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18 preguntas clave para tomar decisiones

importantes
1. ¿Cuál es el objetivo que quieres conseguir con esta
decisión?
Esto es lo primero que tienes que tener muy claro.
Porque, para saber cómo llegar a un lugar, antes tienes que saber dónde quieres ir.
¿Qué es lo que quieres conseguir?
Para clarificar esta pregunta, te dejo 2 opciones:
1. Escribe tu objetivo con todo lujo de detalles. A la hora de escribirlo, te aconsejo que además,
escribas cómo sería un día cualquiera con tu objetivo conseguido.
2. Imagínatelo mentalmente: cierra los ojos y trata de verte con tu objetivo cumplido. ¿Qué
estás haciendo? ¿Con quién? ¿Cómo te sientes? Trata de conectar con todas las sensaciones
que puedas y de visualizarlo tan claro como te sea posible.

2. Lo que quieres conseguir con esta decisión ¿depende de


ti?
Porque, por mucho que quieras, NO puedes cambiar a otra persona más que a ti
mismo(a). Si tu objetivo es cambiar a otra persona, no lo conseguirás. Por eso, plantéate
metas que dependan de ti y de tus acciones.
3. ¿Qué ganas y qué pierdes con tu decisión?
Esta pregunta tiene la intención de ofrecerte claridad respecto a las ventajas y desventajas
de tu decisión.
Trata de ser esquemático(a):

GANO PIERDO

Puedes hacerte esta pregunta en dos o tres días diferentes por si te surgen cosas distintas, pero
una vez hayas hecho tu lista, tendrás que prohibir a tu mente que siga dándole vueltas a lo
mismo. Lo escribes en el papel y allí se queda.

4. ¿Tienes otras opciones?¿Cuáles son?


A veces estás tan focalizado(a) en A, que no ves B, y mucho menos C.
Es fácil tener el pensamiento de blanco o negro, pero recuerda que existen los colores y tienes
que relajarte para que puedas ampliar tu visión.
Trata de buscar alternativas, haz un brainstorming si hace falta, pero investiga si hay otras
maneras de conseguir aquello que quieres.
Además, esto te enriquecerá porque te darás cuenta de que tienes más opciones de las que
pensabas.
Tener alternativas te permitirá elegir.
5. Si has estado en alguna situación similar anteriormente
¿Cuál fue tu aprendizaje?
Toda experiencia trae consigo un aprendizaje y ahora es momento de recuperarlo.
Por ejemplo,
 Si estás planteándote cambiar de trabajo, ¿qué te ayudó a conseguir el último?
 Si buscas pareja, ¿qué te ayuda a conocer personas y qué no te sirve?
Claro que cada situación es diferente, pero de tu experiencia vivida puedes aprender mucho
y este, es el momento de que te lo plantees, para coger lo que te sirvió y no volver a hacer
lo que no funciona.

6. Esta decisión ¿está de acuerdo con tus valores y


prioridades?
Si tomas una decisión y no tienes en cuenta tus valores NO podrás mantenerla.
Imaginemos que para ti, el valor de “la familia” está situado en el número 1 de tus
prioridades. Te ofrecen un trabajo de más responsabilidad y beneficios económicos en el que
tienes que viajar mucho, por lo que no podrás ver tanto a tu familia ni pasar mucho tiempo
con ellos.
¿Cuánto tiempo crees que podrás ir en contra de tus valores?
Puede que no puedas mantener ese puesto mucho tiempo, porque para ti es más importante
darle tu tiempo a tu familia que a tu trabajo.
Por eso, has de tomar decisiones alineadas con tus valores y prioridades para que sea más
fácil, tanto llevarlas a cabo como gestionar los efectos de las mismas.
7. ¿Tienes alguna creencia que te limite?
Las falsas creencias pueden hacerte mucho daño.
Lo peor es que, muchas veces, ni siquiera te das cuenta de que una creencia
te está limitando.
Puedes investigar un poco tus creencias del tipo:

o No debería…

o No es correcto…

o Es muy difícil…

o No conseguiré…

o Es imposible…

o Esto no es para mí porque…

o Etc.

Acaba estas frases y plantéate la veracidad de las mismas.


Recuerda que muchas veces funcionas en autopiloto y no te das ni cuenta.
Detecta tus falsas creencias y tenlas controladas para que no te impidan ir en la
dirección que deseas.
8. ¿Qué es “lo peor de lo peor” que te podría pasar
si…tomas esta decisión?
Aquí se trata de ponerse en la situación más extrema que puedas y, además, ponerle
dramatismo.
Por ejemplo:
o Si decides cambiar de empleo, podría salirte mal y quedarte sin trabajo. Entonces, no
podrías pagar las facturas, te echarían del piso y tendrías que irte a vivir debajo de un
puente.
o Si decides quedarte en ese trabajo que odias, podrías coger una úlcera de estómago por
tu elevado nivel de estrés o quizá una depresión.
o Si decides arriesgarte, podría salirte mal y perder absolutamente “todo” lo conseguido
hasta el momento.
o Si decides no arriesgarte, podrías arrepentirte el resto de tu vida por no haberlo
intentado y quizá nunca más vuelvas a tener la posibilidad de elegir el camino que
quieres.

Es importante ser lo más exagerado(a) que puedas al responder a esta pregunta.


Este ejercicio te ayudará a quitarle peso a tu decisión, porque probablemente, ninguna
consecuencia será tan terrible.
9. ¿Qué piensa tu corazón al respecto?
Las preguntas clave para tomar decisiones importantes no pueden dejar de
lado a tu parte más intuitiva, porque si no, serían incompletas.
Ahora toca preguntar a esa parte tuya que no sabe nada de análisis y
estadísticas y que sólo siente, intuye y desea.
Puede ser que, desde tu cabeza, no haya ningún inconveniente para ir en una dirección
determinada y, sin embargo, seas incapaz de tomar la decisión porque “algo dentro de ti”, no
sabes qué ni porqué, no acaba de tenerlo claro.
Ese “algo” tiene que tener su espacio y tiene que ser escuchado.
Ponlo también por escrito.

 ¿Qué quiere tu corazón?

 ¿Hacia qué lado se siente más inclinado?

 ¿Cuál es la intuición que tiene respecto a esa decisión?

Escúchalo sin censuras.


Luego, ya podrás volver a analizar.
10. ¿Podría serte útil la opinión de otras personas?
Aquí te pido que tengas cuidado.
No quiero que confundas tus opiniones con las de otras personas.
Si te interesa, puedes pedir otra opinión, pero siempre viéndola como “un punto de vista
más”, no como “la verdad” o “lo acertado”.
Piensa que cada persona vive su propia realidad, por lo que su “consejo” se basará en
su experiencia vivida y sus creencias.
Una cosa es pedir otros puntos de vista para ampliar tu visión y, otra muy diferente es
considerar que los otros saben más o mejor que tú, qué es lo que te conviene.
Eso es un grave error.
Porque nadie más que tú tendrá que vivir las consecuencias de tu decisión, por lo que es
muy, pero que muy importante, que seas tú quien decida y no otra persona.
¿Entendido?

11. Imagínate que han pasado ya 10 años ¿qué es lo que te


hubiera ayudado en su momento?
Con esta pregunta pueden surgir aspectos emocionales que hasta el momento no se te
habían ocurrido y es importante tenerlos en cuenta.
Me gustaría que te imaginaras 2 escenarios posibles:
a) Que NO tomas la decisión. Imagina cómo evoluciona tu vida.
b) Que SÍ tomas la decisión. Vuelve a imaginar cómo evoluciona tu vida.
En ambos casos, puedes preguntarte:

 ¿Qué hubieras necesitado entonces?

 ¿Qué te hubiera ayudado?

 ¿Qué palabras te habría gustado escuchar?

 ¿Qué acciones hubieras tenido que realizar?

Quizá estas respuestas puedan servirte para darte el empujoncito que te falta en la dirección
adecuada.
12. ¿Hay algo que puedas hacer AHORA que te permita
acercarte al objetivo deseado?
A veces se puede hacer algo pequeño que te ofrezca un poco de información o que te permita
sentir “cómo sería” sin haber tomado aún tu decisión.
Otras es imposible hacer nada.
Pero por si acaso, va bien preguntárselo.
Por ejemplo,
 Si quieres cambiar de trabajo, podrías mirar las ofertas para ver qué tipo de trabajo encaja
con lo que tú quieres. Podrías también enviar algunos currículums y ver qué respuesta tienen.
 Si quieres dejar una relación, podrías empezar a organizarte un poco tu vida sin esa
persona. Podrías también empezar a tener tus propias actividades.
Claro que estas pequeñas acciones NO van a asegurarte nada, pero al menos, te pueden dar
una idea del inicio del camino.
13. ¿Puedes asumir los riesgos que implica tu
decisión sin una garantía al 100%?
Toda decisión implica un riesgo.
Ganas algo y pierdes algo.
Siempre.
Pero hay personas que no quieren asumir ninguno.
Pretenden tener el 100% de seguridad respecto a su decisión.
Pretenden tener garantías.
Pero, si esperas estar segura al 100% ANTES de tomar tu decisión, entonces, no la tomarás
nunca.
Porque NO hay garantías.
Siempre existe el riesgo a equivocarse, pero eso pocas veces se sabe al instante, sino con el
tiempo.
No busques el 100%, busca el porcentaje adecuado que para ti valga la pena tomar tu
decisión.
¿Es suficiente estar un 80% convencido(a)?
Si es así, ¡adelante!

14. ¿Sabes qué consecuencias tendrá tu decisión?


Para dejar atrás lo que ya no deseas y llegar a donde quieres ir, tienes que caminar y seguir
hacia delante con todo lo que eso implique.
Tu decisión tendrá unos efectos que tendrás que asumir.
Y es importante conocerlos para estar preparado(a).
Haz un repaso de las consecuencias que tu decisión implicará tanto para ti, como para
las personas de tu alrededor.
Y prepara posibles acciones para mitigar efectos no deseados.
La flexibilidad para adaptarte a lo que venga, será tu aliada.

15. ¿Puedes darte un tiempo adecuado para tomar


tu decisión?
No hace falta que te precipites.
Pero tampoco que lo postergues eternamente.
Puedes decidir “no decidir” durante un tiempo.
Decide tú cuánto, pero ponte una fecha límite.
Y, hasta entonces, permítete reunir toda la información necesaria, contesta a las preguntas,
pregunta a otras personas, escribe listas de pros y contras y consigue una visión de
conjunto.
Llegado el momento, decide y empieza a actuar.
16. En caso de equivocar la decisión ¿Qué podrías hacer
para “reparar” el daño?
Claro que siempre existe la posibilidad de errar el tiro, de tomar la decisión equivocada.
En ese caso, ¿podrías hacer algo al respecto?
Es importante tener alternativas de acciones que podrías tomar, en caso de que las
cosas no salgan como tú esperabas.
Has de tener opciones y recursos disponibles, que puedan reparar una decisión no acertada.

17. Este daño ¿Sería totalmente irreversible o podrías


volver a enderezar el camino?
Esta pregunta te ayuda a mantener los miedos a raya.
A veces, después de determinadas decisiones, no hay vuelta atrás. No se puede deshacer lo
que se hizo.
Otras decisiones, sin embargo, tienen efectos temporales y reversibles.
Lo que implica que, en este segundo caso, quizá en un tiempo, podrías volver a enderezar el
camino.
Enderezar el camino no quiere decir volver a la situación inicial, sino encontrar una
nueva solución que se adapte mejor a tus necesidades, aunque no sea la primera que habías
pensado.
Tener en cuenta estos aspectos, te dará tranquilidad y la sensación de tener un plan B en la
retaguardia.

18. Una vez tomada la decisión, ¿cómo te estás sintiendo al


respecto?
Depende del tipo de decisión que tengas que tomar, puede que haya momentos emocionales
difíciles, y como ya sabes, eso forma parte del proceso.
Tienes que pasar los momentos difíciles y sostenerlos porque, si a la mínima que te duele
un poquito retrocedes, no conseguirás avanzar.
Tienes que continuar actuando y escuchando a tu corazón.
Tienes que ser fuerte, cuidarte, y seguir dándote el apoyo que necesitas.
Si estás en un momento en el que tienes que tomar una decisión, espero que estas preguntas
te ayuden en el proceso.
Recuerda aquella frase de Séneca que dice:

Así que yo te invito a atreverte!!!

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