Antofagasta, Chile
2017
¿HASTA DÓNDE LLEGAREMOS DE SER HUMANOS?
Esta pregunta y este título del ensayo tiene por objeto analizar hasta qué punto el
ser humano en un futuro próximo será consumido por la vanidad, la ciencia y la técnica.
Hoy podemos modificar más de 300 piezas con órganos artificiales de nuestro cuerpo,
lo que desde el punto de vista de la ciencia es un avance extraordinario, pero desde otro
punto de vista cabe preguntarnos: si seguimos avanzando así, ¿en qué momento o
circunstancia dejaremos de ser humanos?
Hace algunos años y cuando vi la película “Johnny got his gun” (Johnny coge su
fusil), me preguntaba si podemos decir que ese hombre tuvo suerte de quedar vivo.
Trata de un joven llamado Joe Bonham, que era un soldado norteamericano que
despertó en un hospital porque le explotó una granada. Lentamente se da cuenta que ha
perdido sus piernas, brazos, cara, oídos, nariz y ojos, quedándole solamente su cerebro
activo. La película trata especialmente de los horrores de la guerra, recuerdos, la voz de
su pensamiento -que no puede expresar de manera alguna-, y su imposibilidad de lograr
el suicidio. Finalmente se da cuenta que nadie lo ayudará, así que dándose de cabezazos
contra la almohada emitió su mensaje en un sistema morse, el cual expresaba un rendido
“ayúdenme”.
Cuando el mundo fue creado nunca se pensó en qué forma y cómo el ser humano
podría existir frente a un mundo tan adverso, con animales gigantes, plantas gigantes,
animales voladores o cubiertos con un sistema de protección que lo elevaba a la calidad
Algunos insectos pueden seguir vivos durante bastante tiempo sin su cabeza y se
mueren porque no pueden alimentarse. Nosotros ni pensar lo que significa una simple
jaqueca. Otros pueden pasar semanas sin alimentarse o dormir meses completos.
Algunos estudios han determinado que algunas tribus tenían mujeres que superaban en
fuerza a un hombre que se ejercite levantando pesas, igualmente se encontraron unas
huellas en Australia de unos aborígenes que perseguían a un animal y según mediciones
actuales alcanzarían los 37 kilómetro por hora. Usain Bolt alcanza 45 kilómetro por
hora, pero con un estricto entrenamiento, con las indumentarias adecuadas y en terreno
plano.
Si analizamos ¿qué es el ser humano?, debemos concluir que somos una especie
eternamente en peligro. No tenemos la mejor vista: tanto el águila como el halcón
pueden ver una presa a kilómetros de distancia y un ángulo de visión de 350 grados,
mientras que el hombre sólo tiene 190 grados y no ve a más de 500 metros; ni tenemos
la mejor audición, la polilla de cera puede percibir sonidos a 300 kHz, en cambio un ser
humano puede escuchar a 20 Hz ; no somos los más veloces: un Guepardo alcanza los
120 kilómetro por hora, cuando nosotros 45 kH; ni saltamos más que algún otro animal
-comparativamente hablando-, pues el antílope salta más de tres metros de altura.
Nuestra piel es el órgano más extenso de todo nuestro cuerpo, pero es la piel más
débil de toda la naturaleza, basta con que nos clavemos una pequeña astilla para quedar
medio inválidos o que nos quememos con una sola gota de aceite para dejar todo de
lado y ponernos cuanto ungüento encontremos a mano. No tenemos con qué cubrirnos,
por eso inventaron un abrigo con la piel del oso o de otros animales para poder pasar el
invierno y no morir congelados.
Estamos buscando el origen de la debilidad del ser humano para entender el avance
de la técnica, y si lo humano se perdería en los avances de la ciencia y la técnica. Es
innegable que estamos viviendo una época en que la ciencia y la técnica han tenido
grandes avances, gracias a la globalización, informática y a la popularización de estos
artefactos. Por lo menos en Chile tenemos más teléfonos móviles que habitantes, y más
del 50% tiene un computador en casa para conectase con el mundo. Por un lado nos
fortalecemos en la comunicación, pero por otro lado nos debilitamos porque somos
dependientes de la misma nueva forma de comunicarse, como ocurre con el uso de
correos, Whatsapp, etc. Mediante este tipo de comportamientos, perdemos la
comunicación con nuestras familias y alimentamos una vida individualista, aislados y
con audífonos, crecemos en egoísmos y no nos interesa lo que otros piensan por mi,
esto por lo general.
Muchos filósofos y científicos de todos los países ya han tocado este tema, pero
nunca será suficiente como para apagar los errores cometidos. Hace más de una década
se reunieron los científicos del mundo y determinaron en un acuerdo que si el mundo no
se unía para descontaminar el planeta, el problema en sólo 8 años se nos iría de las
manos. Pasaron los 8 años y algo más de tal manera que, ahora y cuando queremos
arreglar el problema, nos encontramos con un planeta cuyo clima no podemos controlar
porque están ocurriendo fenómenos que nunca se presentó en muchos lugares y, por lo
tanto, no tenemos ni experiencia ni antecedentes previos para nuestra defensa. Podemos
decir que no falló la técnica, sino la ambición política del hombre por querer sacar
provecho de todo y no pensar en la raza humana y en todo ser vivo que vuele, que corra,
que nade o se arrastre en el planeta que compartimos.
En el plano religioso, la ciencia nos ha permitido ver a la religión y, con ello, a Dios,
más como una creencia folclórica que como una deidad. El aumento del conocimiento nos
ha permitido conocer situaciones que de otra manera nunca las habríamos sabido.
Entiendo que tratar el tema de la religión desde el punto de vista de la ciencia no es justo
Nadie pensó que el hombre correría a 45 kilómetros por hora; y esa meta, alguien y
en algún momento, la va a romper. Nadie pensó que el hombre saltaría por sobre los dos
metros porque el cuerpo no lo resistiría: ahora llegaron a los 2 metros 33 cm de altura.
Alguien romperá un triste record y podrá inventar algún aparato que nos mantenga con
vida y permita que mi cerebro funcione pero controlado por un computador. Cuando
llegue ese día, no seremos humanos y pasaremos a ser una especie de cyborg con una
vida inconsciente. Cuando eso ocurra, debemos detenernos y pensar si la técnica está al
servicio del humano, o el humano al servicio de la técnica.