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El investigador Rodrigo Botero analiza para Semana Sostenible los principales temas que

ocuparán la agenda ambiental en este año que recién arranca.

La agenda ambiental estuvo bastante movida el año pasado y en este 2018 no parece que la
situación vaya a ser diferente. La deforestación, la protección de los páramos, la
explotación de petróleo y minerales y la contaminación por mercurio, entre muchos otros
temas, van a seguir ocupando los titulares de prensa y ganando terreno dentro de las
principales preocupaciones de la gente.
Para hacerse a una idea de lo que está en juego en este asunto, SEMANA le pidió al
investigador Rodrigo Botero que enumerara los que a su juicio son los retos ambientales
más álgidos que enfrenta el país en este año que recién arranca. Este es su análisis.

1. Detener la deforestación

Probablemente el reto mas significativo del sector ambiental se encuentre en el control a la


deforestación. En pocas palabras, la resistencia de los ecosistemas a eventos climáticos
como las sequías y las épocas lluviosas está íntimamente ligada al mantenimiento de
coberturas boscosas, ya sean estas transformadas o naturales.

El país apenas está entendiendo lo que ha significado la salida de las FARC de territorios
que se encuentran en las zonas de mayor deforestación en el país. Las FARC también
propiciaron estas prácticas, pero no son comparables con la actual tendencia, sobre todo por
la creciente ola de acaparamiento de tierras en zonas de frontera agropecuaria.

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“¡Corran, hay tierras para agarrar!” pareciera ser el lema de quienes impulsan hoy día
“hacer finca y patria” deforestando, trayendo ganado y abriendo nuevas zonas para la
atención del Estado. El modelo de “control y vigilancia” del Estado es fallido, y urge que
encuentre una manera más efectiva de enfrentar este desastre ambiental.

Ninguna entidad ha sido capaz de controlar esa apropiación ilegal de tierras. Se sabe dónde
ocurre, pues Colombia tiene un moderno sistema de monitoreo de sus bosques, quién lo
hace (en cada pueblo se sabe quién contrata “corteros”, quién paga las remesas, quién pone
las cercas y el ganado) y se sabe qué alcaldes y gobernadores tienen fincas e intereses en la
frontera agropecuaria. Esta realidad pondrá en claro si el discurso oficial y los compromisos
internacionales para reducir la deforestación y las emisiones derivadas son prioridad
política o solo retórica populista.

2. Hacer del bosque un producto rentable

A la par de la aplicación de la ley, es necesario avanzar en modelos que permitan los usos
forestales maderables y no maderables en correspondencia con la zonificación de la reserva
forestal de la Nación. Los modelos de manejo forestal comunitario aplicados en México y
Guatemala son un referente exitoso y significativo de propuestas de conservación y
desarrollo forestal comunitario que pueden ser ajustados a la realidad colombiana. Los
derechos de uso forestal en zonas de reserva son una alternativa para el manejo y
consolidación de la frontera agropecuaria, así como el control social frente a la
acumulación de finqueros y toda suerte de “inversionistas” que se disputan estos territorios.

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3. Delimitación y manejo de páramos


El Ministerio de Ambiente y el Instituto Humboldt han avanzado significativamente en la
delimitación de los páramos y la promesa del gobierno es que completará esta tarea antes
de culminar su mandato. Se trata de una condición esencial para generar información
objetiva y verificable respecto de su manejo y restricciones de uso. Queda el reto de
involucrar a las poblaciones campesinas residentes en esos lugares en nuevos sistemas
productivos que sean compatibles con sus necesidades y formas de vida, así como con el
mantenimiento de los servicios ambientales. Al respecto, el otro año se conocerá la decisión
de la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales sobre el proyecto minero Soto Norte en
los alrededores de Santurbán. Este será un hecho histórico no solo para los habitantes de esa
región y de Bucaramanga, sino para todo el país, pues marcará una pauta sobre la manera
en que desde el Estado se planifica el ordenamiento de esos ecosistemas.

4. Proteger las áreas protegidas

Las Áreas Protegidas del país están en la mira de muchos intereses ( hidrocarburos,
minería, carreteras, turismo, agroindustria, ganadería, coca, madera, entre otros). Para
asegurar su permanencia, se requiere destinar un presupuesto de inversión aparte del de
funcionamiento y, sobre todo, evitar modificaciones del marco constitucional y legal que
vayan en contravía de la protección de este patrimonio común de los colombianos. A escala
local, el principal reto es crear circuitos económicos que le permitan a la población derivar
un beneficio directo de estar ubicado en las zonas de amortiguación. Sin ello, los conflictos
por la ocupación de terrenos en las áreas protegidas se mantendrán latentes.

5. Descontaminación de ríos

Lo ocurrido en los últimos años en los ríos de Colombia no tiene precedente. Su


degradación ha llegado a un punto donde se convierten en amenazas para las poblaciones
de muchos territorios, así como para quienes usan su agua y peces de consumo mas allá de
sus riberas por la alta contaminación por mercurio. Los datos de comunidades indígenas,
negras y campesinas afectadas por este fenómeno crece cada día, pero no hay un
diagnóstico completo de esta problemática. Adicional a ello, los ríos reciben una carga
contaminante altísima, tanto en residuos sólidos, orgánicos y químicos, como por la
sedimentación creciente por la deforestación.

6. Carreteras sostenibles

Es claro que una de las mayores apuestas para el desarrollo económico del país está
sustentada en la generación de una infraestructura que permita la articulación de mercados
dentro y fuera del país. Por primera vez Colombia cuenta con un Plan Intermodal de
Transporte pensado en el largo plazo. Sin embargo, aún falta construir la capacidad para
desarrollar carreteras (principalmente), hidrovías y ferrocarriles en el marco de lo que se
denomina “infraestructura verde”.

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Colombia
Un país que piensa desarrollar una industria turística basada en sus atractivos naturales, no
puede seguir planificando y construyendo vías con estándares convencionales (en el mejor
de los casos). Es necesario trabajar conjuntamente entre los sectores de ambiente y
transporte para elevar los criterios de planeación, construcción y mantenimiento, y que ellos
se vean reflejados en los pliegos de contratación publica, ya sea para la Agencia Nacional
de Infraestructura, INVIAS o los entes territoriales. Viajar en Colombia debería ser
sinónimo de avistamiento de fauna silvestre, túneles verdes y áreas de conservación en vez
de potreros, vacas y paisajes inestables por mal uso del suelo.

7. Estándares ambientales para infraestructura, minería, petróleo (y transición


energética)

Los criterios ambientales para los sectores extractivos deberían ser revisados y aumentados,
de manera que se garantice que las empresas que obtengan licencias tengan la capacidad y
experiencia de cumplir con estándares más exigentes de los que existen actualmente.
Debemos aprender de los errores de países vecinos que han permitido la entrada de
compañías de “bajo costo”, que han dejado importantes pasivos ambientales y sociales que
el Estado debe asumir. Hay que recordar que se deben incluir conceptos de zonificación
para determinar las áreas de concentración de la actividad, asi como las de exclusión y/o
restricción.
Construcción de hidroeléctricas, carreteras, minas, pozos, puertos, son el pan de cada día en
los países de la región, así como en Colombia. Se vienen días de intensificación en la
exploración costa afuera, y el país tiene un reto enorme en la regulació esta operación. Ni
hablar de la discusión que se viene por la llegada del fracking. ¿Será posible exigir más y
mejores estándares? ¿Será posible que se empiece a plantear un escenario de transición
energética empezando por el fin del carbón?

8. Control de emisión de gases vehiculares

Las mayores ciudades de Colombia están inmersas en una capa de humo contaminante
derivado principalmente de los vehículos de transporte público y carga. Los efectos en la
salud pública son cada vez mayores, así como la desvalorización de importantes áreas
urbanas. Muchos intereses se mueven alrededor de las iniciativas por endurecer los
controles a las llamadas ‘chimeneas rodantes‘, por lo que iniciativas anteriores en ese
sentido han fracasado.

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Finalmente, vale la pena enumerar brevemente otros temas que mantendrán la atención del
sector ambiental dentro y fuera del país. Las decisiones pendientes del Minambiente como
fortalecer la ANLA y las corporaciones autónomas; las modificaciones a la Consulta Previa
y las consultas populares, la reglamentación sobre vertimientos y las estrategias de
reconversión y la restauración de áreas degradadas por minería. Todo esto en medio de una
realidad internacional donde el efecto Trump está por verse en su real magnitud en los años
que vienen.
La falta de conciencia ambiental no es un problema relacionado directamente con el hombre
como ser aislado, sino con su desarrollo dentro de una cultura. La evolución del hombre está
determinada por su adaptación al medio.

La situación ambiental de Colombia se caracteriza por: Un deterioro agudo del ambiente físico -
biótico y social de los diferentes procesos económicos que en Colombia se han entendido como
desarrollo durante los últimos cincuenta años. Deterioro que se traduce en pérdidas del potencial
natural, en desaparición de recursos naturales, en degradación de los asentamientos, en pobreza
crónica, en acumulación de riqueza, en corrupción, en violencia, en inseguridad y en insurrección;
situaciones que a su vez generan mayor deterioro ambiental en un círculo vicioso difícil de rompe
que mueve continuamente hacia situaciones más críticas.

La aparición de procesos difícilmente reversibles como la urbanización de suelos con potencial


agropecuario en la Sabana de Bogotá y en el Valle del Cauca, la reducción en un 90 por ciento de la
pesca en el río Magdalena, la desertificación de partes del Valle del Cesar, la intoxicación con
mercurio de los lechos de los ríos Cauca y San Juan, la pérdida de la biodiversidad en el Valle del
Cauca, en el Medio Magdalena y en el piedemonte llanero, la destrucción casi total de los bosques
secos tropicales de la costa Atlántica, la contaminación con agroquímicos de los arrecifes de coral
y el desequilibrio de la red de ciudades con la conformación de una metrópoli tugurial de 7
millones de habitantes a 2.650 metros sobre el nivel del mar.

Lo anterior ha sucedido a pesar de que Colombia tiene el mejor historial de construcción de


instituciones ambientales en toda América Latina .

El problema de la conciencia respecto a nuestro entorno se refiere al conocimiento que tenemos


de éste; la educación ambiental debe ser un proceso formativo mediante el cual se busca que el
individuo y la colectividad tomen conciencia de las formas de interacción entre la sociedad y la
naturaleza para que actúen íntegra y racionalmente con su medio lo cual sólo es posible a través
de mecanismos masivos de comunicación.

Causas Inadecuada educación ambiental. Lo que hace inadecuada la educación ambiental no es la


inexistencia de leyes o programas que promuevan su desarrollo en el ámbito escolar o social.

Ante todo se refiere a la dificultad de articular el conocimiento para un diagnóstico


interdisciplinario de la realidad y al alejamiento del sistema educativo del análisis y solución de los
problemas ambientales, especialmente de las comunidades marginadas y, consecuentemente, el
alejamiento del mundo científico de las realidades cotidianas.

Modelo capitalista que promueve una conciencia más económica que ambiental. El modelo
económico predominante enfrenta el problema ecológico en dos sentidos: dando valores
monetarios a los recursos y usando instrumentos para que la actividad económica no afecte el
ambiente.

Ineficacia en la masificación de la información ambiental: El espacio que ocupa el problema


ambiental en los medios de comunicación se ha limitado a la utilización del tema de manera
sensacionalista. El boom de la tendencia ambientalista a escala mundial es materia prima para
espacios masivos poco comprometidos con la concientiozación y la educación ambiental.

La situación de pobreza que genera explotación para la supervivencia: La existencia de pobreza y


de bajos niveles de educación en nuestro país genera un consumo intensivo de recursos naturales
y no permite que la población acceda a tecnologías que sirvan para hacer un uso adecuado del
entorno. Tal es caso de ciertos campesinos que se ven obligados a usar plaguicidas y fertilizantes
para poder subsistir de sus cosechas, trayendo desequilibrios a la fauna y la flora, destruyendo
insectos, intoxicando al ganado, las especies acuáticas e incluso al hombre.

Consecuencias Pérdida y deterioro de recursos naturales: Importantes recursos como los arrecifes
coralinos denotan graves daños en la costa del Caribe y en la de San Andrés; otros como los
manglares y barreras naturales de protección han desaparecido en amplias zonas del Caribe.

Disminución de la calidad de vida por contaminación: Aunque se desconocen con exactitud las
cifras de enfermedades y mortalidad asociadas con las causas ambientales, es bien conocida la
situación de contaminación sonora, atmosférica e hídrica que sufren los centros urbanos. El
aumento de patologías y muertes por diarrea, enfermedad gastrointestinal, cólera, malaria y
dengue hemorrágico, es directamente proporcional a la falta de suministro de agua potable, a las
pésimas condiciones de saneamiento ambiental de gran cantidad de municipios y a la inadecuada
disposición de basuras y residuos tóxicos.

Desarticulación de los procesos culturales con la causa ambiental: Las políticas y programas de
desarrollo no toman en consideración al medio ambiente; tal es el caso de la construcción de
infraestructura y carreteras que no contempla su impacto en el entorno o las reformas agrarias
que desde mitad del siglo XX han propiciado la tala de bosques para abrir las tierras a la agricultura
con la idea de que la abundancia en nuestras selvas no se agota.

-Actualmente en Colombia se deforestan alrededor de 300 mil hectáreas anuales de bosques, de


las cuáles 80 por ciento se destina a colonización.

-A pesar de la riqueza de aguas, aproximadamente el 14 por ciento del territorio nacional sufre de
escasez de este recurso, por mal manejo de cuencas hidrográficas y contaminación.

-Sólo el 5 por ciento de los municipios hacen algún tratamiento a las aguas servidas y a
vertimientos industriales.

-En Colombia se originan 123 millones de toneladas de gases anuales por deforestación y quema
para preparar terrenos agropecuarios, representados en una emisión percápita de 4.5 ton. por
habitante, sólo superada por países como Australia y Canadá. Cuando la emisión anual supera las 3
ton, debería disminuirse por lo menos en un 3 por ciento anual y no aumentarla como está
sucediendo, lo que significaría cambiar totalmente las tasas de deforestación y modificar las
costumbres de colonos y campesinos.
-Los sectores industrial, agropecuario y doméstico producen aproximadamente 8.950 ton. diarias
de materia orgánica contaminada y diariamente se descargan al entorno natural 4.5 millones de
m3 de aguas residuales.

-Tan sólo 7 capitales de departamento cuentan con rellenos sanitarios, aunque no funcionan en las
mejores condiciones; en las demás capitales, los métodos usados son enterrar los residuos,
dejarlos al aire libre o descargarlos en corrientes de agua. Los residuos explosivos, inflamables o
patógenos deben ser manejados en forma diferente pero en nuestro país se conducen junto con
los otros residuos en forma indiscriminada.

Bibliografía -MAYA, Augusto Angel. La cultura como sistema de adaptación al medio. En: El reto de
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-RODRIGUEZ BECERRA, Manuel .La Reforma Ambiental en Colombia. Santa fe de Bogotá. Tercer
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