Llamamos pues Edad Media o Medioevo al espacio temporal que se abre entre dos periodos
históricos: por una parte el fin del Mundo Antiguo - tomando como referente la caída del Imperio
Romano de Occidente - y lo que a partir del Renacimiento, es entendido como periodo de transición
hacia lo que hemos comprendido de manera global como Edad Moderna.
Entenderemos que el Medioevo no comienza sólo cuando se agotaron los rebrotes del
espíritu romano en el contexto germánico, sino –como hemos ya dicho- en el espacio de encuentro
entre el Imperio -que decae disgregando sus urbes- con el mundo bárbaro: Europa entra en un largo
proceso de ruralización. Este encuentro va a dar origen a una forma de pensar y narrar el mundo, de
manera original y nueva, a partir de las influencias nacidas de la cristiandad, en una suerte de
maridaje entre Mundo antiguo tardío y la influencia del cristianismo.
Van a ser, particularmente, los ilustrados dieciochescos los que van a generar una impresión del
Medioevo como una época oscura
Los románticos, en cambio, en reacción a estas ideas generan una leyenda áurea que va a constituir
una especie idealización mítica como reacción al prejuicio ilustrado.
También lo posmoderno ha agregado una comprensión de lo medieval como una posición estética
relativa a lo visual y expresado en un interés por lo vernáculo occidental, manifiesto en la moda, la
música y la literatura
Como concepto posee un referente en el pensamiento de San Agustín de Hipona (siglo V) que, para
referirse al tiempo que le toca vivir, entiende al tiempo presente como un tempum intermedium,
entendido como una etapa intermedia y oscura, comprendida como una suerte de ‘intermedio’ entre
el principio de todas las cosas y el tiempo de su culminación.
Aunque, al parecer, el término Edad Media como tal, aparece por primera vez utilizado –tal como
lo usamos todavía- en el trabajo de historiador Flavio Biondo de Forlì, en su obra Historiarum ab
inclinatione romanorun imperii decades (Décadas de historia desde la decadencia del Imperio
romano)1,
El término se va a emparentar desde entonces con el campo semántico relativo a una parálisis del
progreso, de estancamiento cultural, ubicado cronológicamente entre la gloria de la antigüedad
clásica y la maravilla redentora iniciada en el Renacimiento.
El ideario popular va a concebir al Medievo como una época de gentiles caballeros, bellas damas
encerradas en las torres de los castillos y la vida cortesana asociada al goce, el honor y la violencia.
Características históricas
lo medieval será para nosotros, un periodo de continuidad entre el Mundo antiguo y el Mundo
moderno. Al decir continuidad no estamos apelando a una idea ingenua de continuidad como
“progreso”, sino más bien estamos aludiendo a la idea de devenir, de movimiento, que permite
encadenar una serie de hechos tanto de avance como de retroceso; pensemos que el Medioevo surge
desde la disolución del Imperio romano de Occidente, en una fragmentación que llevará a muchos
pueblos a un retorno casi al periodo neolítico en Europa, mientras que en el mundo del Islam
significa un florecimiento y tiempo de expansión. La continuidad aparece cuando nos miramos en
ese periodo como en un espejo que nos permite, de manera cercana o remota, darnos cuenta cómo
hemos llegado a ser lo que somos.
Por otra parte el periodo mismo correspondiente al Medioevo suele dividirse en otros dos
grandes períodos:
Como tiempo histórico, el Medioevo transcurre en un largo periodo de mil años, donde se
albergan hechos y procesos de naturaleza y constitución, muy diferentes entre sí, diferenciados
temporal, espacial y geográficamente, respondiendo a influencias mutuas con otras civilizaciones
con las que se enfrenta o se convive.
Estos hechos que hacen de la Europa medieval una especie de mosaico que se va fusionando
progresivamente dando forma a pueblos, regiones y estilos de vida que sientan las bases del
desarrollo posterior de la configuración y expansión europea
Pese a ser una época estratificada y de clases claras y fijas, no es una sociedad inmovilista; desde
sus orígenes la Edad Media, registra migraciones de pueblos enteros,encarnando una visión del
mundo a partir de la metáfora espiritual de la comprensión de la vida como un viaje
La Edad Media fue fecunda en ensayos de formas políticas nuevas, que van desde el califato
islámico de Córdoba a los poderes universales de la cristiandad latina (Pontificado e Imperio) o el
Imperio bizantino y los reinos eslavos integrados en la cristiandad oriental (los procesos de
aculturación, inculturación y evangelización de los monjes Cirilo y Metodio).
Desde el espectro urbano resurgen las concepciones de las ciudades estado, desde las pequeñas
ciudades episcopales alemanas hasta las repúblicas que mantuvieron imperios marítimos al estilo de
Venecia
Es notable que mucho de los conceptos asociados a lo que entendemos como modernidad irrumpen
en el Medioevo,Otro elemento que evidencia la dimensión dinámica del Medioevo es el choque-
encuentro de civilizaciones ocurrido entre la Cristiandad y el Islam
Me doy por satisfecho si podemos superar prejuicios, conocer y valorar los aportes, las luces y
sombras de un tiempo fascinante y que de una manera u otra ha influido notablemente en la
andadura del mundo Occidental y de la Iglesia hasta nuestros días.
Este período comienza con las oleadas de invasiones de los pueblos bárbaros de la Europa central y
septentrional, que traspasando las fronteras imperiales, llegarán hasta el sur e interior del Imperio
Romano, produciendo un cambio enorme en la vida política y cultural, que fructificará en la Europa
medieval. Durante este período, la población del continente y de las islas fue predominantemente
agrícola, las ciudades decaerán o desaparecerán con las invasiones bárbaras. A su vez, existió en
casi todas partes una sociedad con clases muy claras, sin ninguna movilidad social: los señores
(terratenientes guerreros), dominan y explotan a los siervos; estando todos bajo la autoridad feudal
de un señor más importante.
En cierto modo, también la segunda parte de la Edad Media se divide en dos. La transición
se sitúa en la primera mitad del siglo XIV. El año de la peste negra (1349) es una fecha conveniente
para recordar y marca cambios notables; pues coincide con el comienzo de un largo período de
desastres que afectaron a Francia.
Pero a partir del 1300-1350 comienza a desmoronarse este edificio hasta entonces bien trabado:
A fines del siglo V comienza la disgregación y el olvido de los tratados de federación que los pueblos
bárbaros habían realizado con los romanos, comenzando a actuar como verdaderos soberanos de los
espacios territoriales donde el gobierno imperial se había visto en la necesidad de acogerlos
Cada jefe bárbaro va a comprenderse como soberano de la tierra encomendad, pensando, actuando y
gobernando como soberano de hecho y derecho
Los reinos germano-romanos fueron los siguientes: el reino vándalo africano; los reinos
ostrogodos y longobardos en Italia; los reinos anglosajones en Inglaterra.
La sensación que vive el pueblo romano es la de ser contemporáneos del fin del mundo, van
a ver como el mundo conocido simplemente caía en ruina y comenzaba a desaparecer, sin ser
capaces de percibir el movimiento de cambio hacia un nuevo orden que se impondrá en toda
Europa.
Las consecuencias de este periodo de invasiones en que el mundo bárbaro se sitúa y
posiciona en Europa pueden ser agrupadas de la siguiente manera:
La división y posterior caída del Imperio, proceso iniciado por Teodosio en el 395 significa
la ruptura de la unidad romana que va a ser el espacio de las invasiones de los pueblos germanos
que terminarían con la destrucción del Imperio.
Esta situación va instaurar una separación radical entre Oriente y Occidente; mientras
Occidente se sume en un tiempo de decadencia social y moral, Oriente va a alcanzar un periodo de
apogeo y bienestar que sobrevivirá como Imperio hasta la llegada de los turcos otomanos. Oriente
va a desarrollar una posición de apego férreo a la forma imperial, con una política cultural de
conservación de la cultura antigua especialmente en su sentido y presentación helénica, al punto de
generar un mundo encerrado en sí mismo, con esporádicos contactos con el mundo barbarizado de
Occidente.
Las permanentes invasiones y emigraciones de los pueblos bárbaros destruyeron el Imperio romano de
Occidente y, en gran parte, la civilización romana occidental.
Los continuos saqueos y muertes, las poblaciones reducidas a esclavitud, la destrucción de edificios y
ciudades, acabaron con todo un sistema de vida.
Roma a lo largo del siglo V fue amenazada tres veces: saqueada por los visigodos de Alarico en el 410; en
el 451 San León Magno consiguió que los hunos dirigidos por Atila no la saquearan; en el 455 los
vándalos penetraron en una ciudad que mantenía poco sus antiguos esplendores.
La vida ciudadana desapareció junto con la destrucción de las ciudades y se convirtió en rural y primitiva.
Surgía Occidente, aparecía el medioevo.
La Iglesia salvó la civilización y cuidó, una vez más, a los más pobres y marginados. Los obispos
se convirtieron en piezas importantes de una sociedad en la que la Iglesia irá adquiriendo un lugar
relevante, pues será la única institución que logrará sobrevivir a las oleadas de invasiones bárbaras.
En Occidente la cultura se salvó gracias a los monjes que copiaron los códices que conservaban la
cultura clásica, transmitiendo así a la posteridad los escritos de los autores grecorromanos y también los de
algunos autores de su tiempo como San Isidoro (c. 560-636).
La desaparición de la organización política romana creó un vacío de poder que sólo pudo ser
llenado por la Iglesia, educadora y legisladora de los nuevos pueblos; además de evangelizadora, por
cierto. Ambrosio, Agustín, León y Gregorio fueron, en un sentido real, los padres de la civilización
occidental al incorporar estos pueblos a la comunidad espiritual de la cristiandad.
Consecuencia de este “maridaje” que se fue dando entre la sangre nueva bárbara y la Iglesia, fue
la estrecha unión y casi confusión de las instituciones del Estado con la Iglesia.
Los concilios nacionales de Toledo constituyen un ejemplo elocuente de esto. Recaredo y sus
sucesores convocaban los concilios, dirigían el desarrollo de las sesiones y firmaban las actas. En realidad,
eran al mismo tiempo asambleas eclesiales y asambleas del reino, y de hecho influyeron eficazmente en la
marcha de este. Los obispos crearon una ética de los soberanos marcada por las virtudes de iustitia y
pietas de la antigüedad, objetivaron la soberanía regia como oficio regio e introdujeron la consagración
del rey para fortalecer la autoridad del soberano.
La fuerte organización de la Iglesia: Esta eficiente organización eclesial, heredada por lo demás de
la organización administrativa imperial, era uno de los elementos de su fuerza en una sociedad muy
elemental y poco organizada.
Las mujeres constituyeron un motivo y ayuda especial: Ellas fueron como los agentes
catalizadores que provocaron la conversión de su familia, o mejor dicho, el ingreso de sus familias al
seno de la Iglesia; pues la obra profunda, la lenta preparación de siglos, la profundización de los
pueblos en la fe, fue obra esencialmente de los monjes.
El prestigio del Obispo: resulta sorprendente encontrar tal número de personalidades enérgicas,
emprendedoras, creativas y atrayentes en un grupo humano que conservando lo mejor de la tradición
religiosa y cultural antigua, asumieron con brío la gran obra de evangelizar a los nuevos pueblos.
Junto al clero, los monjes ejercían una profunda acción en el pueblo: no podríamos imaginar la
historia de estos siglos sin la presencia y la acción civilizadora y evangelizadora del monacato.
Hasta el año 476 ninguna población germana se había convertido al catolicismo mientras vivía
fuera de las fronteras del Imperio. Pero, ninguna de estas poblaciones, una vez dentro del Imperio,
permaneció pagana durante más de una generación. La entrada en un nuevo mundo económico y
cultural va seguida de la necesidad de un nuevo mundo espiritual.
El peligro consistió en que el carácter naturalista e instintivo de los germanos pudiera sofocar la elevada
pureza espiritual del cristianismo y multiplicar la superstición.
No se puede comprender el cristianismo medieval, con todo lo que supuso para las generaciones
siguientes, sin conocer el influjo y el aporte de los pueblos bárbaros.
Reino visigodo, núcleo político creado por los visigodos, cuyo asentamiento en la península
Ibérica (el denominado reino de Toledo) se llevó a cabo en el transcurso del siglo VI, finalizó con la
invasión musulmana en el 711. Los visigodos eran un pueblo germano perteneciente al grupo godo, que
recibió ese nombre pues fueron conocidos como los godos de occidente
No existe fusión de razas y en consecuencia de costumbres y culturas sino que, más bien se instala una
coexistencia con algunos niveles de contaminación mutua
En las sesiones del Tercer Concilio de Toledo (589), Recaredo no sólo hace públicamente la profesión de
la fe católica, sino que además anatematiza a Arrio y sus doctrinas.
Hacia la primavera y el verano del 587 las iglesias arrianas fueron decretadas ilegítimas,
expropiadas todas sus pertenencias y sus bienes entregados a los católicos como signo de la
definición como la única y verdadera fe.
Esta situación no sólo significó un triunfo del catolicismo en Hispania sino que transformó al reino en un
Estado teocrático, iniciando una unión entre el trono y el altar que durará largo tiempo: el poder temporal
y el espiritual bajo un mismo régimen
En la cultura, claramente orientada al servicio de la Iglesia, la figura más relevante fue Isidoro de
Sevilla, autor de las célebres Etimologías, En la cultura, claramente orientada al servicio de la
Iglesia, la figura más relevante fue Isidoro de Sevilla, autor de las célebres Etimologías.
Desde finales del siglo VII se recrudeció en la Hispania visigoda la lucha por el poder. En ese clima
se produjo, en el año 711, la invasión de la península Ibérica por los musulmanes, que procedían del
norte de África. La derrota y muerte del rey Rodrigo en la batalla de Guadalete supuso el fin del
poder visigodo en Hispania.
GRANDES HOMBRES DE IGLESIA: SAN GREGORIO MAGNO, PAPA
San Gregorio I (c. 540-604), Papa (590-604), último de los cuatro Doctores de la Iglesia originales.
Fue conocido como Gregorio Magno.
EN EL 579 GREGORIO FUE ENVIADO POR EL PAPA PELAGIO II (PONTIFICADO 579-590) COMO
NUNCIO ANTE EL EMPERADOR EN CONSTANTINOPLA, DONDE INTENTÓ CONSEGUIR AYUDA MILITAR
CONTRA LOS LOMBARDOS, QUE HABÍAN INVADIDO ITALIA Y SE HABÍAN INSTALADO, CREANDO
GRAN PELIGRO, EN LAS PROXIMIDADES DE ROMA.
A SU REGRESO A LA CIUDAD FUE ELEGIDO PAPA EN EL AÑO 590. A PESAR DE SUS ESFUERZOS NO
CONSIGUIÓ AYUDA DE CONSTANTINOPLA CONTRA LOS LOMBARDOS, Y TUVO QUE NEGOCIAR CON
ELLOS.
. LOS 14 LIBROS DE LAS CARTAS DE GREGORIO PROPORCIONAN UNA EXCELENTE FUENTE PARA
CONOCER AL HOMBRE DE SU ÉPOCA. CASI TODAS TIENEN UNA ORIENTACIÓN PRÁCTICA Y MORAL.
MURIÓ EN ROMA EL 12 MARZO DEL AÑO 604. SE CREE QUE FUE CANONIZADO A PETICIÓN POPULAR
TRAS SU MUERTE. SU FESTIVIDAD SE CONMEMORA EL 12 DE MARZO, DÍA DE SU FALLECIMIENTO.
LA “REGLA PASTORAL” DE GREGORIO MAGNO
“Él [el misionero], por tanto, ciertamente debe dedicarse por entero a realizar un ideal de vida. Debe dar
muerte a todas las pasiones de la carne y emprender una vida espiritual. Debe poner a un lado la
prosperidad mundana; no debe temer la adversidad, deseando solamente lo que es espiritual.
En este sentido, notables son los ejemplos de dos grandes misioneros: Santos Cirilo y Metodio (827-869)
y (826?-884), hermanos nacidos en Tesalónica, conocidos como los 'apóstoles de los eslavos'. Formaron
parte de una misión enviada en el año 860 por el Emperador bizantino Miguel III el Beodo, al territorio de
los jázaros, un pueblo tártaro que toleraba todas las creencias y cuyos gobernantes practicaban el
judaísmo.
Cirilo creó el alfabeto eslavo. Fue el alfabeto conocido como glagolítico. Durante los siguientes nueve
años, los hermanos tradujeron los libros del Nuevo Testamento a la lengua vernácula, utilizando estas
traducciones para desarrollar una liturgia eslava. Cirilo murió en Roma. Metodio regresó a Moravia,
ampliando su labor misionera. Fue nombrado arzobispo en el año 869.
Hombres fuertes de gran personalidad, que polarizaban con su predicación y milagros la atención
general de los pueblos misionados.
Conseguidas las primeras conversiones, elegían y consagraban Obispos de las nacientes Iglesias
locales, a personas de su confianza, que proseguían su labor apostólica.
En la Galia: el año 600 la gran mayoría de la población es cristiana, o al menos estaba en contacto con el
cristianismo
En Alemania: las invasiones bárbaras no destruyeron por completo las colonias cristianas
Las Islas Británicas: casi toda Inglaterra fue ocupada al inicio del año 600 por invasores paganos
(daneses, sajones y otros), que se establecieron allí después del retiro de la administración y tropas
romanas. No disponemos de documentos que apoyen la tesis de que haya sobrevivido alguna comunidad
cristiana en la región. Sólo Gales y Cornualles eran totalmente celtas y habían conservado la fe
Al mismo tiempo, el papado imponía su autoridad directa sobre unos pueblos recién convertidos, entre los
cuales gozada de gran prestigio. Esta circunstancia fortaleció en épocas posteriores la posición de Roma
frente el Imperio de Oriente, y luego, le proporcionó su capacidad de resistencia en la lucha contra los
emperadores alemanes.
San Bonifacio (c. 675-754), misionero benedictino anglosajón, apóstol de los pueblos germanos.
misionero benedictino anglosajón, apóstol de los pueblos germanos. De nombre Wynfrid, fue educado
en el monasterio de Nursling, del que llegó a ser abad hacia el 717.
Un año después, el Papa Gregorio II le envió a predicar el cristianismo entre las tribus germanas.
Llamado a Roma por el Papa, en el 723 fue consagrado obispo y recibió una serie de cartas dirigidas al
rey de Austrasia, Carlos Martel, y a todos los príncipes y obispos, en las que se solicitaba que Bonifacio
recibiera la necesaria ayuda para su misión.
Como reconocimiento a sus servicios, el Papa Gregorio III le nombró, en el 731, arzobispo y vicario
pontificio de la Iglesia en tierras germanas.
Bonifacio realizó un tercer viaje a Roma en el 738 y fue designado Legado pontificio en aquellos
territorios. Estableció numerosos arzobispados y obispados, como el de Maguncia (del que fue primer
titular) en el 745.
En el 751, en calidad de legado del papa Zacarías, ungió como rey de los francos a Pipino el Breve. Tras
retirarse a Frisia, fue asesinado por unos paganos en Dokkun.
Bonifacio tuvo el don de la amistad. Supo inspirar una gran confianza como la que manifestaba él a los
demás.
Los puntos siguientes presentan un resumen de aspectos fundamentales de la catequesis y
vida cristiana durante la Alta Edad Media:
El niño no recibe una educación religiosa particular.
Las familias acuden a la Iglesia, asisten a sus servicios religiosos, participan en los sacramentos, se
sienten cristianos.
Están integrados en una sociedad que se identifica como cristiana; pero, individualmente, a menudo
viven una fe poco formada y poco purificada.
En general la cultura bíblica es muy pobre.
Los temas de los predicadores raramente se basaban en la Biblia, sino más bien en las vidas de Santos
Ya durante su destierro en Tréveris y luego en Roma, San Atanasio (293?-373), el gran campeón anti
arriano, obispo y doctor de la Iglesia, comenzó a dar a conocer la existencia del monacato en Occidente.
Pero es sobre todo San Jerónimo el gran difusor de la vida monacal en Europa.
San Jerónimo (c. 345-419), fue un erudito bíblico, Padre y Doctor de la Iglesia, cuya obra más
importante fue la Vulgata; es decir, la traducción de la Biblia al latín. De formación pagana, después de
estudiar en Roma y viajar a Antioquía (donde se convirtió al cristianismo), marchó al desierto y allí vivió
como un asceta y estudió las Sagradas Escrituras. En el 379 fue ordenado sacerdote. Pasó tres años en
Constantinopla con San Gregorio Nacianceno. En el 382 regresó a Roma, donde trabajó como secretario y
consejero del Papa Dámaso I, quien le encargó revisar la antigua traducción de la Biblia; allí empezó a ser
muy influyente.
Su propaganda a favor del ideal monástico encontró un éxito grande, especialmente entre un cierto
número de mujeres, viudas, vírgenes, pertenecientes a la aristocracia senatorial.
San Agustín en su diócesis africana de Hipona. Agustín quiso ser monje al bautizarse, pero la primera
comunidad que había agrupado en torno a sí en su ciudad natal de Tagaste (388), no logró subsistir. Sí
logro fundar una comunidad de clérigos con un estilo de vida monacal, cuando en el año 395, como
obispo de Hipona, organizó un monasterio episcopal, imponiendo a todo su clero la renuncia monástica y
particularmente el voto de pobreza.
De modo semejante, San Martín nombrado obispo de Tours (370-371), no había renunciado a la vida
monacal y reunió también una comunidad de clérigos bajo su dirección.
En definitiva: estas comunidades y otras más de este tipo, tuvieron grandes consecuencias para el
porvenir, abriendo camino a las futuras comunidades de canónigos regulares y a esa interpretación, tan
característica de la Iglesia de Occidente, entre la vida del clero secular y las exigencias de la vida
monástica.
LA SITUACIÓN PREVIA.
El monacato oriental suscitó en Occidente gran cantidad de imitadores de los ascetas del desierto de
Oriente. Surgieron numerosos monasterios, cada uno de los cuales seguía la regla de su fundador y
conservaba su espíritu distintivo. La vida eremítica seguía siendo preferida a la cenobítica; lo cual nos
muestra que seguía siendo fuerte el ideal de los primitivos monjes egipcios. Eremitismo y cenobitismo se
practicaban simultáneamente y en una gran variedad de estilos y reglas. Ante esta diversidad –que denota
una notable vitalidad y a la vez una caótica diversidad– va surgiendo la necesidad de una Regla que
encauce la vida monacal.
En medio de tanta literatura canónica, se hizo cada vez más necesario poner cierto orden para promover
más eficazmente la vida espiritual de estos creyentes y remediar las debilidades y desviaciones. Todo este
preámbulo nos dibuja el ambiente en el que surge San Benito y su Regla, que pretendió unificar las
diversas Reglas monásticas que circulaban en Oriente y Occidente y construir el ansiado Corpus de la
vida monacal
LOS “DIÁLOGOS” DE SAN GREGORIO MAGNO
La figura y la vida de San Benito son conocidas gracias a los Diálogos de San Gregorio Magno (Papa 590-
604). De carácter marcadamente popular, contienen multitud de relatos de toda suerte de hechos
prodigiosos. Los personajes que abundan en los Diálogos ofrecen ejemplos de virtudes a obispos, clérigos,
monjes, vírgenes consagradas a Dios, e incluso a los seglares. Pero predominan los monjes. Se trata de una
obra eminentemente monástica, escrita por el Papa-monje, a petición de los monjes. La figura del monje y
Abad, Benito, adquiere gran relieve, su vida y hechos ocupan todo el libro segundo de los cuatro que
forman la obra.
Los Diálogos fueron escritos entre los años 593-594, es decir, cuando habían transcurrido alrededor de
cuarenta años de la muerte de su héroe principal.
San Benito de Nursia (480?-547?), fundador del monasterio de Montecassino y conocido como el padre
del monacato occidental.
La corrupción de costumbres imperantes en la Urbe lo movió a tomar una determinación radical: quiso
abrazar la vida monástica” . Se retiró a una zona deshabitada cerca de Subiaco, en el valle del río Anio,
donde vivió en una cueva (más tarde llamada la Gruta Santa) durante tres años.
Durante este periodo aumentó su fama de hombre santo, y se acercaban a visitarlo multitud de personas.
Al poco tiempo fueron agregándosele discípulos cada vez más numerosos, con los que llegó a poblar doce
monasterios; cada uno de éstos formado por doce monjes, bajo su propio abad. Él mismo retuvo la
dirección superior de esta comunidad cenobítica y se ocupó personalmente de la formación de los
novicios.
El relato gregoriano no nos proporciona ninguna fecha. Una tradición sin fundamento preciso sitúa el
nacimiento de Benito hacia el año 480. Es probable que la fecha asignada tradicionalmente al traslado de
Benito de Subiaco a Montecassino en el año 529, se aproxime a la realidad.
A Benito le tocó vivir una difícil época, especialmente a partir del año 526, en que murió Teodorico y se
desvanecieron definitivamente los sueños de instaurar un Estado integrado por conquistadores y romanos
vencidos, y más especialmente durante la interminable guerra entre godos y bizantinos (535-551), con su
terrible séquito de matanzas, saqueos, hambrunas e inseguridades.
Actualmente se acepta que la Regla monástica a la que alude San Gregorio Magno, es la llamada
comúnmente Regla de San Benito. Benito, el monje y el Abad de quien habla con tanta admiración San
Gregorio Magno en el segundo libro de sus Diálogos, es incuestionablemente el autor de la Regla de
monjes que lleva su nombre.
5. LA REGLA BENEDICTINA.
Como sucede en las Reglas monásticas, muchos de los capítulos de la RB están yuxtapuestos, sin un lazo
lógico aparente. Con todo, dos importantes secciones se destacan por su homogeneidad: el código
litúrgico y el código penal.
La RB se proclama a sí misma dos veces como “la santa Regla”3. Se atribuye gran importancia como
base del compromiso monástico y como norma permanente de la vida del monje y de la comunidad. La
perseverancia del monje en la vida monástica consiste en permanecer sometido a la obediencia a la Regla
hasta su muerte.
Es esencialmente práctica, aún en sus aspectos espirituales. Se adapta a las circunstancias concretas.
Destinatarios
La RB es una regla cenobítica. Sus destinatarios son los monjes que viven en comunidad perfecta. Al
recorrer sus capítulos hasta el epílogo, caemos en la cuenta que Benito conoce la realidad de las
debilidades humanas de sus monjes, para quienes escribe una regla de iniciación, muy inferior a las
enseñanzas de los Santos Padres Antiguos.
¿Cuál era la procedencia de los monjes? Algunos hermanos habían sido ofrecidos a Dios en el monasterio
siendo niños, podían ser de familias nobles, o pobres (59,1.7.9), otros habían ingresado siendo adultos:
podían ser libres, esclavos o manumitidos (2,20). Ingresaban también clérigos.
Del texto mismo de la RB se deduce que no fue escrita para un sólo monasterio. Se mencionan cenobios
de “diferentes lugares”
6. ORIGINALIDAD DE LA RB.
discreción
Benito asume la doctrina de Casiano acerca de la discretio, como virtud del justo medio que evita los
excesos. Benito señala que las normas monacales han de aplicarse de modo tal, que cada uno se esfuerce
según sus posibilidades y sea capaz de cumplirlas, dejando espacio para progresar continuamente en la
realización del fin deseado: la caridad.
humanidad
La RB posee un hondo valor humano. Rebosa humanidad. Se puede afirmar que Benito es un humanista,
en cuanto considera a la persona no como una abstracción, in ideal desencarnado, sino como algo
concreto, individualizado, que tiene importancia en sí; obviamente se trata aquí de un humanismo
cristiano y específicamente, monástico. San Benito es un Abad experimentado, que conoce la naturaleza
humana. Sabe de sus flaquezas y posibilidades.
autenticidad
Otro rasgo de la RB es su carácter realista. Benito desecha en su Regla todo lo superfluo y artificial; va
derechamente a lo importante: el abad debe recordar lo que se le llama (padre) y serlo de verdad (2,1); el
oratorio debe ser un lugar de oración (52,1). A los enfermos se les servirá como se le sirve a Cristo (36,1).
Los monjes son de verdad tales si viven de su trabajo (48,8).
La escasez de mano de obra (guerra en entre godos y bizantinos entre el 535-53), le obliga a imponer el
trabajo manual a sus monjes, Benito lo acepta como signo de la voluntad divina y lo asume como un
principio: vivir del propio trabajo para ser verdaderos monjes (48,8).
cristocentrismo
Cristo está presente en todas partes, en el corazón mismo de la vida del monje, que es comunión en su
propia vida siguiéndolo en el cumplimiento de los consejos evangélicos
Papado y reino Franco. El Estado Pontificio
El acercamiento del Papado al reino de los francos en el siglo VIII, se explica en primer lugar por
la situación reinante en Italia. Bizancio, la Roma Oriental, no podía ayudar eficazmente a la
Primera Roma contra los longobardos, pues Ella misma tenía que defenderse de las embestidas de
los árabes.
Por otra parte, la controversia de las imágenes4, que se arrastraba desde la década de los años veinte,
distanció aún más a Occidente de la soberanía bizantina. El Papado, con sus abundantes posesiones en la
Península Itálica, exigía una posición relativamente independiente frente al Emperador Bizantino y a su
Exarca en Rávena.
El reino de los francos era el más fuerte en Europa Occidental desde tiempo atrás. Allí, el poder cayó en
manos de los mayordomos de palacio, que haciendo a un lado a los débiles reyes merovingios, asumirán
el poder y la Corona, fundando la nueva dinastía de los reyes carolingios.
Carlos Martel (688-741) es un personaje clave en esta época. Pronto sus sucesores (Pipino el Breve
714-768) con la anuencia del Papa Zacarías (741-752), asumen el poder. Según el modelo bíblico,
seguido ya por los visigodos, el nuevo rey recibía la unción con el crisma.
El papa Esteban II (752-757) pide ayuda al rey Pipino contra los longobardos, éste emprende una
campaña bélica y devuelve territorios romanos que habían sido usurpados por los longobardos;
recibe a cambio la unción regia de manos del Papa.
También recibe el título de patricius romanorum, utilizado por los altos dignatarios bizantinos y
por generales germánicos, y que encerraba la idea de soberanía y la obligación de prestar
protección al Papado.
Tras las campañas militares de los años 754 y 756, el rey franco, en contra de las protestas
bizantinas, mandó restituir al Papado el territorio reconquistado: el ducado de Roma, el exarcado
de Rávena y la pentápolis.
Así nació el Estado Pontificio, al principio sin separación propiamente dicha del Imperio
Romano, separación que se da a conocer por primera vez en la acuñación de monedas y en la
dotación de documentos de los Papas desde el año 781
¿Actuaban ya el Papa y el rey franco bajo la influencia del documento falso, según el cual
el Emperador Constantino habría concedido al Papa una posición imperial, junto con Roma,
todas las provincias, regiones y ciudades de Italia, y los países occidentales, lo que se llamó la
“donación de Constantino”.
2º El período del ejercicio del poder de los mayordomos de Palacio, verá deshacerse la vida
eclesiástica organizada: los obispados y abadías se secularizaron, no se celebraron sínodos ni
concilios. Si bien Carlos Martel (688-741), uno de los más notables mayordomos de Palacio,
salva a la cristiandad occidental del peligro sarraceno, para hacerlo debió saquear los bienes de
la Iglesia y sin pretenderlo, destruir la vida religiosa monacal.
3º Un tercer período, bajo Carlomán y Pipino el Breve, hijos de Carlos Martel, quienes se
manifestaron claramente por una auténtica renovación de la disciplina eclesiástica y una
decidida voluntad de reforma de la Iglesia.
Pipino el Breve fue el verdadero fundador del reino franco. Fue el primero que propuso ideales y
objetivos de gobierno, que su hijo Carlomagno llevó a término.
Vemos cómo desde los últimos años de vida del Imperio de Occidente, hasta el apogeo de la
monarquía franca, la Iglesia de Galia fue cambiando de situación. Al principio no fue sino una
prolongación del cristianismo romano; para luego ser una Iglesia regional y luego territorial,
cuyo gobierno estaba asegurado por el rey.
Al momento de la debacle del Imperio romano de Occidente (siglo V), los obispos fueron las
únicas autoridades que permanecieron y llenaron el vacío de poder dejado por la autoridad civil,
llegando a ser de hecho verdaderas autoridades del país. Esto continuó así durante la dinastía
merovingia, muy débil como para asumir la dirección y construcción de una autoridad fuerte y
centralizada.
Los Obispos, generalmente provenientes de familias ricas y cultas, gobernaban las “ciudades”,
administraban justicia y remediaban las calamidades públicas. Hacia el año 700, la Iglesia era
dueña de la cuarta parte de las tierras cultivadas. Los obispos eran hombres competentes,
designados por el rey y vivían en armonía con los ministros. No se hacía ninguna distinción
política ni social entre obispos francos y romanos; conservando Roma, sin embargo, cierto
prestigio: era la suprema autoridad en materia de doctrina y principios.
Junto con las Iglesias de dependencia episcopal, van apareciendo las Iglesias privadas
dependientes de un Señor feudal. El sacerdote y el culto se sostenían con las oblaciones de pan
y de vino, las ofrendas de Pascua y otras fiestas como con el diezmo a partir de siglo VIII.
El período de gobierno del mayordomo de Palacio Carlos Martel (719-741), suele considerarse
como aquel en que el sistema feudal apareció por primera vez con caracteres bien definidos:
El nivel de civilización había decaído con el derrumbe del Imperio y las oleadas de invasiones
bárbaras. Ya Roma no ejercía la tradicional vigilancia sobre las Iglesias.
Va naciendo una sociedad nueva sobre las ruinas de pasado romano: aumenta la
desigualdad social. Aparece una clase nueva y poderosa de terratenientes guerreros. Las
capas populares pasan a formar parte de la multitud de siervos.
Los nobles luchan denodadamente por el poder. Los obispos actuaron como elementos
influyentes, apoyando a unos u otros. En muchos casos compraron su nombramiento y se
adueñaron de monasterios para consolidar su poder.
El nivel de disciplina religiosa decayó. La transformación de los obispos en señores seculares
y la secularización de la propiedad eclesiástica para hacer frente a la lucha contra los árabes,
empobrecieron a la Iglesia en hombres y recursos.
Carlos Martel para equipar a sus hombres en armas, se apropió de los bienes de la Iglesia y
tuvo que repartir “beneficios” a señores y jefes de tropas, con la donación de tierras.
Se introduce el juramente de fidelidad como elemento de tal transacción.
Muchas Iglesias y monasterios pasan a poder de señores laicos; éstos se aprovechan de las
rentas y daban a los monjes lo justo para sobrevivir.
Los hijos de Carlos Martel (Carlomán y Pipino el Breve), llevaron a cabo una restauración parcial de
la Iglesia, cuyo principal agente fue San Bonifacio. Especialmente Pipino el Breve, reúne sínodos
reformadores, redujo la parte de la propiedad laica arrendando tierras de la Iglesia y estableció la
supremacía de los obispos sobre sus diócesis e instituyó arzobispados, junto con conservar la
amistad de los Papas, sin convertirse en su lacayo.
Carlomagno y la Iglesia
AÑO ACONTECIMIENTO
Cronología: Carlomagno
742 Nace el 2 de abril, probablemente en Aquisgrán, hijo del rey franco Pipino el
Breve.
754 Comienza a acompañar a su padre en diversas campañas militares, como la
conquista de Aquitania y la invasión de Italia en apoyo del papa Esteban II frente
a los lombardos.
768 A la muerte de Pipino, el reino franco es repartido entre sus hijos: Carlomagno
pasa a reinar sobre los territorios de Neustria, Austrasia y el occidente de
Aquitania; en tanto que su hermano Carlomán lo hace sobre Borgoña, Provenza
y el oriente de Aquitania.
770 Se casa con la hija del rey lombardo Desiderio.
Con Carlomagno se creó el Imperio cristiano, una renovación del Imperio Romano pero con
carácter religioso-eclesial. En realidad, fue una idea y una determinación de los Papas. En la
Navidad del año 800 el Papa León III coronó Emperador a Carlomagno con un ceremonial
solemnísimo que recordaba al bizantino.
Del 768 al 814, el Emperador consagró la mayor parte de sus esfuerzos al establecimiento y
gobierno de una gran comunidad cristiana. Carlomagno se comportó siempre como guía
supremo del Imperio cristiano, como Rey-sacerdote, usó a los eclesiásticos como agentes y
consejeros y casi como ministros responsables de un sector particular del Imperio.
Su preocupación por la cultura se plasmó en la obligación que tenían las catedrales de fundar
una escuela en la que se enseñaban los conocimientos elementales
Esta cultura tuvo un carácter marcadamente monástico. Los grandes monasterios fueron los
centros culturales del Imperio carolingio y gracias a ellos el Emperador pudo realizar sus
ambiciosos proyectos de reforma eclesiástica y litúrgica que, en gran medida, contribuyeron a
crear las características de la cristiandad medieval, El latín se convirtió en un lenguaje clerical y
de la cultura también. Esto llevará a que sean clérigos quienes dirijan las cancillerías y las
haciendas imperiales y reales en Occidente.
Carlomagno impuso, también, una reforma litúrgica que adoptó el rito romano como rito
común para todo el Imperio carolingio
Se trató, en una palabra, de renovar la vida espiritual de los fieles, a los que se les inculcó
la necesidad de aprender algunas oraciones y fórmulas devocionales.
EL “CESAROPAPISMO” CAROLINGIO
“Lo nuestro es: según el auxilio de la divina piedad, defender por fuera con las armas y en todas
partes la Santa Iglesia de Cristo de los ataques de los paganos y de la devastación de los infieles,
y fortificarla dentro con el conocimiento de la fe católica.
Lo vuestro es Santísimo Padre: elevados los brazos a Dios como Moisés, ayudar a nuestro
ejército, hasta que gracias a vuestra intercesión el pueblo cristiano alcance la victoria
sobre los enemigos del Santo Nombre de Dios, y el Nombre de Nuestro Señor Jesucristo
sea glorificado en todo el mundo”
Su hijo y sucesor Ludovico Pío no era un hombre talentoso ni con el carácter suficiente para ser
un gran Emperador. Con él comenzó la desintegración del Imperio carolingio. Su vida estuvo
orientada hacia la religión y la vida monástica.
Los asuntos de la Iglesia fueron asumidos por un grupo de obispos formados en los
sínodos de Carlomagno. Ellos y sus sucesores gobernaron la Iglesia franca durante los
cincuenta años siguientes.
El siglo que siguió al derrumbe del poder real en Francia fue en muchos aspectos un siglo oscuro
y terrible
La autoridad desapareció entre las manos de duques y señores feudales, de las cortes y de los
obispos.
A esto se añadió la devastación de los vikingos, con su secuela de muerte, robo y destrucción de
numerosas abadías.
Entonces se produjo una situación que hizo temer el aniquilamiento definitivo de la vida
monástica y de toda disciplina religiosa organizada.