El medio ambiente es un sistema constituido por elementos y procesos, que de acuerdo con
la Directiva 85/337 de la CEE sobre evaluación de impacto ambiental son:
- El hombre, la fauna y la flora.
- El clima, el aire, el suelo, el agua y el paisaje.
- Las interacciones entre los anteriores.
- Los bienes materiales y el patrimonio cultural.
El Reglamento español sobre la misma materia los relaciona de distinta manera: la pobla-
ción humana, la fauna, la flora, la vegetación, la gea, el suelo, el agua, el aire, el clima, el pai-
saje, la estructura y función de los ecosistemas, patrimonio histórico, relaciones sociales y con-
diciones de sosiego público.
De la relación anterior destaca la coincidencia palmaria con los factores de producción
agraria. De tal manera que la técnica agronómica, cuyo principal objetivo consiste en aportar
racionalidad a los procesos productivos agrarios, no hace sino manejar los factores ambienta-
les. El problema está en los criterios con los que se aplican tales factores, es decir, en lo que
se entienda por racionalidad en su utilización. La técnica agronómica ha priorizado, por enci-
ma de todo, maximizar la producción, mientras la sensibilidad ambiental pone el énfasis en la
conservación. De tal manera que en caso de conflicto prima ésta sobre aquélla.
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Asimismo, las tradicionales huertas de los pueblos, hoy día muy deterioradas debido a la fal-
ta de brazos y a otras causas, configuraban unos paisajes de gran belleza e interés cultural que
incrementaba el atractivo de los pueblos y albergaban, al mismo tiempo, una rica fauna. Por
otro lado, colaboraban de forma no despreciable a las economías familiares proporcionando
a sus habitantes fortaleza ante situaciones de penuria.
Con el tiempo muchos elementos y funciones del medio rural adquieren la condición de recurso
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El agricultor tiene un sentido del funcionamiento del medio y del espacio muy ambienta-
lista, muy adaptado a la naturaleza, hasta el punto de que resulta convencional el dicho «toda
finca admite mejoras hasta la total ruina de su dueño», que pone de manifiesto lo peligroso que
resulta para la economía de una explotación la pretensión de adaptar la naturaleza a las necesi-
dades de la producción, en lugar de adaptar la producción a las limitaciones y potencialidades
de aquélla. Por otra parte el agricultor es polivalente, domina numerosas técnicas necesarias para
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Asimismo, el medio rural es rico en yacimientos de este tipo que unen a su papel testimo-
nial una posibilidad de aprovechamiento a través de actividades recreativas y turísticas.
El sector agrario tiene dificultades para adaptarse a las nuevas demandas sociales; no re-
sulta fácil para una mentalidad forjada en la escasez, como la de del agricultor, comprender la
idea de excedente alimentario y de que debe producir par el mercado, y mucho menos que tal
producción pueda adoptar la forma de servicio o bien inmaterial. La tragedia del mundo rural
hoy día tiene que ver con la circunstancia señalada, a la que se une el hecho de que, mientras
muchos productos y materias primas tradicionales han perdido mercado, no acaba de compren-
derse la necesidad y justicia de retribuir al agricultor por los servicios indispensables que presta
a la sociedad. Cuesta mucho al sector entrar en campos con tanto futuro como el medio ambien-
te, la conservación de la naturaleza y toda la economía que gira en torno a la utilización turís-
tica y recreativa de los espacios agrarios.
Como se ha visto, la agricultura, actuando desde la noche de los tiempos, ha creado pai-
sajes y ecosistemas de alto valor, ha ideado formas de aprovechamiento adaptadas al medio,
agrosistemas modelo de integración, rotaciones de cultivos, técnicas agronómicas, etc. así como
utensilios y maquinaria de muy diverso uso. El agricultor, por otra parte, domina estas técni-
cas y dispone de unos conocimientos que le capacitan altamente para las funciones de conser-
vación y restauración; no en vano muchos factores básicos de producción agraria (suelo, agua,
vegetación, fauna, clima, etc.) coinciden con los factores ambientales, su diversidad y su varia-
ción a lo largo del año, constituyendo paisajes dinámicos, de gran valor estético y concordan-
cia con el entorno. Y todo ello con labores de mantenimiento muy simples. Las actividades
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agrarias ofrecen, además, un enorme potencial educativo y recreativo de gran interés y demanda
creciente. Muchos ciudadanos, que aún no han perdido completamente sus raíces rurales, de-
sean tener una huerta para su recreo y un cierto autoconsumo. Son los denominados huertos de
ocio, que pueden cumplir una función nada despreciable en la restauración.
I. Los insumos que utiliza y extrae del entorno. La agricultura requiere agua, aire,
energía, suelos, cuya extracción es causa de alteraciones negativas. Tal es el caso de
la sequedad que sucede a la sobreexplotación de los acuíferos subterráneos, de la
degradación de los complejos fluviales ríos y riberas cuando no se respetan los cau-
dales «ecológicos», del agotamiento derivado de la extracción excesiva de madera,
leñas, hongos, setas, especies aromáticas, culinarias y medicinales, etc. de los bosques
y terrenos naturales, del empobrecimiento en especies cinegéticas y piscícolas a
consecuencia de practicar la caza y la pesca con artes y técnicas abusivas o en épo-
cas inhábiles. También se asocia este tipo de impacto al efecto de las prácticas de
cultivo esquilmantes sobre la estructura y la fertilidad del suelo, a la ausencia de ro-
taciones de cultivos, al exceso de carga ganadera, a la quema de matorral en pendien-
tes fuertes o en terrenos muy deleznables para favorecer el rebrote aprovechable por
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el ganado, etc. Asimismo alteran la morfología del terreno, el paisaje y los recursos
culturales la extracción de arenas para cultivos intensivos mediante la técnica de
enarenado. Por todo ello conviene ser austero en el uso de los insumos.
II. Los efluentes que emite. Los fertilizantes, herbicidas y pesticidas no asimilados,
los restos vegetables, los envases, las aguas sobrantes del riego, los residuos ganade-
ros, los olores, los gases y ruidos procedentes de la maquinaria agrícola, el polvo que
producen las labores de cultivo, etc. acaban alterando los vectores ambientales: aire,
agua o suelo y repercutiendo, de una u otra forma en la salud y bienestar humano.
También constituye contaminación la intrusión de elementos discordantes en el pai-
saje, como construcciones y obras rurales con materiales, formas o diseño inadecua-
do, la introducción de flora y fauna exóticas a consecuencia de nuevos cultivos o de
los controles biológicos sobre enfermedades y plagas. Todo ello recomienda reducir
todo aquello que suponga la introducción de elementos extraños al aire, agua o suelo.
III. El espacio que transforma. La agricultura altera el espacio en el que se ubica para
adaptarlo a sus necesidades; así rotura ecosistemas naturales: bosques climácicos,
zonas húmedas, etc. de alta diversidad para convertirlos en agrosistemas
ecológicamente simples, menos valiosos; la concentración parcelaria simplifica la
riqueza textural proporcionada por las pequeñas parcelas y sus elementos de separa-
ción: ribazos, muretes, setos, arbolado disperso, etc. a los paisajes agrarios tradicio-
nales; asimismo los generosos caminos que construye dan accesibilidad a terrenos
atractivos para la urbanización y a la consiguiente generación de impactos. Por todo
ello hay que procurar el respeto a la vocación natural de los ecosistemas y evita dar
accesibilidad a todo el territorio.
Esta forma de agricultura esta asociada a una particular tipología de impactos tal como
reflejan la figura adjunta.
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de la agricultura en los espacios periurbanos que se sustituyen por usos del suelo expulsados
por la ciudad, produciéndose de esta forma un espacio invertebrado y un paisaje sin vigor.
Un pecado de omisión que ocasiona impactos: la pasividad del medio rural ante la incidencia
de otros sectores
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- El que conserva, cobra; no es sino la extensión hacia lo positivo del principio anterior;
tiene gran aplicación en el provenir del medio rural porque justifica la transferencia de
rentas de los centros de producción al campo como pago de las importantes funciones
ambientales que cumple el mundo rural.
- Internalizar los costes ambientales; también se trata de una extensión del primero, para
añadir a los costes de la contaminación, que debe asumir el causante de ella, los derivados
de la utilización de recursos naturales y de la ocupación del espacio. Se trata de que las ac-
tividades productivas asuman todos los costes ambientales en que incurren, tangibles e
intangibles, evitando su transferencia a la sociedad.
- Es mejor prevenir que curar, principio aceptado por todas las instancias técnicas, cien-
tíficas y administrativas , se refiere a evitar que los problemas se produzcan; se trata de ges-
tionar las actividades de tal forma que se piense no solo en problemas actuales sino, con
mentalidad previsora, en los potenciales. Asimismo se refiere al tratamiento de la conta-
minación en origen.
- Reducción y reutilización frente a eliminación o tratamiento de efluentes al final; es pre-
ferible reducir y, si es posible, evitar la producción de residuos, que eliminarlos o tratar-
los una vez producidos, asimismo la reutilización, que puede entenderse como una forma
de reducción, es obviamente preferible al tratamiento posterior de los residuos para hacerlos
ambientalmente inocuos o eliminarlos en vertederos «ad hoc». Esta idea es extensible a la
prevención de todo tipo de accidentes.
- Responsabilidad compartida; la cuestión ambiental es un problema de la sociedad en su
conjunto, y no sólo de las autoridades; por ello los problemas ambientales no residen tan-
to en su manifestación cuanto en el comportamiento de los agentes socioeconómicos que
los motivan; incluyendo en éstos tanto a los de carácter productor como consumidor.
- Subsidiariedad; los problemas ambientales deben resolverse en el nivel de decisión (
administrativo) más bajo posible.
- Lo verde vende; es un principio de marketing que pone de manifiesto la aptitud favora-
ble de los consumidores, clientes, etc. hacia los «productos y procesos ecológicos» y al
interés de establecer comportamientos que se proclaman. Actualmente la credibilidad queda
garantizada por el «Sistema de ecoetiqueta» para los productos y por el «Sistema de
Ecoauditoría» para los procesos productivos.
- Sostenibilidad de las actividades; se refiere al respeto a las tasas de renovación de los
recursos naturales renovables, a unos ritmos e intensidades de uso para los recursos natu-
rales no renovables, a la capacidad de acogida de los ecosistemas y del territorio y a la
capacidad de asimilación de los vectores ambientales, aire, agua y suelo.
- Integración ambiental de las actividades, este principio plantea que la selección y ges-
tión de las actividades de desarrollo y el diseño de los proyectos debe hacerse desde la sen-
sibilidad ambiental. En el caso de la gestión ambiental de la explotación se trata no tanto
de solventar los problemas ambientales que vayan surgiendo cuanto de incluir el medio
ambiente en la gestión global.
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PRÁCTICAS AGROAMBIENTALES
Integrar ambientalmente la agricultura significa practicar una gestión que respete y apro-
veche las oportunidades que le brinda el medio ambiente; esta idea no debe asociarse a una
agricultura ecológica, impracticable, más o menos romántica, sino a una agricultura profesio-
nal, productiva y moderna, ambientalmente comprometida. Este tipo de agricultura habría de
considerar la conveniencia de aplicar las prácticas que se describen a continuación.
Los medios de producción y recursos que utiliza la agricultura son suelo, agua, energía,
fertilizantes y fitosanitarios; a éstos que resultan obvios, se añaden otro menos evidentes: los
recursos genéticos en general y los agrícolas y ganaderos, en particular, así como los
agrosistemas de interés.
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compuestos de nitrógeno que intervienen en el complejo fenómeno de las lluvias ácidas, etc. A
ello hay que añadir los olores asociados, sobre todo, a actividades ganaderas pero también a las
agrícolas. Además de lo señalado antes es aconsejable labrar cuando la tierra tenga tempero,
evitar la quema de rastrojos y otros residuos agrícolas, manejar con precaución los productos
agrícolas que pueden generar polvos y aplicar correctamente los fertilizantes y pesticidas.
La conservación se configura como una opción frente al declive rural, porque la calidad
ambiental se comporta de forma creciente como factor de localización de actividades económi-
cas de vanguardia y porque se interpreta como una componente de la calidad de vida de la
población. Por ello resulta conveniente perseguir los siguientes objetivos:
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Los pueblos deberían, de acuerdo con la Ley del Suelo, disponer de un plan de urbanismo
y respetarlo. En ausencia de sus determinaciones conviene evitar las construcciones que por su
tamaño, estilo, materiales o colores resulten discordantes con el estilo del pueblo.
Asimismo resulta indispensable procurar la limpieza de los edificios, y de las calles, así
como la existencia de un mínimo sistema de recogida de basuras. En todo caso, evitar la que-
ma de la basura acumulada en los vertederos privados o municipales.
Conservar al hombre
Existen una serie de instrumentos de gestión ambiental que pueden y deben ser utilizados
en la actividad agrícola, ya que te proporcionarán indudables beneficios.
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Bibliografía
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Relaciones entre Agricultura, Medio Ambiente, Impactos y Desarrollo Sostenible (Gómez Orea, 1997).