE NUESTRA IGLESIA
Y NIÑOS) EN ACTIVIDADES
DISTRITAL.
ZONALES Y
4. PARA LA BUENA SALUD Y
CONGREGACIONALES.
CRECIMIENTO DE NUESTRAS
 HACER DE CADA
CONGREGACIONES.
CONGREGACIÓN UNA
POR LO TANTO NOS
COMPROMETEMOS A CULTIVAR ESCUELAS DE ADORACIÓN QUE
UNA VIDA DE ACTIVA, GENUINA Y
NOS PERMITAN RENOVAR,
EXCELENTE ADORACIÓN A
NUESTRO DIOS Y EXHORTAMOS A CAPACITAR Y FORMAR
TODO CREYENTE A QUE ASUMA EL
VERDADEROS ADORADORES.
COMPROMISO DE AYUDAR A
NUESTRA IGLESIA DISTRITAL A  ESTABLECER LOS MECANISMOS
CULTIVAR UNA VIDA CONTINUA DE
Y ALIANZAS QUE FACILITEN A
ADORACIÓN VIVA Y EXCELENTE
A NUESTRO NUESTRAS CONGREGACIONES
PODER OBTENER LA
INSTRUMENTACIÓN MÍNIMA
NECESARIA QUE LES AYUDE A
BRINDAR AL SEÑOR UNA
ADORACIÓN EXCELENTE.