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Arquitectura del Renacimiento

Arquitectura del Renacimiento o renacentista es aquella diseñada y construida durante el período artístico
del Renacimiento europeo, que abarcó los siglos XV y XVI. Se caracteriza por ser un momento de ruptura en la historia de la
arquitectura, en especial con respecto al estilo arquitectónico previo: el gótico; mientras que, por el contrario, busca su inspiración
en una interpretación propia del arte clásico, en particular en su vertiente arquitectónica, que se consideraba modelo perfecto de
las Bellas Artes.
Produjo innovaciones en diferentes esferas: tanto en los medios de producción (técnicas de construcción y materiales constructivos)
como en el lenguaje arquitectónico, que se plasmaron en una adecuada y completa teorización.
Otra de las notas que caracteriza este movimiento es la nueva actitud de los arquitectos, que pasaron del anonimato del artesano a
una nueva concepción de la profesionalidad, marcando en cada obra su estilo personal: se consideraban a sí mismos, y acabaron por
conseguir esa consideración social, como artistas interdisciplinares y humanistas, como correspondía a la concepción integral
del humanismo renacentista. Conocemos poco de los maestros de obras románicos y de los atrevidos arquitectos de las grandes
catedrales góticas; mientras que no sólo las grandes obras renacentistas, sino muchos pequeños edificios o incluso meros proyectos,
fueron cuidadosamente documentados desde sus orígenes, y objeto del estudio de tratadistas contemporáneos.
La historia de la arquitectura del Renacimiento, como este mismo, suele dividirse en dos grandes períodos denominados en italiano
por el numeral de los años:1
Siglo XV o Quattrocento, el Renacimiento temprano, momento en que se destacan las figuras de Filippo Brunelleschi y Leon Battista
Alberti. Es una arquitectura que aspira al Clasicismo y que pone los puntales teóricos de la canonización del estilo, que caracterizará
al período siguiente.
Siglo XVI o Cinquecento, a su vez dividido en dos fases:
Fase de culminación o madurez: el Renacimiento medio, pleno o Alto Renacimiento, que cubre el primer cuarto del siglo XVI (hasta
el saco de Roma de 1527). Durante ese periodo, los principales arquitectos italianos intervinieron en los distintos proyectos del inicio
de las obras de la basílica de San Pedro (Donato Bramante, Rafael Sanzio, Antonio da Sangallo el Joven y posteriormente Miguel
Ángel).
Fase del manierismo: el Renacimiento tardío o Bajo Renacimiento, desde mediados del siglo XVI hasta el comienzo del siglo XVII (en
que se inicia la arquitectura barroca). En esta fase, siguiendo la maniera de Miguel Ángel, las individualidades de los arquitectos
comienzan a sobreponerse al proyecto teórico clásico. Destacan maestros como Giulio Romano, Jacopo Vignola, Giorgio
Vasari, Giacomo della Porta o Andrea Palladio.
Arquitectura del arte Decorativo
Mosaico y taracea: el mosaico es la técnica de confeccionar imágenes mediante el embutido de piedras duras, bien en el suelo o
bien en la pared. Cuando está colocado a modo de pavimento recibe el término griego de lithóstroton: el revestimiento es aplicado
sobre cal, arena u otros materiales como piedras, guijarros, losas de mármol, etc. Existen varios tipos: opus lapilli, pequeños
guijarros de colores naturales, que por sí mismos componen el dibujo; opus tessellatum, formado por teselas, piezas de forma
cuadrada de dos centímetros, con las que se elabora la composición, generalmente de tipo geométrico; opus vermiculatum,
igualmente elaborado con teselas, pero de diferentes contornos, pudiendo formar así diversos trazados; opus sectile, formado por
losas de mármol de forma irregular. El mosaico propiamente dicho, también llamado opus musivum, es la misma técnica pero
aplicada a la decoración mural: se realiza con teselas de pasta vítrea, aplicadas sobre la pared preparada con varias capas
de mortero, elaborando figuras y dibujos. La taracea es una técnica similar a las anteriores, puede ser pavimental o parietal, o
incluso se puede aplicar a muebles u otros objetos. Consiste en incrustar sobre una superficie compacta finas losas de piedra y
mármol de color, cortadas y encajadas formando imágenes o composiciones diversas. También puede realizarse en madera
(intarsia), siendo una técnica frecuente en ebanistería. En Carpi, en el siglo xvii, surgió también una taracea en escayola. Otra
variante es el embutido de piedras duras.42
Vidriería: se realiza sobre cristales engarzados en madera, yeso, oro o plomo, los cuales se van encajando con láminas de plomo,
estañándolos, con una capa de masilla (blanco pintor con aceite de linaza). Las vidrieras antiguas tienen grisallas, óxido
férrico líquido, aplicado para dibujar con precisión detalles pequeños; hacia 1340 se sustituyó por el óxido de plata y, a partir de
aquí, ya no se hacen cristales de colores, sino que se colorea sobre cristal blanco. El proceso de fabricación es por fases: elaboración
de un boceto en cartón, corte de los vidrios, pintura de los mismos, cocción y unión por emplomado.43
Azulejería: el azulejo es una baldosa de cerámica vidriada que se usa como revestimiento de suelos y paredes. Al igual que los
ladrillos esmaltados, tiene su origen en el Oriente Próximo. En España, en el siglo xv, surgió la variante del alicatado, con tres
tipos: cuerda seca, cuenca o arista. Ese mismo siglo, en Italia, se inició la producción de losas de mayólica, sobre todo
en Nápoles y Faenza, cuyas composiciones pictóricas tuvieron luego gran éxito en España y Portugal, así como México y Perú.44
Estuco y yesería: el estuco se elabora con pasta de cal (o yeso blanco), polvo de mármol, arena lavada y caseína, en distintas
proporciones según la época y el lugar. Sus dos principales aplicaciones son como revestimiento o como decoración, con distintos
grosores, generalmente más compactos para el primer caso y más finos y maleables para el segundo. Por su parte, el yeso es un
sulfato de cal hidratado, que mezclado con agua forma una pasta de color blanco, que puede usarse tanto para la construcción como
para escultura y relieves. La principal diferencia entre ambos es que el yeso, al no tener polvo de mármol, es más frágil y de menor
calidad, aunque su valor decorativo es similar.45

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