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GENERALIDADES DEL BIENESTAR EN CERDOS

Antonio Velarde Calvo


IRTA, Finca Camps i Armet, 17121 Monells (Girona), España
Antonio.Velarde@irta.es

Introducción
La preocupación por el bienestar animal es consecuencia de que la sociedad
exige que los animales de granja sean criados, transportados y sacrificados
de forma humanitaria. Así, el interés por el bienestar de los animales parte
de dos premisas básicas: el reconocimiento de que los animales pueden
experimentar emociones tales como el dolor o el miedo y, por otra parte, la
convicción de que causar sufrimiento a un animal no es moralmente
aceptable. El bienestar animal puede definirse de diferentes formas, ya sea
basándose en el estado emocional de los animales, en la “naturalidad” del
ambiente en el que se crían o en la capacidad del organismo para adaptarse
a un determinado entorno. En el presente documento se abordan los
aspectos principales de bienestar animal en las diferentes fases de la
producción porcina.

Bienestar en gestación
En la mayoría de explotaciones las cerdas gestantes se alojan en jaulas
individuales. No obstante, este sistema de alojamiento está prohibido en la
Unión Europea desde enero de 2013. Las jaulas permiten una alimentación
individualizada, facilitan la supervisión de los animales y evitan peleas.
Paralelamente a estas ventajas, sin embargo, tienen también una serie de
problemas importantes en relación con el bienestar de los animales.
Probablemente el problema de bienestar que ha recibido más atención son
las estereotipias. El término "estereotipia" hace referencia a cualquier
secuencia de movimientos que sea repetitiva, invariable y sin función
aparente. En las cerdas gestantes, las estereotipias más frecuentes
consisten en morder las barras de la jaula, hacer movimientos de
masticación con la boca vacía y manipular el bebedero, a veces ingiriendo
grandes cantidades de agua. El porcentaje de cerdas que hace estereotipias
en sistemas restrictivos (cerdas en jaulas o cerdas atadas) varía entre el 20
y el 100%. El porcentaje de tiempo empleado en hacer estereotipias oscila
entre el 10 y el 25% del tiempo total; a menudo, los animales realizan las
estereotipias inmediatamente después de comer. Las estereotipias no
suelen aparecer en sistemas menos restrictivos, tales como parques. Las
estereotipias se consideran indicadores de un problema de bienestar,
suponen un gasto de energía y pueden contribuir a empeorar la condición
corporal de la cerda.
Las estereotipias aparecen como consecuencia de la sensación de hambre
crónica que experimentan las cerdas gestantes al ser alimentadas de forma
restringida. Según parece, las estereotipias aparecen cuando el animal tiene
hambre y al mismo tiempo el sistema de alojamiento impide la expresión de
la conducta trófica normal. En efecto, cuando experimentalmente se
aumenta el aporte de pienso, la incidencia de estereotipias y el tiempo
dedicado a realizarlas disminuyen significativamente. La alimentación, sin
embargo, no es el único factor responsable de la aparición de estereotipias.
Así, éstas no aparecen en cerdas hambrientas cuando se encuentran en un
ambiente que les permite expresar la conducta exploratoria normal; esto
indica que la restricción de conducta tiene un efecto importante en su
aparición. Por lo tanto, parece ser que las estereotipias aparecerían como
resultado de la interacción de dos factores: hambre y restricción de
conducta.
Las estereotipias no son el único problema de bienestar de las cerdas
gestantes en jaulas. Frecuentemente, dichas cerdas muestran una conducta
apática, que algunos autores consideran también indicativa de una falta de
bienestar. Además, la proximidad a otras cerdas da lugar a estrés social
como consecuencia de interacciones agresivas no resueltas. El diseño de las
jaulas es muy importante en este aspecto y se ha demostrado que las
jaulas con barras verticales evitan en parte este problema. Finalmente, y
dependiendo también del diseño y tamaño de la jaula, puede haber una
incidencia alta de lesiones en las patas y en otras localizaciones así como de
enfermedades urinarias. Estas últimas estarían causadas por el hecho de
que las cerdas enjauladas producen una orina muy concentrada como
resultado de su menor ingestión de agua, que a su vez es consecuencia de
la falta de ejercicio. Además, al echarse los animales sobre sus propias
heces, el riesgo de infecciones urinarias aumenta.
La legislación europea sobre normas mínimas para la protección de los
cerdos en explotaciones intensivas establece que las cerdas gestantes
deberán alojarse en grupo desde las cuatro semanas después de la
cubrición hasta siete días antes de la fecha prevista de parto. Los tres
puntos clave a decidir son el sistema de alimentación, el tipo de alojamiento
y las características de los grupos. En la decisión deben tenerse en cuenta
muchos factores, entre los que destacan el censo de animales, el espacio
disponible, la capacidad de inversión y la idiosincrasia del personal
responsable del cuidado de los animales. El hecho de que la decisión final
dependa de tantos factores hace que no exista un sistema de alojamiento
en grupo ideal para todos los casos.
En general, y al revés de lo que ocurre en otras especies, los grupos
grandes de cerdas gestantes resultan en una reducción de la frecuencia de
interacciones agresivas. Por otra parte, la legislación europea permite
reducir el espacio por animal cuando los grupos son de más de 40 cerdas,
lo que puede resultar en un cierto ahorro de espacio. Los grupos de cerdas
pueden ser estáticos o dinámicos. El término “grupo estático” hace
referencia al hecho de mantener los grupos de gestación estables; es decir,
una vez el grupo está formado tras el diagnóstico de gestación no se
introducen nuevas cerdas hasta su traslado a la sala de partos. Este sistema
permite además un manejo del tipo “todo dentro, todo fuera”. Es
recomendable formar grupos relativamente pequeños y homogéneos,
teniendo en cuanta la fase de gestación, la edad y la condición corporal de
los animales. En el sistema de grupos dinámicos se trasladan cerdas
periódicamente a las salas de parto, que son reemplazadas por cerdas de
gestación confirmada. El mayor inconveniente consiste en que la constante
alteración de la jerarquía entre los animales mantiene un nivel alto de
agresividad en el grupo. Es un manejo muy común en grupos grandes con
sistema de identificación electrónica tipo túnel, ya que este sistema facilita
la selección automática de los animales que tienen que ser trasladados a las
salas de parto. Es muy importante asegurarse de que los animales recién
introducidos conocen el funcionamiento del dispensador electrónico.
Uno de los principales problemas de bienestar de las cerdas alojadas en
grupo son las peleas. Las peleas se producen por dos razones diferentes:
introducción de nuevos animales (cuando se usan grupos dinámicos) y
competencia por la comida y el espacio. Las peleas causadas por la
introducción de animales podrían evitarse de varias maneras. En primer lugar,
parece ser que cuando es necesario introducir varias cerdas en un grupo
numeroso, es preferible introducir varios animales a la vez. En segundo lugar,
puede ser útil exponer previamente a los animales a estímulos visuales,
auditivos u olfativos procedentes de los individuos que van a ser introducidos.
En tercer lugar, es conveniente colocar vallas o separaciones dentro del
parque para que los animales puedan esconderse.

Bienestar en maternidad
En las naves de maternidad se alojan dos tipos de animales con necesidades
muy distintas: las cerdas reproductoras y los lechones. Los problemas de
bienestar de unas y otros son muy diferentes.
Para reducir el estrés en el parto, se debería permitir la adaptación previa
de la cerda a la jaula de maternidad, introduciéndola entre 4 y 6 días antes
de la fecha prevista de parto. Esto es especialmente importante en cerdas
primíparas ya que la nave de maternidad es un ambiente nuevo que
desencadena una respuesta de estrés. Durante estos días y hasta el parto,
debe proporcionarse un confort térmico adecuado, controlando la
temperatura y manejando la ventilación adecuadamente. La temperatura
óptima para la cerda lactante está entre los 16 y los 18 ºC, y temperaturas
superiores causan una disminución del consumo de pienso. La temperatura
óptima a la que nos referimos no es la temperatura ambiente, sino la
denominada temperatura efectiva. La temperatura efectiva mide la
sensación de calor (o frío) del animal y resulta de la interacción de varios
factores con la temperatura ambiente; entre estos factores destacan la
humedad relativa y el movimiento del aire, que se controlan a través de la
ventilación, y el tipo de suelo, que condiciona las pérdidas de calor por
conducción. Así pues, es muy importante controlar adecuadamente la
temperatura de las salas de maternidad. Los días inmediatamente
anteriores al parto y los tres primeros días pos-parto puede mantenerse una
temperatura algo más elevada en las salas, para evitar problemas de
hipotermia en el lechón. No obstante, es necesario recordar que cuando la
temperatura es superior a los 25 ºC el parto puede alargarse, lo que tiene
efectos negativos sobre la supervivencia de los lechones. A partir del tercer
día, sin embargo, se debería mantener la temperatura de la sala lo más
cerca posible de 18-20ºC, aportando fuentes de calor adicionales para los
lechones.
El consumo de agua también tiene un efecto muy importante sobre su
bienestar. Las cerdas en lactación pueden llegar a beber más de 40 litros de
agua al día. En la práctica, se recomienda que los bebederos tipo “chupete”
deberían ofrecer un caudal mínimo de 2-4 l/m y los bebederos tipo
“bañera” deberían tener una profundidad mínima de unos 4 cm. Las
temperaturas elevadas también incrementan el consumo de agua. Así,
según algunos estudios, el consumo de agua en cerdas lactantes aumenta
prácticamente en un 100% cuando la temperatura pasa de 10 a 25 º C.
Es importante también evitar ruidos y un exceso de movimiento de personal
en las salas de maternidad. Aunque la supervisión de los partos puede
reducir la mortalidad neonatal de forma considerable también es cierto que
un cuidante excesivamente celoso y que interviene con demasiada
frecuencia puede causar estrés en las cerdas y provocar un efecto contrario
al deseado.
En condiciones naturales las cerdas construyen un nido antes de parir. En
las explotaciones intensivas, sin embargo, las cerdas no tienen normalmente
la oportunidad de llevar a cabo la conducta normal de nidificación, lo que
desencadena una respuesta de estrés que puede resultar en partos más
largos y en una inhibición de la eyección de calostro. Proporcionar virutas
de madera –o cualquier material que permita a la cerda realizar algo
parecido a la conducta de nidificación, como papel de periódico o paja-
resulta en partos más cortos y reduce el porcentaje de lechones que nacen
muertos en explotaciones intensivas.

Bienestar de los lechones


La mortalidad neonatal es un problema importante tanto desde el punto de
vista productivo, como desde el punto de vista del bienestar de los
lechones. En general, la mayoría de las bajas se producen durante las
primeras 24-48 horas de vida. Las principales causas de muerte de los
lechones son por aplastamiento, el síndrome de hipotermia-inanición y –
especialmente en el caso de camadas de cerdas primíparas- la agresividad
de la hembra hacia los lechones. Sin embargo, la muerte de un lechón es a
menudo el resultado final de una cadena de acontecimientos; cuando se ha
estudiado el problema responsable del inicio de dicha cadena, se ha
concluido que la debilidad del lechón es uno de los factores principales. Así
pues, la mayoría de lechones que mueren durante los primeros días de vida
son lechones que nacen sanos pero demasiado débiles para mamar y sobre
todo para competir con sus hermanos. Si la debilidad al nacer es la causa
principal de mortalidad neonatal, resulta interesante conocer cuáles son las
causas de dicha debilidad. Según parece, el vigor del lechón depende de
factores genéticos, del peso al nacimiento –y, más concretamente, de la
diferencia entre el peso de un lechón y el peso medio de la camada-, de las
reservas de hierro y de la concentración plasmática de varias hormonas,
especialmente estrógenos. Además de estos factores, la hipoxia durante el
parto tiene también un papel fundamental y es especialmente interesante
desde el punto de vista del manejo.
La hipoxia es consecuencia de un parto muy largo o de un intervalo muy
largo entre el nacimiento de dos lechones. La edad de la cerda y la
temperatura ambiente en la nave de maternidad son dos factores bien
conocidos que afectan la duración del parto. Varios trabajos relativamente
recientes indican que el estrés durante el parto inhibe la liberación de
oxitocina y por lo tanto puede alargar el parto. Por lo tanto, y aunque es
necesario realizar más estudios al respecto, es posible que el estrés de la
cerda durante el parto puede ser la causa última de un porcentaje elevado
de muertes de lechones durante la fase neonatal. Esta hipótesis se ve
reforzada por una serie de trabajos que demuestran que, además de su
efecto sobre la duración del parto, el estrés aumenta el porcentaje de
"amamantamientos falsos" (es decir, en los que la cerda no llega a expulsar
leche o calostro) y aumenta el tiempo hasta que los lechones ingieren
calostro por primera vez. Entre los posibles factores de estrés para la cerda
es probable que la conducta del cuidador –que determina a su vez el que las
cerdas muestren una respuesta de miedo cuando el cuidador está cerca-
tenga una gran importancia.
Poco después del nacimiento los lechones son objetos de varios
procedimientos susceptibles de causar dolor, entre los que se encuentran la
castración –en el caso de los lechones machos-, el corte de cola y el corte o
limado de dientes. El objetivo principal de la castración es evitar el olor
sexual, presente en la carne de algunos machos enteros cuando llegan a la
pubertad. Actualmente, la mayoría de las castraciones se realizan
quirúrgicamente y sin anestesia. Este procedimiento implica la sujeción e
inmovilización del lechón, la incisión del escroto con un bisturí, la exposición
del testículo y la sección o desgarro del cordón espermático. A pesar de
que es un procedimiento rápido, causa una serie de cambios fisiológicos y
comportamentales que son claramente indicativos de dolor y estrés.
La castración quirúrgica sin anestesia es dolorosa a cualquier edad y, según
parece, la fase más dolorosa de la castración es la exposición de los
testículos y el corte del cordón espermático. El dolor postquirúrgico puede
prolongarse durante 5 días. Durante este tiempo, los lechones castrados
muestran signos de dolor en la zona afectada, permaneciendo activos un
período de tiempo más corto de lo que sería normal. Igualmente, disminuye
la conducta de juego y la actividad de los lechones en la glándula mamaria,
ya sea succionando o masajeándola para la siguiente toma de leche. La
castración quirúrgica sin anestesia también puede tener efectos negativos
sobre el crecimiento del animal, el sistema inmunitario y la salud. Debido a
que la castración quirúrgica sin anestesia provoca dolor y tiene efectos
negativos sobre el crecimiento y la salud de los cerdos, algunos países
europeos ya han adoptado medidas para prohibir esta práctica. La Unión
Europea está buscando alternativas a la castración sin anestesia que
eliminen el olor sexual sin provocar sufrimiento en el animal. Entre estas
alternativas se incluyen la immunocastración y la castración quirúrgica
utilizando analgesia.
El corte de cola es una práctica comúnmente utilizada para prevenir la
caudofagia. Dicha práctica, sin embargo, resulta discutible por varias
razones. En primer lugar, la amputación de la cola da lugar a la formación de
neuromas, que a su vez causan muy probablemente dolor crónico en los
animales. En segundo lugar, algunos autores sugieren que el corte de cola
es menos eficaz de lo que habitualmente se piensa y que, en realidad, no
disminuye la incidencia de caudofagia severa. Puede ocurrir, incluso, que la
amputación de la cola haga que los animales con tendencia a mostrar
caudofagia muerdan otras partes del cuerpo de sus compañeros de corral.
Finalmente, es hasta cierto punto razonable pensar que el mejor método de
prevenir la caudofagia debería consistir en eliminar los factores ambientales
que son responsables de su aparición, más que en realizar una amputación
quirúrgica de forma sistemática. Probablemente, todas estas razones
explican que la legislación europea sobre bienestar animal prohíba realizar el
corte de cola de manera sistemática e indique que antes del corte de cola
deberán tomarse medidas para prevenir la aparición de la caudofagia
teniendo en cuenta las condiciones ambientales y la carga ganadera.
El destete es una fase crítica en el ciclo productivo. Esto es debido a que en
el momento del destete el lechón se enfrenta a varios factores estresantes
que actúan al mismo tiempo y los factores estresantes presentan la
característica de ser aditivos, es decir, cuanto más factores de estrés
actúan simultáneamente, mayor es la respuesta de estrés. Los principales
factores estresantes del destete son la separación de la madre, el cambio
de alimentación y de alojamiento, y la mezcla con animales desconocidos. El
estrés del destete es difícil de evitar. La forma más eficaz de hacerlo sería
retrasar substancialmente la edad de destete o hacer que el proceso de
destete fuera gradual. Así, el destete fraccionado es una rutina de manejo
en algunas granjas y algunos autores sugieren que se producen tantos y
mejores lechones por cerda año destetando a los 28 días en lugar de a los
21 días. Probablemente, los dos aspectos más importantes a tener en
cuenta para minimizar el estrés del destete son, en primer lugar, procurar
que el peso al destete sea lo más elevado posible y, en segundo lugar,
mejorar las instalaciones y el manejo en la fase de transición. El peso al
destete depende del peso al nacimiento y del incremento de peso durante
la lactación.
La temperatura en la nave de transición debería estar entre los 22 y los 28
º C en función del peso de los animales, y la ventilación debe garantizar una
buena calidad del aire. El espacio recomendado por animal es de 0,15 a
0,20 m2, según el peso. Los corrales en las salas de transición deberían
estar diseñados de tal modo que proporcionaran al lechón zonas
diferenciadas para el descanso, la ingestión de agua y alimento y la
defecación y micción. Otro punto interesante a tener en cuenta es la
calidad y temperatura del agua. Algunos estudios han evaluado el efecto de
la temperatura del agua sobre el consumo de alimento. Así, en un trabajo se
encontró que los animales que disponían de agua a 28 ºC crecían menos
que aquéllos que disponían de agua a 18 ºC. Respecto al diseño de los
comederos, parece ser que en la fase de transición los lechones consumen
más alimento cuando están en contacto unos con otros, lo que en cierta
manera simularía su comportamiento natural al mamar.

Bienestar en la fase de cebo


La caudofagia es uno de los principales problemas de bienestar en la fase
de cebo y hace referencia a una conducta anormal que se observa
ocasionalmente en la especie porcina y que consiste en morder la cola de
otros cerdos. Para el animal mordido, la caudofagia supone un problema
grave de bienestar. Las heridas causan dolor, que a su vez tiene efectos
negativos sobre su conducta y crecimiento. Probablemente, el efecto más
evidente es una reducción en el consumo de alimento. Esto es debido no
sólo a que la respuesta de estrés causada por el dolor tiene un efecto
inhibidor sobre el apetito, sino también a que es precisamente en el
momento de comer cuando la cola resulta más accesible y, por lo tanto, el
animal que sufre la caudofagia procura evitar esta situación. Por otro lado,
la herida puede provocar infecciones que son susceptibles de extenderse
por diferentes vías, especialmente la vena caudal y el canal vertebral. Por lo
tanto, en las granjas en las que se observa caudofagia pueden aparecer
problemas en varios órganos y sistemas, observándose infecciones en la
espina dorsal, pulmones, riñones, costillas, extremidades y peritoneo. El
hecho de que en los animales mordidos se observen varias zonas afectadas
se debe además a que cuando un animal es mordido por otros en la cola,
también es susceptible de ser mordido en otras partes del cuerpo,
especialmente en las orejas y el abdomen. También es importante tener en
cuenta que pequeñas heridas en la cola, no observables a simple vista,
pueden generar fácilmente una piemia. Finalmente, es importante tener en
cuenta que la caudofagia puede en ocasiones desembocar en un problema
de canibalismo, que es todavía más grave. Esto es debido, probablemente,
a la apetencia que los animales muestran por la sangre de las heridas. La
forma habitual de prevenir la caudofagia es el corte de cola, pero como se
describió anteriormente, puede constituir en sí misma un problema de
bienestar.
Existen diversas teorías sobre el origen de la caudofagia. De acuerdo con la
teoría probablemente más aceptada, la caudofagia sería una ‘conducta
redirigida’, es decir, una conducta que es normal en sí misma pero que se
dirige hacia un estímulo distinto del habitual. En condiciones naturales, el
cerdo dedica un porcentaje muy elevado del tiempo que permanece
despierto (hasta el 80%) a mostrar conducta exploratoria, relacionada
principalmente con la búsqueda del alimento. Concretamente, la actividad
exploratoria se lleva a cabo mayoritariamente mediante la conducta de
hozar, en la que el cerdo remueve el suelo con el hocico. Según parece, la
conducta de hozar constituye para el cerdo una “necesidad de
comportamiento”, es decir, una conducta que el animal debe llevar a cabo
obligatoriamente, incluso si se le suministra pienso y, por lo tanto, no
necesita buscar alimento para satisfacer sus necesidades nutricionales.
Dicho de otra manera, parece que la conducta de hozar es importante en sí
misma, independientemente de que las necesidades nutritivas del animal
estén cubiertas o no. En las explotaciones con suelo de cemento o
emparrillado, en las que el cerdo no puede dirigir la conducta de hozar hacia
un estímulo normal, dicha conducta es dirigida hacia estímulos alternativos,
tales como la cola de otros animales.
Sin duda, uno de los factores más importantes en la aparición de caudofagia
es el hecho de que, en la mayoría de explotaciones, los cerdos carecen de
estímulos hacia los que dirigir su conducta exploratoria y, más
concretamente, la conducta de hozar. Prácticamente todos los estudios
que han analizado la relación entre la caudofagia y la presencia de
materiales que permiten dicha conducta –tales como paja o viruta- han
obtenido resultados similares: el aporte de estos materiales reduce entre
10 y 12 veces la probabilidad de que aparezca un brote de caudofagia. En
algunas ocasiones, además, se ha conseguido eliminar la caudofagia
ofreciendo a los animales substrato para conductas exploratorias. Estos
resultados, además de su posible interés práctico, confirman la teoría
anteriormente explicada de que la caudofagia es en realidad una conducta
redirigida que tiene su origen en la tendencia natural del cerdo a hozar.
En líneas generales, el protocolo de actuación frente a un brote de
caudofagia podría resumirse de la siguiente manera:
- Aislar a los animales que presentan heridas sangrantes y a aquellos que
muestran la conducta de manera especialmente intensa.
- Revisar la composición del pienso, especialmente en lo que se refiere al
proceso de fabricación y al contenido en sal y aminoácidos esenciales.
Puede ser recomendable en algunas ocasiones aumentar el porcentaje de
sal en la dieta.
- Revisar las condiciones ambientales de la explotación y las prácticas de
manejo, con especial énfasis en la densidad de animales, la ventilación y
la mezcla de animales.
- Estudiar la posibilidad de suministrar a los animales materiales que les
permitan mostrar su conducta exploratoria. Aunque somos
perfectamente conscientes de que en la inmensa mayoría de
explotaciones no es en absoluto realista sugerir que los animales se
mantengan sobre cama de paja, el hecho de suministrarles pequeñas
cantidades de paja o simplemente objetos que estimulen su conducta de
hozar puede tener efectos beneficiosos.
Existen numerosos trabajos que demuestran que la velocidad de
crecimiento aumenta conforme mayor es el espacio disponible por animal en
la fase de cebo. Esto, a su vez, sugiere que el bienestar de los animales es
también mejor cuando disponen de más espacio. Por otra parte, aumentar
el espacio disponible por animal supone un aumento de los costes de
producción, por lo que es importante disponer de criterios que permitan
aconsejar de forma razonada el espacio mínimo por animal.
El espacio que ocupa un cerdo cuando está echado depende de la postura
que adopte, decúbito esternal o decúbito lateral. La postura que adoptan
los cerdos para echarse depende en buena medida de la temperatura
efectiva. En efecto, cuando los cerdos tienen calor prefieren echarse en
decúbito lateral y con las extremidades extendidas, de forma que la
superficie de contacto con el ambiente circundante y el suelo es máxima, lo
que favorece la pérdida de calor por convección y conducción. Por el
contrario, cuando tienen frío, se echan preferentemente en decúbito
esternal y con las extremidades replegadas, reduciendo así la superficie de
contacto con el ambiente circundante y el suelo para minimizar las pérdidas
de calor. Además, los cerdos buscan el contacto con otros individuos
cuando hace frío, mientras que se mantienen separados unos de otros
cuando hace calor. En definitiva, pues, la temperatura efectiva modifica las
necesidades de espacio mediante dos mecanismos diferentes: la postura de
reposo y la distancia entre individuos.
La mezcla de animales que no han tenido contacto previo (es decir, la
mezcla de lotes enteros o la introducción de uno o dos animales a un grupo
ya formado) es una práctica común en producción porcina. Aunque puede
realizarse en cualquier fase del ciclo de producción, la mezcla de animales
es especialmente frecuente al destetar, al final de la fase de transición y
cuando se carga a los animales para llevarlos al matadero. En cualquier
caso, el objetivo de la mezcla es obtener grupos de animales lo más
homogéneos posible en edad y peso. La mezcla de animales puede dar lugar
a agresividad y estrés, lo que a su vez tiene efectos negativos sobre el
bienestar de los animales y su producción. Concretamente, las interacciones
agresivas pueden provocar heridas y, como consecuencia, riesgo de
infecciones. Por otra parte, el incremento de la actividad física causado por
las peleas puede empeorar los índices productivos. Además, la imposibilidad
de huir del animal agresor desencadena una respuesta de estrés intensa,
que a su vez puede provocar inmunodepresión y facilitar la aparición de
diarreas. En casos extremos, y concretamente en animales sensibles al
estrés, la combinación de estrés y actividad física brusca causada por las
peleas puede provocar la muerte de algunos animales.
La agresividad provocada por la mezcla de animales que no han tenido
contacto previo se debe a tres factores principales. En primer lugar, el
cerdo es un animal social que establece relaciones jerárquicas con sus
congéneres. Dichas relaciones se establecen habitualmente mediante
interacciones agresivas. Pues bien, al mezclarse animales, cada individuo
intenta establecer relaciones jerárquicas con cada uno de los animales con
los que no había tenido contacto previo, lo que conduce a un aumento de la
frecuencia de peleas. En segundo lugar, la falta de familiaridad –
independientemente de que se hayan establecido o no relaciones
jerárquicas- facilita la aparición de comportamiento agresivo. Así, la mezcla
de animales que se encontraban en corrales contiguos y que, por lo tanto,
habían tenido contacto visual y olfativo aunque no hubieran establecido
jerarquías, resulta en una agresividad menor que la que aparece cuando se
mezclan animales que no han estado previamente en contacto. Por último,
parece ser que la falta de otros estímulos ‘ambientales’ favorecen las
conductas agresivas en situaciones de mezcla social. Es decir, un ambiente
pobre en estímulos hace que los animales muestren conductas agresivas
más frecuentes e intensas tras la mezcla. Existen diferentes técnicas que
permiten reducir la agresividad que se produce tras la mezcla. Es
importante tener en cuenta, sin embargo, que dichas técnicas no evitan
completamente la agresividad. Por lo tanto, y en la medida de lo posible, es
importante evitar la mezcla de animales.

Referencias
- Broom DM, Johnson, KG 1993. Stress and Animal Welfare. Chapman and
Hall, London, UK.
- Directiva 91/630/CEE de 19 de noviembre de 1991 relativa a las normas
mínimas para la protección de cerdos.
- European Food Safety Agency (EFSA) 2004 Welfare aspects of the
castration of piglets, AHAW/04-087
http://www.efsa.eu.int/science/ahaw/ahaw_opinions/512_en.html.
- European Food Safety Agency (EFSA) 2005. The welfare of weaners and
rearing pigs: effects of different space allowances and floor types, AHAW
panel.
http://www.efsa.europa.eu/en/science/ahaw/ahaw_opinions/1203.html.
- European Food Safety Authority 2007 Scientific Report on Welfare and
Disease in Fattening Pigs in Relation to Housing and Husbandry. Parma:
EFSA.
- Faucitano, L., & Schaefer, A. (2008). Welfare of pigs from birth to
slaughter. The Netherlands: Wageningen Academic Publishers.
- Fraser D 1999. Animal ethics and animal welfare science: bridging the
two cultures. Applied Animal Behaviour Science, 65:171-189.
- Manteca X 2009. Bienestar en animales domésticos. Etología Veterinaria,
pp245-275.
- Scientific Committee on Animal Health and Animal Welfare 1997 The
welfare of intensively kept pigs. European Commission, Brussels.
- Velarde, A and Geers, R. (2007). On farm monitoring of pig welfare.,
Wageningen Academic Publisher, The Netherlands.

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