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56 Tanda la idea: Pero hay otras lentag como la nuestra que earecen de esta sstra_que carecen de extag inflexiones y por esta causa la relacion Se manifesta por otros signos: en el ejeue plo propuesto, es necesario decir la eae sa_de-al (f)> cénsul: aparecen pues aqut & mas de los nombres cua y consul otros dos signos, de que marca Iz relacion, y el que resiringe ol nombre comun eon sul al Ginico’ quo vive en el | _ 39 De todo lo que hemos Inflore que. en todas las lenguas haber medios para vatiar los nombres & finde exoresar las relaciones de ne ideas que representan. Estos diferentes puntos de vista bajo los cuales se pros sentan los nombres de las ideas se lla« man casos y la variacion del nombre por sus casos se lama declinacion. Tox das las lenguas pot \guas por tanto deben tent declinacion bene ({) Port manifestar distin famente Ia con’ y +l artiulo omitings Ie Aataritada por el gos" * Meroe de a7 CAPITULO SEXTO. Preposicion, Arttculo ‘A cemas ae tos nombres comunes ea- ja y cénsul. hemos hallado otros dos figios al determinat la idea: el sigoo tde-es el que propiamente indica. las rela ciones que. median entre ia una y el otto; pero esto no. seria bastante, por que omitiendo el signo ef quedaria aun Shdeterminada la idea, por no enten- derse entonces de qué osnsul se habla- ba, Sin erubargo este Gitimo signo no expresa una relacion sino que unidp con el nombre cénsid individualiza & aquel de quien so habla. 40 El'signo que se antepone & las palabras para manifestar Ins relaciones Que estas ticuen entre si se nombra pre posicion; y el que, unido con el nombre Hetermina Ia’ verdadera idea’ que este Fepreseuta sé llama avficwo.” La ma- yor pate ae Jas lenguas tienen articus lo, y todas deben tener preposiciones: porque Ia mayor parte carecen de ine 8 38 flexiones en sus nombres, mbres, y todas nee cesitan de expresar ciertas’ relaciones & que no puede bastar la diversa ter. minacion de las palabras. (j) CAPITULO SETIMO. Género, nimero. Pe: inguir algunas de las clases fen que esti. distnbuidas las ideas se ha dado & los nombres quo laa re- Presentan una modificacion que se lle ma género. Esta palabra, derivada’ del verbo latino generare que’ significa en gendrar, sirvio.sin dude en‘ su prin Pio para denotar la diferencia de los Seres. animados por razon del sexo & que pertenecian, Mas el trascurso del tiempo que hizo conocer & los hombres. Je. utilidad de esta, distincion, les dejé pereibir. asi. mismo que ella era. ine fuficiente si 2¢ limitaba’ & los objetos 39 animados. Ea efecto debian clasifiear- ge otros muchos nombres que no repre- sentaban seres animados, en cuyo ee 0 no convendria darseles géneto, pues- to que este les habia servido hasta en- tonces tan solo para marear el sexo. Se determinaron por Jo mismo @ extender fel géuero aun @ estos sitios, clasifi- cando con él ia diversa terminacion de las palabras. 41. Siendo el fundamento de esta distincion la diversidad de sexo, y no habiendo entre los animales otro sexo que maseuling y femenieo, empoce jebe haber mas que estos dos géne- ros en las lenguas: porque el neutro, epi- ceno, comun y ambiguo que hay en al- gunas no pueden reputarse por tales 42, Cuando se dice que un nom- bre es neutro, se quiere decir que no es masculino ni femenino: cuando se Tama epiceno se indica que bajo una terminacion y articulo estan compren- didos ambos; y cuando se quiere mat nifestar. con el nombre el sexo respec- tivo del objeto es preciso agregar 4 quel un articulo 6 um adjetivo que pue- 60 da suplir 4 esta falta: al decir que ux nombre es. comun, damos 4 entender que puede aplicarse indistintamente § ‘oualquiera de los sexos: por iltimo, lo mismo.es decir que tal 6 cual nombre es. ambiguo, que manifestar sencilla mente un defecto del uso: pues no ha decidido aun este on tal caso, & cu de los dos géneros ha de referirse el nombre de que se trata. 43. Tales son pues los dos tiicos géneros que tionen los idiomas, mas. Culino y femenino; pues los otros, eo. mo ya hemos hecho ver, no son géne- 703 ‘soparados, Némero. 44, Cuando se habla de los obje- tos, 3 necesario indicar de alguna mar era, si nos referimos & uno 6 & mi hos: esta indicacion se lama njmee #9; singular, cuando es uno el objeto, plural, cuando son dos 6 mas: Tal mo: dificacion tiene Jugar en todas las pat- tes declinables hia discurse 61 CAPITULO OCTAVO. Pronombre. E. todo discurso se advierten’ des+ de luego tres cosas: primera, el que festa produciendo este discurso, el ob- jeto de que esta tratando y la perso: nna & quien él se dirige; 6 como dicen fos gramiticos: la persona que habla, aquella & ‘quien se habla y la persona 6 cosa de que so habla. Riguros mente hablando, los nombres de Ins por+ gonas son bastantes para significarlass pero enel cstado actual de las lenguas ho lo son para’ presentarlas bajo este respecto. Es pues indispensable bus- car una clase nueva de signos, que desempefiando el oficio del nombre, sir- va tambien para indicar suficientemen- te las relaciones mencionadas, y otras muchas que ni se expresan por el sig- no del objeto, ni so determinan tam- poco por su género mimero y decli- nacion. Estos nuevos signos s¢ llaman ‘pronombres, 62, 48. Como se ponen en lugar de los nombres de las personas 6 sujetos del discurso, los llaman personales: otros hay que desempefian el mismo ofici, pero en concurso de los personales y refiriéndose a ellos, por lo cual se none bran relativos; como que, cual, quien y cayo, 44, Los graméticos aumentan por lo regular la lista de los pronombres con os signos este, ese, agtel, que laman demostrativos, y con los siguientes, mig tayo, suyo, & quienes miran como’ prot nombres posesivos. Pero viéndolo No son otra cosa que nombres adjet sr03. 46. Al emplear en el discurso esta Bueva clase de signos, no solamente se ha seguido el impulso de una necesi- dad imperiosa; sino cooperado con ellos tambien & Ia soltura, gracia y ar monia de las lenguas. Sin el auxilio de Jos pronombres, dificilmente nos harine ‘mos escuchar con agrada: porque la re~ peticion molesta y fastidiosa de un mis- mo signo haria iasoportable cualquiera de nuestros diseursos aun a los oidos menos delicados, worSoosesossenonsecotoscced GRAMATICA GENERAL PARTE SEGUNDA. Espresiones de juicios CAPITULO PRIMERO. Dy casita ts" cer Groner signos de nuestras ideas consideradas cada una de por ef, 8 necesario in- vestigar las reglas que ellos deben se- guir en su combinacion para expresar nuestros juicios. Y como el juicio ma- nifestado ‘con palabras se llama propo- sicion, tratar de esta es hablar de la expresion de nuestros juicios. Al juzgar, descubrimos tres ¢o- sas en ef espiritu: las dos ideas “que

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