Uno de los mayores aportes de sales al océano es el producido mediante el lavado
de los continentes que efectúan las lluvias y los ríos. La lluvia al caer erosiona las rocas, el ácido las disuelve y sus minerales pasan a los arroyos y ríos llegando finalmente a los océanos. Otro aporte de sal lo constituyen grietas en la superficie del planeta, de las cuales fluye agua caliente y que se encuentran en lugares volcánicamente activos. El agua caliente disuelve minerales y los lleva al océano. Un último proceso es la erupción de los volcanes bajo el agua, este caso es similar al caso anterior: el agua del mar disuelve algunos de los minerales de la roca caliente. Sin embargo, la salinidad del mar permanece estable. Esto es posible dado que las sales contribuyen a la formación de nuevos minerales a una velocidad similar con la que los ríos, los procesos hidrotermales y las erupciones volcánicas submarinas introducen sales en los océanos.