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SANTO TOMAS DE AQUINO

BIOGRAFÍA
Santo Tomás de Aquino nace en el castillo de Roccaseca (Italia) el año 1225. Hijo
de los condes de Aquino recibe la primera educación religiosa y científica en la
abadía de Montecasino, para pasar después a la universidad de Nápoles. Allí el
contacto con fray Juan de San Juliano fue causa de que, a sus dieciséis años,
frecuentase la comunidad de los hermanos predicadores, siendo el principio de su
vocación a la vida apostólica. A los diecinueve años ingresa en la Orden de
Predicadores. Esta opción juvenil de Sto. Tomás deberá ratificarla más de una vez;
primero, frente a su aristocrática familia que, de novicio, le secuestra y le pone en
calabozo durante seis meses en el castillo de Roccaseca; y, posteriormente, frente
a los maestros de París, que no le permiten la docencia en la universidad por su
condición de fraile mendicante. Por indicación de Fray Juan Teutónico, Maestro de
la Orden, termina sus estudios en París y Colonia, bajo la guía de Fray Alberto
Magno, quien le convence de la necesidad de profundizar en Aristóteles, el filósofo
de la razón, la razón es don de Dios y a él debe ordenarse. Durante estos años
redactó varios comentarios al Pseudo-Dionisio y a Aristóteles, finalizó la Suma
contra los gentiles, obra en la cual repasaba críticamente las filosofías y teologías
presentes a lo largo de la historia, e inició la redacción de su obra capital, la Suma
Teológica, en la que estuvo ocupado entre 1267 y 1274 y que representa el
compendio último de todo su pensamiento.
Santo Tomás de Aquino murió en la abadía de Fossanova el día siete de marzo de
1274 cuando iba de camino al concilio de Lyon. Fue canonizado el dieciocho de julio
de 1323 por Juan XXII. San Pío V, el once de abril de 1567, lo declaró Doctor de la
Iglesia. León XIII, el cuatro de agosto de 1880, lo proclamó patrón de todas las
universidades y escuelas católicas.

TEORIA DEL CONOCIMIENTO.

El problema del conocimiento se suscita en relación a otros problemas en el curso


de los cuales es necesario aclarar en qué consiste conocer. En el caso de santo
Tomás esos problemas serán fundamentalmente teológicos y psicológicos. No
obstante, la importancia que adquirirá el estudio del conocimiento en la filosofía
moderna hace aconsejable que le dediquemos un espacio aparte.

El alma, al nacer el hombre, es una "tabula rasa" en la que no hay contenidos


impresos. Los objetos del conocimiento suscitan la actividad de los órganos de los
sentidos, sobre los que actúan, produciendo la sensación, que es un acto del
compuesto humano, del alma y del cuerpo, y no sólo del alma como pensaba Platón.
Para que haya conocimiento es necesario, pues, la acción conjunta de ambos, por
lo que la posibilidad de una intuición intelectual pura, que ponga directamente en
relación el intelecto y el objeto conocido, queda descartada.

Santo Tomás sigue la explicación del conocimiento ofrecida por Aristóteles. El


objeto propio reconocimiento intelectivo es la forma, lo universal; pero esa forma
sólo puede ser captada en la sustancia. Por eso, es necesario que la sustancia, la
entidad concreta e individual, sea captada mediante los sentidos, para poder ofrecer
al entendimiento su objeto propio de conocimiento. El objeto del verdadero
conocimiento es la forma, lo universal, y no lo particular: de la sustancia concreta:
conocemos la forma, no la materia, que en cuanto materia prima resulta también
incognoscible. Sto. Tomás dice: no es posible tener en esta vida un conocimiento
directo de ellas (los ángeles y Dios). El conocimiento de estas sustancias sólo se
puede obtener por analogía, en la medida en que podamos tener un conocimiento
de los principios y de las causas del ser.
ANTROPOLOGÍA

La concepción antropológica de Santo Tomás de Aquino recibe, como otras muchas


de sus ideas, una doble influencia: por un lado, la influencia aristotélica de una sola
alma compuesta y las consecuencias de esa idea en su discurso sobre el hombre
y, por el otro, la influencia cristiana sobre todo en lo relacionado con la inmortalidad
del alma. Estos dos elementos, aristotélico y cristiano, son dos datos que no
podemos olvidar en esta parte del discurso filosófico del Santo.

Algunas de las ideas principales en este tema son las siguientes:

 Partiendo del hilemorfismo, se puede concluir que en el hombre el alma es la


forma y el cuerpo es la materia pero sin perder la unidad, por ser el alma
racional una única forma sustancial que regula todas las funciones y que
constituye con la materia prima el compuesto, el “cuerpo” que podemos
llamar “hombre”. En efecto, dice el Filósofo: Es evidente que lo primero por
lo que un cuerpo vive es el alma.
 El alma es el principio vital y es el principio que permite el conocimiento pero,
en contraposición del papel omnímodo que le da Platón al alma, Tomás se lo
atribuye a las funciones del “hombre”, esto es al ser humano y como
individuo, compuesto de alma y cuerpo
 La inmortalidad del alma y la corruptibilidad del cuerpo plantea un problema
a esa relación. Tomás lo resuelve diciendo que el alma tiene ciertas
facultades que le pertenecen a ella independientemente del cuerpo.
 Para Santo Tomás hay dos clases de conductas: unas que no dependen de
la voluntad y en las que no interviene el libre albedrío, por ejemplo los actos
reflejos o las funciones digestivas, y que él llamaba “Actos del Hombre”; y
otras que se hacen con pleno conocimiento y libertad, y que llama “Actos
Humanos”,
 Dice que el hombre por naturaleza tiende a la búsqueda del bien y de la
felicidad, aún más, a la búsqueda de la beatitud. El hombre puede discernir
libremente y de escoger el camino que quiera seguir, incluso aquel que lo
lleva al mal, si quiere.
METAFÍSICA

La mayor parte de la metafísica tomista procede de Aristóteles, aunque también hay


elementos procedentes del platonismo agustiniano y de la filosofía árabe, como
veremos a continuación.

Para Sto. Tomás la metafísica es la ciencia del "ente en cuanto ente" y, como tal, la
ciencia de las primeras causas y principios del ser. Al igual que Aristóteles aceptará,
pues, la teoría de las cuatro causas, la teoría de la sustancia y la teoría del acto y la
potencia. Pero la necesidad de conciliar el aristotelismo con el cristianismo le llevará
a introducir una nueva estructura metafísica, utilizada ya por Avicena: la de la
distinción entre esencia y existencia. Además, recurrirá a las teorías platónicas de
la participación, de la causalidad ejemplar y de los grados del ser.

La teoría de las cuatro causas

- En el libro I de la Metafísica, luego de haber identificado el verdadero saber


con el conocimiento de las causas del ser, Aristóteles nos presentaba las
cuatro causas de las que ya nos había hablado en la Física. Santo Tomás de
Aquino aceptará y adoptará la formulación aristotélica de la teoría de las
cuatro causas: la causa material, aquello de que está hecha una cosa; la
causa formal, lo que es una cosa; la causa eficiente, el agente que la
produce; y la causa final, el para qué de una cosa

La teoría de la sustancia

- Igualmente la sustancia es identificada con la entidad concreta y particular,


constituida por un compuesto indisoluble de materia y forma. En cuanto tal,
es el modo privilegiado de ser, el sujeto en el que inhieren los accidentes, las
formas de ser que no son sujeto sino que se dan en un sujeto.

La teoría del acto y la potencia

- También con Aristóteles compartirá la distinción entre ser en acto y ser en


potencia. Por ser en acto se refiere, con Aristóteles, a la sustancia tal como
en un momento determinado se nos presenta y la conocemos; por ser en
potencia entiende el conjunto de capacidades o posibilidades de la sustancia
para llegar a ser algo distinto de lo que actualmente es.

La teoría de la esencia y la existencia

- Claustro de la abadía de Fontenay, de la orden cisterciense, en Bourgogne,


Francia, construida en 1118 por San Bernardo
- La metafísica aristotélica conduce a una interpretación del mundo
difícilmente conciliable con el cristianismo: el mundo es eterno y está
compuesto de una multiplicidad de sustancias que, en cuanto tales, tienen la
misma entidad.

TEOLOGÍA

Santo Tomás utiliza más las expresiones “doctrina sagrada” y “doctrina cristiana”
que la de “teología” para referirse a toda la enseñanza cristiana relativa a la
salvación y que, en último término, descansa en la revelación.

Tomás de Aquino considera que existe un doble orden de verdades relativo a Dios:
las que sobrepasan la capacidad de la razón humana (que Dios es uno y trino, por
ejemplo); las que pueden ser alcanzadas por la razón natural (como la existencia y
la unidad de Dios).

Teniendo en cuenta este doble orden de conocimiento podemos distinguir dos tipos
distintos de teología:

La teología racional o natural: intenta llegar a Dios a partir de las fuerzas


mera-mente naturales como es la razón.

La teología sobrenatural o teología de la fe: tiene como fundamento las verdades


reveladas y la fe.

Sin embargo, en la primera es también importante la fe porque puede orientar a la


razón tanto para preservarla de errores como para indicarle el camino que debe
seguir y el término al que debe llegar; y en la segunda es importante la razón pues
el teólogo puede utilizar esta facultad natural para ordenar y sistematizar los
conocimientos, para aclararlos o explicarlos hasta donde sea posible y para
defender a la teología de los argumentos contrarios.

La teología es la ciencia o conocimiento superior, y ello, dice Santo Tomás, por dos
razones: por la dignidad de la materia que trata (Dios) y por la certeza que contiene,
pues se funda en la luz del propio Dios, que es infalible. Es también sabiduría, y ello
en grado sumo, pues la sabiduría es el conocimiento de cada cosa concreta por las
causas más altas, y Dios es la causa primera y más alta de todo.

ÉTICA

La ética de Tomás de Aquino sigue la línea aristótelica, aunque adaptada a los


presupuestos cristianos en los que se basa el pensamiento del aquinate. Aristóteles
consideraba que todas las acciones humanas estaban encaminadas a un fin último
concreto (teleología), y respecto éste, todos los demás son particulares,
secundarios pues tan sólo sirven para alcanzar aquel fin último que unifica, organiza
y jerarquiza a todos los demás. El fin de todas las acciones humanas es adquirir la
felicidad (eudaimonía).

La felicidad consiste en perseguir aquello que es lo más natural para la propia


naturaleza. Según Aristóteles los más genuinos del hombre es el uso de la razón,
del logos, así el hombre será feliz en la medida en que desarrolle al máximo su
poder cognoscitivo y ejercite la capacidad racional (intelectualismo).

Tomás de Aquino acepta las tres características de la ética aristótelica:


intelectualismo, eudemonismo y carácter teleológico pero añadiendo elementos
nuevos. Si la felicidad intelectual, racional aristótelica se alcanza en este mundo,
Tomás de Aquino defiende que la felicidad terrenal no es absoluta ni total si no se
proyecta hacia cotas más altas, como es el conocimiento divino. La perfecta
felicidad, el fin último consiste básicamente en la visión de Dios.

POLÍTICA

Santo Tomás respecto a la política se desmarca de la actitud adoptada por San


Agustín al considerar la existencia de dos ciudades, la de Dios (Jerusalén) y la
terrestre (Babilonia), identificadas, respectivamente, con la Iglesia y con el Estado
pagano. La ciudad de Babilonia es considerada por San Agustín como el resultado
de la corrupción del hombre por el pecado original; mientras que la ciudad de
Jerusalén, la ciudad celestial representaría la comunidad cristiana que viviría de
acuerdo con los principios de la Biblia y los evangelios. Las circunstancias sociales
y la evolución de las formas de poder en el siglo XIII, especialmente los problemas
derivados de la relación entre la Iglesia y el Estado, llevarán a Sto. Tomás a un
planteamiento distinto, inspirado también en la Política aristotélica, aunque teniendo
en cuenta las necesarias adaptaciones al cristianismo.

Para Santo Tomás la sociedad, siguiendo a Platón y a Aristóteles, es el estado


natural de la vida del hombre. En cuanto tal, el hombre es por naturaleza un ser
social nacido para vivir en comunidad con otros hombres; pero ya sabemos que Sto.
Tomás asigna al hombre un fin trascendente, por lo que ha de reconocer un papel
importante a la Iglesia en la organización de la vida del hombre. Del mismo modo
que había distinguido entre la razón y la fe y, aun manteniendo su autonomía,
concedía la primacía a la fe sobre la razón, por lo que respecta a la sociedad, aun
aceptando la distinción y la independencia del Estado y la Iglesia, aquél ha de
someterse a ésta, en virtud de ese fin trascendente del hombre. El Estado ha de
procurar el bien común, para lo cual legislará de acuerdo con la ley natural. Las
leyes contrarias a la ley natural no obligan en conciencia (por ejemplo, las contrarias
al bien común, o las dictadas por egoísmo). Las leyes contrarias a la ley divina
deben rechazarse y no es lícito obedecer las, marcándose claramente la
dependencia de la legislación civil respecto a la legislación religiosa.

Respecto a las mejores formas de gobierno, santo Tomás sigue a Aristóteles,


distinguiendo tres formas buenas y tres formas malas de gobierno que son la
degeneración de las anteriores deseable por Dios.
En relación con el tema de la existencia de Dios, su pensamiento es una lectura
obligada de los filósofos posteriores del final de la Edad Media, de la Edad Moderna
e incluso de la actualidad. Santo Tomás aborda el tema de la existencia de Dios en
varias perspectivas, desde la polémica escolástica de las relaciones entre fe y
razón; Filosofía y Teología, desde la Antropología, desde la Ontología, y,
naturalmente desde la Teología Natural. Su obra cumbre la Suma Teológica se ha
considerado como la mejor catedral gótica del pensamiento cristiano.

En esta obra, estudia el tema de Dios desde dos puntos de vista: la teología
existencial y la teología esencial. Es decir, en primer lugar se ocupa del tema de la
existencia de Dios y en segundo lugar de sus propiedades o características.

Según Santo Tomás la existencia de Dios es un conocimiento natural en el ser


humano, al que puede llegar con el uso adecuado y lógico de su razón, incluso sin
haber conocido la Revelación cristiana, ni haber realizado un acto de fe. La razón,
dirigida lógica y científicamente puede alcanzar la certeza de la existencia de Dios,
e incluso de la inmortalidad y espiritualidad del alma. A estas dos afirmaciones las
llama, los preámbulos de la fe. La razón precede a la fe y la filosofía a la Teología.

La argumentación tomista se funda en la noción de evidencia y en la distinción


metafísica entre la esencia y la existencia que había realizado con anterioridad en
su opúsculo De ente et essentia (Sobre el ser y la esencia). Por estos motivos Santo
Tomás entiende que la proposición Dios existe, es evidente en sí misma, pero no
para nosotros que somos seres limitados.

Estas Vías, tienen todas ellas la estructura común de la causalidad, todo efecto tiene
su causa, y es imposible afirmar una cadena infinita de causas:

La primera vía es la del movimiento, inspirada en la física y metafísica de Aristóteles.


A través de los sentidos percibimos el movimiento.
La segunda es la que se deduce de la causalidad eficiente, inspirada en Avicena.
En el mundo sensible, hay un orden de causas eficientes, orden que no puede
llevarse hasta el infinito.

La tercera vía nos lleva de los seres contingentes al Ser Necesario; está inspirada
en Averroes y Maimónides; se deduce a partir de lo posible y de lo necesario

La cuarta vía se deduce de la jerarquía de valores que encontramos en las cosas,


está inspirada en Platón, San Agustín y San Anselmo. La bondad, veracidad,
nobleza y otros valores se dan en unas más que en otras.

La quinta vía se deduce a partir del ordenamiento de las cosas, que, no teniendo
conocimiento, como los cuerpos naturales, actúan por un fin. Este orden y finalidad
implica un Ordenador supremo.

El tema de Dios, es importante en la ética y política tomista. El fin de las acciones


morales es la búsqueda de la felicidad, eudaimonía, esta felicidad no puede consistir
en la posesión de nada creado, sólo en Dios, en la visión beatífica, puede hallarse
la felicidad; un acto es bueno si conduce a ese fin último, y malo si se aparta de él.
Para poder diferenciarlo con claridad, hemos de basarnos en su conformidad o no
con la ley natural moral, que no es sino la participación en el ser creado de la ley
eterna de Dios. Santo Tomás fue el iniciador del derecho natural. La ley natural es
el precedente de lo que hoy en día denominamos derechos humanos.

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