Anda di halaman 1dari 9

Aceptacion Y Renuncia De La Herencia

MILLER PUMA RIOS EN 20:15:00 ARTICULOS, DERECHO, DERECHO CIVIL,

 La colaboracion Eficaz
 La rebeldia y la falta de contestacion
 Colusion Desleal
 Jurisprudencia matrimonio anulable
 Conferencia: Los delitos contra la libertad sexual

1. Definición.
El termino “aceptación” figura “acción y efecto de aceptar”. El diccionario de la Real Academia
Española define el verbo “aceptar” como “recibir voluntariamente o sin oposición lo que se da,
ofrece o encarga. Aprobar, dar por bueno, acceder a algo.”

En sentido jurídico, cuando una persona es declarada muerta, en cualquiera de sus


modalidades[1], adquiere el apostrofe de “causante”, en razón que su fenecimiento dejará
bienes, derechos y obligaciones, materia de transferencia para con sus familiares o terceros
favorecidos por él, a los cuales se les denomina causahabientes. Distinguimos aquí que los
bienes, derechos y obligaciones a transferir constituyen la “masa hereditaria”, para lo cual, los
causahabientes cuando son familiares se les denomina “herederos” y a los terceros
“legatarios”.

En razón de ello, siendo que el Causante transmite la masa hereditaria al momento de su


muerte a los Causahabientes, la aceptación de la herencia es el acto expreso o tácito por el
cual el heredero o legatario asume dicha calidad, recibiendo los bienes, derechos y cargas de
la herencia, es decir, tomando la masa hereditaria materia de transmisión del causante sin
oposición alguna. Igualmente, la aceptación constituye la manifestación expresa o tácita que
hace el heredero, de tomar para sí la herencia de su causante, con todas las consecuencias
jurídicas correspondientes.[2]

2. Capacidad para aceptar.

Toda persona que puede heredar puede aceptar la herencia, o sea, todos los que tienen
capacidad de goce. Los incapaces lo hacen por intermedio de sus representantes legales.

El artículo 03º del Código Civil, expresa que toda persona tiene capacidad de goce de los
derechos civiles, salvo las excepciones establecidas por Ley. Carlos Fernández Sessarego
señala que el artículo 03º es lógica derivación del hecho de reconocerse normativamente a la
persona humana como “sujeto de derecho” – bajo la especifica designación de “persona
natural” – ya que tal calidad supone la plena capacidad de goce de todos los derechos civiles
que el ordenamiento jurídico concede a la persona. El precepto consagra formalmente el que
por el simple hecho de ser persona se es capaz de gozar de derechos civiles, salvo las
excepciones expresamente establecida por la Ley.[3]
Es por la capacidad de goce de los derechos civiles que toda persona puede optar
por aceptar la herencia, siempre y cuando no haya un impedimento de Ley, como por el
ejemplo la desheredación por indignidad. Esta capacidad de goce no es limitativa en cuanto a
los incapaces refiere, puesto que ellos pueden hacer prevalecer sus derechos civiles a través
de sus representantes, razón por la cual, también son capaces de heredar a través de la
representación.
3. Formas de la aceptación.
“C.C. Artículo 672º.- La aceptación expresa puede constar en instrumento público o privado.
Hay aceptación tácita si el heredero entra en posesión de la herencia o practica otros actos
que demuestren de manera indubitable su voluntad de aceptar.”

Por el artículo citado precedentemente, podemos denotar dos clases de aceptación: La


aceptación expresa y la aceptación tácita.

La aceptación expresa es aquella por la cual el llamado declara positivamente la aceptación


de la herencia ó asume directa ó inequívocamente el carácter de heredero del causante. La
persona convocada a ser heredero enuncia su voluntad de adquirir dicho título o carácter, para
lo que se otorga la posibilidad de declararse mediante instrumento público o privado,
repitiéndose así, la fórmula consignada en el artículo 475º del Código Civil italiano. Ante ello,
el Jurista Italiano Luigi Ferri, citado por Augusto Ferrero Costa, señala que:”la aceptación
expresa es un acto formal, para el cual la ley prescribe una forma determinada: debe revestir
necesariamente la forma escrita”[4].

Sin embargo, nuestro ordenamiento Civil nos permite obtener una aceptación expresa del
modo verbal, puesto que el artículo 144º del Código Civil expone que cuando la ley acusa una
forma y no sanciona con nulidad su inobservancia, constituye solo un medio de prueba de la
existencia del acto[5]. Esto debido a la denominada Forma ad probationem del acto, que tiene
como finalidad probar únicamente la existencia del acto jurídico pero sin ser consustancial a
el, siendo así que el acto y el documento, cuando la forma es ad probationem, son dos
entidades jurídicas distintas, separables, y que el acto puede existir independientemente del
documento, pues si el documento se deteriora y se pierde la prueba de la existencia del acto
puede hacerse utilizando cualquier otro medio probatorio.
[6] De otro lado, cabe mencionar que la forma ad solemnitatem, también tiene por única
finalidad el comprobar la existencia del acto, sin embargo, a diferencia de la forma ad
probationem, esta si es consustancial al acto, por lo que ambos forman una sola entidad
jurídica, inseparable, pues el acto no puede existir sin el documento y si este se deteriora y se
pierde, el acto jurídico se extingue y no puede ser probada su existencia por otro medio
probatorio. La prueba exclusiva de la existencia del acto jurídico está determinada únicamente
por el documento prescrito por la ley como arma ad solemnitatem.

Es así que, al no ser sancionable la inobservancia de la forma escrita para la aceptación de la


herencia, nos encontramos frente a un caso de forma ad probationem del acto, por lo que la
ausencia de la formalidad escrita para la aceptación no constituye materia de nulidad,
pudiendo ser comprobado mediante cualquier otro medio, razón por la cual también puede
darse la aceptación expresa verbal.

En resumen, la aceptación expresa puede darse no solo de forma escrita, mediante


documento público o privado, sino también de forma verbal.

En cuanto a la aceptación tácita, el artículo en comentario, 672º del Código Civil, indica que
hay aceptación tácita si el heredero entra en posesión de la herencia o practica otros actos
que demuestren de manera indubitable su voluntad de aceptar. De esta manera, la aceptación
resulta evidente de actos indubitables practicados por el sucesor, que ponen de manifiesto
una determinación de asumir tal condición.

Por ende, la aceptación tácita se da cuando el heredero se comporta como tal sin expresar su
voluntad de aceptar la herencia, para ello realiza actos inherentes a su derecho
como entrar en posesión material de los bienes, percibir sus frutos, etc.José León Barandiarán
consideró a la posesión misma de los bienes hereditarios como "dado enérgico revelador de la
voluntad aceptativa", estimando, además, que otros actos que de manera indubitable revelen
esa voluntad, representarán una manifestación tácita de aceptación de la herencia.

Estas clases de aceptación de la herencia, expresa y tácita, suponen una uniformidad en la


legislación comparada, percibiendo una similitud internacionalísima entre lo estipulado por el
derecho nacional con el derecho Italiano, germano, mexicano y demás. Es así que
el Código Civil mexicano define en su artículo 1656º “La aceptación puede ser expresa o
tácita. Es expresa la aceptación si el heredero acepta con palabras terminantes, y tácita, si
ejecuta algunos hechos de que se deduzca necesariamente la intención de aceptar, o aquellos
que no podría ejecutar sino con su calidad de heredero”, por lo que es de ver en amplios
rasgos, la igualdad de fondo que tiene la aceptación de la herencia en las diversas
legislaciones. Sin embargo, prescriben ciertas diferencias puesto que en el derecho mexicano
la aceptación expresa de la herencia obligatoriamente debe prevalecer por escrito y no verbal
como el caso nuestro.

Vistas estas dos formas de aceptar la herencia, el artículo 673º del Código Civil nos presente
una tercera, denominada Aceptación Legal o Presunta “C.C. Artículo 673º.- La herencia se
presume aceptada cuando ha transcurrido el plazo de tres meses, si el heredero esta en el
territorio de la Republica, o de seis, si se encuentra en el extranjero, y no hubiera renunciado a
ella. Estos plazos no se interrumpen por ninguna causa.”

La aceptación legal o presunta es aquella que se genera por el silencio del causahabiente, no
aceptando la herencia explícitamente, ni comportándose como heredero, por lo que no incurre
en aceptación expresa ni tacita, únicamente debe dejar transcurrir el plazo al que se refiere el
artículo antes descrito para que sea considerado conjeturablemente como heredero. Se
entiende que el plazo se computa desde la apertura de la sucesión, o sea al momento del
fallecimiento del causante, aunque el Código no lo indica.

Por la aceptación legal o presunta, nos encontramos ante el caso del silencio como
manifestación de la voluntad cuando la Ley le atribuye ese significado, tal como lo señala el
artículo 142º del Código Civil: “El silencio importa manifestación de voluntad cuando la ley o el
convenio le atribuyen ese significado”.

Respecto a este carácter del silencio, el jurista Fernando Vidal Ramírez manifiesta: “El artículo
142, por lo que queda expuesto, es sólo aplicable a una relación jurídica ya originada por un
acto jurídico, pero en la que una de las partes deviene en silente. En tal supuesto, el silencio
tiene el significado que le atribuya la norma legal pertinente, salvo que en el acto jurídico ya
celebrado se haya previsto la posibilidad de que una de las partes se convierta en un silente y
que en relación a ese silencio se haya convenido en darle un significado.”

En el caso de la aceptación legal, el causahabiente, que no manifiesta su voluntad de heredar


expresamente, ni realiza actos que presupongan virtualmente dicha voluntad, se encuentra
inmerso en el silencio que en materia hereditaria tiene el carácter presumible de aceptación,
puesto que la Ley le concede esta representación.

De otra parte, Augusto Ferrero Costa, nos diferencia una cuarta forma de aceptar la herencia,
la cual es la denominada aceptación forzosa: “Cuando se presenta el caso contemplado en el
artículo 662, estamos frente a una aceptación forzosa. En efecto, quien oculta dolosamente
bienes hereditarios, simula deuda o dispone de los bienes dejados por el causante en perjuicio
de los derechos de los acreedores de la sucesión, esta obligado a aceptar la herencia ultra
vires hereditatis. La doctrina francesa la denomina aceptación forzada”.
Este tipo de aceptación obligatoria proviene de la Responsabilidad ultra vires hereditatis,
estipulada en el artículo 662º del Código Civil, el cual nos indica que el heredero pierde el
beneficio que otorga el artículo 661º sobre la responsabilidad intra vires hereditatis (responder
de las deudas y cargas de la herencia solo hasta donde alcancen los bienes de esta) cuando
el heredero oculta dolosamente bienes hereditarios, simula deudas o dispone de los bienes
dejados por el causante en perjuicio de los derechos de los acreedores de la sucesión.
Efectivamente, al perder los beneficios que otorga el artículo 661º por las circunstancias
indicadas en el 662º, es de obviedad que toma el carácter de heredero, puesto que para poder
responder por las deudas y cargas de la herencia por la falta cometida, este deba ejercer la
función de beneficiario hereditario.

2. RENUNCIA de la Herencia

1. Definición.
El termino “renuncia” efigie “acción y efecto de renunciar”. El diccionario de la Real Academia
Española define el verbo “aceptar” como “Hacer dejación voluntaria, dimisión o apartamiento
de algo que se tiene, o se puede tener. Privarse o prescindir de algo o de alguien.”

La renuncia es la figura antagónica a la aceptación. Es el acto por el cual el heredero o


legatario hace constar que no se le tenga presente como tal, por lo que niega cualquier
transmisión parcial o total de la masa hereditaria.

En algunos países el vocablo renuncia es reemplazo por “repudio”, como es el caso del
derecho germano, chileno o mexicano. Sin embargo, dicho término no parece ser adecuado
para la acción por tener una connotación peyorativa.

2. Plazo para renunciar.

Es determinado por el artículo 673º del Código Civil, por el cual se otorga el plazo de tres
meses si el heredero está en la República y de seis meses si está en el extranjero, sin
interrumpirse su transcurso por causa alguna. Se entiende que se computa desde la apertura
de la sucesión, es decir, desde el fallecimiento del causante, aunque el Código omita su
expresión.
Es del caso mencionar que el Código Civil derogado refería el plazo solo a la renuncia,
mientras el actual lo legislación la presenta en función de la aceptación, expresando en su
artículo 673º que ésta se presume cuando ha trascurrido el plazo para renunciar.

3. Capacidad para renunciar.


“C.C Articulo674º.- Pueden renunciar herencias y legados quienes tienen la libre disposición
de sus bienes.”

En aplicación del artículo 674º, pueden renunciar a la herencia y legado quienes tengan la
libre disposición de sus bienes. El Jurista Augusto Ferrero Costa critica la forma de proponer
la redacción del citado artículo, pues según refiere, “induce a error al común de los abogados,
pudiéndose pensar que el concepto de norma esta ligado al de la legitima y la porción
disponible, en el sentido que sólo podría renunciar a la herencia quien no tenga herederos
forzosos.”[12] Sin embargo, el sentido de esta norma data de la prohibición al tercero para
efectuar la renuncia del llamado, sin haber sido autorizado.

Como indicó León Barandiarán, en su obra Derecho de Sucesiones (versión taquigráfica del
curso dictado en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos), para renunciar se requiere
capacidad especial. El maestro señalaba: "El Código dice libre disposición de sus bienes
porque no basta la capacidad en general, sino libertad para disponer de ellos; por lo tanto,
rigen las reglas pertinentes para ver quién tiene esa libre disposición".

En ese sentido, cuando el artículo en cita indica la frase “libre disposición de sus bienes”
refiere la intervención del llamado respecto a renunciar por su propio interés a la herencia. Por
ende, las personas capaces pueden renunciar personalmente o por intermedio de sus
apoderados; los incapaces necesariamente a través de sus representantes, mediante
autorización judicial, puesto que en ellos no hay libre disposición de bienes inmediata, de
conformidad con lo dispuesto en los artículos 448, inciso 4; 532 Y 668, trátese de patria
potestad, tutela o cúratela, respectivamente.

Concurre una restricción respecto a la renuncia de la herencia o legado por parte de los
cónyuges, puesto que, por el artículo 304º, uno de los cónyuges no puede renunciar a la
herencia sin el asentimiento del otro. Si bien los bienes que se adquieren por herencia tienen
el carácter de bienes propios, los frutos y productos que se generen de ellos son considerados
bienes comunes (artículo 310º), por lo que es una vulneración de derechos disponer de los
bienes del prójimo, siendo este el fundamento del artículo 304º para la presentación de la
referida limitativa.

4. Formalidad de la renuncia.
“C.C. Artículo 675º.- La renuncia debe ser hecha en escritura pública o en acta otorgada ante
el juez al que corresponda conocer de la sucesión, bajo sanción de nulidad. El acta será
obligatoriamente protocolizada.”

El citado artículo nos presenta la forma ad solemnitatem por la que se debe celebrar la
renuncia de la herencia. Es de observarse que la renuncia debe revestir obligatoriamente en
documento público que lo ampare, estableciendo dos modalidades: o por escritura pública,
ante notario o quien haga sus veces, o por acta ante el juez competente para conocer la
sucesión, siendo la inobservancia de este requisito, sancionable con la nulidad del acto.

Hay que tener presente que la aceptación y renuncia de la herencia son, conceptualmente,
actos jurídicos, por tratarse de manifestación de voluntades destinadas a crear y extinguir
relaciones jurídicas. Así vemos que se distinguen dos tipos de invalidez del acto jurídico: la
nulidad y la anulabilidad.

En razón de la nulidad, las causales se encuentran especificadas en el artículo 219º, y son 8:

▪ Falta de manifestación de voluntad del agente.


▪ Incapacidad absoluta.
▪ Objeto físico o jurídicamente posible.
▪ Fin Ilícito.
▪ Simulación absoluta.
▪ Ausencia de formalidad prescrita bajo sanción de nulidad.
▪ Nulidad expresa.
▪ Nulidad virtual.

Sobre las citadas causales de nulidad es de merito discutir dos:


Sobre la ausencia de formalidad prescrita bajo sanción de nulidad:
Es la causal especificada en el inciso 6) del artículo 219º, referido a la nulidad del negocio
jurídico que no concurra en la forma solemne plasmada por Ley o con formalidad Ad
solemnitatem.
Todo negocio jurídico tiene dos elementos típicos: La declaración de voluntad y la causa. Sin
embargo, es de apreciar que existen varios negocios jurídicos que requieren para su
formación del cumplimiento de una formalidad que impone la Ley, bajo sanción de nulidad. La
deserción de dicha formalidad, producirá la nulidad del negocio jurídico, por lo que no originará
ningún efecto jurídico. Estos negocios jurídicos que revisten una formalidad, como lo indica el
tratadista Lizardo Taboada Córdova, generalmente son negocios jurídicos de derecho familiar
o negocios jurídicos patrimoniales a título gratuito. Así, por ejemplo, en el reconocimiento de
los hijos extramatrimoniales, la adopción, el reconocimiento de los hijos extramatrimoniales, el
testamento, la donación de bienes muebles en algunos casos, la donación de bienes
inmuebles, el mutuo entre cónyuges, el suministro a título gratuito, el secuestro, la fianza, el
compromiso arbitral, la renta vitalicia, entre otros.

Sobre la nulidad expresa:


Es la causal especificada en el inciso 7) del artículo 219º, el cual menciona que el acto jurídico
será nulo cuando la Ley lo declare así.

En la doctrina es conocido dos tipos de nulidades: Nulidad expresa y Nulidad tácita o virtual.
Las expresas son aquellas que vienen a dispuestas manifiestamente de un texto legal,
mientras que las nulidades virtuales son aquellas que se producen cuando un determinado
negocio jurídico contraviene una norma imperativa, así, por ejemplo, el matrimonio entre dos
personas del mismo sexo es nulo tácitamente por contravenir lo dispuesto en el artículo 234º
del Código Civil. Casos de nulidades expresas en nuestro Código Civil son, por ejemplo, el
artículo 274º para el matrimonio, el artículo 865º, para la partición hecha con preterición de
algún heredero.

Estas dos clases de nulidades antes descritas, por ausencia de formalidad prescrita por Ley y
por nulidad expresa, se presentan para el caso de la renuncia a la herencia, puesto que en el
artículo 675º, prescribe la forma solemne en la que deba realizarse este acto bajo sanción de
nulidad, evidenciando la forma ad solemnitatem que debe cumplir el acto jurídico, y al mismo
tiempo, irrogando una nulidad expresa, puesto que la propia norma lo indica en la frase “bajo
sanción de nulidad”.

5. Derecho de los acreedores.

“Articulo 676º.- Impugnación de la renuncia por el acreedor: Si la renuncia causa perjuicio a


los acreedores del renunciante, estos pueden impugnarla dentro de los tres meses de tener
conocimiento de ella, para que sea declarada sin efecto en la parte en que perjudica sus
derechos. La resolución que declare fundada la demanda dispondrá, según la naturaleza de
los bienes, su administración judicial o su venta en pública subasta, para el pago de las
deudas del renunciante. El remanente, si lo hubiera, se trasmite a los herederos a quienes
favorezca la renuncia.

La demanda de impugnación se tramita como proceso sumarisimo.”

El precepto regula la pretensión, denominada de impugnación de renuncia, que pueden


ejercer los acreedores del sucesor renunciante, a quienes la renuncia perjudique sus derechos
de cobro, esto con a finalidad de impedir que la recuperación de los créditos sea burlada.

El legislador faculta a los acreedores de los herederos para que reclamen la parte de sus
créditos cuando los herederos renuncien a la herencia. Por tanto, si un llamado tiene una
deuda con un banco, y este renuncia a una herencia mediante la cual puede cubrir el adeudo,
el banco, como acreedor del renunciante, puede impugnar la renuncia a fin que sea aceptada
y se proceda a la cancelación de la obligación.
6. Efectos de la renuncia a la herencia.
a) El renunciante queda como si no fuera sucesor. La renuncia extingue la vocación
hereditaria.
b) La renuncia se retrotrae al momento de la apertura de la sucesión.
c) La renuncia al igual que la indignidad es personal. No afecta a los descendientes del
renunciante, en la medida que exista representación sucesoria (los descendientes del
renunciante recibe lo que este hubiera recibido de no renunciar)
d) Si el renunciante no tiene descendientes o si no se da la representación sucesoria, su parte
acrece la de los coherederos o pasa a otros herederos.
e) Si el renunciante es el único heredero y no tiene sucesores testamentarios, se adjudicará la
masa hereditaria a las entidades que señala el art. 830º del Código Civil (Organismos de
Estado beneficencias públicas).
f) El renunciante no pierde el derecho de representar al causante en otra herencia (Por
ejemplo, de su abuelo)

ANEXION DE LA ACEPTACION
Y RENUNCIA DE LA HERENCIA

1. Carácter de la aceptación y renuncia.


“Articulo 677º.- La aceptación y la renuncia de la herencia no pueden ser parciales,
condicionales, ni a termino. Ambas son irrevocables y sus efectos se retrotraen al momento de
la apertura de la sucesión”

La aceptación y la renuncia de la herencia, cualquiera que fuese la manera o formalidad


utilizada, deben ser completas y totales, porque es consecuencia de la unidad del patrimonio
que se transmite. La herencia puede aceptarse o rechazarse, pero en un caso y otro se acepta
o rechaza la totalidad (de lo que al aceptante o rechazante hubiera tocado); no está permitido
tomar una parte y negar la otra de la herencia.

La aceptación y la renuncia se retrotraen al momento de la apertura de la sucesión. Hasta que


no haya renuncia o aceptación el llamado a la herencia no es heredero, sino simple llamado a
serio por vocación legal o testamentaria. Al producirse la aceptación sus efectos son desde el
momento de la muerte del causante de la sucesión, de manera que la transmisión sucesoria
opera automáticamente desde el mismo momento del deceso, y a partir de ese preciso
instante las relaciones y posiciones jurídicas de las que era titular el causante pasan a ser de
sus sucesores. Viceversa, si de renuncia se trata se tiene al renunciante como si nunca
hubiese habido delación en su favor, de manera que el llamado en su lugar o si éste a su turno
también repudia, la herencia o el legado son ofrecidos sucesivamente a todos los siguientes
en orden de prelación hasta que alguien acepte, y por efecto de tal aceptación tal sujeto será
heredero o legatario desde el momento de la muerte, como si nunca hubiera habido otros
llamados a la sucesión.

2. Herencia Futura.

“Articulo 678º.- No hay aceptación ni renuncia de herencia futura.”

3. Transmisión de la delación

“Artículo 679º.- El derecho de aceptar o renunciar la herencia, se trasmite a los herederos. En


tal caso, el plazo del artículo 673 corre a partir de la fecha de la muerte del primer llamado.”
Desde la muerte de una persona su herencia se transmite a sus sucesores. Sin embargo, la
transmisión solo queda consolidada cuando aquel a quien la herencia le ha sido ofrecida la
acepta; viceversa, no hay transmisión alguna cuando se produce renuncia. En el período que
transcurre entre la muerte y la definitiva aceptación por alguien, hay una sucesión con
sucesores inciertos. La incertidumbre queda superada con el efecto retroactivo de la
aceptación y de la renuncia.

La persona a quien la herencia le es puesta a disposición no es en rigor sucesor, sino


sucesible. Ciertamente este derecho a poder suceder integra su patrimonio yeso es lo que
viene a decir el artículo 679, precisando que el derecho de aceptar o de renunciar una
herencia se transmite a los herederos de quien muere antes de haberlo ejercido. (Derecho, no
obstante, sumamente relativo en nuestro país, porque como consecuencia de la presunción
que estatuye el artículo 673 del C.C., a falta de aceptación o renuncia se tiene por aceptada
luego de unos plazos determinados). Y derecho, además, que no es embargable por los
acreedores del llamado, porque solo él y nadie más goza del derecho de aceptar o renunciar.
Así, pues, los que hereden a quien falleció sin aceptar ni renunciar tienen, a su vez, la
posibilidad de ejercer el derecho que tenía el fallecido. Se produce, entonces, una sucesión en
el ius de/ationis que ostentaba quien, pudiendo ser heredero por aceptación o no serio por
renuncia, muere antes de ejercer ese derecho de adición o repudio. Traslada entonces a sus
herederos el derecho a heredar o no heredar que tenía por el llamamiento que ni aceptó ni
rechazó, por morir antes de haberlo hecho. Ocurre entonces el fenómeno de que la herencia
puede ser recibida por aceptación, o rechazada mediante renuncia, por persona que no ha
sido llamada ni tiene vocación hereditaria directa e inmediata con relación al primer muerto.
Naturalmente, como lo que se adquiere es derecho a heredar (no herencia), sus efectos se
retrotraen al momento de apertura de la primera sucesión.

4. Actos de administración y conservación.


“Artículo 680º.- Los actos de administración provisional y de conservación de los bienes de la
herencia practicados por el heredero mientras no haya vencido el plazo del artículo 673, no
importa aceptación ni impiden la renuncia.”

Conforme al numeral 672 existe aceptación tácita de la herencia cuando el llamado a ella
realiza actos con los cuales, indubitablemente, pone en evidencia su voluntad de ser heredero.
Es decir, se comporta como si fuera heredero y receptor de la transmisión que tiene origen en
la muerte de la persona de la que se conduce como sucesor. Pues bien, el artículo 680 viene
a sentar las excepciones señalando que los actos de conservación de los bienes de la
herencia y la administración provisional de los mismos (y, por cierto, los de inspección a los
que se refiere el artículo 1544 del Código argentino) no constituyen criterio del que pueda
derivarse voluntad de aceptar o repudiar, salvo, claro está, que al hacerlo deliberadamente se
tome y haga invocando el título o la calidad de heredero.
En lo que toca a acto de administración se ha precisado que debe ser de administración
provisional, o sea transitoria, temporal y sin intención de permanencia, a la espera de que
alguien (que puede ser el propio administrador) continúe tal administración.

Naturalmente, la casuística puede ser inmensa y habráque examinar en cada ocasión. Lo que,
en definitiva, ha querido el legislador es que se trate, por un lado, de administración ordinaria
y, de otro lado, que sea una administración con visos de interinidad, que no comprometa el
porvenir de la herencia sin verdadera necesidad. En tal sentido, supuesto que el plazo del
artículo 673 es sumamente corto, la administración tendrá que acomodarse a las
circunstancias de tal plazo. De este modo, si el administrador arrienda un inmueble contenido
en la herencia por un plazo de, digamos, tres años, mal podría calificarse de acto provisional,
porque sin duda se proyecta para largo. Cosa distinta, por ejemplo, ocurrirá si se prorroga por
un par de meses el contrato que acaba de concluir.
La conservación tiene otro cariz. Ya no compete a la obtención de los rendimientos, sino tanto
al mantenimiento de los bienes de la herencia como a la ocupación de los mismos a título de
guarda o depósito. O sea, para que el contenido de la herencia se conserve incólume, en por
lo menos no peor estado del que tenía al momento de abrirse la sucesión. La interrupción de
una posible prescripción puede calificarse como acto conservatorio.

5. Caracteres comunes de la aceptación y renuncia a la herencia.


a) Son actos jurídicos: La aceptación y renuncia a la herencia son actos jurídicos, puesto que
están destinados a crear y extinguir relaciones jurídicas, por lo que las normas contenidas en
el Libro II del Código Civil le son aplicables.
b) Son voluntarios: Son figuras libres,
por lo que no hay obligación de aceptar o renunciar una herencia o legado, salvo en los casos
de aceptación forzosa por responsabilidad ultra vires hereditatis, dispuesto en el artículo 662º
del C.C.
c) Son unilaterales: Producen sus efectos sin necesidad de encontrarse con otra voluntad.
d) Son totales: La aceptación y la renuncia de la herencia no pueden ser parciales,
condicionales, ni a término. Deben ser aceptadas o negados en su integridad.
e) Son irrevocables: Se encuentran condicionadas a plazo, puesto que se puede renunciar a la
herencia o al legado hasta el momento en que se produzca la aceptación, una vez realizada,
ya no se pude revocar.
f) Son retroactivas: Con la aceptación no se adquiere la herencia o legado, debido a que ello
ocurre con la apertura de la sucesión. La aceptación significa la ratificación, la confirmación de
la calidad de heredero o legatario. Con la renuncia, no se devuelve lo adquirido. El renunciante
queda como si jamás hubiera sido heredero.
g) Son lisas y llanas: El causante puede poner condiciones a los herederos voluntarios o a los
legatarios, dentro del marco de la norma contenida en el artículo V del título preliminar,
referente a la nulidad virtual del negocio jurídico, que sanciona como nulo el acto jurídico
contrario a las leyes que interesan al orden público o a las buenas costumbre. La aceptación y
la renuncia son lisas y llanas puesto que el heredero o legatario no puede poner condiciones
para la aceptación o renuncia de la herencia.
h) Son delegables: Se puede otorgar
poder para ello.
i) Son derechos personales: Son derechos sucesorios personales hasta el momento de la
aceptación, a partir de ella se consolidan en derechos reales sobre los bienes corpóreos.
j) Son neutras: No son onerosas ni gratuitas.
k) Son actuales: Ambas debe referirse a una herencia producida y no futura.

BIBLIOGRAFIA EMPLEADA EN LA PRODUCCIÓN “ACEPTACION Y RENUNCIA DE LA HERENCIA ”

1. Francisco Muñoz Conde, Derecho Penal Parte Especial, Décimo tercera Edición, Perú 2004

2. C. Ganzenmüller; J. F. Escudero; J. Frigola Vallina, Homicidio Y Asesinato, España, 1996

3. ZAMORA JIMÉNEZ, A., Manual de Derecho penal. Parte especial, Análisis de los delitos en México, México 2005

4. HERODOTO, Los nueve libros de la historia

5. N. Loayza, P. Fajnzylber, D. Lederman, Crimen y Violencia en América Latina, Colombia, 2002.

6. Robert J. Barro, “Closed and Open Economy Models of Business Cycles with Marked up and Sticky Prices", Estados
Unidos de Norteamérica, 2000

Anda mungkin juga menyukai