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Dengue

Para otros usos, véase Dengue (desambiguación).


El dengue es una enfermedad infecciosa causada por el virus del dengue, del
género flavivirus que es transmitida por mosquitos, principalmente por el Aedes aegypti. La
infección causa síntomas gripales, y en ocasiones evoluciona hasta convertirse en un cuadro
potencialmente mortal, llamado dengue grave o dengue hemorrágico.1 Es una infección muy
extendida que se presenta en todas las regiones de clima tropical del planeta. En los últimos
años la transmisión ha aumentado de manera predominante en zonas urbanas y se ha
convertido en un importante problema de salud pública. En la actualidad, más de la mitad de la
población mundial está en riesgo de contraer la enfermedad. La prevención y el control del
dengue dependen exclusivamente de las medidas eficaces de lucha contra el vector
transmisor, el mosquito.2
El número de casos de dengue ha aumentado dramáticamente desde la década de 1960, con
entre 50 y 528 millones de personas infectadas anualmente 3 4 Las primeras descripciones
datan de 1779 y su causa viral y la transmisión fueron entendidas a principios del siglo XX. El
dengue se ha convertido en un problema mundial desde la Segunda Guerra Mundial y
es endémica en más de 110 países. Aparte de la eliminación de los mosquitos, se está
trabajando en una vacuna contra el dengue, así como la medicación dirigida directamente al
virus.
Virus del Zika
Este artículo trata sobre la taxonomía del virus. Para la enfermedad, véase Fiebre del Zika.
Para la propagación en América de 2015-2016, véase Brote de virus del Zika de 2015-2016 en
América.
El virus del Zika1 (ZIKV) es un virus del género Flavivirus, de la familia Flaviviridae, grupo IV
del orden sin clasificar2 que se transmite por la picadura de mosquitos vectores del
género Aedes.
En los seres humanos produce la fiebre del Zika o enfermedad de Zika, la cual se conoce
desde la década de 1950 como proveniente de la región ecuatorial que abarca de África a
Asia. Su nombre proviene del bosque Zika, cerca de Entebbe (en Uganda), donde se aisló por
primera vez este virus, en 1947.3
En 2014 el virus se propagó al este a través del océano Pacífico hacia la Polinesia Francesa, y
después hacia la Isla de Pascua para llegar en 2015 y 2016 a América Central, el
Caribe y América del Sur, donde el brote epidémico del Zika ha alcanzado
niveles pandémicos.4 5 La enfermedad produce síntomas similares a formas leves
de dengue,6 su tratamiento consiste básicamente en el reposo,7 y en la actualidad no existen
medicamentos o vacunas para su prevención.7 La fiebre del Zika está relacionada con otras
enfermedades similares, como la fiebre amarilla y la fiebre del Nilo Occidental, las cuales
también son producidas por otros Flavivirus transmitidos por mosquitos.6 Existe la posibilidad
de un vínculo entre la fiebre del Zika y la microcefalia en recién nacidos de madres infectadas.
Chikunguña
Reconstrucción con criomicroscopía electrónica del virus de chikunguña

Chikunguña1 (en makonde, chikungunya), conocida además como artritis epidémica


chikunguña o fiebre de chikunguña, es una enfermedad producida por el virus de
tipo alfavirus del mismo nombre, que se transmite a las personas mediante la picadura de los
mosquitos portadores Aedes;2 tanto el Aedes aegypti como el Aedes albopictus.3
El virus chikunguña (abrev.: CHIK) se transmite de manera similar al que produce la fiebre
del dengue, y causa una enfermedad con una fase febril aguda que dura de 2 a 5 días,
seguida de un período de dolores en las articulaciones de las extremidades; este dolor puede
persistir semanas, meses o incluso durante años en un porcentaje que puede rondar el 12 %
de los casos.4 5
La mejor forma de prevención es el control general del mosquito; además, evitar las picaduras
de mosquitos infectados.6 Hasta la fecha no hay un tratamiento específico, pero existen
medicamentos que se pueden usar para reducir los síntomas.6 El reposo y la ingesta de
líquidos también pueden ser útiles.7
El chikunguña puede dar solo una vez. Después se desarrollan anticuerpos que se encargarán
de proteger a las personas enfermas y, de acuerdo con evidencias disponibles hasta el
momento, la inmunidad sería de por vida.
Malaria
La malaria (del italiano medieval «mal aire») o paludismo (de paludis, genitivo del
término latino palus: ciénaga o pantano y de -ismo, en este caso acción o proceso patológico)
es una enfermedad producida por parásitos del género Plasmodium, y algunos estudios
científicos sugieren que pudo haberse transmitido al ser humano a través de los gorilas
occidentales.1 Es la primera enfermedad de importancia entre las enfermedades debilitantes.
Entre 700 000 y 2 700 000 personas mueren al año por causa de la malaria, de los cuales más
del 75 % son niños en zonas endémicas de África.2 3 Asimismo, causa unos 400 000 000-
900 000 000 casos de fiebre aguda al año en la población infantil (menores de cinco años) en
dichas zonas.2 En mayo de 2007, la Asamblea Mundial de la Salud decidió conmemorar el 25
de abril el Día Mundial del Paludismo.4
La enfermedad puede ser causada por una o por varias de las diferentes especies
de Plasmodium: Plasmodium falciparum, Plasmodium vivax, Plasmodium
malariae, Plasmodium ovale o Plasmodium knowlesi, las tres primeras de las cuales son las
reportadas en el continente americano. Los vectores de esta enfermedad son diversas
especies del mosquito del género Anopheles. Como es sabido, tan sólo las hembras de
este mosquito son las que se alimentan de sangre para poder madurar los huevos; los machos
no pican y no pueden transmitir enfermedades, ya que únicamente se alimentan de néctares y
jugos vegetales.
La única forma posible de contagio directo entre humanos es que una persona embarazada lo
transmita por vía placentaria al feto, también es posible la transmisión por transfusiones
sanguíneas de donantes que han padecido la enfermedad, o bien, por la transmisión directa a
través de la picadura de un mosquito.
En regiones donde la malaria es altamente endémica, las personas se infectan tan a menudo
que desarrollan la inmunidad adquirida, es decir, son portadores más o menos asintomáticos
del parásito.
Cada año se presentan 396 millones de casos de paludismo. La mayor parte de la carga
de morbilidad se registra en el África, al sur del Sahara.5
El primer intento de una vacuna sintética contra la malaria fue realizado en 1997 por el equipo
de Manuel Elkin Patarroyo; los resultados fueron desiguales, alcanzando como máximo una
eficacia del 28% en Sudamérica.6 En 2010, la vacuna aparecía catalogada como «inactiva»
por la Organización Mundial de la Salud.7
En agosto de 2013 se anunció que una vacuna en estudio en fase I alcanzaba una eficacia de
un 100 %.

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