Así, se puede decir que una persona que aprende con autonomía es una persona
que sabe identificar las carencias en su formación, que es capaz de encontrar
fuentes de información y/o caminos para superar estas carencias, que es capaz de
llevar a cabo acciones para formarse en las áreas con deficiencias y, por último,
que es capaz de valorar si se ha producido una mejora (autoevaluarse) y tomar
decisiones oportunas.
Desde un punto de vista más formal, y viéndolo como una herramienta docente
que está más bien a disposición del profesorado, el aprendizaje autónomo es un
proceso constructivista en el que los papeles de los estudiantes y el profesorado
se difuminan o bien se intercambian continuamente. Los estudiantes, construye su
conocimiento a partir de conocimientos previos y no de los conocimientos que el
Aprendizaje autónomo profesorado le transmite. Es por ello que se considera
constructivista. De este proceso no sólo sale beneficiado del estudiantado, sino
que el profesorado también tiene la oportunidad de plantear los problemas desde
otro punto de vista, lo que también contribuye a su aprendizaje.
Se plantean tres niveles de logro, con una dificultad creciente desde el 1 hasta el
3, cada uno de los cuales queda definido de la siguiente manera:
•Nivel 1, aprendizaje dirigido: es indicado para los primeros cursos, con clases
expositivas y de trabajo individual o en equipo, y en el que se utiliza el dossier de
aprendizaje (student portfolio) y otras metodologías activas en las que el
estudiante hace lo que indica el profesorado y todo el trabajo de los estudiantes,
tanto lo que hace en el aula como lo que hace fuera del aula, está pautado. En el
caso del trabajo fuera del aula, los estudiantes sólo es autónomo para decidir en
qué momento lo lleva a cabo. Este sistema de aprendizaje es lo que se practica en
la mayor parte de las asignaturas actuales de una manera más o menos
formalizada.
•Nivel 2, aprendizaje guiado: es indicado para los cursos intermedios, en los que el
uso de las guías de estudio es un elemento clave. Estas guías son pautas que
debe seguir el estudiante, básicamente, en el trabajo fuera del aula, las cuales
determinan qué debe hacer, cuánto tiempo ha dedicar a cada actividad, que se
espera que aprenda y/o produzca, en qué cosas debe prestar atención
preferentemente, qué preguntas debería saber responder después de hacer una
lectura o estudiar un tema (autoevaluaciones), ¿qué debe hacer si no entiende
unos conceptos determinados, etc. Estas guías deberían ser muy concisas y
detalladas al principio de los cursos intermedios y deberían aliviar
progresivamente hasta que llegaran a ser muy esquemáticas. De esta manera, el
estudiante debe poder aprender una forma de ser autónomo para encontrar
fuentes de información, descubrir qué es accesorio, saber cómo se puede
organizar el tiempo y el trabajo, como puede resolver los problemas con los que se
vaya encontrando o como puede evaluar si lo que ha aprendido es lo que había
que aprender.
•Nivel 3, aprendizaje autónomo: es indicado para los últimos cursos, en los que si
se ha hecho una buena labor desde el principio de la formación, el estudiante
debe ser capaz de decidir cómo debe organizarse y debe saber identificar las
fuentes de información que le han de permitir aprender lo que necesita ante una
nueva situación. Esto le permitirá afrontar situaciones como ahora elaborar el
trabajo de fin de grado, hacer unas prácticas externas o bien trabajar de forma
individual algunas partes de los temarios de las asignaturas de estos últimos
cuatrimestres.