Nombre Michael Andrey Rivera Castro

Institución Jorge Tadeo Lozano

Fecha 04 de Marzo del 2018

El azúcar añadido: un placer lleno de disgustos

El azúcar, hace parte de nuestra vida cotidiana: desde bebidas azucaradas, gaseosas,

dulces, helados, jugos artificiales, chocolates, paletas, y la lista sigue aumentando. Todos saben

la sensación de placer que produce el consumir cualquier tipo de alimento con uno que otro

gramo de azúcar añadido, en donde este tipo de alimentos son comúnmente consumidos dentro la

dieta diaria, incluso, en algunos casos, siendo un sustituyente de la mayoría de alimentos

consumidos en una dieta básica.

Pero aquí es donde entra el dilema. ¿Hasta qué punto el azúcar es tan saludable y tan necesario

dentro de nuestros hábitos de consumo? O aún mejor ¿Somos conscientes de las

contraindicaciones que conlleva el consumo de azúcar? Este ensayo pretende resolver estos

cuestionamientos, y muchos otros, brindando información y una contextualización de una

manera general sobre el azúcar, su reacción en el cuerpo, sus contraindicaciones, y la forma en

cómo debemos y no debemos manejarla en nuestra rutina diaria.

Una dieta diaria está compuesta principalmente por un balance entre carbohidratos,

proteínas, lípidos y ácidos nucleicos, en donde cada uno brinda elementos importantes para el

correcto funcionamiento del cuerpo humano.

Los azúcares, por ejemplo, están contenidos dentro del grupo de los carbohidratos, en donde

estos cumplen la función de brindar energía (ya sea inmediata o constante) para que el cuerpo

humano cumpla cierto trabajo, además de ser una parte importante dentro de los tejidos

conectivos y nerviosos, y ser una parte crucial para la generación del ATP (La moneda

energética del cuerpo humano). Ahora, tal como lo dice un artículo sobre nutrición humana, “La

mínima cantidad de carbohidratos de la dieta compatible con la vida probablemente es cero,

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siempre y cuando se consuman las cantidades adecuadas de proteínas y grasas.” (Cabezas-

Zabala, Torres, & Zárate, 2015), es decir, la cuota de azúcares las podemos cubrir con una buena

alimentación, lo que determinaría la inutilidad que brindan los azúcares añadidos, sin embargo la

sociedad consumista ha implantado dentro de nuestra mentalidad la implementación de su

consumo en nuestra dieta.

Dentro del grupo de los azúcares, los azúcares añadidos o libres se definen como “los

azúcares y jarabes que se agregan a los alimentos durante su procesamiento o preparación”

(Cabezas-Zabala, Torres, & Zárate, 2015), las mayores fuentes de estos azúcares libres están

disponibles en gaseosas, pasteles, galletas, cafés, postres, etc. Por lo tanto se parte de la premisa

de que el azúcar está presente en todo momento, a cualquier hora y en cualquier situación.

Ahora bien, el hecho de que sea tan promocionada, de fácil adquisición y a un costo muy

bajo no representa que el azúcar añadido tenga beneficios al ser agregada a la dieta diaria. De

hecho, su desmesurado aumento en el consumo con el paso del tiempo ha hecho que el azúcar

sea uno de los elementos más peligrosos de nuestra dieta diaria.

El azúcar y la salud

En Colombia, diariamente, 3 de cada 4 personas consumen golosinas o dulces (76.6%): 1

de cada 3 adultos (36.6%) y 1 de cada 3 niños de 5 a 9 años (38.8%); del mismo modo, 4

de cada 5 consumen gaseosas y/o refrescos (81.2%): 1 de cada 5 adultos (22.1%) y 1.5 de

cada 8 niños de 5 a 9 años (17.7%) (Cabezas-Zabala, Torres, & Zárate, 2015).

Estos datos demuestran el desmesurado uso que le damos al azúcar y el protagonismo que

toma en nuestra vida diaria, y gracias a este desmedido consumo el azúcar produce adversamente
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patologías como: caries dental, sobrepeso, obesidad, enfermedad cardiovascular, dislipidemia

(deficiencia en el metabolismo del colesterol y otros lípidos), hígado graso, insulino resistencia,

diabetes y algunos tipos de cáncer como pulmón, mama, próstata y colorectal (Cabezas-Zabala,

Torres, & Zárate, 2015).

Todo lo mencionado anteriormente nos debería concientizar acerca del uso que le

estamos dando al azúcar, pero, por el contrario, estos datos son ignorados e incluso, son

opacados dentro de la propaganda que los promociona.

Efectos neurobiológicos del azúcar

Ahora, el azúcar no solamente representa aversiones a la salud en general, siendo este una

parte crucial dentro de los sistemas nerviosos también es su mayor enemigo cuando se consume

en exceso.

El azúcar estimula la producción de dopamina en el sistema límbico del cerebro (el

sistema regulador de las respuestas fisiológicas a ciertos estímulos), la cual afecta la sinapsis del

núcleo accumbens (mejor conocido como la zona de producción de placer y generación de

adicciones).

Esta dopamina es comúnmente utilizada dentro del organismo para “facilitar el aprendizaje

relacionado con la recompensa y facilitar el recuerdo del estímulo asociado a la recompensa”

(Ramírez, Fernández, Castillo, & Valdés, El azúcar, tan nociva como cualquier droga). Por tanto,

a medida que aumenta su consumo aumenta proporcionalmente el nivel de dopamina y, por

tanto, el nivel de placer en el cerebro. Estos efectos, al igual que otras drogas, llegan a ciertos

límites de tolerancia, y cuando este límite es atravesado es cuando comienza la adicción.

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La adicción al azúcar es una patología que aún no ha sido estudiada a fondo, pero hay

experimentos que demuestran la facilidad con la que el excesivo consumo del azúcar dispara el

mismo círculo vicioso que maneja cualquier droga.

Cuando se llega a estos puntos de adicción, el azúcar puede conllevar alteraciones como

modificar el pH del cuerpo, acidificándolo, gracias a su composición con ácidos carbónicos.

Estos ácidos carbónicos solo pueden ser expulsados por el cuerpo usando minerales presentes en

los huesos, lo que causa osteoporosis. También puede alterar la producción de proteínas, la

actividad de glóbulos blancos, altera la neuroplasticidad (la capacidad que tiene el cerebro de

generar nuevos vínculos y nuevas sinapsis). Incluso, dentro de los receptores de proteínas (El

primero, el cual cumple la función de excitar luego de recibir la dopamina, y la segunda la cual

su función es inhibir la liberación de dopamina), los azúcares desestabilizan la neutralidad entre

ambos receptores, en donde la primera prevalecerá sobre la segunda. Estas alteraciones

predisponen las conexiones nerviosas contenidas en el cerebro y al lóbulo frontal para que se vea

afectado por enfermedades mentales.

Dentro de las afecciones neurobiológicas también está la relación entre los trastornos

alimentación y el aumento a ser propenso a la utilización de elementos adictivos. “Las

enfermedades de la conducta alimentaria (anorexia, bulimia) predisponen a una mayor

probabilidad de ser drogadicto” (Rada, Avena, & Hoebel, 2005), y esto gracias a que los

trastornos alimenticios predisponen al cuerpo a ser mejor receptivos ante estímulos placenteros

(causados por la dopamina). Incluso, en ciertos casos, los pacientes adictos al placer, cuando

entran en etapa de abstinencia, consumen altas cantidades de azúcar para que actúe como

analgésico (y como un reemplazo de su adicción) para aliviar este estado desagradable.

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Para concluir, el azúcar adicionado puede ser consumido sin ningún problema, y

cualquier persona puede disfrutar de este alimento en cualquier momento, pero se debe ser

consciente que todo exceso es malo, y en especial exceder el consumo del azúcar puede traer

consecuencias más allá de un simple aumento de peso. La educación alimenticia de los más

pequeños y de las próximas generaciones debe ser guiada a un consumo consciente, y no a un

consumo placentero, y por parte de los adultos y las organizaciones reguladoras en la economía

depende el futuro de la salud de sus propios hijos, de ellos depende el futuro de la forma en como

el mercado va a comportarse, de ellos depende que, como es costumbre dentro de la sociedad

humana, no se hiera ni se ultraje el bienestar e integridad propio gracias a lo que el hombre

mismo ha creado: El azúcar añadido, la droga más popular y aceptada del siglo XXI.

Bibliografía
Cabezas-Zabala, Claudia Constanza, Hernández-Torres, Blanca Cecilia, & Vargas-Zárate, Melier. (2016). Azúcares
adicionados a los alimentos: efectos en la salud y regulación mundial. Revisión de la literatura. Revista de la
Facultad de Medicina, 64(2), 319-329. https://dx.doi.org/10.15446/revfacmed.v64n2.52143

Palma Ramírez, G., Navarro Fernández, A., Lozada Castillo, I., & Hernández Valdés, F. El azúcar, tan nociva como
cualquier droga.

Rada, Pedro, Avena, Nicole M, & Hoebel, Bartley G.. (2005). “ Adicción” al azúcar: ¿mito ó realidad?. Revista
Venezolana de Endocrinología y Metabolismo, 3(2), 02-12. Retrieved February 27, 2018, from
http://www.scielo.org.ve/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1690-31102005000200002&lng=en&tlng=en.

Westwater, M., Fletcher, P., & Ziauddeen, H. (2016). Sugar addiction: the state of the science. European Journal Of
Nutrition, 5555-69. doi:10.1007/s00394-016-1229-6