La palabra viene del latín subtana, o subtanea, de subtus, que significa debajo. Y se llama así a la vestidura talar (hasta los talones de
los pies), que sin embargo no se lleva debajo, sino precisamente es lo que se ve. Es normalmente negra, pero en muchos casos es
también blanca o roja o de otros colores, se ajusta al cuerpo, y con mangas estrechas.
La sotana fue instituida por la Iglesia a fines del siglo V con el propósito de darle a sus sacerdotes un modo de vestir serio, simple y
austero. Recogiendo esta tradición, el Código de Derecho Canónico impone el hábito eclesiástico a todos los sacerdotes (canon 136).
Esta, no ha sido exclusiva de los sacerdotes: también los sacristanes, los coristas o los monaguillos pueden llevarla. En la celebración
litúrgica, se tiende a llevar alba, que es el equivalente en blanco.
En la Iglesia Católica Romana de rito latino, la sotana de uso diario es negra para todo el clero, menos el Papa para quien es blanca, y
se le llama traje piano en recuerdo del papa Pio IX que estableció su uso.
Los seminaristas, Sacerdotes, Obispos, Capellanes de su Santidad y Cardenales se distinguen por su fajín, botonadura y solideo: fajín
azul para los seminaristas, rojo para los cardenales, morado para prelados de honor y obispos, negro para sacerdotes. En zonas
tropicales o de mayo calor, tales como Ecuador, gran parte de África y La India, las Sotanas para el Clero, incluyendo las de Obispos y
Cardenales son blancas, con los mismos detalles que la negra tradicional.
Para la vestimenta coral varía el color de la sotana de acuerdo con el grado de la prelatura: así los sacerdotes la usan negra; los
beneficiados y canónigos la usan negra ribeteada, o en ocasiones morada; los prelados, protonotarios y monseñores la usan morada; los
obispos y arzobispos, morada con vivos, bocamangas y botones carmesíes; los cardenales la usan roja; el papa blanca.
El color negro recuerda a todos que el que lo lleva ha muerto al mundo. Todas las vanidades del siglo han muerto para ese ser humano
que ya sólo ha de vivir de Dios. El color blanco del alzacuellos simboliza la pureza del alma. Conociendo el simbolismo de estos dos
colores es una cosa muy bella que todas las vestiduras del sacerdote, incluso las de debajo de la sotana, sean de esos dos colores:
blanca camisa y alzacuellos, negro jersey, pantalones, calcetines y zapatos.
“Fíjese si el impacto de la sotana es grande ante la sociedad, que muchos regímenes anticristianos la han prohibido expresamente. Esto
debe decirnos algo. ¿Cómo es posible que ahora, hombres que se dicen de Iglesia desprecien su significado y se nieguen a usarla?”.
Hoy en día son pocas las ocasiones en que podemos admirar a un sacerdote vistiendo su sotana. El uso de la sotana, una tradición que
se remonta a tiempos antiquísimos, ha sido olvidado y a veces hasta despreciado en la Iglesia posconciliar. Pero esto no quiere decir
que la sotana perdió su utilidad sino que la indisciplina y el relajamiento de las costumbres entre el clero en general es una triste
realidad.
Contra la enseñanza perenne de la Iglesia, está la opinión de círculos enemigos de la Tradición que tratan de hacernos creer que el
hábito no hace al monje, que el sacerdocio se lleva dentro, que el vestir es lo de menos y que lo mismo se es sacerdote con sotana que
de paisano. Sin embargo, la experiencia demuestra todo lo contrario, porque cuando hace más de 1.500 años la Iglesia decidió legislar
sobre este asunto fue porque era y sigue siendo importante.
La sotana es una vestimenta usada por sacerdotes y religiosos de la Iglesia Católica Romana, de las Iglesias Ortodoxas y Orientales, de
la Comunidad Anglicana y de algunas Iglesias reformadas.
En las Iglesias Ortodoxas la sotana propiamente dicha, es por lo general, aunque no exclusivamente, negra para seminaristas, monjes,
diáconos, presbíteros, obispos, arzobispos y patriarcas, sin embargo en algunas Iglesias como la Rumana el Patriarca la utiliza en color
blanco.
Entre el clero también se llegan a utilizar sotanas azules, grises, cafés e incluso blancas en lugares donde el clima lo amerita. Existe
también el rason (exorason) o sotana exterior, originalmente una vestimenta de origen monástico, es más amplia, y utilizada sobre la
sotana común o interior. La usa el clero ordenado (diáconos, presbíteros, obispos) y los monjes como vestimenta de diario. Los
seminaristas y las llamadas órdenes menores como subdiáconos y lectores no la visten. En ocasiones los cantores la utilizan durante los
servicios sobre la vestimenta laica de diario.
En la Comunidad Anglicana se utiliza negra para seminaristas, diáconos y presbíteros; los canónigos en ocasiones la utilizan roja
(escarlata) o negra con botones y filo rojo; y los obispos la utilizan púrpura aunque no siempre, por ejemplo, el actual arzobispo de
Canterbury suele utilizarla en color negro.
Exponemos siete excelencias de la sotana condensadas de un escrito del ilustre Padre Jaime Tovar Patrón.
Una sotana siempre suscita algo en los que nos rodean. Despierta el sentido de lo sobrenatural. No hace falta predicar, ni siquiera abrir
los labios. Al que está a bien con Dios le da ánimo, al que tiene enredada la conciencia le avisa, al que vive apartado de Dios le produce
remordimiento.
Los fieles han levantando lamentaciones sobre la desacralización y sus devastadores efectos. Los modernistas claman contra el
supuesto triunfalismo, se quitan los hábitos, rechazan la corona pontificia, las tradiciones de siempre y después se quejan de seminarios
vacíos; de falta de vocaciones. Apagan el fuego y luego se quejan de frío. No hay que dudarlo: la desotanización lleva a la
desacralización.
Primero, fueron cosas de poco bulto: entrar en bares, sitios de recreo, alternar con seglares, pero poco a poco se ha ido cada vez a más.
Los modernistas quieren hacernos creer que la sotana es un obstáculo para que el mensaje de Cristo entre en el mundo. Pero, al
suprimirla, han desaparecido las credenciales y el mismo mensaje. De tal modo, que ya muchos piensan que al primero que hay que
salvar es al mismo sacerdote que se despojó de la sotana supuestamente para salvar a otros.
Hay que reconocer que la sotana fortalece la vocación y disminuye las ocasiones de pecar para el que la viste y los que lo rodean. De
los miles que han abandonado el sacerdocio después del Concilio Vaticano II, prácticamente ninguno abandonó la sotana el día antes de
irse: lo habían hecho ya mucho antes.
Estas siete excelencias de la sotana podrán ser aumentadas con otras que le vengan a la mente a usted. Pero, sean las que sean, la
sotana por siempre será el símbolo inconfundible del sacerdocio porque así la Iglesia, en su inmensa sabiduría, lo dispuso y ha dado
maravillosos frutos a través de los siglos.