Historia
Desde los años sesenta la mayoría de los sistemas de adiestramiento se planificaban tomando en cuenta los procesos
de condicionamiento o planteamientos de etología clásica, analizando las pautas sociales del lobo y trasladándolas
directamente al perro.
Aunque estos planteamientos teóricos permiten adiestramientos eficaces en la mayoría de los casos, al aumentar
progresivamente el nivel de exigencia de los adiestramientos más especializados empieza a ser insuficiente el
desarrollo de técnicas basadas en estas premisas y se va haciendo patente la necesidad de un cambio de paradigma
que incorpore los nuevos conceptos sobre conducta y aprendizaje que la etología, la psicología y la neurología han
descubierto..
El precursor del adiestramiento cognitivo-emocional es el psicólogo y especialista en adiestramiento de perros-guía
inglés Bruce Johnston, que publica los libros "The skilful mind of the guide dog" (Lennard 1990) y "Harnessing
thought" (Lennard 1995), en los que plantea las mejoras que se pueden obtener en el perro-guía a través de un
adiestramiento que, en lugar de basarse en condicionamiento, consiga que el perro genere esquemas de trabajo,
consiguiendo así un aprendizaje comprensivo mucho más eficaz y fiable.
En la mitad de los años noventa el adiestrador español Carlos Alfonso López forma un equipo multidisciplinar para
encontrar aplicaciones prácticas de las actualizaciones teóricas de la psicología cognitiva y de los enfoques
evolutivo, ecológico y cognitivo de la etología más avanzada de su momento. Tras diez años de estudio y trabajo de
campo publican "Adiestramiento canino cognitivo-emocional" (Díaz de Santos 2005), donde se recogen las
conclusiones y protocolos de adiestramiento que han desarrollado.
Desarrollos teóricos
Actualmente se sabe que los procesos de condicionamiento, siendo muy importantes, no son los únicos mecanismos
de aprendizaje del perro. La etología cognitiva ha demostrado la existencia de múltiples formas de aprendizaje
cognitivo (y con ello comprensivo) en el perro, como la expectativa, la resolución de problemas, la toma de
decisiones o el aprendizaje de conceptos. Por todo lo expuesto el adiestramiento cognitivo-emocional postula que el
aprendizaje conseguido en un proceso de adiestramiento ha de ser comprensivo, conseguido a través del
aprovechamiento de los procesos antedichos. El aprendizaje conseguido exclusivamente mediante procesos de
condicionamiento se considera insuficiente y limitado.
Adiestramiento canino cognitivo-emocional 2
La conducta voluntaria está fuertemente influida por las emociones presentes en cada momento, pudiendo llegar la
emoción a dirigir la conducta del perro en momentos de máxima intensidad. Al ser involuntaria la presencia de
emociones un adiestramiento que no enseña al perro a gestionar su conducta emocional será ineficaz cuando el nivel
de las emociones sea muy alto. El adiestramiento cognitivo-emocional implica preparar al perro para
manejarse correctamente a niveles emocionales altos.
El perro es un animal social que posee por ello una serie de características específicas destinadas a la realización de
conductas coordinadas dentro de dicho contexto social. El perro debe llevar a cabo las conductas ya aprendidas
por motivaciones sociales como el afecto, la facilitación social o la consecución de metas sociales, y no por
motivaciones puramente individuales como la consecución de refuerzos de comida ni la evitación o escape de
refuerzos negativos, como collares de presión o impulsos. Esto permitirá y potenciará el trabajo en equipo del perro
y su guía.
En los adiestramientos de máxima especialización, como puedan ser aquellos destinados a labores de ayuda, así
como los orientados a la competición deportiva, se conseguirá la excelencia a través de los procesos asociados al
aprendizaje experto: desarrollo de criterio y capacidad de autoevaluación, así como de refuerzo intrínseco del
perro. La excelencia y afinado de los adiestramientos de máxima especialización no deben ser conseguidos
principalmente por procesos de condicionamiento dependiente de refuerzos externos.
2. Construir en el perro la visión del adiestramiento como un trabajo y no como el contexto donde satisfacer metas
egoístas.
3. Entreno de la asunción de la responsabilidad del perro en las acciones solicitadas en un contexto social.
4. Potenciación del componente social en la ejecución de conductas ya aprendidas.
Protocolo de trabajo: Eliminaremos los refuerzos externos y pediremos al perro que ejecute el comando ya
aprendido: las primeras veces el perro realizará la acción por la expectativa de refuerzo, cuando lo haga le damos una
única recompensa afectiva (le acariciamos, jugamos con él sin juguetes…). A partir de un momento dado el perro
extinguirá la expectativa de refuerzo, al hacerlo pueden suceder dos cosas: el perro deja de ejecutar la acción
aprendida, el perro sigue ejecutando la acción aprendida pero con un estado emocional confuso.
Si el perro deja de ejecutar la acción mostraremos enfado y le daremos una corrección social adecuada a su carácter y
edad, esta corrección no debe ser sorprendente. Cuando el perro finalmente ejecuta suele encontrarse en el otro caso:
un estado emocional confuso.
El principal riesgo durante esta fase es la fijación de dicho estado de confusión en el perro, empeorando sus
resultados y pudiendo llegar a mostrar desorientación o incluso ansiedad. Para evitar que suceda debemos ofrecerle
al perro una actividad social activa y positiva tras la sesión, como pueda ser jugar a lanzar y traer. Es importante que
la dicha actividad no aparezca de forma rápida tras la ejecución de un comando, debe aparecer tras liberar al perro al
final de la sesión (una sesión puede consistir en una sola acción), el objetivo es realizar una actividad conjunta
divertida como premio social por haber obedecido y cumplido su obligación que nos permita mantener un estado
emocional activo y positivo en el perro.
Referencias
• López García, Carlos Alfonso. Adiestramiento canino cognitivo-emocional. Ediciones Díaz de Santos, S.A., 2005.
ISBN 978-84-7978-629-8
Fuentes y contribuyentes del artículo 6
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