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EL SAGRADO TRICOLOR ECUATORIANO

Imponderable es el honor que me depara


Insoslayable es la lealtad de mi designio
Indescriptible el patriotismo que me embarga…
Sagrado Tricolor, lábaro de mi destino.

Y es que estamos, aquí reunidos,


No por una mera y absorta obligatoriedad,
Y es que estamos, aquí unidos
Para rendirle un homenaje a nuestra libertad.

Libertad de la que hoy gozamos todos gracias,


A la inspiración de la acrisolada, Oh bendita bandera,
Por ti murieron nuestros héroes en las batallas…
Honor de soldados, amor a su tierra.

Y tanta sangre ha cubierto el lecho del tricolor patrio,


Tantas lágrimas en el Pichincha, aquel 24 de mayo
O en la selva de Paquisha nuestros heroicos soldados,
Lucharon por la honra, del indeleble tricolor Ecuatoriano.

Hoy que juran lealtad, al sagrado lábaro nacional,


Hoy que juran defenderla como se deba…
En la paz, en la guerra o en diario convivir,
Por Dios juro sagrada bandera,
Defenderte hasta airoso vencer o morir.
POEMA EL HUERFANO Y EL SEPULTURERO

Estaba muerto de frío, Pero todo había cambiado,


el huérfano que aquel día, pues donde su madre estaba,
en los portones pedía, un panteón se levantaba,
del cementerio sombrío, quizás de algún potentado,
pobrecito entre el gentío, el niño desesperado,
mientras su mano alargaba, por el cambio que encontró,
con voz trémula exclama: llorando le preguntó,
¡una limosna señores!, a un viejo sepulturero,
es para un ramo de flores, dígame señor, !ligero!,
para quién tanto me amaba. quién a mi madre llevó ?
Y el viejo sepulturero,
La gente entraba y salía, al niño triste le dijo:
sorda a la voz penitente,
de aquel despojo doliente, ! No me hagas preguntas hijo,
que en nombre de dios pedía, que hacerte llorar no quiero!
el pobre también quería, !Los ricos, los ricos están primero!
en su nostalgia infinita, Por eso el lugar le damos,
entrar a la chacarita, mal hacemos si lloramos,
y adornar de cualquier modo, por una simple pavada,
la tumba llena de lodo, los pobres no somos nada
de su santa madrecita. y hasta en la muerte estorbamos.
Pobre niño en su orfandad
y al ver que nadie le daba,
y la noche se acercaba,
con su densa oscuridad,

empezó con ansiedad,


a recoger unas flores,
que por estar sin colores
y por el sol marchitadas,

fueron al suelo tiradas,


por manos de unos señores.

Después que un ramo formó,


con varias flores del suelo,
le dio gracias al cielo
y en el cementerio entró,

muy pronto el niño llegó,


con el ramo que oprimía,
al lugar donde sabía,
que se encontraba la fosa,

de su madre cariñosa,
que el sueño eterno dormía.

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