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HISTORIA GENERAL DE LA CIENCIA II


PEC 2
Sobre la electrodinámica de los cuerpos en Movimiento
Albert Einstein.
Fecha de Entrega: 1 de mayo 23:55
Matías Fernández cerezo
mfernande6783@alumno.uned.es
Centro Tomás y Valiente
Valencia – Alzira
Tutora: Mª Ángeles Megías Ortiz
2

SOBRE LA ELECTRODINÁMICA DE LOS CUERPOS EN MOVIMIENTO.


ALBERT EINSTEIN

“Siendo todavía un joven bastante precoz me percaté de la futilidad de las esperanzas y anhelos que
persiguen a la mayoría de los hombres a través de la vida…como primera salida estaba la religión, im-
plantada en todos los niños por medio de la máquina tradicional de la educación. Así fue como llegué –
pese al hecho de que era hijo de unos padres (judíos) completamente irreligiosos- a una honda religiosi-
dad, que, sin embargo, alcanzó un abrupto fin a la edad de doce años. A través de la lectura de libros de
divulgación científica alcancé pronto la convicción de que mucho de lo que decían los relatos de la Bi-
blia no podía ser cierto. La consecuencia fue una mentalidad librepensadora rayana en lo fanático, uni-
da a la impresión de que el Estado miente intencionadamente a la juventud….De esta vivencia nació un
sentimiento de recelo contra cualquier clase de autoridad, una actitud escéptica frente a las convicciones
que prevalecían en cualquier medio social específico, una actitud que ya jamás volvería a abandonar-
me…”1

Einstein fue un físico alemán de origen judío, nacido en Ulm en 1879; por la subida del
nazismo renunció a la nacionalidad alemana, siendo posteriormente, suizo, austriaco y
estadounidense. En 1921, por su trabajo sobre el efecto fotoeléctrico y sus contribucio-
nes a la física teórica, recibió el premio Nobel. Falleció en EEUU en 1955.

El artículo a comentar fue publicado, por primera vez, en junio de 1905 en la revista
Annalen der Physik vol 322 issue 10 pag 891 –
921. En lo que se ha denominado el annus mirabilis
de Einstein, pues este fue el tercer artículo publica-
do en dicha revista y año; mientras trabajaba en la
oficina de patentes de Berna (Suiza); y no fue, pre-
cisamente, por el que recibió el premio Nobel, pues
el científico al que se le encomendó la evaluación
de este trabajo (teoría de la relatividad) “no lo en-
tendió” y no se quisieron arriesgar por si luego re-
sultaba errónea.2
Artículo de Einstein; junio de
A la hora de analizar el texto he seguido la traduc- 1905
ción y el texto que aparece en el libro “La teoría de
la relatividad” de L. Pearce Williams en la que el tex-
to entresacado del artículo y propuesto para el comentario corresponde a las páginas 61
y 62.

ANTECEDENTES
A Einstein, como físico, le interesa interpretar, de una forma veraz, la naturaleza. Para
ello debe recoger los conocimientos surgidos anteriormente, especialmente desde Gali-
leo, Newton (siglo XVII - XVIII). A partir de esta época, y en las mentes más preclaras,
se van dejando de lado los criterios de autoridad, adquiriendo los conocimientos me-
diante la experimentación, que en un principio resultaba algo anárquica, hasta que los
experimentos fueron respondiendo a líneas generadas bien por intereses económicos
(industria), bien por la razón: experimentos diseñados para confirmar o refutar hipótesis.
Con los resultados de dichos experimentos se fueron construyendo leyes, que se mate-
matizaron como forma de hacer comparables unos experimentos a otros, hasta encontrar
leyes universales, que serían reglas que se cumplen siempre en el universo.
1
A. Einstein en Pearce Williams (1978) pag 95-96
2
wikipedia Einstein.
3

Newton, con sus “Principios matemáticos de la filosofía natural”, pretendía exponer


aquellos principios matemáticos que aplicados a la naturaleza pudiesen explicar dichos
fenómenos. Comenzó exponiendo sus ideas acerca de la naturaleza del tiempo y del
espacio que son el marco fundamental en el que se desarrollan los sucesos físicos3. Con
Newton se realiza la primera gran síntesis de la ciencia, constituyendo la mecánica clá-
sica. Para poder explicar los movimientos de los cuerpos en la naturaleza determina sus
tres famosas leyes y la ley universal de la gravitación. Tiene que definir
• un tiempo absoluto (verdadero y matemático, en sí mismo y por su propia natu-
raleza, fluye de manera ecuable y sin relación alguna con nada externo = dura-
ción) y uno relativo (aparente y común es una medida externa y sensible de la
duración por medio del movimiento y se utiliza en lugar del tiempo verdadero)
• un espacio que considera absoluto (por su propia naturaleza y sin relación algu-
na con nada externo, permanece siempre similar e inamovible); el espacio rela-
tivo es una dimensión o medida movible de los espacios absolutos que nuestros
sentidos determinan
• lugar: espacio que un cuerpo ocupa y de acuerdo con el espacio puede ser abso-
luto o relativo
• movimiento absoluto: traslación de un cuerpo desde un lugar absoluto a otro;
movimiento relativo: la traslación desde un lugar relativo a otro4.
Para medir las posiciones de los cuerpos celestes tiene que usar un sistema de referencia
(coordenadas cartesianas), pero como el universo está en continuo movimiento, no es
posible encontrar un sistema de referencia estable por lo que es preciso usar las mate-
máticas para poder comparar las medidas tomadas en uno u otro sistema. Newton usó la
transformación de Galileo, regla matemática que nos dice cómo pasar las medidas de
un sistema de referencia a otro –Teorema de la suma de velocidades de Galileo-. Por
otro lado, Galileo demostró un Principio de Relatividad que decía que todas las leyes
de la mecánica son las mismas para todos los sistemas de referencia que se muevan de
manera uniforme (con velocidad constante y en línea recta).

La concepción de la naturaleza era corpuscular, explicando sus movimientos por la ac-


ción de fuerzas “que saltando a través del espacio, ejercían su influencia (de atracción o
repulsión) sobre otras partículas de la misma especie5 (a distancia). Esta idea va a pre-
dominar durante el siglo XVIII.

A partir de los primeros años del siglo XIX, con el estudio de la electrodinámica [estudio
de los fenómenos producidos por la electricidad en movimiento. DEL6] se constata que los modelos
mecánicos no sirven para explicarlo todo.
Young, en 1801 hizo pasar un rayo de luz por una placa con dos rendijas (experimento
de la doble rendija) con lo que demostró un patrón de interferencias que solo podía ex-
plicarse por la naturaleza ondulatoria de la luz.
En 1821 Oersted demostró la inducción electromagnética: las corrientes eléctricas pro-
ducen fuerzas magnéticas.
En 1831 Faraday demostró que el movimiento de un imán producía corriente eléctrica
en un cable sin necesidad de pilas.

3
Williams, L. Pearce (1978) pag 17
4
Newton en Williams, L. Pearce, ( 1978) pag 18
5
Williams (1978) pag 9
6
Real Academia Española
4

Con el matemático inglés Maxwell se realiza la segunda gran síntesis de la ciencia, pues
se da cuenta que la electricidad, el magnetismo y aún la luz son fenómenos de un mismo
fenómeno: el electromagnetismo: un cuerpo eléctricamente cargado y en movimiento
produce una fuerza electromagnética sobre otro cuerpo cargado; la magnitud y dirección
de la fuerza electromagnética depende de la carga del cuerpo que lo produce y también
de su velocidad. Inventó el campo magnético. Desarrolló sus famosas ecuaciones (vein-
te en un principio, que redujo a trece y posteriormente Heaviside las dejó en cuatro, que
es como se conocen hoy en día7).
Para poder explicar como se transmitía el movimiento resurgió una idea ya presente en
siglos atrás: el éter, al que dotaban de unas características peculiares: materia incompre-
sible y que podía permear absolutamente todos los cuerpos. Con esto la física pone todo
su interés en la demostración de la existencia y características de dicho éter. Deducen
que es un cuerpo extraño pues no se ha podido detectar nunca su existencia ya que no se
le detecta olor, sabor, no se ha visto que entorpezca el movimiento de astros… sin em-
bargo “conviene” que exista. Se piensa que el éter sería inmóvil y absoluto y que sería
arrastrado por la Tierra en su movimiento. Ahora bien, al desplazarnos, sería razonable
encontrar el viento del éter de forma parecida a como se nota el aire en reposo cuando
se circula con un coche descapotable. Se intentó realizar experimentos ad hoc, en espe-
cial Michelson en 1881 con su famoso interferómetro. No detectó nada y concluyó que
la Tierra se hallaba en reposo con respecto al éter. Como se detectaron fallos en el expe-
rimento, se repitió, junto a Morley, en 1887 con mucha mayor precisión y sin encontrar
los resultados esperados.

COMENTARIO:
Comienza Einstein hablando de la electrodinámica de Maxwell y de las asimetrías que
encuentra cuando se aplican a cuerpos en movimiento; y nombra las asimetrías porque
él es un firme defensor de la simetría y de las teorías de principios al modo termodiná-
mico8.
Maxwell desarrolló sus ecuaciones como si no existiese movimiento relativo al éter: no
hay ningún término en que intervenga la velocidad con respecto al éter. Si tal velocidad
existe entonces una carga en reposo en el sistema S’ es una carga en movimiento vista
desde el sistema S, apareciendo, entonces, un campo magnético que visto desde S’ no
existía, de donde se deduce que las ecuaciones serán distintas si los fenómenos electro-
magnéticos se producen en un sistema de referencia en movimiento respecto al éter,
apareciendo términos dependientes de esa velocidad9.
Lorentz en 1892 y 1895 demostró que existe una transformación matemática que deja-
ba como invariante la forma de las ecuaciones de Maxwell. Al mismo resultado llegó
Poincaré. Sin embargo, con el teorema de los estados correspondientes de Lorentz, se
producía una asimetría: el éter podía actuar sobre la materia, pero esta no podía actuar
sobre el éter que se consideraba siempre absolutamente inmóvil (principio de acción
reacción); tampoco se cumplía entre electrones10.
Einstein expone cómo ha sido imposible demostrar el movimiento de la Tierra con re-
lación al “medio lumínico” (éter) [experimentos de Michelson y Morley].
Pero él se propone demostrar que la simetría es posible, por lo que genera una hipótesis
con dos postulados:

7
Solís y Sellés (2015) pag 826
8
Sellés y Solís (1996) pag 180
9
Solís y Sellés (2015) pag 834
10
id. pag 835
5

-Como primer postulado propone el Principio de Relatividad (las ecuaciones de


Maxwell deben tener la misma forma en cualquier sistema de referencia inercial
y por tanto es imposible distinguir a partir de experimentos electromagnéticos un
sistema inercial de otro. Para que esto se cumpla es preciso que las transforma-
ciones de Lorentz sean físicamente válidas, por lo que el tiempo medido entre
los sucesos depende del movimiento de quien lo mide. No existe un tiempo ab-
soluto y un espacio absoluto (tampoco existe el éter, porque se consideraba ab-
soluto11).
- Como segundo postulado propone que la velocidad de la luz en el vacío se pro-
paga siempre con una velocidad c independientemente del estado de movimiento
del emisor, como ya se había demostrado.
Aparentemente estos postulados suponen una contradicción, pero no es tal. La teoría se
basa en la cinemática de los cuerpos rígidos –como cualquier otra electrodinámica-, con
las relaciones entre cuerpos rígidos (sistemas de coordenadas), relojes y procesos elec-
tromagnéticos.
Para resolver esta contradicción recurre a un experimento mental: el del tren y el an-
dén. Para describir los fenómenos de la naturaleza se necesitan tomar dos tipos de me-
didas: medidas de tiempo y medidas de distancia.
Hasta la teoría de la relatividad el tiempo se consideraba absoluto, fijo; es decir, el mo-
mento en que ocurre el suceso debería ser el mismo independientemente del sistema de
referencia, pero no es así.
Siguiendo el experimento del tren y del anden estudia la simultaneidad de un suceso:
¿qué ocurre cuando se lanzan dos rayos de luz a una distancia equidistante en el anden y
en el tren?: se elige una amplia distancia (A y B) y se determina su punto medio (M),
que será donde se unan los dos rayos de luz. Se elige la misma distancia en el tren (A y
B) y se fija también su punto medio (M’) que coincidirá con M en el momento de los
destellos absolutamente sincronizados. En el anden, el observador (provisto de sendos
espejos perpendiculares) verá como coinciden ambos rayos de luz. Pero en el tren lo que
ocurre es: dado que el tren va con una velocidad v en dirección a B, se aproximará hacia
B con esa velocidad v y se alejará de A con dicha velocidad; por lo tanto se verá antes el
rayo de B que el de A. Es decir un fenómeno que debería ser simultáneo (misma distan-
cia y misma velocidad de la luz) no lo es. Por tanto hay que deducir que cada sistema de
referencia tiene su tiempo particular.
¿Qué ocurre con la distancia? Dado que la distancia es el tiempo que se tarda en reco-
rrer un espacio dado a una velocidad constante y como cada sistema de referencia tiene
su tiempo particular, también debe tener su medida de la distancia particular.
Einstein vio que las transformaciones de Galileo no servían, pero las de Lorentz sí. Así
si dos observadores en dos sistemas inerciales, cada uno de ellos mide en su propio sis-
tema (en reposo) una longitud L en la dirección del movimiento relativo y un intervalo
de tiempo T entre dos procesos que se producen en el mismo punto, en el otro sistema
se obtendrán las correspondientes medidas L’ y T’ dadas por:
• ΔL’ = ΔL [1 – (v2 / c2)]1/2
• ΔT’ = ΔT / [1 – (v2 / c2)]1/2

11
Hacyan, S. (2013) pag 26
6

De donde se obtiene que ΔL’<ΔL y que ΔT’>ΔT; es decir se produce una contracción
de la
longitud
y una
dilata-
ción de
los
tiempos:
si la ve-
locidad Midiendo los tiempos en el experimento mental del tren y del andén.
relativa es la
mitad de la
de la luz y se mide 1 m. en reposo, en el sistema en movimiento se medirán 0,87 metros.
Si se ha medido 1 s en reposo, en movimiento se medirán 1,15 s12. Si la velocidad rela-
tiva fuese de 250.000 km/s y se midiese 1 m en reposo, en movimiento se mediría 0,57
m. Con respecto al tiempo sería 1,75s. La medición del tiempo deja de coincidir cuando
se realizan entre dos sistemas de referencia.
Desde la estación, el reloj en movimiento con el tren tiene un periodo más largo, es de-
cir, va más lento13.
Evidentemente esto para las magnitudes habituales es absolutamente despreciable y por
eso, en esas magnitudes, las transformaciones de Lorentz son prácticamente similares a
las de Galileo, pero no ocurre así para velocidades próximas a la de la luz. Producién-
dose la paradoja de los gemelos: el gemelo que viajase al espacio con velocidades pró-
ximas a la de la luz a su vuelta a la Tierra, habiendo pasado para él poco tiempo y sien-
do todavía joven, se encontraría a su gemelo envejecido.

Con las transformaciones de Lorentz desaparecía la aparente incompatibilidad entre la


constante de la propagación de la luz en el vacío y el principio de relatividad.

“Con estos dos postulados basta para obtener una teoría simple y coherente de la elec-
trodinámica de los cuerpos en movimiento basada en la teoría de Maxwell para los
cuerpos estacionarios”14. Con esto nace la “Teoría de la Relatividad Restringida o
Especial” de Einstein. Una de las mayores revoluciones en la ciencia, tanto por lo que
generó a nivel científico, como por los cambios mentales que nos obliga a realizar.
Así se pasó de un espacio tridimensional (coordenadas cartesianas: x,y,z) a uno tetradi-
mensional (x,y, z y t) o espacio de Minkowski que denominó “mundo absoluto” consi-
derándolo la estructura del espacio (o mejor dicho del espacio-tiempo)15. La matemati-
zación de los espacios no-planos la llevó a cabo el matemático alemán Rienmann. La
constatación de que el tiempo y el espacio son relativos lleva a buscar una magnitud
invariante que permita realizar descripciones equivalentes de los eventos para cualquier
observador. Esta magnitud es la distancia entre los puntos (o eventos), pero no existe un
modo único para calcularla, sino que dependerá de la geometría de nuestro espacio. Se
trata de un problema fundamental para la relatividad espe-
cial, pues de darle respuesta depende la aplicabilidad de la
teoría. La solución al problema la da la causalidad. Es ra-

12
Solís y Sellés (2015) pag 838
13
Acín A. y Acín E. (2016) pag 53
14
Einstein en Williams (1978) pag 62.
15
Solís y Selles (2015) pag 839
7

zonable esperar que en todos los sistemas de referencia se observen las mismas relacio-
nes causales entre eventos16.

Al decir que se trata de una teoría restringida, estamos diciendo que es de aplicación
exclusiva para sistemas en movimiento rectilíneo uniforme, en los que se excluye el
efecto de aceleraciones, como la gravitatoria. De su generalización se ocupa la Teoría
de la Relatividad General (1915-16), de la que la especial es un caso particular. La posi-
bilidad de comprobar las predicciones de la teoría tuvo que esperar al desarrollo de la
física de partículas: aceleradores de partículas como el CERN de Ginebra. A un nivel
más cotidiano, en 1971, Hafele y Keating tomaron diversos relojes atómicos sincroniza-
dos. Se colocaron, todos menos uno, en aviones comerciales que se desplazaban alrede-
dor del planeta. Cuando los relojes volvieron a tierra se comprobó que no marcaban el
mismo tiempo que su compañero sedentario y que el desfase observado coincidía con
las predicciones de la teoría de la relatividad17.

De este trabajo seminal surgieron posteriormente la Teoría de la Relatividad General y


su famosa fórmula E=mc2, que tantas implicaciones ha tenido a lo largo del siglo XX y
del actual.

La importancia de este trabajo se puede ver en su recepción posterior. Así en España,


país bastante atrasado en cuanto a investigación científica se refiere, ya en 1908 apare-
cen referencias a este trabajo. Los primeros fueron Blas Cabrera y Esteban Terradas en
sendas disertaciones realizadas en Zaragoza en la reunión de la Asociación Española
para el progreso de las ciencias; así como el matemático Plans. Tanto Terradas como
Plans eran católicos conservadores. A nivel artístico se nombra el famoso cuadro de
Dalí “La persistencia de la memoria”, conocido popularmente como “los relojes blan-
dos”, considerado un icono de la teoría de la relatividad. A nivel filosófico se da la pri-
mera cita en Eugenio D’Ors en su tesis doctoral en 1913 y el gran interés de Ortega y
Gasset por la obra de Einstein, siendo su guía en Toledo cuando Einstein visitó Espa-
ña18.
Pero no todos los científicos españoles acogieron bien estas teorías. Según Sellés, Julio
Palacios en un artículo de 1955, aunque afirma no encontrar grietas en la formulación
matemática de la teoría de la relatividad restringida, afirma al referirse a la teoría gene-
ral de la relatividad “haber sobrepasado el límite de lo especulativamente útil para caer
en el absurdo de modificar extrañamente todo el contexto en que se inscriben los fenó-
menos. Nuestro conocimiento es reproducción fiel de una realidad objetiva que se nos
manifiesta cotidianamente; los conceptos primarios de espacio y tiempo son conceptos
universales, indefinidos e indefinibles, pero concretos en los marcos mentales –
digámoslo así- de la humanidad, generación tras generación”.19 [Curioso alegato, poner
la tradición como base del conocimiento].

16
Acín A. y Acín E. (2016) pags 60-63
17
id. pags. 71 - 73
18
Datos obtenidos de la Tesis Doctoral de Soler Ferrán, Pablo (2009)
19
Julio Palacios citado por Sellés (1984) pag 439
8

BIBLIOGRAFÍA:

ACÍN, ANTONIO y ACÍN, EDUERADO: “Persiguiendo a Einstein. De la intuición a


las ondas gravitacionales”. Batiscafo. Barcelona. 2016.pp 143

EINSTEIN, A.: Notas autobiográficas. En L. Pearce Williams “La teoría de la relativi-


dad”. Alianza. Madrid 1978; pp: 95 – 104.

EINSTEIN, A.: Sobre la electrodinámica de los cuerpos en movimiento. En L. Pearce


Williams “La teoría de la relatividad”. Alianza. Madrid 1978; pp: 61 – 67.

EINSTEIN, A.: “Sobre la teoría de la relatividad especial y general”. Trad Miguel Pare-
des Larrucea. Ed Altaya. Madrid 1998

HACYAN, SHAHEN: “Relatividad para principiantes”. FCE. 3ª edición. México. 2013;


pp 120

SELLÉS, MANUEL: “La Teoría de la Relatividad de Julio Palacios”


https://www.researchgate.net/publication/47647342

SELLÉS, MANUEL y SOLÍS, CARLOS: “Solo en casa. Guía para el estudio de Histo-
ria de la Ciencia”. UNED. Madrid. 1996; pp: 163 – 189.

SOLER FERRÁN, PABLO: “La Teoría de la Relatividad en la Física y Matemática


Españolas: Un capítulo de la Historia de la Ciencia en España”. Tesis doctoral. Univer-
sidad Complutense de Madrid. Facultad de Filosofía. Departamento de Lógica y Filoso-
fía de la Ciencia. Madrid. 2009.

SOLÍS, CARLOS y SELLÉS, MANUEL: “La óptica, el electromagnetismo y la relati-


vidad”: Historia de la Ciencia. Espasa ed. Barcelona. 6ª ed 2015 ,(1ª ed 2005); pp:
(801-841)

WEINBERG, STEVEN: “Explicar el mundo. El descubrimiento de la ciencia moder-


na”. Trad. Damià Alou. Tauros. 2015; pp 263-267

WILLIAMS, L. PEARCE: “La teoría de la relatividad”. Trad: Miguel Paredes La-


rrucea. 4ª edición. Alianza Universidad. Madrid. 1978

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