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LO QUE PUEDE ESCONDER LA MATERNIDAD

Feb 07, 2018 Escrito por Irene de la Cruz


Aunque la nueva maternidad puede ser vivida como un momento de disfrute y crecimiento no podemos

olvidar que es una etapa de vulnerabilidad para el inicio, recaída o recurrencia de trastornos mentales. Es de

especial importancia en el ciclo vital de la mujer ya que se producen multitud de cambios fisiológicos,

hormonales, cognitivo-emocionales y sociales a los que hay que adaptarse. Cada vez más se abre el espacio

para hablar de lo que puede esconder la maternidad. En la entrada de hoy nos centraremos especialmente en

la depresión posparto.

Los datos son claros, 1 de cada 4 mujeres sufre un trastorno mental en el periodo perinatal. La depresión

posparto en concreto, se estima en un 10-15% de las puérperas. Eso tiene consecuencias claras en la salud

de la madre, del bebé y de la familia al completo.


Baby Blues o tristeza posparto

Antes de hablar de la depresión posparto vamos a hacer referencia a el término Baby blues o tristeza

posparto. Es una alteración del ánimo pasajera que puede aparecer los días después del parto caracterizada

por inestabilidad emocional, irritabilidad y llanto fácil. Más de la mitad de las puérperas parecen

experimentarla. Aunque no se trate de un trastorno mental, es importante tenerla en cuenta pues parece ser,

cuando se cronifica, un predictor de depresión. No precisa intervención específica por parte de

profesionales pero el apoyo social por parte de las parejas, familia y amigos resulta de gran ayuda como

atenuador de los síntomas.

Lo que sí es depresión posparto

La depresión posparto difiere de la tristeza posparto en la duración, intensidad y cualidad de los síntomas.

Existe cierto consenso en considerarla como depresión posparto si se presenta en el primer año tras el parto

aunque los manuales diagnósticos son mucho más conservadores afirmando que los síntomas han de

aparecer en las 4-6 semanas inmediatamente posteriores. Es característico de este trastorno la sensación de

incapacidad para cuidar de sí misma y de su bebé.

Resulta imprescindible que se detecte la presencia de este tipo de depresión para poder intervenir. Se debe

poner especial atención si dentro de este cuadro aparecen pensamientos relacionados con hacerse daño a

una misma o sentimientos persistentes de extrañeza hacia el bebé. El impacto de la depresión en este

periodo es inmenso, siendo el suicidio la causa del 20% de las muertes maternas en el primer año tras el

parto.
Algunos de los factores de riesgo en la depresión posparto son:

 Haber sufrido episodios depresivos anteriores.

 Haber tenido pérdidas tempranas o abuso sexual en la infancia.

 Tener dificultades en la relación de pareja o vivir violencia conyugal.

 Contar con bajo apoyo social.

 Sentirse muy sobrecargada.

 Haber tenido un embarazo no planificado.


Imprescindible la prevención

Tan importante es el impacto de la depresión puerperal en la salud de la madre y el bebé que es necesario

que se ofrezcan recursos para prevenirla e intervenir rápidamente cuando ya se ha instaurado.

Los grupos de crianza y lactancia tienen un gran valor en esta parte preventiva. El compartir miedos y

experiencias con otras mujeres en situaciones parecidas funciona como un factor protector.

En el caso de mujeres que tienen alguno de los factores de riesgo o presentan ya durante el embarazo

alteraciones emocionales importantes sería recomendable que pudieran contar con un acompañamiento

psicológico, individual o grupal, e incluso visitas domiciliarias para así facilitar el inicio de una maternidad

más satisfactoria.

Cuando hablamos de depresiones posparto graves habría que contar con recursos adicionales si el caso lo

requiere. El acceso a unidades de ingreso madre-bebé está lejos de estar generalizado en nuestro país.

Lactancia y depresión: la pescadilla que se muerde la cola

Antes de terminar quisiera señalar la relación estrecha que se ha encontrado entre lactancia materna y

depresión.

Debemos recordar que los inicios de la lactancia no son fáciles, cuestión que se torna mucho más

complicada si además añadimos la presencia de dificultades emocionales. El contar con apoyo estrecho y

adecuado en estas situaciones, es especialmente relevante. Una lactancia materna exitosa puede funcionar

como un factor protector claro para el desarrollo de la depresión. Además la lactancia materna ayuda en el

fortalecimiento del vínculo mamá-bebé cuando existen alteraciones emocionales que lo dificultan.

Por otro lado sentir que la lactancia materna deseada ha fracasado o sentirse presionada para mantenerla a

toda costa a pesar de la falta de apoyos, puede incrementar las posibilidades de sufrir una depresión en esta

etapa.

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