Ante la pregunta de cuál es el momento idóneo para iniciar dicho proceso, la respuesta
es sencilla: ¡Cuánto antes!; preferiblemente, cuando la situación de la empresa sea
favorable y no existan conflictos familiares.
Otra cuestión para el éxito de este proceso es determinar los concretos sujetos que
deben participar en el mismo.
En efecto, no tendría mucho sentido que el proceso de consenso finalizase con una serie
de acuerdos relativos, por ejemplo, a la limitación de la transmisibilidad de las
participaciones en la empresa a terceros ajenos a la familia, y que uno de los actuales
titulares del negocio no lo suscribiese, ya que dicha discrepancia dejaría vacíos de
contenido los señalados acuerdos.
Una vez concretadas las cuestiones señaladas, podrá iniciarse efectivamente el proceso
de consenso familiar. Lo más recomendable en estos casos es acudir a asesores
externos como mecanismo para despersonalizar y objetivizar la dirección del proceso.
Suele ser habitual que la elaboración de un proceso de este tipo vaya acompañada de un
estudio del patrimonio empresarial y personal de la familia, con el objetivo de desligar
ambas realidades y optimizar su tributación. No obstante, se trata de trabajos que
pueden desarrollarse perfectamente de manera independiente del proceso principal.
24/01/2006 deGerencia.com
Dado el caso de que la compañía empiece a crecer y a desarrollarse hasta alcanzar cierta
magnitud, la empresa familiar empezará a requerir una gestión más directiva y
profesional. Usualmente, esta circunstancia tiene lugar en el paso de la primera a la
segunda generación y es normal (aunque no necesariamente sea siempre así) que este
cambio de actitud en la dirección la lleve a cabo el fundador junto con los hijos. Y aquí
empiezan los problemas.
Si la segunda generación ha tenido acceso a una formación fuera de la escuela que por
naturaleza es la propia empresa familiar (como por ejemplo, una universidad) muy
probablemente se encontrará con una primera generación en el poder que se opondrá a
la implantación de sus nuevas ideas a la primera.
Incluso, si se diera el caso de que estas innovaciones se impusieran, aparecerían con toda
seguridad resistencias de los empleados: a un trabajador acostumbrado al mismo
empresario por treinta años le resulta difícil aceptar, por ejemplo, una escala de
incentivos que vienen a introducir los hijos de éste de una manera profesional. Sin un
plan de instrucciones para el personal que les permita entender los beneficios del nuevo
programa de gestión, el esquema no podrá ser aceptado. Lo mismo ocurre con los
miembros de la familia empresaria. Y la clave de la solución a estas situaciones está en la
profesionalización de las relaciones familiares dentro de la empresa, pero ¿de qué
depende que las personas más importantes de una empresa familiar puedan y quieran
profesionalizarse?
Empresa no familiar
Saben que la permanencia en su cargo no está garantizada
Son evaluados y promovidos de acuerdo con parámetros profesionales
Sus objetivos profesionales atienden a sus necesidades personales
Desconocen parte del pasado e historia de la empresa
Saben que el poder está relacionado con el cargo
Dedican la mayor parte del tiempo a su trabajo
Autor:
Guillermo Salazar
El crecimiento de la Empresa Familiar
La adecuada gestión del proceso de crecimiento y evolución de las empresas
familiares constituye uno de los retos más importantes a los que deben enfrentarse
este tipo de organizaciones para poder garantizar su supervivencia.
En efecto, las especiales características que presentan los negocios familiares respecto a
otro tipo de compañías provocan que, además del posible desarrollo y diversificación de
la propia actividad, estas empresas deban hacer frente a aquellos problemas que pueden
derivarse de la atomización de su propiedad como consecuencia del inevitable
crecimiento de la familia propietaria.
Crecimiento de la familia
Uno de los criterios más frecuentes de clasificación de las empresas familiares consiste
en determinar el estadio generacional en el que se encuentra su titularidad. De acuerdo
con ello, suele distinguirse entre:
De este modo, mientras que aquellas empresas familiares que se encuentran en el primer
y segundo nivel generacional suelen presentar un número reducido de propietarios que
mantienen relaciones estrechas (y queremos recalcar el término "suelen"), en las
empresas que se encuentran en el tercer nivel generacional, o sucesivos, dicha
proximidad deja de estar presente. Esta circunstancia puede generar la siguiente
problemática:
• En primer lugar, salvo que el tamaño de la empresa sea muy grande, lo habitual
en este tipo de supuestos es que sólo una pequeña parte de los propietarios
desarrollen su actividad en el negocio. Ello puede generar una falta de
identificación con la cultura y el proyecto empresarial en el resto de titulares.
• Del mismo modo, esta falta de proximidad puede provocar que se prioricen los
intereses particulares de cada uno de los propietarios respecto al interés
empresarial, por ejemplo, en las decisiones relativas al destino de los beneficios
de la actividad (dividendos o reinversión), o ante una hipotética oferta de compra
del negocio.
• La fragmentación de la propiedad dificulta la existencia de un liderazgo claro,
tanto en la familia como la empresa.
• Por último, la diversificación de un grupo familiar puede facilitar la aparición de
desavenencias entre los propietarios de la empresa.
Por otro lado, en aquellos casos en los que las divergencias entre los diferentes
propietarios de un negocio familiar hubiesen alcanzado tal punto que pudieran afectar a
la propia supervivencia de la empresa, una solución adecuada podría pasar por que dicha
propiedad volviese a concentrarse en una sola rama familiar que adquiriría las
participaciones de los otros propietarios. Los mecanismos para llevar a cabo este proceso
comúnmente denominado como "la poda del árbol familiar", también suelen estar
previstos en los Protocolos familiares.
Por último, en el supuesto de que tampoco fuese posible alcanzar un acuerdo en relación
con la solución señalada en el párrafo anterior, la última opción para garantizar la
supervivencia del negocio pasaría por la pérdida de su condición de empresa familiar por
la venta total o parcial de su capital a terceros. Desde luego, esa sería nuestra
recomendación, ya que resulta preferible que un negocio deje de ser familiar a que,
simplemente, desaparezca por disputas en el seno de la familia propietaria.
Esta fase es especialmente crítica en el caso de las empresas familiares, ya que suele
producirse cuando la figura del fundador ya no está presente y resulta especialmente
complicado encontrar en el seno de la familia propietaria un nuevo emprendedor capaz
de dirigir el renovado proyecto de diversificación del negocio.
Por ello, resulta fundamental que este tipo de empresas tiendan cada vez hacia una
mayor profesionalización en los puestos directivos como mecanismo para garantizar la
constante evolución y crecimiento del negocio.
Por otro lado, resulta preciso hacer una reflexión respecto a la relación de los conceptos
"crecimiento" y "tamaño" de una empresa familiar.
De este modo, resulta habitual que algunas de las empresas más rentables no sean
grandes corporaciones, sino empresas de tamaño medio centradas en la elaboración de
productos muy específicos y con presencia predominante en un concreto mercado, y en
esta categoría suelen ocupar siempre un lugar destacado las empresas familiares.
Por otro lado, resulta obvio que el inicio de un proceso de este tipo requiere,
necesariamente, la existencia de un determinado producto o servicio que presente algún
tipo de ventaja competitiva respecto a los existentes en el correspondiente mercado
extranjero. De otro modo, resultaría prácticamente imposible competir con los menores
costes que deben soportar los empresarios establecidos en el país de destino.
Un proceso difícil
Tomando en consideración lo señalado, parece sencillo concluir que la
internacionalización de las empresas familiares debe ser asumida como un difícil proceso
a lo largo del cual deberán superarse importantes dificultadas, muchas de ellas derivadas
de las propias características que presentan este tipo de negocios.
De este modo, nuestra recomendación para los negocios familiares sin experiencia en
este ámbito sería que iniciasen su proyección internacional a través de la exportación de
sus productos, limitando, de este modo, el volumen de recursos necesarios. Una vez
adquirida cierta experiencia internacional, se estaría en mejor disposición de avanzar un
paso más en este proceso mediante la instalación física de la empresa en el territorio
deseado, ya sea a través de una filial o con una simple sucursal.
En cualquier caso, debemos señalar que una actuación de este tipo debería ir precedida
de un minucioso estudio sobre la conveniencia y viabilidad del proyecto, los mercados
idóneos para la internacionalización, la competitividad del producto, los recursos
necesarios para acometer el proyecto y otros aspectos relativos a los vehículos jurídicos a
utilizar o la fiscalidad derivada de las operaciones desarrolladas, etc.
Únicamente a través de este completo estudio previo las empresas familiares podrán
poseer toda la información fundamental para acometer un proyecto de
internacionalización con garantías.
Jorge Secades García (Grupo Asset Abogados) e Ignacio del Burgo Azpíroz (Del Burgo
Asociados)
Las empresas familiares son muy importantes en la economía de cualquier país. Para
valorar la importancia de la empresa familiar en España, es importante destacar que
suponen el 90% del total de empresas, que aportan el 65% del PIB español y emplean a
unos ocho millones de trabajadores.
Las empresas familiares son muy importantes en la economía de cualquier país. Para
valorar la importancia de la empresa familiar en España, es importante destacar que
suponen el 90% del total de empresas, que aportan el 65% del PIB español y emplean a
unos ocho millones de trabajadores. Los datos a nivel mundial están en la misma línea
que los españoles. En Argentina, por ejemplo, representa el 50% del PIB y el 70% de los
puestos de trabajo.
Esta situación provoca una situación particular con tantas ventajas como
inconvenientes. Dentro de las ventajas, la básica es el mayor compromiso de los
integrantes familiares de la empresa con la empresa debido a sus propios lazos
familiares. Este concepto hace que muchas organizaciones empiecen su andadura siendo
familiares debido a la escasez de recursos con la que parten la mayoría de los negocios.
Se ha de tener en cuenta que en una empresa familiar se provoca una situación compleja
debido a la existencia de tres sistemas interrelacionados que son la propiedad, la
gestión y la familia y que habitualmente coinciden en las mismas personas, es decir, que
la misma persona es familiar, propietario y gestor haciendo la situación realmente
compleja. Por ello, se requiere compatibilizar los intereses de los distintos colectivos
implicados en la propiedad y gestión de la empresa familiar, un proceso que favorece la
existencia, a menudo latente, de tensiones en el seno de estas empresas.
Recomendaciones
Aunque las recomendaciones particulares serán distintas para cada caso y requerirá un
análisis individual, la experiencia demuestra que existen una serie de prácticas que
sirven para facilitar el funcionamiento de la empresa familiar sin poner en peligro la
continuidad de la empresa.
Área de Dirección
Sobrevivir al relevo generacional en la empresa familiar
El plan de sucesión es un plan de acción en el que están implicados los distintos
agentes afectados y cuyo objetivo final es el traspaso de poder de una generación a
otra. Hay que tener en cuenta varios aspectos a la hora de planificar esa sucesión.
Está comprobado estadísticamente que no todas las empresas familiares pueden ser tan
longevas como la catalana Codorniu, fundada en el año 1.551, o la compañía Osborne en
la sexta generación desde que fuera fundada en Cádiz por Thomas Osborne Mann en el
año 1772, reconocidísimas empresas del ámbito nacional, por no hablar de la empresa
familiar más longeva de la que se tiene conocimiento en la actualidad, la constructora
japonesa Kongo Gumi, que presidida por Toshitaka Kongo, ya va por la cuadragésima
generación, si, 40 generaciones de la familia han estado al frente del negocio desde que
se fundara la compañía en el año 578.
Sin embargo, esta situación no es el ejemplo más frecuente del devenir de la empresa
familiar. En concreto, citando el artículo de la Cámara Navarra de Comercio e Industria
publicado en Navactiva el 23 de noviembre de 2004, “Las estadísticas disponibles indican
que sólo una tercera parte de las empresas familiares consiguen pasar con éxito de la
primera a la segunda generación, y de éstas sólo la mitad pasan a la tercera”.
- Los sentimientos de rivalidad y los celos hacia los posibles sucesores, personas más
jóvenes. Estos sentimientos se vuelven evidentes en la constante desconfianza que se
muestra por la idoneidad y capacidad del sucesor.
Entre estos agentes destacan: el fundador, la familia, los sucesores, los directivos y los
propietarios. Aunque en ocasiones estos grupos puedan englobar a las mismas personas,
se pueden diferenciar, a modo de stakeholders (grupos de influencia), en cuanto a su
comportamiento y la repercusión que les supone el relevo generacional.
Casi todas las recomendaciones que se pueden ofrecer para acometer un proceso de
relevo generacional están basadas en la comunicación entre el fundador y el resto de
agentes implicados, aunque existen otras que corresponden más a la planificación
estratégica del fundador de cara a encajar el proceso de sucesión con el futuro de la
empresa.
- Conformar una junta directiva que eduque a los familiares en la toma de decisiones
colectivas.
- Construir colectivamente las reglas y políticas claves de la empresa, elaborando un
Protocolo familiar.
- Es conveniente que aquella persona que busque su sucesión, se imagine un escenario
fuera de la empresa para su retiro. De esta manera podrá comenzar a construirlo y así
hacer menos traumática la sucesión.
En definitiva y como resumen, se puede concluir que existen herramientas suficientes
para, cuando menos, intentar lograr la supervivencia de la empresa familiar, pero hay
que tener claro que su éxito va a depender en gran medida de la gestión, interna o
externa, de ese plan de sucesión, y de la voluntad de los agentes implicados en la
empresa.
Para ello, los agentes, fundamentalmente los familiares, deberán decidir su postura en la
continuación del proyecto empresarial, para que se pueda definir el lugar oportuno que
puedan ocupar en el relevo generacional o, por lo menos, planificar una retirada correcta
que no entorpezca la continuidad empresarial.