El término borderline para referirse al trastorno está ampliamente extendido, incluso fuera
del mundo anglosajón. Las razones son de índole histórica (véase Apartado I), debido a la
popularización del concepto en psiquiatría por C. H. Hughes y posterior adopción por el
psicoanalista Adolph Stern en 1938 para caracterizar afecciones psiquiátricas que superaban
la neurosis pero que no alcanzaban la psicosis (muchos autores califican los síntomas del
TLP como pseudopsicóticos). Bajo esta concepción se establecía un continuo gradual entre
uno y otro extremo, situándose el trastorno en el "límite".
Según investigadores estadounidenses, el córtex de las personas que ingieren cocaína es más
delgado que el de las que no lo hacen
Un equipo de científicos del Hospital General de Massachusetts, Estados Unidos, descubrió que el
grosor de la corteza cerebral en los adictos a la cocaína es menor que en las personas que no la
consumen.
Las causas de esta y otras alteraciones, dicen los científicos que publican su trabajo en la revista
Neuron, podrían residir en parte en el abuso de la sustancia, pero también podría ser el resultado
de una predisposición genética a la adición.
El cotejo
Comparando las imágenes tomadas por resonancia magnética de cerebros de adictos y no adictos,
los investigadores detectaron que la disminución es especialmente pronunciada en las regiones de
la corteza (la parte más externa, también llamada córtex) que participan en los procesos cognitivos
y de motivación.
Se sabe que el criterio y el modo en que los adictos toman decisiones son distintos a los de los no
adictos, pero lo que sigue sin entenderse aún muy bien, explica el doctor Hans Breiter, director de
la investigación, es cómo esas alteraciones del comportamiento se relacionan con los cambios en la
estructura del cerebro.
Los test psicológicos a los que se sometieron adictos y no adictos mostraron que los primeros
tenían una menor capacidad de motivación y de prestar atención, y que esos cambios en la
conducta se correlacionaban con el grosor de las regiones del córtex importantes para realizar esas
funciones.
Sólo en el caso de una región concreta del córtex que interviene en la motivación (el córtex
cingulado), los investigadores encontraron que la reducción en el espesor se encontraba asociado a
los años de consumo de cocaína, pero no de alcohol o nicotina.
Otras diferencias entre los cerebros de unos y otros, en cambio, podrían tener una base genética,
apuntan los investigadores. Diferencias, por ejemplo, en la simetría de una parte de la corteza
frontal entre los dos lados del cerebro, los hemisferios derecho e izquierdo.
Conclusiones
Con los resultados obtenidos, Breiter subraya la importancia que podrían tener los esfuerzos para
prevenir que estos individuos susceptibles empiecen a consumir cocaína, y añade que el siguiente
paso es ver si estos cambios sólo se dan en los consumidores de cocaína o bien ocurren también
en los adictos a otras drogas.
Las imágenes del cerebro muestran una disminución en los receptores de dopamina (D2) en el
cerebro de una persona adicta a la cocaína en comparación con una persona que no consume
drogas. El sistema de dopamina es importante para el condicionamiento y la motivación, y es
probable que las alteraciones como ésta sean responsables, en parte, de la disminución en la
sensibilidad a las gratificaciones naturales que ocurre con la adicción.