Humanismo Cristiano
pág.
Introducción 5
3
Humanismo Cristiano
4
Introducción
S i bien el concepto de “humanismo”, en su sentido específico, corres-
ponde a un movimiento intelectual, filológico, filosófico y artístico de
la Europa de los siglos XV y XVI, también es cierto que toda la historia hu-
mana ha estado revestida e inspirada por principios e ideas de auténticos
humanismos. Cada época ha sido configurada por una determinada mane-
ra de ver, concebir y comprender al hombre y cuanto le rodea; su actuar y
su obrar han dependido, en gran medida, de tales cosmovisiones.
5
Humanismo Cristiano
6
Vaticano II: es la persona humana la que hay que salvar, y es la sociedad
humana la que hay que renovar”1.
UNIVERSIDAD MARIANA
San Juan de Pasto, Octubre de 2010
1
PABLO VI. Gaudium et Spes, nº 3.
2
BENEDICTO XVI. “Dios es amor”, nº 30.
7
Capítulo I
Humanismo y Humanismos
Luis Eduardo Pinchao Benavides*
9
Capítulo 1 Humanismo y Humanismos
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Humanismo Cristiano
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Capítulo 1 Humanismo y Humanismos
doctrina cristiana) fomentado por el clero católico; entre sus obras princi-
pales se encuentran: El libro “Manual del Caballero Cristiano” publicado en
1.503 y su famosa sátira “Elogio de la locura”, publicada en 1511; sus obras
influyeron enormemente sobre los reformadores, por lo que algunos lo
llaman “Padre de la Reforma”.
Todo lo dicho hasta ahora explica, a grandes rasgos, el origen del huma-
nismo como movimiento intelectual explicita y abiertamente declarado;
sin desconocer, claro está, que el pensamiento humanista ha estado la-
tente en toda la historia humana. Sus ideas han estado constantemen-
te regulando y promoviendo la humanización del ser humano; a veces,
fundamentando estos propósitos en preceptos divinos y, en otros casos,
guardando distancia frente a lo trascendente e intentando alcanzar esta
meta confiando únicamente en las propias capacidades humanas.
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Humanismo Cristiano
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Capítulo 1 Humanismo y Humanismos
2. Humanismos
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Humanismo Cristiano
Este hombre se distingue de los demás seres del planeta porque es ca-
paz de construir la sociedad y elaborar la cultura mediante el trabajo y
la ayuda de la ciencia y la técnica. La fuerza de trabajo es el conjunto de
capacidades físicas e intelectuales que posee el hombre y que emplea
en el proceso de producción de los bienes materiales. Es la única fuerza
que crea valor.
Por otra parte, los hombres están totalmente alienados. Las principales
alienaciones son de índole económica, política, filosófica y religiosa,
aunque todas dependen, en última instancia, de la económica. El problema
radica en que la alienación impide la toma de conciencia y la capacidad
de decisión del hombre para salir de esa condición. En consecuencia, sólo
cuando se haya tomado conciencia de la situación, será posible el proceso
de construcción del hombre nuevo y de la sociedad nueva: una sociedad
libre de dominación y explotación, donde no serán necesaria ni la religión,
ni la ley, ni el Estado. En esta acción revolucionaria el proletariado será el
agente principal de este proceso liberador.
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Capítulo 1 Humanismo y Humanismos
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A esto se añade otro hecho importante: nadie puede ser persona por otro.
Cada persona es la que debe encontrar su vocación y realizar su destino.
Ninguna otra persona, ni colectividad del tipo que sea, puede usurpar
esta función; por ello, según Mounier: “El fin de la educación no es adies-
trar al niño para una función o amoldarlo a cierto conformismo, sino hacer
que madure y descubra esa vocación, que es su mismo ser, y el centro de
reunión de sus responsabilidades del hombre”4 .
4
Ibíd., p. 407.
20
Capítulo 1 Humanismo y Humanismos
5
FREUD, S. Psicología de las masas y análisis del yo. Colección
Psicología y Psicoanálisis, 1973, p. 23.
21
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Por otra parte, Freud sostiene que puede haber un número indeterminado
de instintos; pero, concluyó que todos ellos podrían ser derivados de los
dos instintos básicos:
6
Ibíd., p. 95.
22
Capítulo 1 Humanismo y Humanismos
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Capítulo 1 Humanismo y Humanismos
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Humanismo Cristiano
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Capítulo 1 Humanismo y Humanismos
3. El humanismo cristiano
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Humanismo Cristiano
Maritain, por su parte, decidió tornar al pasado, transitando por las diferen-
tes épocas y reencontrándose con los distintos sistemas de pensamiento.
En esta experiencia encuentró que es precisamente en el humanismo re-
nacentista donde están los orígenes que llevaron a la crisis y al resquebra-
jamiento de la sociedad moderna, de los cuales el nazismo y el estalinismo
son la máxima expresión. Se propone entonces restablecer el curso de la
evolución histórica del cristianismo que, según su visión, ha sido interrum-
pido y obstaculizado por el pensamiento moderno, laico y secular.
8
MARITAIN, J. Humanismo Integral. París: Ediciones Palabra, 1936.
Traductor Alfredo Mendizábal, España, 2001, pág. 75.
28
Capítulo 1 Humanismo y Humanismos
9
Ibíd., p. 81
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Humanismo Cristiano
10
Ibíd., p. 42.
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Capítulo 1 Humanismo y Humanismos
11
MARITAIN, J. Humanismo Integral. París: Ediciones Palabra, 1936.
En libro El Alcance de la Razón. Buenos Aires: Emecé Editores, S.A.,
1959, p. 75.
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Capítulo 1 Humanismo y Humanismos
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Jacques Maritain
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Capítulo II
Dimensión religiosa
del ser humano
35
Capítulo II Dimensión religiosa del ser humano
1. El fenómeno religioso
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Humanismo Cristiano
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Capítulo II Dimensión religiosa del ser humano
En definitiva, tanto los símbolos religiosos como los mitos son fundamen-
tales para expresar y vivenciar, ya sea a nivel individual o comunitario, la
experiencia religiosa. Esto nos lleva a caer en la cuenta, de que dado su ca-
rácter simbólico deben ser interpretados y comprendidos cautelosamente,
para no desvirtuar su contenido y su significado.
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Humanismo Cristiano
Lo sagrado y lo profano:
profano Cuando en un lugar se produce una manifesta-
ción de lo divino (hierofanía), o cuando ciertas cosas de la cotidianidad son
puestas al servicio de lo divino, pasan al ámbito de lo sagrado, separándose
del resto del mundo que se considera como profano, produciéndose una
ruptura de nivel entre lo sagrado y lo profano: Lo sagrado no puede, en prin-
cipio, ser tocado por lo profano.
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Capítulo II Dimensión religiosa del ser humano
2.1 El hinduismo
La religión es para el hindú una forma de vida, algo existencial que debe
definir en concreto cada ser humano; por eso dentro del hinduismo caben
el politeísmo y el panteísmo, aunque la tendencia más fuerte sea la mo-
noteísta. A diferencia de otras religiones, en el hinduismo no se encuentra
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Humanismo Cristiano
Concepción del hombre. La vida humana, por ser parte de este mundo,
también es cíclica: “después de morir, el alma deja el cuerpo y renace en
el cuerpo de otra persona, animal, vegetal o mineral”. Este proceso cíclico
de reencarnación se conoce como samsara. La calidad de la reencarnación
viene determinada por el mérito o la falta de méritos que haya acumulado
cada persona como resultado de su actuar o karma, de lo que el alma haya
realizado en su vida o vidas pasadas.
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Capítulo II Dimensión religiosa del ser humano
2.2. El budismo
En primer lugar, el Buda enseña cuáles son los dos extremos que no debe
seguir alguien que busque la perfección: Por una parte, la complacencia en
los placeres sensuales y, por otra, la adicción a la mortificación. No siguien-
do ninguno de estos dos extremos, se adentra en el Camino Medio que
conduce a la perfección.
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Humanismo Cristiano
• La vida humana está marcada por el sufrimiento desde que nace has-
ta que muere, y aún más, este sufrimiento se extiende más allá de la
muerte, puesto que al igual que en el hinduismo la vida es cíclica.
• El origen del sufrimiento está dado por la codicia y el apego a los place-
res sensuales.
• El sufrimiento cesa cuando se logra superar la ignorancia y la depen-
dencia a las cosas mundanas.
• El camino para dar fin al sufrimiento consiste en transitar el camino de
las ocho etapas: Tener adecuada visión de las cosas, buenas intencio-
nes, un modo de expresión correcto, realizar buenas acciones, tener un
modo de vida adecuado, esforzarse de forma positiva, tener buenos
pensamientos y dedicarse a la contemplación del modo adecuado.
Visión del hombre. El budismo ve al ser humano formado por cuatro di-
mensiones fundamentales: cuerpo material, sentimientos, percepciones
y predisposición ante las cosas. Cada persona es simplemente la combi-
nación temporal de estas cuatro realidades, que a su vez están sujetas a
continuos cambios. Ninguna de ellas se mantiene igual, ni siquiera en dos
momentos consecutivos.
2.3 El judaísmo
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Capítulo II Dimensión religiosa del ser humano
ción, tal como lo expresa el salmo 8: “Pues lo hiciste casi como un dios, lo
rodeaste de honor y dignidad, le diste autoridad sobre tus obras, lo pusiste
por encima de todo” (4.6). Es el ser que más se asemeja a Dios, así lo declara
el Talmud “Bienaventurado es el hombre que fue creado a imagen divina”.
Todo ser humano ha sido dotado de inteligencia y libre albedrío para elegir
entre el bien y el mal, pero nadie tiene el derecho a oprimir al otro. Todos
tienen igual derecho a ser libres, tienen el derecho a ser respetados como
personas. Según la Torá, el hombre fue creado a imagen y semejanza de
Dios, no en su forma externa sino en la posibilidad de imitar los atributos
de Dios, y en esto consiste su tarea en la Tierra.
La tercera parte de la Biblia judía está constituida por los Ketubim (escritos),
formados por los libros de los salmos, proverbios, Job, Daniel, Esdras, Jere-
mías, Rut, Cantares, Lamentaciones, Eclesiastés, Ester y Crónicas I y II.
45
Humanismo Cristiano
La Mishná. Son seis tratados básicos que abarcan la vida judía, sus normas
y sus preceptos: 1. Tratado Zeraim (semillas). Concerniente al trabajo de la
tierra: Qué se puede sembrar, cuánto tiempo debe pasar hasta poder comer
los frutos del árbol, qué es el año sabático para la tierra, qué debe darse a
los pobres, viudas, etc. 2. Moadim. Explica todo lo referente a las festivida-
des. 3. Seder Nezikim. Tiene como eje la vida de relación de las personas. 4.
Seder Nashim. Este tratado es específico para guardar las normas que rigen
la vida familiar, incluye normas sobre casamiento, divorcio, relaciones per-
mitidas y prohibidas, deberes matrimoniales, etc. 5. Kodashim. Normas de
santidad (kodesh). Todo lo que debían saber los Kohanim (sacerdotes) para
realizar el ritual en el Templo de Jerusalén, eje de la vida religiosa del pueblo
judío. 6. Teharot-tehará-pureza: Leyes de pureza para una vida sana y santa,
incluye reglas que se deben observar respecto de la higiene personal.
Prácticas religiosas. Por tradición, los judíos rezan tres veces al día: por la
mañana, por la tarde y al anochecer. Las congregaciones mínimas están for-
madas por grupos de diez hombres.
Yom Kipur es el día judío del arrepentimiento, considerado el día más santo
y más solemne del año; su tema central es la expiación y la reconciliación.
La comida, la bebida, el baño, y las relaciones conyugales están prohibidos.
El ayuno comienza en el ocaso, y termina al anochecer del día siguiente.
Los servicios de oración de yom Kipur comienzan con la oración conocida
como “Kol Nidre”, que debe ser recitada antes de la puesta del sol.
46
Capítulo II Dimensión religiosa del ser humano
En el judaísmo, el Bar Mitzvah Bat Mitzvah son los términos para describir
la mayoría de edad de un niño o niña judía. Según la ley judía, cuando los
niños judíos de la mayoría de edad (por lo general, trece años para los varo-
nes y doce de las niñas) se convierten en responsables de sus acciones, y
“convertirse en un Bar o Bat Mitzvah”. Las niñas celebran su Mitzvahs a los
13 años, junto con los niños. Esto también coincide con la pubertad física.
Antes de esto, los padres del niño son responsables de la adhesión del
niño a la ley y la tradición judía, y después de esta edad, los niños asumen
su propia responsabilidad por la ley, el ritual, la tradición y la ética, y se
concede el privilegio de participar en todos los ámbitos de la vida de la
comunidad judía.
Los diez mandamientos tienen mucha importancia para la vida de los ju-
díos, los cuales son el centro de la Torá: No tendrás otros dioses, no pro-
nunciarás el nombre del Señor en vano, guarda el día del sábado, honra a
tu padre y a tu madre, no matarás, no cometerás adulterio, no pretenderás
la mujer de tu prójimo, no robarás, no codiciarás los bienes de tu prójimo,
no dirás falso testimonio ante tu prójimo
2.4 El islam
47
Humanismo Cristiano
El musulmán cree que Alá envió a su mensajero Mahoma (la paz y las
bendiciones de Alá sean con él), a quien reveló el Corán y le ordenó dar a
conocer su religión a la humanidad; por ello, el musulmán considera que
amar y obedecer a Alá y a su mensajero es una obligación que debe reali-
zar toda la humanidad.
El islam está constituido sobre cinco pilares, que son explicados por el Pro-
feta Mahoma: “el testimonio de que no existe ningún dios excepto Alá y que
Mahoma es el Mensajero de Alá; la oración, realizada cinco veces al día (Sa-
lat), orientada hacia la Meca (la Mezquita sagrada) y la oración comunitaria
de los viernes en la Mezquita; la limosna obligatoria para los más necesita-
dos (zakaah); realizar peregrinación a la Mezquita santa de la Meca (Hayy), y
hacer ayuno (Saum ) en el mes de Ramadán”. (Al-Bukhaari, No.8).
48
Capítulo II Dimensión religiosa del ser humano
tras meditaba, tuvo una visión del ángel Gabriel, que le invitó a predicar
una nueva religión. Jadiya, su esposa, con quien tuvo seis hijos, le aseguró
que se trataba de una visión real y se convirtió en su primera discípula.
Mahoma había fundado al islam como una fuerza social, política y religiosa.
Estableció los ritos, determinó las reglas, los cinco rezos diarios, el ayuno
durante el mes de Ramadán y convirtió en deber de todo creyente la parti-
cipación en la Guerra Santa. Pintó con colores apasionados el Paraíso, que
aguardaba a todo aquel que sacrificase su vida luchando para difundir el
islam. Mahoma murió en la cumbre de su gloria el año 632, en Medina,
donde se edificó una mezquita alrededor de su casa y de su sepulcro.
La doctrina del islam y las reglas por las que deben regirse sus creyentes
están en el Corán y en la Sunna. Las predicaciones y revelaciones de Ma-
homa habían quedado en su mayor parte en la memoria de sus oyentes,
y sólo años más tarde fueron recogidas. El encargado de realizar esta re-
copilación fue Zaid Ben Tabit, secretario de Mahoma. La edición definitiva
es del 653.
Visión del hombre. Dios único, es el Señor y Creador de todos los huma-
nos; por ello, todos los humanos son iguales y tienen derechos y obligacio-
nes similares como siervos de Dios. Alá creó a las personas con diferentes
49
Humanismo Cristiano
Las cinco oraciones obligatorias diarias son: Fayr (temprano, antes del
amanecer), Dhur (a medio día), Asr (a media tarde), Maghrib (después del
anochecer), y Ishaa (por la noche antes de la oscuridad completa). Así lo
exige Alá: “Cumplid con las oraciones prescritas y con la oración del medio,
presentaos ante Alá con total entrega” (Corán 2:238). El baño corporal es
obligatorio al asistir a las oraciones de los viernes, así como el uso de perfu-
me, cortarse las uñas, afeitarse el pubis y depilarse las axilas.
50
Capítulo II Dimensión religiosa del ser humano
2.5. El Cristianismo
Jesús nació en Belén, fue hijo de María y José y vivió unos 30 años en Naza-
ret trabajando, seguramente, como carpintero junto a su padre. Luego, se
sabe que partió a recorrer Judea durante tres años, difundiendo sus ideas.
Doce discípulos lo acompañaron durante ese tiempo. Las enseñanzas de
Jesús incomodaron tanto, a las autoridades romanas como a las judías del
Sanedrín, que lo llevaron a ser condenado a muerte y crucificado en la
pascua del año 33.
Las ideas de Jesús implicaban una verdadera revolución; decía que todos
los hombres son iguales ante Dios y que la salvación no dependía de la
fortuna o de la práctica de ritos o ceremonias, sino de la fe y las buenas
acciones de los individuos. Propone la caridad y el amor al prójimo como
normas de vida, las cuales deben extenderse a todos los seres humanos,
incluso a los enemigos. Y muestra en su práctica una opción preferencial
por los pobres y olvidados, quienes, por entonces, eran explotados y me-
nospreciados como seres humanos.
Visión cristiana del hombre. El cristianismo trae una idea totalmente nue-
va y que da sentido a la existencia del mundo y del hombre: la creación. El
mundo y el hombre son fruto de la creación amorosa de Dios; el hombre
es formado con sus manos y recibe la vida del propio aliento Divino (Gen
2-7). Es hecho a imagen y semejanza de su Creador; por ende su misión es
desplegar las cualidades de Él: amor, justicia, compasión y misericordia.
51
Humanismo Cristiano
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
FREUD, S. Psicología de las masas y análisis del yo. Madrid: Colección Psico-
logía y Psicoanálisis, 1973, p. 215.
52
Capítulo II Dimensión religiosa del ser humano
53
Capítulo III
Dios al encuent�o del hombre
55
Capítulo III Dios al encuentro del hombre
57
Humanismo Cristiano
Pero, además de las obras y los signos externos con los que se revela, Dios
concede el impulso interior de su gracia para que los hombres puedan
adherirse con el corazón a las verdades reveladas (Mt 16,17).
Israel rompió, entonces, con la concepción cíclica del tiempo, porque en-
contró a Dios en la historia. Israel confiesa que Dios intervino en su historia,
que este encuentro tuvo lugar un día y que cambió por completo su exis-
tencia. La historia es, pues, el lugar de la revelación. La esencia de la fe de
Israel en Dios está, precisamente, en su concepción del Dios vivo que se
revela en la historia.
58
Capítulo III Dios al encuentro del hombre
2. Historia de la revelación*
Dios obra en la historia, se revela por la historia. Pero, ¿En qué sentido
puede hablarse de historia en cuanto a revelación? Por historia no enten-
demos la simple serie de acontecimientos en su sentido material, sino sólo
aquellos acontecimientos que, por razón de su importancia para la comu-
nidad hebrea, merecen conservarse. La revelación es un acontecimiento
libre y gratuito de parte de Dios, ninguna voluntad humana puede exigir
que Dios intervenga en este u otro momento. Dios intervino e intervendrá
en la historia humana cuando Él lo considere oportuno y necesario; no
podemos predecir las intervenciones de Dios en la historia. Todo depende
de su libre voluntad.
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Humanismo Cristiano
60
Capítulo III Dios al encuentro del hombre
61
Humanismo Cristiano
Los primeros credos del cristianismo son la afirmación de los hechos his-
tóricos y de su significación salvífica. Las formas primeras de este credo
recuerdan la resurrección y exaltación de Cristo como Señor e Hijo de Dios
(I Cor 12, 3; Rom 10, 9; Hech 8, 37). Las formas más elaboradas narran cómo
Cristo vivió, murió y resucitó para la salvación del género humano. La pro-
fesión litúrgica de 1 Tim 3, 16 resume en una sola fórmula las principales
etapas de la historia salvífica. El discurso de Pedro en los Hechos recuerda
los principales acontecimientos que dieron lugar al cristianismo, y su signi-
ficación sobrenatural (Hech 2,23-36; 3,12-26; 10,34-43).
62
Capítulo III Dios al encuentro del hombre
63
Humanismo Cristiano
ha explicado” (Jn 1,18). En Jesús, Dios muestra el único camino que pue-
de llevarnos con seguridad a Él; de hecho, el mensaje de Jesús es claro y
contundente al afirmar que la única manera de saber algo con respecto de
Dios, es a través de Él.
64
Capítulo III Dios al encuentro del hombre
ser Dios, un Dios radicalmente diferente de las imágenes que los hombres
manipulamos sobre la divinidad.
Con Jesús de Nazaret “se hizo visible la bondad de Dios y su amor por los
hombres” (Tit 3,4). Mostró con su vida que Dios es ternura y solidaridad
para con todos. El Dios de Jesús goza con la vuelta a casa del hijo perdido
(Lc 15,20). No es insensible ante ningún dolor humano; Él participa del su-
frimiento de sus hijos, sin perder nada por ello de su dignidad divina. Todo
lo contrario, la enseñanza insistente de Jesús sobre la compasión divina
muestra que, en su omnipotencia, Dios tiene poder para exponerse libre-
mente por amor a experimentar en sí un eco vivo del sufrimiento humano.
Este poder está en la línea del amor más grande y puro, incomprensible al
conocimiento humano.
Por eso, como reflejo del Padre, Jesús siente profundamente en su corazón
las necesidades de sus hermanos. Le llegan al alma las enfermedades de
su pueblo: “Vio Jesús mucha gente, tuvo compasión de ellos y se puso a
curar a los enfermos” (Mt 14,14). Se compadece de los ciegos (Mt 20,34).
Le duele el hambre de los que le seguían por los caminos (Mt 15,32), o el
desamparo en que vivían: “Viendo al gentío, tuvo compasión de ellos, por-
que andaban fatigados y decaídos como ovejas sin pastor” (Mt 9,36). Se
siente conmovido ante el entierro del hijo único de una viuda, y se acerca
a consolarla devolviéndoselo (Lc 7,12-15). Siente profundamente el dolor
de los amigos, hasta derramar lágrimas, como en el caso de la muerte de
Lázaro: “Al ver llorar a María y a los judíos que la acompañaban, Jesús se
conmovió hasta el alma... Se echó a llorar... Y conmovido interiormente, se
acercó al sepulcro” (Jn 11,33.35.38). Lloró también ante el porvenir obscu-
ro y la ruina de su patria (Lc 19,41-42). Y se entristece por los pueblos de
Galilea que no aceptan la salvación que les ofrece (Mt 11,20-24).
65
Humanismo Cristiano
66
Capítulo III Dios al encuentro del hombre
La nueva alianza anunciada por Ezequiel será una re-creación del corazón
acompañada del don del Espíritu (Ez 36, 23-28). No será ya una alianza con
un solo pueblo, sino con todas las naciones. Hemos visto ya cómo Israel
llegó a la idea de creación partiendo de la historia. El dueño de las fuer-
zas anárquicas de la naturaleza (mar Rojo, plagas de Egipto, marcha por
el desierto), el que se manifestó como señor de los pueblos y los utilizó
67
Humanismo Cristiano
68
Capítulo III Dios al encuentro del hombre
Notemos, por último, que la elección de Israel para ser mediador de la reve-
lación, es sobre todo una responsabilidad. Muy pocas ventajas trajo la elec-
ción para Israel. No fue un gran imperio poderoso, sino un pueblo perse-
guido, deportado, exilado, odiado. La elección de Israel como depositario y
testigo de la palabra significa ante todo la obediencia a la palabra, privilegio
poco anhelado por una humanidad terrena y carnal. Israel se mostró en con-
junto infiel a la palabra. Y el amor de Yavé, que brilló en la elección de Israel,
brilló también en la misericordia para con su esposa infiel. La elección no es
un escándalo, sino un misterio de gracia.
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Humanismo Cristiano
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Capítulo III Dios al encuentro del hombre
La verdad de que el Dios, del cual las Escrituras de Israel dan testimonio,
es el único y verdadero Dios, creador del cielo y de la tierra, se pone en
evidencia, en particular, en los “libros sapienciales”. Su contenido supera
los confines del pueblo de Israel para suscitar el interés por la experiencia
común del género humano ante los grandes temas de la existencia: Desde
el sentido del cosmos hasta el sentido de la vida del hombre; desde los
interrogantes sobre la muerte y lo que viene tras ella hasta el significado
de la actividad humana sobre la tierra; desde las relaciones familiares y
sociales hasta la virtud que debe regularlas para vivir según los planes de
Dios Creador y alcanzar así la plenitud de la propia humanidad.
13
CONCILIO VATICANO II, Const. Dei Verbum 11. 1959.
71
Humanismo Cristiano
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
GARCÍA MURGA, José Ramón. El Dios del Antiguo Testamento. Madrid: Fun-
dación Santa María, 1985, p. 347.
72
Capítulo III Dios al encuentro del hombre
http://www.mercaba.org/Caravias/experiencia_10.htm
73
Capítulo IV
Una aproximación
a la Persona de Jesús
Alberto Vianey Trujillo R.*
R.
75
Capítulo IV Una aproximación a la persona de Jesús
1. El contexto
Jesús nació, hacia el siglo I, en el seno del contexto judío (afirmación que
resulta muy relevante al intentar comprender su modo de actuar y su
mensaje). Él es un personaje histórico*, enmarcado en unas coordenadas
concretas, vivió en una colonia del gran imperio romano llamada Palestina
y durante su vida recorrió los territorios de Galilea, Samaria y Judea. El
mundo de Jesús estaba caracterizado por las desigualdades sociales: ha-
bían grupos privilegiados como los comerciantes, latifundistas, políticos o
* Esta reflexión es producto de una lectura de los textos de José Antonio Pagola,
“Jesús, aproximación histórica”; Joseph Ratzinger, “Jesús de Nazaret”, y otras fuentes
bibliográficas que permiten un acercamiento a la persona de Jesús.
* Los estudiosos que se han dedicado a investigar la vida de Jesús de Nazaret no
ponen en duda su existencia. En este contexto parece oportuno anexar un testimonio
histórico de una fuente no cristiana, es el caso de Flavio Josefo, quien afirma: “Por este
tiempo, vivió Jesús, hombre sabio, si es que hombre hay que llamarlo, porque realizaba
obras portentosas: era maestro de los hombres que recibían gustosamente la verdad
y se atrajo no sólo a muchos judíos, sino también a muchos griegos. Este era el Cristo.
Habiéndole infligido Pilato el suplicio de la cruz, instigado por nuestros próceres, los
que lo habían amado no cesaron de amarlo, pues al cabo de tres días nuevamente se
les apareció. Los profetas de Dios tenían dichas estas mismas cosas y otras incontables
maravillas acerca de Él. La tribu de los cristianos, que de Él tomó nombre, todavía no ha
desaparecido hasta hoy”. Flavio Josefo. Antigüedades, XVIII, citado en Eusebio, Historia
eclesiástica. Editorial Católica, Madrid: 1973. I, 50-51.
77
Humanismo Cristiano
78
Capítulo IV Una aproximación a la persona de Jesús
Los saduceos eran amigos del imperio romano, formaban parte de la aris-
tocracia sacerdotal y como gozaban de muchos privilegios no tenían nin-
guna intención de ir en contra del orden establecido. Procuraban mantener
el statu quo remitiéndose continuamente a las tradiciones y a la retribución
material e inmediata. Podríamos decir que éstos eran de extrema derecha.
No creen en la resurrección de los muertos. La salvación es el presente.
79
Humanismo Cristiano
Los esenios
esenios, llamados los devotos, los silenciosos, eran hombres que lle-
vaban una vida al estilo de los monjes, retirados de la vida social y sus
seducciones para evitar el pecado y alcanzar la perfección espiritual. Con
respecto a los anteriores grupos eran más estrictos en el cumplimiento de
la ley y las normas de pureza, y de esta manera, lejos del mundo prostitui-
do, esperaban la venida del Mesías.
Los publicanos eran los encargados de cobrar los impuestos para el impe-
rio romano, por eso eran despreciados y aborrecidos por el pueblo, vistos
como traidores que oprimían a sus propias gentes; además, era de cono-
cimiento común que éstos acostumbraban subir el porcentaje a los im-
puestos para obtener sus propias utilidades, y por eso eran tenidos como
ladrones vulgares.
80
Capítulo IV Una aproximación a la persona de Jesús
81
Humanismo Cristiano
Jesús dejó sin razón conocida su vida en Nazaret y se fue al desierto, lugar
que evocaba el nacimiento del pueblo de Israel; no era un místico en busca
de armonía personal, Él va más por una fuerza de salvación para su pueblo.
Cuando se encontró con el Bautista, le atrajo la propuesta de "un pueblo
renovado", pues Juan buscaba atacar la raíz de todos los problemas judíos
que lo corrompía todo. La alianza estaba rota y la llamada era ir al desierto,
vivir una conversión radical, buscando el perdón divino, para iniciar de
nuevo, estando listos para la inminente llegada de Dios; por esto, Juan es
"la voz que clama en el desierto".
82
Capítulo IV Una aproximación a la persona de Jesús
3. El bautismo de Jesús
“la vida pública de Jesús comienza con su bautismo en el Jordán por Juan
el bautista”14 El hecho del bautismo abrió el momento inicial de la misión
de Jesús, en éste sentido, los evangelistas ubican éste suceso en un contex-
to específico. Lucas lo enmarca en la historia universal y Mateo lo ubica en
la historia de Israel como heredero de la promesa de Abraham, y como un
compromiso del Dios con David.
14
RATZINGER, Joseph. Jesús de Nazaret, Bogotá: Editorial Planeta,
2006, p. 31
15
Ibid., p. 33.
83
Humanismo Cristiano
Las tentaciones* tienen que ver con aquello que experimenta todo hom-
bre desde sus limitaciones, como una posibilidad. Jesús no fue ajeno a esta
realidad porque asumió la condición humana, y en esa perspectiva, no
sólo en este momento, sino durante toda su vida estuvo conviviendo con
la tentación, como una posibilidad de abandonar la voluntad de su Padre.
Sólo la fidelidad, el amor profundo a los seres humanos y la esperanza con-
fiada en el Padre le permitieron mantenerse firme hasta la muerte.
Mateo empieza diciendo que “Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto
para ser tentado por el diablo” (Mt 4,1), y a continuación la primera tenta-
ción: “si eres hijo de Dios di que estas piedras se conviertan en pan” (Mt 4,3).
16
Ibid., p. 40.
17
Ibid., p. 49
* En este punto se sigue las pautas dadas por González Faus en un artículo
titulado “Las tentaciones de Jesús y la tentación cristiana”. Además resulta
interesante dos datos: este autor sigue el texto de las tentaciones en el
evangelio de Mateo, no el de Lucas y las nombra como tentación de la
religión, tentación del prestigio y tentación del poder.
84
Capítulo IV Una aproximación a la persona de Jesús
En la segunda tentación Jesús fue llevado al lugar más alto del templo de
Jerusalén, y el demonio lo incitaba a lanzarse, ya que Él será protegido
por Dios, pues es su Hijo. En este sentido, el sentimiento es claro, el amor
podría ser la clave de la tentación pues si su Padre lo ama lo protegerá de
todos los peligros, pero Jesús aludió a esta invitación con palabras muy sa-
bias, “no tentarás al Señor tu Dios", y con esto nos recuerda los signos que
son pedidos a Jesús para poder reconocer su poder como enviado de Dios.
Es la tentación de la ostentación y el prestigio, la espectacularidad pedida
por los fariseos, y Jesús asume la actitud del servicio a la humanidad para
ir cimentando el Reino de Dios sin pedir dádivas a cambio.
5. Jesús, el profeta
Jesús dejó el desierto, cruzó el Jordán y entró de nuevo en la tierra que ha-
bía regalado al pueblo.18 Esta acción dio inicio a la segunda etapa propuesta
por Juan Bautista, es el momento de la irrupción, toda la historia de la sal-
vación se centra en este momento, era la hora de la manifestación gloriosa
18
PAGOLA, José Antonio. Jesús, aproximación histórica. Madrid:
editorial Planeta, 2007, pág. 83
85
Humanismo Cristiano
El Reino de Dios es la clave para captar el sentido que Jesús dio a su vida y
para entender el proyecto que quería ver realizado en todo Israel, no es una
doctrina religiosa, su objetivo era dignificar la vida del pueblo, implantan-
do la justicia y la paz. Jesús habló incansablemente de este Reino, pero no
explicaba directamente en qué consiste, no obstante, de alguna manera,
aquella gente sencilla comprendía lo que Él decía. Este símbolo del Reino
de Dios no era una especulación de Jesús, era una esperanza que estaba
arraigada en el corazón de su pueblo, “Él sólo decidió usarla de forma regu-
lar y constante, no encontró otra expresión mejor para comunicar lo que Él
creía. Dios librará pronto a Israel de la opresión de las potencias extranjeras
y establecerá en su pueblo la armonía, la paz, la justicia y la dignidad.”20
19
Ibid., p, 86.
20
Ibid., p, 91.
86
Capítulo IV Una aproximación a la persona de Jesús
poético que Jesús empleó no era ajeno a aquellos campesinos, así habían
hablado los profetas, lo que resulta original y sorprendente, es que las pa-
rábolas que contaba la hacía en su vida cotidiana y que ésta era parte de la
historia sagrada narrada en la Sagrada Escritura.21
Jesús conocía el concepto que el pueblo tenía de Dios, para ellos era el in-
alcanzable, el juez severo; las parábolas vinieron a mostrar un nuevo rostro
de Dios: el rostro de un Padre compasivo y misericordioso, revalorizando la
figura patriarcal imperante en Israel, ¿es posible que Dios sea así? La insis-
tencia en el amor compasivo de Dios, despertó el interés y la curiosidad de
los oyentes, que anhelaban alcanzar alivio y libertad de sus cargas.
21
Ibid., p, 116.
87
Humanismo Cristiano
El mensaje del Reino, va más allá de la ley, ¿qué pensaba respecto a ella?,
nunca se pronunció a favor o en contra, no ofrece una doctrina sistemática
sobre la Torá, más bien, va tomando posición en cada caso, partiendo de
su propia experiencia de Dios. Con esto da a entender que la ley no ocupa
un puesto central, es un instrumento útil, muy valioso, pero no es decisiva
para descubrir la verdadera voluntad de Dios. Lo decisivo en la vivencia
del Reino, es la manifestación el amor, lo explica Jesús, al establecer una
estrecha relación entre el amor a Dios y al prójimo: quien se siente hijo de
Dios, lo ama con todo el corazón, con toda el alma y todas las fuerzas, des-
cubriéndolo incluso en el enemigo.
Este fue el gran legado que dejó Jesús a sus discípulos, quienes fueron
escogidos por El para difundir la buena nueva por todo el mundo. Curiosa-
mente, en este contexto discipular de Jesús, encontramos personajes muy
particulares, de distintos niveles sociales, en los que se destacan un grupo
de mujeres de Galilea, que lo seguían a todos los lugares donde iba y lo
apoyaban con sus contribuciones, creando gran controversia en su tiempo,
por la visión que tenían de las mujeres.
88
Capítulo IV Una aproximación a la persona de Jesús
Pero es todavía más significativo el comportamiento que Jesús tuvo con las
mujeres. En el Talmud se lee: “Se quemará la palabra, pero no se comunicará
a las mujeres”. Contra esta manera de pensar, Jesús abre a las mujeres el Rei-
no de los Cielos, como lo ha abierto a los hombres; y a algunas mujeres en
especial les dio enseñanzas que otros habrían reservado para los hombres.
Entre los amigos íntimos de Jesús se contaban tres hermanos que habita-
ban en Betania; Lázaro, Marta y María, a quienes Jesús “amaba” y en cuya
casa se albergaba cuando iba a Jerusalén con ocasión de las grandes festi-
vidades de su pueblo23. Nuestra mentalidad sugiere pensamientos rápidos,
maliciosos y banales, tanto que en realidad los mismos apóstoles se extra-
ñaron que Jesús, al contrario de los maestros de su época, hablara con la
mujer. La extrañeza de los apóstoles era la extrañeza de cualquier persona
bien intencionada de entonces. Jesús no solamente no demuestra despre-
cio en las confrontaciones de las mujeres, sino que quiso a su alrededor un
grupo femenino estable24.
89
Humanismo Cristiano
Fueron, pues, estas mujeres las que descubrieron primero la tumba vacía
de Cristo, y el Resucitado se les mostró a ellas, en especial a María Mag-
dalena, a quien confió el encargo de transmitir a los apóstoles el mensa-
je de su resurrección y de su nueva condición gloriosa. Por este motivo,
los escritores cristianos definen a la Magdalena “apóstol de los apóstoles”
“evangelista y embajadora de Cristo”25.
25
http://www. mercaba.org/Fichas/H-M/721-2.htm. Tomado el día
18, 07, 2010.
26
Ratzinger. Op. Cit., p. 207.
* Hillel llegó a tener un promedio de 80 discípulos y Gamaliel fue el
rabino de Saulo (Hch 22, 3)
90
Capítulo IV Una aproximación a la persona de Jesús
15. ss.); en sus discursos pone de manifiesto que, si bien el maestro es más
que su discípulo, no por este hecho Él no podía lavar los pies a sus amigos,
y por tanto es el maestro quien da ejemplo de humildad y sabiduría, pues,
no es grande quien se enaltece, si no quien es reconocido por la capacidad
de luchar por un mundo mejor, desde las cosas más sencillas. El más grande
y el primero es el que más sirve.
27
Ibid., p. 219.
91
Humanismo Cristiano
naciente y son los primeros que recibieron el Espíritu de Dios para anunciar
el mensaje de salvación a todos los pueblos.
Jesús tenía algo que atraía a la gente. Sea por curiosidad o por real com-
prensión de su mensaje, Jesús produjo un gran impacto en la gente sencilla
de Galilea que, o terminaban por seguirlo, o se resistían a su mensaje. Lo
llamativo del caso, es que familias enteras, le manifestaban una adhesión
cordial, así por ejemplo, la familia de Lázaro, Marta y maría.
28
Ibid., p. 270.
29
Ibid., p. 290.
30
Ibid., p. 295.
92
Capítulo IV Una aproximación a la persona de Jesús
“Jesús se sienta en la cátedra (de Moisés) pero no como los maestros que
se forman para ello en las escuelas; se sienta allí como el Moisés más gran-
de, que extiende la alianza a todos los pueblos.”31 El evangelista Mateo
referencia un sermón muy significativo en los discursos pronunciados por
Jesús, recoge en sí mismo la intención del llamado a observar en medio de
31
Ibid., p. 93.
93
Humanismo Cristiano
A pesar que Jesús era consciente del peligro que corría al anunciar este
sermón, pues era considerado como subversivo, tanto por su circunstancia,
es decir por el lugar de la predicación, como por el mensaje, se hace visible
la misericordia divina, la presencia de Dios que se da a los seres humanos
para que la acojan y sientan que sus vidas pueden tener un sentido más
elevado, que el simple hecho de cumplir la ley. El sermón de la montaña es
el retrato más fiel de Jesucristo que podamos tener y, en consecuencia, es
el modelo de vida más exacto que Él mismo nos haya propuesto.
94
Capítulo IV Una aproximación a la persona de Jesús
Se esperaba que el Mesías trajera una nueva Torá, pero en realidad la misión
de Jesús es reivindicar el sentido perdido de las Escrituras; es decir, mostrar
el rostro misericordioso de Dios, y no sólo como aquel que está presto a
juzgar a quien viole la ley, sin posibilidad de regreso al camino de la justicia;
por tanto y como se mencionó anteriormente, el Evangelio de Jesús, la bue-
na noticia, es en síntesis un itinerario que propone el Señor, para entender
que es lo que quiere Dios de su pueblo: trabajar por el bienestar y la paz de
todos sus habitantes y que reine el amor y la justicia.
33
Ibid., p. 161.
95
Humanismo Cristiano
cular, sino que realza la bondad de Dios e invita a los hombres de cualquier
tiempo y lugar a trabajar por el otro, por el Reino de Dios, por su justicia, y
en esa medida el ser humano podrá acercarse de manera individual al Dios
de la vida que regala dones y gracias para todos sus hijos.
96
Capítulo IV Una aproximación a la persona de Jesús
Somos los hijos de un Padre que nos ama, y podemos esperar naturalmente
de Él todo lo que necesitamos, como de manera natural y espontánea los
niños esperan recibir de sus padres. Es la Voluntad de Dios que nuestras
vidas sean abundantes; por ello debemos poner nuestra mente más allá
de las aparentes cosas materiales, cambiando nuestra creencia limitada y
poniendo nuestra conciencia en la única Fuente Infinita que es Dios.
En este versículo pedimos que se nos libere de todas las dificultades, recor-
dando esta frase: “Ninguna plaga tocará tu morada, yo estoy con vosotros
todos los días hasta el fin del mundo”. En el evangelio de Mateo encontra-
mos el Padre Nuestro (Mt 6,1ss) formando parte del sermón de la montaña
(Mt 5 - 7), y más específicamente, dentro de una serie de enseñanzas sobre la
oración. En el capítulo 6, Mateo reúne varias enseñanzas de Jesús sobre los
tres pilares de la piedad de los judíos: la limosna, la oración y el ayuno, pero
les da un nuevo sentido: no se trata de quedarse en el formalismo del hacer
por hacer o, peor aún, hacer limosna, ayuno u oración para que los demás
nos vean, lo importante es el espíritu con el que se hacen estos ejercicios de
piedad; en efecto, estas prácticas sólo cobran sentido si están cimentadas
en el amor a Dios y en el amor al prójimo.
35
Ibid., p. 193.
97
Humanismo Cristiano
36
Ibid., p. 153.
37
Ibid., p. 155.
98
Capítulo IV Una aproximación a la persona de Jesús
Estos tienen que ser los primeros en experimentar la misericordia del Pa-
dre y la llegada de su Reino. La actuación de Jesús debió de sorprender
sobremanera a las gentes de Galilea, ¿de dónde le viene su fuerza cura-
dora? Sus técnicas, aunque parecidas a la de los taumaturgos de la época,
distan de estos en que para Él, las curaciones no son hechos aislados, sino
que forman parte de su proclamación del Reino de Dios.
Jesús no aportaba solo una mejoría física, su sanación era de toda la perso-
na, reconstruyendo al enfermo desde su raíz. El único requisito es tener fe
en la bondad de Dios Padre; esto remonta al mismo momento de la crea-
ción; es Dios quien hace nuevas todas las cosas. Se abre así la posibilidad
que el enfermo pueda vivir con un corazón nuevo y reconciliado.
Por otro parte, Jesús no solo curaba enfermos, fue un exorcista extraordi-
nario; lleno del Espíritu de Dios se acercaba a los poseídos y los liberaba
de los espíritus malignos39; esto provocó un impacto mayor que la de sus
curaciones. Los exegetas tienden a ver estas posesiones como una enfer-
medad (histeria, esquizofrenia, alteración de conciencia), sin duda es legi-
timo pensar hoy así, en opinión de Pagola habría que dejar un margen de
duda hacia lo paranormal. Los poseídos a los que se acerca Jesús, no son
simples enfermos psíquicos, son gente desnutrida, víctima de la violencia
de una sociedad excluyente; nos queda el interrogante, ¿Qué poder ma-
ligno se esconde detrás de una experiencia de estas características?, no es
fácil responder. Solo sabemos que Jesús se acercó a ese mundo siniestro y
liberó a quienes vivían atormentados por el mal. Jesús se enfrentaba a los
demonios con la fuerza de su palabra “sal de él40”; la fuerza descrita por las
38
Ibid., p. 165.
39
Ibid., p. 169.
40
Ibid., p. 172.
99
Humanismo Cristiano
Toda esta reflexión nos debe llevar a pensar, como quiso incitarlo Jesús;
solo hay una disyuntiva: vivir como imbéciles, indiferentes al sufrimien-
to de los demás o despertar y ablandar el corazón y mover las manos
para ayudar a los demás. Jesús introduce así una verdadera revolución,
“el código de compasión”, nos viene a mostrar que la santidad no está en
alejarse del mundo evitando relacionarse con el otro o en tener mucho
sin pensar en los demás, sino en llevar la luz a los que viven en tinieblas,
ofreciendo el perdón de Dios que aunque inmerecido, se derrama sobre
toda la creación42
41
Ibid., p. 183.
42
Ibid., p. 207.
100
Capítulo IV Una aproximación a la persona de Jesús
Jesús utilizó parábolas frecuentemente para enseñar las verdades más ele-
vadas en una forma que estuviese al alcance de todos. Su enseñanza con-
trastaba por su sencillez y sus imágenes con el estilo complejo de otros
maestros de la época; de esta manera, el Maestro interpelaba a las perso-
nas: unos acogían su mensaje, y otros lo rechazaban y otros, por el contra-
rio, se cerraron totalmente al mensaje por su dureza de corazón a la hora de
aceptar la propuesta innovadora del Reino de Dios. “Es que a vosotros se os
ha dado el conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Por-
que a quien tiene se le dará y le sobrará; pero a quien no tiene, aun lo que
tiene se le quitará. Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven, y
oyendo no oyen ni entienden. En ellos se cumple la profecía de Isaías: Oír,
oiréis, pero no entenderéis, mirar, miraréis, pero no veréis.” (Mt 10,11-14).
Al escuchar una parábola, cualquiera de las que hacen parte de los discur-
sos de Jesús, narrados por los diferentes evangelistas, se puede sentir la
pasión y la fuerza de su mensaje, las ganas de cautivar a un público sencillo
y trabajador; para la época predominaba lo agrícola – pastoril, y el trabajo
representaba para dichas personas su razón de ser e incluso su apellido.
Jesús, en medio de esta realidad se impregnó de su cultura y daba a cono-
cer el Reino de Dios en estos términos, para que todo el que lo escuchara
entendiera de inmediato a qué se refería en sus enseñanzas. Caso contrario
sucedía con los letrados y maestros de la ley, quienes no podían entender
el mensaje, pues pensaban que la Palabra sería revelada en términos que
sólo ellos podrían entender. Vale la pena recordar el hecho pasado con el
profeta Elías, quien sólo encontró a Dios en una suave brisa; no en los true-
nos y terremotos, fuerzas abrumadoras, pero vacías. Por tanto, la finalidad
y naturaleza de las parábolas, como se mencionó anteriormente, es acoger
a todas las personas, incluirlas y recordarles que a pesar de su condición
humilde y sencilla Dios los considera sus predilectos, y que sólo cuando el
hombre coloca su confianza en Dios y se despoja de sus orgullos y vanida-
des puede vislumbrar en su vida la verdadera luz de Dios.
El padre que lleno de amor y ternura quiere instruir a sus hijos, lo hace con
cariño; sería ilógico querer enseñar por la fuerza, pues ese conocimiento
poco a poco, como ha sido aprendido por la represión del ser humano, se
olvida y degenera en fracaso; por tanto, Jesús quiere enseñar la misericordia
del Padre de manera que todos lo entiendan, y si bien las parábolas son una
forma, también su discurso está impregnado de sencillez, de testimonio, de
entrega y compromiso para anunciar el Reino de Dios y su justicia, que se
trasluce en la denuncia del mal uso del poder por parte de algunos de su
101
Humanismo Cristiano
tiempo, y como gran profeta que denuncia las injusticias del mundo de hoy
donde vale más lo material que la vida de la persona humana.
102
Capítulo IV Una aproximación a la persona de Jesús
La enseñanza de la doctrina judía era radical “sed santos porque yo, el Se-
ñor, vuestro Dios soy santo”, pero el concepto de santidad que se despren-
día de la imagen misma que se tenía de Dios era vaga y confusa; en ella no
hay cabida para todos los hombres, es más, se desecha y se rechaza a los
paganos, a los pecadores, a las mujeres y a todos los impuros, generando
una sociedad de la discriminación y de la exclusión. El Dios anunciado por
Jesús, por el contrario, es interesado, cercano y comprometido con la vida
de los hombres y las mujeres, sin discriminar a nadie; es compasivo y mi-
sericordioso, tierno y amoroso con sus hijos. Así lo deja comprender en las
parábolas más bellas y conmovedoras, cuando el Maestro habla del Padre.
103
Humanismo Cristiano
104
Capítulo IV Una aproximación a la persona de Jesús
43
PAGOLA, José Antonio. La alternativa de Jesús. Loyola, 25 de junio
de 2005.(conferencia)
105
Humanismo Cristiano
La misma existencia humana es una “parábola” que sirve para expresar las
grandes verdades de la fe: el nacimiento (Jn 1,13; 3,5-6); el sufrimiento del
parto y el gozo de dar a luz (Jn 16,21); la necesidad de una casa permanen-
44
RATZINGER. Op. cit., p. 261
45
RATZINGER. Op. cit., p. 270.
46
RATZINGER. Op. Cit., p. 273.
106
Capítulo IV Una aproximación a la persona de Jesús
te (Jn 14,2), etc. “los muertos oirán la voz del Hijo de Dios y todos los que
la oirán, vivirán” (Jn 5,25); el tocar es expresión de la experiencia concreta
sobre todo a propósito del Señor Resucitado “tocado” por los suyos (Jn
20,27); el olfato aparece en relación con la unción del cuerpo de Jesús, tan-
to en Betania (Jn 12,3) como en el sepulcro (Jn 19,39); el gustar es símbolo
de la experiencia de la salvación en el relato de Caná de Galilea donde se
gusta “el vino mejor” de la era mesiánica (Jn 2,9-10).
107
Humanismo Cristiano
El pan. Representa para la cultura Judía, una de las formas más tradicio-
nales de alimentación, pues en los campos de aquella zona es normal ver
los grandes cultivos de espigas, que después de un proceso de selección y
molienda se convierten en harina, para formar el pan. Para el evangelista
el pan representa la unidad de la Iglesia, que se deja conducir y proteger
por el sembrador, que cuida su cultivo, aleja la maleza y después, llegado
el tiempo, recoge el grano, para formar la harina, es decir, el fruto de la
comunidad, que nutre de bendiciones el mundo entero.
“En los tres evangelios Pedro contesta en nombre de los doce, una decla-
ración que se aleja del común de la gente: tu eres el Cristo”.47 Los evange-
listas nos narran dos acontecimientos que enmarcan el camino de vida de
Jesús: la confesión de Pedro y la Transfiguración.
La confesión de Pedro
Cristo pregunta a sus apóstoles: ¿quién dice la gente que soy yo? (Mt
16,13-19) Pone esta pregunta sólo después de haber llevado a término su
misión de enseñar lo que el Padre le ha dicho. Podría decirse que el caso
47
RATZINGER. Op. cit. p. 337.
108
Capítulo IV Una aproximación a la persona de Jesús
Para Pedro, al igual que para Pablo, tiempo después, Cristo fue un au-
téntico enigma difícil de descifrar; por ejemplo, ¿qué pensaría Pedro al
ver a su Maestro caminando sobre las aguas? ¿Qué sentimientos fluirían
es su corazón cuando escucha de Cristo “tú eres Petrus (piedra*) y sobre
ti edificaré la iglesia" y más tarde le dice "apártate de mí Satanás." Este
misterio sobre Cristo lo comprenderíamos mejor con los ojos de la fe
que nos da el Padre. Mientras la fe no sea el oxígeno de nuestra vida, no
seremos capaces de reconocer a Cristo como el Mesías. Por esto Cristo le
dice a Pedro "dichoso Tú, Pedro, porque esto no te lo ha revelado ningún
hombre, sino mi Padre que está en el cielo."48
La Transfiguración
109
Humanismo Cristiano
50
RATZINGER. Op. Cit. p. 371.
110
Capítulo IV Una aproximación a la persona de Jesús
El Hijo de Hombre
Esta subdivisión del título permite observar claramente, que esta expresión
refiere a diferentes acontecimientos de la vida de Jesús que, como se ha
mostrado anteriormente rodea toda su vida, ya sea desde el reconocimien-
to como el que se esperaba para liberar de la opresión, pasando por su tra-
bajo a favor de los más necesitados (leprosos, enfermos, desvalidos, pobres)
restituyéndoles no solo un orden físico, sino dándoles un nuevo impulso
sanador que trasciende los aspectos morales, psicológicos y sociales entre
otras categorías de los seres humanos; y por último, también, hablando de
su muerte y resurrección, culmen del misterio pascual de Cristo.
“En tiempos de Jesús “hijo del hombre” no existía como título. No obstante
hay una alusión a él en la visión de la historia universal contenida en el libro
de Daniel basada en las cuatro fieras y el hijo de Hombre...,”52 éste no era
un título conocido para la época; sí se pueden encontrar ciertas similitudes
en el libro de Daniel, cuando un hijo de hombre es el que contempla todo
lo que pasa mientras se va desarrollando todo el proceso que narra este
libro de corte apocalíptico. Es claro que existen distintas visiones sobre este
51
RATZINGER. Op. Cit. p. 374.
52
RATZINGER. Op. Cit. p. 378.
111
Humanismo Cristiano
El Hijo
Para los primeros cristianos se hizo evidente que éste era el título apropia-
do para Jesús, pues si pudo vencer la muerte es claro que realmente es el
Hijo de Dios. Tal como lo constata Marcos 15 en boca del centurión romano
al presenciar la muerte de Jesús. También encontramos testimonio en los
hechos de los apóstoles (13, 32), donde Pablo por medio de una exposición
a los judíos reunidos en Antioquía, les expone el motivo por qué conside-
rarlo Hijo de Dios.
Por otro lado, Jesús se reconoce como Hijo, cuando habla del Padre, cuan-
do lo coloca por encima de su obra, como inspirador; pero en este caso,
es claro que a sí mismo no se llama Hijo de Dios, pero al referirse a Dios
como su Padre, esta expresión es tácita, y clara para los interlocutores de
su dialogo, lo que causó escándalo entre la clase sacerdotal, los escribas
y los fariseos de su época, porque para ellos es claro que se trata de una
amenaza al dominio religioso que contenían en sus manos.
Yo soy
53
RATZINGER. Op. cit. p. 389.
112
Capítulo IV Una aproximación a la persona de Jesús
Desde que inició en las riveras del Jordán, la intensa experiencia de Dios
lleva a Jesús a ser el canal de transmisión de la misericordia del Padre celes-
tial; por esta razón, no pierde oportunidad para acudir a la fuente de la que
nutre su actividad: La oración. Se levantaba muy temprano y se dormí muy
tarde, disfrutando del diálogo extaciante con el Padre.
El hijo del hombre necesitaba, como nosotros, orar, estar con el Padre, dis-
cernir su voluntad y vivir a impulsos de su corazón; a impulsos de su mise-
ricordia56. Dios es el Padre de todos. Es él quien inspira su mensaje, quien
54
RATZINGER. Op. Cit. p. 402.
55
PAGOLA. Op. Cit. p. 305.
56
PAGOLA. Op. Cit. P. 218.
113
Humanismo Cristiano
unifica su actividad y polariza sus energías, por ello uno de los impactos del
mensaje de Jesús es dar a conocer a Dios como Padre, Abbá.
Se reunieron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo, los escribas
y los fariseos. Coincidían todos en querer matar a Jesús y no se atrevían a
hacerlo por miedo al pueblo, con lo cual se sobrepasa el nivel de la confron-
tación puramente personal58. Pero se aprovecharon de Judas, quien llegó
a capturarlo con un grupo numeroso, enviado por los sumos sacerdotes
y los ancianos del pueblo, la acusación muestra por qué le persiguen y le
combaten estos poderes.
57
PAGOLA. Op. Cit. p. 342.
58
PAGOLA. Op. Cit. p. 359.
114
Capítulo IV Una aproximación a la persona de Jesús
115
Humanismo Cristiano
Podía haber algo más atroz aún: una inscripción de la época de Jesús dice
que se colgaba al condenado para que sirviera de comida para los anima-
les salvajes y las aves de rapiña. El crucificado, estando todavía vivo, podía
ser desgarrado y devorado por los perros salvajes o los buitres, sin que
pudiera defenderse ni nadie le prestara ayuda59.
116
Capítulo IV Una aproximación a la persona de Jesús
Antes de morir, constituyó a María como Madre de los discípulos, para que
por medio de ella, todos sean hermanos de Jesús. Para que se cumplan
todas las Escrituras, Jesús dijo que tenía sed, como el justo sufriente de los
Salmos, luego, que ya todo estaba cumplido, y muró entregando el Espíritu.
Jesús murió en la noche más oscura. No entró en la muerte iluminado por
una revelación sublime. Murió con un por qué en sus labios. Todo quedó
en manos del Padre.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
GONZÁLEZ, Faus, JL. La humanidad Nueva. Vol. I y II. Santander: Sal Terrae,,
1981.
MATEUS, Juan. El sermón del monte. Cuenca: Colección Biblia, Edicay, 1987.
117
Capítulo V
El Humanismo en María,
San Pablo, San Francisco y
Madre Caridad Brader
“Se sorprendían de que hablara con una mujer” (Jn 4, 27). Con estas palabras
nos muestra el Evangelio la situación de marginación y de discriminación
de la mujer en tiempos de Jesús. Generalmente un judío no hablaba con
una mujer y mucho menos si esta era extranjera o, en el peor de los casos,
pecadora. Jesús rompe con los paradigmas de su tiempo, de su cultura
y de su religión y se acerca a la mujer, a la santa y a la pecadora, y las
contagia de ese amor profundo y sincero que tenía por todas las personas;
sin embargo, el encuentro con Jesús no deja tranquilo ni indiferente al
que se encuentra con Él: el encuentro con Jesús transforma y hace que el
pecador se convierta en santo: “vete y no peques más” (Jn 8,11).
* Magíster en Educación. Docente de la Universidad Mariana.
119
Capítulo V El Humanismo en María, San Pablo, San Francisco y Madre Caridad Brader
Jesús y María son dos personas arrolladoras. Por un lado, Jesús, nos muestra
el rostro amable de Dios, la misericordia se ha convertido en carne en Jesús
y ha venido a nosotros a restañar las profundas cicatrices del odio y del
egoísmo que nos han hecho cada vez menos humanos. Por el otro lado,
María se nos presenta como modelo de humanidad; la mujer entrañable
que nos acoge a todos como madre universal. Ambos se influyeron
mutuamente: Jesús antes que maestro fue hijo y aprendió de su madre las
cualidades y las virtudes que lo modelaron como hombre y como persona;
y María después de ser madre, fue discípula y creyente y apóstol de aquel,
que sin dejar de ser hijo, se convirtió, también para ella, en su Maestro
y en su Señor. El humanismo de María y el humanismo de Jesús tienen
fuentes comunes y tienen tantos puntos de contacto que difícilmente se
pueden diferenciar. Podemos afirmar que en cuanto a humanismo, María
y Jesús se influyen mutuamente y entre los dos construyen una visión de
humanismo profundamente cristiana.
121
Humanismo Cristiano
En primer lugar, María aparece como una mujer que no “traga entero”
y que antes de aceptar la propuesta que le hizo el Ángel, presentó sus
inquietudes: “¿cómo será posible eso, puesto que no conozco varón?” (Lc
1, 34), dado que está apenas comprometida con el que será su marido y,
por lo mismo, todavía es virgen. Sin embargo, ante las razones del Ángel,
abrió su corazón a la propuesta divina, facilitando la llegada del Salvador:
“He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra” (Lc 1, 38).
Estas palabras de María nos dan una primera clave de su humanismo:
María se sabe servidora del Señor, no tuvo otra voluntad que la de
obedecer la voluntad de aquel que le hizo la mayor propuesta de amor
que le puede hacer Dios a una persona: ser la Madre de su Hijo… Lejos
de pensar en su propia comodidad o en su conveniencia, María se abre
a una misión superior: colaborar en la obra salvadora de Dios que quiere
salvar a su pueblo, por medio de su Hijo, pero que necesita de esta joven
mujer para llevar a cabo tamaña empresa, por eso dice San Pablo en la
Carta a los Gálatas: “Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios
a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se
hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva” (Gal 4,
4-5). Nacido de mujer, Jesús salvará a los hombres y a las mujeres, eso no
lo debemos olvidar nunca. Dios necesita del hombre para poder salvarlo y
específicamente necesitó de María para llevar a cabo su plan de salvación,
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Capítulo V El Humanismo en María, San Pablo, San Francisco y Madre Caridad Brader
El evangelista Juan nos presenta una escena muy bella y al mismo tiempo,
muy elocuente del talante de María en el episodio de las Bodas de Canaán.
María y Jesús habían sido invitados a una fiesta de bodas y en medio de
la misma, se terminó el vino. María intervino ante Jesús para que hiciera
el milagro y, a pesar de la reticencia del mismo, se terminó “imponiendo”
suavemente la sutileza de la madre a la aspereza del Hijo que ve que lo está
llevando a hacer su primer milagro cuando él mismo no había pensado
hacerlo todavía.
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Humanismo Cristiano
transido por el dolor y por la injusticia, este aspecto podría ser muy
enriquecedor para el humanismo cristiano.
Conclusiones:
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Capítulo V El Humanismo en María, San Pablo, San Francisco y Madre Caridad Brader
Pablo de Tarso nació en el seno de una familia judía, en Tarso, tal como él
mismo nos cuenta en una de sus cartas (Filp 3, 5-6); estudió en su lugar de
origen y pronto se fue a vivir a Jerusalén, el centro del culto judío, donde se
aferró a las ideas de sus maestros fariseos. Terminó sus estudios de rabino
a los pies de Gamaliel, un doctor muy célebre de su tiempo (Hch 22,3).
Producto de su formación doctrinal, tomó partido contra los cristianos, en
quienes veía una secta hereje peligrosa. Así, por ejemplo, participó de la
ejecución de Esteban, considerado el primer mártir de la iglesia, y luego
viajó a Damasco para seguir en tareas semejantes.
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Humanismo Cristiano
Pablo no fue sólo un hombre de acción, también fue un teólogo, que bajo
la inspiración divina, dirigió numerosas cartas a las comunidades cristianas
para alentar su fe, hacer algunas correcciones o formarlos en la doctrina.
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Capítulo V El Humanismo en María, San Pablo, San Francisco y Madre Caridad Brader
¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él? Les has hecho poco inferior a
Dios; le has coronado de gloria y dignidad; le diste señorío sobre la obra de
tus manos. Todo lo has puesto bajo sus pies.
“Sabemos que nuestro hombre viejo fue con Él crucificado, para que sea
eliminado el cuerpo del pecado, a fin de que en adelante ya no seamos
esclavos del pecado” (Rm 6, 6-7). El hombre viejo – pecador – ha sido cruci-
ficado y con él ha sido vencido el pecado y la esclavitud que éste impone.
Para hablar de este término (hombre viejo) Pablo muestra dos realidades:
el hombre según la carne y el hombre según el espíritu. Un hombre ar-
rastrado por el pecado y sus tendencias de perversión y perdición, que
corresponde a la figura de Adán, el hombre viejo, y en él representada
toda la humanidad que antecedió a la venida del Hijo. Por eso el autor
sagrado invita a tomar conciencia que esta realidad cercana al pecado ya
ha quedado en el pasado. “Mortifiquen los miembros terrenos: fornicación,
impureza, pasión, concupiscencia y codicia…, en las cuales anduvo el hom-
bre un tiempo. Ahora es el tiempo de deponer todas esas cosas: ira, cólera,
malicia, maledicencia, palabras torpes, lejos de tu boca. No se engañen los
unos a otros, ya que han sido despojados del hombre viejo con todas sus
obras” (Col 3, 5-9).
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Humanismo Cristiano
“Ya has sido despojado del hombre viejo y revestido del hombre nuevo,
que sin cesar se renueva para lograr el perfecto conocimiento, conforme a
la imagen del Creador” (Col 3, 9-10). Sólo en Cristo asistimos a la crucifixión,
muerte y sepultura del hombre viejo y sus apetencias propias del pecado;
ahora, el creyente por medio del bautismo se reviste de una nueva condición,
como hombre nuevo en Cristo, que implica una lucha y una revisión
continuas en la existencia del creyente. El bautizado es como un recién
nacido, que tiene el principio o potencialidad de lo que lo hará más tarde
realmente hombre, como un proceso lento de una laboriosa formación,
de un irse revistiendo de Cristo; lo cual implica una tarea constante para ir
dejando atrás los vestigios del hombre viejo. Los frutos del hombre nuevo
son también conocidos: “amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad,
fidelidad, mansedumbre, dominio de sí” (Gal 5,22-23).
Desde los textos bíblicos de San Pablo se puede precisar cómo se ha dado
muerte al hombre viejo y se ha dado vida al hombre nuevo; el cristiano
pertenece a una nueva raza, la de Cristo el Señor, porque en Él somos,
nos movemos y existimos (Hch 17, 28). Atrás ha quedado el hombre viejo,
caracterizado por ignorar la realidad de Dios, por vivir en la mentira, en
una aparente felicidad. Ser hombre es vivir en el espíritu, realidad que se
entiende como un germen de vida de quien busca que la acción divina lo
transforme continuamente en verdadera imagen de Dios.
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Capítulo V El Humanismo en María, San Pablo, San Francisco y Madre Caridad Brader
Estas reflexiones nos llevan a formular unos puntos breves que debería-
mos observar todos, para que la sociedad en que nos ha tocado vivir no se
destruya sino que aprenda a construir una pausa de paz y de armonía:
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Humanismo Cristiano
• Andar siempre con la verdad como norte y destino, y ser justos para
no incurrir en un atropello, y tener fe en los demás para que ellos
también la tengan en nosotros, y saber que si entre todos no nos en-
cargamos de salvar el mundo no tendremos perdón ni en esta pausa
breve de la vida ni en nuestro destino en la eternidad62.
62
www.umng.edu.co/docs/revderecho/rev2d2005/Reflex etica. tomado 10 - 09 – 2010.
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
BAGOT, J.P. DUBS, J.CL. Para leer la Biblia. Navarra: Editorial Verbo Divino,
1993.
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Humanismo Cristiano
No cabe duda que uno de los pocos santos que ha inspirado una profunda
simpatía en toda la humanidad, incluso en aquellos que no pertenecen a
la Iglesia, es San Francisco de Asís. El santo italiano que vivió en la Edad
Media es uno de los iconos de la humanidad, casi un arquetipo de lo que
debería ser una persona: amigo de todos, amable y sencillo, no violento y
respetuoso con el medio ambiente.
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Capítulo V El Humanismo en María, San Pablo, San Francisco y Madre Caridad Brader
“El mismo fray Leonardo refirió allí mismo que cierto día el bienaventurado
Francisco, en Santa María, llamó a fray León y le dijo: «Hermano León, escri-
be.» El cual respondió: «Heme aquí preparado.» «Escribe –dijo– cuál es la
verdadera alegría. Viene un mensajero y dice que todos los maestros de
París han ingresado en la Orden. Escribe: No es la verdadera alegría. Y que
también, todos los prelados ultramontanos, arzobispos y obispos; y que
también, el rey de Francia y el rey de Inglaterra. Escribe: No es la verdadera
alegría. También, que mis frailes se fueron a los infieles y los convirtieron a
todos a la fe; también, que tengo tanta gracia de Dios que sano a los en-
fermos y hago muchos milagros: Te digo que en todas estas cosas no está
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Capítulo V El Humanismo en María, San Pablo, San Francisco y Madre Caridad Brader
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Juan Pablo II. Bula Inter Sanctos. Encontrado el 18 de junio del 2010,
en:http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/letters/1979/
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/letters/1979/
documents/hf_jp-ii_let_19791129_bolla-francesco-ecologia_sp.html
documents/hf_jp-ii_let_19791129_bolla-francesco-ecologia_sp.htm
San Francisco de Asís. Alabanzas de las Criaturas, 3-7. Encontrado el 18
66
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Humanismo Cristiano
En su Primera Carta a los Fieles, San Francisco, nos deja unas frases muy
bellas que nos permiten regresar sobre una característica esencial del
humanismo franciscano: el amor a lo trascendente: “¡Oh cuán glorioso,
santo y grande es tener un Padre en los cielos! ¡Oh cuán santo, consolador,
bello y admirable, tener un tal esposo! ¡Oh cuán santo y cuán amado,
placentero, humilde, pacífico, dulce, amable y sobre todas las cosas
deseable, tener un tal hermano y un tal hijo: Nuestro Señor Jesucristo!,
quien dio la vida por sus ovejas”67.
Efectivamente, una de las características del humanismo franciscano tiene
que ver con valorar la dimensión trascendente del ser humano. No puede
haber humanidad sin relación con lo eterno. Sin trascendencia quedamos
reducidos a una animalidad racional que nos hace un poco superiores a
los animales, pero que no le da sentido a nuestra existencia.
Y lo peor de todo es que hemos puesto nuestra felicidad en las cosas y las
cosas, como son muertas, no nos hacen felices. Las cosas llenan armarios,
sirven de adorno, llenan nuestros estómagos y nuestras cabezas, pero no
nos hacen felices. “Dónde está la verdadera alegría”, decía San Francisco y la
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Capítulo V El Humanismo en María, San Pablo, San Francisco y Madre Caridad Brader
respuesta es simple: la felicidad está dentro del corazón de cada uno y está
en el Corazón de Aquel que nos ha amado hasta dar la vida por nosotros.
San Francisco tenía un escrúpulo muy grande hacia los leprosos y los
evitaba cuánto podía, pero un día, en medio de su proceso de conversión se
encontró con un leproso en el camino…
“Alegre y confortado con estas palabras del Señor, yendo un día a caballo
por las afueras de Asís, se cruzó en el camino con un leproso. Como el pro-
fundo horror por los leprosos era habitual en él, haciéndose una gran vio-
lencia, bajó del caballo, le dio una moneda y le besó la mano. Y, habiendo
recibido del leproso el ósculo de paz, montó de nuevo a caballo y prosiguió
su camino. Desde entonces empezó a despreciarse más y más, hasta conse-
guir, con la gracia de Dios, la victoria total sobre sí mismo68.
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Humanismo Cristiano
Nuestra sociedad que pasa por ser tan humanista, es muy hipócrita en
este sentido. Lepra casi no hay y si se manifiesta es controlada por el
médico, y los leprosos son especies muy raras. Pero cuántos leprosos hay
en nuestra sociedad, cuántos excluidos… El enfermo de SIDA, el que es
diferente a los demás, el pobre, la mujer violentada, el niño abusado, el
campesino abandonado, el indígena desposeído, la prostituta, el alcohólico,
el drogadicto, en fin todo el que es excluido por una o por otra razón.
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Capítulo V El Humanismo en María, San Pablo, San Francisco y Madre Caridad Brader
A fines del siglo XIX se autorizó a las religiosas que así lo quisieran, a dejar
los monasterios para dedicarse a las misiones. Monseñor Pedro Schumacher,
un obispo alemán que trabajaba en una región muy pobre del Ecuador,
invitó a la hermana Caridad y a sus compañeras a irse con él, a trabajar con
los indios de su Diócesis.
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Humanismo Cristiano
USTA, 1997.
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Capítulo V El Humanismo en María, San Pablo, San Francisco y Madre Caridad Brader
La pedagogía del amor puede que no sea una pedagogía en sentido estric-
to, pero no importa, lo que importa es que sea una actitud. San Pablo nos
define el amor con palabras traídas del cielo: “Tener amor es saber sopor-
tar; es ser bondadoso; es no tener envidia, ni ser presumido, ni orgulloso,
ni grosero, ni egoísta; es no enojarse ni guardar rencor; es no alegrarse de
las injusticias, sino de la verdad. Tener amor es sufrirlo todo, creerlo todo,
esperarlo todo, soportarlo todo (1Cor 13, 4-7). Y como actitud, la Madre
Caridad, como lo indica su nombre que en latín es sinónimo de amor, supo
desplegar el amor hacia sus religiosas, cuyas necesidades atendía con so-
licitud; hacia los indígenas y hacia los pobres, necesitados de tantas cosas,
pero sobre todo necesitados de amor; hacia los niños y niñas, a quienes
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Humanismo Cristiano
trataba de educar con disciplina pero también con afecto; hacia los sacer-
dotes, a quienes tenía particular devoción, y hacia todas las personas con
las que trataba.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
CIBERGRAFÍA
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Capítulo V El Humanismo en María, San Pablo, San Francisco y Madre Caridad Brader
Juan Pablo II. Bula Inter Sanctos. Encontrado el 18 de junio del 2010, en:
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/letters/1979/documents/
hf_jp-ii_let_19791129_bolla-francesco-ecologia_sp.html
ttp://www.guardian.co.uk/world/2001/oct/11/afghanistan.terrorism2.
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Capítulo VI
Desafíos act�ales al
Humanismo Cristiano
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Capítulo VI Desafios actuales al Humanismo Cristiano
1. Coherencia y testimonio
El mundo de hoy le pide a los cristianos que sean testigos coherentes: “Vivís
lo que creéis”, dice el Papa. Allí está el dilema para el cristianismo de hoy y,
por lo mismo, para el humanismo cristiano: la coherencia y el testimonio.
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Humanismo Cristiano
2. Derechos Humanos
El mundo actual, a pesar de sus innegables progresos, vive una serie de lacras
que empañan el desarrollo tecnológico y cultural que ha alcanzado en el úl-
timo siglo, el cual no tiene comparación con el progreso que había hecho
en los casi veinte siglos anteriores. Y esas lacras tienen nombres propios y se
traducen en rostros concretos, como decía el Documento de Puebla:
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Capítulo VI Desafios actuales al Humanismo Cristiano
3. Democracia
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Humanismo Cristiano
4. Medio ambiente
Cuando se hablaba del fin del mundo, se pensaba en los cuatro jinetes
del Apocalipsis o en una catástrofe nuclear, pero hoy tenemos que cons-
tatar con dureza que el fin del mundo se puede producir por la debacle
climática y por el desequilibrio del medio ambiente. El mismo hombre
produce su fin en la misma medida en que no cuida a la naturaleza como
a su madre nutricia.
Si bien los cristianos tienen que ver el fin de este mundo y la venida del
próximo con esperanza, no es menos cierto que la destrucción del mundo
por nuestra propia mano, sería un pecado total que, seguramente, pone
en peligro la salvación de todos, conforme a aquel principio de que nos
salvamos o nos condenamos no individualmente sino en comunidad. Es un
poco complicado hablar de humanismo y de humanismo cristiano sino hay
un mundo en el que podamos ser humanos.
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The Guardian, 2001-10-11
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Humanismo Cristiano
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