Aunque la modernidad como sentido del presente, anula toda relación con el pasado y
rechaza el engaño de la historia y a su vez se devora a si misma desde la inmediatez y la
esclavitud del tiempo donde la verdadera etimología de la modernidad podría suplantarse en
la decadencia, es decir la incapacidad del hombre para formular nuevas novedades de las
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Dios y mirada del pasado y del futuro
El prestigio de lo nuevo – Antoine Compagnon.
José Torrealba C.I 25.753.635
Johander Timaure C.I 21.125.303
Historia del arte III.
En consecuencia cuando evaluamos el ámbito del arte es coherente que la negación de los
modelos pueda convertirse en principio para el desarrollo de los nuevos modelos estéticos,
pues la extrañeza de lo bello de un arte autónomo, polémico, que espante al burgués
corresponde al verdadero sentido que Baudelaire diserta, atribuido a la vida, al mundo
presente, con el fin de sublimar la identidad de la ciudad donde lo cotidiano, el horror y la
tragedia del hombre se contraponen a una actitud limitada que propone pintar lo que alcanza
a la vista y donde lo imaginable se agota.
Dicha contraposición seria evidente en los rasgos que postula Compagnon como análisis
de la modernidad en cuanto a la plástica, afirmando la presencia constante de cuatro
categorías donde lo no terminado, disemina que los artistas de la tradición moderna en
especial los impresionistas guardaban culto consciente a esta veracidad del tiempo, es por
eso que escapa de la cultura elitesca ya que su purificación de renovar el arte guardaba
estrecha relación con el aspecto popular, urbano y trivial, donde la poesía de Baudelaire
procede a la metamorfosis diaria que exige rapidez, como el mundo moderno, pues la
encarnación del héroe ondula en la captura externa de lo insensato como el esbozo perfecto
del dibujo no repulido que resulta en hábil esquematización de las figuras, al igual que lo
fragmentario en las pinturas, donde lo que más prevalece es el detalle y el escorzo, pues un
arte que se afirma desde un sentido mimético a la naturaleza y la unidad es desestimado, esto
se debe a razones instituidas por la política y la sociedad, donde estas agreden a obras de la
nueva estética propuesta, puesto que la referencia de la cual se nutren se origina en el entorno
popular, acogido como el destino que tomaran los estilos nacientes y donde serán agrupados
bajo el repudio de las elites y académicos de mitad del siglo XIX.
A todas estas, se puede decir que no hay un interés implícito en determinar la tradición
moderna como la afiliación consciente a unos elementos compositivos, configurativos o
temáticos, ya que la misma se desborda de la creación plástica para extenderse hacia
múltiples ámbitos de la historia, así, mientras la industrialización, el ascenso de la burguesía
y la interacción social de las grandes ciudades del mundo occidental resumen un aspecto
sociológico, se puede sin embargo identificar con las categorías mencionadas anteriormente,
los fundamentos que desde la plástica comienzan a tomarse para la creación y desarrollo de
los estilos y movimientos posteriores al siglo XIX.
De este modo, el ideario de la modernidad tomara cada vez con más firmeza lo
impertinente del pasado para percibir el presente, agudizándose cada vez más en un sentido
de ruptura que postula la constante innovación como valor primario, pero que desembocara
en un sin sentido, una paradoja de magnitudes nunca antes estimada respecto a la proyección
del futuro como efecto de lo actual. Así, cuando está concretado el interés primordial de
desestimar el pasado en exaltación del presente no se toma en cuenta la condición de
dependencia que tiene el presente ante el tiempo, sujeto a él y a las vicisitudes de las propias
reglas que postula, la tradición moderna, pareciera un suicida en potencia, si se permite una
relación comparativa análoga al ser humano.
Sin embargo, lo ideado por los defensores de la tradición en el siglo XIX no fue
compatible con lo creado por la modernidad, si hubo acaso un avance del arte no fue dentro
de los principios de la tradición en cambio se dio relevancia al aspecto imaginativo a la
desacralización de los temas, nuevas formas de expresión e incluso captación de la realidad
como fue el surgimiento de la fotografía donde pudiera concretarse más evidentemente el
discurso positivista que esperaba cubrirlo todo. Una visión dialéctica de la historia si llega
notarse lo hace someramente en elementos puntuales como el ejemplo mencionado del
daguerrotipo y la fotografía, dicho medio novedoso para la época se desprendió remotamente
desde los estudios de Newton en cuanto a la naturaleza física de la luz y su incidencia en
nuestros órganos receptores, la identificación de partículas y su aprovechamiento en la
cámara oscura como antecedente que fue evolucionando en el trascurso del tiempo.
El prestigio de lo nuevo – Antoine Compagnon.
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Historia del arte III.
En conclusión, pudiera pensarse que la ruptura como concepto está totalmente agotado,
¿Qué esperar de un presente donde la ruptura es prácticamente el pan de cada día? Quizás es
presumible que la crisis es el caldo de cultivo de las renovaciones y nuevas propuestas, pero
incluso la crisis denota una permanencia que nos deja acostumbrados, no obstante, alguien
dijo alguna que de todo agujero se sale por arriba si algo surge como nuevo tal vez no sea en
la concepción de ruptura, pero si afrontando conscientemente un presente bastantemente
tedioso.