Introducción:
Por lo común, las personas desean mejorar su habilidad para comunicarse porque saben
que para conseguir las cosas que necesitan tienen que negociar de alguna manera, lo cual
envuelve un contacto eficaz. Bueno, ya diste el primer paso. El que estés leyendo este
material muestra tu interés en hablar en público eficazmente. Este es un gran día para ti
porque estás leyendo con un excelente propósito: Pulir tu personalidad para
desempeñarte con más eficacia cuando hables ante un auditorio.
"La práctica sin principios carece de sentido; y la teoría sin principios resulta inútil."
Thomas O. Davenport
NOCIONES BÁSICAS
A través de la historia desde que el hombre hizo conciencia de la gran importancia que
tiene la ORATORIA, han surgido diversos conceptos según el criterio de los estudiosos o
investigadores.
LA ORATORIA.-
El profesor y filósofo italiano Majorana dice: ORATORIA, “El arte de hablar en público”, es
la más sugestiva de todas las artes.
LA ELOCUENCIA.-
La palabra elocuencia proviene del verbo latino ELOQUOR que significa hablar con
claridad.
Dos mil años atrás, uno de los primeros libros escritos sobre este arte, describían al
orador: Como un hombre bueno que sabe manejar la palabra e influir a los demás.
1. ENSEÑAR Y APRENDER.-
Toda persona que habla en público lo hace porque está convencida que tiene algo
importante que comunicar y este mensaje debe dejar una enseñanza. Cuando el
orador expone un discurso refresca sus ideas y lo vuelve a asimilar, además de las
preguntas que hace el público, aprende.
Es decir, transmitir conocimientos a otras personas (Público) investigarles y
asimilarles en la práctica, aquí el orador se dirige a la inteligencia de sus oyentes.
2. CONVENCER
El orador para convencer al público debe exponer su discurso en forma lógica y
coherente, apoyada en argumentos sólidos, que demuestren que lo que está
diciendo es realmente valedero. Aquí el orador actúa sobre la razón de las
personas que conforman su auditorio.
3. PERSUADIR
Consiste en influir en las personas mediante la palabra con el fin de motivarlos a
que realicen una determinada acción. Aquí el orador se orienta sobre la voluntad.
4. CONMOVER
Es transmitir a las personas que conforman el auditorio determinados estados de
ánimo (alegría, tristeza, reflexión, etc.) Para conmover al orador se apoya en su
vos, sus gestos y ademanes y se dirige a la parte emotiva sentimental.
5. AGRADAR
Vale decir, producir por medio de las palabras sentimientos de placer con fines
determinados. Consiste en llevar una intención agradable al auditorio, muchas
veces hacerle olvidar los problemas de la vida cotidiana.
La primera impresión que tiene el público del orador de be ser agradable porque
permitirá crear un ambiente de cordialidad y confiabilidad, aquí nos orientamos al
gusto de las personas que conforman el público.
En la práctica oratorial estos fines pueden darse solos o lo que es frecuentemente
combinados entre sí, vemos el siguiente cuadro:
LA RESPIRACION
La calve de la expresión oral, y por lo tanto, del aprendizaje de sus técnicas, es la
respiración. En las actividades físicas diversificadas y más corrientes, todo el mundo tiene
conciencia de este hecho: un simple paseo por el campo, por ejemplo no resulta
agradable sino se ha adoptado un cierto tipo de respiración.
Pero casi nunca se piensa que la expresión oral en público es también una actividad física
específica: se percibe sola y exclusivamente como una actividad intelectual y de relación.
Se olvida que el cuerpo es su instrumento, su herramienta. Y por eso hay tantos oradores
como nadadores cuyos movimientos musculares son impecables, pero que respiran a
contratiempo sin un ritmo adecuado, estos se sofocarán rápidamente y tienen que
detenerse para encontrar un ritmo de respiración que les permita desenvolverse con
soltura y seguridad.
El ritmo respiratorio varía mucho según las personas (de seis a veinte veces por
minuto). Para que los ejercicios de respiración resulten lo más eficaces posible el
mejor medio es el siguiente: tenderse lo más distendido posible, y dejar que se
inicie la respiración abdominal, con las manos colocadas sobre el vientre y
elevando a cada respiración. Con este ritmo fundamental será con el que cada uno
debe tratar de respirar cada vez que hable en público y que precise a la vez de
aliento y de la distención.
Hablar en público importa cierta responsabilidad, aún cuando se hable a veinte o treinta
personas en una conferencia, uno siente cierta turbación, cierto nerviosismo, cierta
excitación. El inmortal Cicerón dijo hace dos mil años; que todo curso público de
verdadero mérito se caracteriza por la nerviosidad, los oradores experimentan a menudo
esta sensación aun cuando hablan por radio “Miedo al micrófono” se llama esto. Es por
ello que a fin de obtener el mayor provecho en esta preparación y con ello prontitud y
seguridad son necesarias cuatro cosas: (dice Dale Carnegie).
En todas las clases hay alumnos que desmayan y quedan rezagados a la vera del
camino; de modo que debemos concentrar nuestro pensamiento entorno a lo que
este Curso significa para nosotros, hasta que nuestro deseo esté candente.
Debemos comenzar este programa con tal entusiasmo, que nos obligue a no
perderé clase, hasta terminar el curso triunfalmente. Digamos a nuestros amigos
que nos hemos inscrito en este Curso, fijemos el tiempo necesario para asistir y
practicar las técnicas que se impartan en el Curso, el fin hagamos el avance lo más
fácil posible. Hagamos lo más difícil posible el retroceso.
Cuando julio César, cruzó el canal de La Mancha y desembarcó con sus legiones en
lo que hoy es Inglaterra, ¿Qué hizo para asegurar el éxito de sus armas? Una cosa
muy inteligente: hizo detener a sus soldados sobre los peñascos y lejos de volver y
ordenándoles mirar hacia abajo: sobre las olas a setenta metros de profundidad,
roas leguas de fuego consumían los barcos en que habían venido. En territorio
enemigo, roto el único vínculo con el continente, quemado el único medio de
retroceso, sólo podían hacer una cosa: avanzar y conquistar. Eso, precisamente, es
lo que hicieron.
Así era el espíritu inmortal de Julio César ¿Por qué no nos apropiamos de este
espíritu en nuestra guerra para exterminar el ridículo temor al auditorio?
A no ser que se haya meditado sobre el discurso, que se haya planeado, y que se
sepa qué se va a decir, no puede el orador sentirse muy tranquilo cuando afronta
su auditorio. Es como el ciego que quisiera guiar a otro ciego. En tales
circunstancias, el orador se sentirá cohibido, arrepentido, avergonzado de su
negligencia.
Este “viejo y perspicaz labrador” debió haber hablado a Roosevelt de otro recurso
para sobreponerse a la nerviosidad. Debió haber agregado: “Te será provechoso
para librarte de tu turbación, que encuentres algo que hacer delante del auditorio;
si puedes mostrar algo, escribir una palabra en el pizarrón, o señalar un punto
sobre el mapa, o mover una mesa o abrir una ventana, o correr algunos libros y
papeles, cualquier movimiento físico, en fin con intensión velada, puede servir a
que te sientas cómodo.
Ciertamente, no siempre es fácil hallar excusa para hacer estos movimientos, pero
la sugestión ahí queda. Usémosla si podemos; pero usémosla las primeras veces
solamente. Los niños no se asen de las sillas una vez que han aprendido a caminar.
“Así el camino más eficaz de la voluntad para llegar a la alegría –cuando nuestra
alegría espontánea esté perdida- es estar alegres y hablar y proceder como si dicho
sentimiento se hubiera apoderado ya de nosotros. Si con esto no recobramos la
alegría, entonces, por el momento no habrá nada que nos la haga recobrar”.
“Por tanto, para sentir valor, procedamos como si fuéramos valientes, empeñemos
nuestra voluntad para este fin, y lo más probable será que un rebato de
entusiasmo reemplace el estado de temor.
Esta provisión aumentada de oxígeno nos sostendrá y nos dará valor. El famoso
tenor Jean de Rezke solía decir que, cuando se retiene el aliento de suerte que
podamos “sentarnos en él”, la nerviosidad desaparece.
En todos los tiempos, en todos los climas, los hombres han admirado el valor; de
modo que, por mucho que el corazón golpee de nuestro pecho, debemos avanzar
con paso firme, detenernos, comportarnos, como si realmente sintiéramos en
nosotros el valor suficiente para enfrentar nuestro a auditorio.