Al relacionarse de tal manera Jung y Sabina, llegaron los problemas pues Jung era
un hombre casado y ya no debía estar con Sabina por lo que trato de alejarse lo más
que podía de ella, aquí Freud cumple un papel importante como mediador en cierto
punto donde logró que ellos se separaran, así también se da un conflicto entre
Freud y Jung por aquella situación donde Jung se defendió ante Freud diciendo que
eran las ideas de Otto Gross que lo habían influido, ya que predicaba la cura de la
transferencia a través del sexo.
Sabina finalmente logra terminar la relación con él y se va de Suiza. Años después
regresa a Viena a continuar su entrenamiento psicoanalítico y participaba en las
discusiones con Freud. En la última visita a Jung, Sabina, ya casada y embarazada de
su primera hija, le pide que le describa qué significó ella para él. Jung le confiesa que
Emma, su esposa, era el fundamento de su vida, Antonia su amante, era el perfume
del aire y ella, Sabina, su amor, lo más importante para entender lo que le hizo ser el
individuo que era. Sabina volvió a Rusia a practicar el psicoanálisis y la psicología
infantil.