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EL SABELOTODO

Son personas con alto nivel de conocimientos, extremadamente competentes y muy


asertivas y francas a la hora de manifestar sus opiniones. Su intención es hacer las cosas de
la forma que ellos determinan que es la mejor. Pueden ser, pues, muy controladores y tener
un nivel bajo de tolerancia para las correcciones y contradicciones. La presentación de
nuevas ideas o de enfoques alternativos los pueden considerar como desafíos a su autoridad
y conocimiento, independientemente de los méritos de estas ideas o enfoques. Si sus
decisiones u opiniones son cuestionadas plantean cuáles son los motivos ocultos de la
persona que no está totalmente de acuerdo con él.

Creen que equivocarse es humillante. Consideran que su destino es dominar, manipular y


controlar. No sienten ningún escrúpulo para robar el tiempo de los demás para exponer sus
ideas, pero no tienen tiempo para perder en escuchar a las ideas “inferiores” de los demás.

Al enfrentarnos a un sabelotodo debemos vencer la tentación de:

a).- Convertirnos en otro sabelotodo, con la rigidez mental que conlleva y los problemas
que puede acarrear.

b).- Generar un alto nivel de resentimiento hacia la actitud arrogante del sabelotodo y hacia
su negativa de valorar una segunda opinión.

La actitud más recomendable es procurar ser paciente, flexible y listo a la hora de presentar
las ideas. Debemos ponernos en su lugar y comprender que su actitud es fruto del temor a la
incertidumbre y que pueden ser por dentro personas muy desgraciadas e inseguras. Es
recomendable, también, que recordemos pasadas experiencias con personas que presentan
estas características y los errores que cometimos y pensemos cómo podríamos haber
actuado para obtener resultados más positivos. Otra posibilidad es observar a personas que
saben cómo manejarles para aprender de ellos.

El obietivo al relacionarnos con un sabelotodo se debe centrar en lograr que éste sea capaz
de abrirse nuevas ideas. Los autores recomiendan el siguiente PLAN DE ACCIÓN:

1.- Estar preparado. El sabelotodo detecta rápidamente cualquier tipo de error en la


información que le transmitimos. Si existe cualquier fallo en nuestro argumento o nuestras
ideas no son claras en algún aspecto, por nimio que éste sea, los va a utilizar para
desacreditar nuestras ideas en su totalidad. Como el sabelotodo tiene poca paciencia para
escuchar las ideas de los demás hay que preparar bien nuestra presentación, sabiendo
claramente lo que queremos decir y cómo lo vamos a hacer de forma clara, breve y concisa.

2.- Reproducir sus palabras con respeto para que sientan que hemos escuchado y captado
la brillantez de su punto de vista antes de redirigirles al nuestro. Si el sabelotodo dice algo y
no lo repetimos corremos el riesgo de tener que volver a escuchar como lo repiten una y
otra vez hasta que nos sometemos a su opinión.
No basta con repetir sus palabras, debemos hacerlo con respeto y apariencia de sinceridad.
No puede haber un resquicio de contradicción, condescendencia o desacuerdo. Tenemos
que aparentar que su punto de vista es el correcto. Hay que hacerlo sin apresurarse para
que parezca sincero y no que lo estamos haciendo con prisas para pasar rápidamente a lo
que nos importa que es exponer nuestras ideas.

3.- Sintonizar con sus dudas y deseos. Si un sabelotodo cree realmente en una idea puede
ser porque existen criterios específicos que hacen que sea importante. Si queremos que
acepte nuestra ideas debemos reconocerlos e incorporarlos antes de presentarlas, mostrando
posteriormente como nuestra propuesta los tiene en cuenta.

4.- Presentar nuestras opiniones de forma indirecta. Hay que proceder con rapidez pero
con cautela es este paso. Con los anteriores le hemos neutralizado temporalmente su sitema
defensivo y ha llegado el momento de redirigirles hacia nuestra idea o información.
mientras lo hacemos debemos evitar que alcen de nuevo barreras siguiendo las siguientes
recomendaciones:

a).- Usar palabras suaves como "quizás", "tal vez"," estaba preguntándome en este
momento si,...." o "¿qué es lo que supones que puede pasar si.....?", para parecer que
planteamos hipótesis indirectas, en lugar de desafiantes o directas.

b).- Utilizar pronombres en plural tales como nosotros o vosotros, antes que yo o tú: "¿Qué
es lo que piensas que puede suceder si nosotros,....?" o "¿Cuál puede ser el resultado si
nosotros hacemos,....?", por ejemplo. Este tipo de frases sirven para recordar al sabelotodo
que no somos el enemigo y que no están sufriendo un ataque por nuestra parte. le concede,
también, una parte de autoría sobre la idea mientras la considera.

c).- Hacer preguntas en lugar de declaraciones. Cuando las personas actúan como
sabelotodos creen que deben conocer las respuestas a las preguntas, lo que significa que
deben considerar la pregunta para poder responderla. Por ejemplo: "¿Me estaba
preguntando que es lo que supones que puede pasar si probásemos (nuestras ideas e
informaciones) de esta forma específica?".

d).- Incluir, al hacer nuestra pregunta, la aclaración de que todas sus dudas y deseos se
verán contemplados si actúa con nuestras ideas.

Todos estos pasos requieren una paciencia extrema por nuestra parte y debemos plantearlos
si el fin merece el esfuerzo.

6.- Designar al sabelotodo como nuestro mentor en un área específica de conocimiento.


Al mostrarle que le reconocemos como experto y que queremos aprender de él nos
convertimos en una amenaza menor para él y dedicará más tiempo a instruirnos que a
obstaculizarnos. Pasamos a la categoría de personas a las que resulta seguro escuchar y
nuestras ideas serán escuchadas con menor resistencia por su parte y pueden llegar a ser
valoradas con lo que nos ganaremos su respeto.

IV.- EL QUE PIENSA QUE LO SABE TODO:

Este comportamiento surge de la necesidad de ser apreciado y reconocido. Si se siente


menospreciado de alguna forma intentará atraer la atención, con más fuerza, en su
dirección. Es asertivo y participará en las conversaciones aunque no sea bien recibido. tiene
un fuerte enfoque hacia las personas porque éstas son la fuente de la atención y apreciación
que anhelan.

Tiene al menos una habilidad única: sabe cómo aprender de un tema el mínimo necesario
para poder conversar sobre él y tiene un mal hábito que destaca: es adicto a la exageración
como mecanismo para llamar la atención. No siente que es un mentiroso, cree en lo que
dice y cuánto más se ponga a la defensiva más se repetirá. Cada vez que escucha sus
palabras piensa que los demás se están mostrando de acuerdo con él y crea un consenso de
opiniones aunque sólo exista en su mente.

En un principio puede resultar hasta divertido escuchar toda la desinformación que


transmite, pero en tiempos de crisis o de cambio puede resultar irritante y hasta peligroso.
Después de un tiempo las personas dejan de escucharle y en su desesperación puede
intentar más intensamente atraer la atención lo que les lleva a un mayor aislamiento y
rechazo. Al final no recibe nada de nadie. las personas suelen empezar a decir: "¡No le
animéis'" , con lo que al final hasta sus buenas ideas se pueden desperdiciar y reforzará su
conducta dirigida a captar la atención.

Si tenemos baja tolerancia hacia las personas que exageran hasta llegar a mentir o que
trafican con la desinformación sentiremos tentaciones de hacer estallar su burbuja, pero
tenemos que ser conscientes de que lo que conseguiremos es que reacciones, normalmente,
reforzando sus ideas, con lo que pueden convencer a los desinformados con desastrosas
consecuencias ya que puede liderar a las personas por caminos ilusorios.

No debemos pensar que nosotros nunca actuamos así. Es probable que nosotros en
ocasiones hayamos exagerado, defendido ideas que no conocíamos en profundidad o que
luego hemos visto que no eran acertadas.

Los autores recomiendan adoptar una actitud más tolerante y considerar sus interrupciones
como molestias menores. Una actitud compasiva, en lugar de buscar humillarles, nos va a
ayudar a tratar con ellos de forma más efectiva, para ayudarles a encontrar salidas dignas.
La vida es dura para las personas que tienen este tipo de personalidad ya que piensan que
tienen que mantener siempre una imagen que oculte la inseguridad que siempre
sienten. Otro recurso necesario es tener paciencia puesto que en ocasiones son capaces de
enganchar a la audiencia y hay que esperar el momento oportuno para intervenir, sin
precipitación.

El objetivo al tratar con este tipo de personas se debe centrar en dar una vuelta a sus malas
ideas y convertirlas en aceptables o eliminarlas de manera discreta.

EL PLAN DE ACCIÓN puede ser el siguiente:

1.- Concederles un poco de atención. Existen dos formas de hacerlo:

a).- Referirnos a sus comentarios con entusiasmo, para demostrarles que les estamos
escuchando y dedicando tiempo.
b).- Reconocer la intención positiva de sus comentarios en lugar de perder el tiempo con
sus contenidos. Por ejemplo, en una reunión si este tipo de persona empieza a hacer
sugerencias ridículas o a ofrecer información inútil o equivocada podemos decir: “Te
agradezco que quieras contribuir a la discusión”.

No estamos expresando que estamos de acuerdo sobre el contenido de sus palabras, sólo
estamos reconociendo sus buenas intenciones, con lo cual les estamos concediendo
atención y puede ser suficiente para que se sientan satisfechos y no intervengan más.

2.- Buscar aclarar sus intervenciones. Si estamos seguros de que no saben de qué están
hablando y nosotros sí lo estamos se les puede preguntar preguntas específicas para intentar
clarificar sus comentarios. Como suelen utilizar generalizaciones, podemos hacer
preguntas del tipo: “¿Quién concretamente?, ¿Cuándo específicamente? o ¿Significativo,
de qué modo específico?
Al hacerles estas preguntas tenemos que cuidar mucho nuestro lenguaje no verbal y hacerlo
con inocencia o mostrando curiosidad pero no demostrando en ningún momento la
intención de avergonzarles, porque como no van a pode responder de forma coherente, por
desconocer las respuestas podemos logra que adopten una actitud defensiva.

3.- Decir las cosas como son. Este puede ser el momento para dirigir la conversación de
vuelta a la realidad. Podemos hacerlo como si fuera nuestro punto de vista, para que
parezca menos amenazador, comenzando las frases por: “Lo que he oído es que,….”, “Lo
que he leído es que,….,” o “Lo que he visto es que,….”. Para añadir evidencias irrefutables
podemos aprovechar y documentar nuestra información y mostrársela mientras hablamos.
Como saben que no pueden refutar pruebas escritas no lo intentarán.

4.- Concederles un respiro. En este momento este tipo de personas se encuentran ante un
momento de la verdad. Se ha evidenciado que nosotros sabemos de los que estamos
hablando y ellos no. Hay que resistir la tentación de avergonzarles y en lugar de ello buscar
la forma de convertirles en aliados dándoles una vía de salida y minimizando las
posibilidades de lograr que se pongan a la defensiva. Por ejemplo si hemos mencionado un
artículo podemos decir: “¿Es posible que no te haya dado tiempo a leerlo todavía?” o “Te
agradezco que hayas sacado el tema. Me ha servido para recordar la existencia de esos
artículos”.

La clave está en que el “que cree que todo lo sabe” no está tan aferrado a sus ideas como el
“que todo lo sabe” y si les damos la oportunidad de que incorporen nuestras ideas es
posible que lo hagan. Si constantemente ven que sabemos de lo que estamos hablando
sentirán una menor inclinación hacia desafiarnos, estando otras personas presentes. Incluso
pueden intentar convertirse en nuestros “colegas”, ya que si no puedes ser el ganador lo
mejor es ser visto con uno.

5.- Romper el círculo. Los que “creen que todo lo saben” con su comportamiento crean un
círculo negativo, del que ya hemos hablado: cuando estas personas son percibidas como
irritantes personas ignorantes, se verán obligadas a intentar captar la atención con mayor
intensidad y conseguirán que hasta sus buenas ideas se desechen lo que causará que sigan
reforzando su comportamiento negativo. Se puede romper este círculo haciendo dos cosas:

a).- Utilizar una confrontación suave para decirles las consecuencias reales de su
comportamiento negativo.

b).- Buscar activamente qué es lo que estas personas están haciendo bien y darles el crédito
que se merecen. Para algunas personas esto es suficiente y moderan o eliminan el
comportamiento nocivo. Para otros les sirve para que vean cómo pueden lograr
reconocimiento y reconducirles a una conducta más productiva.

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