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Estereotipos, no dejes que te afecten

Jueves 05 de enero del 2017, 04:26 pm, última actualización

Todos, casi por instinto, tenemos en algún momento la necesidad de experimentar sentido
de pertenencia, de encajar en determinado grupo, pero para lograrlo es necesario cumplir
ciertos requisitos, así que solemos adoptar modelos de conducta o estereotipos que se
arraigan tanto en nuestro ser, que parece que forman parte de nuestra naturaleza.

Estereotipos y moda in
La sociedad se encarga, mediante distintos medios, de señalar lo que
es fashion, nice o cool (moda in) al mostrarnos modelos a seguir, los cuales, la mayoría
de las veces, no corresponden a la realidad.

Con frecuencia nos bombardean con mensajes e imágenes que asocian cuerpos
extremadamente delgados con belleza y perfección; el consumo de tabaco y alcohol con
madurez y ser persona “de mundo”; algunas marcas de ropa con gente VIP (very important
people); administración de drogas ilícitas (como cocaína, heroína y estupefacientes) con
“estar en onda” y ser de clase adinerada, y adquirir los últimos adelantos tecnológicos con
éxito. Hay miles de ejemplos sobre moda in, cuya repetición constante por cada vez
mayor número de personas da lugar a los estereotipos.

“En efecto, estos últimos se refieren a actos repetitivos a manera de ritual; por ejemplo,
peinados, forma de hablar y vestimenta. Se relacionan mucho con los modelos, los cuales
son el punto de referencia a imitar, por ejemplo, actores, cantantes, deportistas o personajes
políticos”, comenta el Dr. Marco Eduardo Murueta Reyes, quien se desempeña como
presidente de la Asociación Mexicana de Alternativas en Psicología (Amapsi), ubicada en
México, D.F.

Si bien los estereotipos pueden llegar a tener efectos destructivos, es importante


considerar que cuentan con un lado positivo. De acuerdo con el entrevistado, generan
identidad y, a través de ellos y los modelos, se deriva cierto sentido de pertenencia.

No obstante, cuando inducen a vicios como tabaquismo, alcoholismo y drogadicción; a tratar


de alcanzar el “ideal” de belleza mediante la delgadez sin importar las afectaciones que
pueda sufrir el organismo, o bien, a tener actividad sexual de manera irresponsable, resultan
altamente nocivos.

“Lo anterior sucede porque, mediante dichos rituales, los jóvenes quieren sentirse adultos.
Además, existe una paradoja, pues desean ser diferentes a determinada generación, pero
terminan siendo iguales a otra”, señala el especialista, quien también es docente de la
carrera de Psicología en la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala, de la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM).

En la actualidad, añade el Dr. Murueta Reyes, mucha gente no tiene a quién admirar, y esta
falta de modelos genera desesperanza, estancamiento y sensación de ir a la deriva. Otro
problema se presenta cuando dichos referentes son negativos, por ejemplo: narcotraficantes,
delincuentes o algunos personajes de televisión o cine de conductas criticables.

Imitación y aprendizaje social


La imitación es proceso mental que permite el aprendizaje social y es responsable de
propagar conductas a partir de la observación de un modelo (un individuo o un grupo), ya
sea por creer que es ejemplo a seguir, a fin de obtener su aprobación, o para formar parte
de un grupo, como ocurre con las tribus urbanas.

Todos tenemos tendencia a la imitación, aclara el experto, por ejemplo, esta permite
aprendieras a hablar durante la infancia. Además, siempre se está rodeado por modelos a
seguir, en principio padres y familiares, pero a partir de la adolescencia la situación cambia.

“Esto se debe a que necesitas otro tipo de referencias; empezaste una época de mucha
energía, nuevo pensamiento y deseas novedades. Por tanto, buscas seguir todo lo opuesto a
tus progenitores”, refiere el Dr. Murueta Reyes.

Existen estereotipos que abarcan distintas características, como clase social, edad, religión,
género o etnia (población humana en la cual los miembros se identifican entre ellos), entre
muchas otras. En este contexto, los medios de comunicación tienen gran poder, pues a
través de múltiples estrategias comerciales logran establecer modelos de conducta o
apariencia que la mayoría de las personas trata de adquirir. Desde luego, la transmisión de
los mismos tienen otras vías, como la educación formal (que se ofrece en escuelas) e
informal (la que se brinda en el hogar, la calle y otros lugares).

Atender a la televisión, radio o revistas implica abrir la mente a extensa serie de ideas e
imágenes que, por un lado, reflejan la realidad, pues informan y entretienen, pero también
presentan una visión reducida y tendenciosa de cómo vivir, pensar, vestir y ser.
Por ejemplo, a través de los comerciales de algún almacén que muestra modelos vistiendo
las novedades de la temporada, se establece cómo deben lucir las personas para verse bien
con esa ropa e inconscientemente hay quienes tratan de ser así, y al ver una y otra vez la
publicidad se incrementan las ganas de ajustarse al estereotipo establecido.

Estereotipos de género
Desde el momento de nacer se inculcan gran cantidad de estereotipos de género, los
cuales se imprimen en la mente porque, de alguna manera, forman parte de la realidad.

Por ejemplo, tras conocer el sexo del recién nacido se determina qué ropa debe vestir, cómo
será su habitación e, incluso, se discrimina entre los juguetes para bebés: muñecas para
niñas, figuras de acción para niños. Posteriormente, los medios de comunicación se encargan
de fortalecer la imagen distorsionada de los roles de género:

 Femeninos. Se muestra a la mujer ideal feliz, espontánea, inteligente, respetable,


socialmente aceptable, deseable e influyente. No contradice lo que se le indica, es
complaciente, servicial y atenta; físicamente es delgada, con silueta perfecta y bellas
facciones.

 Masculinos. Siempre se presenta al hombre fuerte, valiente, adinerado,


independiente, cabeza de familia, agresivo, rebelde, con iniciativa, activo, trabajador,
emprendedor, no sentimental, protector, sexualmente potente y siempre joven. En
general, se le valora por su trabajo o estatus en alguna institución.

A pesar de vivir en una cultura de estereotipos que aparentemente privilegia al hombre


sobre la mujer, en realidad afecta negativamente a ambos, al constituirse en patrones o
“paradigmas” divisionistas que no permiten el descubrimiento, desarrollo y expresión de
cualidades y valores propios del ser humano; en cualquier caso, tales estereotipos de
género son falsas representaciones de lo que es un hombre o una mujer, pero
lamentablemente buen porcentaje de la población lo acepta.

“El mundo se encuentra en cruda competencia y la dispersión hace que se busque el abuso
como forma de sobresalir. Todo este deterioro responde a los modelos negativos, y ahora ya
no se tienen los mismos ideales; de hecho, a los jóvenes les parece ridículo pensar que el
mundo puede ser mejor”, acota el Dr. Murueta Reyes.
Cólera
Cerca del año 400 a.C, el médico ateniense Hipócrates catalogó las enfermedades de
su entorno, la cólera se encontraba dentro del listado. Si bien este documento
representa la primera prueba concluyente del cólera, es probable que se haya
originado siglos antes a las orillas del río Ganges.

Tifoidea
Entre al año 430 a.C y 426 a.C, una gran plaga azotó la ciudad de Atenas,
contribuyendo a su derrota a manos de Esparta durante la Guerra del Peloponeso. El
historiador Tucídides describió los síntomas de la peste, los cuales corresponden con
la tifoidea.

Lepra
La primera mención documentada de la enfermedad se remonta al año 1550 a.C. El
llamado “Papiro de Ebers”, uno de los tratados médicos más antiguos conocidos,
hace referencia a la lepra en el antiguo Egipto.
Una de las grandes desventajas de esta enfermedad, es su dificultad para ser
diagnosticada. Los primeros síntomas son similares a los de la sífilis o psoriasis. Una
persona enferma puede incubar las bacterias causantes de la lepra durante más de
20 años antes de mostrar síntomas, contagiando a otros durante todo ese tiempo.

Viruela
En 1921, Sir Marc Armand Ruffer publicó su libro "Los estudios de la Paleopatología
de Egipto" en el cual describe a tres momias con marcas muy similares a las
ocasionadas por la viruela. La más antigua de ellas data del año 1580 a.C .
Si bien esto no ofrece pruebas concluyentes, la evidencia circunstancial es lo
suficientemente importante para sugerir que sufrían de viruela, uno de los mayores
asesinos de la historia, responsable de 300 a 500 millones de muertes en el siglo XX.

Rabia
Ha agraviado al hombre desde al menos el año 2300 a.C, cuando fue descrita en el
Código Eshuma de Babilonia.
Malaria
Aparece documentada por primera vez en la antigua recopilación de escritos médicos
de China “Nei Ching”, fechada alrededor del año 1400 a. C. Sin embargo, se cree
que ha existido desde mucho antes. Algunos expertos predicen que la malaria es
responsable de la mitad de las muertes humanas desde la Era de Piedra.
Actualmente, la malaria continúa infectando a aproximadamente 300 millones de
personas cada año, causando la muerte de un millón de ellas.

Tuberculosis
En 2008, un equipo de investigadores de la Universidad Colegio de Londres, en Reino
Unido, excavó la antigua ciudad de Alit-Yam, en la costa de Israel. Allí, encontraron los
restos enterrados de una madre y su hijo. Ambos esqueletos mostraban lesiones
óseas características de la tuberculosis. Pruebas de ADN confirmaron que la
enfermedad tiene, al menos, 9,000 años de antigüedad.
Aunque el hallazgo Alit-Yam es el caso confirmado más antiguo de tuberculosis,
lesiones semejantes se han encontrado en huesos hallados en Turquía que datan de
hace unos 500,000 años.

5. Malaria

Este ‘archifamoso’ mosquito que podéis ver en la imagen,


nacido con esta enfermedad infecciosa, causa síntomas
que normalmente incluyen fiebre y dolor de cabeza, pero
que en casos graves puede progresar hasta el coma o la
muerte. Se encuentra principalmente en las zonas tropicales
y, hasta el momento, no existe una vacuna eficaz.

4. Viruela
La viruela es una enfermedad infecciosa mucho más grave de
lo que la gente aprecia. Está causada por Variola virus, de la
familia Poxvirus, y no solo ha sido la pandemia que más muertos
ha causado en la historia de la humanidad, sino que además ha
dejado a millones de personas desfiguradas a lo largo y
ancho del mundo.

Básicamente, como muchos sabréis, la viruela provoca la


salida de numerosas pústulas que dejarán una marca
indeleble en la piel con casi total seguridad. La viruela, hasta
donde se conoce, es un virus que solo afecta a
humanos (en su variante infecciosa), y su transmisión es
muy parecida a la del ébola: mediante fluidos corporales y
contacto directo.

3. SIDA

Pese a los enormes esfuerzos realizados en las últimas


décadas para detener su avance, el síndrome de
inmunodeficiencia adquirida sigue siendo una de las
mayores causas de muerte a nivel global, y la segunda
enfermedad infecciosa en términos de mortalidad. Entre
1990 y 2010 las muertes provocadas por el sida crecieron un
127% en el mundo desarrollado y un preocupante 439% en
los países en vías de desarrollo.
2. Marburgo
El virus más peligroso del mundo es otro virus poco conocido: el
Marburgo. Se trata de una mortal y desagradable
enfermedad que produce vómitos, convulsiones y sangrado de
las membranas mucosas, la piel y los órganos.

Posee unos síntomas muy similares a los del ébola con una
mortalidad del 90%, mayor de la que tiene la
mencionada actualmente (en torno al 50%). Al igual que el
ébola, el Maburgo no tiene tratamiento ni cura. El contagio
se da a través de los líquidos del cuerpo: sangre, saliva,
vómito, heces, orina y secreciones respiratorias.

1. Hepatitis viral

En un artículo publicado en la revista The Lancet se reveló que


la enfermedad más letal para la humanidad es la hepatitis
viral. En la investigación señalaron que, en 23 años, las
hepatitis B y C acabaron con la vida del 96 por ciento de
quienes la padecían.
Cada año, la hepatitis viral mata a 1,45 millones de
personas, mientras otras enfermedades como el SIDA, la
tuberculosis y la malaria tienen tasas de mortalidad más
bajas. La dificultad para detectar los síntomas es una de las
características que la hacen letal, porque cuando se revela su
presencia, ya la situación es grave.

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