Las investigaciones del doctor Hugo Burgos Guevara han dejado al descubierto nuevas
'coincidencias', difíciles de explicar con los elementos de la cultura occidental,
atribuyéndose más bien a una supervivencia de los principios incas, sobre los cuales se
habría tenido que establecer un patrón de construcciones religiosas católicas que
simplemente reutilizó los mismos principios y procedió a construir las grandiosas iglesias
de Quito Colonial, dentro de un modelo de organización religiosa prehispánica.
Pero la distribución espacial de las iglesias quiteñas no obedece a un patrón europeo sino
a un cuadro preestablecido de representaciones mentales y organizaciones rituales incas
o pre-incas.
Muchas piedras incas y algunos restos de viejos muros, a pesar de permanecer a ojos
vistas, no habían sido notados. Entre otras razones porque permanecían en oscuros
rincones, como las piedras que encontró en el claustro inferior y la escalinata norte del
atrio de San Francisco; ya sea porque estaban en paredes interiores, tapadas con
revestimientos modernos como los paramentos encontrados en el Colegio de los Sagrados
Corazones en las calles Sucre y Guayaquil; o, simplemente porque fueron encubiertas o
enmascaradas como las piedras del atrio de la Catedral o de San Francisco. Pues, sobre la
cara exterior de las mismas, se labraron falsas junturas con un afán decorativo y
uniformizador.
En la arquería norte del templo de San Francisco, la arqueóloga Paulina Terán encontró
cimientos de una probable callanca. Todos estos hallazgos fueron fortuitos, aparecieron
de pronto cuando no se los buscaba, porque ninguna institución pública o privada estuvo
ni está interesada en apoyar o financiar una prospección arqueológica seria en el casco
colonial.