1.1. TRABAJANDO NUESTRA «MANERA DE SER» ANTES QUE «NUESTRA MANERA DE HACER» .......................................... 12
1.2. CAMBIO: DE ADENTRO HACIA AFUERA ............................................................................................................ 14
5.1. DE UNA ÉTICA DE LAS NORMAS A UNA COMUNIDAD DE PRÁCTICAS ÉTICAS ............................................................. 53
5.2. EL ROL DE LOS DIRECTIVOS Y LOS COLABORADORES EN LA CONSTRUCCIÓN DE UNA COMUNIDAD DE PRÁCTICAS ÉTICAS .... 59
5.2.1. Los directivos y su importancia en la organización ....................................................................... 60
5.3. CONVERSIÓN EN REFERENTES AL CONSTRUIR Y FORTALECER UNA CULTURA ÉTICA .................................................... 61
1. ¿Qué implica crecer en términos
éticos?
En nuestro deseo de mejorar nuestra efectividad personal, por lo general nos
interesamos en desarrollar una serie de competencias, tales como liderazgo,
comunicación, negociación y otras asociadas con la efectividad. Sin embargo, a
menudo se descuida una competencia que es imprescindible para sostener nuestra
efectividad en el tiempo. Esta competencia es el comportamiento ético.
Ilustrémoslo:
3
Segundo ejemplo. Imaginemos a una persona que maneje muy bien la
técnica de la comunicación, que realice presentaciones claras, objetivas,
amenas y que explique de manera sencilla hasta los conceptos más
complejos. Sin embargo, sus colaboradores, quienes lo conocen muy bien,
no confían en él, de tal manera que no creen ni un ápice de lo que dice.
¿Podríamos decir que en verdad sea un buen comunicador? Definitivamente
no. ¿Cuál es la razón? Pues no inspira confianza, no es coherente, no es
íntegro, en síntesis, adolece de un comportamiento ético.
¿Qué es la
ética?
¿Cómo se
¿Cómo afecta en el
manifiesta en
contexto
nuestro vivir
organizacional en
diario?
el que nos
desarrollamos?
4
Concepto de ética
La ética como tema siempre ha estado presente desde los inicios de la reflexión
filosófica. Al respecto, los grandes filósofos de la antigüedad, como Platón,
Sócrates y Aristóteles, sostienen que la virtud es la base de la felicidad, por lo cual
el desafío ético implica convertirnos en personas virtuosas.
1
Juan Antonio Pérez López (1934—1996), profesor de del Instituto de
Estudios Superiores de la Empresa (IESE), del que fue Director General (1978—1984).
5
En las siguientes páginas analizaremos a la ética desde esta perspectiva, la
humanista; incidiremos en la necesidad de hacer del comportamiento ético un
hábito, lo cual implica esforzarnos cada día de nuestras vidas, haciendo uso de
nuestra libertad, por vivir nuestros valores, para convertirnos en personas
virtuosas.
Crecer éticamente
El primer nivel es básico, implica atender esa voz interna que nos permite
diferenciar lo correcto de lo incorrecto, lo bueno de lo malo. No es necesario
estudiar demasiado para saber lo que es correcto. Todos tenemos esa
dimensión interna, llamada conciencia, que nos ayuda al respecto.
6
En realidad son pocas, pero sustantivas, las características que nos separan de los
animales; entre esas diferencias podemos señalar al uso de nuestra libertad
(albedrio), nuestro lenguaje y nuestra conciencia.
( ): (con) y
(conocimiento), de
Efectivamente, la conciencia nos permite modo que significa
reflexionar sobre nuestras actuaciones y sus ‘conocimiento’ o
impactos en otras personas. Por ello, a menudo ‘conocimiento con uno
mismo’.
nos preguntamos:
Podemos concluir entonces
¿Por qué respondí de esa manera? que la conciencia es la
¿Pude haberlo hecho mejor? capacidad de mirarse a sí
¿En qué aspectos tengo que mejorar? mismo y enjuiciarse, de
cuestionarse, de evaluarse
¿Qué sentido tiene mi vida?
en función de sus
principios, valores y normas
Los animales no se formulan esas preguntas, de conducta.
solo viven, sin esperar mucho de la vida.
7
Al cuidado de la conciencia
Podríamos concluir que hay que cuidar y entrenar nuestra conciencia, lo cual
implica preservar su sensibilidad para que nos ayude a conducirnos correctamente
en el camino de la vida. Preservar su sensibilidad significa escucharla, evaluar lo
que nos “dice”, considerar sus razones. Y entrenarla implicaría ejercitarla en la
tarea constante de distinguir lo correcto de lo incorrecto, en función de principios y
valores verdaderos.
Todos estos propósitos tienen en común nuestra resolución por ser mejores
personas, por aprender, por crecer. De hecho, hay un pensamiento que lo sintetiza
muy bien:
8
«Hoy soy más que ayer pero menos que mañana».
Este segundo nivel de la ética está muy vinculado con nuestra motivación
intrínseca de asumir retos, de incorporar aprendizajes positivos, de «ser mejores
que ayer».
Veamos:
Notemos que en los dos casos, algo está claro: el foco está en uno mismo.
¿Podríamos quedarnos allí? Es posible que algunos concluyan que sí; sin embargo,
¿dónde queda el interés por los otros, dónde queda nuestra responsabilidad social
como personas? Somos parte de una sociedad, vivimos en comunidad, también
nos debemos a otros; en consecuencia, no sería responsable vivir solo para
nosotros mismos.
9
Notemos que hizo hincapié no solo en la «necesidad de llenar la vida con algo que
internamente lo satisfaga» (motivación intrínseca), sino también en la necesidad
de «ser útil a los demás» (motivación trascendente).
Tercer nivel
Cuando se plantea la necesidad de ser útil o hacer algo por los demás, es
cuando se manifiesta ese tercer nivel de la ética: el servicio a los demás.
Aparte de que la persona que recibió nuestra ayuda desinteresada vio cubierta —al
menos en parte— su necesidad, nosotros, sin proponérnoslo, también ganamos.
¿Cómo así?
El ser humano ha sido dispuesto con la necesidad de dar y recibir afecto. Cuando
da afecto en forma de interés por los demás, gana, y gana mucho.
10
¿Qué es lo que «gana»?
Piense en alguna oportunidad en la que, sin estar obligado a hacerlo, hizo el bien a
alguien de manera totalmente desinteresada. Ahora imagine el rostro de esa
persona que recibió el bien. ¿Qué es lo que vio? Probablemente el rostro iluminado
por el agradecimiento de aquel que recibe algo de quien menos lo esperaba.
¿Cómo se sintió usted? ¿Quizá que había perdido algo al dar lo que, en realidad,
no tenía por qué dar? Difícilmente. Lo más probable es que usted se haya sentido
muy bien, tanto o más que la persona que recibió la ayuda, pues se hizo más
humano, más sensible, más solidario. En suma, una mejor persona.
¿En qué nivel estamos? Evidentemente todos necesitamos seguir creciendo, seguir
desarrollándonos en nuestro crecimiento ético. Ese es el desafío de todo ser
humano en su búsqueda de la felicidad, de la plenitud.
11
1.1. Trabajando nuestra «manera de ser» antes que «nuestra
manera de hacer»
Por supuesto que sí; sin embargo, los esfuerzos de las personas están enfocados
solo en estas competencias y otras vinculadas, y se deja de lado competencias de
tipo moral, las que, en realidad, son el sustento de nuestra efectividad.
12
¿Cuáles son estas competencias de tipo moral?
Integridad.
Coherencia.
Orientación al servicio.
Construcción de confianza.
Honestidad.
Lealtad.
Solidaridad.
Responsabilidad.
Equilibrio.
Etc.
La autoridad, a diferencia del poder, uno mismo tiene que velar por su
construcción, a través del servicio, del ejemplo, de la integridad, de la confianza y
de la coherencia entre el «discurso» y la actuación diaria.
13
¿Es fácil hallar personas con autoridad?
¿Qué cambios son más consistentes? ¿Los que se generan en el interior de las
personas (cambios de hábitos, paradigmas, valores) o los que encuentran
realización en la parte externa de la persona (cambios en la manera de hablar,
escuchar e influir)?
14
Al respecto, Edwards Deming mencionó:
Alcanzar la excelencia
Renuencia al cambio
« ¿Por qué habría que cambiar? ¡Estoy muy bien! ¡Mira hasta dónde he llegado!
Primero que cambien los demás para que yo cambie».
15
¿Quién puede entregar una hoja de vida en blanco? Todos los tenemos entre
blanco humo y gris. Hablando en términos astronómicos, todos tenemos «agujeros
negros» (debilidades, vicios, flaquezas, etc.) —conscientes o no— con los cuales
nos hemos acostumbrado a vivir. También es cierto que todos podemos ser
mejores personas de lo que supuestamente ya somos.
Asimismo, también somos renuentes a que otros nos cuestionen —incluso si tales
cuestiones llegan de personas que, sabemos, están interesados en nuestro propio
desarrollo—. Por lo general, en esta sociedad de la gratificación personal y de la
autocomplacencia, la mayoría de las personas tiene un concepto muy elevado de sí
misma, por lo que no es muy proclive a escuchar las observaciones respecto a sus
debilidades. La gente se toma a sí misma muy en serio, y con ello pierde
oportunidades valiosas de seguir creciendo como personas, pues rechaza aquello
que no le escuchar.
16
otros es renunciar a la posibilidad de crecer. En ese sentido, la vida «no valdría la
pena vivirla».
Recordemos:
La única manera es el trabajo concienzudo por ser mejores en cada uno de las
escalas éticas, realizando lo necesario por ascender en cada una de estos niveles.
17
2. Regulación de nuestra brújula moral
¿Alguna vez hemos realizado un viaje por altamar? ¿Podríamos imaginar un viaje
de este tipo sin los instrumentos de navegación necesarios? Lo cierto es que un
viaje sin los instrumentos de navegación apropiados nos llevaría a cualquier lado
menos a buen puerto.
Los antiguos marineros lo tenían muy claro, no iniciaban alguna travesía sin los
instrumentos necesarios, entre ellos la brújula. La vida de la tripulación entera
dependía de ello. En consecuencia, estos instrumentos se constituían en su seguro
de vida, por lo que eran calibrados o regulados con el propósito de no terminar en
un destino equivocado.
¿Solo los marineros usan instrumentos de navegación para guiarse en sus largas
travesías? De ninguna manera; mucho antes que ellos, los animales ya se
«guiaban» con su «brújula interna».
Por ejemplo, las aves migratorias llegan a su destino con una precisión impecable
tras recorrer largas distancias y bajo todo tipo de condiciones climáticas. ¿Cómo lo
logran? Los científicos han descubierto que esas criaturas perciben el campo
magnético de la Tierra. Al respecto, la revista explica:
18
Al igual que las aves y los marineros, nosotros también estamos en una travesía
por «altamar», al enfrentarnos a diario a una serie de situaciones, desafíos,
elecciones y dilemas que nos ponen de cara con nuestros principios, valores y
paradigmas.
La «brújula moral»
19
Lo previo es un lamento de Will Hutton, director de de Londres. No
le falta razón, el mundo ha conseguido bastante:
Quizás sea poco lo que nosotros podamos hacer por cambiar el mundo; sin
embargo, lo que sí podemos hacer es trabajar en nuestro círculo de influencia, y a
partir de allí empezar a generar un cambio. Por ello, es pertinente volver a
preguntarnos:
20
2.1. Principios, valores y virtudes
¿Cuáles son los elementos que conforman nuestra «brújula moral»? En concreto
tendríamos que señalar que son nuestros principios y valores.
2.1.1. Principios
2.1.2. Valores
Nuestra «brújula moral» no está constituida solo por principios, también está
compuesta por nuestros valores.
21
Definimos como a todo aquello que uno considera valioso y que estará en
función de su formación, educación, contexto social y experiencias. Los valores son
parte constitutiva de nuestra identidad.
Honestidad
Responsabilidad
Solidaridad
Trabajo
Abnegación
Perseverancia
Amistad
Amor
Humildad
Generosidad
Etc.
2.1.3. Virtudes
Tras enunciar a los valores, tenemos que pasar a las virtudes, que no es otra cosa
que la puesta en práctica de los valores, condición necesaria para convertirnos en
personas con autoridad, personas que lideren óptimamente sus propias vidas.
22
Ya miles de años atrás, Aristóteles manifestaba en :
23
posible que muchas veces estas personas —y tal vez nosotros también— estemos
ocupando el tiempo que le corresponde a otras personas (a nuestra familia) en
nosotros mismos: llega el fin de semana y seguimos absortos en nuestros propios
intereses (mi programa de televisión, mi periódico, mis estudios, mi , mis
amigos, mi descanso, mi tiempo). ¿Y el valor de la familia? Solo es un discurso,
pues esta conducta (desinterés por la familia) se ha convertido en hábito.
Es así que con el paso del tiempo vamos adquiriendo nuevos valores, los que se
suman a aquellos con los que fuimos formados. Sin embargo, también vamos
adquiriendo nuevas prácticas, modelos mentales y hábitos que tal vez no nos
ayuden a alcanzar la plenitud ni a influir positivamente en los demás. Por lo tanto,
convendría preguntarnos:
24
¿Cuándo un valor es verdadero?
Amor
Bondad
Generosidad
Amistad
Lealtad
Etc.
Primero yo.
Segundo yo.
Tercero yo (el yo primero vinculado al egoísmo).
La gratificación inmediata.
Un espíritu de independencia muy marcado que lleva a la autosuficiencia.
Etc.
25
Sin embargo, «¿son, estos valores?», tal vez se pregunte el lector. Para uno es
muy posible que sea un ; sin embargo, ¿podríamos decir lo mismo de la
persona que vive en función de estos «valores»? Difícilmente; para esta persona
esos son sus «valores». Aprecia vivir solo para sí, y complacerse, sin pensar en los
demás.
Esta pregunta es muy pertinente, pues hoy vivimos una crisis de valores
verdaderos, en buena medida por la ausencia de una «brújula moral». Esta crisis
está marcada por un énfasis desmedido por la acumulación de cosas
(materialismo) y por la cultura del yo primero (individualismo), lo que ha
fomentado la codicia e indiferencia para con los sentimientos ajenos. Esta nueva
tendencia ha proliferado hasta el punto en que muchas personas y organizaciones
han perdido la perspectiva sobre lo más importante.
26
¿Y qué sucede cuando se acerca un imán a una brújula?
Ya sea que estemos conscientes —o no—, nuestra vida está gobernada por
nuestros valores. Elegimos, priorizamos y decidimos en función de lo que
consideramos más importante para nosotros, de acuerdo con nuestra escala de
valores.
Desde esta perspectiva, toda persona debería darse un tiempo para determinar y
clarificar cuáles son sus valores gobernantes, pues en función de estos
determinará lo que realmente es importante para sí.
Asimismo, los valores gobernantes son de mucha ayuda para resolver los dilemas a
los que frecuentemente nos enfrentamos. Prescindir de esta herramienta
equivaldría al marinero que sale a navegar sin una brújula que lo oriente a través
del océano.
27
3. Un modelo de crecimiento ético de
cuatro pilares
La única manera de sostener nuestra efectividad en el tiempo es mediante el
fortalecimiento de nuestro comportamiento ético. Es decir, podemos ser excelentes
comunicadores, podemos estar orientados a resultados, incluso hasta podemos
fungir de «líderes»; sin embargo, si no somos éticos, no mantendremos nuestra
efectividad. ¿Por qué? Sencillamente porque no inspiraremos confianza, al carecer
de integridad y coherencia; lo cual necesariamente afectará a nuestra relación con
los demás.
28
Ética, responsabilidad personal, no organizacional
29
¿Por qué este modelo tendría que empezar con ? La razón es la
Todos reconocemos que esta es una de las facultades que nos separa de los
demás seres vivos. Somos los únicos con la facultad de albedrío, de elegir
libremente cómo queremos vivir; sin embargo, muchas personas viven su vida
como si no fueran libres de elegir la clase de vida que quieren vivir.
CRECIMIENTO ÉTICO
R
E
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A
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PERSONA
31
Al mirar nuestra persona interior tendríamos que concordar en que nuestra
identidad está conformado por nuestros modelos mentales. Cada uno tiene formas
muy particulares de pensar y de observar el mundo, las mismas que están
condicionados por nuestra educación, formación, experiencias vividas (positivas y
negativas), todo ello configura nuestra manera de filtrar lo que acontece a nuestro
alrededor. Mal haríamos en concluir que un mismo suceso o evento será
interpretado de la misma manera por todos.
No todos tenemos los mismos afectos; aunque estos están muy relacionados con
los valores, lo cierto es que no todos amamos lo mismo ni con la misma
intensidad. Todos somos muy apegados a nuestros seres queridos; otros, aparte
de amar a personas, también aman a su trabajo, al arte, a sus aficiones, a los
animales.
Habilidades o fortalezas
Asimismo, también es cierto que toda persona tiene dones o habilidades muy
particulares que la distinguen de los demás. Podemos llamarlas fortalezas. ¿Quién
no tiene fortalezas? Todos tenemos fortalezas, el problema radica en que no se
tenga la capacidad para identificar sus propias fortalezas y las de los demás.
Debilidades
32
3.1.1. La singularidad del humano
Piense en lo siguiente:
33
En consecuencia tenemos que apreciarnos lo que implica saber quiénes somos. La
vida es una carrera de maratón que requiere esfuerzo, sacrificio, abnegación. La
vida nos deparará muchas alegrías, pero también derrotas, fracasos y lágrimas.
¿De dónde obtendremos los recursos para seguir adelante y hacer frente
a los desafíos de la vida?
Todos tenemos esa libertad; sin embargo, no todos hacemos uso de ella. No es
cierto acaso que, en muchas oportunidades, nos hemos encontrado con personas
que están convencidas de que sus vidas están determinadas, y que ellos no
pueden hacer mucho por cambiar sus circunstancias. Viven en una situación de
dependencia mental, convencidos de que no les queda otra opción que vivir la vida
que les ha «tocado vivir».
34
Sin embargo, nosotros podemos «inventar» y «reinventar» la forma en que
queremos vivir nuestra vida. Y esto es cierto, aun en las situaciones más
dramáticas.
Relata:
35
Pérdida de la identidad
¿A qué se refiera Viktor Frankl? Los nazis eran muy astutos, nombraban como
supervisores o capataces de barraca a un prisionero de entre ellos. ¿Qué sucedía a
continuación? Muchos judíos, con esta cuota de poder adicional, perdieron su
identidad, se olvidaron de que eran prisioneros y se convirtieron en los principales
informantes de los nazis, inspirando mayor temor que ellos. De sus informes
dependía a quién se le cargaba con mayor trabajo forzado, a quién se le enviaba a
los calabozos, a quién se le reducía o quitaba su ración de alimentos, entre otros
castigos. Su principal objetivo era sobrevivir. Estos eran los cerdos.
Los «santos»
El mismo Viktor Frankl ofreció su asistencia como médico. ¿Con qué riesgo
ayudaban estas personas? Con el riesgo de contagiarse y morir. Estos eran los
santos a los que hacía referencia Frankl.
36
Ambos grupos de personas estaban haciendo uso de su libertad. Escogían sus
respuestas en función de sus valores y principios. “El hombre se determina a si
mismo” es la conclusión de Viktor Frankl.
Tal vez podamos decir «lo anterior es un caso dramático, extremo»; sin embargo,
¿Cómo se manifiesta la libertad en situaciones cotidianas, vinculadas con nuestra
realidad?
Era una persona relativamente joven, de aspecto saludable; sin embargo, se veía
muy disminuido. Después de escucharlo, porque entendí que en ese momento era
eso lo que necesitaba, le pregunté hacía cuánto tiempo sucedió aquello. Me
respondió: «Hace cinco años». El tipo se había quedado en esa historia: había
asumido una actitud de víctima de sus circunstancias y de su suerte en la vida.
Qué diferente la actitud de otras personas, y con ello sus respuestas ante la vida.
Hace poco leía la historia de un hombre común y corriente que decidió escribir su
propia historia de la vida.
37
Él relata:
Hoy esa empresa que fundó en el parque industrial de Villa el Salvador ensambla,
fabrica y exporta motos y mototaxis. Un claro ejemplo de un hombre que se
determinó a sí mismo, que hizo uso de libertad para decidir qué clase de vida
quería vivir.
La experiencia anterior nos muestra que siempre podemos elegir cómo vivir
nuestra vida, aun en circunstancias muy difíciles. Como señalamos anteriormente,
todos tenemos un círculo de influencia o de control, empezando por uno mismo.
Las personas libres se concentran en este círculo, en lo que pueden hacer, y no
pierden su energía, su tiempo y sus recursos en aquello que está fuera de su
alcance (círculo de preocupación o no control).
38
Sin embargo, es posible que alguna persona razone:
Cierto, en nuestra vida nos va a suceder muchas cosas que, si pudiéramos tener
control sobre ellas, no las elegiríamos. Por ejemplo, en el transcurso de nuestras
vidas perderemos la juventud y la salud. También perderemos algún ser querido.
También es posible que perdamos algo valioso (el trabajo, algún bien, etc.),
incluso el suceso imprevisto podría tocar nuestra vida.
¿El que nos suceda cosas que elijamos, significa que no somos libres?
¿Que estamos supeditados a lo que ya está determinado para nosotros?
No podemos elegir lo que nos va a pasar; sin embargo, siempre podremos elegir
con qué actitud responder a la vida. Es en esa situación en la que nos jugamos
nuestra libertad. Las personas libres siempre escogen con qué actitud responder a
la vida, y esa actitud marca la diferencia.
39
Sin embargo, muchas personas viven su vida sin tener una idea clara de su
propósito de vida, de aquello que es lo más importante en su caso, de la forma
cómo desean trascender y ser recordados cuando ya no estén.
—
—
—
Si no tenemos claro por qué vivimos, «cualquier camino» nos dará igual, porque
no sabemos a dónde vamos. Sin esta misión personal, ¿cómo podríamos gestionar
nuestra vida?
40
Sin embargo, no perdía la perspectiva de sus valores, por eso no estaba dispuesto
a sobrevivir a cualquier precio. Quería sobrevivir sirviendo a sus compañeros
judíos.
41
3.5. Disposición para vivir íntegramente: responsables con
nuestros principios y valores
Hemos señalado que nuestra vida es gobernada por principios y valores éticos, los
mismos que constituyen «nuestra brújula moral». Asimismo, hemos precisado que,
a pesar de las restricciones que de alguna manera establecen ciertos parámetros a
nuestra vida, siempre podemos decidir libremente la clase de vida que queremos
vivir y escoger con qué actitud responder a las diferentes circunstancias de la vida.
42
Ser responsables exige no vernos como víctimas de nuestra vida, de nuestra
suerte, de nuestras circunstancias, no concluir que lo único que queda es asumir lo
que está «determinado para nosotros». Jamás nos convenzamos de que estamos
totalmente expuestos a los factores exógenos.
«La historia de los hombres libres nunca fue escrita por la suerte,
sino por la elección: su elección».
43
4. Construcción de una cultura ética en
la administración pública
Hasta hace algunas décadas, cuando se hacía referencia a la palabra capital, esta
solo tenía una acepción y era de tipo económico. De hecho, en economía se
mencionaba al capital (financiero) como uno de los tres factores de producción
junto con los recursos naturales y el trabajo. No obstante, pasado el tiempo se
demostró que la fuente de toda ventaja competitiva estaba en las personas. Todo
lo demás se podía comprar o imitar; sin embargo, las competencias de las
personas eran inimitables, al menos en el corto plazo.
44
4.1.1. Capital humano
Reconociendo que la fuente de toda ventaja competitiva está en las personas, hoy
en día se está produciendo en muchas organizaciones una «guerra por el talento»,
no solo en el sentido de atraer y concentrar a los trabajadores más talentosos, sino
también en retener a los que ya se encuentran en las organizaciones.
45
Falta de compromiso de entrega del capital humano
Con respecto a estos trabajadores, que pudiendo dar más se abstienen de hacerlo,
¿podríamos concluir que el problema radica en ellos? Sería una conclusión un tanto
facilista. ¿No podría estar el problema en el contexto organizacional?
Y todo lo anterior, ¿tiene relación con la ética? Sí, existe una vinculación directa.
Por ejemplo, muchas organizaciones alcanzan excelentes resultados económicos,
los mismos que no se reflejan en mejores condiciones de trabajo para sus
colaboradores. ¿Verdad? En este caso, no se respeta el principio de los beneficios
compartidos. Y, ¿no es cierto, también, que muchas empresas alcanzan sus
resultados económicos, no por mayor productividad o inversión, sino por restringir
47
beneficios que legítimamente les corresponderían a sus trabajadores? ¿Podríamos
decir que aquello es un comportamiento ético de estas empresas?
2
Entendiendo el Capital Social por Kenneth Newton (1997).
49
4.2. La ética, componente principal del capital social
50
Ejemplo peruano de capital social
Los investigadores del capital social también dan ejemplos latinoamericanos, uno
de ellos la comunidad de Villa el Salvador, en Lima (Perú).
51
¿Cómo crecimos éticamente en nuestros primeros años de formación?
52
5. El rol del directivo en la construcción
de una sólida cultura ética
Alcanzar la excelencia organizacional implica mucho más que solo ser eficaces y
eficientes, es imprescindible incorporar la «ética de los fines» como un medio para
asegurarnos que todo lo que hagamos como organización esté dentro del marco
de lo correcto. Lo anterior implica desarrollar una cultura ética que impregne los
modos de ser y hacer de todo el personal de la organización, desde el más alto
directivo hasta el trabajador más modesto.
53
Es por ello que muchas organizaciones se han preocupado por diseñar sus idearios
éticos, así como su código de valores. Asimismo, han desplegado sus esfuerzos en
transmitir estas normas a todo su personal persuadiéndolos a la lectura de los
mismos, así como a su comprensión y aceptación de aquellos a través de
seminarios o talleres de ética. Sin embargo, en el propósito de construir una
cultura ética, ¿será suficiente con una ética de las normas?
La ética en la organización
Asimismo, saber con certeza cuáles son los valores institucionales nos permitirá
determinar hasta qué punto existe un alineamiento entres estos y los nuestros. No
obstante, ¿será suficiente la comprensión intelectual de estas normas para
ayudarnos a crecer éticamente en nuestras organizaciones o empresas? ¿Fue así
como aprendimos a crecer éticamente en los inicios de nuestro proceso de
formación?
Lo cierto es que desarrollar una competencia incluye mucho más que solo
conocimientos, exige desarrollar habilidades; lo cual implica necesariamente dos
condiciones:
54
«La ética procede de la costumbre. De ahí que las
virtudes no se produzcan ni por naturaleza ni contra
naturaleza, sino que nuestra naturaleza pueda
recibirlas y perfeccionarlas mediante la costumbre».
La virtud y la voluntad
55
Al respeto, decía Aristóteles:
La virtud está vinculada con la voluntad, con un esfuerzo consciente por hacer lo
correcto. Sin embargo, ¿existe alguna ayuda al respecto? Por supuesto que sí.
Tener un modelo de referencia es fundamental. Fue cierto en un inicio cuando
éramos niños o jóvenes y también es cierto ahora que somos adultos. Aristóteles
también reconoció la importancia de los maestros.
Él dijo:
56
…Si no fuera así, no habría necesidad de maestros, sino que todos serían de
nacimiento buenos y malos. Y este es el caso también de las virtudes, pues
por nuestra actuación en las transacciones con los demás hombres nos
hacemos justos e injustos. En una palabra, los modos de ser surgen de las
operaciones con los semejantes. […] El fin no radica en contemplar y
conocer todas las cosas, sino más bien en realizarlos […]. Entonces, con
respecto a la virtud no basta con conocerla, sino que hemos de procurar
tenerla y practicarla».
«Si no fuera así, no habría necesidad de maestros», con estas palabras Aristóteles
resaltó la necesidad de contar con personas que se constituyan en referentes de
actuación en cada una de las comunidades donde nos desarrollamos, siendo el
ámbito laboral uno de ellos. No es que vamos a imitar a estas personas como si
fuéramos idénticos a ellos. La vida es muy compleja y las circunstancias personales
son diferentes; sin embargo, los principios y los valores verdaderos en esencia son
los mismos, así como nuestro objetivo de alcanzar la plenitud y, por ende, la
felicidad. Observar cómo estas personas han vivido en función de una ética de las
virtudes y cómo se han mantenido íntegros, firmes y leales a sus convicciones
siempre es una valiosa ayuda que sirve de estimulo e inspiración.
«Debo la vida al rey Filipo (su padre) pero a Aristóteles la manera de vivir
dignamente».
57
Y como aprendemos a «vivir dignamente». Aristóteles mencionó:
«Por nuestra actuación en las transacciones con los demás hombres nos
hacemos justos e injustos. En una palabra, los modos de ser surgen de las
operaciones con los semejantes».
Que no podremos aprender a vivir dignamente solos, sin relacionarnos con otros.
Es justamente en nuestra relación con otros como nos hacemos justos o injustos,
mejores personas o peores personas. Nadie ha llegado a ser una mejor persona
centrándose en sí mismo, aislándose, viviendo de espaldas a los demás.
Queda claro entonces que desarrollar una cultura ética implica mucho más que
solo una ética de las normas, sustentado en códigos, idearios así como seminarios
sobre comportamiento ético.
58
Se debería percibir que en los procesos y en las prácticas de dirección de personas
existe una genuina voluntad por promover el crecimiento ético de las personas y
de todos aquellos que se vinculan con la organización. No solo importarán la
eficacia y la eficiencia sino también la ética.
Si bien es cierto que todos tenemos esta responsabilidad, los que tienen que
señalar el norte en sus respectivas organizaciones y movilizar a las personas en el
logro de objetivos trascendentes son quienes deberían estar a la vanguardia en la
manifestación de virtudes morales. Sí, son los directivos, cualquiera sea su
denominación, quienes deberían ser los abanderados en la manifestación de
valores personales e institucionales. Ellos logran los resultados deseados a través
de sus colaboradores, maximizando sus fortalezas, dotándoles de poder,
autonomía y motivándolos con el ejemplo, entre otras buenas prácticas.
59
5.2.1. Los directivos y su importancia en la organización
3
Harvard Business Review (Liderazgo): El trabajo del directivo, pág. 34.
60
Los colaboradores y la práctica de la ética en la organización
En lo absoluto. Sin bien es cierto los primeros llamados serán los directivos, nadie,
en realidad, puede y debe mantenerse al margen de esta necesidad.
Cada persona debe asumir su propia responsabilidad con la necesidad de ser cada
día mejor. No somos seres que están condicionados y que necesariamente deben
de ajustarse al contexto por más que este no sea favorable. Somos libres y nos
determinamos a nosotros mismos; en consecuencia, tenemos un compromiso con
nuestro crecimiento, lo que exige que sigamos desarrollando nuestras virtudes
morales, actuando y, de ser el caso, obligándonos a actuar correctamente, en
función de nuestra brújula moral.
61
Todos tenemos la capacidad de ser autoridad
Tal vez no tengamos poder; sin embargo, tener autoridad está a nuestro alcance.
¿Cuál es la diferencia?
62
Josef Pieper dijo en una oportunidad:
63