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SEMINARIO REFORMADO LATINOAMERICANO

Materia

Eclesiología

EL FUNDAMENTO APOSTÓLICO Y LOS NUEVOS

APÓSTOLES CARISMÁTICOS

Presentado Por

Randolph Christopher Hulsmeier Golus

Profesor

Julio César Benítez

Caracas – Venezuela

Marzo de 2017

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INTRODUCCIÓN

Como verdaderos creyentes, tenemos la certeza de que la Iglesia del Señor Jesucristo

es la institución más importante del mundo, la cual tiene la misión y capacidad de anunciar las

riquezas de la gloria de Dios al mundo y más allá del mundo. “La Iglesia local es la

autoridad que Jesús ha instituido en la tierra para confirmar oficialmente nuestra vida

cristiana y moldearla” (Leeman 28). La Iglesia nunca ha dejado de estar expuesta a las malas

influencias del mundo y mucho menos al ataque directo de las fuerzas del mal. En los últimos

siglos, éste ataque re ha recrudecido y se ha vuelto muy sutil, ya que ha venido desde adentro,

desde las mismas filas de la comunidad llamada cristiana. Muchos han sucumbido a éste

ataque y han enarbolado una bandera muy diferente a la original y verdadera, lo cual ha

llevado a muchas comunidades cristianas a una mala práctica y que ha oscurecido el

testimonio cristiano al mundo. En el siguiente ensayo quisiera enfocarme en el fundamento

apostólico, analizando su importancia para la verdadera salud y vida de cualquier iglesia local

y poner como ejemplo al movimiento carismático, que es la consecuencia de la colocación de

un falso fundamento y que tristemente tiene a muchos incrédulos engañados dentro de un

falso cristianismo.

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I. LA GRAN RELEVANCIA DE LA IGLESIA DEL SEÑOR JESUCRISTO

Una de las cosas que necesitamos recuperar en nuestro tiempo es la importancia que

tiene la Iglesia en el plan de redención. Cuando estudiamos profundamente el plan de

redención de Dios, podemos darnos cuenta de que el propósito de nuestro Dios desde la

eternidad ha sido y sigue siendo, no el salvar a individuos aislados, sino mas bien salvar a

esos individuos para que pasen a formar parte de un pueblo numeroso. Cuando Cristo

apareció en la historia del mundo, vino a inaugurar un nuevo pueblo llamado la Iglesia, el cual

es la continuación del Israel de Dios, de manera que en un sentido no es algo nuevo, ya que

sigue siendo el pueblo de la fe, el Israel espiritual y que en el Nuevo Testamento se le llama la

Iglesia. El surgimiento del dispensacionalismo en el siglo XIX fue muy dañino, entre otras

cosas. Dividieron al pueblo de Dios en dos grupos: la Iglesia e Israel. La Iglesia es vista como

un pequeño paréntesis en la historia redentora y la centralidad de las relaciones de Dios con el

mundo se basan sobre la nación física de Israel. Esto destruye la importancia que la Biblia le

da a la Iglesia dentro del plan redentor de Dios. Pablo nos enseña que la Iglesia es el punto

culminante de toda la historia de la redención y no el Israel físico. Éste último sirvió como

una base, como un tipo o sombra del gran cumplimiento que Dios iba a dar a sus planes a

través de la Iglesia. Cuando Dios se propuso diseñar éste plan, Él definió que la Iglesia sería

el eje central del mismo.

Hay muchas referencias bíblicas que nos dicen mucho sobre la gran importancia que

tiene la Iglesia para Dios en su plan de redención. La Iglesia es edificada por Cristo

(Mt.16:18). La Iglesia está fundada en Cristo (Ef.2:19-20). La Iglesia fue comprada con la

sangre de Cristo (1Cor.6:20, Hch.20:28, Ap.5:9). La Iglesia fue salvada por Cristo (Ef.5:25-

29). La Iglesia está siendo santificada por Cristo (Ef.5:26-27). La Iglesia es la esposa de

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Cristo (Ef.5:22-32), y Él es su cabeza (Col 1:18). La Iglesia es propiedad de Dios

(Rom.16:16). La iglesia es la guardiana y preservadora de la verdad y representa el Reino de

Cristo (1Tim.3:15). El apóstol Pablo utiliza grandemente su carta a los Efesios para revelar

ese misterio que Cristo traía al mundo y que fue revelado: la Iglesia. El apóstol recalca en esa

misma carta la misión cósmica que tiene la Iglesia cuando dice que ella tiene la misión y ha

sido dotada de la capacidad de anunciar la riqueza de la gloria de Dios al mundo y más allá

del mundo (Efe.3:10). Fuera de la Iglesia, no hay posibilidad de salvación. Cristo nos salva

para que formemos parte de su pueblo.

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II. EL FUNDAMENTO APOSTÓLICO

Todas las promesas, profecías, tipos y sombras del A.T. finalmente se cumplen en

Cristo y como ya dijimos, Cristo reveló ese misterio que Él traía al mundo y que conocemos

como la Iglesia, el pueblo de Dios, donde Cristo es su cabeza. En un mundo pluralista y de

verdades relativas como en el que vivimos en el día de hoy y sabiendo que solo existe una

sola iglesia verdadera, nos preguntamos: ¿cuál de todas aquellas iglesias que se llaman

cristianas actualmente, es verdaderamente la iglesia del Señor Jesucristo? La Palabra de Dios

nos ayuda a esclarecer ésta verdad y un primer texto que quisiera citar es Mateo 16:18. Es un

texto que ha sido muy mal utilizado por muchos por verlo aisladamente del resto de las

Escrituras. Entendemos que Cristo llamó a sus discípulos y escogió de entre ellos solo a doce,

a los cuales llamó Apóstoles. En un momento dado, el Señor estaba reunido con ellos y

conversando con Pedro le dice que Él edificaría su iglesia sobre ésta roca. Los mejores

expositores de las Escrituras llegan a la conclusión de que lo que el Señor le dijo al Apóstol

tenía que ver con una función que no solo le tocaría a él y que tenía que ver más bien con todo

el grupo. Cuando leemos el comentario de Hendriksen, podemos parafrasear lo que él dice de

la siguiente manera: -tú eres Pedro y sobre ti, no como persona, sino como el oficio que te voy

a dar y a los otros 11 de los cuales vas a ser líder, voy a edificar mi Iglesia.

Para entender mejor éste primer pasaje que hemos citado, es conveniente también

considera otros textos que nos dan más luz sobre el misterio de la Iglesia y sus comienzos.

Cuando leemos textos como 1 Corintios 3:9-10, Efesios 2:19-22 y 1 Pedro 2:4-5, vemos la

idea del pueblo de Dios concebido como un edificio espiritual que está en continuo

crecimiento. José Grau comenta al respecto: “La figura de la Casa de Dios, para explicar a

la comunidad de los creyentes, nos ha sido dada para que tengamos una mayor y más

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profunda comprensión de la naturaleza de la Iglesia” (Grau 9). Al considerar el contexto de

toda la Biblia, vemos que éste concepto ha sido tomado del Templo de Jerusalén y en donde

todo aquel antiguo pueblo fiel del A.T. vio un símbolo de lo que el pueblo de Dios debía ser

en su realidad espiritual. A ésta casa espiritual, los creyentes van siendo incorporados como

“piedras vivas” (1 Ped. 2:4-5), las cuales desde su inicio, descansan sobre el fundamento de

los Apóstoles y profetas y cuya piedra angular, que es aquella sobre la cual se apoya todo el

edificio, es el Señor Jesucristo mismo (Ef. 2:20). Hasta aquí, podemos ya tener una idea clara

de lo que el Señor nos quiere enseñar sobre su casa o edificio espiritual. Hallamos tres

elementos que lo forman. El primero, la piedra angular única e insustituible, que es el Señor

Jesucristo. La segunda, el fundamento apostólico, que son los Apóstoles que Cristo escogió y

llamó y que son la trabazón entre aquella piedra angular y las demás piedras que se van

agregando, los creyentes y que son el tercer elemento constitutivo. Ese es entonces la

edificación que en el Nuevo Pacto sirve de morada de Dios de manera espiritual, pero cuyo

secreto se halla exclusivamente en esa unión que mantiene con la piedra angular por medio

del fundamento. De allí ya podemos ir entendiendo la gran importancia que tiene ese

fundamento apostólico para el crecimiento y estabilidad de todo el edificio y que es lo que a

continuación voy a explicar.

Es importante considerar que el llamamiento que Cristo hizo de esos 12 hombres, se

convirtió en algo bien definitivo e importante. Ellos fueron constituidos recipientes de la

revelación y portadores de la misma y Cristo de una manera especial los ligó a su Iglesia para

siempre. Es algo que el Apóstol Juan dejó bien claro en su primera epístola cuando escribió:

“Eso os anunciamos para que también vosotros tengáis comunión con nosotros, y nuestra

comunión verdaderamente es con el Padre y con su Hijo Jesucristo” (1 Jn. 1:1-3). Los

Apóstoles se convirtieron en los instrumentos oficialmente designados y equipados

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sobrenaturalmente por Cristo para dar testimonio de lo que vieron y escucharon del propio

Señor (Hechos 1). Fueron también testigos de la resurrección y comenzaron a hacer señales

sobrenaturales, que no eran milagros y que tenían como objetivo o apuntaban a una

confirmación de esas bases o fundamento que ellos estaban colocando y sobre la cual la

Iglesia sería edificada. A ellos se les dieron mandatos para que se los dieran a la Iglesia, lo

cual hicieron por medio de las Escrituras, la revelación especial. Ellos fueron los que

colocaron las bases, son los que escribieron, enseñaron y colocaron las doctrinas que la Iglesia

debe enseñar. Estamos ligados entonces a la voluntad del Cristo por medio de los Apóstoles.

Podemos ver entonces la gran importancia que tienen los apóstoles como testigos de Cristo,

en los planes de Dios y su función singular en los propósitos del plan de redención. El ser

apóstol constituía la más alta función profética en la Iglesia naciente de Cristo y es al nuevo

pacto lo que Moisés y los demás profetas fueron para el antiguo pacto. En aquel primer siglo,

muchos hombres llegaban diciendo que eran apóstoles. Aquella primera Iglesia era muy

celosa de éste oficio y hasta del mismo Pablo dudaron sobre su apostolado. Las mismas

Escrituras nos advierten de falsos apóstoles, profetas y de falsos cristianos (2 Cor. 11:13; Mr.

7:15; Mt. 24:11).

Las Escrituras son bien claras en enseñarnos que el apostolado fue el primero de los

dones que el Señor dio a la Iglesia para su edificación (Ef. 4:11-13) y había unos requisitos

bien claros para que un hombre fuera llamado Apóstol, tal y como MacArthur nos señala: “El

apóstol tenía que ser un testigo físico del Cristo resucitado (Hechos 1.22; 10.39–41; 1

Corintios 9.1; 15.7–8.); (2) el apóstol tenía que ser nombrado personalmente por el Señor

Jesucristo (Marcos 3.14, Lucas 6.13, Hechos 1.2, 24; 10.41; Gálatas 1.1); y (3) el apóstol

tenía que ser capaz de autenticar su designación apostólica con señales milagrosas (Mateo

10.1–2; Hechos 1.5–8; 2.43; 4.33; 5.12; 8.14; 2 Corintios 12.12; Hebreos 2.3–4)”

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(MacArthur 97). Después de los apóstoles, vemos que en el texto de Efesios 4 los profetas son

colocados en segundo lugar como dones-hombre para la edificación de la Iglesia. En un

sentido estricto, los profetas fueron hombres utilizados por Dios tanto en el A.T. como en el

N.T. para la revelación especial, tal como lo fueron los apóstoles. La Biblia nos enseña que

ellos también formaron parte del fundamento de la Iglesia (Ef. 2:20).

Para finalizar éste apartado, me parece bien importante hacer una breve reseña sobre el

gobierno en la Iglesia. No podemos negar que éste sea un tema que genere bastantes

controversias en el día de hoy, pero las Escrituras si nos enseñan sobre lo que es un sistema de

gobierno bíblico dentro de la Iglesia. Primeramente, Cristo es la cabeza de la Iglesia. Cristo es

quien la guía y determina lo que ella es. En segundo lugar, tenemos al Espíritu Santo, que es

el verdadero vicario de Cristo (Jn. 14:15). El E.S. gobierna a la Iglesia en nombre de Cristo,

es el que da los dones, el que llama a los líderes, entre otras cosas. La manera en que el

Espíritu Santo cumple esa función de gobierno, es dotando a hombres capacitados

sobrenaturalmente para que ellos transmitan la voluntad de la cabeza que es Cristo, para guiar

a la Iglesia mas no legislar, sino mas bien como servidores y guías. Los apóstoles y profetas

fueron los primeros en cumplir con ésta función de gobierno, además de haber establecido las

bases sobre las cuales se establecería la Iglesia. Como los apóstoles y profetas no iban a estar

físicamente siempre con la Iglesia, ellos comisionaron a algunos hombres dotados por el

Espíritu Santo para ser los líderes y guías dentro del pueblo de dios a nivel local. No se trata

de nuevos apóstoles, sino de ancianos, obispos o pastores y los diáconos. En último lugar

tenemos a la asamblea de miembros que es la que establece la base de la Iglesia, sin la cual no

habría necesidad de gobierno. Ese es entonces la estructura del gobierno bíblico para la

Iglesia.

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III. OTROS FUNDAMENTOS

En la sección anterior vimos que la Iglesia, como un edificio, tiene un fundamento

firme y seguro el cual es Cristo mismo, un fundamento en el cual los apóstoles colocaron las

bases para que dicha edificación creciera. Los apóstoles desaparecen y otros continuarían

hasta el tiempo del fin, el proceso de edificación sobre ese fundamento puesto por Cristo y los

apóstoles. Julio C. Benítez dice al respecto que: “Los pastores y maestros que

verdaderamente han sido llamados por Cristo tienen la función de edificar la Iglesia,

tomando como base el fundamento que ya ha sido puesto. Ninguno puede decir que está

construyendo la iglesia verdadera de Cristo si no edifica encima del fundamento seguro de

Cristo y los apóstoles” (Benítez 39). Durante los primeros años de la Iglesia naciente del

primer siglo, ya comenzaron a surgir en el mundo Cristiano y como la misma Palabra nos

advierte, falsos Apóstoles, para confundir la verdad (2 Cor.11:13). Esa confusión se hizo

mayor cuando entre los siglos IV al V, la iglesia católico-romana esboza su doctrina de la

sucesión, donde ellos dicen que tienen a los obispos que son los sucesores de los Apóstoles y

que tienen incluso al sucesor de Pedro, que es a quien ellos llaman el Papa. Pero las cosas no

solo se quedaron allí, sino que con el devenir del tiempo y muy especialmente durante los

siglos XX y XXI y en medio del mundo protestante de corte carismático, ha surgido un

movimiento muy grande y poderoso de hombres que reclaman el título y el derecho de ser

reconocidos como Apóstoles. Entendiendo bien lo que hemos dicho hasta ahora, que los

fundamentos de ese gran edificio llamado la Iglesia fueron puestas por los Apóstoles del

primer siglo, nos preguntamos: ¿cuántas veces se deben poner las bases para construir un

edificio? Evidentemente una sola vez. Las declaraciones hechas por los primeros Apóstoles

son el fundamento de la Iglesia y ese fundamento se puso una sola vez y para siempre. Si

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decimos que hay nuevos Apóstoles, eso quiere decir que van a levantar otro edificio y eso es

precisamente lo que han estado haciendo.

El Carismatismo es un movimiento que proclama y ofrece una experiencia de la gracia

y el poder de Dios, lo que los pentecostales llaman “bautismo en el Espíritu Santo”. Enfatiza

el hablar en lenguas y los dones del Espíritu Santo, donde ocupa un lugar prominente la

experiencia personal y las nuevas revelaciones. Algunos lo llaman la teología de la

experiencia. Ellos apelan a la experiencia más que a la Palabra de Dios para dictar lo que es

verdad y no debería ser así. Nuestras experiencias deben seguir a lo que creemos, ya que

edificar una teología sobre la experiencia es edificar sobre la arena. El Carismatismo es un

movimiento muy atractivo para gente de tendencia liberal, pero muy peligroso para la

ortodoxia bíblica. Su teología gira en torno al hombre, ya que proclama la deidad de los

creyentes. Entre sus aspectos atractivos podemos ver que hay un mayor entusiasmo en la

alabanza, un ejercicio de liderazgo que impulsa y desarrolla el trabajo de sus iglesias,

mucho amor fraternal y respeto, bastante agresividad en su testimonio y predicación del

evangelio, desprendimiento económico y el hecho de que son gente muy comprometida. A

pesar de que son aspectos muy positivos, todo eso es ensombrecido por su ambigüedad

doctrinal y subjetivismo y por su unión ecuménica directa o indirecta con el Consejo Mundial

de Iglesias y el Vaticano.

1901 fue un gran año para el movimiento carismático, ya que marcó sus inicios, pero

el 2001 marcó el comienzo de lo que ellos llaman la “Segunda Era Apostólica”. Ellos creen

cree que a principios del siglo XXI se produjo un cambio trascendental en el plan redentor de

Dios basado en el regreso de los Apóstoles, es decir, que ahora hay un gran reconocimiento de

que el oficio del apostolado no fue solo puesto en práctica durante los inicios de la Iglesia

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apostólica, sino que también está funcionando en el día de hoy. La premisa de ellos es que

todo lo que sucedió en la Iglesia primitiva debe esperarse y experimentarse en la Iglesia de

hoy, que el Nuevo Testamento no es un registro de lo que ocurrió en una generación, sino un

modelo de lo que debe suceder en cada generación hasta que Jesús venga y que si la Iglesia

primitiva tuvo Apóstoles, nosotros también deberíamos tenerlos. Como vimos en la sección

anterior, habían tres requisitos fundamentales para ser Apóstol de Jesucristo y tenemos más de

quince pasajes escriturales repartidos en cinco libros que nos hablan de esos requisitos, lo cual

debería ser más que suficiente para que las personas que creen en los “apóstoles” de hoy dejen

de hacerlo. Lamentablemente, parece que muchas de esas personas son más influenciables por

lo que dicen algunos individuos que por lo que dice explícitamente la Palabra de Dios. Es

importante que recordemos que la iglesia post apostólica fue dirigida por ancianos y diáconos,

ya que cuando los apóstoles dieron instrucciones sobre el futuro de la iglesia y cómo debería

ser gobernada, ellos no hablaron sobre la designación de nuevos Apóstoles, más bien

hablaron de pastores, ancianos y diáconos.

Aquellos que sostienen y defienden el apostolado moderno, se apoyan en Efesios

4.11–13 para defender su posición. Ellos alegan que el pasaje que dice que la unidad, el

conocimiento y la perfección o madurez, se refieren a la Segunda Venida de Cristo y que los

cinco oficios mencionados en el versículo 11, deben continuar hasta la Segunda Venida. En

realidad, éste texto nos enseña que el propósito para el cual el Señor Jesús nombró a los

apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros en la iglesia fue para equipar a los

santos, los cuales luego pueden edificarse los unos a los otros en el cuerpo de Cristo. Esto

trae como resultado el fortalecimiento de la iglesia, su crecimiento en unidad, conocimiento,

madurez, sana doctrina y santificación. Ya el Apóstol Pablo había indicado que los apóstoles y

los profetas eran solo para establecer el fundamento de la Iglesia, y por ende, no tenía

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necesidad de recordar que esos oficios serían temporales. Esos dos oficios no duraron más allá

del primer siglo pero a pesar de eso, los Apóstoles y profetas siguen equipando a los santos

por medio de lo que dejaron escrito para nosotros, inspirados por el Espíritu (es decir, la

Biblia). En relación a los oficios de evangelista, pastor y Maestro, se han mantenido a lo

largo de la historia de la iglesia y siguen equipando a la grey en cada generación con el

propósito de edificar la iglesia.

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CONCLUSIÓN.

Después de haber analizado la importancia que tiene la Iglesia verdadera en nuestro

mundo caído y cómo ésta se ha ido edificando sobre el único y verdadero fundamento

apostólico que tuvo su momento de inicio hace casi dos mil años, podemos llegar a la

conclusión de que todo ese movimiento actual que ha estado prosperando a gran velocidad en

el mundo cristiano, donde se pretende establecer la vigencia del oficio apostólico, es

completamente falso. Es inexcusable, triste y a la vez preocupante ver como esos supuestos

líderes que leen la Biblia, crean que tienen un oficio apostólico, porque la enseñanza bíblica al

respecto es tan clara como el agua. Así que tanto el que se hace llamar apóstol sabiendo que es

un fraude, como el que se cree apóstol de verdad, son personas que rechazan la Palabra de

Dios en un acto de orgullo gigante y atacan nuestra fe. De la misma manera, aquellos que

siguen a éstos hombres fraudulentos y se vuelven esclavos de ellos. Tratan de poner sin darse

cuenta, otro fundamento diferente al ya colocado por los únicos y verdaderos Apóstoles,

dando así origen a un movimiento religioso cuyas prácticas han estado dejando un oscuro

testimonio al mundo que deja mucho que desear y que opaca el verdadero testimonio de toda

la cristiandad protestante. El mundo no sabe distinguir entre las iglesias verdaderas y las

falsas, entre las iglesias sanas y las menos sanas. Es necesario volver a las Escrituras, las

cuales son muy ignoradas por aquellos que se han dejado llevar por éstos engañadores y

recuperar la gran importancia que tiene la iglesia dentro del plan redentor de Dios.

Recordemos que la Biblia nos advierte mucho sobre cuidarnos de los falsos maestros y es por

eso que necesitamos ardientemente contender por la fe y predicar siempre la verdad en

relación a la verdadera Iglesia, a pesar de que algunas personas nos puedan acusar de

divisionistas por enseñar lo que dice la Biblia al respecto, pero la iglesia de Jesús necesita

conocer la verdad.

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BIBLIOGRAFÍA.

Biblia Reina Valera 1960.

Benítez Julio C. (2014). Las Riquezas de su Gracia (pp. 134-143). Colombia.

Fundación IBRC.

Benítez Julio C. (2011). La Iglesia y su Fundamento Apostólico, Manual de

Eclesiología (pp. 37-51). Colombia. Centro de Publicaciones Biblos.

Grau José (2010). El Fundamento Apostólico (pp. 9-49). España. Editorial Peregrino.

Hendriksen William. (2003). El Evangelio según San Mateo. (pp. 480-483). EE.UU.

Libros Desafío.

Leeman Jonathan (2013). La Membresía de la Iglesia (pp.21-39). EE.UU. IX Marks.

MacArthur John (2014). Fuego Extraño (pp. 91-107). EE.UU. Grupo Nelson, Inc.

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