ONEROSIDAD PROCESAL Y PRINCIPIO DE IGUALDAD
Por ADOLFO GELSI BIDART
“Instituto Uruguayo de Derecho Procesal”
SUMARIO: I. Algunos antecedentes. — II. Proposiciones sobre onerosidad proc:
sal y principio de igualdad, en relacién a: A) Seetores del Derecho. B) Fines
medios en la relacién seo. C) Tributacién ¢ igualdad “social”. D) =F
dad en el derecho a fa defensa y costo del proceso. — III. Conch
1.— ALGUNOS ANTECEDENTES
1. En diferentes trabajos anteriores (1) nos hemos ocupado de los pro-
blemas generales y algunos en particular, que plantea la relacién entre proceso
y fisco. Asi en especial: A) La doble relacin existente entre las dos ramas
del Derecho —Procesal y Fiscal o Tributario—-. El primero es instrumento
para la aplicacién del segundo pero, al propio tiempo, la estructura que des-
cribe, explica y reglamenta aquél (proceso) es ocasién o fuente de tributos
y debe tomarse en cuenta por el segundo, al igual que ocurre con las situa-
ciones disciplinadas por el Derecho Sustantivo.
B) La incidencia de las exigencias fiscales en la marcha del proceso y
la preferencia de éste, como garantia tipica de los derechos, por sobre aque-
los requerimientos (principio de la precedencia procesal).
(1) Los trabojos anteriores a que nos referimos, son los siguientes:
‘Derecho Procesal y Derecho Tributario” (informe a las 1 Joradas L. A, de
D. Tebutarion Montoveleo, 1550, en “Revista Facultad de Derecho y Ciencias Scns”
Montevideo, afio 8°, 1956, 'n? 1-2, p. 27 y sigts.; también en “Revista de Derecho Piblico
y Privado”, Montevideo, setiembre 1956, p- 199-215),
2.—"Juicio ejecutivo fiscal y cautelares” (en “Revista del Colegio de Abo-
ee
Gel Uruguay’, 1962, 1. Ty
eetot rate i ol fle efocu O ajecutico paralizado” (“Revista de Derecho Pi-
bhico y "Prado Mt Monterdca, i, t. 10, ps. mete 2b
rma: los juicoe” ("Revista Argentina de Derecho, Procesal”, Bue-
noe Aies, 1960" 0? Tr pa. 87-101, también on ha Justicia Uruguay”, Montevideo,
59, Doctrina, ps. 7-18; también en seperata de “Revista de ls Facultad de Deweho de
México”, t. 2°, 'enero-junio 1970, n? 77-78, ps. 659-677. Se trata de la Comunicacién al 4°
Coagyeso Mexicano ‘de ‘Derecho Procesal,Cuemavaca, abril 1980).
5. "Condena on, coves en el régiinen de Uruguay” (“La Justicia Uruguaya”, 1968,
al V Congreso Nacional de Derecho Procesal,
t. 58, Doctrina, ps. 21-26, Es la comunicaci
é sept, jul Yee de los deberes de probidad y b de las ibid,
“fr. “Control por el juez eres uena fe pone ¢
~ veer en “Revista Argentina de Derecho Procesal” 10 oe n? 3, ps.
sobre la cuestién fiscal en el proceso: “Decisién Tuestccs no includes en
i mérito en el proceso no-penal uruguayo” (Il, B), prays a las IV Jomadas L. A. de
Derecho Procesal, Caracas, abril 1967, publicada en “Revista de la Facultad de Derecho y
‘Gencias Sociales”, Montevideo, 1967, n° 1-2, ps. 71-87).
6.—El presente es una Comunicacién al VII Congreso Nacional de Derecho Procesal
(Mendoza, octubre 1972); complementaria del n° 4,ADOLFO GELSI BIDART
En el plano de lo légicamente aceptable, esto deberia traer como conse-
cuencia la consagracién del principio de la gratuidad, ie. del pago de los
gastos del proceso por la comunidad y no por quienes lo utilizan efectiva-
mente.
C) De consagrarse el principio de la onerosidad el régimen mas adecua-
do a la naturaleza positiva del proceso es el que reparte por igual las cargas
fiscales entre las partes.
D) Desde el punto de vista de la igualdad “social”, resulta indispensable
exonerar del pago de los gastos —con efectividad— a quienes carezcan de
medios para procurarse una adecuada defensa y actuacién en juicio.
E) Corresponde aplicar los tradicionales principios de razonabilidad (evi-
tando un peso excesivo de la contribucién que obstaculice en demasia el
proceso), simplicidad en el modo de fijarlo, facilidad en la recaudacién y
en el pago.
2. En el V Congreso Nacional Argentino de Derecho Procesal se apro-
bé el principio de que “el pago de las costas debe correr por cuenta de la
parte que resulte vencida, principio del que sélo corresponde apartarse excep-
cionalmente” (Salta, julio 1968) (2).
3. En el IV Congreso Mexicano de Derecho Procesal (Cuernavaca, abril
1969) se adopté también el referido principio; se voté favorablemente la
adopcién de la gratuidad de los servicios jurisdiccionales, como garantia cons-
titucional.,
Se afiade, ademas, que “la tramitacién del proceso no debe alterarse o
entorpecerse en razén de las disposiciones fiscales” (3).
4. En las V Jornadas Latino-Americanas de Derecho Procesal (Bogo-
té, junio 1970) se establecen las siguientes conclusiones sobre el tema II:
33a) “Debe consagrarse el principio de la gratuidad de la justicia. Si
se establecieren tasas fiscales, estas no deben constituir obstdculo para la
impugnacién de las resoluciones judiciales, ni ser causa de desercién o clau-
sura del proceso. Dichas tasas pueden reducirse al minimo y ser propos
nales al monto del asunto, de modo que no constituyan una grave dificultad
para utilizar el proceso.
34a) “Quien carezca de medios econémicos para atender a los gastos
del proceso, debe recibir el amparo o beneficio de pobreza que incluiré el
patrocinio judicial gratuito a través de los colegios de abogados o por desig-
nacién del mismo juez de la causa cuando aquellos no existan o por otro
sistema que dé igual resultado” (4)(5).
(2) V. las Conclusiones del “V Congreso Nacional de Derecho Procesal” Argentina,
en “Revista Argentina de Derecho Procesal”, 1968, n? 2, p. 141 y sigts.; sobre costas, p. 142.
(3) V. “IV Congreso Mexicano de Derecho Procesal”, publicado Revista Facultad de
Derecho de México, 1971, ps. 564-781. Las Conclusiones, en ps. 779-781.
(4) Conclusiones de Has “V.Jornadas Latino-Amevicanaa de Derecho Procesal” (Bo-
goté, 1970), en “Estudios de Derecho”, Srgano de la Facultad de Derecho y Ciencias Poli-
ticas de la Univenidad de Antioquia, afo 31, 2* época, setiembre 1970, vil. 39, n? 78, p.
389 y sigts.; las Bases sobre onerosidad en los juicios, p. 396; idem en “La Justicia Urugua-
ya”, 1971, t. 63, Doctrina,
(5)' Guxst-Vescovr “ Baser uniformes para la Reforma de la legislacién procesal ctoil
de los paises latino-cmericanos”. Relacién general a las V jomadas L. A. de DerechoONEROSIDAD PROCESAL Y PRINCIPIO DE IGUALDAD
5. En el V Congreso Internacional de Derecho Procesal el punto fue
tratado en el tema II “Liberalizacién y socializacién del proceso”; se hizo
especial referencia a la incorporacién de “disposiciones que aseguren el acce-
so al Tribunal a todos cualquiera sea su posicién socio econémica (beneficio
de pobreza; disminucién o supresién de la incidencia de los gastos del pro-
ceso)” (6).
6. En el Proyecto de Cédigo de Procedimiento para Uruguay (febrero
1972) la seccién VIII de la 8 parte (“Del proceso en general”) trata del
“costo del proceso”.
El cap. 46 desarrolla los “principios”, similares a los de las “Bases” para
América Latina de las V Jornadas de Derecho Procesal.
El cap. 47 se refiere a la auxiliatoria de pobreza. El alcance de ésta es
el siguiente: “no pagar4 (el auxiliado) ningin gasto y tendré derecho a ser
asistido gratuitamente por abogado o por procurador de la matricula en su
caso”, salvo si mejora de fortuna, 0 si obtiene resultado econémico del juicio
y hasta el importe de 1/3 del mismo (art. 320) (7) (8).
IL — PROPOSICIONES SOBRE ONEROSIDAD PROCESAL Y PRINCIPIO DE IGUALDAD
A) Sectores del Derecho.
7. El primer aspecto en que el principio de igualdad se manifiesta es
en el orden cientifico-técnico, Ambos son, en rigor, inseparables, cuando se
trata de una ciencia de derecho positivo, por cuanto la técnica de aplicacién
de los conocimientos a la practica (profesional) deriva de manera inmediata
de aquélla,
= (Bogoté, 1970) en “Estudios de Derecho, citado, nota 4, ps. 293-360; el Cap. X,
74-75-16, ‘se refiere a “la onerosidad en los juicids” (red, Cris estableciendo tos
ios de: “gratuidad u onerosidad”. eens por el primero (B. 74, n? 1 y 2); e
le prevalecer el segundo, la onerosidad no obstar4 al desarrollo del proceso (aboticién
Gel “solve ct repete”; no se decretaré la eldusula del. proceso por no pazarse los tributos;
id. n° 3; “igualacién econémica” (gratuidad para el que carezca de recursos; igual solucién
para el contrario, hasta la terminacién del proceso; B. 75); “racionalidad del gravamen”
(limites méximos, segin el monto del asunto; exclusién del criterio del nimero de dili-
gencias; B. 76); “facilidad en el pago” y garantia para el fisco (B. 77); v, Fundamento,
Fe, 958-50, ‘También en “La Justicia Unaguaya’, IO71, . 68, Doctrina, ps. 1-49; el cap.
en ps. 41-42.
(6) V. “V Congreso Internacional de Derecho Procesal. Intervenciones Orales de los
de Uruguay” en “La Justicia Uruguaya”, 1972, t. 65, Doctrina, ps. 1-10, el tema
en ps. 3-5; la cita del fee ae El informe nacional de D. Barrios de Pingelis, en “La
Justicia Uruguaya”, 1972, t. 64, Doctrina, ps, 37-55, especialmente N° 8.
(7) Vide, “R. O. del Uruguay. Cimara de Representantes, Repartido n? 60/1972. An-
tecedentes legislativos. Cédigo de Procedimiento Civil - Proyecto y exposicién de motivos.
XL. Legislatura”, Ver arts. 310-320 (ps. 104-107) y Exposicién de Motivos (red. Gust
Vescovt). “En esta seccién se Lee = los principios procesales que deben regir la rela-
de jerarquia procelal (In defensa en juicio
jpedida por aes te os) igualdad eoondeicn (aplicacién del principio
de igualdad ante Ja ley); racionalidad gravamen” (p. 185).
(8) Gumus “Proceso y garantis de Derechos humanos” (sep. Revista de Derecho
to Sberogsericana, Madi, ime n° dem 27-54); se sebala ‘entre otros aspectos de
igualdac a las partes en el econémico
(auxiliatoria de Pre ete y (p48); de’ igual modo, Guar enV Conareno Inter-
wenciones Orales de Delegados de Uruguay”, sobre “Liberalizacién y socializacion del
proceso”, 0. cit. p. 8; en “Proteceién procesal de derechos humanos”, p. 9; en “Mesa
yedonda’ sobre garantias constitucionales del proceso civil”, p. 10.
349ADOLFO GELSI BIDART
La igual consideracién de los sectores cientificos, es obvio subrayarla,
pero lo que puede recordarse es la misma conclusién en orden a los aspectos
de Derecho Positivo, en plano comparativo, Estamos en presencia de dos
sectores de Derecho Publico, con el agregado de que el Derecho Procesal se
ocupa del funcionamiento (en su totalidad) de uno de los poderes del Esta-
do, del ejercicio de una de las potestades piblicas fundamentales.
El interés promovido es social o publico y la significacién del mismo en
cada sector no es parangonable; por un lado encarnar la justicia (y los otros
valores concordantes: paz, seguridad, etc.) cuando no es espontdneamente
aplicada. Por el otro, el interés financiero del Estado, que si bien resulta
también necesario, no se encuentra ni por el rango de los valores (econémi-
cos), ni por la amplitud de su alcance (slo un aspecto restringido del inte-
rés general), en igual nivel que el interés prevalente en Derecho Procesal.
8 El principio resultante es que no puede subordinarse al interés fiscal,
el interés de la justicia; éste debe prevalecer.
De ahi que se afirme el principio de la gratuidad en el proceso para
quienes deben usarlo 0, al menos, el de que las necesidades fiscales no pueden
obstar o dificultar la actuacién procesal ni del tribunal (que en todos los
paises actia en papel simple, con prescindencia de la tributacién en s{ mis-
mo), ni de las partes (abolicién del “solve et repete”; idem. de la clausura
de procedimientos o del impedimento de actuar por no regularizar la situa-
cién fiscal-procesal).
B) Fines y medios en la relacién proceso-fisco.
9. En definitiva aqui se plantea una doble relacién (una relacién “cru-
zada”) entre lo procesal y lo tributario.
El proceso es medio para que pueda satisfacerse el interés fiscal-legal o,
si se prefiere, para que se aplique el Derecho Tributario, cuando de otra
manera no puede o no debe ser satisfecho (asi: proceso ejecutivo-fiscal; pro-
ceso necesario contencioso-aduanero). La instrumentalidad del proceso
tiene aqui igual sentido que para el resto de las ramas sustantivas.
E] problema de la igualdad se planteard, en el desenvolvimiento del pro-
ceso y en su definicién (igualdad ante la aplicacién de la ley en el caso
concreto) lo mismo que en todas las restantes esferas del proceso especial (0
por materias).
Aqui el proceso esté (como siempre) al servicio del Derecho Sustantivo,
es medio para que se logre el fin de obtener la aplicacién del Derecho Tri-
butario.
10. Por otra parte, el Derecho Tributario toma al proceso como origen
de tributacién, en todos los casos, ya se adopte la tributacién especial (im-
puesto o tasa de justicia: aqui el proceso o determinados actos como fuente
tributaria) o aumente la tributacién general para solventar los gastos de
justicia.
El problema no es si el funcionamiento de la justicia es 0 no onerosoONEROSIDAD PROCESAL Y PRINCIPIO DE IGUALDAD
(que indudablemente lo es) (9), sino quien debe abonar esa indudable carga
financiera. En otros términos, cémo se distribuye la misma. La solucién
deriva de razones de politica tributaria (mayor o menor vinculacién del
costo con los usuarios), pero debe tener presente las de politica procesal y
la significacién mayor o menor que se atribuye al proceso, como “garantia
del derecho objetivo y de los derechos subjetivos”.
Desde este ultimo punto de vista la maxima facilitacién del acceso y de
la actuacién en el proceso, se transforma en una aplicacién efectiva del prin-
cipio de igualdad en relacién a todos los (sujetos de los) derechos y, como
consecuencia, en el funcionamiento del proceso que est4 a su servicio.
11. Todavia cabe subrayar que esta 2# relacién (el proceso “ocasién”
de tributacién), vuelve a darse el proceso como instrumento al servicio del
Derecho Tributario: resulta indispensable determinar el o los medios pro-
cesales necesarios, para que pueda obtenerse la correspondiente tributacién:
volvemos a la 1# indicacién (sub 9), con la peculiaridad-de que el proceso,
cuando es fuente de tributacién, aparece al propio tiempo como asiento de
la misma y como instrumento para lograrla.
C) Tributacién procesal e igualdad “social”.
12. La opcién por la “gratuidad procesal para el usuario como tal”, que
consagran Colombia, México y otros paises, suprime uno de los problemas
procesales clasicos, el del beneficio o auxiliatoria o asistencia al carente de
recursos suficientes para litigar.
Debe afiadirse, adem4s, que el problema es mucho més complejo del
que aparenta la simple oposicién “rico-pobre”, atento a toda la gama de situa-
ciones econémicas que esto encubre y las trabas indudables que para la
mayoria de los sujetos juridicos, implica el tener que abonar las tasas judi-
ciales.
El costo del proceso es un problema adicional al del proceso mismo, que
por tratarse (aun el voluntario) de una “lucha” por una solucién juridica
determinada, supone grave dificultad para el que accede a él, maxime si se
trata del demandado, del convocado a juicio sin su iniciativa, probablemente
contra su voluntad.
13. El principio de igualdad encarado en el Hamado (al menos desde
la 1? guerra mundial) plano “social” 0 social propiamente dicho o especifico
(el plano del Derecho es siempre social). Significa, en lo que consideramos
ahora, que cada parte debe ser colocada en el proceso, en plena igualdad
juridica, superando las trabas que su situacién socio-econémica le plantea en
el caso concreto.
Como consecuencia, el que carezca de recursos debe ser asistido para
que pueda litigar como si los tuviera, lo cual en la practica significa que
(9) En el IV Congreso Mexicano de D. Procesal (0. cit.. p. 780), se_subrayé
(Anexo 2. Conclusiones” del referido tema) “1° El problema de la onerosidad en los
micios pertenece especificamente a un programa de politica procesal... 2° La onerosidad
del presupuesto financiero del proceso. no ser pricticamente eliminada: frente al
derecho a la tutela juridica (accién como subjetivo piblico contra el Estado),
la prestacién de la actividad jurisdiccional es siempre onerosa”.
351ADOLFO GELSI BIDART
“otro paga por él”, Sea la comunidad directamente; sea indirectamente por
medio de los servicios sociales o de seguridad social; sea eventualmente su
contrario si es condenado.
La primer consecuencia del principio de la igualdad procesal viene a
ser, frente a la tributacién que el que no puede no la paga y puede actuar
Jo mismo en el proceso. En otros términos: la tributacién no es requisito
“sine qua non” para actuar en el proceso.
14. Otra de las consecuencias que suele plantearse (en el plano del riesgo
de la tradicional “litigiosidad procesal”) es Ja proteccién de quien puede
pagar el proceso, frente a quien est4 exonerado de pagarlo, La solucién
estrictamente procesal es la de acordar a todas las partes el mismo beneficio,
durante la tramitacién del proceso, para que no se vea ésta entorpecida, sin
perjuicio de Jas soluciones definitivas que se adopten en la sentencia (10).
D) Igualdad en el derecho de defensa y costo del proceso.
15. Para actuar en el proceso de mancra adecuada y obtener la defensa
de su derecho, cuando se carece de medios econémicos suficientes, se requiere,
ademés de no pagar los gastos de tributacién procesal (la cuenta del fisco),
obtener una defensa profesional equiparable a la de quien litiga contra el
auxiliado de pobre.
Aqui en cierto modo se da el aspecto mds importante de la “igualacién”
social, dada la trascendencia que reviste la defensa en juicio.
El problema resulta ser eminentemente practico y aqui los factores socia-
les, econémicos y psicolégicos revisten un papel singular, por lo cual no
resulta facil obtener un régimen de plena aceptacién por todos.
16. Lo primero, requerido por la concepcién misma de la necesidad de
asistencia letrada en el proceso, es la afirmacién de que la asistencia al que
carece de recursos debe completarse con la asistencia Jetrada en pie de
igualdad con su contrario.
Lo cual trae consigo, ademés, la determinacién de si se paga y quién pa-
ga los servicios del letrado que asiste al declarado pobre conforme a la ley.
Las soluciones pueden ser variadas: examinaremos algunas.
17. El principio de igualdad aqui se refiere por un lado a los justiciables
y, por otro, a los abogados: el trato igual debe darse en cada plano (todos
los... justiciables o abogados entre si).
Para los primeros, significa que cada parte debe tener derecho a: a) ele-
gir libremente su propia defensa y b) obtener una defensa, en principio tan
adecuada como la que pueda lograr su contraparte.
(10) La Constitucién del Uruguay establece, desde 1934: “La justicia serd gratuita
para los declarados pobres_con arreglo a la ley” (garantia constitucional de la igualdad
‘social” en el proceso). “En los pleitos en que tal declaracién se hubiere 3 favor
del demandante (la equiparacién se hace exclusivamente en favor del convocado, contra
su voluntad, no por su iniciativa, al juicio) el demandado gozaré del mismo beneficio
hasta Ia sentencia definitiva, la cual no consolidard si declara la ligereza culpable del
demandante en el ejercicio de su accién” (art. 254).ONEROSIDAD PROCESAL Y PRINCIPIO DE IGUALDAD
La libertad de eleccién nos parece fundamental por Ia relacién inter-per-
sonal que es necesaria (mas que conveniente) para que la asistencia legal se
efectiie en toda su dimensién (libertad de eleccién, por tanto).
La adecuacién de la defensa se refiere a la que puede realizar un abogado
que se dedique a la causa y que tenga los conocimientos requeridos por ésta.
Se igualaré socialmente al “declarado pobre conforme a la Jey”, si su ca-
rencia de recursos no le impide elegir al abogado que entienda conveniente y
éste puede dedicarse a la causa con igual intensidad que a Jas remuneradas
que atiende.
Para los abogados el principio de igualdad radica en que no exista un re-
cargo de defensas gratuilas en unos més bien que en otros y, en general, que
a igual trabajo concurra una similar remuneracién.
cultad radica en encontrar soluciones, que al propio tiempo apli-
quen el principio de igualdad en los dos planos, de manera eficaz.
18. El elemento para esta igualacién, radica en una educacién adecua-
da, que tiene que realizar la Facultad de Derecho para desarrollar el sentido
de fraternidad que deben tener los hombres que ejercen el derecho, con el fin
de volcarlo en el servicio de sus clientes.
Se comprende que esto es lento, pero puede realizarse al propio tiempo
que todos los demés intentos, con la particularidad de que es lo unico que
puede solucionar integralmente el problema. Tarea para educadores, pues, co-
mo siempre impostergable y decisiva.
En el plano legislativo, la norma puede establecer la obligacién de defen-
der gratuitamente a los declarados pobres conforme a la ley (C. Org. Trib. art.
233): se comprende que si no existe el espiritu que mencionaramos antes, este
solo no basta en su aplicacién practica.
19. Las soluciones institucionales para suplir la defensa no absolutamen-
te libre pueden ser de diferente indole:
a) Creacién de cargos de defensores para las personas de escasos recur-
sos, lo cual tiene el inconveniente de limitar (practicamente suprimir) el de-
recho de elegir al propio profesional, Esto concurre igualmente en el caso del
consultorio juridico (la clinica juridica) de la Facultad o de instituciones par-
ticulares.
b) Distribuir la carga entre todos los profesionales por igual, creando tur-
nos o guardias jurfdicas, como en el caso de los tribunales, con igual objecién
que el caso anterior. El juez debe ser cualquiera que no podamos elegir (im-
parcialidad); el abogado, quien nos merezca confianza personal,
c) Idem anterior, pero manteniendo la posibilidad absoluta de seleccién,
con lo cual puede vulnerarse el principio de igualdad entre los abogados, lo
cual puede proyectarse al plano socio-econémico, dadas Jas dificultades ac-
tuales.
d) Idem anterior, pero estableciendo remuneracién para el profesional,
mediante un sistema de seguros; 0 de fondo profesional que administre el Co-
legio de Abogados con esa finalidad y que se financie con un porcentaje deADOLFO GELSI BIDART
los honorarios cobrados por toda la profesién; o de fondo profesional de toda
Ja profesién y que, en todos los casos, administre y abone el Colegio de Abo-
gados.
Las dos tiltimas soluciones c) y d) podrian funcionar con cierta adecua-
cién, en la medida en que exista una profesién organizada de manera obli-
gatoria y eficaz (11) (12).
III. — Concrusiones
20. 19— (Ignaldad y gratuidad genérica).
1. El principio de igualdad en la distribucién de las cargas sociales, de
acuerdo a las posibilidades de cada uno y a la situacién concreta en que se
encuentra, debe recibir una particular aplicacién cuando se trata del proceso,
por la naturaleza de éste y su “funcidn social” (garantia constitucional de los
derechos).
2. Podria incluso sostenerse que no existe igualdad si los que se ven obli-
gados a acudir a este medio —reputado excepcional— deben, ademés, pagarlo,
siendo asi que en el funcionamiento adecuado del proceso esté en juego un
interés social fundamental. Esta seria una base peculiar para sostener la nece-
sidad de que la sociedad, en su conjunto. solvente los gastos del proceso,
2° — (Igualacién social y auxiliatoria de pobreza).
1. Si se opta por el proceso oneroso, un complemento reclamado para
evitar que las diferencias socio-econémicas desigualen a los hombres en el pro-
ceso, es la exoneracién de tributos a quienes carecen de recursos al efecto.
2. Esta exoneracién debe regirse por criterios amplios que consideren
mas lo social que lo estrictamente econémico.
3. Si una de las partes es auxiliado de pobre, debe consagrarse la misma
franquicia para su contrario, durante la tramitacién del proceso, para realizar
el contrapeso que mantiene la igualdad,
3? — (Igualacién social y derecho de defensa).
1. No existe verdadera igualdad en cuanto al derecho de defensa, si las
diferencias socio-econémicas impiden la libre eleccién del profesional o la ade-
cuada realizacién de Ja defensa.
2. Tampoco hay igualdad entre los profesionales, si no se distribuyen en-
tre todos de similar manera, las cargas profesionales de la defensa gratuita.
3. Para asegurar la defensa de cada hombre por igual se requiere una edu-
cacién efectiva inspirada en el servicio del hombre y un régimen de distribu-
cién de las defensas que asegure también la igualdad entre los profesionales
(seguro social; defensa asegurada por el Colegio con fondos administrados
por éste; etc.).
(11) Pepro Araconeses en el IV Congreso Mexicano (cit.) propuso: “El Estado
debe proporcionar la asistencia juridica a quien carece de ella, como sistema de seguridad
‘( oF wok rte Reglament legal de la Abogac:
12) V. Geist “Colegiacién y Re, tacién Al ‘ia en Uruguay”,
separata de la “Revista del Colegio de Abogados de La Plata”, 1961, n°°8.