El sujeto del juego no son los jugadores, sino que a través de ellos
el juego simplemente accede a su manifestación.
Nuestra tesis es, pues, que el ser del arte no puede determinarse como objeto de una
conciencia estética, porque a la inversa el comportamiento estético es más que lo que
él sabe de sí mismo. Es parte del proceso óntico de la representación, y pertenece
esencialmente al juego como tal.
Y sin embargo, este aspecto no acoge en absoluto el carácter
temporal de la fiesta, que consiste en el hecho de que se la celebre. Para
la esencia de la fiesta sus referencias históricas son secundarias. Como
fiesta no posee la identidad de un dato histórico, pero tampoco está
determinada por su origen de tal manera que la verdadera fiesta fuese la
de entonces, a diferencia del modo como luego se ha venido celebrando
a lo largo del tiempo. Al contrario, ya en su origen, en su fundación o en
su paulatina introducción estaba dado el que se celebrase regularmente.
Por su propia esencia original es tal que cada vez es otra (aunque se
celebre «exactamente igual»). Un ente que sólo es en cuanto que
continuamente es otro, es temporal en un sentido más radical que todo el
resto de lo que pertenece a la historia. Sólo tiene su ser en su devenir y
en su retornar