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CONFLICTO BANANERO RAILROAD FRUIT COMPANY

OBJETIVO

 Conocer la intervención de la sociedad civil en el conflicto bananero Railroad fruit


company y personajes importantes.

ANTECEDENTES

La política laboral observada por las compañías bananeras estaba determinada prácticamente por
la voluntad única del enclave y por los intereses exclusivos de la producción bananera. En el año
1916, tanto la United Fruit Company como la Cuyamel Fruit Co. impusieron formas de pago
antojadizas, en abierta contravención a las leyes del país. La United pretendía pagar salarios cada
cuarenta días y la Cuyamel obligaba a los trabajadores, mediante la firma del contrato, a
contravenir las disposiciones legislativas del país, que establecían el pago a los trabajadores cada
ocho días y en plata acuñada.

Es preciso señalar que los trabajadores de las compañías fruteras viven en los campos, caseríos y
fincas comprendidas dentro del enclave, alejados de lo que podría denominarse centros
comerciales y encerrados dentro de una limitada circulación monetaria, cuyas reglas y principios
son distados por el enclave bananero. Las compañías bananeras abastecían a los vendedores
ambulantes o buhoneros de transitar y dedicarse al comercio en los campos bananeros. Los
compañías bananeras abastecían a los trabajadores y sus familias de los productos y artículos
necesarios, los que podían ser adquiridos en los comisariatos. Se pagaba a los trabajadores con
fichas y cupones con valor desde un peso hasta cincuenta, los que podían ser cambiados por
mercaderías en los respectivos comisariatos. Si se quería cambiar la ficha por dinero en efectivo,
era preciso ceder un 50 % de descuento y se corría el riesgo adicional hasta de perder el empleo.
Así, los mecanismos de comercialización y la original política de salarios practicados por el
enclave, facilitaban una pronta recuperación del fondo de salarios, con lo cual, sumado a las
remesas de utilidades enviadas al exterior, los inversionistas del banano estaban en capacidad de
apoderarse de todo o gran parte del valor agregado de la producción.
Esta situación de absoluta arbitrariedad por parte de las compañías en relación con los derechos
laborales de los trabajadores, generó indudablemente diversas manifestaciones de descontento y
oposición que forman toda una cadena de lucha constante por parte de los trabajadores contra las
compañías bananeras. En el año 1916, la Cuyamel Fruit Company tuvo que afrontar las
consecuencias de sus desmanes y habérselas con un movimiento huelguístico de sus trabajadores.
Poco o casi nada se sabe acerca de esta huelga, sobre todo por el "extraño" silencio observado por
la prensa del país en aquella época.

En agosto de 1920, los trabajadores de la Vaccaro Bros. Co. se declararon en huelga reclamando
mejoras salariales. El Gobierno que presidía Rafael López Gutiérrez declaró el estado de sitio en
todo el departamento de Atlántida, zona neurálgica de la huelga, y ya a fines de septiembre los
trabajadores se habían reincorporado a sus labores.
En 1925, un nuevo brote huelguístico se registra en las plantaciones de caña de la Cuyamel y
cuenta con el apoyo de los trabajadores de las otras compañías bananeras. Los trabajadores exigían
pago semanal en moneda de curso legal, cuatro lempiras diarios (dos dólares) en jornada de ocho
horas, supresión de las órdenes para entrega de mercadería en los comisariatos, rebaja en un 25 %
en los precios de los artículos, servicio médico y hospitalario para los familiares de los
trabajadores, etc. La compañía alegó en su favor la existencia de bajos precios en el mercado
mundial de sus productos y el alto costo de la producción en el azúcar, como causas directas que
impedían el aumento de salarios. El Gobierno llegó hasta la intervención militar en contra del
movimiento huelguístico, la coacción abierta contra sus dirigentes, pretextando que se trataba de
un levantamiento antigubernamental. Al final, la compañía aceptó la jornada de ocho horas y el
paso libre de vendedores particulares por las zonas del enclave. A su vez, los trabajadores cedieron
en otras demandas.

En 1930, nuevamente el descontento obrero vuelve a cobrar manifestación concreta, esta vez en
La Ceiba y, el gobierno, luego de declararlo movimiento de "inspiración comunista", declara el
estado de sitio en toda la costa norte del país y se apresta a reprimir a los trabajadores. Los reclamos
obreros se reducían fundamentalmente a mejorar las condiciones de vida y de trabajo y a rechazar
la contratación masiva de inmigrantes de Jamaica en desmedro de los trabajadores propiamente
hondureños. Había que sumar a esto, el agravante adicional de las dificultades originadas en torno
a la gran crisis económica mundial. Como resultado de este movimiento huelguístico, los
trabajadores lograron que se autorizara el cambio en efectivo de todas las órdenes representativas
de valor, que les eran entregadas por la misma compañía para la compra en los comisariatos. De
esta forma, los trabajadores podían ya disponer libremente de su remuneración. A lo largo de una
incesante lucha contra los desmanes y arbitrariedades de los empresarios bananeros, el movimiento
obrero originado y alimentado en el seno mismo del enclave, ha ido adquiriendo una elemental
conciencia de clase y ha pasado a convertirse, al pasar de los años, en uno de los núcleos mejor
organizados de todo el movimiento obrero en general. La creciente madurez política de los
trabajadores bananeros, paralelamente a los mayores niveles organizativos que han alcanzado,
determina en mucho el sitial de elevada importancia que actualmente ostentan dentro del
movimiento obrero todo de Honduras.

SOCIEDAD CIVIL

Todas estas concesiones dadas a las trasnacionales crean sujetos sociales que serán actores de la
vida económica y política. En el caso de los enclaves bananeros en Honduras se puede contabilizar
para 1953 alrededor de 35,000 trabajadores en las plantaciones bananeras. Desde 1916 en la
Cuyamel Fruit Company hubo una huelga de trabajadores que brilló por el silencio de la prensa de
la época. En agosto de 1920 en la Vaccaro Bros. Co. los trabajadores se declararon en huelga
reclamando mejoras salariales. El Gobierno declaró el estado de sitio en la zona, para septiembre
los trabajadores se reincorporan a sus labores. En 1925 hay una huelga en las plantaciones de caña
de la Cuyamel contando con el apoyo de los trabajadores de las otras compañías bananeras.

Las luchas obreras no paran durante la dictadura Cariista, aunque son reprimidas. En 1944 hay una
gran manifestación en san Pedro Sula, la cual es tremendamente reprimida hasta convertirse en
una masacre. La protesta estaba encaminada a denunciar los excesos de la dictadura exigiendo
libertades democráticas. Durante la dictadura, liberales y comunistas eran asesinados y exiliados,
la represión fue la antesala para que la huelga del 54 estallara con las magnitudes en que aconteció.
En ese marco nacional y regional y a medida que avanzaba el año de 1954 las relaciones entre las
compañías bananeras y trabajadores sulfuraban poco a poco. Por toda la costa norte los aires que
exigían aumento salarial se encontraban con el calor de la explotación. Desde algunos años atrás
se difundía en la zona bananera la propaganda de los periódicos Voz Obrera y Vanguardia
Revolucionaria editada por el Partido Democrático Revolucionario Hondureño (PDRH). La
propaganda de izquierda lograba distribuir 7,000 periódicos semanales. En estos se llamaba a
organizar sindicatos, se exigían jornadas laborales de 8 horas, seguridad social y pago doble de
días festivos. Como es de suponer el trabajo estructural era clandestino, en términos de la época se
hacía trabajo de hormiga.

INTERVENCION

La movilización no esperó mucho, en la mañana del 1ro de mayo los trabajadores salieron a
desfilar para congregarse en el parque Ramón Rosa donde se pronunciaron los más acalorados
discursos. Fue en ese mitin que se leyó la declaratoria de huelga de los trabajadores. La suerte
estaba echada. Al igual que el calor del Caribe le da fuerza a los huracanes, así el calor del primero
de mayo inició el vendaval, poco a poco otros sectores se van sumando a la huelga de los
trabajadores bananeros. El 5 de mayo la tormenta llegaba al otro monopolio bananero, la Standart
Fruit Company en donde los trabajadores se suman al paro general plegándose a las demandas de
los huelguistas. Para Julio las los paros se habían propagado por toda la Costa norte Hondureña en
fábricas, aserraderos, ingenios de azúcar y minas. Desde 7 de mayo los estudiantes de
la Federación de Estudiantes Universitarios de Honduras (FEUH) se habían adherido a la
huelga y trabajan en solidaridad a la misma.

El 17 de mayo se constituye el COMITÉ CENTRAL DE HUELGA que se encargarían de


coordinar alrededor de 35,000 trabajadores con representantes de distintos distritos bananeros:
Tela, Cortes, El Progreso, La Lima y Batán. En el caso de la cuidad de Progreso se creó el
fenómeno pre embrionario de poder dual, es decir que se formaron comités de apoyo, de vigilancia
es decir, los trabajadores gobernaban la localidad.

A pesar del gran movimiento que significó la huelga bananera, la falta de una dirección
consecuente fue mermando la lucha de los trabajadores. En la Lima la intervención de la
compañía y el gobierno, favoreció que quedase electo el maestro Manuel de Jesús Valencia,
dirigente de formación anticomunista.

En La Ceiba la compañía logró un acuerdo separado con los trabajadores que se reincorporaron al
trabajo. Siendo el Progreso el pico más álgido en lucha, la compañía y el gobierno combinaron
represión con negociación para debilitar y derrotar la huelga. Para el 9 de Julio los trabajadores
acosados por la traición, represión agotamiento terminan firmando un acta que no cumplía con las
exigencias de los trabajadores bananeros.

Las consecuencias de la huelga no fueron inmediatas, pero la huelga demostró la fortaleza de los
trabajadores bananeros. La respuesta del régimen fue modificar la estructura de dominación por el
temor de una revolución social organizada por la clase obrera.

NOMBRES IMPORTANTES

El 10 de mayo se integró el Comité Central de Huelga integrado por César A. Coto, Juan B.
Canales, Manuel Sierra, Gabriel David, Francisco Ríos, Iván Cañas, Óscar Gale Varela, Cruz
Meléndez, Jaime Cabús, Guillermo Rosales, Tomás Montoya y Marcos Santos.
El pliego de peticiones fue presentado el día siguiente a las compañías bananeras y contemplaba
30 demandas.
Las más importantes: aumento al salario, abolición del trabajo por contrato, pago directo por la
compañía y sin intermediarios, el mejoramiento de los servicios de salud, abolición de los despidos
sin causa justificada, jornada máxima diurna de ocho horas y pago de horas extras y una jornada
nocturna que no excediera las seis horas.
Además, demandaron vacaciones con goce de salario, transporte ferroviario, viviendas adecuadas
para los trabajadores y una jubilación remunerada.
La Tela Rail Road Company no reconocía el Comité Central de Huelga y a 25 días después las
negociaciones no iniciaban. El presidente Gálvez tuvo que intervenir. Nombró una comisión
mediadora, pero aún no había avances. Se notó intransigencia de parte de miembros del Comité de
Huelga influidos por el PRH (Partido Revolucionario Hondureño) que desde Guatemala estaban
recibiendo mensajes para continuar la lucha y que no se finalizara mediante diálogo.
Las negociaciones se rompieron. Se eligió un segundo comité el 12 de junio en una asamblea en
la que participaron dos mil trabajadores en el parque central de El Progreso.
Por Tela representó a los obreros Raúl Edgardo Estrada, Henry Sheran, Rafael Alberty, René
Valladares y Luis F. Guerra. De La Lima surgieron los representantes Jesús Valencia, José Cubas
Gross, Carlos Coello y Alberto Díaz Zelaya. De El Progreso, Arnulfo Espinoza, Sabas Lilio
Pineda, Francisco Cardona y Rufino Sosa y de Puerto Cortés, Céleo González, Israel Orellana y
Carlos Ramírez. Algunos de ellos sobreviven.
Se reanudaron las negociaciones con la participación de la comisión mediadora. El 30 de junio se
firmó el Contrato Colectivo que fue clave para que el 7 de julio finalizara la huelga tras 69 días.
Aunque los trabajadores no fueron complacidos totalmente, obtuvieron lo más importante como
aspectos salariales, servicios de transporte, salud y educación para los hijos, así como la reducción
de las jornadas laborales. Más adelante surgieron las organizaciones sindicales para mantener
vigilancia sobre los derechos de los trabajadores. La iniciativa tuvo la oposición de las compañías
bananeras.
El 28 de agosto en la Municipalidad sampedrana se celebró el primer congreso de delegados de
todos los centros de trabajo de la Tela Rail Road Company, creándose el Sitraterco (Sindicato de
Trabajadores de la Tela Rail Road Company). Tras crearse otros sindicatos que luchaban de forma
aislada y acudían en busca de apoyo al Sitraterco, los líderes Óscar Gale Varela y Céleo Gonzales
consideraron crear un organismo para aglutinar a todos los sindicatos.
Fue así que en los días 27 y 28 de abril de 1957 se celebró en Tela la primera asamblea general y
se firmó el acta constitutiva de la Fesitranh (Federación Sindical de Trabajadores Norteños de
Honduras).
A la fecha no se ha registrado en el país otro movimiento reivindicador de tal magnitud, aunque,
según las organizaciones, siguen violándose los derechos laborales en muchos centros de trabajo
en todo el país.

CONCLUSION

 Se

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