Richard Rohr
Si hay algo parecido a “perfección humana”, es porque surge precisamente de la forma en que
manejamos la imperfección que está en todas partes, sobre todo en nosotros mismos. Qué lugar
tan inteligente de Dios para ocultar la santidad ¡a modo que sólo la persona humilde y sincera la
encuentra! Una persona "perfecta" termina siendo la que conscientemente puede perdonar e
incluir la imperfección, en vez de pensar que está totalmente por encima y más allá de ella. La
imperfección se convierte en evidente una vez que se dice en voz alta. De hecho, demandar
perfección es el mayor enemigo de la verdadera bondad. La perfección es un concepto
matemático o divino; la bondad es un hermoso concepto humano que incluye cada parte de
nosotros y a todos nosotros. "Sólo Cristo: él es todo y está en todo" (Colosenses 3:11, La Biblia
de Jerusalén) ¡por sí mismo es perfección!
Debido a que ninguno de nosotros deseamos, buscamos, o incluso sospechamos que hay una
tendencia a bajar para crecer a través de la imperfección, tenemos que creer el mensaje de
autoridad de la revelación de Dios. Incluso Jesús lo dice en un axioma central: el(la) "último/a"
realmente tiene una ventaja inicial a ser el(la) "primero/a", y quienes pasan demasiado tiempo
tratando de ser "primeros" nunca llegan a serlo. Jesús claramente enseñó esto en varios lugares
y en numerosas parábolas, entre ellas la del hijo pródigo (Lucas 15: 11-32) y el publicano y el
fariseo (Lucas 18: 9-14).
Pablo gritó en su declaración infame que disgustó a muchas personas: "cuando soy débil,
entonces soy fuerte" (2 Corintios 12:10). Si no estamos dispuestos a ser totalmente
sorprendidos, es probable que nunca estemos listos para tal "revelación divina".