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ONEROSIDAD PROCESAL Y PRINCIPIO DE IGUALDAD Por ADOLFO GELSI BIDART “Instituto Uruguayo de Derecho Procesal” SUMARIO: I. Algunos antecedentes. — II. Proposiciones sobre onerosidad proc: sal y principio de igualdad, en relacién a: A) Seetores del Derecho. B) Fines medios en la relacién seo. C) Tributacién ¢ igualdad “social”. D) =F dad en el derecho a fa defensa y costo del proceso. — III. Conch 1.— ALGUNOS ANTECEDENTES 1. En diferentes trabajos anteriores (1) nos hemos ocupado de los pro- blemas generales y algunos en particular, que plantea la relacién entre proceso y fisco. Asi en especial: A) La doble relacin existente entre las dos ramas del Derecho —Procesal y Fiscal o Tributario—-. El primero es instrumento para la aplicacién del segundo pero, al propio tiempo, la estructura que des- cribe, explica y reglamenta aquél (proceso) es ocasién o fuente de tributos y debe tomarse en cuenta por el segundo, al igual que ocurre con las situa- ciones disciplinadas por el Derecho Sustantivo. B) La incidencia de las exigencias fiscales en la marcha del proceso y la preferencia de éste, como garantia tipica de los derechos, por sobre aque- los requerimientos (principio de la precedencia procesal). (1) Los trabojos anteriores a que nos referimos, son los siguientes: ‘Derecho Procesal y Derecho Tributario” (informe a las 1 Joradas L. A, de D. Tebutarion Montoveleo, 1550, en “Revista Facultad de Derecho y Ciencias Scns” Montevideo, afio 8°, 1956, 'n? 1-2, p. 27 y sigts.; también en “Revista de Derecho Piblico y Privado”, Montevideo, setiembre 1956, p- 199-215), 2.—"Juicio ejecutivo fiscal y cautelares” (en “Revista del Colegio de Abo- ee Gel Uruguay’, 1962, 1. Ty eetot rate i ol fle efocu O ajecutico paralizado” (“Revista de Derecho Pi- bhico y "Prado Mt Monterdca, i, t. 10, ps. mete 2b rma: los juicoe” ("Revista Argentina de Derecho, Procesal”, Bue- noe Aies, 1960" 0? Tr pa. 87-101, también on ha Justicia Uruguay”, Montevideo, 59, Doctrina, ps. 7-18; también en seperata de “Revista de ls Facultad de Deweho de México”, t. 2°, 'enero-junio 1970, n? 77-78, ps. 659-677. Se trata de la Comunicacién al 4° Coagyeso Mexicano ‘de ‘Derecho Procesal,Cuemavaca, abril 1980). 5. "Condena on, coves en el régiinen de Uruguay” (“La Justicia Uruguaya”, 1968, al V Congreso Nacional de Derecho Procesal, t. 58, Doctrina, ps. 21-26, Es la comunicaci é sept, jul Yee de los deberes de probidad y b de las ibid, “fr. “Control por el juez eres uena fe pone ¢ ~ veer en “Revista Argentina de Derecho Procesal” 10 oe n? 3, ps. sobre la cuestién fiscal en el proceso: “Decisién Tuestccs no includes en i mérito en el proceso no-penal uruguayo” (Il, B), prays a las IV Jomadas L. A. de Derecho Procesal, Caracas, abril 1967, publicada en “Revista de la Facultad de Derecho y ‘Gencias Sociales”, Montevideo, 1967, n° 1-2, ps. 71-87). 6.—El presente es una Comunicacién al VII Congreso Nacional de Derecho Procesal (Mendoza, octubre 1972); complementaria del n° 4, ADOLFO GELSI BIDART En el plano de lo légicamente aceptable, esto deberia traer como conse- cuencia la consagracién del principio de la gratuidad, ie. del pago de los gastos del proceso por la comunidad y no por quienes lo utilizan efectiva- mente. C) De consagrarse el principio de la onerosidad el régimen mas adecua- do a la naturaleza positiva del proceso es el que reparte por igual las cargas fiscales entre las partes. D) Desde el punto de vista de la igualdad “social”, resulta indispensable exonerar del pago de los gastos —con efectividad— a quienes carezcan de medios para procurarse una adecuada defensa y actuacién en juicio. E) Corresponde aplicar los tradicionales principios de razonabilidad (evi- tando un peso excesivo de la contribucién que obstaculice en demasia el proceso), simplicidad en el modo de fijarlo, facilidad en la recaudacién y en el pago. 2. En el V Congreso Nacional Argentino de Derecho Procesal se apro- bé el principio de que “el pago de las costas debe correr por cuenta de la parte que resulte vencida, principio del que sélo corresponde apartarse excep- cionalmente” (Salta, julio 1968) (2). 3. En el IV Congreso Mexicano de Derecho Procesal (Cuernavaca, abril 1969) se adopté también el referido principio; se voté favorablemente la adopcién de la gratuidad de los servicios jurisdiccionales, como garantia cons- titucional., Se afiade, ademas, que “la tramitacién del proceso no debe alterarse o entorpecerse en razén de las disposiciones fiscales” (3). 4. En las V Jornadas Latino-Americanas de Derecho Procesal (Bogo- té, junio 1970) se establecen las siguientes conclusiones sobre el tema II: 33a) “Debe consagrarse el principio de la gratuidad de la justicia. Si se establecieren tasas fiscales, estas no deben constituir obstdculo para la impugnacién de las resoluciones judiciales, ni ser causa de desercién o clau- sura del proceso. Dichas tasas pueden reducirse al minimo y ser propos nales al monto del asunto, de modo que no constituyan una grave dificultad para utilizar el proceso. 34a) “Quien carezca de medios econémicos para atender a los gastos del proceso, debe recibir el amparo o beneficio de pobreza que incluiré el patrocinio judicial gratuito a través de los colegios de abogados o por desig- nacién del mismo juez de la causa cuando aquellos no existan o por otro sistema que dé igual resultado” (4)(5). (2) V. las Conclusiones del “V Congreso Nacional de Derecho Procesal” Argentina, en “Revista Argentina de Derecho Procesal”, 1968, n? 2, p. 141 y sigts.; sobre costas, p. 142. (3) V. “IV Congreso Mexicano de Derecho Procesal”, publicado Revista Facultad de Derecho de México, 1971, ps. 564-781. Las Conclusiones, en ps. 779-781. (4) Conclusiones de Has “V.Jornadas Latino-Amevicanaa de Derecho Procesal” (Bo- goté, 1970), en “Estudios de Derecho”, Srgano de la Facultad de Derecho y Ciencias Poli- ticas de la Univenidad de Antioquia, afo 31, 2* época, setiembre 1970, vil. 39, n? 78, p. 389 y sigts.; las Bases sobre onerosidad en los juicios, p. 396; idem en “La Justicia Urugua- ya”, 1971, t. 63, Doctrina, (5)' Guxst-Vescovr “ Baser uniformes para la Reforma de la legislacién procesal ctoil de los paises latino-cmericanos”. Relacién general a las V jomadas L. A. de Derecho ONEROSIDAD PROCESAL Y PRINCIPIO DE IGUALDAD 5. En el V Congreso Internacional de Derecho Procesal el punto fue tratado en el tema II “Liberalizacién y socializacién del proceso”; se hizo especial referencia a la incorporacién de “disposiciones que aseguren el acce- so al Tribunal a todos cualquiera sea su posicién socio econémica (beneficio de pobreza; disminucién o supresién de la incidencia de los gastos del pro- ceso)” (6). 6. En el Proyecto de Cédigo de Procedimiento para Uruguay (febrero 1972) la seccién VIII de la 8 parte (“Del proceso en general”) trata del “costo del proceso”. El cap. 46 desarrolla los “principios”, similares a los de las “Bases” para América Latina de las V Jornadas de Derecho Procesal. El cap. 47 se refiere a la auxiliatoria de pobreza. El alcance de ésta es el siguiente: “no pagar4 (el auxiliado) ningin gasto y tendré derecho a ser asistido gratuitamente por abogado o por procurador de la matricula en su caso”, salvo si mejora de fortuna, 0 si obtiene resultado econémico del juicio y hasta el importe de 1/3 del mismo (art. 320) (7) (8). IL — PROPOSICIONES SOBRE ONEROSIDAD PROCESAL Y PRINCIPIO DE IGUALDAD A) Sectores del Derecho. 7. El primer aspecto en que el principio de igualdad se manifiesta es en el orden cientifico-técnico, Ambos son, en rigor, inseparables, cuando se trata de una ciencia de derecho positivo, por cuanto la técnica de aplicacién de los conocimientos a la practica (profesional) deriva de manera inmediata de aquélla, = (Bogoté, 1970) en “Estudios de Derecho, citado, nota 4, ps. 293-360; el Cap. X, 74-75-16, ‘se refiere a “la onerosidad en los juicids” (red, Cris estableciendo tos ios de: “gratuidad u onerosidad”. eens por el primero (B. 74, n? 1 y 2); e le prevalecer el segundo, la onerosidad no obstar4 al desarrollo del proceso (aboticién Gel “solve ct repete”; no se decretaré la eldusula del. proceso por no pazarse los tributos; id. n° 3; “igualacién econémica” (gratuidad para el que carezca de recursos; igual solucién para el contrario, hasta la terminacién del proceso; B. 75); “racionalidad del gravamen” (limites méximos, segin el monto del asunto; exclusién del criterio del nimero de dili- gencias; B. 76); “facilidad en el pago” y garantia para el fisco (B. 77); v, Fundamento, Fe, 958-50, ‘También en “La Justicia Unaguaya’, IO71, . 68, Doctrina, ps. 1-49; el cap. en ps. 41-42. (6) V. “V Congreso Internacional de Derecho Procesal. Intervenciones Orales de los de Uruguay” en “La Justicia Uruguaya”, 1972, t. 65, Doctrina, ps. 1-10, el tema en ps. 3-5; la cita del fee ae El informe nacional de D. Barrios de Pingelis, en “La Justicia Uruguaya”, 1972, t. 64, Doctrina, ps, 37-55, especialmente N° 8. (7) Vide, “R. O. del Uruguay. Cimara de Representantes, Repartido n? 60/1972. An- tecedentes legislativos. Cédigo de Procedimiento Civil - Proyecto y exposicién de motivos. XL. Legislatura”, Ver arts. 310-320 (ps. 104-107) y Exposicién de Motivos (red. Gust Vescovt). “En esta seccién se Lee = los principios procesales que deben regir la rela- de jerarquia procelal (In defensa en juicio jpedida por aes te os) igualdad eoondeicn (aplicacién del principio de igualdad ante Ja ley); racionalidad gravamen” (p. 185). (8) Gumus “Proceso y garantis de Derechos humanos” (sep. Revista de Derecho to Sberogsericana, Madi, ime n° dem 27-54); se sebala ‘entre otros aspectos de igualdac a las partes en el econémico (auxiliatoria de Pre ete y (p48); de’ igual modo, Guar enV Conareno Inter- wenciones Orales de Delegados de Uruguay”, sobre “Liberalizacién y socializacion del proceso”, 0. cit. p. 8; en “Proteceién procesal de derechos humanos”, p. 9; en “Mesa yedonda’ sobre garantias constitucionales del proceso civil”, p. 10. 349 ADOLFO GELSI BIDART La igual consideracién de los sectores cientificos, es obvio subrayarla, pero lo que puede recordarse es la misma conclusién en orden a los aspectos de Derecho Positivo, en plano comparativo, Estamos en presencia de dos sectores de Derecho Publico, con el agregado de que el Derecho Procesal se ocupa del funcionamiento (en su totalidad) de uno de los poderes del Esta- do, del ejercicio de una de las potestades piblicas fundamentales. El interés promovido es social o publico y la significacién del mismo en cada sector no es parangonable; por un lado encarnar la justicia (y los otros valores concordantes: paz, seguridad, etc.) cuando no es espontdneamente aplicada. Por el otro, el interés financiero del Estado, que si bien resulta también necesario, no se encuentra ni por el rango de los valores (econémi- cos), ni por la amplitud de su alcance (slo un aspecto restringido del inte- rés general), en igual nivel que el interés prevalente en Derecho Procesal. 8 El principio resultante es que no puede subordinarse al interés fiscal, el interés de la justicia; éste debe prevalecer. De ahi que se afirme el principio de la gratuidad en el proceso para quienes deben usarlo 0, al menos, el de que las necesidades fiscales no pueden obstar o dificultar la actuacién procesal ni del tribunal (que en todos los paises actia en papel simple, con prescindencia de la tributacién en s{ mis- mo), ni de las partes (abolicién del “solve et repete”; idem. de la clausura de procedimientos o del impedimento de actuar por no regularizar la situa- cién fiscal-procesal). B) Fines y medios en la relacién proceso-fisco. 9. En definitiva aqui se plantea una doble relacién (una relacién “cru- zada”) entre lo procesal y lo tributario. El proceso es medio para que pueda satisfacerse el interés fiscal-legal o, si se prefiere, para que se aplique el Derecho Tributario, cuando de otra manera no puede o no debe ser satisfecho (asi: proceso ejecutivo-fiscal; pro- ceso necesario contencioso-aduanero). La instrumentalidad del proceso tiene aqui igual sentido que para el resto de las ramas sustantivas. E] problema de la igualdad se planteard, en el desenvolvimiento del pro- ceso y en su definicién (igualdad ante la aplicacién de la ley en el caso concreto) lo mismo que en todas las restantes esferas del proceso especial (0 por materias). Aqui el proceso esté (como siempre) al servicio del Derecho Sustantivo, es medio para que se logre el fin de obtener la aplicacién del Derecho Tri- butario. 10. Por otra parte, el Derecho Tributario toma al proceso como origen de tributacién, en todos los casos, ya se adopte la tributacién especial (im- puesto o tasa de justicia: aqui el proceso o determinados actos como fuente tributaria) o aumente la tributacién general para solventar los gastos de justicia. El problema no es si el funcionamiento de la justicia es 0 no oneroso ONEROSIDAD PROCESAL Y PRINCIPIO DE IGUALDAD (que indudablemente lo es) (9), sino quien debe abonar esa indudable carga financiera. En otros términos, cémo se distribuye la misma. La solucién deriva de razones de politica tributaria (mayor o menor vinculacién del costo con los usuarios), pero debe tener presente las de politica procesal y la significacién mayor o menor que se atribuye al proceso, como “garantia del derecho objetivo y de los derechos subjetivos”. Desde este ultimo punto de vista la maxima facilitacién del acceso y de la actuacién en el proceso, se transforma en una aplicacién efectiva del prin- cipio de igualdad en relacién a todos los (sujetos de los) derechos y, como consecuencia, en el funcionamiento del proceso que est4 a su servicio. 11. Todavia cabe subrayar que esta 2# relacién (el proceso “ocasién” de tributacién), vuelve a darse el proceso como instrumento al servicio del Derecho Tributario: resulta indispensable determinar el o los medios pro- cesales necesarios, para que pueda obtenerse la correspondiente tributacién: volvemos a la 1# indicacién (sub 9), con la peculiaridad-de que el proceso, cuando es fuente de tributacién, aparece al propio tiempo como asiento de la misma y como instrumento para lograrla. C) Tributacién procesal e igualdad “social”. 12. La opcién por la “gratuidad procesal para el usuario como tal”, que consagran Colombia, México y otros paises, suprime uno de los problemas procesales clasicos, el del beneficio o auxiliatoria o asistencia al carente de recursos suficientes para litigar. Debe afiadirse, adem4s, que el problema es mucho més complejo del que aparenta la simple oposicién “rico-pobre”, atento a toda la gama de situa- ciones econémicas que esto encubre y las trabas indudables que para la mayoria de los sujetos juridicos, implica el tener que abonar las tasas judi- ciales. El costo del proceso es un problema adicional al del proceso mismo, que por tratarse (aun el voluntario) de una “lucha” por una solucién juridica determinada, supone grave dificultad para el que accede a él, maxime si se trata del demandado, del convocado a juicio sin su iniciativa, probablemente contra su voluntad. 13. El principio de igualdad encarado en el Hamado (al menos desde la 1? guerra mundial) plano “social” 0 social propiamente dicho o especifico (el plano del Derecho es siempre social). Significa, en lo que consideramos ahora, que cada parte debe ser colocada en el proceso, en plena igualdad juridica, superando las trabas que su situacién socio-econémica le plantea en el caso concreto. Como consecuencia, el que carezca de recursos debe ser asistido para que pueda litigar como si los tuviera, lo cual en la practica significa que (9) En el IV Congreso Mexicano de D. Procesal (0. cit.. p. 780), se_subrayé (Anexo 2. Conclusiones” del referido tema) “1° El problema de la onerosidad en los micios pertenece especificamente a un programa de politica procesal... 2° La onerosidad del presupuesto financiero del proceso. no ser pricticamente eliminada: frente al derecho a la tutela juridica (accién como subjetivo piblico contra el Estado), la prestacién de la actividad jurisdiccional es siempre onerosa”. 351 ADOLFO GELSI BIDART “otro paga por él”, Sea la comunidad directamente; sea indirectamente por medio de los servicios sociales o de seguridad social; sea eventualmente su contrario si es condenado. La primer consecuencia del principio de la igualdad procesal viene a ser, frente a la tributacién que el que no puede no la paga y puede actuar Jo mismo en el proceso. En otros términos: la tributacién no es requisito “sine qua non” para actuar en el proceso. 14. Otra de las consecuencias que suele plantearse (en el plano del riesgo de la tradicional “litigiosidad procesal”) es Ja proteccién de quien puede pagar el proceso, frente a quien est4 exonerado de pagarlo, La solucién estrictamente procesal es la de acordar a todas las partes el mismo beneficio, durante la tramitacién del proceso, para que no se vea ésta entorpecida, sin perjuicio de Jas soluciones definitivas que se adopten en la sentencia (10). D) Igualdad en el derecho de defensa y costo del proceso. 15. Para actuar en el proceso de mancra adecuada y obtener la defensa de su derecho, cuando se carece de medios econémicos suficientes, se requiere, ademés de no pagar los gastos de tributacién procesal (la cuenta del fisco), obtener una defensa profesional equiparable a la de quien litiga contra el auxiliado de pobre. Aqui en cierto modo se da el aspecto mds importante de la “igualacién” social, dada la trascendencia que reviste la defensa en juicio. El problema resulta ser eminentemente practico y aqui los factores socia- les, econémicos y psicolégicos revisten un papel singular, por lo cual no resulta facil obtener un régimen de plena aceptacién por todos. 16. Lo primero, requerido por la concepcién misma de la necesidad de asistencia letrada en el proceso, es la afirmacién de que la asistencia al que carece de recursos debe completarse con la asistencia Jetrada en pie de igualdad con su contrario. Lo cual trae consigo, ademés, la determinacién de si se paga y quién pa- ga los servicios del letrado que asiste al declarado pobre conforme a la ley. Las soluciones pueden ser variadas: examinaremos algunas. 17. El principio de igualdad aqui se refiere por un lado a los justiciables y, por otro, a los abogados: el trato igual debe darse en cada plano (todos los... justiciables o abogados entre si). Para los primeros, significa que cada parte debe tener derecho a: a) ele- gir libremente su propia defensa y b) obtener una defensa, en principio tan adecuada como la que pueda lograr su contraparte. (10) La Constitucién del Uruguay establece, desde 1934: “La justicia serd gratuita para los declarados pobres_con arreglo a la ley” (garantia constitucional de la igualdad ‘social” en el proceso). “En los pleitos en que tal declaracién se hubiere 3 favor del demandante (la equiparacién se hace exclusivamente en favor del convocado, contra su voluntad, no por su iniciativa, al juicio) el demandado gozaré del mismo beneficio hasta Ia sentencia definitiva, la cual no consolidard si declara la ligereza culpable del demandante en el ejercicio de su accién” (art. 254). ONEROSIDAD PROCESAL Y PRINCIPIO DE IGUALDAD La libertad de eleccién nos parece fundamental por Ia relacién inter-per- sonal que es necesaria (mas que conveniente) para que la asistencia legal se efectiie en toda su dimensién (libertad de eleccién, por tanto). La adecuacién de la defensa se refiere a la que puede realizar un abogado que se dedique a la causa y que tenga los conocimientos requeridos por ésta. Se igualaré socialmente al “declarado pobre conforme a la Jey”, si su ca- rencia de recursos no le impide elegir al abogado que entienda conveniente y éste puede dedicarse a la causa con igual intensidad que a Jas remuneradas que atiende. Para los abogados el principio de igualdad radica en que no exista un re- cargo de defensas gratuilas en unos més bien que en otros y, en general, que a igual trabajo concurra una similar remuneracién. cultad radica en encontrar soluciones, que al propio tiempo apli- quen el principio de igualdad en los dos planos, de manera eficaz. 18. El elemento para esta igualacién, radica en una educacién adecua- da, que tiene que realizar la Facultad de Derecho para desarrollar el sentido de fraternidad que deben tener los hombres que ejercen el derecho, con el fin de volcarlo en el servicio de sus clientes. Se comprende que esto es lento, pero puede realizarse al propio tiempo que todos los demés intentos, con la particularidad de que es lo unico que puede solucionar integralmente el problema. Tarea para educadores, pues, co- mo siempre impostergable y decisiva. En el plano legislativo, la norma puede establecer la obligacién de defen- der gratuitamente a los declarados pobres conforme a la ley (C. Org. Trib. art. 233): se comprende que si no existe el espiritu que mencionaramos antes, este solo no basta en su aplicacién practica. 19. Las soluciones institucionales para suplir la defensa no absolutamen- te libre pueden ser de diferente indole: a) Creacién de cargos de defensores para las personas de escasos recur- sos, lo cual tiene el inconveniente de limitar (practicamente suprimir) el de- recho de elegir al propio profesional, Esto concurre igualmente en el caso del consultorio juridico (la clinica juridica) de la Facultad o de instituciones par- ticulares. b) Distribuir la carga entre todos los profesionales por igual, creando tur- nos o guardias jurfdicas, como en el caso de los tribunales, con igual objecién que el caso anterior. El juez debe ser cualquiera que no podamos elegir (im- parcialidad); el abogado, quien nos merezca confianza personal, c) Idem anterior, pero manteniendo la posibilidad absoluta de seleccién, con lo cual puede vulnerarse el principio de igualdad entre los abogados, lo cual puede proyectarse al plano socio-econémico, dadas Jas dificultades ac- tuales. d) Idem anterior, pero estableciendo remuneracién para el profesional, mediante un sistema de seguros; 0 de fondo profesional que administre el Co- legio de Abogados con esa finalidad y que se financie con un porcentaje de ADOLFO GELSI BIDART los honorarios cobrados por toda la profesién; o de fondo profesional de toda Ja profesién y que, en todos los casos, administre y abone el Colegio de Abo- gados. Las dos tiltimas soluciones c) y d) podrian funcionar con cierta adecua- cién, en la medida en que exista una profesién organizada de manera obli- gatoria y eficaz (11) (12). III. — Concrusiones 20. 19— (Ignaldad y gratuidad genérica). 1. El principio de igualdad en la distribucién de las cargas sociales, de acuerdo a las posibilidades de cada uno y a la situacién concreta en que se encuentra, debe recibir una particular aplicacién cuando se trata del proceso, por la naturaleza de éste y su “funcidn social” (garantia constitucional de los derechos). 2. Podria incluso sostenerse que no existe igualdad si los que se ven obli- gados a acudir a este medio —reputado excepcional— deben, ademés, pagarlo, siendo asi que en el funcionamiento adecuado del proceso esté en juego un interés social fundamental. Esta seria una base peculiar para sostener la nece- sidad de que la sociedad, en su conjunto. solvente los gastos del proceso, 2° — (Igualacién social y auxiliatoria de pobreza). 1. Si se opta por el proceso oneroso, un complemento reclamado para evitar que las diferencias socio-econémicas desigualen a los hombres en el pro- ceso, es la exoneracién de tributos a quienes carecen de recursos al efecto. 2. Esta exoneracién debe regirse por criterios amplios que consideren mas lo social que lo estrictamente econémico. 3. Si una de las partes es auxiliado de pobre, debe consagrarse la misma franquicia para su contrario, durante la tramitacién del proceso, para realizar el contrapeso que mantiene la igualdad, 3? — (Igualacién social y derecho de defensa). 1. No existe verdadera igualdad en cuanto al derecho de defensa, si las diferencias socio-econémicas impiden la libre eleccién del profesional o la ade- cuada realizacién de Ja defensa. 2. Tampoco hay igualdad entre los profesionales, si no se distribuyen en- tre todos de similar manera, las cargas profesionales de la defensa gratuita. 3. Para asegurar la defensa de cada hombre por igual se requiere una edu- cacién efectiva inspirada en el servicio del hombre y un régimen de distribu- cién de las defensas que asegure también la igualdad entre los profesionales (seguro social; defensa asegurada por el Colegio con fondos administrados por éste; etc.). (11) Pepro Araconeses en el IV Congreso Mexicano (cit.) propuso: “El Estado debe proporcionar la asistencia juridica a quien carece de ella, como sistema de seguridad ‘( oF wok rte Reglament legal de la Abogac: 12) V. Geist “Colegiacién y Re, tacién Al ‘ia en Uruguay”, separata de la “Revista del Colegio de Abogados de La Plata”, 1961, n°°8.

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